— ¿Estas segura de no querer venir con nosotros? —Pregunto una vez más, mi tía Mariana.
—Descuida, estaré bien. Ve y diviértete con mi tío. Así no te preocupas por una vez de nosotros. —Bromee como era común hacerlo con ella.
La familia había sido invitada a una fiesta en New York para año nuevo, pero lamentablemente ninguno de mis hermanos les intereso ir este año, y me incluyo en eso.
Es lo mismo de todos los años. Fiestas, brindis, todo por ser los hijos del famoso empresario Ezequiel Gonzáles, pero lastimosamente él no está aquí para obligar a sus hijos a asistir a fiestas extravagantes.
Por suerte, para no quedar mal ante la familia quien nos invitó (unos amigos no tan cercanos a papá), tía mariana decidió asistir a la fiesta con el tío Alejandro. Un viaje corto, pero al menos podrá desestresarse de nosotros.
—Daniel, cuida de tu hermana. —Tío Alex le dio un leve golpe en el hombro. —Eres el mayor y un adulto, debes hacerte responsable.
—Adulto, pero inmaduro. —Respondí con burla.
—Tranquilo tío, ella estará más que bien. —Respondió, ignorando mi comentario.
—No me gustaría dejarlos solos, pero sé que estarán bien si los cuatros están juntos. —Dijo tía, con una pequeña sonrisa.
—Descuida, estaremos bien. Váyanse tranquilos. —Contesto Dylan.
Tía miro hacia el mayor y el menor de los varones, culpándolos con la mirada. Ellos solo se miraron entre sí. Al final, solo suspiro para acercarse a mí y darme un fuerte abrazo. No dude en aceptarlo. En estos últimos años los abrazos ya no eran tan comunes desde que ellos ya no están.
—Cuídense mucho y por favor. —Se separó de mí, para mirarnos a los cuatro. —Si algo llega a suceder, me llaman. —Amenazo con el dedo índice.
—De eso no hay duda. —Dylan pasó sus brazos detrás de su espalda.
Tía solo suspiro, soltando un "De acuerdo".
Serian tres días en el cual ella no sabría nada de nuestros movimientos. La entiendo. Si fuera ella, yo también estaría preocupada de dejar a dos adultos, uno a punto de serlo y una adolescente solos en casa.
—Cuídense mucho.
—Nos vemos pronto, chicos. —Se despidió el tío Alex.
Ambos subieron al auto el cual los estaba esperando para llevarlos hacia el aeropuerto. Poco a poco, el auto fue avanzando hasta perderse por el resto del bosque.
Ahora sí, estábamos solos.
—Ahora sí, ¡que empiece la diversión! —Dijo emocionado.
—Daniel, no empieces. —Regaño.
—Dylan, Dylan. Los invitados están por llegar, será mejor que te arregles. —Cristian golpeo su hombro.
El mayor y el menor regresaron hacia dentro de la casa, abrazándose por los hombros.
Me acerque sigilosamente hacia Dylan, quien soltó un suspiro cuando los dos estuvimos solos.
—Solo será por un rato. No hay de qué preocuparnos. —Trate de animarlo, pero realmente se veía serio.
—Si la casa se incendia, los culpare a ambos. —Dijo refiriéndose a quienes organizaron la fiesta.
Dylan dio media vuelta y se dirigió hacia la casa.
Yo me quede un momento más afuera, admirando la belleza del bosque que nos rodea, este lugar es más lindo que en las fotos. Decidimos bien al momento de pasar la navidad en una cabaña en New Orleans.
El fresco se estaba haciendo notorio, logrando que mi piel se enchinara. Una señal para regresar adentro.
New Orleans puede ser conocido por su escasa nieve, pero eso no significa que el clima sea más tranquilo. Por las noches la cabaña podría llegar ser un refrigerador si la calefacción no era colocada a tiempo. Es como vivir en Latinoamérica, solo que aquí se habla inglés.
Cerré la puerta de mi habitación. Llego la hora de que este un rato a solas para estar lejos de mis hermanos. Me acerque a mi cama, tomando mi celular el cual estaba en la mesita de noche. Me senté sobre el colchón y encendí el aparato, ninguna notificación, eso es bueno. Deje el celular en donde estaba y me tire sobre la cama.
Son las ocho de la noche y la luna apenas está llegando. Tardará un poco para que sus invitados lleguen a la cabaña.
Perdí a mi mamá a tres meses de cumplir catorce años, casi cuatro años ya. Un día enfermo repentinamente, creímos que era una simple recaída, cuanto me hubiese gustado que fuera así. Nunca supimos el porqué, pero ella falleció por una simple gripa, el cual los doctores nunca le encontraron lógica a su muerte ya que, según ellos, era una gripa para que se fuera en un par de días.
Papá falleció un año después, pero a diferencia de mi madre, a él lo asesinaron. Papá no solo fue un gran empresario el cual muchos admiraban, fue parte de varios delitos y entre ellos el narcotráfico. También conocido por pertenecer a esta por delincuentes conocidos.
Papá enseño a cada uno de sus hijos algo diferente, con respecto a la mafia. Cada uno tenía una habilidad que los caracterizaba. Pero mamá no estaba de acuerdo con esto, estaba en contra de que su marido le ensañara a sus hijos de a partir de unos seis años, el uso de un arma.
Papá estaba seguro de que esto era una buena opción. Si un mafioso se acercaba, ellos sabrían cómo defenderse. A Daniel quien fue su primer hijo le enseño a usar un arma a los seis, a Dylan el cual no tengo ni la menor idea de cómo lo hizo, es que con una simple mirada, un simple gesto, él ya sabía si la gente estaba mintiendo. Un nene de ocho años que te diga que estas mintiendo es lo más molesto que hay. A Cristian quien es su tercer hijo le enseño a usar una computadora y sacar información de ella a los nueve, así que gracias a eso, tengo cuidado en donde me meto en internet.
Y sigo yo, cuarta hija y la única mujer. Mamá me crio como cualquier madre haría y con la crianza según la Biblia, curiosamente fui la única quien accedió a que le metieran información religiosa en la cabeza. Con mis hermanos intento hacerlo y los primero años funciono, hasta que eso se volvió un tema de desinterés en ellos.
Pero papá no quería que fuera otra mujer que la sociedad estaba acostumbrada a tener. A los ocho años me enseño a usar un arma. Todavía recuerdo el miedo que sentía al tomar la pistola por el simple hecho de que esta "mal" tener una pistola. No lo hice tan mal ese día al momento de disparar, pero tener miedo en ese entonces era muy razonable para una niña a quien le asustaba hasta un ruido fuerte.
