No es que me guste destrozarle la ilusión a nadie (ay ajá) pero tengo una mala noticia para mis dos queridos lectores:
Es posible que el plan de publicación constante actual les haga pensar que esto está siendo escrito por alguien que sí le sabe y que dos de mis tres visitas no son mi madre en el celular sintiendo vergüenza de mi, pero este fanfic seguramente va a ser una mierda infumable... es decir ¡ES UN FANFIC MIO POR EL AMOR HERMOSO! quizá que ahora me haya dado vuelo en los primeros dos capítulos o que parte de mi argumento gire en torno a un par de adolescentes coshones y mierdas así debería haberles dado alguna pista de que esta cosa no es precisamente un trabajo de Ursula Kroeber Le Guin; por bien que pinten las cosas las leyes del universo dictan que este tipo de proyectos siempre me terminen resultando en un subproducto infumable que nadie que se respete a si mismo va a leer jamás. Y no quería recordar esto pero ¿se acuerdan cuando subí por un mes una reseña semanal de películas de Zombies para promocionar cierta historia mía? pos que weno porque ahora lo único que ese fanfic pedorro me ha generado es una cantidad de hate por mensaje privado ENORME ¡ENORMEEEE!
Pero lo que realmente me quita el sueño es ¿será esta una chingadera lo suficientemente pendeja como para ser recordada? es decir ¿cometeré el error de fingir que esto es una historia de verdad o abrazaré mi propia mierdez sin complejos? ¡¿podré darles uno de esos festivales de fetiches y de morbo barato que tanto gusta?!
REVIEWS:
Wielmehr: Que bueno que te gustara, creo que es como la tercera vez que leo que alguien me escribe eso, lul (pero un "lul" feliz).
StarcoFantasma: Pues déjame decirte que el abrir condones con la boca es, según estudios, el método más seguro... más seguro que el condón no funcione ¡JA!
Que bueno que esto te haya gustado, no sé si es de los mejores Ronnielcoln... pero espero que lo sea :D
andres888: Asté tranquilo he'mano, no obligo a nadien a dar review por lo que no importa si no dejas review (aún así te agradezco).
Realmente no estoy tratando de escribir "escenas para adultos" sino algo un poco más... no sé cómo decirlo ¿clasificación B15 quizá?
J0nas Nagera: Así es, jefe de jefes, subí el primer capitulo al compendio de "One Shots y otras tragedias"... pa' probar las aguas y así.
Me esforcé bastante por hacer las interacciones entre los tortolitos lo más naturales posible, ahora sólo queda esperar que las medidas preventivas que Lincoln y Ronnie usaron sean las suficientes... y resistan... lo mismo que su amor.
Luna PlataZ: Un error lo comete cualquiera... en mi caso el error fue con la clasificación y con esta manía mía de seguir vivo... en fin que son cosas que se solucionan rápido.
Me alegra que disfrutaras de los ratos simpáticos del relato, me auto-suicidé a mi mismo para lograrlas.
02
Treinta y seis grados Celsius. A mediados de la primavera. En Michigan. El calentamiento global era algo real, y los días infernalmente calientes como este no le permitían a nadie el derecho de siquiera dudarlo.
Cuando Lincoln se despertó aquel día de finales de junio gracias en gran parte a la alarma programada por Cj, así como por el ruido en aumento de la ciudad, se encontró bañado en sudor, al igual que como lo había hecho cada fin de semana durante los dos meses anteriores. Completamente empapado. Su cuerpo prácticamente había creado su propia versión en miniatura del lago Michigan en el hueco que tras tantas noches de descanso comenzaba a formarse en el colchón de hule espuma con estampados de Blarney que Frida le prestaba para que durmiera.
Un bostezo se escapó de su boca mientras se levantaba, obligándolo a saborear su propio aliento matutino, la boca le apestaba a muerte ¿había empacado un cepillo de dientes en su mochila? No, no lo había hecho con todo y que quedarse a dormir los días sábado, y quizá uno que otro domingo, con la familia de su novia se le comenzaba a volver una costumbre, y esperaba de todo corazón que a los Casagrande, especialmente a Ronnie, no les incomodara el aliento a muerte.
