Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko-sensei.

Nos vemos en las tiras cómicas.


Pequeña Kagome.


Estar en esa habitación le traían hermosos y nostálgicos recuerdos, después de todo era su hija mayor, la primera hija que tuvo con su gran amor.

Podía recordar como abrazaba y despedía a su hija en aquella cama, como la cuidaba cuando esta se enfermaba, como solía ayudarla cuando esta se dedicaba de más a sus estudios y como solía pasar mayor tiempo ahí cuando su pequeña estaba en aquella época de guerras.

Como negar lo preocupada que estaba cuando ella paso por primera vez el pozo y lo feliz y aliviada que estaba cuando regreso y les conto lo que había pasado del otro lado, aquel mundo feudal y todo lo que acarreaba.

El ver uno de sus uniformes le trajo recuerdos, toda esa habitación era un recuerdo de su pequeña Kagome, de su estrella de ocho puntas. Aquella a la que abrazo cuando la tristeza y el dolor del primer amor la comenzaba a consumir.

Vio a su hija arrodillada y luego levantarse mientras las lágrimas las ocultaba a pesar de que su cuerpo pedía a gritos liberarla. Y fue ahí cuando su hija corrió hacia ella y la abrazó y lloró como debe ser y ella le dio lo que necesita su pequeña, un abrazo y un gran consejo.

—No preguntare el motivo de tu sufrimiento ... porque sigo confiando en ti hija ya que sé muy bien que tu escogerás el mejor camino para seguir adelante.

—Muchas gracias, mamá.

Y así fue como su hija siguió a su corazón para seguir adelante, y vaya que lo había hecho, a pesar del sufrimiento, el cariño era más fuerte al igual que los momentos de felicidad a lado de aquel hombre que quería y estimaba mucho, el cual había protegido a su Kagome con su vida misma.

El amigo con orejas de perro como solía llamarlo Sota, aquel joven mitad bestia que era muy especial, la felicidad de su hija, su instinto de madre lo supo cuando este llegaba a verla pasado tres días.

Por ello no tuvo nada que objetar cuando pasó tres años desde que su pequeña regresó e Inuyasha desapareció cerrándose el paso hacia la otra era, claro que lloro y sufrió cuando su pequeña desapareció por tres días antes de quedarse con ellos tres años.

Pero si su hija estaba con el hombre que ella amaba y daba su vida por ella no había nada que temer, confiaba en que él la haría feliz y protegería de ella. Por lo que dejo a su hija pasar al otro mundo y vivir ahí con su ser amado.

—Mamá ... yo quiero ...

Lo sabía, la vida de su hija estaba allá, lo supo cuando ella cruzo el pozo, cuando vio la luz en su pecho cuando nació.

—Puedes ir, si eso quieres.

Y fue así como su hija se marchó, sabía que no tenía nada de qué preocuparse, pero ya he pasado diecinueve años desde que su hija se fue y deseaba saber que fue de ella, eso fue lo que le rogo al árbol sagrado.

Y como gran amor de madre la esperanza se le dio hace años atrás con la pequeña Towa que era similar a Inuyasha, pero sabía que ella no era su nieta, pero la quería como nunca.

Por ello esa noche cuando dos niñas y un demonio aparecieron estaba asustada sin embargo la emoción y nostalgia la llena de felicidad al ver una pequeña de hermoso traje rojo y cabellera negra.

Esa era la hija de su hija, ella era hija de Kagome, su instinto de madre y ahora de abuela lo gritaban.

Aquella niña de nombre Moroha era su nieta, ella era igual a su pequeña Kagome, ahora su felicidad estaba completa.

Su pequeña Kagome estaba viva y tenía una bella familia… lastimosamente no sabía las tristezas que detrás de la mirada decidida de su pequeña nieta y menos aún que su amada hija estaba sellada en una perla alejada de su hija.

Pero Noemi tenía algo en claro, su hija era valiente y su nieta lo tenía en la sangre y la mirada.

Después de todo, su madre era su pequeña Kagome.

La sacerdotisa que pidió el deseo correcto y purifico la perla de Shikon.


Espero que les agrade este Fanfic pequeños habitantes de B612.

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