XXlalalulu: Hola! Estoy pensando publicar semanalmente, entre los viernes y los domingos, depende cómo me las arregle con mis horarios laborales. Una mente pervertida no vive del aire mis queridos amigos XD.

Advertencia, esto no tiene Lemon, sino SMUT, MUCHO SMUT ¿Por qué? Porque soy una maldita pervertida XD

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

Capítulo 2

Abrió los ojos lentamente, mientras percibía un olor suave, a fresias, y un poco cítrico. Sí, el aroma de su esposa. Respiró relajado, volviendo a cerrar los ojos, pero antes giró un poco la cabeza para ver de reojo su Scouter, lo dejó en modo de reposo, y daba las 7am. Al parecer había tenido casi 8 horas de sueño corrido. Eso lo sorprendió; por lo general apenas alcanzaba una horas corridas. Se levantaba, entrenaba hasta que el cansancio lo venciera totalmente, y solo tuviera fuerzas para bañarse el sudor. En su planeta los días tenían casi 29 horas terrícolas, horas perfectas para cumplir con su objetivo de hacerse más fuerte, las obligaciones que le demandaban su posición de heredero, lectura referida al tema, y quizá una descarga con alguna hembra que le apeteciera.

Sus días se repetían así. Hasta hoy, éste amanecer se sentía y se veía diferente. Percibía la respiración de la princesa sobre el lado derecho de su pecho. Con el brazo derecho abrazaba su espalda, y con la mano izquierda, tomó la mano que la mujer tenía en el medio de su pecho. Volvió a tomar aire profundamente.

Serena empezó a despertar por la claridad de la ventana. Y fue recibida por el olor fresco, casi floral, pero fuertemente amaderado del pecho de su esposo. Abrió bien los ojos y alzó la vista para verlo. Su nariz afilada, su fuerte mandíbula, sus labios sensuales. Su cabello negro en forma de una flama; éste príncipe traspiraba masculinidad por donde se viera…Incluso notó…-"Su ceño…no está fruncido! Vaya, creo que nunca lo había visto con el rostro relajado totalmente de ésta manera. También es… ¿Lindo?…Guapo, se acerca más…mmmmhh…Sexy!¡Sí eso es!"-Divagaba la princesa en sus pensamientos mientras lo observaba.

-¿Tienes hambre?-Soltó Vegeta de pronto sin abrir los ojos, haciéndola saltar del susto y hacer un pequeño heeep!

-Aaahh…S-Sí, b-bu-buenos días.-La puso nerviosa saber que él seguro se dio cuenta de su escrutinio.

-Quizá una ducha rápida mientras nos preparan el desayuno. Estuve varias horas sin comer, voy a pedir mucha comida y les llevará un tiempo.-La miraba mientras se enderezaba para alcanzar el scouter, ella tenía las sabanas tapando su pecho y asintió-¿quieres algo en especial? Ayer apenas te ví probando bocado.-Él también no había comido mucho, para lo que un saiyajin con su régimen de entrenamiento debiera comer. Pero sí que había comido 5 veces más que ella.

-Por lo general tengo un gran apetito. Ayer los preparativos, la ceremonia, saludar tanta gente, los bailes…Nervios, supongo.

-Hmmp! Sí. No debo descuidarme, por mi entrenamiento. Pero normalmente tengo un apetito voraz respecto al de ayer.-Empezó a acercarse para acariciar su hombro con su dedo índice-Y… ¿Ahora sigues con nervios o se te apetece algo?-De forma seductora, acercándose a besarla.

-Ya no…-Dijo, con el corazón acelerándose-¿unos Hotcakes con miel, frutas…? Aaahh-suspiró mientras sentía el pelaje de la cola acariciando sus muslos, y con una mano acariciaba el cuello de su esposo, se inclinaba para que siguiera sus besos en el cuello.

-Perfecto.-Dijo, deteniendo sus atenciones a la hembra y ordenando por el scouter un gran desayuno para ambos, con porciones de carne que la sorprendieron un poco.-La comida de la tierra en verdad me gusta, he añadido mucho de ella a mi dieta regular.