Aprovechando que estaba solo en la habitación del niño con síndrome, Lincoln estiró sus brazos y la espalda en un intento por aliviar la presión acumulada en sus articulaciones por todo el "ejercicio" que había hecho con Ronalda el día anterior y por la mala noche de sueño que le siguió. Tras oír el no tan sano crujido de sus vertebras, codos, dedos de pies y manos, buscó su playera de polo en el piso al lado de la cama mientras se ponía sus pantalones. Ya completamente vestido y con su improvisada cama acomodada nuevamente dentro del armario, abrió la puerta de la habitación, atravesó la sala del departamento vacío y tras salir al pasillo y entrar al departamento de los abuelos de su novia fue recibido por el estruendo provocado por más de una decena de personas reunidas en menos de cien metros cuadrados… los sonoros llantos de Frida y Carlos que alcanzaba a escuchar tras tanto alboroto le aseguraron, desde antes de que pudiera verlos, que Carlota y su esposo habían decidido ir de visita.
Sentado en medio de la mesa estaba el nuevo matrimonio, rodeado por los hermanitos de Carlota y por Frida y Lalo. Desde el angosto corredor que llevaba a los dormitorios y al baño salió Héctor Casagrande con un periódico debajo del brazo. Carlos salió seguido por María de la cocina, ambos rodeados de vapor; él llevaba entre sus brazos una inmensa olla humeante y ella balanceaba entre los suyos una decena de platos, cucharas y tasas. Nadie se había percatado de la intromisión del albino en el departamento, si jugaba bien sus cartas podría buscar a Ronalda en su habitación, despedirse con un beso « ¡Te maldigo aliento mañanero! » y salir como había llegado; por una ventana sin llamar la atención de nadie…
—Buenos días Lincoln, ¿cómo dormiste? —Lo saludó Rosa desde el interior de la cocina tan pronto como el albino puso un pie dentro del departamento, provocando que su plan de pasar desapercibido por el mayor tiempo posible se viniera abajo—. Lamento decirte esto pero no despertaste a tiempo para despedirte de Ronnie, la chamaca esa acaba de irse con su amiga de arriba.
La noticia de que Ronnie se había marchado sin despedirse le dolió y lo sorprendió, pero no lo sorprendió tanto como el hecho de que Rosa le había hablado en español, algo que normalmente no hacía ¿debía responderle el saludo igual en español? ¿Que la abuela de su novia le hablara en su lengua nativa significaba que comenzaba a tenerle confianza? ¿Y sí sólo habían invitado a desayunar a Carlota para que lo juzgara como un potencial nuevo miembro de la familia? ¡Entonces tendría que esforzarse por darles una excelente "primera" impresión! Un ligero carraspeo de Héctor trajo los pensamientos del peliblanco de vuelta a la realidad, volviéndolo consciente que la mirada de todos los presentes estaba fija en él. Sin más opción que esa, Lincoln tuvo que aferrarse a su nuevo plan.
—B-bwe-nohs dee-ahs s-seh-nyorah —recordando a último momento su pésima pronunciación y decidiendo en favor de su amor propio, Lincoln decidió rendirse con su intento de invocar un demonio latinoamericano y dijo el resto de su saludo en inglés—. Dormí muy bien, muchas gracias doña Rosa.
Carl y Cj se rieron de buena gana ante el intento de Lincoln por hablar español. Al lado de sus hermanos mayores, Carlitos se limitó a hundir su carita entre sus manos mientras negaba lentamente, lo mismo que su padre. Frida y su hija tuvieron que morderse los labios para evitar graznar como los niños. Ni María ni Héctor reaccionaron más allá de fruncir el ceño. Diego, el esposo de Carlota, se ruborizó y cuando parecía que al fin iba a decir algo, fue interrumpido tajantemente por Rosa que secándose las manos en su delantal recién salía de la cocina de su departamento.
—Oye viejo… ¿no habías dicho que tenías que estar atendiendo El Mercado desde temprano para recibir la mercancía que llegaría hoy? —Cruzando sus gruesos brazos sobre su amplio pecho, la matriarca de la familia se paró junto a la mesa, justo a un lado del asiento que había tomado su esposo—. ¡Mira la hora, ya son casi las doce!
Tras darle una rápida mirada al reloj de la sala, tanto los ojos de Héctor como de Carl saltaron de sus cuencas y sin dudarlo un momento ambos salieron casi empujándose el uno al otro por la puerta, completamente ajenos a la sonrisa que comenzaba a dibujarse en el rostro de Rosa.