Fui testigo de varias peleas de mis padres por el simple hecho de que mamá se negaba que usara armas por ser una niña de ocho años. Ella me vio llorar cada vez que tomaba aquella pistola.
Papá en cambio tenia fe de que yo perdiera ese miedo y algún día pudiera disparar sin temor alguno. A pesar de que era una niña llorona, el aún seguía confiando en mí y hasta el final siempre confió en mí.
Después de su muerte, al poco tiempo las personas se enteraron que fue asesinado por un hombre quien era conocido por vender armas y sustancias ilegales en California. Fueron pocas las personas quienes creyeron que papá era parte del narcotráfico, la otra parte nunca creyó en esa historia.
Un mes después de su muerte y que la policía aún no lograra hacer nada, Daniel tomo las acciones y mando algunos hombres a torturar el asesino de mi padre. No quiero imaginar cómo habrán dejado a ese hombre. Al día siguiente salió en los periódicos (el cual nunca vi) con su rostro y cuerpo lastimados. A los pocos días de salir en el periódico, su cuerpo fue encontrado en un callejón de la ciudad. Varias fueron las ocasiones en que les pregunte a mis hermanos si ellos tuvieron que ver con su muerte, en especial a Daniel, ya que él debía seguir con el negocio que papá dejo, pero siempre negaron, diciendo que ellos no mandaron a matarlo.
Nunca supe si eso fue verdad o mentira.
La muerte de papá dejo a los menores de edad sin algún tutor, tuvimos que ir a un orfanato por un tiempo por el simple hecho de no tener padres. Mi tía mariana fue quien peleo por nosotros, ella decidió hacerse cargo de los cuatro hasta que cumpliéramos la mayoría de edad en Estados Unidos. Estuvimos en ese lugar siete semanas hasta que finalmente nos sacaron. Ese lugar es peor de lo que imaginaba. Tuve que pasar navidad y año nuevo en ese lugar, repito, ese lugar es lo peor que pueda haber en este mundo.
Por suerte para Daniel, tenía que esperar ocho meses para ser mayor de edad y Dylan diez meses, no tenían que vivir mucho tiempo con los tíos y ellos no tenían que lidiar con la rebeldía de Daniel (esa rebeldía que tía Mariana suele compararlo con la de mi papá cuando era joven).
Cristian y yo seguimos viviendo con nuestros tíos, pero Cristian será otro quien se ira, este año cumple veintiuno. Yo en menos de ocho meses cumplo dieciocho años, tendré que quedarme unos tres años más para irme.
Tampoco es que me urja irme, mis tíos no tienen hijos, decidieron no tenerlos, así que pasar tiempo con ellos y hacerme pasar como una hija adoptada, me gusta, al fin y al cabo ellos siempre me han tratado bien desde que era una niña.
Ellos son los típicos tíos que te consienten a pesar de cometer una travesura, o eso era antes de vivir con ellos.
A pesar de que Dylan y Daniel ya no vivan con nosotros, ellos aun vienen a festejar en casa de los tíos los días festivos. O en otras ocasiones como esta, suelen viajar con nosotros para visitar nuevos lugares.
Es como tener una familia renovada.
La música se escucha de golpe junto con el bullo de las personas abajo. Abrí los ojos de golpe y me senté en la cama. Mire hacia atrás y la noche había llegado, tome mi celular y mire la hora, nueve de la noche, ¿acaso me dormí y no me di cuenta? Eso me suele pasar en ocasiones.
Decidí darme una ducha antes de dormir, no planeo asistir a la reunión de mis hermanos.
Ya en el baño, me dispuse a meterme en la regadera. Sentí el agua caliente recorrer mi piel, dándome un momento de paz y relajación.
No pude evitar pensar en él, en lo bien que se veía esta mañana. Sus labios pegados a los míos y ese pequeño movimiento que siempre me ha encantado que hiciera. Era mi debilidad y lo sabía, me asustaba y no lo negaba.
Desde que terminamos nunca deje de amarlo, nunca deje de pensar en él. Sin embargo aunque yo lo amara, no podía estar con él. Si quería estar con él, siempre solía pedirme la misma condición para volver a estar juntos, y eso era que dejara los crímenes y el negocio de papá.
Nunca he matado a alguien y no planeo hacerlo en mi vida. Pero ciertamente puedo robar fácilmente sin que lo note ¿Cómo? Es raro y estúpido, pero acostumbro a coquetear con algunos hombres mucho mayores que yo, drogarlos con alguna bebida cuando estemos solos en una habitación y estos quedan dormidos, yo les quito algunas pertenencias al igual que dinero (a veces solo lo hago para conseguir dinero fácil o lo hago por que fueron quienes les robaron o traicionaron a mi papá). Al día siguiente, solo finjo que tuvimos algo, intimo. Ellos lo creen y fin de la historia. Nunca más los vuelvo a ver.
Pero eso no es algo que a Jorge le guste, el prefiere que no me siga metiendo en más problemas y deje esa vida de una vez por todas. Pero no lo hare, lo amo pero, no creo dejar algo que he hecho por mucho tiempo.
Cerré la regadera y salí del baño. Me seque mi cabello y el cuerpo con la toalla que estaba colgada en una pared. Me vestí, colocando mi ropa interior, un short negro y un crop top de manga larga con escote de color rojo.
Hay frio y dormiré con ropa fresca, estoy loca.
Salí del baño secando las puntas de mi cabello. Me acerque nuevamente hacia mi celular para mirar la hora, 9:45 p.m., antes de dormir iré a dar un pequeño vistazo a la reunión, espero no encontrarme con un cuerpo muerto o desnudo.
Baje las escaleras mirando los cuadros pegados a la pared. Quien sea que haya decorado la casa ha hecho un buen trabajo, las pinturas son hermosas.
En el pasillo en dirección hacia el salón principal hay una pintura de un hombre el cual me llamo la atención en cuanto llegamos a esta cabaña. Es una pintura estando solo él. Llegue a pensar que esta cabaña le pertenecía, pero hay más cuadros por aquí tanto de hombres como de mujeres. Así que no puedo decir que ese hombre vivió aquí, capaz y ni siquiera nació en esta ciudad.
Abrí las puertas de la sala principal y la música lastimo mis oídos. Por Dios, estos no conocen la salud de los oídos.
