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2: La noche en que los Spy mueren
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Spy sabía que era uno de los más habilidosos del equipo BLU.
No el más inteligente, eso estaba entre Engie y Medic, pero en cuestión de habilidades, él los superaba. Era un león entre las ovejas, oculto a plena vista. Su desempeño podía mover la balanza a favor de su equipo, aunque pareciese que todo estaba perdido. BLU era un escenario donde él podía demostrar, una vez más, cuál era el nivel al que podía llegar un Spy. Y el resto del equipo, aunque no lo dijese, solía estar a su altura.
Había revisado sus antecedentes.
Medic había estado casado, incluso había tenido una hija, pero siendo una familia judía en la Alemania nazi, decidieron huir antes que los llevasen a un campo de concentración. Sólo Medic había llegado con vida a Estados Unidos. Engie se había ofrecido para ir a luchar a la segunda guerra, pero había cumplido dieciocho años el 3 de septiembre de 1945. Su padre había luchado y muerto en esa guerra, y eso alimentó la furia con la que había estudiado para seis de sus once doctorados, los seis que le faltaban cuando se enteró de la noticia. En ambos casos, algo no había terminado de encajar, pero eran funcionales y profesionales. La mayor parte del tiempo.
Pyro era un misterio hasta para él.
Quizás Scout tuviera algo de base en decir que era un extraterrestre, aunque lo dudaba. Si ese muchacho hubiera tenido algo más de suerte, quizás habría terminado como atleta olímpico, pero la vida le tenía otros planes. Sospechaba que su colega de RED tenía algo que ver con su paternidad, más que nada por la saña con la que a veces le clavaba el cuchillo mariposa en la espalda. Qué vergüenza de Spy, y de hombre. Si no asumía sus responsabilidades, no debería estar en un trabajo de alta responsabilidad como ese.
Heavy sabía lo que era la responsabilidad, y cuán importante era la familia. Quizás por eso se llevaba tan bien con Medic. Heavy había probado lo que eran los campos de detención, y había logrado escapar de allí llevándose a su familia. Era un hombre mucho más culto de lo que dejaba entrever su limitado manejo del inglés. Cada tanto se reunían a hablar de clásicos rusos e intentaban mejorar su dominio de ese idioma. Hablando en ruso, Spy y Heavy tenían conversaciones muy estimulantes a nivel intelectual.
Soldier necesitaba ayuda. No en el campo de batalla, no, en eso se desempeñaba bien, pero a veces era evidente que necesitaba que alguien le sanase la cabeza, como Medic les sanaba el cuerpo. A veces, su relación libre con la sanidad le permitía lograr cosas impensables, como el impulsarse con un misil para elevarse en el aire. Era una locura, una que funcionaba, y que el Soldier de RED había intentado imitar pero nunca dominar. Y mantener la disciplina en un grupo tan diverso de mercenarios no era tarea sencilla.
Demoman era un personaje sociable, extrovertido, habilidoso y estaba convencido de que existían las hadas. De buen beber como era, nunca fallaba cuando de explosivos se trataba. A veces Engie y él se pasaban toda una tarde explorando ideas y probando prototipos. ¿Qué iba a vencer, un escudo o un explosivo? ¿Cuán poderoso podía hacerse un proyectil? Escuchaba a Scout, hablaba de cosas de familia con Heavy, se divertía armando bombas con Pyro, debatía con Medic sobre la posible anatomía de seres feéricos (y había dicho que si algún día encontraba un hada, se la iba a traer para que la examinase), tenía una amistad con Soldier que nadie más entendía, creaba unas combinaciones de tragos interesantes hasta para el mismo Spy, pero el más interesante...
Sniper.
Solitario, profesional, callado.
Demoman era el único que disfrutaba pasar tiempo con él, y hasta había logrado hacerlo algo más sociable. A veces se iban un fin de semana y volvían con un par de piezas que habían cazado, que siempre eran bienvenidas. Una vez al mes, incluso, hacían una celebración con carne asada afuera, y Sniper parecía orgulloso entonces. Hablaba poco y nada, lo que era un enigma, y para un Spy, un enigma era un desafío.
Sniper era profesional, sin duda, y una de las tantas pruebas de ello era su proporción de muertes sufridas y muertes causadas. Hasta el día de la fecha, ni siquiera el mismo Spy podía presumir de haber sido asesinado cero veces en un día.
Sniper nunca había sido asesinado.
Nunca.