-Ví que en la ceremonia había muchos platillos conocidos. Me alegra que no tendré problemas para ordenar algo o conseguir ingredientes para prepararme un bocadillo.-

-Sí. Puedo conseguir productos de los lugares con los que comerciamos, incluso ver si se pueden cultivar aquí para reducir la espera. Y mis cocineros tienen gran habilidad y conocimiento para ejecutar cualquier receta.-Miró hacia el baño-Tenemos media hora, dejé trabajar pocos sirvientes estas 2 semanas, así nos sentimos…No sé…Más íntimos?-

Ella agrandó la vista y le dedicó una sonrisa, en verdad se sentía como una princesa de cuento. Y por dentro reía un poco como tontita ¿Sabía él acaso lo mucho que la estaba consintiendo? Así que ella pondría de su parte, y se esforzaría para consumar su matrimonio, ser como él dijo; íntimos. Había visto a mujeres saiyajin de su mismo tamaño, y si todos los hombres saiyajin eran igual de dotados que su esposo, ella también podría.

-¿Nos duchamos juntos?-Le dijo con una pequeña sonrisa coqueta, pudo ver la expresión de sorpresa de Vegeta.

-Mujer ¿acaso lees la mente?-con una risa ladina presumida, levantando una ceja.

Él se levantó dirigiéndose al baño; cuya puerta estaba a la izquierda de la cama, desnudo, sin pudor alguno, a plena luz del día, dándole a Serena una vista completa de su trasero, haciéndola ruborizarse como un tomate, mientras se mordía el labio, reprimiendo su deseo.

Al entrar al baño, se sorprendió de lo espacioso que era, con una ducha grande de un lado, mármol veteado color crema y beige. Varias velas perfumadas grandes y una bañera, que parecía una mini piscina en el piso, con escalones a los costados para sentarse y recostarse. No se veía profunda, suponía que si su esposo se paraba allí, cubriría hasta su cintura. Vió como preparaba la temperatura de la ducha, que caía en forma de lluvia suave. Lo miraba de espaldas, su cola suelta ondeando de un lado al otro, y los sutiles movimientos de sus hombros y esa espalda endurecida como roca.

No resistió el impulso y dejó caer las sabanas que usaba para ocultar su desnudez, y se precipitó a abrazarlo por la espalda, aferrándose desde la cintura. Su calor era tan reconfortante y excitante. Por su parte Vegeta, al sentirla abrazándolo, descubrió que no le parecía molesto las demostraciones de afecto espontaneas de su parte. Quizá ése era el camino para que se le entregara totalmente. Pero tendría que aclararle que no debía hacer tales cosas en público.

Sintió su abrazo prolongarse y sus pechos suaves en su espalda, y sus pezones endureciéndose tras él. Se dio vuelta y la metió a la ducha con él. Serena lo miró a los ojos con tanto cariño y felicidad, que hasta parecía que su mirada negra podía decirle que brillaba por lo mismo. De pronto, de nuevo, su vista choca contra su polla dura y firme, cambiando su mirada grande de felicidad, por una de shock; como si lo de anoche hubiera sido solo un aperitivo que no lo satisfacía para nada. Ahora que lo pensaba…Lo era.

El príncipe no ignoró para nada su cambio al verle de nuevo su erección, esos ojos azules eran tan fáciles de leer, le encantaba el color azul cielo, similar al cielo terrícola cuando estaba despejado. Ella lo endurecía, era la verdad, pero él era un príncipe. EL PRINCIPE DE LOS SAIYAJIN. No un cachorro de baja clase que no controlaba sus impulsos animales. Tomó una botella cerca del estante, la puso en ése cabello ondulado, que se adornaba por algunos rizos, y comenzó a lavarla, concentrado en ésa tarea. Ella cerraba los puños para no explotar de la timidez y la pena que la invadía. Tenía que esforzarse, él no hizo nada con segunda intención. Y una erección no es algo que el hombre pueda controlar así como así, estaba claro que no iba forzarla a nada. A pesar de haber escuchado y leído sobre lo salvaje y brutos que eran los saiyajines con sus parejas. Éste no era el caso.

-¿Tu peinado resiste el agua? Lo veo totalmente mojado y está allí como si nada.-Habló ella en tono normal, tratando de hacer conversación para relajarse del todo.

-Mi raza es de un pelo que desafía cualquier gravedad. Ni enjabonado se desarma. No pierdo tiempo peinándome.-Comentó, dándose cuenta que la hembra busca relajarse por medio de una charla.-Aquí todos tenemos cabello oscuro, en cambio ustedes y los terrícolas, tienen gran variedad de colores de cabello y ojos, tonos de piel también.-Decía mientras terminaba de enjuagarle el pelo, y comenzaba a enjabonar el cuerpo de su esposa con una esponja, recorriendo con la otra mano por donde pasaba. Dándose cuenta, que por lo de anoche le había dejado pequeñas marcas de dedos y algunas succiones en el pecho y hombros. Afiló la mirada y se reprendió así mismo, no le gustó saber que le pudo haber causado dolor.