Hay como unas veinte personas aquí y es que si no hay más. En un rincón hay un bar tender, quiero creer que lo contrataron y no lo compraron.
—Creí que no vendrías.
Mire hacia el lado de la puerta y ahí estaba Dylan. Sonreí y entre a la sala cerrando la puerta detrás de mí.
—Solo vine por una bebida. —Señale la barra, en donde hay unas tres mujeres que pareciera que le están coqueteando al bar tender. —Después me iré.
— ¿No te quedaras?
—No. Estoy cansada y necesito dormir por un rato.
Se encogió de hombros y asintió con la cabeza.
—De acuerdo. Te veré por la mañana, seguramente.
La risa de Daniel nos llamó la atención, que raro, está coqueteando con una chica.
Dylan suspiro y me miro.
—Descansa.
Y sin más, se encamino hacia donde estaba el grupito de amigos de ellos.
Me acerque a la pequeña barra notando el rostro de incomodidad del bar tender. El solo podía sonreír y no podía decir nada. Si hubiera sido él me hubiera marchado de ahí, pero está haciendo su trabajo, así que no puede hacer nada.
—Buenas noches. —Salude, apoyándome de la barra.
—Buenas noches, señorita.
Su sonrisa de incomodidad había cambiado a una más natural, o eso quería mostrar.
—Un whisky, si es tan amable.
Sin reproche alguno, él se agacho para tomar un pequeño vaso y sacar la botella de whisky. Pongo mi atención en sus movimientos, no lo voy a negar, el hombre si es atractivo. Cabello arreglado de lado, ojos miel, piel morena, una encantadora sonrisa y barba perfilada (creo que eso le quita lo atractivo, al menos para mi gusto).
Miro a un lado mío y las tres mujeres me miraban con desagrado. Por Diossss. Si alguna de ellas fuera su novio o ex entendería su enfado, pero no es así y además solo pedí una bebida, no su número de teléfono.
—Aquí tiene señorita. —Miro hacia la barra y noto que el desliza el vaso hacia a mí. Levanto la mirada y él está ahí sonriendo.
—Gracias...—Alargo la última letra, dándole entender que quiero saber su nombre.
—James. —Contesta con una risa nasal.
—Gracias James. —Levanto mi vaso, dando esto como despedida.
Doy media vuelta para irme a mi habitación, es lo único que quería de esta reunión.
Salí del salón y me dirigí hacia las escaleras, subiendo uno por uno los escalones hasta llegar por el pasillo y caminar hasta que llegar a mi habitación.
Cerré la puerta y me recargue en ella. Suspire y tome de una el trago. Hice una pequeña mueca ante el fuerte sabor. Sacudí la cabeza y camine por mi habitación hasta llegar a mi cama. Deje el vaso en la mesita de noche y me acosté en mi cama. Dormiré un par de horas, mi cuerpo me pide algo de descanso.
Me envolví con las sabanas de la cama, siendo el opaco sonido de la música y el tic tac del reloj lo único que pueda escuchar. Tarde unos minutos en dormir, pero al final lo hice.
Hubiera seguido durmiendo, sino fuera por el sonido de mi celular que comenzó a sonar, siendo este un molesto sonido para mi yo somnolienta.
Estire mi mano hacia la mesita de noche y tome mi celular. Me senté en la cama y con los ojos entrecerrados mire la hora.
5:45 a.m.
Junto con el nombre de "Jorge" en la pantalla.
Fui consciente de la música del primer piso cuando leí su nombre.
Suspire y mi corazón comenzó acelerarse. ¿Qué es lo que querrá?
Resignada conteste la llamada, coloque mi celular en mi oreja y suspire, espere unos cortos segundos antes de contestar.
— ¿Bueno? —Cerré los ojos con fuerza, en espera de una contestación.
—T/N...
Lo escuche resoplar, no hablo, solo murmuraban.
— ¿Sabes que son casi las seis de la mañana? —Me mordí el
labio.
— ¿Y tú sabes que no pude evitar llamarte?
— ¿Perdón?
Otro silencio y eso no me gusta. Quiero colgarle pero también quiero escuchar su voz.
En esto momentos, no me entiendo ni a mí misma.
— ¿Pensaste en lo que te dije? —Pregunto apresurado.
—Te di mi respuesta en la mañana. —Conteste, mirando la ventana.
—No, T/N. No quiero esa respuesta. —Dijo suplicante.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño.
No dormiré después de la llamada, así que prefiero lavarme la cara.
— ¿Y qué es lo quieres? —Pregunte.
Abrí el grifo del agua permitiendo que el agua saliera. Aplaste mi celular en mi oído y hombro, evitando que se cayera.
—A ti.
Suspire.
Tome un poco de agua con ambas manos y me enjuague el rostro.
—Esto parece una llamada por capricho.
—Y lo es. Porque estoy encaprichado contigo.
—No te creo. —Conteste, tomando la toalla de manos para secar mi cara. —Si fuera así me pedirías que sea tu novia. —Colgué de vuelta la toalla.
—Y lo hice. —Reclamo.
—Con condiciones. Y yo no quiero eso.
Apague la luz del baño y salí de ahí, dirigiéndome hacia la ventana.
Abrí las cortinas permitiéndome ver el bosque en plena madrugada, aún está un poco oscuro.
—Solo no quiero que corras peligro cada día de tu vida. —Dijo cansino.
—Y renunciar a todo, ¿me dejara fuera de peligro? —Me recargue en el marguen de la ventana.
—Si estás conmigo, sí. —Afirmo.
Sonreí emocionada, pero no quería demostrarlo. Así que puse todas mis fuerzas para ocultarlo y ponerme seria en esta conversación.
— ¿A que va tu llamada en plena madrugada? —Cambie de tema.
—Yo...—Suspiro. —Realmente no sé qué decir. —Soltó una risa amarga.
— ¿No sabes o no lo quieres decir?
—Te amo.
Sus palabras me dejaron atónica. Expreso todo tan repente.
No había escuchado esas palabras salir de su boca hace mucho tiempo. Ciertamente cuando nos veíamos solía besarme de la nada, esos besos que nunca pude resistirme. Pero siempre que terminaba el beso se disculpaba o me alagaba, palabras diciéndome que era mucho para este mundo.
Estaba tan equivocado.
— ¿Qué-?
—Te amo, nunca deje de hacerlo, siempre lo hare pero- Maldición.
