*Esta información es geográficamente inexacta donde ubico comunas imaginarias y todo, es un poco carente la información acerca si suiza ha tenido grupos étnicos además que me he basado en las actividades económicas actuales, basándome un poco en las cosas que he leído acerca de discriminación hacia el albinismo, tipos de albinismo y pues tampoco me quedaba del todo claro el cómo iba a organizar el tiempo en el que transcurría la historia, al final me he decantado por un tiempo similar al que ocurría en Heidi.

Vaya que me demore :V, no es una excusa honestamente, he tenido un montón de tiempo para hacer y llevo muchísimo con esto guardado. He pasado cosas, y he pasado un montón de cambios, mis sueños de ser escritora se están enfocando en el fanfic, que me parecen excelentes como salida artística, pero igual y en todo este tiempo me he visto un montón de documentales y me he hecho una idea más clara de lo que quiero.

Espero que dispensen mi desobligado ser y que puedan disfrutar esto tanto como me emociona a mi escribirlo.

El cielo despejado permitía que el camino se iluminará radiantemente, la luz de la luna invadía todo y el residuo de la lluvia hacía que la noche fuera fría, cosa que le agradaba de sobremanera, anhelaba llegar a casa y poder descansar y por sobre todo deseaba ver su nuevo amigo

Mei había crecido bajo el velo protector que la ideología pacifista que su pueblo le había transmitido y con esa misma razón había tenido varios encuentros con chicos de otros pueblos con ideologías similares y ello lo hacía preguntarse ¿A cuál pertenecería ese chico? ¿Lo habrá visto antes? ¿Tendrían edades similares? Desgraciadamente nunca había sido capaz de relacionarse naturalmente con otros chicos, cosa que podía observar en otros niños, la única razón por la que Mei tenía amigos era a que ellos habían hecho el primer movimiento; su primer gran amiga se llamaba Mii y el segundo era casi como su hermano, Tapper(Tap para los amigos) y con esa compañía ya se sentía tan emocionado, pero… en esta ocasión él había sido capaz de dar el primer paso, situación que le llenaba de alegría, y aunque este pensamiento pudiera sonar demasiado infantil, es que apenas iba a cumplir 13 años.

Continúo su camino observando la hermosa pradera tapizadas del reflejo de la luz lunar, dirigiendo su andar hacía su comunidad conocida como "Montaña suave", esta era una región con pequeñas elevaciones entre sí, tenía pequeños sembradíos y espacios para el pastoreo de las cabras; las casas donde residían los habitantes se encontraban frente a frente en una hilera, de tal forma que todos pudieran ayudar en una emergencia, lo cual resultaba bastante útil, sin embargo, la desventaja que todo ello acarreaba es que todos se enteraban de todo lo que ocurría, por lo que, en situaciones como travesuras resultaba en una ola masiva de regaños, por parte de la familia, los vecinos y finalmente llegaba el regaño del líder del pueblo, el cual era el más comprensivo pero más severo de todos, aunque esto realmente no era importante para Mei en ese momento al menos, su mente estaba ocupada divagando en las posibilidades que le esperaban al día siguiente, cuando llegó a la pequeña cabaña que cariñosamente llamaba hogar, su abuela estaba sentada en su vieja mecedora frente a la puerta.

- ¿No te parece que ya es muy tarde para que llegues? - la voz de su abuela era dulce por naturaleza, pero se escuchaba la tristeza y preocupación impregnada en ella.

- Discúlpame abuelita, tarde un poco más que los demás porque la lluvia me acorralo en un granero abandonado y para evitar empaparme preferí quedarme allí- se removió incómodamente sobre su lugar, odiaba entristecer a su abuelita- pero regresé lo más pronto que pude-

-Tapper y Mii vinieron a preguntar por ti en cuanto la lluvia paro, estaban tan preocupados como yo, así que iras a disculparte con ellos también- su voz fue tan firme que le dejo sin palabras, simplemente asintió con un leve movimiento de cabeza.

-No sabes cuánto me dolería perderte Mei- Su voz se empezaba a quebrar, al tiempo que le extendía los brazos en señal de que se acercase para darle un fuerte abrazo al que Mei se acercó sin pensárselo mucho, sin importar que sus ropas se encontrasen mojadas, sin importar que el frío le estuviera entumiendo las manos.

Su hogar estaba austeramente equipado y al solo tener una colchoneta Mei prefería dejársela a su abuela y él dormir en un montón de paja amontonada con una cobija encima, la cual era mucho más cómoda de lo que suena (siempre que duermas con ropa cerrada y la paja no tenga contacto con tu piel), su vida, a pesar de modesta y sencilla le traía mucha felicidad, nunca había pensado en una vida fuera de su pequeño mundo.

