Sanveronica: Me alegro, se vienen más.

Palacios: Bueno,es evidente me quedé con ganas de leer más de la interacción de Edward y Charlie jajaja

Guest: Mis historias siempre tienen final feliz :)

PaolaValencia: Me alegro.

jupy: Si, fue un OS movidito.

Jade HSos: ¡Si! Ideas cortas pero lindas.

Rini chiba: No está en los planes peeero ya sabrás que muchas veces sus comentarios inspiran nuevas cosas, quizá alguna vez fluya la temática, no lo sé.

Isis Janet: Como verás no tienen fechas fijas pero a medida que estén van a ir subiéndose.

Car Cullen Stewart Pattinson: Así es, no fue grave, solo un susto. Es la idea, historias diferentes y cortas.

NaNYs SANZ: Solo Bella, estamos de acuerdo. Los OS no tienen fechas peeero siempre estoy trabajando en algunos, van a ser subidos a medida que esten listos.

rjnavajas: ¡Me alegro! :)

Sther Evans: Gracias a ustedes por leer :D

fernyyuki: Espero tener más de vampiros pero por el momento se viene una de humanos.

alejandra1987: Es algo que podría pasar dentro de los libros jajaja Es que cuando veo fotos de Luna Nueva también siento esa angustia, los dejó muy marcados y sin embargo no me parece que lo hayan hablado lo suficiente. Charlie digno padre de Bella, así es jajaja

mony17: Si, creo que es normal por algún tiempo, es algo que los marcó.

Wenday 14: Me alegro de que te haya gustado :)

CelyJoe: A ustedes por leer :D

EmilyChase: Me encanta cuando tenemos un Charlie rebelde, fue muy doloroso para todos esa separación y me gusta mucho jugar con ese periodo de tiempo post Luna Nueva.


Advertencia: Esto es solo ficción y no debe ser tomado como ejemplo en ningún sentido u aspecto.


One-Shot: Cediendo el control

Genero: Romance/Drama

Universo:Universo alternativo

Categoría: M

Pareja: Edward y Bella.

Summary: Cada pareja tiene su propia dinámica. Bella nunca pensó que ceder el control podría ser tan relajante. Lo curioso es que ella puede tomar grandes decisiones por si misma pero cuando se trata de decisiones en el día a día es cuando Edward aparece haciendo su vida más dulce, sexy y relajante.


Cediendo el control

Edward's P.O.V

Salí del depósito con una pila de libros y los dejé sobre el mostrador escaneando la librería.

Era un amplio establecimiento, por ambos lados había largos pasillos con estanterías hasta el techo de libros mientras que la parte trasera se conectaba con una cafetería.

Gruñí viendo a un chico de unos 18 años hablado con Bella.

— Isabella — bramé acercándome a ella. Bella dio un salto del susto y se giró a verme.

— Dime Edward — respondió viéndome

— Ve a acomodar los libros —pedí sin quitar mis ojos del chico — Yo sigo aquí —

— Pero Edward…—dudó. Mi mirada sobre ella fue suficiente para hacerla asentir y caminar al mostrador.

— La chica estaba atendiéndome muy bien — señaló el chico

— La chica es mía, mi novia, si necesitas que te atiendan puedo hacerlo — hablé

— Oh —murmuró — En ese caso puedo seguir solo — aseguró. Estreché los ojos en su dirección por el tono molesto de su voz.

Se encogió de hombros perdiéndose por los distintos pasillos de la gran librería. Busqué con la mirada a Bella encontrándola sobre una de las escaleras acomodando los libros, caminé rápidamente hasta ella.

— Baja, yo sigo — pedí sosteniéndola por los muslos por sobre sus jeans

— Vete Edward, déjame trabajar — pidió

— No confío en tu estabilidad para estar sobre una escalera — respondí

— Me hubieras dejado hacerme cargo del chico, ahora te jodes —respondió

— Baja — gruñí enterrando mis dedos en sus muslos. Se sostuvo de los estantes cerrando los ojos y respiró hondo, sonreí.

— ¿Hay algún problema? — pregunté suavizando mi voz

— No, vete — gruñó

Bufé girándome lejos de ella, atendí a una abuela que buscaba libros para sus nietos sin quitar mi vista de Bella arriba de las escaleras. Hacía mi mayor esfuerzo para no ir, bajarla de esas escaleras y atarla a una silla para envolverla en burbujas. Eso solo haría que me gritara y no me dejara cuidar de ella. Respiré con más facilidad cuando ella se bajó de la maldita escalera y acomodó los libros sobre la seguridad del suelo.

No podía evitar el sentimiento de sobreprotección sobre Bella, ella era una mujer fuerte y poderosa que a menudo se convertía en una niña suave y asustada. Era allí cuando yo intervenía, esos días actuaba como un león enjaulado a su alrededor protegiendo sus pasos.

Hoy era un día de esos, esta mañana había sido mala para ella.

- - - Flashback - - -

Luego de una muy placentera ducha me vestí con uno jean y una playera y dejé a Bella cambiándose en la habitación mientras yo me dirigía a la cocina para preparar el desayuno.

Tomé una sartén comenzando a preparar la mezcla de las tortitas, no noté a Bella hasta que sus brazos rodearon mi cintura.

— Hola preciosa —saludé aferrándome a sus manos — ¿Lista para desayunar? —

— Hoy no puedo —murmuró en tono lastimero. Me giré rodeándola con mis brazos, solo se había puesto una playera mía, la que ella misma me había quitado anoche.

— Shh, todo está bien — prometí besando su cabello. Se aferró a mi escondiendo el rostro en mi pecho — ¿Quieres que tome el control hoy? — pregunté frotando su espalda. Asintió soltando un suspiro tembloroso.

Tomé sus manos llevándola a la habitación nuevamente, la senté en la cama arrodillándome frente a ella, besé sus labios y froté sus muslos hasta que su cuerpo se relajó.

— Gracias —suspiró. Sonreí.

— ¿Puedo elegir lo que yo quiera? — pregunté. Asintió con una suave sonrisa.

Besé su frente poniéndome de pie, me dirigí al armario y rebusqué tu ropa del día de hoy. Me era difícil no excitarme cuando ella me dejaba tomar el control de este modo pero era consciente de que no era en un aspecto sexual, ella estaba teniendo una crisis y no planeaba aprovecharme de esto. Siempre que cedía a hacerle el amor durante sus crisis la culpa se extendía en mi pecho.

Tomando un conjunto blanco de ropa interior, un jean, una blusa azul y calcetines me dirigí hacia ella dejando la ropa a su lado antes de girarme hacia la salida.

— ¿Te vas? —preguntó sosteniendo mi mano

— ¿No quieres que te deje cambiar sola? — pregunté viéndola. Sacudió la cabeza ligeramente negando.

— Quédate conmigo — pidió suavemente. Me arrodillé frente a ella aferrándome a su cintura, separó sus piernas envolviendo mi cintura y descansó contra mi cuerpo

— Está bien mi amor, el control es mío, relájate —pedí— No tienes que decidir nada el día de hoy —prometí

Asintió contra mí pero no se movió, miré el reloj sobre la mesa de noche, íbamos a llegar tarde a todos lados pero eso no me importaba. Mi bebé estaba en un mal día.

Unos minutos después respiró profundo alejándose de mí.

— Necesitamos seguir con nuestro día —

— Lo sé, ¿Quieres no ir a clases? —pregunté

— No puedo faltar, tengo que entregar mi ensayo —señaló

— Cierto, lo había olvidado —admití— ¿Te ayudo con la ropa? —

— No, estoy bien — prometió

— De acuerdo, voy a seguir con nuestro desayuno, ¿Si? —pregunté— Si me necesitas avísame —

— Te amo —murmuró suavemente

— Y yo preciosa, estoy aquí, no te he devuelto el control — prometí. Respiró profundo asintiendo, besé sus labios poniéndome de pie y dejando el cuarto.

Me recargué en la pared junto a la puerta, mis puños se cerraron con fuerza, picaban deseosos de romper el rostro de alguien. De Charlie Swan.

Recomponiéndome me dirigí a la cocina, necesitaba preparar el desayuno con rapidez e intentar compensar el tiempo perdido en la habitación. Llegar tarde la iba a poner más nerviosa y estresada.

- - - Fin del Flashback - - -

Escuché la campanilla de la tienda sonar pero no quité mi vista de Bella.

— Aun no sé porque esa chica te soporta luego de un año — escuché a mis espaldas. Me giré riendo ligeramente, tampoco yo lo sabía.

— Hola tía —saludé a Esme

— Hola cariño, ella no es de cristal — prometió besando mi mejilla

— No me importa, no quiero que nada la ocurra — respondí encogiéndome de hombros

— ¡Esme! — escuché a Bella a mis espaldas

— Hola preciosa — sonrió mi tía. Bella abrazó a Esme y gruñí, si, era tan celoso que no quería que nadie la abrazara— Edward, no seas extremista —

— Ella es mía — respondí

— Eres un pesado, ¿Lo sabes? — preguntó Bella cruzándose de brazos y viéndome con el ceño fruncido. Me incliné sobre ella y besé su mejilla.

Bella aparentaba muy bien con todos, aún no era un buen día.

— Lo sé — sonreí. Rodó los ojos girándose nuevamente hacia Esme — ¿Quieres un café y un pastelillo? —

— Claro cariño, eso se oye bien —asintió Esme — ¿Me acompañas? — preguntó viéndome

— De acuerdo — asentí

— Yo me encargo —señaló Bella. Deslicé mi brazo por su cintura antes de que se fuera, Bella rodó los ojos y luego de dejar un beso en mis labios permití que se fuera.

— Cariño, de verdad no tienes remedio —señaló Esme

— A ella le gusta tía — prometí — Además, hoy no tuvo un buen día —

— Esa pobre niña —murmuró molesta frotando mi mejilla con sus dedos — ¿Estas cuidando bien de ella? —

— Siempre —prometí

Sonrió besando mi mejilla, deslizó su brazo por el mío entrelazándolos y la conduje a la cafetería.

La librería era la vida de mi tía Esme, mi tío Carlisle se la había regalado en su cumpleaños número 35 y ella la había manejado maravillosamente. El local había sido expandido para añadirle una cafetería, de ese modo los clientes podían leer los libros y devolverlos si no les gustaba antes de irse. La única regla que existía era que no fueran manchados, si les gustaba lo compraban.

Luego de mi cumpleaños número 21 Esme había pasado por un cáncer muy fuerte que la había dejado en cama por meses y yo había tomado el control de la librería sin dudarlo. Prefería estar 12 horas trabajando aquí por el sueño de Esme y no en casa viendo a mi tía desmoronarse por la terrible enfermedad.

Esme era fuerte, lo había superado, pero su cuerpo lo había resentido por lo cual nunca había tomado el control de la librería nuevamente. Ella iba y venía cuando quería y yo había encontrado un propósito en mi vida.

A los 16 cuando perdí a mis padres fui enviado con mis tíos, a los 18 no tenía ningún tipo de incentivo o interés, la vida no me importaba y Esme me llevó a trabajar con ella a la librería. Ese había sido mi propósito en su vida y fui feliz con ello. Hoy con 25 era sumamente feliz con Bella y la librería.

