Se ha desatado un desmadre en el Palacio en donde muy pocos logran entender qué está pasando. Y por si fuera poco, Sass tendrá que controlar a un caballo desbocado para evitar una muerte… solo para encontrarse con unos lindos ojos grises. ¡GRACIAS POR LEER!


Este fic es un Spin – Off del fic "DESTINO" de Abby Lockhart y cuento con su autorización para escribir esto (de hecho, ella me animó a hacerlo). Les recomiendo su lectura.

DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.


ADVERTENCIAS

La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.

Puede haber spoilers de la cuarta temporada.


"ENTRE DOS SIGLOS"

CAPÍTULO II: Un real desmadre

Establos reales. Palacio del Louvre. París.

A 30 días del mes de noviembre de 1589. Momentos antes.

Era sin lugar a duda una bestia hermosa, pero… muy arisca. El animal era un precioso y gallardo caballo de guerra que el embajador de España presentaba en nombre de la corona española al rey Félix I, y como tal estaba a la altura de la realeza, aunque por como Luka lo veía, más que un regalo de buena voluntad, parecía ser una declaración de principios: el animal se traía un temperamento de los mil infiernos y parecía verlos como si les dijera hasta de lo que se iban a morir y como los iba a pisotear si osaban montarlo. Hasta mordía si se le daba la oportunidad.

Les estaba dando muchos problemas a los caballerizos.

—No sé si el Rey de España le desea parabienes al Rey, una fractura, una caída o las tres cosas juntas. —comentó Luka soplándose el flequillo— No sé mucho de caballos, pero hasta yo me doy cuenta de que es un animal precioso… pero no lo montaría ni aunque fuera el último caballo del mundo.

—¿Dónde está tu valor, amor? —bromeó Kagami con ternura.

—Siendo persuadido por mi prudencia, ma cherie. Seré un ex pirata, pero no tonto. —Luka hinchó el pecho con orgullo. Le encantaba tener a su esposa del brazo y que todos los vieran— Insisto, con este regalo, quedó evidentemente que el monarca español detesta a su alteza Félix I.

—Que no te escuche el embajador Spinoza, amor. —advirtió Kagami casualmente— Padre dice que es un hombre muy orgulloso y sensible… y que está buscando pelea hace rato.

—¿No son así todos los embajadores? —intervino Sass con picardía. Luka y Long aguantaron la risa, pero Kagami solo entrecerró los ojos.

—Te aprovechas que te respeto, Sass. —Kagami rodó los ojos, acostumbrada ya al humor del inglés, y volvió la vista hacia el animal, que rascaba el suelo con una pata, como preparándose para embestir algo— Qué bella criatura, pero no parece un caballo lusitano.

—No lo es, debe ser otra raza. —Longg suspiró largo y profundo— Tampoco sé mucho de razas de caballos, pero se nota que no es un lusitano.

—Es un Andaluz. —comentó Sass con propiedad, las manos en las caderas y la vista fija en cómo los mozos de las caballerizas intentaban calmarlo— Ese animal ha sido tratado como príncipe toda su vida y hasta yo me doy cuenta.

El grupo estaba en los establos reales, curioseando al animal que dentro de unas horas por fin sería entregado oficialmente al rey. Aunque si el caballo seguía con su berrinche, probablemente se esperarían a que estuviera más aclimatado a su nuevo entorno antes de entregarlo. Era un animal joven que iba a necesitar un amo con tanto o más carácter que él para domarlo. Sass supuso que Félix podría manejarlo bien, el joven rey era un jinete bastante decente y tenía un agudo carácter del cuál echar mano.

—Es cosa que se aclimate. Deberían dejarlo en paz. —rezongó Sass cruzándose de brazos. En ese momento el caballo dio una coz y uno de los mozos se dio un buen suelazo. Todos apartaron el rostro e hicieron un gesto de dolor.

—Insisto, el Rey de España no le desea bien al Rey Félix. —se lamentó Luka— ¿Están seguros de que es un caballo y no un semental?

Y sin embargo el grupo notó que el animal estaba demasiado inquieto. Hasta hacía unos momentos su nerviosismo parecía normal, algo típico de quien no conoce su entorno, pero de un momento a otro se había puesto más ansioso, como presintiendo algo que no le gustaba. Una vez Longg había visto algo similar en Japón, y no solo una vez sino varias: una súbita inquietud de los animales solía preceder temblores importantes. Fue tan evidente el cambio de actitud (para peor) de la bestia, que hasta el más ignorante en cuanto a comportamiento animal se estaba dando cuenta.

—¿Perciben eso? —preguntó Longg.

—Algo va a pasar. —gruñó Luka, sujetando inconscientemente el mango de su espada.