— ¡¿Ya son casi las doce?! —Exclamó Frida, abriendo mucho los ojos y llevando una de sus manos elegantemente decoradas hacia su boca en el gesto más exagerado de sorpresa que Lincoln pudiera imaginar—. ¡Oh! ¡¿Cómo se me pudo olvidar el paseo matutino de mi pobre bebé Lalo?!
El enorme perro comenzó a ladrar y a dar de brincos tan pronto como escuchó la palabra "paseo" junto a su nombre, y sabiendo lo mucho que el animal significaba a su esposa, Carlos no dudó ni un instante en ofrecerse en pasear a la mascota. Actuando tan descaradamente como su madre, Carlota no tardó nada en pedirle a su esposo que le ayudara a su padre con el paseo matutino del perro; ninguno de los hombres, ni el suegro ni el yerno se veían realmente cómodos con la idea.
—Es para que convivan y se conozcan un poco más —explicó Carlota mientras usaba un tono de voz meloso que incluso Lola había dejado de usar hacia años—. Todo lo que quiero es que los hombres más importantes en mi vida se lleven bien… pero quizá es mucho pedir…
Ambos hombres se levantaron de sus asientos como si hubieran recibido una descarga eléctrica antes de salir marchando del departamento, correa de perro en mano, como si las "inocentes" peticiones de sus respectivas esposas hubiesen sido órdenes de vida o muerte. Cj salió junto a ambos adultos tras guiñarle el ojo a su madre y hermana.
Descubriendo que de la nada se había quedado a solas con las mujeres del hogar Casagrande, y el pequeño Carlitos por supuesto, Lincoln dio un par de pasos temerosos hacia atrás hasta que su espalda chocó con la puerta que daba al pasillo. Ya estaba por girarse y abandonar el lugar al igual que los demás varones cuando la voz de Rosa lo detuvo.
—Lincoln ¿por qué no desayunas con nosotras? Después de todo ya está servido y la mesa puesta.
La voz de la anciana no era agresiva, pero había algo en su tono que puso a Lincoln tanto nervioso como alerta.
—Lo siento seniora pero mis padres me pidieron que llegara temprano a casa y no puedo…
—Que te sientes a la mesa, Loud —La voz de María, por otro lado, rebosaba agresión.
Lincoln ya estaba por volver a rechazar la "oferta", esta vez con un poco más de firmeza… y miedo, sobretodo miedo, cuando Frida intervino entre su amiga y el novio de su sobrina.
—Lincoln, por favor desayuna aquí al menos por una vez ¿acaso no confías en nosotras? Mira, incluso yo ayudé con un platillo para el desayuno; hice mis crepas secretas.
Con un poco de culpa, Lincoln tenía que reconocer que confiaba más en la tía que en la madre de su novia. Ya estaba por negar una tercera y última vez cuando sus ojos se fijaron a último momento en las crepas que le mostraba la artista residente, quizá era a causa de su hambre pero tenía que reconocer que esas cosas lucían realmente apetitosas.
—Bueno… supongo que puedo comer una secre-crepa antes de irme a casa.
Cediendo a la insistencia de las tres mujeres y sentándose finalmente a la mesa, en el asiento más alejado al de María, Lincoln derribó todas sus defensas y sonriente tomó una de las crepas recién hechas que le alcanzó Frida a través de su hijo de ocho años, pero antes de que pudiera darle la primer mordida, la primogénita de la artista habló.
—Link ¿Por qué nunca antes has querido desayunar con nosotros sí podemos decir que ya casi vives aquí?
— ¡Oh! Es que me da un poco de pena pedirles de desayunar después de que ustedes me inviten a cenar y me dejen pasar también la noche —se apresuró a contestar el albino antes de morder la crepa que había escogido; el delicioso sabor de la cajeta inundó de inmediato su boca—, no me siento cómodo pidiéndoles tanto.
— ¡Oh no, no, no, no! Descuida niño —Lo reconfortó Rosa—, no debería darte pena el sentarte a nuestra mesa a comer si ya te invitamos…
— ¡Justo eso iba a decir yo, señora! —Secundó Frida al tiempo que la hija de esta asentía muy seria con la cabeza—. Lincoln, no deberías avergonzarte por comer aquí…
— ¡Vergüenza debería darte el venir a escondidas todas las semanas, para cogerte a mi hija cuando no hay nadie en casa! —Ladró María desde su asiento.