Nos adentramos en la sección de la cafetería. Bella ya había preparado con una de las chicas la mesa que daba al gran ventanal de la calle, era la favorita de Esme.

— Hola Jane — saludó mi tía mientras nos acodábamos en la mesa

— Hola Esme, un gusto verla de nuevo — sonrió Jane con una libreta en las manos para tomar nuestra orden

Pasé un brazo por la cintura de Bella atrayéndola a mí. Sonrió besando mis labios.

— ¿Te encargas de la librería por mí? — pregunté

— Me encargo — asintió

— No te metas en problemas y no subas a la escalera, no quiero tener que ir a discutir contigo — pedí

— Edward, necesitas calmarte en algún momento — rodó los ojos. Me incliné sobre ella y hablé contra su oído.

— Sé que estás húmeda, ve a la librería — ordené. Se alejó de mi completamente ruborizada pero mi comentario había logrado su objetivo, su cuerpo se había relajado.

— Esme, voy a la librería, salúdame antes de irte —pidió Bella

— Espera, ¿Vienen a la cena de la noche? — preguntó

— Por supuesto — sonrió Bella. Solté un suspiro y Bella me miró con mala cara — Vamos a ir, te lo aseguro — prometió viendo nuevamente a Esme

— Gracias cariño, me alegra que te tenga en su vida — aseguró

— Amo tenerla en mi vida — respondí. Esme sonrió y Bella dejó un beso en mi frente antes de irse.

— ¿Cómo has estado cariño? — preguntó Esme luego de que Jane dejara su capuchino, mi café y dos porciones de pastel de nuez

— Bien, ocupado — respondí encogiéndome de hombros — Entró el pedido de libros que hiciste y con Bella apenas terminando sus exámenes hemos estado realmente ocupados —

— ¿Y tú? ¿No has pensado en ir a la universidad? — preguntó

— No, eso no es para mí — negué — Soy feliz aquí, y si alguna vez la dejas sabes que voy a comprártela o a mis primos —

— Cariño, te lo he dicho, es tuya — aseguró — Has invertido aquí 7 años, Emmett y Alice no tienen nada que opinar aquí y ellos lo saben —

— En ese caso, con la librería soy feliz — asentí— La librería y Bella, es todo lo que necesito —aseguré dando un trago a mi café

— Estoy muy feliz de la vida que has logrado Edward —sonrió— De ese muchacho sin sueños a este gran hombre, enamorado y responsable —

— ¿Ese es el motivo para venir hoy? — pregunté alzando una ceja

— No, solo ver la librería — respondió mirando alrededor — Y asegurarme de que no ibas a escaparte de la cena de esta noche — sonrió bebiendo de su capuchino

— Bella quiere ir, asique vamos a ir — respondí encogiéndome de hombros. Esme sacudió la cabeza divertida.

— Hay días en que Bella parece hacer todo lo que tú quieres sin discutir ni una palabra — señaló— Y otras en que es exactamente al revés —

— Es nuestra dinámica, ya lo sabes —expliqué comiendo un trozo de pastel

— Aun así Edward, eres demasiado posesivo — respondió— La gente puede malinterpretarlo —

— La gente no me importa tía — aseguré— La única que puede detenerme es Bella, además todos aquí están acostumbrados a nosotros —

— ¿Bella ha tenido un mal día? — preguntó suavizando el tono

— Intentó llamar a Charlie ayer, el maldito no respondió su llamada — gruñí — El día que lo conozca voy a darle el golpe que se merece —aseguré apretando mi puño con fuerza

— Edward, la violencia no va a hacer que ese hombre quiera a Bella —señaló Esme apoyando su mano en la mía

— Lo sé pero ella si lo quiere tía — respondí— Tengo que verla quebrarse un poco más cada vez que lo llama y él la ignora —

— Lo sé cariño, lo sé —suspiró— Algunos padres creen que el dinero lo es todo, no lo es —

— Al infierno con Charlie Swan, yo cuido de Bella ahora —prometí— Ella es mía, no tengo porque compartirla con ese padre bueno para nada —

— De acuerdo cariño, cuéntame algo más de la librería — pidió. Asentí intentando relajar mi cuerpo.

Cuando nuestra merienda finalizó volvimos a la librería, Bella estaba detrás de la registradora con los nuevos libros que habían entrado.

— ¿Quieres seguir Esme? — preguntó Bella cuando nos vio acercándonos

— Claro cariño, es de mis lugares favoritos — asintió Esme emocionada

Bella rio apartándose de la registradora, tiré de su mano colocándola frente a mí y apoyé su espalda en mi pecho. Mis labios besaron su cuello.

— Compórtate — pidió suavemente girando el rostro. La miré.

— Tía — hablé llamando a Esme

— Dime cariño —

— ¿Te haces cargo un momento? — pregunté — Quiero que Bella me ayude en el deposito — señalé. Bella estrechó sus ojos en mi dirección y le guiñé un ojo divertido. Su crisis había pasado y ya no soportaba estar lejos de ella.

— Claro, despreocúpense, yo me quedo aquí — asintió sin apartar la mirada de los libros que estaba registrando

Tiré de la mano de Bella rumbo al depósito, no protestó. Una vez dentro trabé la puerta y conduje a Bella a la parte más alejada de la entrada.

— Edward, no —habló cuando puse su cuerpo contra la pared más lejana a la puerta

— Bella, sé que estás húmeda —aseguré apoyando mis antebrazos en la pared al costado de su rostro. Ella siempre lo estaba cuando cedía el control.

— No con Esme aquí — negó

— Hay dos opciones —expliqué apartando el cabello de su rostro — O me dejas hacerte el amor rápido y salimos o nos quedamos aquí hasta que te convenza y luego de hacerte el amor, salimos, lo cual nos llevaría mucho más tiempo —

— Amor, de verdad, no con ella aquí — pidió poniendo sus manos en mis mejillas

— Solo dime algo — pedí presionando mi cuerpo contra ella — Dime que no estás húmeda y me voy —

— Sabes que si — protestó— Y sabes que me gusta hacer esto aquí pero no cuando está Esme —

— Isabella — gruñí — Quiero hacerte el amor —

— No — respondió

— Isabella, me vas a hacer enojar — advertí

— Mi amor, puedes hacerme lo que quieras cuando cerremos o incluso cuando Esme se vaya, prometo que no me voy a quejar — señaló

— ¿Lo que quiera? — pregunté con una sonrisa

— Lo que quieras —prometió — Ahora, de verdad quiero salir de aquí —

— ¿Me amas? — pregunté dejando un dulce beso en sus labios

— Con mi vida, ahora, ¿Por favor? — preguntó dejando pequeños besos en mis labios. Sonreí.

— Ve, pero más tarde eres mía — hablé alejándome de ella para liberarla de la prisión de mis brazos. Asintió besando mi mejilla antes de alejarse rumbo a la puerta— Te amo — hablé

— Y yo — sonrió destrabando la puerta y saliendo del depósito

Recargué mi frente en la pared respirando hondo y calmando mi excitación. Era un maldito posesivo pero jamás la iba a tocar sin un sí en sus labios, ella era mi mundo entero. Los días como hoy eran… difíciles, por decir lo menos. La sobreprotegía, mucho, y la deseaba muchísimo más.

Sabía que Esme tenía razón, nuestra relación podía ser malinterpretada, en una ocasión ocurrió, pero solo nosotros sabíamos porque nos comportábamos de este modo. Ambos teníamos carácter fuerte pero debido al imbécil de su padre Bella disfrutaba cediendo el control y dejando que alguien cuide de ella. Reí, ella no contaba con cruzarse conmigo, alguien que disfrutara del control del modo en que yo lo hacía.

Bella sufría de un trastorno obsesivo compulsivo poco común, aboulomanía, es la incapacidad de tomar decisiones en distintos aspectos de su vida.

Desde que ella iba a terapia le era más fácil tomas las pequeñas dediciones. Lo curioso era que Bella no tenía crisis tomando grandes decisiones que afectaban su vida, pero elegir la ropa que usar durante el día podía hacerla hiperventilar y estallar en llanto. Yo había pedido hablar con su terapeuta, me asustaba cuando ella comenzaba a llorar y dolía como el infierno ver sus lágrimas pero Bella no me lo había permitido.

Cederme el control de esas pequeñas decisiones había hecho que su vida fura más relajada y divertida y la mía había comenzado a tener sentido.

El sexo era impresionante, por supuesto que yo era más dominante, pero las veces que ella tomaba el control yo enloquecía de placer.

Me alejé de la pared y sonreí divertido, éramos una pareja curiosa pero feliz, nuestro amor era sincero.

Buscando distraer mi mente de una sexy y excitada Bella deambulé por el deposito realizando el inventario, un par de hora después mi excitación estaba completamente bajo control. La puerta se abrió y Esme entró.

— Cariño, ya me voy a casa —habló acercándose a mi

— De acuerdo, nos vemos a la noche — asentí

— No lleguen tarde — pidió besando mi mejilla

— No prometo nada, tenemos que cerrar aquí e ir a casa por una ducha — señalé

— Viven arriba —comentó estrechando sus ojos — Intenta no llegar muy tarde — pidió Esme. Sonreí, íbamos a llegar tarde.

Luego de terminar el inventario salí del depósito, me acerqué a la caja junto a Bella.

— ¿Terminaste con el inventario? — preguntó luego de cobrarle al último cliente

— Terminé, y te extrañé también —señalé recargándome a su lado

— Estaba Esme aquí —respondió. Sonreí acariciando su mejilla

— ¿Te sientes bien? — pregunté suavemente

— Si, aunque… quiero una bebida caliente y no sé bien cual —confesó

— Bien, en ese caso déjame ir por una —pedí besando su mejilla

— Gracias —

— Siempre — prometí girándome rumbo a la cafetería

Aquí nos habíamos conocido, una linda chica de 18 años había llegado buscando trabajo ¿Por qué? Solo para contradecir su padre, ese maldito tenía dinero, mucho y le depositaba una cuantiosa suma a Bella cada mes. Pero ella quería amigos, no dinero. Yo tenía 23 años y me había parecido una chica preciosa.

Esme siempre había mantenido un agradable ambiente amistoso y familiar dentro de la librería y Bella quedó encantada con eso.

Desde el primer momento las chispas habían saltado, de forma literal, cada vez que nos rosábamos o no estábamos de acuerdo en algo todo estallaba. Pero yo era el jefe y le gustara o no debía ceder a lo que ordenaba, curiosamente ella se volvía una dócil gatita cuando yo me imponía y sus ojos brillaban, notaba como su día se volvía menos estresante cuando yo hacía eso.

- - - Flashback - - -

La cafetería había bajado sus persianas hace ya una hora, la librería estaba siendo cerrada en este precioso momento. Solo Bella y yo quedábamos en el establecimiento, afuera estaba oscuro y comenzaba a hacer frío. Apagamos las últimas luces.

— ¿En qué te vas Bella? — pregunté tomando las llaves y guardándolas en mis jeans

— Metro — respondió

— Es tarde, vamos, te llevo —avisé

— Gracias, pero puedo arreglármelas sola —aseguró

— Lo sé Bella, eres muy autosuficiente — me burlé— Es tarde, te llevo —

— No — habló cruzándose de brazos

Me acerqué a ella y retrocedió hasta que su espalda chocó contra el mostrador, parecía una gatita asustada.