En ese momento el ambiente se puso raro, como un silencio agudo acompañado de un picor extraño en el alma; un espectro de luz solar desvanecido, como si le hubieran puesto un filtro empavonado. ¡Nadie quedó indiferente! Luka y Sass desenvainaron casi al unísono, buscando amenazas. Longg se llevó la mano a la espada en actitud protectora, al igual que Kagami, quien también se puso alerta mirando en todas direcciones. No eran los únicos,

—¿Huele a pólvora? —preguntó Luka de pronto, aunque a nadie en particular.

¡KABOOOOOOOOOOOOOOOM!

Y entonces vino el estruendo que pareció sacudir el palacio hasta sus mismos cimientos, acompañado de ese relámpago enceguecedor que hizo que todos apartaran la mirada. Muchos se tiraron al suelo en su afán por protegerse y los animales que estaban en los establos relincharon aterrados. Luka protegió por instinto a Kagami con su cuerpo.

Lo que pasó a continuación fue bastante frenético y desafortunado. Tras el escándalo y cuando todos comenzaban a recuperarse, vieron que un grupo extraño de personas habían aparecido junto a ellos en distintos puntos del picadero. Estaban confundidos, pero se miraban entre sí como buscando algo y pronto echaron mano a unos extraños arcabuces. Eran soldados a todas luces, que lucían uniformes que nunca habían visto, con un emblema en el brazo: una banda de tela roja con una cruz suástica negra inclinada inscrita en un círculo blanco.

Luka se apoyó sobre las barandas del picadero tras ponerse de pie, sintiendo como Kagami lo sujetaba del brazo. Ambos pudieron ver a uno de esos extraños, cuyo aspecto y galones daba a entender que tenía más autoridad sobre los demás. Estaba de pie en medio del picadero, sujetando su cabeza como quien trata de sofocar una migraña y como todos, su confusión era más que evidente…

… Hasta que se fijó en aquella delgada mujercita de falda rara que comenzaba a levantarse, ayudada por un niño de unos 11 o 12 años.

La mujer llevaba un extraño arcabuz con ella.

—¡MATENLOS! —gritó con rabia en alemán, señalándola con el brazo, lo que por razones obvias puso a correr por sus vidas a la mujer y al chiquillo.

¿De dónde habían salido? Sepa Dios, pero lo habían hecho a casi unos 10 metros del enojado caballo, quien además de molesto, estaba asustado. Pifiaba, bufaba y pateaba el suelo con ganas de machacar gente del susto que se estaba pegando.

La mujer bien hubiera querido correr a perderse, pero se detuvo al no reconocer su entorno, como si esperase otra cosa. Seguramente decidió que luego pensaba en esos imprevistos, que lo importante era salir con vida de ahí, por lo que a tropezones y sin soltar al pequeño, comenzó a correr hacia las barandas en busca de refugio. Pero uno de los soldados de uniforme y armamento extraño le cortó el camino y los apuntó dispuesto a disparar. En un rápido movimiento, la mujer no dudó en echar al niño detrás de ella y haciendo uso de su propia pistola jaló del gatillo antes que el soldado, despachándolo. El muchacho entonces la empujó hacia un lado, botándola al suelo y cayendo junto con ella en el instante que les disparaban por la espalda y ambos cayeron de bruces.

El arisco caballo, que ya no daba más del susto, terminó por encabritarse y con un espectacular relincho, se alzó sobre sus patas traseras, soltándose de sus amarras y se desbocó sin remedio, embistiendo tanto a sus cuidadores como a los soldados que tenía cerca, dando toda suerte de coces alocadas a todo lo que pudiera. El animal cargó en seguida contra la mujer y el niño que acababan de caer por los suelos debido a los disparos, dispuesto a eliminar de una vez por todas la causa de sus miedos.

Todo en menos de 30 segundos.

Era de esperar que nadie entendiera nada, pero mientras la mujer y el muchacho veían sus vidas en peligro, sin reparar en el lugar en el que estaban, los del palacio no tardaron en entrar en acción. Ya había entrado un grupo de guardias reales al picadero alertados por el escándalo y a una orden de Luka, procedieron a apresar a todos los extraños que podían por la fuerza. Se dio una suerte de batalla campal y apenas pudieron detener a unos cuatro de los extraños, mientras otros huían o… fallecían. Sass y Longg, apoyados por Kagami y los mozos de las caballerizas, capturaron a los que habían sido embestidos por el caballo (uno de ellos estaba muy malherido), al tiempo en que se daban cuenta de la situación de la mujer…

—¡El Caballo Los Va A Matar! —exclamó Kagami alarmada— ¡¿Sass?!