—Jorge-
— ¿Qué hare si tu llegas a faltarme? ¿Si un día despierto y veo en las noticias que la chica que amo ya no estará en mi vida?
—Eso no sucederá-
— ¿Y si pasa? T/N yo no quiero esa vida para ti.
—Jorge-
—Solo te pido que pienses un poco más sobre-
—Te amo. —Conteste, interrumpiéndolo.
Ni siquiera sé cómo saque fuerzas para decirle eso.
—Te amo. —Repetí. El no decidió interrumpirme esta vez. —Pero, debes entender que esta vez-
Solté un chillido de asombro al escuchar un golpe en el piso de abajo. Suspire y comencé a jugar con el escote de mi crop top.
— ¿T/N? ¿Sucedió algo?
—Está todo bien.
Tome la soguilla de plata con la piedra cuadrada de color azul que colgaba de mi cuello. Lo apreté y volví a suspirar.
—Mis hermanos hicieron una reunión. Creo que hicieron un desastre abajo. Tengo que ir a verlos. —Conteste, soltando el collar.
—Muy bien, supongo que te llamare luego.
—Supongo. —Hice una pausa y mire de nuevo hacia la ventana, despegándome de ella.
El cielo se ve más claro.
—Hablamos luego y, feliz año nuevo. —Soltó una risa nasal.
Mi sonrisa tonta se formó nuevamente en mis labios. Este hombre sabe perfectamente cómo hacerme caer en sus pies.
—Feliz año nuevo para ti también y. —Me tome unos segundos antes de continuar. —Hablaba enserio al decirte te amo.
Se escucha una leve risa de su parte. Mi sonrisa no podía ser más grande en este momento.
—Yo también hablaba enserio.
—Adiós y te amo. —Me mordí el labio por el nerviosismo.
—Yo también te amo-.
Y sin más colgué.
Tire mi celular en mi cama y solté un chillido. Di pequeños saltos y grite no tan alto por la emoción. Mis hormonas de niña de diecisiete años no me ayudan mucho en esta ocasión.
Ya más tranquila y sin estar tan emocionada, me puse a recalcular todo lo que paso en esta llamada. Tantas emociones, tantas palabras para que al final podamos decir te amo. Quizás después de esta llamada podría suceder algo más.
Otro golpe proveniente de abajo me hizo salir de mi loca imaginación. Solo espero que esos idiotas no hayan roto alguna pared de la cabaña.
Salí de mi habitación y baje por las escaleras con cierta prisa. Me dirigí al mismo pasillo para llegar a la sala de estar. Preparada para preguntar qué fue lo que habían hecho, abrí la puerta de golpe con la boca lista para hablar, pero junte mis labios nuevamente al ver que el grupito de mis hermanos estaban tranquilos sentados en el sofá. Ahí estaban también Daniel y Cristian.
— ¿Madrugaste esta vez?
Escuche una voz burlona detrás de mí.
Mire hacia atrás, Dylan estaba parado detrás de mí. Su rostro demostraba que estaba a punto de reírse.
—Pero-. —Mire de vuelta hacia el sofá. Todo parecía tranquilo. — ¿Cómo es que no han roto nada? —Pregunte incrédula.
—Te sorprendería más cuando sepas que ni Daniel ni Cristian han bebido más de tres vasos esta noche. —Rio.
—Pero, pero si solo me fui a dormir. —Reproche. — ¿Qué les hicieron a mis hermanos?
—La magia del año nuevo, supongo. —Se encogió de hombros para luego reír. —No sé qué fue lo que sucedió en sus cabezas esta noche, pero lo que sea, al menos esto hizo que la casa no terminara en desastre.
—Pero si yo escuche-
Me interrumpí a mí misma.
Dylan levanto una ceja, esperando que termine de hablar. Pero al quedarme callada el decide preguntar.
— ¿Qué fue lo que escuchaste?
—Emm, déjame. Estoy lo-
Un fuerte ruido se escucha, pero no es proveniente de la sala, si no de afuera.
—Fue eso. —Murmure.
Los dos miramos hacia la puerta que estaba del otro lado de la casa. La pequeña ventana que estaba ahí no nos dejaba ver mucho, más que el cielo que cada vez está más azul.
Mire rápidamente hacia dentro de la sala. La música había parado y todos nos miraban con curiosidad. Ellos también habían escuchado aquel ruido.
Los hombres se levantaron del sofá y se encaminaron a mitad de la sala. Dos mujeres siguieron por detrás a sus compañeros. Yo que ellas me hubieran quedado en donde estaba.
Daniel venia hacia nosotros con normalidad. Pero el fuerte ruido de las puertas abrirse de golpe hizo que todo se detuviera.
Dylan me empujo dentro de la sala para que entrara. Levanto su camisa y saco una pistola con la cual apunto hacia la puerta trasera disparando y después apunto hacia la puerta principal, disparando de igual manera.
Eso no termino ahí. Ya que la sala principal esta hasta el fondo de la cabaña, los cristales de la ventana se rompieron y de ahí entraron cuatro hombres que empezaron a disparar.
Solo pude ver a dos chicos caer al suelo antes de salir corriendo hacia la barra para esconderme. No tengo armas así que no puedo simplemente lanzarme contra esos hombres solo para que termine muerta.
Llegue atrás de la barra y me agache ahí para esconderme. Inhalaba y exhalaba con el leve pánico que hay en mi pecho. Mire hacia arriba y el bar tender estaba de pie, disparando hacia las personas desconocidas que llegaron hace un momento.
Un grito sale de mi al ver como el cae al suelo con balas atravesadas en el pecho. Aparto la mirada e intento recuperar la respiración que perdí. Maldije por lo bajo y comencé a prepárame mentalmente.
—Lo siento amigo, lo siento.
Murmuraba repetidamente mientras me ponía de rodillas y gateaba hacia el cuerpo evitando mirarlo.
Cuando estuve cerca cerré los ojos con fuerza y con todo el valor que tuve que agarrar dentro de mí, mire hacia el cuerpo. Su camisa blanca era decorada con el rojo de su sangre y sus ojos abiertos me dejaban cierta intranquilidad. Estire mi mano y tome el arma de sus manos. Hasta el momento es lo único con lo que puedo defenderme.
Cuando tuve el arma en mano, retrocedí del cuerpo para pegarme en la barra. Suspire y agache la cabeza. No quiero volver hacer algo como eso nunca más.