— Yo mando, te llevo — hablé apoyando mis manos a sus costados sobre el mostrador

— No — repitió con voz temblorosa. Acerqué mi rostro a ella.

— ¿Por qué no? — pregunté— Te gusta que tome el control —

— Ed-Edward —

— Está bien — respondí apartando el cabello de su rostro — Puedes ceder conmigo —

— No es…—dudó— Tan sencillo —

— ¿Por qué no? —pregunté— Nos conocemos hace un año, nos llevamos bien —

— ¿Nos llevamos bien? — preguntó divertida — Solo discutimos —

— Solo cuando decides pelear conmigo — reí— Cuando cedes a lo que te pido nos llevamos bien —

— No soy una persona que cede el control — negó

— Eso explica porque te relajas conmigo —murmuré— Tienes el control y eso te incomoda —

— No es cierto — negó

— Si no es cierto, pide, ordena que me aparte —hablé— Vamos Bella, toma el control — pedí— O dámelo a mí —

— No quiero tenerlo — suspiró — Pero tu…—

— ¿Pero yo…?— pregunté llevando mi mano a su mejilla, rosé su piel con dulzura — Bésame — pedí. Su respiración tembló indecisa dejando un beso en mis labios — Otra vez — pedí. Esta vez el beso fue mucho más seguro — ¿Cenaste? — pregunté

— No — negó

— Vas a cenar conmigo — avisé. Bajó la mirada, tomé su rostro del mentón y lo alcé — Estoy aquí, dime que ocurre — pedí. Bella evitó mi mirada, rodeé su cuerpo con mis brazos y la mecí suavemente.

— Desde que tengo cinco años que he tenido que hacerme cargo de mi propia vida — suspiró —Estoy algo cansada de eso —admitió— Trabajar para ti es… relajante —

— ¿Por qué? —pregunté

— Porque eres tan controlador que no tengo que decidir absolutamente nada, controlas cada pequeño detalle dentro de esta librería, eso me relaja — explicó

— Dame el control Bella — pedí

— Edward…—negó

— ¿Por qué no? Noto como tu cuerpo se relaja cuando obedeces a mis ordenes —respondí

— ¿Y si quiero… dejar de obedecer? — preguntó

— Entonces el control es tuyo de nuevo, lo prometo — asentí apretando mis brazos a su alrededor — Relájate gatita, estoy aquí —

— No va a ser para siempre — aseguró

— Va a ser tanto tiempo como tú lo quieras — prometí besando su cabello

Durante la cena habíamos establecido limites, para mi eran innecesarios, yo jamás haría algo que a la dañara ni la hiciera sentir incomoda pero ella se sentía más segura de ese modo y lo respeté.

Luego de esa noche no volví a soltarla, y cuando ella llegó a mi departamento llorando dos meses después por una discusión con el imbécil de su padre supe que nunca iba a permitir que nadie volviera a lastimarla.

- - - Fin del Flashback - - -

Cuando la hora de cerrar llegó me escabullí al cuarto de cámaras y las desactivé antes de volver a la librería. Las persianas estaban bajas completamente aislados del mundo exterior.

Bella estaba frente a la computadora del mostrador, caminé hacia ella y apoyé mis manos a sus costados.

— Ya casi estoy amor, solo apago el sistema y vamos — respondió. No respondí, me incliné sobre ella y aparté el cabello de su cuello besando su piel — Edward — suspiró— Hay que irnos, hay que llegar a casa de Esme —

— Ella sabe que vamos a llegar tarde — respondí

— Edward, en casa, luego —

— No, me dijiste que podía hacer lo que quisiera cuando cerráramos —respondí adentrando mis manos por debajo de su suéter

— Edward, vamos a llegar muy tarde —repitió

— Silencio Bella — pedí abarcando sus senos con mis manos por sorber la tela del sostén.

— A-amor — suspiró

— Shh, déjame — pedí lamiendo su cuello — Déjame —

— Las cámaras —

— Las desactivé — respondí mordiendo su cuello. Gimió apretándose contra mí — Eso bebé — asentí bajando las copas de su sostén y jugando con sus pezones. Alzó sus brazos pasándolos por detrás de mi cabeza y tiró de mi cabello.

— Por favor — suspiró. Deslicé una de mis manos por su estómago hasta adentrarla en pantalón y por debajo de su ropa interior — Edward — gimió aferrándose a mí

— ¿Vas a correrte para mí? — pregunté haciendo caricias circulares sobre su clítoris

— Si-i — murmuró. Adentré dos dedos en su interior, tembló soltando un lloriqueo.

— ¿Y tienes el descaro de decirme que no? — pregunté mordiendo su cuello — Diablos bebé, estás muy mojada —

— Por favor — pidió. Presioné mi pulgar contra su clítoris y soltó un grito.

— Justo allí, dámelo bebé, es mío — murmuré llenando su cuello de besos — Mío, igual que tu —

— Voy- Voy a correrme — gimió. Una de sus manos cayó aferrándose al mostrador.

— Déjalo ir preciosa, te sostengo — prometí. Soltó un lloriqueo moviéndose contra mi cuerpo, embestí contra ella completamente deseoso. Gimió dejándose caer sobre el mostrador cuando su orgasmo la arrasó, gruñí besando su espalda cubierta — Quiero piel — pedí levantándola del mostrador y quitándole el suéter y su blusa, pronto su sostén estuvo fuera también.

La giré subiéndola al mostrador y bajé sus jeans y su ropa interior.

— Tiene que ser rápido — pidió

— Va a ser como yo quiera que sea — respondí separando sus piernas para mí y acomodándome contra ella. Bajé mis labios a sus senos y succioné su piel dejando marcas rojizas mientras mis dedos jugaban con sus pezones.

— Date prisa —protestó. Subí mi mano hasta su boca silenciándola y descendí hasta quedar arrodillado frente a ella

— Mírame — pedí. Bajó su mirada — Voy a soltar tu boca pero solo puedes hablar para pedirme más o gemir, si vuelves a pedirme que me dé prisa voy a llevarte arriba y no vamos a ir a ninguna maldita cena — prometí— ¿Has entendido? — pregunté. Asintió, quité mi mano de su boca — No te escuché —

— Si señor — susurró. Mi miembro protestó encerrado en mis jeans pero lo ignoré adentrando mi lengua en los dulces pliegues de mi preciosa chica. Adentré dos dedos en si interior dedicando especial atención con mi lengua sobre su clítoris, sabía exactamente qué hacer para enloquecerla — ¡Carajo, Edward! — gritó dejándose caer sobre el mostrador

— Dámelo bebé — gruñí buscando ese dulce punto en su interior

— Ya no puedo —gimió

— Yo sé que si dulzura — prometí. Palpitó alrededor de mis dedos y soltó un lloriqueo arqueándose. Mis dedos se cubrieron de humedad y succioné su piel. Retiré mis dedos de su interior y me puse de pie besando su estómago — ¿Estás lista para mí? —

— Si, por favor —pidió retorciéndose sobre el mostrador. Me bajé los jeans y los boxers adentrándome suavemente en su interior, se arqueó soltando un gemido y gruñí.

— Estás condenadamente estrecha — farfullé

— Muévete, hazme llegar — pidió. Tomé sus manos mostrándole como debía sujetarse del borde del mostrador antes de salir de su cuerpo y embestir con fuerza — ¡Carajo, así! —gritó

— Si preciosa, voy a darte lo que quieres — gruñí comentando a moverme en su interior

— Edward — farfulló arqueándose. Me aprisionó en su interior y gruñí aumentando la velocidad de mis embistes.

— Córrete Isabella — pedí llevando una de mis manos a su clítoris. Gritó cubriéndome por su humedad y me descargué en su interior.

Se dejó caer sobre el mostrador respirando de forma agitada, cubrí su estómago de besos intentando controlar mi rápida respiración.

Me salí de su interior y me subí los pantalones y el bóxer antes de tomarla en brazos, sus brazos me rodearon el cuello. Caminé hasta la escalera negra de metal que estaba a un costado del establecimiento y subí teniendo cuidado en no caer por mi limitada visibilidad. Abrí la puerta del departamento y la dejé sobre el suelo antes de ayudarla a quitarse el resto de su ropa.

— Vuelve rápido —pidió dejando un beso en mis labios

— Lo prometo — respondí antes de bajar a la librería nuevamente.

Una vez allí, recogí los restos de la ropa de Bella, limpie el mostrador, lo desinfecté y encendí nuevamente el circuito de cámaras. El hecho de adorar hacerle el amor en la librería no me hacía un imbécil, si utilizaba el local para una travesura limpiaba todo después.

Subí nuevamente al departamento y me dirigí al baño, Bella aún seguía allí. Me quité la ropa antes de deslizarme dentro de la ducha.

— Hola —respondió cuando rodeé su cintura con mis brazos

— Hola gatita — respondí

— Yo ya estoy por salir — comentó

— Quería ducharme contigo — protesté

— Ya vamos tarde amor — negó corriendo la cortina para salir. Se envolvió en la toalla azul — Date prisa — pidió tomando otra toalla para frotarse el cabello

— ¿Qué te dije sobre decirme que me de prisa? — pregunté tomando mi shampoo, echando un poco en mi mano y llevándolo a mi cabello

— Ya no vale, date prisa — repitió saliendo del baño. Gruñí enjuagando el cabello bajo el agua, cuando ella tomaba el control me ponía de mal humor.

Una vez limpio salí de la ducha envolviendo mi cintura con una toalla y caminé hasta el cuarto.

— Quítate eso, no vas a usarlo — respondí cuando la encontré enfundada en ropa interior azul

— Hoy quiero — respondió alzando una ceja en mi dirección

— Bien — gruñí caminando hasta mi armario y rebusqué mi ropa — ¿Por qué estás tomando tanto el control? —pregunté

— Porque de lo contrario no vamos a llegar a la casa de Esme — aseguró. Alcancé a verla rodar los ojos.

— Sabes que me estás haciendo enojar — respondí

— Puedes amenazar Edward, pero jamás me dirías que no a algo que quiero hacer — rio. No respondí, ella sabía que esa era la pura verdad. La miré vestirse — ¿Qué miras? — subiendo el zíper de su falta marrón. Amaba esa falda, era suave, amplia y solo cubría la mitad de sus muslos.

— Miro, eres mía y puedo mirar todo lo que quiera — aseguré. Rodó los ojos pero no me contradijo, chica inteligente. Caminé hasta ella y rosé las marcas de sus senos — ¿Te hice daño? — pregunté notando las marcas que comenzaban a adquirir color violáceo

— No, no duelen — señaló

— Sé que me has dicho que no duelen pero aún me genera conflicto — suspiré besando su frente

— Te amo — respondió. Reí besando su frente. Es lo único que ella necesitaba decir para hacerme sonreír.

— Y yo a ti mi amor — prometí

Me aparté de ella caminando al armario y tomé una camisa blanca y un jean.

Luego de vestirnos y colocarnos nuestras chaquetas bajamos por la puerta trasera que daba a las escaleras directo a la calle, entrelacé nuestros dedos y caminamos hasta el volvo. Nos subimos y conduje incorporándonos al tráfico. Llegamos a casa de Esme tarde, por supuesto. Entramos con mi llave.