—¡Ese inglés Está Zafado! —gruñó Longg sorprendido.

—¡¿Qué Hace?! ¡Sass! —gruñó Luka, echando a correr en pos de su instructor.

Es que Sass no los había seguido. En vez de ir con ellos a atrapar a los caídos, corrió hacia la mujer, que parecía paralizada viendo como el caballo se le venía encima, cual cervatillo ante luces fuertes. Incluso había seguía a medio incorporar. El niño en cambio había reaccionado mejor e intentaba ponerla de pie a los tirones, pero en vano. Sass sabía que tenía una única oportunidad, así que hizo lo que tenía que hacer y corrió a todo lo que le dieron las piernas.

Lo que ya era decir, pues no era precisamente un mozalbete.

—¡QUIETO!

Sass se le atravesó al caballo, extendiendo y agitando los brazos en el aire, tratando de verse lo más grande posible. El caballo se detuvo en seco y se alzó encabritado sobre sus patas traseras, expresando su malestar muy sonoramente y cambiando ligeramente su dirección. Entre relinchos enfadados y maniobras acorde, Sass no cedió terreno e incluso intentó sujetar las bridas del animal, ocasión que Luka y uno de los mozos aprovecharon para sujetar al caballo por las riendas. Entre los tres lograron apaciguarlo a duras penas y el mozo pudo alejar al caballo de sus casi víctimas cuando recibió refuerzos de sus camaradas.

Luka fijó miradas con su maestro una vez que se llevaron al caballo, que no paraba de protestar.

—¡¿Me Quieres Matar De Un Susto?!

—Oh. Me Aprecias, Joven Luka: es bueno saberlo.

—¡Connard! —siseó Luka entre dientes.

—¡Lenguaje, recuerda que ya no eres un pirata!

Sass se sacudió las ropas y el exceso de adrenalina del cuerpo. ¡Ya no estaba para esos trotes! Pero por lo visto había salvado la situación con bastante dignidad. A esas alturas ya habían reducido a los extraños, pero no a todos. Giró sobre sus talones y enfrentó a la mujer, que seguía en el suelo y con los ojos abiertos de hito en hito.

Fue como si le dispararan directo al corazón… ¡Qué ojos tan lindos tenía la mujer!

¡¿Pero qué demonios?! Sass sacudió la cabeza y gruñó para sí mismo. ¡No podía estarse fijando así en una jovencita! ¡Menos en una situación como esa! Luka lo miró perplejo, como notando algo curioso.

—¿Miss? —la llamó Sass— ¿Se encuentra bien?

¡Pero que ropas tan raras! Nunca en su vida había visto a una mujer vestida así y eso que había visto de todo. Tenía una falda color verde musgo que le llegaba justo por debajo de las rodillas y unos zapatos cuya factura no pudo asociar a nada que él conociera. Vestía además una blusa blanca, quizás de lino, pero no usaba corset. ¿Acaso estaba en ropa interior? Asimismo, tenía un sweater azul oscuro y llevaba cruzado al cuerpo un bolso de cuero de aspecto pesado… además de una suerte de pistola MUY rara cuyo diseño parecía como de locura. Y un arcabuz igual de raro. ¡¿Cómo caminaba con todo eso encima?! Unos bellos ojos grises eran enmarcados por un rostro lleno de hollín, raspones y sangre. La mujer era muy delgadita y se notaba que no lo había pasado nada bien las últimas horas. El niño por su parte, que por alguna razón se le hizo familiar, también vestía curioso, pero no se detuvo mucho en detalles: llevaba una mochila y se notaba que había pasado las de Caín, pero lo miraba impactado.

Seguro por como había detenido al caballo. Eso impresionaba al más apático.

Miss. ¿Se encuentra bien? —Sass le estiró la mano para ayudarla a ponerse de pie, pero la chica no le quitó los ojos de encima.

—Ajá… —balbuceó apenas.

Good. —Sass insistió con la mano, pero la chica no se dio por aludida— Espero que mademoiselle comprenda que debemos detenerla hasta que aclaremos…

ASOMBROSO. —dijo el muchacho de pronto, agitando los brazos— ¡Eso Fue ASOMBROSO! ¡¿Cómo Hizo Eso?!

—Err… ¿Asombroso? No, at all. —Sass le dijo con firme amabilidad— hice lo que tenía que hacer. —el hombre insistió con su mano, y por fin la joven la aceptó, pudiendo ayudarla a ponerse de pie. ¿Qué edad tendría? —Miss, ¿está mayormente lastimada?