Spy miraba ese cero en la tabla, sin comprender cómo era posible que existiese un hombre así.
A veces se pasaba horas del día observándolo desplazarse de un sitio al otro, disparando sin que el retroceso de su arma lo moviese. Llevaba guantes, ropas de mangas largas, sombrero que le llevaba sombra a toda la cara. Parecía preferir que el sol no lo tocase, cosa rara en un australiano. Cada bala era un acierto, aunque no siempre un disparo directo a la cabeza. Y también parecía tener algo contra el Spy de RED. Spy, invisible, sonreía en esas ocasiones.
Era este otro de esos momentos, en donde la batalla parecía haberse trasladado a otro sitio. BLU estaba ganando. Sniper observaba el campo de batalla por su mira telescópica, cuando su voz rompió el silencio.
-¿Cansado del ruido, Spy?- preguntó, sin despegar su vista de la mira telescópica.
-No, sólo pasaba por aquí.
-Quédate, si quieres.
Si no hubiera oído esa voz, Spy podría haber jurado que esa conversación nunca había sucedido. Sniper seguía apuntando, disparando, acertando. Engie le había dicho que había mercenarios que se modificaban partes del cuerpo, como manos robóticas u ojos que podían ver a través de los disfraces de los Spy. Sniper no solía dejarse ver sin esos lentes de colores, y no era la primera vez que se preguntaba si el francotirador se había modificado partes del cuerpo.
Había dos sitios donde podía averiguarlo.
Pasos rápidos.
Demasiado tenues, suaves, al contrario que el de su equipo, con una velocidad que sólo una de las clases podía alcanzar. Spy sacó su Embajador, listo para recibir al Scout de RED apenas abriese la puerta. Los pasos se detuvieron frente a la puerta. Pasos suaves, como de felino. La puerta se abriría en cualquier momento, y él estaba listo.
Un disparo resonó en la pequeña habitación.
Un gemido ahogado se escuchó del otro lado, un cuerpo cayendo, silencio.
Spy se dio la vuelta y vio a Sniper, con su rifle apuntando hacia la puerta.
-Voy a moverme- dijo, juntando el resto de sus armas y cargando su rifle -Si el Scout de RED sospecha, el resto ya debe de saber.
Spy asintió, sin dejar ver lo que pensaba.
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Conocimiento del terreno. Experiencia. Oído agudizado. Suerte.
Nada de eso justificaba la falta de muertes sufridas en el Sniper de su equipo.
"Es que BLU es un buen equipo" le había dicho el francotirador "Tengo que estar a la altura".
Spy no se lo creía.
Sniper era curioso, no sólo por su trabajo, y detestaba no saber algo sobre alguien que le interesaba. Sniper era un enigma. Y, para él, un enigma era un desafío. Uno que requería planeamiento y ejecución en pasos específicos. Empezando por la enfermería.
Medic salía poco de la enfermería, si no era para las batallas o, cuando Heavy lo obligaba, para ir a comer con el equipo. O para ir a buscar los suministros médicos. En eso no confiaba más que en él mismo, y a veces en Sniper. Así que, cuando llegó el tren, Spy se deslizó hasta su oficina.
El aire era una mezcla de paloma, medicamentos y desinfectante.
El ulular proveniente del techo no le molestaba, el desorden sí. Medic era de los que no tenían un sistema conocido de organización, sino uno propio, lo que a otros ojos era caos. Spy no tenía mucho tiempo. Eligió uno de los cajones, medio abiertos, y encontró lapiceras y cuadernos en blanco. Otro estaba lleno de cuadernos escritos con fórmulas, la mitad tachadas con furia. Un tercer cajón tenía golosinas para palomas. El cuarto estaba cerrado, y tenía cerradura. Spy sonrió. A los pocos segundos lo abrió, y observó que el cajón parecía ser algo distinto. Como si fuese menos profundo que el resto.
Pasó la mano por debajo del cajón, y encontró un orificio pequeño, del tamaño del tubo de tinta de una lapicera.
Bien.
Introdujo el tubo de tinta de una lapicera por el agujero, lo que levantó el doble fondo, lo que dejó al descubierto un informe médico. Spy lo tomó, deslizó de nuevo el doble fondo a su sitio, apreciando el dispositivo incendiario que Medic había utilizado, y salió de la enfermería, invisible, con el informe de Sniper bajo el brazo.