Los bellos en la nuca y en los brazos de Lincoln se erizaron, su corazón se saltó un latido y su garganta se secó de repente; negándose a pasar al estómago el bocado de crepa que el chico acababa de tragar, ocasionándole un ataque agudo de tos al que ninguna de las presentes reaccionó. Sólo después de diez minutos de tos, hasta que pudo escupir el postre seco, fue que descubrió la forma en la que las mujeres de la familia de su novia lo veían; fuera de la agresión directa de María, misma que también estaba en el rostro de Carlitos, sólo veía vergüenza y quizá un poco de reproche. Aquello no podía ser bueno para él.
Por la forma en la que movió sus manos, a Lincoln le pareció que la señora Casagrande iba a decirle algo más antes de que su hija la interrumpiera nuevamente de forma brusca
— ¡Y si llego a enterarme de que le haces otra visita a mi hija cuando la casa esté sola, haré que sea mi hermano y sus viejos amigos los que te den la siguiente platica… en el oscuro callejón de atrás del edificio!
María le había gruñido aquellas palabras en español antes de azotar su mano al lado de su plato y levantarse de la mesa, sin embargo la mujer las había escupido con la agresión y el veneno suficiente para que el albino, a pesar de la barrera del lenguaje, entendiera el mensaje claramente. Sólo fue hasta que la enfermera abandonó el comedor que Frida se apresuró a agregar.
—Esto no significa que queramos que dejes de visitarnos los fines de semana…
— ¡Eso nunca! —complementó Carlota al tiempo que su hermanito recorría su cuellito con uno de sus dedos, Lincoln tampoco tenía que saber lenguaje de señas para reconocer un "vuélvelo a hacer y te mato"—. ¡Realmente nos agradas! ¿Verdad que Lincoln nos agrada, Carlitos?
El pequeño abandonó su expresión sombría tan pronto como su hermana volteó a verlo, adoptando en su lugar un par de ojos llorosos y un ligero pucherito.
—Sólo… —concluyó Rosa mientras retrasaba casi cuarenta minutos el reloj de la sala, regresándolo a la hora correcta— sólo queremos que dejes de jugarle al vivo con nosotros y ya no vuelvas a colarte.
A pesar de esas palabras calmas por parte de la matriarca y la expresión apenada de Frida y su hija, Lincoln estaba seguro que no podría volver a quedarse a dormir con los Casagrande nunca jamás sin arriesgarse a terminar con una bolsa plástica envolviendo su cabeza a media noche.
-o-
Pum, pum, pum, pum.
A pesar de estar tumbada en su cama, su santuario dónde siempre había logrado sentirse lo suficientemente relajada como admitirle incluso a una casi-desconocida que escuchaba K-pop, Sid aún podía sentir el palpitar acelerado de su corazón. Su muy, muy nervioso corazón. Intentando no pensar en la pequeña montaña de caramelos, baterías y juguetitos que habían comprado en la farmacia de la esquina con la esperanza de ocultarle a la mujer que cobraba lo que en realidad querían comprar, la joven asiática se concentró en la fotografía de un orangután gordo que descansaba colgado en la pared contraría a modo de decoración.
Aquel animal obeso tenía un aspecto tan estúpido que siempre lograba ponerla de buenas sin importar que hubiese pasado, esta vez no logró su cometido. Desobedeciendo a su dueña, la mente de Sid volvió a sacar el tema que la preocupaba a la luz, sirviéndose de su memoria fotográfica para repetir las instrucciones que venían impresas en la pequeña caja como un eco infinito.
"1- Retira la varilla de test del envoltorio y quita el capuchón.
2- Sumerge la punta absorbente en una muestra de tu orina recogida recientemente en un recipiente limpio y seco durante 20 segundos.
3- Mantén la punta absorbente apuntando hacia abajo durante todo el test; es decir, nunca gires la varilla con la punta absorbente apuntando hacia arriba.
4- Vuele a colocar el capuchón y deja la varilla en posición horizontal.
5- Espera solamente 5 minutos.
¡Lee los resultados!"
Golpeando ambas rodillas con sus manos, Sid volvió a forzarse a pensar en otra cosa.