Levante la mirada al escuchar como alguien se acercaba a mí. Al mirar a los lados ahí estaban los tres, Dylan a mi izquierda, Cristian y Daniel a mi derecha.
— ¿Ustedes los invitaron? —Pregunte con burla.
Aunque por dentro me esté muriendo del miedo.
—T/N, no es el momento. —Reprocha Dylan.
El grito de las mujeres desesperadas hizo eco a la sala. Pareciera que estuviéramos en una película de terror.
—Creo que están matando gente de más. —Dije de forma obvia.
Una manera de decir, "Hey, hagan algo".
—Qué pena. —Contesto Daniel asomándose por la barra para mirar la sala.
— ¿Enserio? —Pregunte indignada.
— Enserio, alguien puede explicarme, ¿Cómo nos encontraron estos tipos aquí?—Pregunto Dylan en un tono molesto.
Estos sujetos ya eran conocidos, bastante diría. Llevan persiguiéndonos desde hace semanas. Sabiendo que papá murió hace dos años y ha dejado una gran herencia para mis hermanos y para mí, no dudarían en quitarnos ese dinero.
Si no mal recuerdo, papá conoció a este grupito que son de aquí de Nueva Orleans (vendedores de armas de fuego) hace cinco años, no lo recuerdo bien. Papa siempre les compraba todo tipo de armas, hacía negocios con estos tipos, siempre fue así, hasta que un hombre de ese grupo trato de matar a papá, resultado, aquel hombre termino en un callejón de la ciudad.
¿Pero a quien se le ocurre robar en plena madrugada?
— ¿Es un buen momento para confesar que encontré a Jennifer hablando con uno de esos tipos la semana pasada?—Cristian frunce los labios.
— ¿Disculpa?—Preguntamos los tres al mismo tiempo.
El impacto de una bala chocar contra la mesa logra traernos a la realidad, dándonos cuenta que aún seguimos en medio de una balacera, situación en donde es muy probable que la mayoría de invitados que estaban en esta reunión, ya estén ensangrentados en el suelo.
— ¿Y si nos rendimos? —Pregunte.
— ¿Hola? —Contesto Daniel.
— ¿Oye que planeas hacer? ¿Salir a disparar a lo tonto?
—Lo único que sé, es que tenemos que salir de esta cabaña antes de que-
— ¿Antes de que?
Los cuatros levantamos la mirada al reconocer aquella voz. Voz la cual llegue a odiar. Unos diez hombres nos estaban rodeando mientras nos apuntaban con sus armas de fuego. Pero lo más importante, Jennifer estaba ahí, mirándome con una sonrisa ganadora pero con las manos levemente temblando.
El arma de uno de los tipos que estaban rodeándonos suena al momento de ser cargada para disparar, esa fue una señal para que Daniel disparara a dos hombres en el hombro dejándolos caer de espaldas y chocaran con las repisas detrás de ellos. Cristian y Dylan se abalanzan hacia otros hombres para golpearlos, pero Dylan hace otro movimiento logrando dispararles a otros dos hombres.
Supongo que me dejaron lo más fácil a mí.
— ¿Qué tal Jenny?—Sonrío forzadamente.
Jenny no dice ninguna palabra, solo me apunta con el arma, está a dispuesta a disparar.
— ¿Y este? —Señalo con su cabeza, sin dejar de apuntarme. — ¿Tu nuevo amante? —Pregunto con burla.
—No. —Me encogí de hombros. —El mío se llama Jorge.
Cargo el arma para disparar, pero antes que lo haga, suelto el arma y me levanto del suelo para abalanzarme hacia sus rodillas, con la fuerza que ejercí logre tirarla directo a las repisas.
Trato de rebatarle el arma, pero ella se aferra a él.
El sonido de un disparo seguido de un chillido me desconcentro de mi acción. Mi mirada paso del arma hacia atrás mío, mis ojos de se abren levemente al ver a Cristian con una herida en el brazo, está sangrando mucho.
Dicha desconcentración, logra que sienta el leve ardor en la mejilla. Miro a Jennifer quien está nuevamente apuntándome con su arma, ¿por qué no me disparo antes?
No quiero matarla y no voy a matarla.
Solo me limito a tomar sus muñecas y colocarlas arriba de su cabeza, con fuerza y un pequeño movimiento logro rebatarle el arma para lanzarlo hacia algún lado de la sala.
—Detén esta estupidez Jennifer. —Digo mientras tomo sus muñecas y las coloco encima de su cabeza.
¿Porque pareciera que no quiere atacarme?
—Te prometí que acabaría contigo. —Escupe con dolor mientras forcejeaba. Trataba de dar pataleadas, quitar sus manos y sacarme de encima, pero ese trabajo parecía cansado y no solo para ella. —No voy a dejar que te quedes con lo que es mío. —Aprieta los dientes.
— ¿Hablas de Jorge?—Hablo mientras hago fuerza, tratar de que Jennifer no se mueva es más difícil de lo que parece. — ¡¿Es enserio Jennifer?!—Alzo la voz. Me parece una estupidez lo que está haciendo
— ¡Por supuesto!—Grita. —El maldito se enamoró de ti. ¡Se fijó en ti! El la perfecta e única hija de Ezequiel González. Pero yo me encargare que esa niñita, no exista más. —Lo dice con dolor.
Iba hablar, lo hubiera hecho, pero de un fuerte movimiento Jennifer me tira al suelo, ahora es ella quien está encima de mí pero con una gran diferencia, ella me está tomando del cuello y lo aprieta con mucha fuerza.
Trato de ver en mi zona de visión si mis hermanos están cerca, pero no es así, de hecho, los disparos se escuchan lejos. El aire comienza a faltar y mi garganta se siente seca, necesitaba un poco de aire o sino moriría.
Con mis manos tomo la cabeza de Jennifer, coloco mis pulgares en sus ojos y pongo un poco presión en estos, solo para que Jennifer suelte un poco su agarre y por suerte lo hace. Me saco de su agarre y con la fuerza que me queda, empujo a Jennifer haciendo que ella caiga para atrás.
Comienzo a toser repetidas veces mientras tomo de mi cuello y trato de recuperar aire, mientras lo recupero miro por el salón en busca de alguna señal de mis hermanos. Creo que ya no están en la sala.
Una vez que regulo mi respiración, miro hacia el suelo. Ahí estaba, el arma que había robado. Jennifer quien ya estaba en sus cinco sentidos, también miro el arma. Ambas nos miramos y como si el arma fuera el ultimo pedazo de comida, ambas corrimos hacia él.