Esa noche, durante la cena, Medic parecía sonriente pero agotado, y Heavy lo miraba con preocupación. Scout se vanagloriaba de haber sido uno de los que más muertes había provocado ese día, y Pyro, a su lado, aplaudía. Soldier estaba muy concentrado en el estofado de carne que Engie había hecho esa noche, una especialidad de su abuela, había dicho el tejano. Demoman parecía esperar a que pasase algo, y se cuidaba muy mucho de no mirar al Sniper. Sniper comía lento y poco, casi como para pasar el tiempo.
Apenas se retiraron (a Scout le tocaba lavar los platos esa noche), Spy fue a su sala de fumar y, luego de asegurarse que nadie podría entrar de improvisto, se sirvió una copa de vino y tomó el informe del Sniper.
Australiano. No era novedad, aunque no luciera como uno. Madre y padre recientemente fallecidos, una pareja tranquila en el medio de la nada, granjeros y criadores de ovejas. Parecían la clase de gente que esperarías fueran parientes de Engie. Los primeros años de Sniper antes de ser Sniper, cuando sólo era Mundy, no eran nada especial. El primer caso registrado, de seguro no el primero que había hecho, había sido encargarse de uno de esos hombres a los que nadie apreciaba pero que nadie podía tocar. Una vergüenza menos para los hombres en el mundo.
Luego, el resto de sus trabajos, su especialización, su puntería cada vez más perfecta, su reclutamiento en BLU, las ubicaciones previas... Todo estaba allí. Todo en el mismo tipo de letra, escrito de la misma forma, con la misma herramienta. En papeles que tenían la misma textura, la misma antigüedad, como si fuesen de un mismo paquete.
Spy no dejó que la frustración le molestase.
Era un primer intento, pero había otras posibilidades. Si alguien se había molestado en falsificar el historial de Sniper, quería saber con más fuerza lo que ocultaba. Y para Spy, un enigma era un desafío.
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Luego de devolver la falsificación, Spy regresó a su habitación de fumar, con un cigarrillo en la boca, pensativo. Sniper ocultaba algo. Algo demasiado interesante como para dejarlo pasar. En su época de mayor esplendor, había logrado identificar a un asesino sólo por la colonia que usaba, la cantidad y dónde se la había aplicado. Su jefa se había mostrado gratamente sorprendida. Ahora, con sus más emocionantes años detrás, este misterio estaba primero en su lista de prioridades.
Alguien llamó a la puerta.
Spy no contestó.
-Abre, Spy.
Voz calmada. Como si supiese que le iban a obedecer.
La puerta se abrió y allí estaba Sniper, con su sombrero puesto y sus anteojos de colores.
-Hola- dijo el francotirador.
-¿Hola?- el otro levantó una ceja.
-Sabes lo que pasa en estas noches a los Spy, ¿o no?
-Sí, lo sé. Soldier no dejaba de mencionarlo la primera semana.
-Vamos a ver si le traemos algo a Medic. Si tenemos éxito, te enterarás.
Spy lo miró. Ambos sabían que el espía no iba a dejar pasar esto, menos que menos sabiendo que Sniper nunca le diría algo de forma directa a no ser que lo esperase.
*Tú esperarás aquí.*
La frase fue directo a su columna, a sus huesos, a sus venas, a todo su cuerpo. Como si estuviera durmiéndose, sintió que no era él quien manejaba sus extremidades, no era él quien les ordenaba moverse hasta el sillón frente a la chimenea, ni el que apagaba el cigarrillo en un cenicero cercano.
-Sólo quiero que sobrevivas- la voz le llegó como un susurro, con Sniper hablándole al lado, aunque estaba del otro lado de la puerta, en un pasillo vacío.
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Spy debía de haberse dormido.
Escuchó las voces de Medic, Sniper, Demoman y Heavy por el pasillo, que estaba lejos de la sala común y del comedor, y algo con cascos moviéndose por el suelo de la base. Como un caballo. Quizás seguía dormido, o a medias. Probó mover una mano, y notó que su cuerpo era de él nuevamente, que a él le obedecía.
¿Por qué se había quedado dormido en su sillón?
Estaba pensando en el informe falso de Sniper, fumando... ah, había tenido el buen tino de apagarlo antes de caer en el sopor. Demasiados accidentes de fumar en la cama había en el mundo, como para que él sumase un caso. Y más siendo Spy. Las voces se iban moviendo, alejándose, hacia... ¿la enfermería?