Un poco sorprendida, la chica descubrió que la cara peluda del lémur de utilería que le había regalado su madre en la navidad pasada «Realmente espero que esa cosa sea de utilería» ya no estaba cubierta por el grueso trapo bajo el que la había enterrado desde el día en el que se lo regalaron y ahora la miraba fijamente desde una de las repisas llenas de fotos de su familia, de Ronnie y por supuesto también de "Twelve is Mdnight", justo a un lado de Sameer y Casey. Ambos amigos estaban sentados en el piso frente a ella con expresiones serias, sus brazos y piernas cruzados, la chamarra del chico negro descansaba en las piernas de su dueño como una especie de gato viejo, deforme y feo.
Ya llevaban poco más de media hora escondidos en la habitación, y para Sid era más que obvio por la postura tan tensa de los chicos frente a ella, le recordaban más a un par de guaruras de antro que a sus amigos risueños que se esforzaban titánicamente por distraerla con todo tipo de bromas, que la tensión en el lugar comenzaba a acumularse hasta llegar a niveles críticos.
Se suponía que aquel fin de semana sería genial para ella y para los chicos, sin embargo nada les estaba yendo bien; no sólo ya no pasaba tanto tiempo con Ronnie como hubiese querido durante los sábados gracias a las visitas "secretas" de Lincoln, sino que tampoco había podido disfrutar aquel domingo junto a sus amigos a pesar que desde hacía semanas ya habían acordado ir todos juntos al parque de skate que acababa de abrir cerca de la zona centro. ¡En la mañana todo parecía estarle yendo bien por fin! A pesar del calor, y de que Lincoln se había quedado a dormir, Ronnie se había logrado despertar temprano para no llegar tarde al punto de reunión, ambas amigas habían rechazado la oportunidad de desayunar alguna de las delicias de la Señora Rosa para poder comer junto a los chicos en el mejor puesto de hotdogs de toda la ciudad y ya estaban por llegar al dichoso parque entre bromas y empujones amistosos… cuando de repente Ronnie se desmayó. Fue entonces, ante la preocupación de Sid y los chicos así como de la mirada inquisitiva de la mayor del grupo tanto en edad como en altura, que Anne tuvo que admitir que no se había estado sintiendo bien durante los últimos días y casi como si una alerta roja se hubiese encendido dentro de la cabeza de la rubia, Nikki se llevó a la niña latina casi a rastras hacia la farmacia más cercana y de ahí hacia la casa de la asiática tan pronto como escuchó cuales eran los síntomas que había estado sufriendo.
Ronnie había insistido durante todo el recorrido que sólo estaba enferma, que seguramente había comido algo que le había hecho daño y que por eso había estado sintiéndose mal desde hacía semanas. «Claro que tampoco nos haría daño estar completamente seguras ¿verdad?».
Entonces, los ojos rasgados de Sid se posaron irremediablemente en la pequeña montaña de comida chatarra y cachivaches que habían comprado. En la farmacia sólo se habían llevado todas esas cosas porque sería demasiado vergonzoso comprar únicamente la prueba de embarazo, pero después de esperar durante tanto tiempo (treinta y cinco minutos y medio exactamente… no es que la chica asiática estuviera contando los segundos o algo así) que Nikki y Ronnie salieran del baño con los resultados, Sid comenzó a temer que quizá en algunos meses aquellos juguetes resultaran finalmente útiles…
«No chica ¡no! Mejor pensemos en cosas bonitas… cosas como… » Reuniendo toda la fuerza de voluntad de la que disponía, Sid se obligó a concentrarse en el mono disecado que estaba en la repisa y que hasta hace unas horas siempre había estado cubierto por una sabana. Los ojos de esa cosa, grandes y brillosos, aún la observaban atentamente "¡Son para verte mejor!" provocando que un escalofrió intenso recorriera su espalda. ¿Saben que se le figuraba el animalejo ese? A uno de esos tétricos animatrónicos de plástico barato que aparecían en una mala película sobre un zoológico de dinosaurios. Según lo que recordaba de la trama, aquellos pobres arremedos de dinosaurio desplumado habían sido creados al obtener ADN directamente de la sangre de un mosquito fosilizado. Un mosquito fosilizado en ámbar ¡Eso era absolutamente ridículo! Todos sabían que el fósil más antiguo de un mosquito capaz de alimentarse de sangre databa de hace poco más de cuarenta y cinco millones de años, casi cuarenta millones de años tarde para haber presenciado la existencia de los dinosaurios.