-Mi color de pelo y ojos… ¿Te gustan?-Lo sacó de sus pensamientos, ella notó que él pensaba en algo que lo preocupó un poco.

-Mujer, si no fueras de mi gusto no hubiera decidido tener que verte todos los días y las noches. Y supongo que a ti te pasa lo mismo…Tu rubor y tus pezones no pueden mentirme.-Dijo en tono triunfal y presumido.-

-Ja!¡ Fanfarrón!-Lo desafió un poco con la mirada, a pesar del rojo brillante de su cara. Vaya tipo soberbio y orgulloso.

-Jeje…Eres fácil de manejar mujer.-Soltó una carcajada, que la hizo relajarse, en verdad le gustaba su risa.

-¿Por qué ahora me dices MUJER?

-Bueno, eso eres, y es mejor que te acostumbres a serlo y te hagas bien a la idea que eres MI MUJER.-Terminó con énfasis y total claridad.

Vaya esa respuesta le agradó mucho. Él también está poniendo un gran voto de confianza en sus aptitudes de esposa. Mientras lo veía que la terminaba de enjuagar, tomo la botella de shampoo.

-Agáchate un poco voy a bañar esa melena guerrera. Jajajaja.- Reía con toda su cara, mientras enjabonaba su pelo, pasando suaves caricias en la nuca del príncipe.

Él notó su risa tan alegre y contagiosa, sus dedos entre su cuero cabelludo enjuagándolo, y la ansiedad que le generó saber que ahora tendría que enjabonar el resto de su cuerpo. Apenas la vió alcanzar la esponja, frenó su mano.

-No, hazlo solo con tus manos.-Le pidió mirando fijo a esos ojos como océanos que parecían estar a punto de ahogarlo. Ella tragó duro, tratando de aclararse la garganta.

-Sí.-se oyó casi como un susurro. Y puso una buena porción del jabón líquido en sus manos, hizo gruesa espuma entre sus dedos y comenzó por su cuello, bajando en círculos a sus hombros y pecho. Por fin podría apreciar esas cicatrices, que le hacían ver como un héroe de guerra mitológico, adornando sus pectorales, sus brazos. De pronto sintió una pequeña punzada en el medio del pecho, de pensar por las cosas terribles que debió pasar, incluso estar al borde de la muerte en alguna batalla. Ellos sanaban rápido y tenían los famosos tanques de regeneración celular, que había visto desaparecer cicatrices en algunos humanos, cuando decidieron compartirles esa tecnología. Lo rodeó para seguir por su espalda mientras pensaba-"¿Por qué tipo de cosas terribles habrá pasado para que le haya dejado cicatrices, algunas pequeñas y otras muy profundas?"-

-¿Has tenido mucho sufrimiento Vegeta?-Le preguntó mientras ponía más jabón a sus manos.

-Mientras más fuerte el enemigo, más fuerte me vuelvo. Siempre he entrenado y luchado a la par de cualquier guerrero Élite.-Dándose cuenta que su pregunta surgía al ver claramente las marcas en su cuerpo, se sintió una pizca inseguro-¿las cicatrices te incomodan?-Preguntó levantando una ceja y frunciendo el ceño.

-No. Para nada solo pensaba en voz alta-No quería romper el ambiente así, con su tonto tren del pensamiento que se desvió a la parada incorrecta. Puso una sonrisa pícara y agregó-Además…A quien le puede molestar, cuando tu trasero es una obra de arte-Diciendo esto comenzó a enjabonar ésa área. Captó muy bien el asombro de su esposo y se le salió una risita, mientras apreciaba de primera mano la redondez y firmeza del mismo-"Mierda"-Pensó-"Debo ponerme en forma…Que hermoso trasero en verdad…Me siento la mujer más afortunada."-

La respiración de Vegeta de pronto se volvía pesada. Pudo soportar bien las caricias curiosas de la princesa, pero al tomar su cola para lavarla al último, se dio vuelta poniéndose de frente a ella. La tomó de los hombros y empezó a besarla, ella devolvía el beso colgándose de su cuello fuertemente con sus brazos, podía sentir su polla dura contra su estómago. Serena con una mano aun sostenía punta de la cola.