La chica no respondió. Solo le fijó sus enormes ojos grises y casi con timidez ocultó el rostro, arreglando sus ropas y accesorios. Se maldijo así misma entre dientes, pues todo indicaba que sus neuronas no querían funcionar como era debido. Sass frunció el ceño. ¿Acaso no le habían entendido o se habría golpeado la cabeza?

—Miss… ¿Acaso se lasti…?

—¡Cásate conmigo!

Del susto, Sass hasta retrocedió un paso al escuchar eso, sin saber qué responder. No digamos que era la respuesta que esperaba. La mujer se sopló el flequillo, riendo nerviosa, y le dio la espalda mientras se tapaba la cara de la vergüenza, confirmando así que en verdad sus neuronas no querían funcionar.

—¡Válgame! Las cosas que digo. —dijo en voz alta algo atolondrada— ¡Con la suerte que tengo seguro ya estás casado! Como todos los buenos. —la mujer se volvió al muchacho, aunque no dejaba de ver su entorno. El hecho que los alemanes estuvieran retenidos no la tranquilizó— ¿Está bien, mon petit prince?

—¿No le vas a responder a la mademoiselle, Sass? —Luka le dio un súbito codazo— Te hizo una pregunta.

El pobre no alcanzó ni a tener un tic nervioso y se quedó mirando a Luka sin saber qué pensar. Sus neuronas también se habían detenido. Miró a su alrededor, notando que los demás extraños eran custodiados por los guardias de palacio, aunque por lo visto algunos se les habían escapado. A la distancia vio a Juleka corriendo hacia ellos a todo lo que le daban los pies.

—Creo que deberíamos detenerlos hasta…

—¿Detenerme? —la chica de los ojos grises le sonrió y extendió las manos— ¡Puedes apresarme todo lo que quieras!

—¡Liiri! —se quejó el muchacho, indignado— ¡Los nazis!

La advertencia del muchacho pareció sacar a la mujer de su estupor, quien rápidamente se volvió hacia la persona que de pronto se había acercado. Como le apuntase con el arma con una mano, sujetando al muchacho y escondiéndolo detrás de ella al mismo tiempo, Sass la sujetó de la muñeca con más firmeza de la necesaria y bastó una mirada del inglés para que la mujer bajara el arma. Liiri obedeció, pero estaba seria como el mármol, no le quitó los rapaces ojos de encima, como midiendo voluntades, en un súbito cambio de actitud. Juleka ni se mosqueó por haber sido apuntada a la cabeza: venía agitada, pero eso se debía a que había estado corriendo. Observó a la extraña con los ojos muy grandes, pero por lo visto sabía más de lo que aparentaba.

—¿Juleka?

La recién llegada se empinó y algo le dijo al oído a su hermano, sin dejar de ver de reojo a los extraños. Liiri seguía manteniéndole la mirada a Sass y el muchacho lucía inquieto. ¡Pobrecito! Parecía que había caído por un barranco y tres cuartos de otro ahora que lo miraban mejor. ¿A quién se parecía? Miraba a su alrededor viendo como los guardias de palacio reunían a los extraños soldados, dejando aparte a los que parecían estar desmayados o peor. Quizás por instinto el niño buscó refugio en los brazos de Liiri.

—¿Dónde está el Gorila?

Sass se podría haber quedado toda la vida mirando los fieros ojos de Liiri, pero su intuición comenzó a llenarlo de alertas. Comenzó a prestarle más atención a Luka, quien tras escuchar a su hermana, había quedado tan pálido como si hubiera visto un fantasma.

—¿Muchacho?

—Atacaron al Rey. —gruñó el ex pirata, dedicándole una mirada fría a la mujer— Ella y el niño están bajo arresto. ¡El rey nos convoca a su presencia!

—¡¿Bajo arresto?! ¡¿Otra vez?!

Luka no les dio mucha opción. En seguida sujetó al muchacho de un brazo, quien miró suplicante a Liiri torciendo el cuello todo lo que podía. Juleka alcanzó a ver como la mujer le decía que no tuviera miedo y que levantara la cabeza. Sass se puso muy grave y sujetó mejor a Liiri, aunque como no se resistió, apenas tuvo que aplicar fuerza… al menos no por mucho rato más.

—¡Con cuidado, Ojitos lindos! Es mi primera vez…

—¡Dammit, miss! —Sass soltó a Liiri como si fuera una papa caliente.

—¡Mi primera vez que me arrestas! —aclaró la chica en seguida— ¿Qué te imaginaste?

La situación era muy seria y grave, no era el momento para hacer bromas, pero el comentario y la reacción de Sass casi les sacaron una carcajada a los hermanos Couffaine. Juleka intervino y sujetó a Liiri en lugar de Sass, obligándola a caminar. Solo en ese momento se fijó en el pequeño: estaba asustado y cada vez más perplejo, pero no parecía mal portado. Eso sí, en vez de rehuir del lado de Luka, pareció buscar refugio en su hermano, sobre todo cuando pasaron cerca de los nazis apresados.