— ¡Al fin! Muero de hambre — exclamó Emmett cuando entramos a la sala

— ¡Mamá! ¡Llegaron! — gritó Alice

— ¿Son necesarios los gritos? — preguntó Bella cubriéndose los oídos. La rodeé con mi brazo acurrucándola contra mi pecho.

— Eso les pasa por llegar tarde — habló Rose leyendo una revista desde el sofá

— Hola — sonrió Carlisle entrando a la sala — Al fin llegan, vamos, a comer — pidió. Asentí y Bella se alejó de mi pecho — Hola cariño, ¿Estás bien? —preguntó viendo a Bella

— Si, solo cansada — asintió Bella ruborizándose. Emmett se carcajeo.

— Quisiera saber la razón del cansancio — sonrió divertido Emmett

— Cállate Emmett — hablé entrelazando mis dedos con los de Bella y yendo al comedor

Ayudamos a Esme a servir la comida y nos acomodamos en nuestros lugares probando el asado de Esme.

— Wow mamá, te superas cada día — comentó Emmett hablando con la boca llena

— Gracias cariño, pero mastica primero — pidió Esme

— Oye Bella —habló Alice — Este sábado vamos a ir de compras con Rose, vienes, ¿Cierto? — preguntó

— No — respondí

— Si — habló Bella. La miré — Quiero ir —

— Bien — suspiré

— Eres muy molesto Edward — comentó Alice

— Va a ir, ponte feliz — respondí

— Pero siempre respondes por ella — señaló. Bella se tensó a mi lado.

— Voy a detenerme cuando ella lo pida —aclaré encogiéndome de hombros. Deslicé mi mano por el muslo de Bella y froté mi dedo pulgar en su piel relajándola.

Alice no dijo nada más, Rose tenía el ceño fruncido pero no me importó, Bella no les había contado a las chicas lo que ocurría entre nosotros pero apostaba a que ellas ya lo sabían por sus parejas. Emmett miró a Bella con tristeza, lo pateé por debajo de la mesa. Mi gatita no merecía ser mirada con lastima, ella era una mujer fuerte.

— ¿Qué haces idiota? — preguntó frotándose la zona adolorida

— Deja de hacer eso — hablé

— Emmett, la boca — lo reprendió Esme — Edward, no patees a tu primo —

Odiaba cuando la miraban de ese modo y odiaba que mi familia hiciera que Bella se sintiera incomoda con respecto a nuestra dinámica.

- - - Flashback - - -

Toqué el timbre en casa de Emmett y esperé pacientemente a que me abriera.

— Edward, pasa — habló dejándome entrar

— ¿Qué era esa cosa tan urgente Emmett? — pregunté caminando rumbo a la sala. Allí me esperaban Jasper y mi tío — ¿Es reunión familiar? — aventuré alzando una ceja

— Siéntate Edward — pidió Carlisle señalándome el sillón individual

— ¿Por qué andan misteriosos y en grupo? — pregunté obedeciendo. Emmett se sentó junto a su padre.

— Hay algo que queremos hablar contigo — explicó Carlisle — ¿Cuánto tiempo llevan tú y Bella de novios? —

— ¿Por qué me traen aquí a hablar de mi relación? — pregunté comenzando a molestarme

— Edward, nadie está aquí para juzgarte, nos preocupa Bella — comentó Emmett

— ¿Les preocupa Bella? — pregunté — ¿Y porque diablos están actuando como si yo fuera un peligro para ella? —

— Nadie dijo que lo fueras — aseguró Jasper calmándome

— ¿De verdad? — gruñí— Tu novia obligó a la mía a ir de compras — hablé señalando a Jasper — Luego de llamarme por teléfono y prohibiéndome objetar respecto a eso. Cinco minutos después Emmett me llama pidiendo ayuda en un tema urgente — expliqué— Quiero que me expliquen ahora mismo que está ocurriendo —

— Edward, hijo — habló Carlisle poniéndose de pie y caminando hasta mi — Solo queremos saber por qué Bella te mira antes de responder o decidir algo — pidió apoyando su mano sobre mi hombro — Solo queremos ayudarlos, a ambos —

— Oh por todos los cielos —murmuré zafándome del agarre de Carlisle y poniéndome de pie — ¿Qué es lo que piensan? ¡¿Qué soy un violento que golpea a su mujer?! —exclamé alzando el tono viéndolos — No soy ningún violento, ¿Realmente pueden creer que yo lo sea? —

— Hemos visto como la sujetas, como elijes por ella muchas veces y ella te mira antes de decidir algo —explicó Emmett

— ¿Nunca pensaron en que podía ser una dinámica entre nosotros? — pregunté molesto — ¿Nunca pensaron en que es algo conversado y acordado? —

— ¿Un juego sexual? —preguntó Jasper

— No idiota — gruñí— Es algo que relaja a Bella, no tienen que meterse en nuestra relación —

— Edward, si no nos das una buena razón para actuar del modo en que lo haces con ella…—dudó Carlisle

— ¿Qué? ¿Vas a ir a preguntarle a ella directamente? —pregunté— Si haces eso voy a tener a mi novia asustada y llorando por tu culpa —aseguré— Y créeme, no soy agradable cuando alguien la hace llorar —

— Edward, nadie quiere hacer sufrir a Bella — prometió Emmett— Pero eres posesivo y celoso con ella, eso no lo puedes negar —

— No, no planeo negarlo —asentí— Si, soy celoso y soy posesivo, ella es mia y yo de ella, eso no es motivo suficiente para que me tengan aquí acusándome de ser violento con ella —

— Edward, solo queremos asegurarnos de que estés haciendo las cosas bien —aseguró Emmett

— Solo explícanos porqué actúas del modo que lo haces —pidió Carlisle

— Solo voy a aclarar algo antes —señalé respirando profundo— Hago esto por ella, no porque deba explicarles el modo en que llevo mi relación —aclaré— Bella tuvo una infancia miserable al lado de un padre que no la cuidó ni la ayudó en absolutamente nada, cuando su madre murió el sujeto solo se dedicó a dejarla con estrictos profesores, no hubo una caricia para ella — expliqué — Puso toda la responsabilidad en una bebé de 5 años, Bella controla su vida desde que tiene 5 años y eso está destruyéndola, yo tomo las decisiones por ella siempre que ella no puede hacerlo —

— Edward, eso no está bien — negó Carlisle

— ¿Por qué no? — pregunté— Bella es feliz y yo también lo soy, ella tiene una vida normal y puede ocupar su mente en lo realmente importante y no llorar por no saber si quiere jugo de fresa o de piña —

— Debería ir a ver un profesional — comentó Carlisle

— Uno de los muchos de sus tutores la llevó, no la ayudó — negué — Solo se dedicó a decirle que debía entender a su padre, que era un hombre dolido por la pérdida de su esposa, ¡Bella había perdido a su madre! — grité. Mi respiración se aceleró, mi cuerpo temblaba de la impotencia que sentía— Y no conforme con eso, ¡Bella aún busca el cariño de su padre! ¿Y que hace él? —pregunté de forma retorica — Le deposita más dinero, Bella es una fuerte e increíble mujer quebrada por su padre, ella va a tener el control cuando lo quiera, el resto del tiempo no me voy a disculpar por hacer más leve la carga que mi novia lleva sobre sus hombros —

— Edward…— habló Carlisle acercándose a mí

— No, no quiero saber que vas a responder — negué— Al diablo con ustedes, al diablo con todo — señalé caminando apresuradamente hacia la salida. Dejé la casa luego de un portazo, entré al volvo y conduje alejándome de allí.

Me orillé en la autopista, puse balizas y detuve el auto. Recargué mi frente en el volante y respiré hondo. Mis puños se apretaron con fuerza, muchas veces había considerado ir frente a Charlie Swan y golpear su estúpido rostro.

Bella había crecido sin un padre, sin nadie que la bañara amorosamente, sin nadie que le preguntara como había estado su día de clases. A los 13 años uno de sus tutores la había dejado frente al consultorio de su primera ginecóloga, esa mujer le había explicado a Bella todo lo que ocurría con su cuerpo. No hubo una madre amorosa a su lado, no hubo ninguna mujer cerca de Bella hasta que entró a trabajar a la librería.

Su padre la alejó de todas las mujeres, no quería que ninguna reemplazara a su madre muerta, y Bella había aprendido a tomar todas las decisiones sola, por eso ahora se paralizaba frente a una elección tan simple como jugo de piña o fresa.

Pero mi gatita es fuerte, su carácter es fuerte. Ella es una mujer poderosa y hermosa, si alguien quiere contradecirla no se deja ganar, solo cede conmigo y yo valoro eso más que nada. Solo conmigo se relaja y me deja tomar el control.

- - - Fin del flashback - - -

Cuando Esme dejó sobre la mesa dos grandes bandejas con muffins de chocolate, vainilla y banana noté la indecisión de Bella. Sus ojos se dirigieron a mí, me incliné sobre ella besando su mejilla antes de alcanzarle el muffin de banana.

Bella me sonrió besando mis labios antes de darle un mordisco a su muffin, tomé uno de chocolate y disfruté del café mientras Bella hablaba animadamente con mi familia, ella no había tenido a la suya y yo era feliz reponiendo los pedazos que el imbécil de su padre le había prohibido.

Cuando llegamos al departamento Bella estaba seria, no intervine mientras se cambiaba y se ponía el pijama, se acurrucó entre las sabanas y la envolví en mis brazos.

— ¿Vas a hablar conmigo? — pregunté suavemente

— Alice y Rose quieren tener una noche de chicas luego de las compras — comentó

— Puedo encargarme — aseguré

— Quiero ir — respondió

— Bien, como gustes — asentí besando su cabello

— Les voy a contar de mi padre — susurró. Apreté mis brazos a su alrededor.

— ¿Segura? —

— Si, odio como te miran —explicó

— Ignóralas, a mí no me molesta — respondí— Además algo saben, estoy seguro de que los demás les contaron algo luego de que discutiera con ellos y dijera más de lo que debía —

— Pero no van a entenderlo hasta que no lo escuchen de mi — murmuró

— Bella, no tienes que pasar por eso —negué— Ellos solo tienen que aceptar esto, aceptar que todo está bien y que yo no te controlo por ser una persona violenta — aseguré — Ya se los expliqué —

— Los he visto mirarme — comentó

— ¿Mirarte? — pregunté

— Si, buscan golpes, buscan moretones o indicios de violencia física — asintió. Me tensé a su alrededor.

— Nunca noté eso —señalé

— Eso es porque solo te concentras en mi — rio besando mi pecho — Odio que te miren como si hicieras algo malo —suspiró apretando sus dedos en mi piel

— Mientras tú te sientas segura me da igual si ellos están de acuerdo o no — prometí besando su cabello. Alzó la mirada.

— Además ellos no saben que empecé terapia, quizá eso los relaje un poco respecto a nuestra forma de manejarnos —señaló— Quiero empezar a tener un poco más el control frente a ellos —

— No voy a dejar que debas hacer frente a mi familia lo que hacías con tu padre — negué— No necesitas ser fuerte con ellos, te adoran, y si le molesta la forma en que nos comportamos no es asunto nuestro —

— Por favor — pidió besando mi mentón— Es lo que quiero —

— De acuerdo — suspiré— Si es lo que deseas…—

— ¿Eso está bien para ti? —preguntó mordiendo su labio inferior. Sonreí besando su nariz.