-Es muy sensible ésta parte-Mencionó Serena, terminando de enjuagar el rabo de su esposo.

-Sólo cuando tú la tocas.-Dijo de forma sensual y sugerente, mientras empezaba a besarle el cuello y bajaba sus manos por la piel blanca de la hembra.-No, TAN sensible como otras partes, pero sí.-Cerró la ducha-Déjame mostrarte.-Susurro y la vio estremecerse excitada, mientras apretaba su cuerpo al suyo, tan suave y menudo, de buen trasero también. Tal vez debería mencionárselo.

-Aaahh Vegeta-Suspiró

-Mmmm…Serena.-Gimió

Unos golpes contundentes en la puerta de la habitación, y un gruñido furioso del estómago de ambos cortó el ambiente. Se soltaron y se rascaban la nuca de la pena, rieron al mirarse avergonzados. Eso tendría que esperar. El hambre los golpeo de manera irremediable.

Salieron en batas viendo como el sirviente acomodaba los platillos. Realmente todo se veía delicioso, o quizá eran las horas de ayuno. Serena se acercó y dio un saludo cordial al mozo.

-Buenos días, gracias. Y perdón por las molestias. Todo se ve muy rico.-Vió al alienígena de color morado asombrarse un poco, alejarse y darle un saludo inclinado hasta la cintura.

-Gra-gracias…SS-Señora.-Dijo con nerviosismo, la Señora parecía muy amable, mucho más de lo que se acostumbrara por ahí entre los monarcas.

-Él es Monaka, mi mayordomo-Interrumpió, un poco extrañado con lo amable que era ella con los sirvientes.-Es uno de los pocos que veras de la servidumbre estas 2 semanas libres que tendremos.-

-Mucho gusto, seguro es muy eficiente para trabajar con tan exigente patrón, Jaja.-Rió un poco.

-Retírate Monaka-Dijo cortante, no le gustó el pequeño chistecito que hizo de él frente al servicio. Se puso serio y ella no perdió esa reacción mientras se sentaban a comer.

-¿Hice algo malo?

-Estoy de acuerdo en las muestras de afecto entre nosotros.-Dijo mientras agarraba una gran taza de café y le pasaba una a ella.-Pero frente a otros, ESPECIALMENTE EL SERVICIO, es un NO.

-No veo el problema, en casa era amiga de toda la servidumbre y los guardias. Especialmente los cocineros.-Dijo ella frunciendo el ceño, cuando él levantó su mano interrumpiéndola.

-No. No me gustan los chismes y habladurías de los sirvientes. Son criaturas chismosas, que pueden malinterpretar cualquier cosa para su beneficio, y repartirlo por todo el reino.-Dio el asunto por terminado.

Serena decidió mantener silencio, y pensaba en hablar más tarde con él sobre el tema; o tal vez es sólo su personalidad de gruñón que lo hace ser antisocial.

Un silencio bastante cómodo surgió entre ellos mientras terminaban de desayunar en el balcón de la habitación. Ambos observaban el hermoso jardín. Y el príncipe se sintió orgulloso de haber hecho arreglar las plantas y flores. Ésa mirada azulada, alegre y fascinada de la princesa lo valía.

-Apenas termine de comer. Voy a cambiarme y entrenar .Solo serán una horas ¿quieres esperarme para almorzar?-La vio hacer una pausa para tragar la comida, y cayó en cuenta del gran apetito que compartían. Casi iba a su ritmo en el festín.

-Sí! Por supuesto! No creí que entrenarías de todas formas. Puedo recorrer el jardín y conocer el castillo. Puedes prestarme un guardia si quieres, le dí a mis Scouts estas dos semanas libres. Y no quiero molestarlas, tal vez están dando vueltas por la ciudad.

-No puedo descuidar ni un día mi estado físico-Dijo mientras se tomaba su último vaso de jugo-Así somos los saiyajin, buscamos superar nuestros límites. Por lo general entreno casi 8 horas, aquí los días tienen 29 horas, y los aprovecho bien. También por eso solo pedí dos semanas para nosotros. Generalmente se pide unos tres meses, para asegurar embarazar a la hembra.-Tomó su mano y la besó-Pero nosotros no tenemos prisa… ¿Verdad?-Terminó en tono seductor.

-No…-Susurró con rubor en sus mejillas y se acercó a besarlo de una forma suave y dulce.