—¿Pasa algo, muchacho? —preguntó Luka, quien se había dado cuenta de la actitud del niño.

—Son nazis. —susurró el chiquillo— Quieren matarme.

—Mira hacia adelante, mon petit prince. ¡Y levanta la cabeza! No te olvides quien eres y quien soy yo —lo animó Liiri muy seria— ¡Primero Me Pasan Por Encima Si Quieren Dañarte!

El grupo siguió caminando y pronto salieron de los establos a paso vivo, escoltados por un grupo de guardias. No habían llegado muy lejos cuando Luka vio a Kagami muy digna junto a un hombre muy grande y corpulento, en cuyo rostro se reflejaba una profunda angustia. ¿Qué hacía su esposa ahí? Se supone que debía haber buscado refugio fuera de los establos, preferentemente en el palacio, no debía haberse quedado…

… Ah, pero por supuesto. ¡Kagami no iba a huir de un conflicto!

—Este es Simón, dice que los conoce. —dijo Kagami antes que Luka le preguntara nada, señalando al grandote— Acaba de salvar mi vida, hay de esos soldados extraños por todas partes y son unos cobardes que huyen ni bien les quitas sus juguetes…

—¡GORILA! —el niño se soltó de Luka repentinamente y se abrazó al grandote, quien correspondió en seguida el gesto.

—¡Mmmm! Mmmp Hmpf Mmmmh. —lo saludó el Gorila visiblemente aliviado.

—¿Qué se supone que está pasando aquí? —preguntó Kagami poniendo las manos en sus caderas.

En el interior del palacio las cosas estaban muy revolucionadas. El rumor de que el Rey y su familia habían sido atacados, y de la aparición de gente muy extraña, había corrido como la pólvora y muchos de los nobles y otros funcionarios estaban tratando de averiguar qué diantres estaba pasando. ¡No era para menos! Se habían escuchado balazos, un tumulto, los guardias habían corrido en ayuda del Rey, alguien había volteado el té y todo era muy confuso, nadie sabía mucho. Tikki mantenía la dignidad, pero caminaba a paso veloz por la dirección en la que había visto a Plagg correr cuando se había desatado esa mini tormenta. Llevaba a Lucien con ella, quien se mantenía muy quieto y aferrado a su mamá, sin mayor preocupación en la vida.

Por un asunto de seguridad, Tikki debió haber dejado a su pequeño a buen resguardo, pero su instinto de madre le impidió dejar a su hijito solo. Del lado positivo, y como fiel reflejo de su papá, Lucien miraba todo con creciente curiosidad y no se le notaba asustado. Tikki tampoco lo estaba, pero sí muy preocupada y mientras más se acercaba a las habitaciones reales, más crecía su aprensión. No estaba muy lejos cuando de pronto vio abrirse de par en par las puertas del salón en donde el rey pasaba la tarde con su familia, al tiempo que un tropel de guardias, llevando presos a un grupo muy variopinto, salieron con algo de escándalo. Vio entonces a Plagg, cargando a una muchacha inconsciente en los brazos y seguido muy de cerca por los reyes, y su familia. Todos se dirigían muy serios hacia los aposentos reales.

—Algo está pasando… ¿Qué significa todo esto? —se preguntó a sí misma.

Tikki era una mujer de muy agudo intelecto. Aferró a su bebé y puso más atención en el grupo que llevaban prisioneros. Eran cinco personas, tres de ellas vestían de manera muy similar, pero las otras dos no; con todo, ninguna de ellas vestía ropas normales y ahora que se fijaba, la mujer que Plagg llevaba en brazos vestía tan extraño como ellos. Aguantó la respiración cuando algunos de los guardias removieron tres cuerpos del salón… fue cuando notó la sangre.

—Ay no… ¡¿Qué pasó?! —Tikki se aseguró a su bebé y comenzó a trotar en dirección del grupo.

Fue cuando notó que el hombre y la mujer prisioneros la miraban sorprendidos. Estaban detenidos, era evidente, pero recibían un trato incluso cortés, como si les hubieran dado el beneficio de la duda. Tikki no pudo evitar notar el parecido entre la chica y Marinette, aunque la pobre estaba casi en los huesos. Por cierto, los Agreste, que se veían muy agitados, parecían estar ilesos, pero muy asustados. La reina madre Amélie estaba al borde de las lágrimas y se debatía si ir tras su hijo y nuera o quedarse con los extraños. Los otros tres prisioneros estaban recibiendo el trato estándar que recibiría cualquier persona que hubiera atentado contra la vida del Rey (o sea, ya habían recibido una ensalada de palos cortesía de la casa).

