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"You're so young, you look in my eyes

So young, so sweet, so surprised

You look so young, like a daisy in my lazy eye"

[ Interpol, Rest my chemistry ]


El regusto amargo de la medicina quema su garganta como ácido y los ojos le pesan: ojeras más pronunciadas, vista cansada. Kisame le ha dicho que no debería esforzarse demasiado cuando se trata de enemigos pequeños, especialmente después de haberse enfrentado a Hatake Kakashi.

Pero está bien, se ha acostumbrado. Tiempo atrás comenzó a ver el mundo a través de sombras difusas y chispazos de luz. El medicamento que le preparó Sasori solo calma el dolor de sus contracciones y le permite identificar formas con más claridad. Así resulta menos problemático distinguir los rasgos de la gente que lo rodea.

En este momento, sin embargo, no necesita los efectos de la droga para que el dolor comience a desvanecerse poco a poco, haciéndolo sentir más liviano, como si su cuerpo acabara de purgarse. Puede enfocar nítidamente al niño que se acerca hacia él, con pasos calmados y grandes ojos curiosos que miran los árboles a su alrededor hasta detenerse sobre el hombre triste, cuyo rostro está parcialmente cubierto por el cuello alto de su capa.

Las pestañas del niño se agitan con un parpadeo. Algo parece no cuadrar dentro de su mente, pero sonríe divertido —casi nervioso— mientras reanuda su andar y se detiene a un paso del mayor. Tiene que levantar el rostro para poder encararlo.

—¿'tachi-chan? —pregunta, y el tono infantil de su voz remueve telarañas dentro de la mente de la comadreja. El pequeño (que no debe tener más de diez años) frunce el ceño, examinándolo de pies a cabeza. Hace una gran sonrisa al fijar su atención en el rostro del pelilargo y se sujeta las caderas con ambas manos—. ¡Juraría que eras más bajo que yo!

Itachi lo observa durante un momento, con el corazón hecho un muñón. Se inclina para quedar a la altura del menor y cuando sus ojos se encuentran, el Uchiha siente que todo el ardor del esfuerzo podría desvanecerse para siempre.

—Hola, Shisui.

Una sombra ligera cubre la mirada del niño.

—Huh, creciste —Shisui hace una pequeña mueca torcida, como reprochándoselo. Itachi se mantiene en silencio, y así es como permanece todo durante unos segundos: únicamente el viento que agita los árboles frondosos del campo del clan Uchiha, donde ellos se vieron por primera vez—. No me digas. ¿Nos volvemos más fríos a medida que envejecemos?

Itachi siente una opresión en el pecho ante aquella pregunta, pero desde el fondo de su garganta nace una sonrisa. Casi ha olvidado cómo se siente curvar los labios. No puede hacerlo mucho mientras esté en Akatsuki, y tampoco es que se halle motivado a hacerlo.

De hecho, solo existen dos motivos. Y uno de ellos está parado frente a él.

—Hoy volví a ver a Sasuke. —al escucharse, la comadreja se percata de que tal vez esa es la razón por la que Shisui es un niño de diez años: Sasuke, a pesar de haber cumplido los trece, sigue siendo tan tierno como cuando tenía diez.

Shisui también tenía esa edad cuando lo conoció.

Quizá Itachi solo está melancólico por aquellos días.

—¿Y cómo está? —pregunta Shisui, levantando ambas cejas.

—Solo lo vi un instante, pero parece que lo hace bien—murmura cálidamente—. Kakashi-san lo está entrenando. Ya está más alto.

—¿Así que Sasuke-chan también me dejó abajo? —Shisui cruza los brazos e Itachi extiende la mano para revolver suavemente los cabellos alborotados del niño—. ¡Hey! ¿Qué crees que haces?

—Lo extraño—Itachi declara, sonriendo ante la suavidad de los mechones azabaches—. Y a ti también. Los extraño mucho a ambos.

—¿Por eso volviste? —Shisui levanta la mirada. Itachi sabe que es demasiado transparente cuando se trata de Shisui. Siempre fue así, incluso cuando eran niños.