— Bella, soy celoso, posesivo y controlador, lo sé — asentí— Pero nadie se ha dado cuenta de que la única persona que puede controlarme a mi eres tu —señalé apartando el cabello de su rostro — Dime que salte de un edificio y seguramente lo haga —

— No quiero llegar a ese nivel — rio

— No vamos a llegar a ese nivel — prometí — Pero sabes que haría cualquier cosa por ti, si quieres tomar el control hazlo, si quieres que siga a tu lado decidiendo voy a hacerlo —

— Te amo — murmuró

— Y yo a ti, no importa que pase, siempre vas a ser mi gatita. Asustada y temerosa de dar un paso, pero oye, no la amenaces porque tiene sus uñas — sonreí levemente. Soltó una risita acurrucándose en mi pecho.

— Adoro que me controles — prometió

— Y yo amo controlarte —respondí deslizando mis dedos por su pelo

— Aun vas a seguir teniendo el control la mayoría del tiempo — murmuró

— De acuerdo, eso me agrada — asentí— Pero recuerdo bien nuestro acuerdo — prometí

La semana se mantuvo tranquila, no hubo ninguna nueva crisis y tomó el control de sus decisiones nuevamente. Me hacía poner nervioso y ansioso notar su cuerpo tenso cuando frente a ella había dos opciones y dudaba.

El viernes por la tarde estacioné fuera de su terapeuta y apagué el motor del volvo esperando por ella. 20 minutos pasaron del final de su sesión y al no verla salir bajé del auto preocupado.

Bella salió del establecimiento siendo acompañada por un enfermero y su terapeuta, estaba pálida. Corrí hacia ella y suspiró acurrucándose contra mi pecho cuando la rodeé con mis brazos.

— ¿Qué ocurrió? — pregunté al terapeuta. El enfermero regresó dentro del establecimiento.

— Tuvo una crisis y le bajó la presión — explicó— Todo está bien, es parte del proceso —

— ¿Parte del proceso que me entreguen a mi novia en este estado? — pregunté en un gruñido molesto

— Relájese señor Cullen, ella supo mantener el control —aseguró— Está avanzando y progresando, necesita un poco más de tiempo —

— Bien —gruñí alzando a Bella. La acurruqué en mis brazos caminando al auto, su terapeuta me acompañó y abrió la puerta del pasajero para que pudiera dejar a Bella allí.

— Señor Cullen — habló el hombre cuando cerré la puerta. Lo miré— Sé que ama a Bella, me doy cuenta por como ella habla de ustedes y sé que esto puede ser difícil pero ella está haciendo un buen trabajo —señaló— Se del acuerdo que ustedes tienen para superar sus crisis y parece ser un buen sistema, pero ella no puede vivir de ese modo, necesita poder ser independiente de usted —

— Ella lo es —respondí— Si yo dejo de ayudarla ella puede seguir —

— Pero sufriendo, como ocurría antes de usted —aseguró — Y eso, por muy buenas que sean sus intenciones, no es sano —negó— Si sus miedos no son superados su vida va a ser esto, ustedes pueden seguir con su dinámica si quieren pero ella necesita poder decidir todo en su vida —señaló— Entiendo que quiera protegerla pero déjeme hacer mi trabajo —

— ¿Ella…?—pregunté dirigiendo mi mirada a Bella — ¿Va a estar bien? —

— Lo va a estar señor Cullen, progresa, usted haga su parte y déjeme a mi hacer la otra —pidió

— De acuerdo —suspiré

— Bien, nos vemos la próxima semana —asintió despidiéndose. Se giró caminando a la clínica.

Me dirigí al asiento del piloto y conduje hasta casa, mi mirada se dirigía constantemente a Bella dormida en el asiento contiguo.

Cuando llegamos a casa salí del auto y me dirigí de su lado, abrí la puerta y me incliné tomándola nuevamente en brazos.

— ¿Edward? — preguntó suavemente abriendo los ojos

— Si amor, soy yo — respondí cerrando la puerta del auto con el pie

— Puedo caminar, bájame — pidió. Asentí obedeciendo y suavemente la dejé sobre sus pies.

— ¿Cómo te sientes? —pregunté

— Bien, algo cansada, pero bien —asintió aferrándose a mis dedos. Nos condujo por las escaleras hasta el departamento, entramos y tiró de mi rumbo al cuarto. La seguí.

Se quitó la ropa poniéndose una de mis playeras y se acurrucó bajo las mantas. Me quité los zapatos recostándome a su lado por sobre las mantas rodeando su cuerpo con mi brazo. Nos miramos, ambos sobre nuestros costados.

— ¿Ocurre algo? — pregunté

— El doctor Barclay me ofreció que la próxima sesión vengas conmigo — comentó

— ¿Quieres que vaya? — pregunté. Asintió — De acuerdo mi amor —

— Pero no puedes intervenir —negó

— ¿Qué? ¿A qué te refieres? — pregunté confundido

— El doctor quiere ponerme a elegir entre varias opciones, es lo que hizo hoy —explicó— La semana pasada me advirtió de lo que iba a ocurrir hoy, me ofreció que tu fueras pero creí que iba a poder hacerlo sola —admitió— Quizás… debí haberte dejado ir la primer vez —

— ¿Qué clase de elecciones? — pregunté

— Entre refrescos, chocolates y colores —respondió— Parecen ser elecciones que una niña debería de poder hacer, todas juntas, yo no puedo —

— Claro que puedes, solo debes relajarte —señalé

— Bueno… no cuando previo a eso él dice la frase de "Tu padre dejó estas opciones para ti" —

— ¿Y porque diablos usa esa estúpida frase? — pregunté con los dientes apretados. Bella sonrió suavemente y alzó la mano acariciando mi mejilla.

— Porque es un detonante —respondió— Si él no lo dice puede que pueda elegir o puede que no, ese puede que es lo que hace detonar mis crisis en el día a día — explicó— A veces elijo sin muchos inconvenientes, otras veces recuerdo a mi padre y solo… me bloque —señaló— En mi última crisis había intentado hablar con mi padre el día anterior, ¿Recuerdas? —

— Lo recuerdo — murmuré enfadado apretando mis brazos a su alrededor. Se movió besando mis labios con dulzura, respiré contra ella.

— Quiero no llorar más cuando algo así ocurre —comentó— Quiero… saber que si salgo con las chicas puedo elegir sin buscarte, disfruto el buscarte cuando estás a mi lado pero… ¿Y cuando no? — preguntó— Cuando estoy en la universidad a veces quiero un dulce y no se cual tomar, compro todos y solo… los dejo en la mochila, por la noche tú lo eliges por mí y soy feliz —

— Tu terapeuta me dijo algo así hoy —confesé

— Lo sé — asintió— Él ha estado intentando que tu fueras —

— Tu sabes que yo podía ir cuando quisieras —

— Ese es el punto, no quería — negó— No quería que te dijera que dejaras de decidir por mí, esto es nuestro, no quiero perderlo —murmuró. Su voz tembló.

— Bebé preciosa, esto no vas a perderlo —prometí besando sus labios con dulzura— Solo necesitas no sufrir cuando no podemos tenerlo —expliqué— Pero Bella, mientras tu disfrutes cediendo el control vamos a mantenerlo, podemos ¿Qué dices de ir a cenar y dejar que yo decida todo, absolutamente todo? —pregunté— Podemos buscar un equilibrio, adoro, amo, controlarte —le recordé— Pero si esto comienza a no ser sano… no quiero eso —

— Estoy algo confundida —admitió frunciendo el ceño. Reí.

— Quizás podamos dejar el control solo para nosotros —expliqué— Como nuestro juego pero delante de los demás… puedes decidirlo tú, yo no voy a perder mi actitud controladora pero si es sano para ti adquirir más control eso está bien —asentí— Podemos dejarlo solo para nosotros, cuando estemos solos y con el resto del mundo tu tomar el control, de una forma sana, no quiero que eso implique crisis cada día porque Bella, juro que me mata cada vez que tu cuerpo se tensa —

— Lo sé — suspiró— Estoy relajada ahora, no quiero volver a la tensión permanente —admitió— pero entonces… ¿Podemos mantener esto aunque ya no lo necesite tanto? —

— Bella, podemos mantenerlo incluso aunque no lo necesites — prometí— Repito, adoro esto, adoro la forma en que te dejas llevar por mí, estoy dispuesto a no hacerlo más si es lo mejor pero si quieres mantenerlo…—

— Quiero —asintió— Pero realmente apreciaría que dejaran de mirarte del modo en que lo hacen y del modo en que buscan una incomodidad en mí —

— De acuerdo preciosa, es un trato entonces —asentí besando sus labios— Pero relájate, ve despacio, no pienses en los demás — pedí— Hazlo a tu ritmo y con toda la ayuda que necesites —

— Entonces… ¿El próximo viernes? —preguntó

— El próximo viernes voy a ir contigo y vas a hacer todas las elecciones que necesites —sonreí

— De acuerdo —rio acurrucándose en mi pecho.

Solté un suspiro apoyando mi mejilla en su cabello, si mi gatita estaba bien yo estaba bien. Ella podía tener de mi lo que quisiera, alguien que la dominara o alguien que la obedeciera, iba a ser cualquier cosa que le hiciera bien.

Luego de que Bella se durmiera solté su agarre lentamente y me puse de pie, necesitaba salir y soltar mi furia en algún lado porque de lo contrario iba a ir hasta Nueva York para destostar a Charlie Swan.

Salí del departamento y bajé las escaleras rumbo a la librería, Esme me recibió con una sonrisa cuando me vio.

— ¿Podemos ir a la oficina? —pregunté lentamente. Asintió tomando mi brazo y conduciéndonos hacia allí.

— ¿Ocurrió algo? —preguntó cerrando la puerta detrás de mi

— Necesito calmarme, de lo contrario voy a ir a buscar al padre de Bella — murmuré dejándome caer en el sofá y cerrando los ojos

— Si tanto deseas protegerla es lo último que ella necesita —habló acercándose a mí. Se sentó a mi lado y tomó mi mano. Me aferré a ella respirando profundo.

— Lo odio tía, odio que le cause tanto dolor —admití

— ¿Bella comenzó terapia? — preguntó

— Si — asentí— Y muchas veces luego de las sesiones me necesita con ella, por eso te pedí que los viernes a la tarde estuvieras aquí —

— Si nos hubieran dicho quizá podríamos haberlos ayudado un poco más —me regañó

— Bella no quería decírselos aún, si no fuera porque Carlisle y los demás me arrinconaron aquella vez ustedes no sabrían nada de lo que ocurre —señalé— Respeto los tiempos de Bella, es ella y solo ella quieren debe decirles lo que ocurre —

— Lo entiendo cariño, lo hago, pero la amamos igual que a ti —respondió— Y nos preocupamos por ella, somos su familia, adoré a esa niña desde que llegó aquí y cuando tú la hiciste tu novia y te enamoraste tan profundamente… es mi niña también —

— Lo sé — sonreí viéndola — Y te agradezco por todo el amor que le dan, ella necesita amor, mucho, todo el que pueda conseguir —

— Lo sé cariño, estamos aquí para ella, para ambos — prometió

— Gracias, por todo lo que hiciste por mí — agradecí— Ver lo sola que Bella se sintió en su casa… a veces me hace pensar en lo que hubiera ocurrido conmigo luego de la muerte de mis padres —

— Eres mi sobrino cariño, por supuesto que iba a estar para ti — sonrió acariciando mi cabello

— Ese hombre era su padre y no estuvo para ella —suspiré

— No todas las personas son aptos para ser padres amor —negó

— Eso parece —suspiré. Golpearon la puerta de la oficina y Esme se puso de pie dirigiéndose a ella y abriéndola.