« ¿"Lógica de película" dices? Más bien "Ilógica de película" ¡JA! »
Sid no pudo evitar reírse un poco de su propio chiste, quizá no fuera la mejor contando chistes pero ese sin lugar a dudas se lo contaría después a Ronnie, le pareció tan gracioso que si lo volvía a ver el siguiente fin de semana quizá incluso se lo contaría a…
La sonrisa en su rostro pecoso desapareció tan rápido como llegó.
Había visto aquella pésima película hacia un año junto a Ronnie y Lincoln, Lincoln Loud… el mismo Lincoln que había causado que todo esto le pasara a su mejor amiga. ¿Cómo reaccionaría el peliblanco si lo de Anne resultaba ser algo mucho más serio que una simple infección estomacal?
Sin nada que la distrajera ya, la mente de Sid se llenó casi inmediatamente por un centenar de voces diferentes; todas ellas recriminándole a gritos y de forma simultánea su falta de apoyo hacia su amiga. Pero por suerte para ella, la puerta de su dormitorio se abrió de repente y volvió a cerrarse sin que pasara ni siquiera un segundo, alejando inmediatamente su mente hiperactiva de los oscuros pensamientos que comenzaban a aflorar en su interior y de la mirada pedofilia con la que la miraba el cadáver disecado de Zoboomafoo desde la repisa.
Nikki acababa de entrar a la habitación, una expresión en blanco adornaba su rostro. «La marca indiscutible de una persona que ha llevado una vida dura» pensó la asiática. Justo por esa expresión absolutamente hermética era que Sid y Nikki no podían relajarse completamente una al lado de la otra, y es que nunca podías adivinar en que estaba pensando la rubia… quizá había encontrado un sticker rasca-huele extra en la bolsa de papitas que recién abría… o quizá acababa de asaltar a alguien… imposible saberlo…
Atrás de la alta mujer, casi pegada a su espalda, estaba Ronnie Anne con los ojos y la boca abiertos completamente.
— ¿Cómo estás Ronnie? —preguntaron los tres casi al mismo tiempo, Sameer acababa de tomar uno de los dulces de la montaña de chucherías por lo que tuvo que conformarse con balbucear.
La latina no le respondió a ninguno, ni siquiera reaccionó de forma alguna a las voces de sus amigos… como si no los hubiera escuchado.
—Ronnie está… muy bien… ¡perfectamente bien! —una sonrisa chimuela se posó en el rostro de la joven adulta, una sonrisa nerviosa—. Ella está perfectamente bien porque lo que le sucede no es para nada algo malo o que muy posiblemente arruine su vida… no señor.
Sin notar la tensión y en nerviosismo en aquellas palabras, Casey y Sameer soltaron un gran suspiro de alivio, el gordo intentando que su caramelo no saliera de su boca junto con el aire, pero Sid si lo notó así como también alcanzó a ver las lágrimas comenzando a formarse en los ojos de su mejor amiga. Sintiendo como la sangre de sus venas se helaba, se levantó de la cama y empezó a caminar hacia la muchacha en shock, pero no había dado ni dos pasos cuando la puerta de su dormitorio salió volando desprendiéndose casi completamente de las bisagras que la sostenían tras recibir un fuerte golpe.
En medio del marco destrozado, con las venas de los músculos del cuello y los brazos palpitando al ritmo de su acelerado corazón, estaba Becca Chang… ¡CON UNA PRUEBA DE EMBARAZO DESTROZADA ENTRE LAS MANOS!
—Zhang Ziyi! nín néng gàosù wǒ zhè shì shénme yìsi ma?!
"¡Sid Chang! ¡¿Puedes decirme que significa esto?!"
Aunque nadie, excepto la aterrada Sid, entendió lo que había rugido la histérica mujer. Todos pudieron ver sin problemas cuál había sido el resultado de la prueba de embarazo que la señora Chang agitaba en su puño cerrado…
-o-
A solas en su asiento del autobús y manteniendo los ojos cerrados, completamente concentrado en mantenerlos cerrados para así poder dormir un poco en el camino de ida hacia su casa, Lincoln luchaba con sus propios nervios y pensamientos paranoicos ¿cómo se habían enterado las mujeres Casagrande de lo que hacían a solas Ronnie y él durante sus visitas "secretas"? Hasta dónde sabía, ambos habían sido muy cuidadosos al momento de limpiarlo todo tras cada encuentro pasional para no delatar sus verdaderas intenciones ¿habían sufrido algún tropiezo? Después de todo, dos meses de acostones cada fin de semana ofrecían un sinfín de oportunidades para que algo saliera terriblemente mal.