—Sandaime murió. Tenía que hacerle saber a Danzou que yo sigo aquí.

Shisui frunce un poco el ceño, receloso. No es algo que haya hecho con frecuencia y, aun así, Itachi piensa que es adorable. Quiere picarle la piel entre las cejas, ahí donde se forma una pequeña arruguita.

—Danzou-sama no me da buena espina.

—Haces bien—La comadreja desliza la mano sobre los cabellos del menor hasta su hombro, manteniendo su sonrisa pese al nudo atorado en su garganta—. Nunca deberías fiarte de él.

El más joven sonríe.

—No me preocupo. Sasuke-chan está en buenas manos.

Itachi asiente. Ver a Shisui siendo un niño es casi tan irreal como verlo en sí, porque los papeles se han invertido: Ahora es la comadreja quien juega con la melena de Shisui. Es una perspectiva diferente al pasado, cuando Itachi se lastimaba y fingía que el dolor era mayor solo para que su primo se ofreciera a llevarlo sobre su espalda.

El pensamiento lo hace ruborizarse. Itachi parpadea al sentir los pequeños dedos de Shisui sobre su rostro, tallándole el pómulo, limpiándole la sangre que llegó ahí desde su lagrimal desde antes de su encuentro con Shisui. La expresión del niño se llena de preocupación.

—¿Estás enfermo, 'tachi?

Shisui conoce la respuesta sin necesidad de que Itachi la diga. La comadreja lo sabe.

—Estoy medicándome. Estaré bien — afirma, justo antes de percatarse de su propia mentira. Necesita ser más específico—. Estaré bien hasta que llegue el momento adecuado.

Shisui acuna el rostro de Itachi con ambas manos, conteniendo el ceño fruncido, como si no conociera las palabras correctas para reprenderlo. Itachi lo contempla gentilmente por unos segundos. Quiere grabar el sentimiento que provoca la mirada inocente de Shisui en su corazón.

—Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? ¡Te acompañaré a donde quiera que vayas! —declara el muchacho—. Soy como tu hermano mayor, 'tachi. Aunque seas más alto que yo.

Itachi sonríe. La sonrisa más sincera en meses.

—Lo sé.

Aunque Shisui es el único con quien se permite llorar, él se esfuerza por no hacerlo. Hace años, el joven le dijo que nada lo hacía más triste que verlo sufrir y, aun así, Itachi no puede evitar que sus ojos se vuelvan acuosos.

Se levanta, impulsado únicamente por el camino que todavía le falta por recorrer. Porque cada día está a un paso más cerca de su destino y el tiempo corre rápido. En un parpadeo, Sasuke dejará de ser un niño, e Itachi necesita estar listo para cuando eso pase.

—¿Te tienes que ir? —pregunta Shisui, parpadeando—. Quédate un rato. Te enseñaré un truco—dice, sacando un kunai del estuche en su pierna.

—Tengo que irme— dice la comadreja.

—¿Volverás? — Itachi únicamente le sonríe. Los rizos de Shisui se mecen al son del viento y unos pájaros comienzan a cantar por allá, entre los árboles—. ¡Te estaré esperando!

Itachi comienza a contar los segundos que tarda el genjutsu en deshacerse, cada uno como un golpe de realidad. Y, entonces, el rostro cálido de Shisui deja de existir.

—Te lo he dicho muchas veces, Itachi-san—La voz de su compañero lo llama a través del sonido de la lluvia—. Si no nos protegemos de la tormenta, cogeremos un resfriado.

Se vuelve hacia Kisame. El hombre lo está esperando con Samehada sobre su espalda. Itachi permanece unos segundos más bajo la lluvia antes de que Hoshigaki diga algo que le repetiría con frecuencia durante los años siguientes:

—Realmente no te conozco y no tengo idea de lo que estés pensando. Pero desde aquí, parece que estás llorando.


Voy a subir un capítulo por semana, ¡así que nos leemos pronto! :D