— Lo siento, no quiero interrumpir pero tengo un par de clientes para cobrarles —señaló Ángela

— Claro Ángela, voy enseguida —respondió Esme. Ángela asintió dejándonos solos nuevamente.

— Ve, voy en unos minutos —respondí cerrando los ojos y dejando la cabeza caer sobre el sofá

Escuché la puerta ser cerrada y el silencio me rodeó.

Unos cuantos minutos después salí de la oficina poniéndome a trabajar junto a Esme.

Bella bajó más tarde a la librería, su cabello estaba húmedo producto de su ducha. Besó la mejilla de Esme y mis labios antes de ponerse a atender a un par de clientes. Mantuve mi mirada sobre ella el resto de la jornada.

El sábado abrí la librería como cada día, Bella había sido arrastrada muy temprano por Alice y Rose para irse de compras. Mi humor no era el mejor, estaba preocupado y nervioso sin tenerla bajo mi vista.

El día transcurrió lentamente, intercambié algunos mensajes con ella asegurándome de que estuviera bien.

Cuando el final de la jornada laboral llegó cerré el negocio y subí al departamento, metí una porción de lasaña en el microondas y una vez caliente lo tomé dirigiéndome al sofá. Mi humor no había mejorado pero al menos sabía que Bella no había sufrido ninguna crisis durante el día.

Pasadas las 2 de la mañana me dirigí a la cama, me acurruqué estirando un brazo al espacio vacío en la cama y gruñí, no podía pasar buena noche sin ella pero necesitaba dormir. Cerré los ojos y obligué a mi cuerpo a dejarse llevar por la inconciencia.

Me desperté sintiendo movimientos en la cama, abrí los ojos encontrando a Bella acurrucándose a mi lado bajo las mantas

— Ei amor —murmuré adormilado pasando un brazo por su cintura

— Hola —sonrió acurrucándose en mi pecho

— ¿Qué hora es? ¿Te trajeron las chicas? — pregunté

— Son las 7 —respondió— Quiero dormir —

— ¿Las 7? ¿De la mañana? — pregunté abriendo los ojos con sorpresa

— Si, duérmete Edward — pidió abrazándose contra mí

— ¿Te trajeron las chicas? — insistí

— Jasper me trajo —asintió

— De acuerdo, duerme, luego hablamos — respondí besando su cabello. Respiré feliz de sentirla contra mi cuerpo y volví a quedarme dormido.

Eran las 11 de la mañana cuando desperté nuevamente, Bella dormía plácidamente en mis brazos. Acaricié su mejilla suavemente, su móvil vibró sobre su mesa de noche, me estiré tomándolo. Tenía 17 mensajes de Rose y Alice, también 5 llamadas perdidas de Rose. Una nueva llamada entró, atendí llevándome el aparatito a la oreja.

— ¿Rose? — pregunté confundido

— Maldición, pásame a Bella — pidió

— Espera, ¿Qué ocurre? —pregunté en tono bajo— Bella duerme, ¿Está todo bien? —

— Prometió que iba a estar aquí por la mañana, nos contó un montón de cosas del imbécil de su padre y la detuvimos cuando comenzó a llorar —explicó— Prometió explicarse por la mañana —

— Espera, espera Rose —murmuré cuando Bella se removió en mis brazos— Déjame salir del cuarto — pedí alejándome suavemente de Bella. Me levanté de la cama suavemente saliendo de la habitación— Dime que ocurrió —

— Déjame hablar con Bella — pidió

— Duerme, ahora quiero saber porque mi novia llegó a las 7 de la mañana y porque tiene tantas llamadas y mensajes de ti y Alice —señalé— Necesito saber que ocurrió —

— Ella… nos contó del padre que tiene —suspiró

— No se le puede llamar a eso padre —gruñí

— Si… bueno, también nos contó del arreglo que tú y ella tienen —comentó

— En este momento eso es irrelevante —respondí

— No lo es, queremos hablar con Bella — pidió

— No, cuando ella despierte va a hablar con ustedes y si es que quiere —señalé

— Maldición Edward, es su móvil —gruñó

— Si y duerme, cuando despierte y vea las llamadas va a responderles —prometí

— Bien, asegúrate de que nos llame —pidió cortando la llamada.

Golpeé mi frente en la pared cerrando los ojos, respiré profundo dirigiéndome a la sala. Me dejé caer sobre el sofá, no estaba seguro de volver a la cama, iba a enloquecer.

— ¿Edward? —escuché la suave voz de Bella unos cuantos minutos después. Me senté sobre el sofá,

— Hola —respondí

— ¿Estás bien? — preguntó acercándose a mí. Alcé la mano rosando su mejilla.

— Hablé con Rose —confesé— Ella y Alice quieren hablar contigo —

— Claro, no creo que estuvieran muy feliz cuando despertaron —negó

— ¿Jasper realmente te trajo? —pregunté— Dime que no te viniste en un taxi —

— Lo intenté, Jasper estaba tomando agua en la cocina y me aseguro que si me dejaba volverme en taxi a las 7 de la mañana probablemente lo mataras —

— Jasper salvó su vida —prometí rodeando sus muslos con mis manos — Bella, ¿Qué ocurrió? —

— No quería dormir sin ti —respondió— Las chicas me escucharon pero no podía dejar de llorar, aunque creo que logré explicarles lo que necesitaba —

— ¿Y eso es…?—pregunté

— El porqué de tu sobreprotección —suspiró apartando el cabello de mi frente— Les molesta, les incomoda pero no entienden que ellas son fuertes mientras que yo…—

— Oye, no, tu eres fuerte —prometí besando su mentón— Lo eres Bella, pero te han hecho mucho daño, lo estás sanando —

— ¿Realmente lo crees? — preguntó suavemente

— Lo creo, el hecho de que hablaste con las chicas es una prueba de eso —prometí— El día de tu terapia le pregunté al Doctor si estabas bien, si ibas a estarlo —confesé— Me dijo que sí, solo necesitas tiempo —

— No quiero que sufras por mí —murmuró

— Amor, eso debiste haberlo pensado antes de enamorarme —sonreí— No imagino mi vida sin ti Bella —

Sus labios me besaron con dulzura, se deslizó sobre posando una rodilla a cada lado de mi cadera

— El control es mío —susurró en mi oído. Gemí sintiéndome endurecer al instante.

— Maldición, es tuyo mi amor, has lo que quieras conmigo —

Sus manos bajaron por mi pecho desnudo acariciando y apretando, aferré mis manos a sus muslos. Su lengua lamió mi cuello haciéndome gemir.

— Sabes bien —murmuró

— Ah, no juegues conmigo —rogué. Soltó una risa bajando sus labios por mi pecho, sus manos bajaron mi pantalón frotándome suavemente — Bebé —ronroneé

— ¿Quién es el gatito ahora? — preguntó divertido succionando sobre mi clavícula. Me estremecí apretando su cuerpo — Y ahora…—murmuró divertida alzándose. Apartó su ropa interior deslizándome en su interior

— ¡Bella! —exclamé con los dientes apretados. Su mano tomó mi cuello inclinando mi cabeza hacia atrás, sus labios besaron y succionaron mi piel — Maldición Bella, más rápido —rogué. Soltó una risa contra mi piel moviéndose con rapidez. Deslicé mi mano a su clítoris frotando en forma circular. Gimió mordiendo mi piel — Maldición Bella, si —

— Córrete —pidió gimiendo contra mi cuello. Su cuerpo se estrechó y envolví su cintura con mi brazo ayudándola a moverse cuando su cuerpo se tensó — ¡Edward! —exclamó atrapándome en su cuerpo. Gruñí sintiendo su humedad y viniéndome en lo profundo de su cuerpo

Respiró de forma agitada sobre mí aferrándose a mi cuerpo.

— Te amo —respiró

— Te amo mi amor, tanto — prometí besando su cabello. Soltó un suspiro acurrucándose sobre mí y besando mi hombro.

El viernes siguiente como prometí fui con Bella a la consulta con su terapeuta, nos sentamos frente a su consultorio y esperamos pacientemente por nuestro llamado.

— Quiero entrar primero unos minutos, ¿Está bien? — preguntó aferrándose a mi mano

— Por supuesto que si mi amor —asentí con una sonrisa tranquilizadora

Cuando la puerta del consultorio del Dr. Barclay se abrió un chico salió y Bella se puso de pie soltando mi mano. El doctor la saludó y asintió en mi dirección antes de cerrar la puerta.

Apreté mis puños, estaba nervioso y ansioso, no quería a Bella casi desmayada en mis manos como la sesión anterior.

Unos cuantos minutos después la puerta del consultorio fue abierta nuevamente.

— Ya puede pasar, Señor Cullen —avisó. Me puse de pie caminando al consultorio.

— Dígame Edward —pedí entrando. Asintió.

— Siéntese al lado de Bella, no la toque ni le indique nada —pidió. Asentí deslizándome junto a Bella en el sofá.

— Bella, la atención en la mesa — pidió el doctor tomando su asiento frente a nosotros. Bella obedeció concentrándose en lo que había sobre la pequeña mesa frente a nosotros. Había caramelos de tres colores, Coca-Cola, pomelo y cuatro tipos de chocolates — Muy bien Bella, ahora, esta son las opciones que tu padre dejó para ti —señaló— Elige el que gustes —

El cuerpo de Bella se tensó y mis puños se apretaron. Su mano tembló al alzarse a los caramelos, la sostuvo en el aire, indecisa. Su respiración se aceleró. Enterré las uñas en mis palmas evitando estirarme y tomar el caramelo rojo, ese era su favorito y ella lo sabía.

— No-o puedo —murmuró retirando su mano

— Si puedes — respondió el doctor

— Edward —gimió girando el rostro hacia mí. Sus ojos completamente nublados de lágrimas destrozaron mi alma.

— Sé que puedes mi amor, elije —pedí suavemente

Dirigió nuevamente la vista a la mesa, cerró los ojos dejando caer algunas lágrimas y respiró profundo. Miré al doctor pidiéndole desesperadamente que detuviera esta tortura. El hombre negó con la cabeza.

— Elige Bella —repitió— Lo que sea que tu elijas va a estar bien, Edward está a tu lado y está de acuerdo con lo que tu elijas —

— De acuerdo —murmuró abriendo los ojos. Mordió su labio inferior estirando nuevamente su temblorosa mano hasta el dulce rojo. Sonreí.

— Muy bien Bella, ¿Por qué ese? — preguntó

— Es mi favorito —respondió con una amplia sonrisa

— Muy bien, ahora, ¿Qué dices del chocolate? — preguntó señalando los tres trozos de chocolate

— El criterio que tengo para elegirlos… ¿Importa cual sea? — preguntó viéndolo

— No, puedes elegir el que tú quieras por la razón que sea —respondió

— Bien — asintió estirándose por el chocolate con nuez — Es el favorito de Edward —explicó antes de que el terapeuta le preguntara el porqué de su decisión

— Muy bien, eso está muy bien —prometió— Ahora el refresco —

Bella deslizó su mirada hacia mí, le guiñé un ojo animándola, regresó su vista a la mesa tomando el vaso de Coca-Cola.