No sabía cómo reaccionar ante las vivencias que acaban de ocurrirle, el presagio del peligro le susurraba quedamente acerca de lo acontecido y la voz de la racionalidad no dejaba de insistirle que sus actitudes impulsivas le conducían indudablemente a la ruina ¿a la ruina?, quizá ya estaba sobre exagerando las cosas… y aun así su corazón en contraste le rogaba repetir el encuentro, su menta hecha un caos solo se reconforto por la vista que tomaba la noche tras el apaciguo de la tormenta, además de ayudarle un poco a que olvidara el dónde residía, el hecho de que su hogar estaba en una zona de difícil acceso, ¿Por qué? Porque su pueblo vivía en una paranoia constante y ello impulso a la población en situar sus hogares en una zona demasiado inclinada de las montañas, a tal punto que un mal paso podría provocar una dolorosa caída que en el caso más extremista costaría la vida misma, pero él no pensaba mucho en eso, ya que, estaba acostumbrado a ese riesgo.

Subió con una agilidad propia de una persona que ha vivido todos sus días en un lugar así, y se metió en su casa, era una cabaña de una habitación con un montón de paja dentro, se tumbó pensando acerca de su nuevo amigo y por qué no lo habría visto antes, en ocasiones su pueblo organizaba concursos con sus adyacentes ¿será fuerte? ¿será ágil? Así con la cabeza llena de interrogantes se arropo en los brazos de Morfeo.

No solía hablar mucho con sus vecinos, pero nadie podía negarle la palabra al líder de la comunidad, era imponente a pesar de ser algo mayor, tan alto y fuerte como un oso, o al menos eso solían decir los demás, la primera llamada a su puerta lo levanto de golpe y no pudo evitar soltar un quejido amargo.

-Gabu, entiendo que aún no decidas cuál será tu aporte a la comunidad, pero, necesito que te decidas, eres hábil en la caza, podrías considerar ello- le hablo de forma fría en el momento inmediato a que abriera la puerta, al termino se dio la media vuelta sin dar tiempo alguno a dar una respuesta.

-Este viejo amargado- murmuro en voz baja a la vez que se ponía las botas y se colocaba un abrigo, las mañanas tendían a ser frías, pero era preferible trabajar con él roció de la mañana y obtener algo de comida caliente intercambiado con las ancianas del pueblo a tener que cocinar el mismo.

Desde muy temprana edad había tenido que aprender a valerse por sí mismo, debido a la muerte de su madre, convivía con las personas para poder aprender lo más posible, no es que estuviera en estado de abandono total, pero odiaba que lo tildarán de estorbo, quería ser autosuficiente y aprender lo necesario para pagarles a todos aquellos que se habían preocupado por él, aunque fuese con trabajo. A sus 17 años había aprendido lo necesario para ser considerado un miembro activo de la comunidad; ayudaba en la temporada de caza, participaba en las jornadas de recolección de leña, creación de muebles, recolección de frutos, entre otras cosas y ello le hacía sentir orgulloso.

El bosque lo hacía sentir libre y por ello había aprendido a sobrevivir en el mismo, daba pasos decididos buscando cuál sería la mejor opción el día de hoy y cuanto tendría que trabajar hoy.

-Veo que trabajas con el sol, ¿a dónde planeas escaparte el día de hoy? - escucho el comentario sarcástico saliendo de las sombras y para sus adentros pensó "estúpido a la vista".

-No me escapo, simplemente no es necesaria mi presencia todo el tiempo- contesto con simpleza continuando con su labor.

-Siempre veo que eres el primero en irte y el último en regresar- Era el ayudante del líder, que a diferencia de él que era una persona seria, el susodicho se podría describir como un perfecto tormento (al menos para Gabu).

-Realizó mis actividades con eficiencia y trato de ayudar a los demás, si me disculpas tengo asuntos más importantes que atender- Recogió la leña obtenida y se dirigió sin inmutarse a la aldea nuevamente, el otro sólo lo vio alejarse con resentimiento del lugar.

Después de que el chico dejase sus herramientas en su hogar, se paseó con tranquilidad por las casas de sus vecinos con su objetivo ya bien fijo, toco una puerta en específico, que él consideraba especial, la puerta con tranquilidad de ella salió el abuelo, el que podría decir que era SU abuelo. Era una persona testaruda que le regalasen las cosas, cosa que los hacía más parecidos que lo que al joven le gustaría admitir.

-He traído algo para ti abuelo-

-Lo puedo ver mocoso irrespetuoso- escupió con desgana, pero sonrió de inmediato- te he preparado algo especial hoy- Se retiro de la puerta y le dejo entrar a la casa para que le pudiese dejar los tronquitos adentro- ¿A dónde iras a perder el tiempo hoy?

-Iré a comer con un amigo- Dejo la madera obtenida en una esquina cerca de lo que podríamos denominar como la cocina.

-Eso no es muy común en ti- tomo un pequeño bulto de la cocina y se lo estiro con un deje de burla- Te estas ablandando, tú eres como un lobo solitario

-Al contrario, creo que es más bien que no soy bueno para entender a la gente- lo tomo y dejo ver una tímida sonrisa- muchas gracias abuelo, volveré al atardecer.

-Ten cuidado, nunca sabes de donde vendrá el peligro- se sentó en su vieja silla y le hizo un gestó con la mano viéndole partir.