—¡Tikki! —la llamó Adrien ni bien estuvo al alcance— ¿Estás bien?

—Adrien, ¿qué está pasando…? —Tikki cruzó miradas con Allan, quien la miraba como si estuviera viendo un fantasma— ¿Quién es usted?

—Agúuuu… —apoyó Lucien, mientras mordisqueaba una de sus manos.

Fue entonces que Tikki pudo mirar más de cerca a la extraña. Se llevó un buen susto, incluso retrocedió un paso, pues en efecto era la viva copia de madame Agreste. Amelie en ese momento la tomó del brazo.

—Por favor, Tikki, acompáñanos. —le pidió suplicante la reina madre— ¡Eres casi de la familia! No vamos a poder sin tu apoyo…

—Por supuesto madame, pero… ¡¿Qué es toda esta sangre?!

—Andando, que no hay…

—¡¿QUÉ HACEN?! ¡ESTÁ SANGRANDO! ¡¿Sigue Sangrando?! ¡¿Por Qué Está Sangrando?!

—¡DETENTE!

Como si fuera un huracán, otro extraño más apareció corriendo asustadísimo, y no tardó en ir directo hacia Plagg como si la vida se le fuera en ello. Había aparecido por uno de los corredores laterales y no dudó ni medio segundo en acercárseles. Plagg apretó los dientes y a una orden al unísono con el rey, dos guardias se apresuraron a detenerlo. Adrien echó mano de su espada y se adelantó.

—¡ALTO! ¡NI UN PASO MÁS!

—¡Sebastián! —lo llamó Bridgette— ¡Por favor coopera!

—¡No te pongas difícil! —le ordenó Allan con firmeza.

—¡Pero Madame Ro…!

—¡SILENCIO! —exclamaron Félix, Plagg y Allan al mismo tiempo— Aquí no, cuando estemos en privado.

—Sebastián es nuestro médico… bueno, más o menos. —lo identificó Bridgette sin demora, casi al borde de las lágrimas— Ha tratado heridas de bala antes…

—Se viene con nosotros. —gruñó Félix— Andando que no tenemos más…

En ese momento, Nathaniel, de todas las personas posibles, le saltó encima a Sebastián, restringiendo todos sus movimientos. Alix no tardó en sujetarlo de una oreja y dar una buena sacudida. Aurore dejó escapar un suspiro de angustia y se tapó los ojos. Del susto le temblaban las manos y ya no toleraría más demoras: si lo que los extraños le habían dicho era verdad, quería decir que su descendiente se desangraba y toda demora solo empeoraría su pronóstico.

—¡¿Ya Te Cansaste De Correr?! ¡Nos Debes Una Explicación!

—¡Habla! —le dijo Alix con firmeza— ¿Qué significa todo esto?

LUEGO. —ordenó el Rey— Caminando Que No Tenemos Tiempo.

Plagg iba en silencio y reanudó la marcha tras mirar brevemente a Tikki. Ambos parecían pensar lo mismo, pero ya tendrían una oportunidad de hablar luego. Sí se alivió de ver a su esposa y cachorro a salvo. Alix y Nathaniel se tomaron unos segundos para ver al grupo y supieron que estaba pasando algo serio. Avanzaron junto con ellos y se adentraron en las cámaras reales. Sebastián, el extraño al que habían estado persiguiendo, no tardó en acercarse a Plagg y a tratar de revisar a la chica que llevaba, pese a que intentaron impedírselo.

Pronto llegaron a una habitación amplia. Plagg fue derecho la cama y dejó a la joven sobre esta con delicadeza. En seguida el tal Sebastián se abalanzó sobre ella y comenzó a tironear de sus ropas para tener acceso a la herida, no gustándole lo que…

—Retrocede. —lo amenazó de pronto el Rey, apuntándole con la espada— Dime quien eres y con qué derecho te crees de acercarte así a…

—¡¿Félix I?! —Sebastián miró dudoso hacia sus compañeros— ¡¿A Dónde Nos Trajeron Los Nazis?!

—1589. —ladró Allan casi perdiendo los estribos— ¡Y Pórtate Bien, Maldita Sea!

—Majestad… —se adelantó Bridgette con nerviosismo— Él es Sebastián Kutzberg, es nuestro médico…

—¡¿Médico?! ¡Todavía soy Estudiante!

—¡No me contradigas, Sebastián! —siseó Bridgette con fiereza, antes de volverse al Rey— Ha tratado heridas así, sabe qué hacer.

—Ya viene nuestro médico real. —afirmó Aurore con susto.