Mientras se ponía su traje azul de entrenamiento y ajustaba sus botas dentro del closet, el heredero pensó en si valía la pena mencionarle sobre su Harén. Se había planteado desarmarlo cuando comenzaron los preparativos de la boda, pero realmente no de manera seria .Aunque desde la firma del tratado de ambos reinos no lo había usado, más que para hacerlas tocar música a algunos invitados. Sentía que tocarlas de alguna forma, alteraría la imagen de la princesa, que usaba para tocarse por las noches y darse alivio.

Sí, no valía la pena molestarla, tenía entendido que sus costumbres eran monogámicas; y si iba a desarmarlo de todas formas…Pero debía mudarlas a otro lugar, antes de darles un lugar permanente, donde sean tratadas de la misma manera que allí. Después de todo habían dado un excelente servicio y jamás le trajeron ningún problema.

Ella entró al closet para elegirse un atuendo para pasear, mientras veía a su radiante esposo terminar de arreglarse. Él tomó su scouter y llamó a un guardia y al mayordomo para que la acompañaran.

-Nappa te acompañará-Dijo volteándose a verla revisando las perchas y los estantes con sus calzados-Puedes ir a cualquier área, menos al ala norte, ahí están los cuartos de los sirvientes.-La paró cuando se dio vuelta a refunfuñarle, y puso un dedo en su boca-Sshhhtt! Ya te dije, además seguro la mayoría están descansando. Los conocerás a su debido momento.-Se acercó y le dio un beso.- ¿Sí?-La vió asentir.

Creería que lo iba a obedecer, y que no había necesidad de tomar más reparos. Aunque entendía su amabilidad como parte de su cultura, quería dejarle bien claro que este planeta era diferente, más agresivo que su hogar natal.

Mientras caminaba por el pasillo vió aparecer al desagradable ser con quien compartiría el entrenamiento. Kakarotto. El maldito guerrero de clase baja que había logrado ascender a élite, desde su repentina transformación en SuperSaiyajin. Era diferente a la del Legendario, Broly, ya que al perecer podía tener total control y poder así entrenarse con el príncipe. Lo hacía encenderse de la ira solo recordar que fue él quien los ayudó a librarse del ejército de Freezer, cuando intentaron la primera invasión. Por eso se había ganado el respeto del reino. Aunque le doliera en su orgullo, había decidido que era un rival perfecto para sus entrenamientos, y así lograr algún día superarlo incluso sin transformación.

-Príncipe Vegeta-Saludó el élite con una pequeña reverencia con la cabeza, esperándolo frente a la cámara de gravedad.

-HHHMMMPP!-Resopló con desdén-Kakarotto…- Gruñía

-Creí que la vida de casado lo mantendría ocupado como para entrenar…-Dijo con la mirada un poco en burla-Pero ya se nota su semblante más relajado.-Se acercó un poco al rostro enojado y molesto del príncipe-Mmmm…No, creo que debe ser que aún me siento borracho de anoche, y leí mal su ki.-

-¡Escúchame gusano infeliz! ¡¿Piensas seguir jugando?!No quiero perder el tiempo con tus comentarios de corto alcance. Me parece un juego barato para el Élite SuperSaiyajin…-Dijo en tono de burla.

-Jajaja.-Rió un poco haciéndose hacia atrás y levantándole una ceja serio, sin perder su tono divertido.-Lo siento Vegeta, sólo quería contribuir a la dosis de ira y enojo para aumentar tu ki.-

-Hmmm…-Fue lo único que expresó, a veces le molestaba la compostura tan relajada de su rival, si bien su carácter era serio como el de su padre, Bardock; quien era el mejor general de las fuerzas élite. Sus bromitas que se tomaba debido a su nuevo estatus, sólo lo hacían querer romperle la cara todo el tiempo. Así ambos comenzaron a con la sesión de entrenamiento.

Serena se había elegido un vestido bonito y fresco. Era todo azul Francia, parecido al del traje de entrenamiento de su esposo, pero con el frente blanco, con unas botas con plataforma, cómodas para poder recorrer lo más que pudiera, y un sombrero de paja adornado con un listón rosa transparente. Se miraba y no podía esperar a que el príncipe le dijera lo bonita que estaba. Recorría el jardín con Monaka de guía, y a unos metros un guerrero de porte enorme, que relojeaba porque se mantenía a unos metros de distancia de ellos. Era intimidante, pero si Vegeta lo había llamado, debe ser alguien de confianza. Así que se dio vuelta, sorprendiendo a Monaka, y dirigiéndose al gigante de 2 metros. Con una cara seria, y sus cachetes hinchados y las manos en su cintura. Nappa quedó un poco shockeado de ver como ella se acercaba a su espacio personal, abrió grande la mirada esperando.