Tome el arma y Jennifer mis muñecas. Las dos nos levantamos del suelo con fuerza y forcejeábamos por quien quita y gana el arma. Nos apoyamos en la barra y ella aun intentaba quitármelo.
Sin remedio alguno, tire el arma el suelo para que me soltara. Al igual que un dulce, las dos corrimos hacia el otro lado de la barra para recoger el arma. Volvimos a pelear por él. De nuevo obtuve el arma.
Ella me empujo la barra, la mitad de mi cuerpo estaba recargado sobre la barra. Sus piernas estaban alado de las mías apretándome, sus manos aún seguían en las mías tratando de quitarme la pistola.
Mire hacia a un lado de ella. Pude ver por la puerta de la sala como Daniel estaba ahí, apuntando y disparando hacia el frente.
Al ver eso, algo me ocurrió. Por inercia apreté el gatillo disparando hacia el hombro de Jennifer quien soltó un grito al recibir la bala.
Yo solté un sonido de asombro. No quería lastimarla y me iba a disculpar con ella, pero Jennifer levanto su puño para golpear mi cara. Me deslice por la barra hasta agacharme y salirme de esa incómoda posición.
Me escabullí hacia el medio de la sala, aun con la pistola en mano. Jennifer no se movió, estaba respirando hondo y tomaba su hombro con fuerza.
Yo me mantenía parada en medio, viendo sus movimientos, los cuales eran muy pocos. Iba a correr hacia la ventana, sería buena idea saltar de ahí y escapar. Solo di dos pasos en dirección hacia la ventana hasta que Jennifer hizo un movimiento.
Camino hacia un rincón de las repisas que estaban detrás de la barra. Ella se agacho y después se levantó. Se giró y me miro con una sonrisa cansada. Camino hacia a mí, aun con su mano en su hombro. Al verla salir de la barra puse atención en su mano, el cual, estaba el arma que le había rebatado a ella hace unos minutos.
—No quiero hacer esto, Jenny. —Dije, tratando de calmar estúpidamente la situación.
El sonido de las balas aún se podía escuchar afuera de la sala, junto con los chillidos de algunos hombres.
—Yo sí. —Asintió.
Sin ningún interviniente, quito su mano manchada de sangre de su hombro para tomar el arma y apuntarme con él.
—Y voy hacerlo. —Aseguro
—Jennifer-
El sonido de las sirenas me interrumpió. La policía está cerca.
—Jenny podemos fingir que esto no sucedió, yo-
—Yo no quiero fingir que esto no sucedió. —Cargo el arma, sin dejar de apuntarme.
—La policía está llegando. —Dije en un intento de calmarla.
—Y yo te matare antes de que ellos lleguen.
— ¡T/N!
Mire hacia la puerta de la sala encontrándome con Daniel. Estaba por hablar, pero el sonido de las balas me hizo regresar la vista hacia el frente.
Sin embargo no pude hacer nada. Sentí un fuerte, punzante y horrible golpe chocar contra mi pecho, haciéndome caer y sentir el duro suelo de la cabaña.
El grito de Daniel combinado con el grito de un hombre mayor logra captar la poca atención que tenía.
Me cuesta respirar y cada vez que lo intento, el dolor en la zona de mi corazón se vuelve cada vez más insoportable. Dejo de sentir la dureza de la madera en mi cabeza, esta vez siento algo menos duro pero al mismo tiempo blando.
Logro ver a Jenny quien tiene una mano en la boca y la otra apoyada en la barra. Varias lágrimas recorren por sus mejillas mientras negaba con la cabeza, aun sin creer en lo que hizo.
—N-no. —La voz de Daniel estaba temblando. Era el en quien estaba apoyada. —T/N, hey. —Se aclaró la garganta. —Mírame, todo estará bien, ¿sí? —Me movía un poco, evitando que pudiera cerrar los ojos.
Pero era algo inevitable de hacer. Mis ojos comenzaban hacerse más pesados y lo único que quería era dejar de respirar, no podía soportar el dolor en mi pecho.
Ese dolor se hizo más intenso al sentir la mano de Daniel apretar la zona de mi corazón, solté un quejido ante el movimiento.
— ¡¿Por qué lo hiciste Jennifer?! ¡Eras su amiga!. —Grito con fuerza.
—Y-yo-
— ¡Manos arriba!
Observe como Jenny se agacho soltando en llanto, colocando una mano en su nuca.
Vi como un hombre se acercó a nosotros. Apego su boca hacia la radio pegado en su pecho, aunque el estuviera cerca no podía escuchar lo que había dicho.
—No te vas a ir. —Dijo Daniel, quien estaba llorando amargamente.
—Daniel. —Tosí fuertemente al intentar hablar.
Sentí el sabor metálico en mi garganta para luego sentirla en toda en mi boca y al final siento como algo resbala en el lado superior de mis labios.
— _ no puedes dejar. —Dijo mi sobrenombre con ternura, tratando de aguantar el llanto que se escuchaba en su garganta.
—Dani. —Le dije, como siempre solía hacerlo para molestarlo.
Un sobrenombre con mucho cariño.
—No me puedes dejar. —Su voz era entrecortada y cada vez más lejos.
—No hay solución. —Trate de reír, pero a consecuencia el pecho volvió a doler.
—No. —Negó levemente. —Eres mi única hermana y no me puedes dejar. —Sollozo. —Eres mi última familia _.
Para evitar hablar, pase mi mano hacia su mejilla, pasando levemente por esta zona. Daniel solo cerró los ojos, demarrando más lágrimas.
Ya no podía sentir su piel.
Mi mano comienza a caer de su cara, sin siquiera que yo lo pensara.
Todo comienza a verse borroso, su rostro ya no podía verlo con claridad. Su voz llamándome desesperado se escuchaba borrosa y lejana.
Y sin más, mis ojos finalmente se cerraron, logrando descansar y llevarme hacia la oscuridad.
Fue una sensación extraña. Era como dormir, pero el interior de mi cuerpo se sentía relajado, podía sentir como algo se deslizaba desde mi pecho hasta mis pies.
Sentía como si estuviera arriba de bote, el cual frotaba sobre el agua.
Mis parpados comenzaron a temblar. El pecho me dolió fuertemente, pero paro repentinamente cuando sentí que pude respirar. Mis ojos se abrieron, parpadee un par de veces para mirar de forma clara en donde estoy.