Rindiéndose en su intento por dormir hasta llegar a Royal Woods, Lincoln empezó a repasar mentalmente todas las veces que había estado junto a Ronalda para así descubrir cuándo habían metido la pata y terminado por arruinar su oportunidad de estar juntos y a solas completamente libres de miradas chismosas y recriminaciones.
Sabía que no había podido ser durante su primera vez juntos o les hubieran llamado la atención desde antes, también estaba seguro que no había sido por lo que hicieron la semana pasada; una táctica tan eficiente para sacar a todos los hombres de la casa necesitaba más de una semana de planeación.
¿Quizá no habían lavado bien la mesa del comedor tras aquella vez hace tres semanas en la que Ronnie se había sentido bastante más atrevida como para permitirle hacerle…? No, tampoco podía ser esa vez; Lincoln había cenado en esa mesa cuando todos llegaron al anochecer y aunque Ronnie y él no habían podido parar de reír al recordar lo que habían hecho, nadie había olido nada fuera de lo común…
También estaba aquella otra vez en la que se habían correteado desnudos por todo el pasillo en el juego de atrapadas más placentero que pudiera recordar jamás ¡Habían hecho un gran desorden aquella vez! El cuál creció aún más cuando Ronnie en lugar de ayudarlo a limpiar se limitó a manosearle sus…
Su sexo reaccionó inmediatamente a aquella memoria, creciendo incómodamente dentro de sus pantalones…
Pero tampoco podía deberse a esa vez; habían acabado antes de lo normal pues Anne comenzó a sentirse mareada por lo que tuvieron tiempo de sobra para limpiarlo todo…
¡Seguramente los descubrieron después de que Ronnie accediera a modelarle uno de los viejos vestidos de Carlota a cambio de que Lincoln le dejara hacerle…! Sí, seguramente fueron descubiertos aquella vez… después de todo esa había sido una de las "emisiones" más abundantes que Lincoln recordara haber producido jamás y eso no era un tema que él tomara a la ligera debido al volumen considerable que expulsaba normalmente.
«Sí sigo pensando en esto, mi miembro acabará estallando en pedazos junto con mis pantalones»
Tras hacer un esfuerzo titánico porque la imagen de Ronnie en cuclillas desapareciera y logrando así poner su mente finalmente en blanco, fue que Lincoln se dio cuenta de que el autobús se estaba moviendo finalmente. ¡No había notado cuando habían abandonado la terminal!
Temiendo que el vehículo se hubiese llenado de gente, Lincoln abrió los ojos aterrado y cubrió con su mochila la llamativa carpa de circo que se había levantado en medio de sus pantalones, por suerte para el peliblanco la gran mayoría de los asientos, el que tenía al lado incluido, habían permanecido vacíos… pero por desgracia, los asientos al otro lado del pasillo no estaban vacíos. Un par de mujeres, una morena delgada, con el cabello decolorado en color plata y otra, castaña y con una constitución un poco más robusta que su amiga, habían notado claramente su erección y al ver como él intentaba cubrirse le chiflaron divertidas.
— ¿Estas feliz de llegar a casa o vienes armado, amigo?
«Ok… esto es incómodo»
Intentando ahora ignorar al par de extrañas mujeres a su lado, Lincoln sacó su celular del bolsillo de su pantalón. No tenía suficiente crédito ni datos preparados así que tendría que prescindir del tonto, y para nada útil internet, y conformarse con jugar la versión para móvil de solitario que su celular ya tenía preinstalada.
El peliblanco ya estaba por ganar la tercera baraja consecutiva cuando un mensaje del celular de Sid llegó a su buzón:
»Lincoln, soy Ronnie ¿puedes volver, por favor…? tenemos que hablar…
Aquellas palabras, aunque pocas, lograron que su corazón se acelerara.
A pesar que por la ventana a su costado ya sólo alcanzaba a ver los pastizales y campos en desuso de las afueras de la ciudad, Lincoln se puso de pie y caminando con dificultad se acercó al chofer a pedir que se detuviera y lo dejara bajar.