— ¿Puedo? —preguntó Bella señalando sus elecciones

— Solo si quieres —asintió el terapeuta. Bella extendió el trozo de chocolate hacia mí y lo tomé, al diablo el terapeuta, ella quería compartir esto conmigo.

— Gracias mi amor — respondí tomándolo. Asintió bebiendo de su refresco, mordí el chocolate y la miré abrir el caramelo y llevárselo a sus labios. Sonrió.

— ¿Lo ves Bella? — preguntó el terapeuta— Él te dio las elecciones, pero tú las tomaste, deben ser cosas que disfrutes elegir, no hay malas elecciones respecto a los dulces o los chocolates —señaló— Si quieres elegirlo para otra persona está bien, si es para ti también o puedes simplemente no elegir —

— Entiendo — murmuró acurrucándose a mi costado. Tomé su mano entrelazando nuestros dedos.

— ¿Cansada? —preguntó

— Mucho —respondió Bella

— Eso es normal, estás luchando con lo que tu mente no quiere que hagas —explicó— De niña tu mente estaba tan asustada y estresada que nunca prestaste atención a lo que realmente querías, por eso ahora de adulta sigues el patrón —

— Lo entiendo…—murmuró

— ¿Quieres terminar la sesión? — preguntó

— Si pero… les dije a Rose y a Alice como era mi padre y porque Edward se comporta del modo en que lo hace conmigo —explicó

— ¿Quieres que Edward salga para seguir hablando? — preguntó

— No, lo quiero conmigo — pidió aferrándose a mi mano

— De acuerdo, en ese caso, ¿Qué ocurrió con tus amigas…?— indagó

20 minutos después dejamos la consulta, Bella aferró de mi cintura apoyándose en mi cuerpo hasta el volvo, la ayudé a entrar y luego me dirigí al asintiendo del piloto, me monté en el auto y conduje a casa.

Bella se mantuvo silenciosa pero su rostro mostraba paz, lo cual aliviaba mi preocupación.

Subimos por la escalera hasta el departamento y una vez dentro soltó un suspiro.

— Toma el control — pidió

— ¿Segura? Creí que tenías cómoda con el control hoy — respondí

— Lo sé pero… quiero que lo tomes y me hagas el amor —señaló ruborizada

— Bella, hacer el amor en estas condiciones…—murmuré

— Es lo que quiero —murmuró comenzando a soltar los botones de su camisa— Que me tomes fuerte y controlador, que ordenes… que me hagas disfrutar —

— Amor —gemí

— Por favor —murmuró acercándose a mí. Retrocedí hasta que mi espalda dio con la pared, besó mis labios frotándose contra mi cuerpo, suspiré deslizando mis manos por su cintura — Edward, te quiero en mi —pidió bajando sus besos por mi cuello

Con un gemido de frustración nos giré dejando su espalda apretada contra la pared, soltó un murmullo de sorpresa que silencié con mis labios.

— Maldición, quise meter mis manos bajo tu falda desde que te la vi puesta —confesé deslizando mis manos por sus muslos. La alcé haciendo que sus piernas me rodearan, soltó una risa satisfecha — Lo hiciste a propósito —gruñí mordisqueando la piel de su cuello

— Te amo —gimió

— Te amo amor de mi vida — murmuré entrándonos en la habitación. Pateé la puerta cerrándola y nos recosté en la cama. Bajé mis labios por su cuello succionando su piel y desabrochando su sostén antes de quitarle la camisa y el sostén.

— Edward —farfulló

Lamí sus pezones atrapándolos entre mis labios y los rodeé con mi lengua, se agitó bajo mi cuerpo. Cambié de pezón acariciando su estómago con mis dedos. Bajé mis labios por su estómago hasta su falda y la desabroché bajándola junto a su ropa interior.

Me acomodé entre sus piernas y lamí sus muslos, se arqueó soltando un lloriqueo.

— Eres deliciosa, ¿Sabes eso? — pregunté lamiendo su dulce piel

Sus manos de deslizaron por mis hombros buscando mi cabello, sujeté sus manos retirándolas de mi cuerpo y las presioné contra el colchón reteniéndola y evitando que me tocara.

— Oh, maldición, déjame tocarte — lloriqueó

— No —respondí lamiendo su clítoris. Succioné haciendo caricias circulares sobre ella y se sacudió bajo mi cuerpo.

Moví sus manos hacia su estómago sujetándolas ambas con una de las mías. Aferré mi mano libre a su muslo succionando de forma hambrienta.

— ¡Edward! —exclamó intentando zafar sus manos de mi agarre

La sostuve con fuerza adentrando mi lengua en su interior. Lloriqueó soltando maldiciones, azote suavemente su muslo haciéndola saltar en el lugar y sonreí lamiendo mis labios alejándome de ella. Me miró molesta alzando el rostro.

— ¿Ocurre algo? —pregunté divertido frotando su clítoris con mi pulgar

— Ya, no juegues — pidió retorciéndose

— Mmm… —sonreí— ¿Por qué no? Eres mía y quiero jugar contigo —

— Oh, maldición — protestó agitándose y dejando caer la cabeza hacia tras. Me incliné besando y lamiendo su estómago, mis dientes rasparon su piel haciéndola gemir. Deslicé dos dedos en su interior — Oh —

Sonreí atrapando su clítoris ente mis labios, murmuré contra su piel.

— Córrete —ordené

Su cuerpo se sacudió apretándose alrededor de mis dedos, gimió arqueándose y un profundo y largo gemido abandonó sus labios. Se dejó caer sobre la cama con la respiración acelerada. Quité mis dedos de su interior y solté sus manos subiendo mis labios por su estómago hasta sus senos, besé dulcemente comenzando a desabrochar mi camisa.

— Santo cielo, te amo —murmuró cuando besé sus labios. Reí besando su mentón

— Desvísteme — pedí

Asintió terminando de desabrochar mi camisa y quitándola por mi cuerpo. Su mano bajó frotando mi estómago hasta el botón de mis jeans, lo soltó bajando la cremallera. Adentró su mano en mis jeans frotándome y gruñí escondiendo el rostro en su cuello, tiró bajando mi ropa y la ayudé desnudándome por completo.

— Déjame besarte — pidió besando mi mandíbula

Nos giré dejando su cuerpo sobre el mío, me envolvió en su mano bajando sus labios sobre mi cuerpo.

— Bella —gemí cerrando los ojos. Sentí su sonrisa contra la piel de mi vientre, su lengua me lamió haciéndome temblar — Tómame, ahora —demandé

Rio besando mi piel y adentrándome en su boca, lamió y succionó haciéndome temblar, su boca era el paraíso. Aferré mis dedos a su cabello frotando, ella sabía perfectamente lo que quería.

Cuando su boca me enloqueció lo suficiente jalé de su mentón alzándola, sus labios me abandonaron y se movió sobre mi cuerpo hasta colocarse sobre mí. Me alcé besando sus labios y presionando su cuerpo sobre el mío. Nos recosté sobre nuestros costados y deslicé su pierna por sobre mi cadera frotándome contra ella.

— ¿Me amas? — preguntó besando mis labios

— Más que a nada en mi vida — prometí rosando sus labios con los míos. Entré lentamente en su interior, sus labios se separaron en una silencia exclamación — Y soy suyo, eternamente tuyo — prometí lamiendo sus labios— Y tu mía, lo sé y lo sabes —

— Lo sé —murmuró aferrándose de mis hombros. Salí de su cuerpo entrando nuevamente de un fluido y rápido movimiento. Gimió contra mis labios — Eso se sintió bien —

— ¿Qué tan bien? — pregunté repitiendo el movimiento

— Como el maldito paraíso —farfulló. Bajé mis labios a su cuello.

— Tu eres mi paraíso —respondí comenzando a embestir con mayor constancia

Su pierna se aferró a mi cuerpo, deslicé mi mano por su espalda aferrándome a su cuello y a su cintura embistiendo con decisión. Lamí la piel de su cuello, adoraba todo de ella.

— Estoy tan malditamente cerca pero necesito…— gimió

— Tócate para mí, bebé —respondí mordisqueando su piel. Deslizó una de sus manos entre nuestros cuerpos, se apretó dolorosamente a mi alrededor y su respiración de detuvo— Respira amor, respira —pedí aferrándola a mi cuerpo. Un resoplido abandonó sus labios — Oh maldición Bella —gruñí cuando se ciñó a mi alrededor

— ¡Edward! —suspiró. Mordí su piel sintiendo su orgasmo y dejándome llevar por mi placer.

Sus manos recorrieron mi espalda de forma relajante, su interior era un apretado desastre y mi propio paraíso.

— Te amo — murmuré rosando mis labios en sus hombros — Para siempre, te amo —

— Te amo, para siempre —asintió besando mi sien

— — —

La campanilla de la librería sonó anunciando la entrada de un nuevo cliente, aun así no aparté la mirada los papeles sobre el mostrador.

— Busco a Isabella Swan — escuché una voz

Alcé la mirada con el ceño fruncido, ¿Quién buscaba a mi gatita?

— ¿Quién la busca? — pregunté en tono alto impidiéndole a Ángela responder. El hombre era algo mayor, unos 50 años, su traje se veía costoso.

— Eso no te incumbe, quiero hablar con ella — respondió

— ¿Papá? —preguntó la suave voz de Bella acercándose a él

— ¿Estás trabajando aquí? —preguntó el hombre

— Si, trabajo aquí — respondió. Me acerqué a Bella para tomar el control en cuanto ella lo quisiera.

— ¿Qué diablos haces trabajando aquí? ¿Para qué te envío dinero cada mes? — preguntó enfurecido. Envolví mis brazos alrededor de los hombros de Bella y de su cintura cuando comenzó a temblar— Apártate de ese muchacho —

— No — respondió Bella

— No voy a irme a ningún lado sin que tú y yo hablemos — aseguró

— ¿Ahora quieres hablar? ¿Luego de 13 años? — preguntó Bella

— Quiero hablar, ahora —bramó

Bella alzó la mirada hacia mí, sus ojos estaban enrojecidos por el llanto retenido.

— No — hablé viéndola

— Si —respondió. Cerré los ojos respirando hondo mientras la soltaba lentamente.

— Usen mi oficina —asentí

— Sígueme —pidió Bella viendo a su padre

Los miré caminar por la librería hasta mi oficina y desaparecer detrás de la puerta. Mis puños se apretaron, ella estaba tomando el control en el peor momento, hubiera deseado que me dejara apartarla de ese hombre pero si ella quería enfrentarlo iba a respetarlo, siempre la había respetado, pero justo ahora quería acurrucarla en el sofá de nuestra sala e impedir que ese hombre la rompiera.

Intenté mantenerme ocupado pero no podía apartar la mirada de la puerta de mi oficina, inteligentemente nadie se acercó a mí.

Exactamente treinta y tres minutos después la puerta de mi oficina se abrió, Charlie Swan salió de allí enfurecido dirigiéndose a mí.