-Eeemmm… ¿Sucede algo su Alteza?-Atinó a decir

-Jajajaja…no tienes que estar tan lejos, anda acompáñanos. Seguro que puedes vigilar de cerca también.-Dijo relajando su postura y quitando las manos de su cintura.

Ambos, Monaka y Nappa se miraron como preguntándose qué sucedía.

-Si le es más cómodo…-

-Sí.-Mientras el guerrero se ponía a caminar más de cerca-Dime… ¿Nappa?

-Comandante Nappa su Alteza.-Dijo dedicándole otra reverencia

-¿Conoces de hace mucho a mi esposo?

-Sí. De hecho, fuí su primer instructor de entrenamiento, hasta que a los 5 años me superó.

-¡5 años!-Expresó. Poniéndose a analizar que eran como unos 6, según años solares, ya que los años en Vegeta-sai duraban unos 390 días de la tierra.

-El príncipe siempre fue un prodigio desde su nacimiento.-Seguía-La edad normal en la que se lleva a un soldado a las antiguas purgas era de 13, pero él comenzó a los 10.

"Claro"-Pensó.-"Esa actividad ya no la realizaban más desde que su 'socio' Freezer los había traicionado." Ahora se dedicaban a firmar tratados, conseguir aliados y recursos valiosos para su ejército y su planeta.

-Por eso-Continuo Nappa-Cuando surgió el SuperSaiyajin que nos salvó de la traición de Freezer, pidió entrenar exclusivamente con él, así lograr traspasar su límite.

-Sí, me he informado de eso, que era una leyenda, ya había nacido un Legendario pero que no podía controlar su poder.

Nappa asintió y siguieron caminando y Monaka describía las alas del castillo, al parecer las habitaciones principales y de huéspedes estaban en el ala sur, salas de entrenamiento en el ala oeste, junto con ala médica, y tanques de regeneración. Era como una ciudad a parte. El ala este eran salas de estar y oficinas. De pronto se puso a pensar si habría una libre para que ella también se ocupara de asuntos diplomáticos y estar al tanto de lo que le suceda a su nuevo hogar. Perdida en su pensamiento.

-En el ala norte se encuentra el Harén del señor, luego el comedor común, con la cocina donde comen todos los sirvientes y por último las habitaciones de los sirvientes.-Menciono Monaka, con naturalidad y tono normal. Vió detenerse de golpe a la princesa.

-¿Un…Harén?-Dijo sorprendida mientras salía de su distracción-¿Eso que dijiste primero? ¿Fue Harén?-Vió asentir a Monaka. Mientras intercambiaba miradas con Nappa.

-Eeehhh…Ss-ssí.-Contestó el mayordomo cayendo en la realización que había metido la pata hasta el fondo, tragando saliva ante la visión de un príncipe fúrico ahorcándolo

-"Claro, el ala norte. Me dijo que me alejara de ése lugar, ¡porque es donde esconde a sus amantes!"-Pensaba, mientras daba vueltas, sintiendo la puñalada fría de traición en su pecho. Sabía que en la monarquía de Vegeta-sai se acostumbraba esa práctica, ya que son seres que tienen mucho libido, es más, como su esposa ahora le correspondería ocuparse de las chicas de allí, incluso seleccionarlas si quería. Pero no decirle, ni siquiera mencionarlo y engañarla para que no lo descubriera. Hizo que pasara de sentirse con cosquillas en el estómago por él, casi enamorada-"Que estúpida"-pensó; ahora solo quería ir y reclamarle, pero antes.

-Monaka llévame a conocer el ala norte.-Demandó, parándose derecha, decidida. Iba a mostrarles, que ella era ahora la señora de la casa, quería verlas de cerca y saber a qué se enfrentaba.

-Alteza-Dijo Nappa-No es prudente, debería pedirle permiso al príncipe.

-¡Comandante!-Dijo con tono enojado-No necesito su permiso, él no es mi padre, es mi esposo y por lo tanto soy la señora de esta casa. Tengo las mismas obligaciones y derechos que él-Terminó resoplando enojada.-Ahora voy a ir con o sin ustedes.