—¡¿Kutzberg?! —balbuceó Nathaniel, entrecerrando los ojos.

—Con el respeto de vuestras majestades, confío más en los conocimientos de Sebastián que en los de cualquier médico de esta época. ¡Déjenlo! —afirmó Bridgette.

Félix bajó el arma, notando nuevamente el ardor en su costado que se empeñaba en ignorar. Miró muy severo hacia Sebastián, quien ni siquiera se había detenido a esperar orden alguna y ya revisaba a la mujer, concentrándose en primera instancia de detener la hemorragia. Notaron en ese momento que llevaba un bolso de cuero, del cuál comenzó a sacar instrumental evidentemente médico. Lo primero que hizo fue abrir un sobrecito y rociar una suerte de polvos amarillos sobre la herida. Marinette y Aurore no perdieron tiempo y comenzaron a aflojar las ropas de la chica, a quitarle los extraños botines y otros adminículos que llevaba con ella, para que no estorbasen en el camino del médico.

—No tengo tantos vendajes, ¡Bri!

Bri intentó dar un paso adelante, pero los guardias no la dejaron, pese a la suplicante mirada que les dedicó. Moría por ayudar, por intervenir. Allan le dio unas palmaditas en el hombro para tranquilizarla. En ese momento, un joven sirviente entró corriendo con telas frescas: al parecer, en algún momento del trayecto, habían dado la orden que trajeran vendas nuevas.

—¡Serás proveído, doctor! —exclamó el Rey, volviéndose a uno de los soldados que lo acompañaban— Ve y trae al doctor Laplant lo antes posible así tengas que traerlo a rastras y Tikki…

—¿Alteza?

—Por favor, te encargo que coordines lo necesario para estas personas. Alojamiento y ropas. Son mis invitados personales: corre el rumor que son mis parientes y… ¿Qué pasa?

Félix se detuvo a media frase. Todos de pronto lo miraban muy asustados y al menos Plagg se veía con ganas de querer golpear a alguien. Adrien se acercó a él y le puso una mano sobre el hombro.

—Primo… estás sangrando.

—No, no es mi sangre, es la de…

—Tu costado.

Félix entrecerró los ojos con curiosidad y se revisó el costado al tiempo que Adrien comenzaba a aflojarle el abrigo para tener mejor acceso a la herida. Fue entonces que se fijó en la causa del ardor que sentía, recordando brevemente que en el momento en que su supuesta descendiente le había caído encima, había sentido que algo le había rozado el costado.

Y en efecto, tenía una herida por roce y ahora que la veía con sus propios ojos, le ardía como los mil infiernos.

—Oh. Eso lo explica.

En ese momento las puertas volvieron a abrirse, dejando pasar a Luka y al pequeño grupo que lo seguía. Bridgette y Allan casi se desmayaron de alivio al ver a más de sus camaradas, que aunque presos, parecían estar a salvo, pero aquella tranquilidad les duró apenas unos momentos ni bien vieron la expresión de horror que puso el pequeño, quien fijó en seguida la mirada en quien yacía en la cama.

—¡MARIE!

Y soltándose de la mano de Liiri, y pese a que ésta intentó sujetarlo, al igual que Luka y un soldado cercano, corrió hacia ella en pánico, como si la vida se le fuera en ello.

Continuará

Por

Misao–CG

Publicado el lunes 12 de abril de 2021


Próximo capítulo: Explicaciones

—A ver si lo estoy entendiendo. ¿El Sacro Imperio Germano ya no existe? —preguntó Félix.

—No.

—Los principados alemanes se unificaron bajo un solo país…

—Sí.

—Esta Alemania invadió nuestras fronteras y Francia está aliada a los británicos. —dijo Adrien esta vez— ¿Cómo permitió el ejército que tomaran nuestra capital y apresaran a la familia real?

—Créame almirante —comentó Bridgette con pesadez— ¡Fue horrible!


Notas finales: Todo está confuso en ese palacio y no es para menos, que les cayó a todos una interesante situación y desde ya les digo… este fic, que partió como un sueño muy fumado, me sorprendió muchísimo incluso a mi, pues tomó un rumbo que no me esperaba. Algunas cosas de contexto: lo que hizo Sass para detener al caballo desbocado es lo que efectivamente hay que hacer. Gente que sabe de caballos me ha dicho que es la acción correcta, pero que se necesita un par bien puesto pues no hay garantías que el caballo se detenga a tiempo o no decida reordenarte las costillas. A veces se requiere que más de una persona haga tal cosa. Mis respetos a quienes se atreven, dado que a un caballo no me acerco ni con orden judicial (de lejitos se ven bien bonitos). Espero que esto les esté gustando y que no se susciten tantas dudas… y si las tuvieran, pues pregunten. Tengan en mente que es un universo muy alterno y me tomo bastantes licencias artísticas, pero digamos que eso es la esencia de un fic.

Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!


Muchas gracias Manu, por leer. Espero que disfrutes mucho el fic. Ten una galleta.


BRÚJULA CULTURAL:

Traída gracias a la magia de internet y Wikipedia. Otros sitios serán debidamente indicados. Debido a que habrá bastantes, nos iremos con calma para no colapsar tanto esto. So… aquí vamos.

Caballo Andaluz: es una raza de caballo española originaria de Andalucía. Se trata de un caballo ibérico de tipo barroco que está entre las razas equinas más antiguas del mundo. En España también se le conoce comúnmente como "caballo español" y se le denomina oficialmente Pura Raza Española (PRE), porque se considera que el andaluz es el caballo español por antonomasia, a pesar de que existen muchas otras razas equinas españolas. Sin embargo en la mayoría de los países recibe el nombre de "caballo andaluz". El caballo cartujano es una de las líneas de cría más importantes de esta raza.

Caballo Lusitano: es una raza equina de origen portugués y español cuyo nombre deriva de Lusitania. Su fama remonta a Época Romana, que atribuía su velocidad a la influencia de viento de Poniente, que se consideraba capaz de fecundar a las yeguas. Se trata de un caballo ibérico de tipo barroco que está considerado como el más antiguo caballo de montar del mundo. Hasta la década de 1960 compartió libro de registro con el caballo andaluz.

Al igual que ocurre con el caballo andaluz, tradicionalmente se ha destacado su bravura, flexibilidad y nobleza que los hacen adecuados para la monta, el rejoneo y la doma clásica.

Como un caballo con grandes aptitudes para la guerra, este coraje le convierte en una de las razas más apreciadas para el toreo, siendo uno de los caballos preferidos por los rejoneadores, y una óptima cabalgadura para el turismo ecuestre

Diferencia entre Caballo y Semental: Pues… los caballos están castrados y los sementales no. ¿Simple, verdad?

Sulfamida: Es una sustancia química sintética derivada de la sulfonamida, bacteriostática y de amplio espectro. Las sulfamidas se emplean como antibióticos, antiparasitarios y coccidiostáticos en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Las sulfas son usadas tanto en medicina humana, como el sulfametoxazol, la sulfadiazina y la sulfabenzamida, así como veterinaria, como el sulfanitrato, el sulfapirazol, la sulfaquinoxalina y la sulfadimetoxina. Las sulfonamidas fueron las primeras drogas eficaces empleadas para el tratamiento sistémico de infecciones bacterianas en el ser humano.

Las sulfonamidas fueron los primeros en desarrollar fármacos eficaces como antimicrobianos y pavimentaron el camino para la revolución de los antibióticos en la medicina humana y veterinaria. El primero de las sulfamidas fue el denominado Prontosil, que es un profármaco. Los experimentos con Prontosil comenzaron en 1932 en los laboratorios de la Bayer, para entonces componente de la enorme empresa química alemana IG Farbenindustrie AG. El Prontosil es un colorante azoico que contiene un grupo sulfonamídico, descubierto por un equipo bajo la dirección general del ejecutivo de la Farben, Heinrich Hoerlein, sintetizado por el químico de la Bayer Josef Klarer y probado bajo la dirección del médico/investigador Gerhard Domagk. La primera comunicación oficial sobre el descubrimiento revolucionario no se publicó hasta 1935, más de dos años después de que el medicamento fue patentado por Klarer y su socio de investigaciones Fritz Mietzsch.

Por ser el primer antibiótico y el único efectivo disponible en los años previos a la penicilina, las sulfonamidas continuaron prosperando a través de los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Se le atribuye haber salvado la vida de decenas de miles de pacientes, incluyendo a Franklin Delano Roosevelt, Jr. (hijo del presidente Franklin Delano Roosevelt) (en 1936) y a Winston Churchill. La Sulfa tenía un papel central en la prevención de infecciones de heridas durante la guerra. El polvo de sulfa (amarillo) era parte del botiquín de primeros auxilios de los soldados estadounidenses y se les decía que esparcieran el polvo sobre cualquier herida abierta.

Muchos miles de moléculas que contienen la estructura de la sulfanilamida se han creado desde su descubrimiento, obteniéndose formulaciones mejoradas con mayor eficacia y menos toxicidad. Las Sulfamidas todavía se utilizan mucho para afecciones como el acné e Infección urinaria, y están recibiendo un renovado interés para el tratamiento de infecciones causadas por bacterias resistentes a otros antibióticos.