Abrió la puerta de su sala de fumar, con un cigarrillo nuevo en la boca, y fue con paso firme a donde venía el sonido. Seguía habiendo ruido de cascos. No era un sueño, no podía serlo, no ahora. Dio la vuelta por el pasillo que llevaba a la enfermería, y vio la grupa de un caballo, blanco como un rayo de Luna (fue lo primero que se le vino a la cabeza, no sabía por qué) y a Medic tirando de unas riendas. Al mirar al caballo, quedó de perfil, y Spy pudo ver que sonreía con entusiasmo, con esa mirada que tenía cuando encontraba algo nuevo e interesante con lo que experimentar.
Las puertas de la enfermería se cerraron.
-¡Pyro!- Scout estaba tras él, y muy emocionado -¿Has visto eso, Pyro?
Sonidos que parecían ser de asentimiento.
-¡Es un caballo de agua, Pyro! ¡Una de esas hadas de las que hablaba Demo!
Sonidos de pregunta.
-Sí, ese que... ¡Spy!- el muchacho lo vio, y el adulto lo miró, sin entender -¡Deberías agradecerle a Demo y a Sniper!
-¿Por qué?
-Oh, hombre, ¿no te lo dijeron cuando llegaste? ¡Esta es la noche en que los Spy desaparecen! ¡Todos los años! ¡Los de BLU y los de RED! Excepto uno de RED que desapareció a principios del año pasado pero el que trajeron para reemplazarlo igual desapareció en esta fecha. Y era ese caballo, de esos que se comen todo menos tus pulmones y tu corazón, y tu hígado... ya sabes, esas cosas que viven cerca de la gente escocesa. Que viaja con esa gente cuando se mudan por el hambre, o algo así. ¡Y es ese caballo! ¡Ese...! ¿Cómo le decías, Demo?
-Kelpie- dijo el aludido, chocando los vasos con alguien.
-¡Eso, kelpie!
Spy se dio la vuelta, mirando a la persona que estaba bebiendo con Demoman.
Sniper sonreía, inclinando el vaso con satisfacción. No lo miraba, y Spy creyó percibir que había algo allí que no encajaba, algo que faltaba, pero no sabía qué.
-Por muchos años más, colega- dijo al fin el australiano, sonriendo y levantando el vaso hacia él -Que no te maten los kelpies.
-¡No más kelpies asesinos!- coreó Demoman, y luego lo estaban arrastrando a la mesa de la cocina, todo el equipo menos Medic y Heavy, que estaba con el doctor porque nunca se sabía lo que podía salir mal con las hadas.
-Le di amuletos de hierro, así no tiene problemas- dijo Demoman -Nunca se sabe cuándo te van a servir, ¿eh?
-¿Cómo atraparon ese caballo?- Engie parecía desconcertado. Como Spy, era racionalista: la reaparición, la tele transportación, el australium, los implantes mecánicos... todo eso tenía una explicación científica. Pero las hadas eran otro tema.
-Bien, como sabes, Truckie, cada año los dos Spy desaparecen, en esta noche- empezó Sniper -Y Demo aquí tenía una teoría al respecto. ¿No, Demo?
-¡Ja! A veces hay que verlo con otra perspectiva, sabes, y de eso yo sé mucho- risas en la mesa, y cuando bajó el vaso continuó -Los pulmones y el corazón en un curso de agua, en la mañana después de esta noche... Y eran pulmones de fumador. Así que Sniper y yo fuimos a su caza, al único curso de agua que no está contaminado, y...
Spy, junto con Engie, se quedaron mudos.
Scout y Pyro escuchaban, como niños entusiasmados ante los dibujos animados del sábado a la mañana. Preguntaban cosas, algunas de las que Spy quería saber. Engie fue el primero de los dos en sumarse, y al finalizar el relato, Spy se había bebido apenas el vaso de scrumpy que le habían servido. Su cigarrillo estaba olvidado en un cenicero en la mesa, hecho cenizas.
Era ilógico.
Era imposible.
Y allí estaban las pruebas, porque Medic no iba a callarse si resultaba que ese caballo era, como habían dicho, un hada del agua, un kelpie. Era algo tan fuera de la lógica de este mundo, que por un momento se negó a creerlo.
Una pieza que falta.
Otra, en realidad.
Spy no sabía cómo, pero algo en esa noche había dejado un hilo, y él tiraría hasta llegar al otro extremo. Sospechaba, de alguna manera, que Sniper estaría de ese lado. Porque para Spy, un enigma era un desafío, y él estaría a la altura.