Monaka y Nappa le hicieron una reverencia y procedieron a acompañarla.

Mientras avanzaba, se le armaba un nudo en el estómago, pero ya estaba ahí. Ella solía sentir mucho miedo, al punto de desfallecer, pero aun así, iba y enfrentaba las situaciones de igual manera.

Dentro del Harén, en la sala de recepción que era muy amplia, acomodada con almohadas en el piso y grandes sillones, tonos rojizos en telas que colgaban desde el techo. En una mesa de té, dos muchachas alienígenas jugaban un juego de mesa, reían y compartían comentarios. Mientras otras tres practicaban sus instrumentos. Una miraba seria por la ventana. Otras tres jugaban a hacer acrobacias en la alfombra. Y una traía una bandeja con té y varios dulces.

La que estaba con el juego de mesa comentaba…

-El amo, consiguió una esposa muy bonita. Dicen que parece un ser celestial, es un ser de la luna terrícola, en la vía láctea; con una sonrisa amable, aunque se ve delicada y frágil.-Decía mientras movía un par de fichas.

-Ja! Todas esas mustias son las peores, sonríen para la foto, y luego se creen superiores a cualquiera.-Comentó la que estaba en la ventana, mirando un poco preocupada.

-Me refería, a que quizá no sea tan mala. Y ninguna de nosotras se vea afectada. Además debe sentirse como nos sentíamos nosotras al llegar recién aquí, extrañando su hogar.-Terminó tratando de relajar el ambiente. En verdad todas estaban preocupadas porque ya hacía más de seis meses que el príncipe no usaba sus servicios sexuales. Y al enterarse del casamiento, fue un pánico total. Aun así no habían quitado a ninguna, y el trato siguió siendo el mismo.

-Eso no va a impedir que nos venga a inspeccionar y que personalmente la "señora" se encargue de nosotras, y ponga muchachas que sean de su confianza. Aunque lo único que mantiene mis "esperanzas" es que el príncipe no pidió los 3 meses por el matrimonio, y sigue con sus entrenamientos. Quizá es muy débil para seguirle el ritmo.

Reinó el silencio y el shock al ver que se abría la puerta dejando ver a la Princesa de la Luna.

Todas se precipitaron a acomodarse en línea y agacharse dando una debida reverencia.

-Su alteza.-Dijeron las diez al unísono.

-Buenos días, pueden erguirse.-Dijo en tono natural. Se acercó a Monaka para preguntarle si eran todas. Monaka asintió. Volvió a girarse hacia las muchachas. Diez, diez muchachas alienígenas, con aspecto humanoide, con color de piel diferente, entre ellas, los ojos iban de claro, oscuro a brillante como el cristal, y pudo distinguir a dos que eran saiyajin, pero sin cola, y eran gemelas. Todas de buen cuerpo, un par con pechos muchos más grandes que ella. La hizo sentir de nuevo un balde frio de celos; las coleccionaba como muñecas. Así que desvió su mirada a la habitación. En verdad se veía muy limpia y ordenada, había una mesita con té y bollos dulces, y otra al lado con un tablero y fichas. Todo era en tono rojizo y bordes dorados, y al final de la gran sala vió una cama gigante que era el doble del tamaño que la que compartía con Vegeta. Sacudió un poco la cabeza para alejar esas imágenes de él compartiendo favores sexuales con las chicas. Y decidió romper el silencio y la tensión que se palpaba en el ambiente.

-Es un gusto conocerlas, estoy recorriendo el castillo, no quería interrumpir, quizá debí avisarles.-Mencionó con tono algo triste y resignado.

-Su Alteza-Dijo la chica de cabello largo color naranja, y piel algo verdosa, mientras se acercó con una reverencia.-Usted es la señora de esta casa, junto con el amo. Puede disponer de lo que quiera. Y…-Tomó aire-Estamos a su servicio.

-Bueno puedo empezar sentándome, y me dicen sus nombres ¿el tuyo?

-Mi nombre es Lilit soy del planeta Arguna, es un honor.-Dijo y le ofrecía asiento.

Nappa y Monaka sólo miraban desde el marco de la puerta, listos a saltar ante cualquier inconveniente.

-Vaya-Mencionó Serena al ver el juego de mesa-Ví que estaban jugando, a esto, se parece a un juego de mi hogar natal ¿Podrías enseñarme?