Estaba acostada de lado. Mis manos aladas de mi cabeza y mis piernas levemente dobladas. Estaba acostada sobre madera. Levante la vista y pude ver una orilla del mismo material. Estaba en un bote. Con todas las fuerzas que tuve, apoye mis manos en el piso del bote y con cuidado me fui sentando. Pero el dolor en mi cuerpo me impedía moverme mucho.
Ya sentada mire a mí alrededor. Estaba en una especie de cielo, todo estaba oscuro y había varias estrellas iluminando el lugar. Me asome en el bote para mirar abajo, hay una especie de agua, pero este se veía oscuro y el bote no parecía avanzar.
Confundida y sin saber qué hacer, comencé a sentir un leve pánico. Necesitaba a mi mamá, necesitaba a mi papá, a mis hermanos. Estaba perdida. Comenzaba sentir una gran nostalgia ante tanta soledad.
Escuche unas risas lejanas, como si estuvieran evitando que rían.
Me asome nuevamente hacia al bote, mirando hacia el agua. Era yo, pero de unos cinco años. Mi papá me estaba cargando y yo reía ante su acción. Mamá estaba ahí, girando con Daniel en brazos, el también reirá, tendría unos diez años.
Las risas se hicieron más intensas, se escuchaban murmullos y gritos de emoción. Levante la mirada y todo el cielo que antes estaba estrellado, ahora habían escenas que ya me había ocurrido. Todo lo que había vivido, hasta lo que no recordaba me estaba rodeando. Estaba llena de emociones, no sabía si llorar, estar feliz o enojarme al verme conviviendo con Jennifer, todo era tan confuso.
Pero una parte dentro de mí, podía sentir miedo, no se a que se deba.
Me arrastre hasta la orilla del bote, me senté recargando mi espalda en la madera, abrace mis piernas y escondí mi cabeza en medio de estas. Sin más comencé a sollozar, podía sentir las lágrimas caer por mis mejillas. No sabía por qué lloraba, no había algo en específico por el cual llorará. Solo dejaba que saliera todo lo que mi cuerpo guardaba. Cada lágrima, gimoteo, sollozo o jadeo que salía me dejaba más tranquila.
Mis ojos se cerraron y volví a dormirme sin darme cuenta. Pero aun dormida podía escuchar las voces a mi alrededor, como si de un arrullo se tratara.
Pero todo comenzó hacer más calor. Me sentía diferente y comenzaba a temblar aun cuando sentía que el calor era soportable. Fue ahí cuando abrí mis ojos, pero solo me encontré con mi estómago y piernas.
Separe mi frente de mis rodillas. Parpadeé un par de veces y levante la mirada, estaba en una especie de callejón, pero la iluminación del lugar era rojiza. No sé en donde estoy y no sé lo que ocurrió, pero lo más curioso de todo es que aun puedo respirar. Creí que había muerto.
Pero algo hizo click en mi cabeza. Mire hacia abajo y baje el escote de mi crop top, había una "X" marcada ahí, como si fuera una cicatriz. Toque la cicatriz con mis tres dedos y después pose la palma de mi mano en ella. Mi corazón latía. ¿En dónde mierda estoy?
Mi mano comenzó a temblar cuando me di cuenta de algo. Mi mano estaba pálida, el color de mi piel solía ser un moreno claro. Mi atención se dirigió hacia mi cabello que colgaba a mis lados. Mi cabello negro ahora era castaño y tenía rayitos que terminaban con las puntas de color rubio cenizo. Antes las puntas terminaban por debajo de mi hombro, ahora termina por debajo de mis pechos.
Mire las palmas de mis manos las cuales temblaban. El rugido proveniente del cielo hizo que mirara hacia él. Me apegue a la pared cuando vi una enorme criatura volando encima de los edificios que se veían a lo lejano. Un dragón de color negro volaba tranquilamente mirando a sus alrededores, como si estuviera buscando algo, al final el me marcha desapareciendo de mi vista.
Suspiro cuando ya no veo a la criatura. Me quede sentada unos minutos, respirando y suspirando tratando de procesar todo lo que ha ocurrido.
Cuando estoy más tranquila me levanto del suelo apoyándome de la pared para que no cayera, ya que podía sentir que mis piernas temblaron por un momento.
Di otro pesado suspiro, miraba hacia el suelo aun sin creer lo que me estaba pasando. Me di cuenta a los pocos segundos de estar parada, que tenía la misma ropa con la que...morí, si es que estoy muerta.
Pase mis manos por mi pecho en busca aquel dije. Ahí estaba colgado, lo mire y seguía siendo el mismo.
Pase una mano por mi cabello, llevándolo hacia atrás. Decidida averiguar en donde estaba, di un paso para salir del callejón, pero mi pie choca con algo el cual de inmediato se aleja de mí. Miro al suelo y ahí estaba una especie de cetro, tenía una esfera de cristal y adentro había una carta con una imagen de un ojo, proveniente y conocido en el tarot. Eso es lo que había pateado.
Aun lado había un cassette. Me agache y lo tome con cuidado, lo voltee hacia el otro lado y esta tenía una etiqueta.
—Memories of T/N.
Me aclare la garganta al escuchar mi voz, se escuchaba ronca.
Sin duda este Cassette era mío. Pero ese cetro no tengo ni la menor idea de quien sea. Cuando estaba por tomarlo, escuche la voz chillona de un hombre. Me enderezo al escuchar la voz cerca de mí y cuando menos lo espero, siento el golpe en mi cara, y a los pocos segundos, mi espalda choca contra el suelo.
Miro alado mío y no supe si debía de gritar o salir corriendo. Parpadeé dos veces ante lo que estaba viendo. Era una cosa peluda, el cual se movía en el suelo quejándose. ¿Qué es todo esto?
La cosa peluda se apoyó en el suelo y sacudió su cabeza. Se levantó sin dificultad y sacudió las mangas de su camisa. Era una especie de monstruo, uno de esos que aparece en Monster inc. Tenía cuatro brazos y las inferiores las coloco en sus caderas, con las superiores acomodaba su pelaje de la cabeza.
— ¡Agh, mierda! —Se quejó.
Se giró a verme, tenía los labios fruncidos y una ceja levantada. Estoy a nada de gritar.
—Tu niña caprichosa que se cree dueña de este callejón. —Me señala con el dedo índice. — ¿Qué no viste que tenía prisa? —Preguntaba con irritación.