-C-claro-Dijo sorprendida la chica del cabello naranja, a simple vista se veía que la princesa hacia un esfuerzo por relajar el ambiente. Quizá su comentario de que la princesa no era tan mala estaba correcto-"ja! En tu cara" -Pensó dándole una mirada de costado a Slen, que se volvía a ubicar frente a la ventana con los brazos cruzados.

Dos horas pasaron de una charla que se volvió cada vez más amena, hasta reían de algunos comentarios, y veía a dos chicas que eran de un planeta conocido por su atletismo, ejecutar unas vueltas en la alfombra, casi parecía que podían volver sus huesos de goma, y tres muchachas que le explicaban cómo funcionaban sus instrumentos de cuerdas, que se parecían mucho a instrumentos árabes, y chinos que había en la tierra. Una alienígena de pelo largo blanco y piel muy morena, cantaba unos dulces melodías.

-¿Cómo llegaron aquí?-Preguntó Serena entrando en confianza

-Yo fui un regalo del festival en memoria del antiguo planeta Sádala.-Dijo Lilit

-Nosotras un regalo del cumpleaños número 20 del Príncipe, somos raras por nacer sin cola.-Comentaron las gemelas saiyajin.

-A nosotras nos compró del planeta Hulvía.-Comentaron las tres chicas que tocaban instrumentos, que eran muy diferentes entre sí, pero Serena sabía de planetas como la tierra, que tienen gran variedad de razas.

-Veo…Le dicen amo ¿no?-Mencionó. Hasta que se volvió a quien estaba separada del grupo en la ventana. Tenía la piel muy, muy pálida con patrones de círculo, cabello liso negro levantado en un rodete, y ojos de gato?...Mas bien parecían de reptil.

Slen captó su escrutinio y volvió a girar la vista.

-El amo. Nos trata bien. Antes de traernos aquí sus médicos nos revisan, y ven que tengamos buena salud. Luego tenemos revisiones periódicas. También podemos seguir la dieta de nuestro planeta, hay cosas de Vegeta-sai que a algunas nos indigestan o nos da alergias. Nunca nos ha golpeado o maltratado. Sé de algunos amos que no les importa la salud de su harén, que las usan con los alimentos básicos hasta que enferman y las tiran. Nosotras corrimos con suerte, por eso muchas quieren estar en el harén del príncipe. Pero él tiene gustos más exigentes.

Serena escuchó atentamente todo lo que Lilit le había dicho, al final, la situación se dio vuelta, fue para mostrarse como la nueva señora y que nadie le quitaría a su esposo. Para descubrir sonrisas y comentarios amables sobre ella y Vegeta. Su enojo ya había mermado.

-Creo que su Alteza lo conoce bien.-Menciono Slen mordazmente, volviendo la vista a las demás reunidas en círculo con la princesa-No tienes que aburrirla con tus relatos.

-Ignórela-Dijo Lilit-Ella hace honor a su especie y habilidad.

-¿Sí?-Dijo Serena parpadeando-¿Y cuál es tu especie y habilidad?-Mirando atenta a Slen

-Je-Rio irónica y abrió la boca mostrando su lengua doble

La princesa quedo impactada-"¡Dos lenguas!"-Pensó mientras parpadeaba sorprendida.

-Soy de un planeta donde somos descendientes de reptiles.-Terminó

-¡Eso es muy impresionante!-dijo sin ignorar que el ceño de Slen se relajó, junto con su postura defensiva.

Nappa y Monaka se acercan a la princesa para avisarle que la hora del almuerzo se acerca y que es mejor retirarse.

-No.-Menciona Serena-Voy a comer con las chicas en el comedor común.-Se gira a las chicas.-Si me invitan claro.-Les dio una sonrisa

-¡Sí su Alteza, por supuesto!-exclamaron alegres todas mientras se levantaban y se dirigían al comedor

-Su Alteza…-Dijo Nappa con un pequeño tono de esto es una mala idea.

-Avísale al príncipe Vegeta donde voy a estar, no tengo nada que ocultar.-Dijo calmada, y se iba con las muchachas alegres cuchicheando por atrás.

Hasta aquí este capítulo y un saludito a

Gabrielgamer27 me alegra que te haya gustado. Espero verte en el siguiente capítulo.

OhaioIzumikun en verdad que siempre me pareció muy compatible éstos dos mundos, aunque sea

muy difícil anotar las reglas de cada uno y mantenerse lo más posible en los márgenes…Espero verte

en el siguiente capitulo