—Emm no. —Conteste tratando de sonar natural. —Ni si quiera te vi.
—Todos me conocen al pasar ¿en qué mundo vives muchachita?
—Vivía en uno en donde yo era la conocida. —Respondí con obviedad.
— ¿Qué? —Ladeo la cabeza. — ¿Acaso tu-?
— ¡Maldito Angel Dust! —Se escuchó gritar a lo lejano.
—Oh, mierda. —Exclamo desesperado mientras miraba la salida del callejón.
Mire hacia donde el veía. Sin siquiera esperarlo, la criatura me toma de los hombros parándose detrás mío.
—No te muevas. —Susurro.
— ¡Ahí estas, maldito desgraciado!
Abrí mis ojos al ver otra criatura diferente. Era una especie de criatura de un solo ojo con cabello rubio con tonos rosados. Era evidente que estaba furiosa.
— ¡Hey eso es trampa! —Me señalo.
— ¡Solo evito a irme al doble infierno! —Grito justo en mi oído.
Ella no dice nada más y solo lanza una especie de bomba encendida hacia nosotros, esa cosa iba a explotar.
— ¡Espera! —Esta vez yo grite cerrando los ojos con fuerza.
Sentí sus uñas clavarse en mis hombros. Puse mis manos delante de mi cara en espera de que algo explote en mi cuerpo, pero eso no ocurrió.
Sucedió lo que ni siquiera imagine. Sentí una especie de energía en mis manos y después como un brillo rojo iluminaba mis parpados. Abrí los ojos y lo primero que vi fue una especie de escudo de color rojo que salía de mis manos. La bomba era detenida por aquella barrera que estoy provocando.
Sin saber qué hacer, comencé a balbucear. Baje mis manos con prisa y aquel escudo que protegía mi cuerpo, rodeo la bomba. Aquella esfera salió disparado hacia la criatura. Choco contra su estómago y salió volando saliendo del callejón.
Tape mi boca soltando un chillido de asombro. La cosa peluda solo se enderezo y suavizo su agarre. No tengo ni la menor de que fue lo que hice.
Los dos corrimos hacia aquella chica para ayudarla. Salimos del callejón y yo me detuve cuando estuve alado de ella. El señor se agacho hacia ella y la ayudo sentarse. Ella solo daba fuertes respiraciones con una mano en su estómago.
—Ah, yo, ¿lo siento? —Dije sin estar segura de lo que decía.
—Cher, dime que me sigues recordando. —Comenzó agitarla rápidamente.
— ¡Ahhhh! ¡Si! —Chillo, empujando levemente a su posible amigo. —Solo me golpearon, y me caí. —Movió su mano.
Se levantó del suelo sacudiendo sus brazos el cual uno parece estar tatuado y otro está cubierto con un tipo de guante.
— ¡Diablos nena! Debes aprender a controlar eso. —Señalo mis manos mientras sacaba otra bomba de su bolsillo trasero.
—Si. Eso creo. —Mire mis manos por un momento.
Nunca me había sucedido algo así y nunca imagine que algo como esto me pasaría. Esto solo sucede en películas de acción pero nunca en la realidad. Fue una sensación extraña, como si dejara salir algo pesado el cual se sintió ligero una vez que lo solté.
Estoy comenzando a creer que estoy drogada.
—Eres nueva ¿cierto, Bubs? —Acomodó su copete mientras se levantaba del suelo. —Supongo que eso es un sí. —Poso sus brazos inferiores en sus caderas.
— ¿Bubs? —Junte las cejas.
—Boobs, Bubs, lo que sea. —Movió su mano con desinterés. —Suéltalo nena, ¿Qué cometiste para caer aquí? —Cruzo sus brazos superiores.
—Aquí. —Murmure.
Vi como la criatura se encaminaba de regreso al callejón, hasta llegar al cassette que solté al caer al suelo y el cetro que nunca recogí.
—Estas en el infierno, linda.
Sentí una mano en mi hombro. Mire hacia un lado, aquella, chica me miraba con una sonrisa burlona, pero sus ojos mostraban comprensión.
—Ahora entiendo. —Afirme regresando la mirada hacia el callejón.
El sujeto tenía el cassete detrás de su espalda y analizaba con la mirada el cetro.
Así que termine en el lugar que menos espere. No voy a mentir al decir que esperaba llegar al cielo, seria hipócrita de mi parte. Pero el infierno no era un lugar que esperaba llegar, había creído que llegaría a una especie de limbo del que habla la biblia.
Mi mente no captaba que estaba muerta, pero algo en mi interior decía que era verdad que estaba en otro plano. Al fin y al cabo no iba a sobrevivir a que me dispararan. Ahora recuerdo como morí.
Se suponía que cuando uno moría tenía un juicio final, el cual se decidía donde terminabas. Creo que algo estuvo realmente mal conmigo para que no hayan querido hacer ese juicio.
—Así que el infierno. —Murmure, resignada.
—Aja y esto es tuyo Bubs.
Me lanzo el cetro directo al estómago. Lo tome con ambas manos para que evitara que choque con mi barriga. Esto pesa más de lo que parece.
— ¿Cómo sabes eso? —Aleje el cetro de mí.
—Todos llegan con algo cuando mueren. Eso te pertenece. —Señalo el cetro.
—Qué lindo. —Conteste con sarcasmo. —Agh ¡¿Qué se supone que haga ahora?! —Dije con frustración.
Choque la punta del cetro contra el suelo. No debí de hacer eso.
El cetro se ilumino y la carta comenzó a girar. El suelo brillaba con intensidad y sin más salió una onda rojiza que empujo a los dos compañeros que estaban a mi lado.
— ¡¿Es enserio?! —Exprese, irritada.
—Creo que ya se dónde va todo esto. —Dijo, a quién conozco como Cher.
Se levantó nuevamente del suelo y se acercó a mí.
— ¡Yo estoy en las mismas! —Dijo el peludo quien se acercaba a mí con emoción.
—Antes de hacer una locura. —Poso su mano en el estómago de su compañero quien soltó un quejido ante su acción. —Tenemos que averiguar que esa cosa realmente funcione. —Señalo el cetro.
—¿Van a experimentar conmigo? —Levante una ceja.
—No cariño, tú vas a experimentar. —Dijo con emoción.
— ¿Disculpa?
—Cherrie Bomb, linda. —Me extendió la mano.
La tome y ella lo movió de forma lenta pero emocionada.
—Meh, Angel Dust. Solo Angel.