— Todo lo que hay en su cabeza en este momento es culpa tuya — gruñó contra mi rostro

— Gracias por el cumplido, váyase de aquí — pedí apretando mis puños

— Esa niña ya no existe para mí — respondió alejándose de mí. Caminó hasta la puerta abriéndola con fuerza y salió.

Me apresuré a llegar a mi oficina y entré.

— Gatita — hablé suavemente acercándome a la bolita que había sobre mi sillón. Sus sollozos rompían mi corazón — Amor — hablé arrodillándome frente a ella y envolviéndola en mis brazos.

Escondió el rostro en mi cuello y sollozó contra mi piel pasando sus brazos por mi cuerpo y aferrándose a mí con fuerza

— Ed-Edward — gimió

— Sh gatita, estoy aquí, todo está bien — prometí. La mecí suavemente tranquilizando su llanto.

— Lo siento — murmuró unos minutos después alejándose de mí y secando sus mejillas

— ¿Por qué lo sientes? —pregunté quitando el cabello de su rostro húmedo — Está bien amor, no te preocupes —

— Hay que volver a trabajar —señaló

— Tu no, tu ve arriba y date una ducha, ¿Quieres que te suba algún pastelillo de la cafetería? — pregunté— Voy a llevarte algo delicioso y dejar que te relajes un momento, déjame a mi encargarme de la librería —

— No es necesario — negó

— Sh gatita —pedí besando sus labios— Déjame acomodar un poco las cosas, no necesitas mantenerte allí afuera bajo las miradas y manteniendo el control, ¿Recuerdas? Para eso estoy yo —

— Es que…—dudó— Me hizo sentir tan mal…—

— Lo sé amor, lo sé — murmuré— Hazlo, déjame controlar — pedí contra sus labios — Quiero que vayas arriba, te des una ducha, comas algo dulce y te relajes —

— ¿Puedo bajar en un rato? — preguntó

— Puedes bajar cuando te sientas mejor o si me necesitas —prometí. Se irguió sobre el sofá envolviéndome entre sus piernas.

— Gracias —murmuró— Sé que si fuera por mi elegiría salir y seguir trabajando bloqueando todo lo que hablé con él —

— ¿Vas a contarme que ocurrió? — pregunté frotando sus mejillas con mis pulgares

— Tengo que, algunas cosas van a cambiar — asintió

— De acuerdo, ¿Esta noche? ¿Acurrucados en el sofá de la sala? —pregunté

— ¿Cocinas para mí? — preguntó mordiéndose el labio inferior

— Por supuesto amor, si quieres cocino — asentí dejando un beso en la punta de la nariz — ¿Qué dices de crema de espinacas? Eso te encanta —

— Lo que decidas va a ser perfecto —asintió

— Eso me gusta gatita, ven — pedí soltando sus piernas de mi cintura y poniéndome de pie. Extendí una mano para ella, la tomó y nos conduje fuera de la oficina rumbo a las escaleras que conducían al departamento.

Bella subió el primes escalón y se giró dándome una sonrisa. Pasó sus brazos por detrás de mí cuello y besó mis labios.

— Te amo —murmuró

— Y yo a ti gatita, sube y descansa —ordené

— Si señor —susurró contra mis labios. Me dio una sonrisa divertida antes de girarte y subir los escalones hasta la puerta del departamento y entró.

El enojo por lo que Charlie Swan había hecho en su persona ayudó a mantener mi excitación a raya, si ella esperaba que subiera detrás de ella a hacerle el amor… estaba equivocada, no durante una crisis.

Me dirigí a la cafetería y tomé dos pastelillos con de glasé rojo, era su favorito, no planeaba aumentar su crisis llevándole colores diferentes. Preparé un espumoso capuchino y me dirigí a la escalera subiendo cuidadosamente.

Dejando su merienda en la mesita frente al sofá me dirigí al baño buscándola, golpeé suavemente encontrándola dentro de la ducha, el agua la cubría.

— ¿Mejor? — pregunté arrodillándome a su lado

— Mejor — asintió con una suave sonrisa — ¿Quieres hacerme compañía…?— preguntó viéndome entre sus pestañas. Negué divertido rosando el agua con mis dedos

— No ahora —negué

— ¿No? —preguntó tomando mi mano y llevándola a su piel— Justo ahora… no me molestaría que me controles —

— Lo sé pero ya hablamos de esto…—murmuré rosando su piel con mis dedos— No está bien que te haga el amor en este momento, no cuando estás vulnerable… luego me siento culpable —

— ¿Me besas…?—preguntó. Sonreí inclinándome sobre ella y atrapando sus labios entre los míos. Me recosté sobre la bañera haciéndole compañía por unos momentos antes de regresar a la librería.

Solté un suspiro y caminé hacia el mostrador reemplazando a Ángela en la caja, odiaba estar aquí mientras ella estaba arriba pero su terapeuta había sido claro, debía dejar que ella viniera por mí de vez en cuando.

Subí un par de horas después encontrándola acurrucada en la sala y dormida, recogí lo que quedó de su merienda llevándolo a la cocina y regresé a la librería. Solo quedaba media hora para finalizar el horario laboral.

Bella seguía dormida cuando regresé al departamento, me puse a cocinar la cena de forma silenciosa. Se despertó una hora después y cenamos conversando de cualquier tema trivial menos lo que debíamos conversar.

Luego de la cena nos recostamos en el sofá y Bella se acurruqué en mi pecho, froté su espalda relajándola.

— ¿Puedo saber que ocurrió esta tarde? — preguntó suavemente

— ¿Es una orden? —preguntó

— No, soy tu novio, puedes decírmelo si quieres o puedo esperar —respondí. Soltó un suspiro tembloroso

— Está enojado porque trabaje en la librería, me dijo que estoy rebajándome, que si quiero trabajo el puede dármelo como su hija —comentó

— Tu puedes trabajar donde sea que tu quieras Bella —prometí— El no puede decidir eso por ti —

— Lo sé, pero… me dijo que si no renunciaba no iba a seguir enviando dinero para mis estudios —

— Está bien Bella, que no lo envie, no lo necesitas —negué

— Si lo necesito, no voy a dejar de estudiar —murmuró. Su voz se quebró y apreté mis brazos a su alrededor

— Shh, no lo necesitas —repetí — Me tienes a mi y a la librería, todo está bien —

— Nada lo est-a-a — protestó en su sollozo — Me dejó totalmente sola —

— Lo se amor, lo sé, nunca ha estado para ti — asentí frotando su espalda

— ¡No lo entiendes! — exclamó alejándose de mi. Mi pecho se apretó por sus mejillas rojas y sus lagrimas — ¡Me quitó todo! ¡No va a enviarme más dinero! ¡No va a pagar más por mis estudios! Me dijo que me fuera de aquí, que una Swan no podía trabajar de empleada de una librería, cuando no quise renunciar me dijo que entonces no iba a pagar más por mis estudios, que lo pagara de mi sueldo —

— Vamos a pagar la universidad, no te preocupes —pedí secando sus mejillas

— No, no voy a poder pagarlo —repitió

— Bella, vamos a poder pagarlo, ambos — aseguré sujetando su rostro en mis manos

— No puedo permitir eso — negó

— No estoy preguntando —respondí

— Prometiste nunca ir en contra de lo que quiero — señaló

— Nunca lo haría — respondí— No te estoy controlando, no voy a obligarte, pero tienes que entender que no voy a dejar que por culpa de ese hombre dejes de estudiar lo que te gusta —

— Es mucho dinero — murmuró

— No tengo muchos gastos — respondí— Y la librería y la cafetería dan muy bien, no temas —

— Se enteró que ya no vivo en el departamento que alquiló para mí cuando me mudé aquí, su asistente llamó para renovar el contrato y allí se enteró que yo lo había finalizado, le grité que si alguna vez hablara conmigo se lo hubiera dicho —

— Y eso está bien gatita — asentí

— Y decidió que entonces no me debía nada, que yo había decidido esto —suspiró— Que siempre había… decidido mal todo. Pero yo no decido mal, no lo hago, ¿Cierto? —preguntó— Decidir vivir contigo no fue malo, ¿Verdad? ¿Tú hubieras querido que yo decidiera no vivir contigo? —insistió. Su respiración se aceleró y presioné mi mano en su pecho

— Bella, detente, alto —ordené— Respira preciosa, respira —repetí. Tomó aire soltándola lentamente — Bella, duele y mucho que pienses que el vivir conmigo fue un error —señalé— No dejes que él te haga dudar de esto Bella, por favor —

— Lo siento —murmuró llevando sus manos a mis mejillas — No dudo de nosotros, lo prometo —aseguró besando mis labios— Dudo en si vivir contigo fue algo que decidí mal —

— Bella, ¿Es que acaso mi desesperación cada vez que debías irte por la noche no es prueba de que yo también necesitaba vivir contigo? — pregunté suavemente— Cuando aceptaste vivir conmigo fue uno de los mejores días de mi vida mi amor —sonreí— Porque esa decisión no era algo que yo iba a tomar por ti, no hubiera estado bien que te ordenara vivir conmigo —negué — Siempre he sido todo lo cuidadoso que puedo para que mi control no sé vuelva algo que tu resientas —

— Jamás resentiría tus decisiones —negó rosando sus labios con los míos— Tú me conoces y… decides sabiendo que es lo que yo quiero, nunca me he sentido incomoda con tus elecciones porque siempre son fundamentadas "come este, es tu favorito" "usa en blanco, ese elegiste anoche" "cursa por la mañana, es cuando mejor te sientes" nunca fue un "has esto porque a mí me gusta" —

— Bueno… no soy un santo Bella, no hagas que parezca eso —reí sintiendo mi pecho más ligero — A veces me aprovecho por mimos, caricias, besos… ropa interior sexy —

— ¿Si? —preguntó pasando sus piernas a cada lado de mi cadera

— Si… no puedo evitar excitarme cuando te controlo Bella —admití

— Mmm… lo sé señor —susurró contra mis labios

— Estás… jugando sucio —respiré apretando mis dedos en sus muslos y frotando

— ¿Si? ¿Estoy siendo mala? —insistió

— Bella…—protesté

— La crisis pasó —prometió— Y ahora quiero, necesito, que tomes el control, también me excita —

— Bella, estás en una crisis, justo ahora —negué

— Al diablo con todo Edward, fue un día pésimo para mi y solo se de una forma en que puedes mejorarlo — susurró lamiendo mis labios

Gemí besando sus labios con fuerza y nos giré, soltó una risa apretando sus piernas a mí alrededor. Solté un suave abofeteo sobre su muslo haciéndola saltar.

— Has sido muy traviesa hoy —murmuré— Pidiéndome que entrara contigo a la ducha cuando sabes no podía —negué bajando mis labios por su cuello— ¿Piensas compensarme por eso? —

— Si —gimió moviéndose contra mí. Gruñí necesitado de ella.

Alcé su blusa quitándosela y acaricié sus senos con mis manos, gimió recargándose en el sofá. Bajé mis labios a su piel succionando sus pezones y jugando con ellos. Sus manos tiraron de mi playera quitándomela rápidamente. Bajó sus propios shorts y ropa interior dándome una sonrisa divertida.

Me miró atentamente bajando sus manos por su piel, hizo una caricia circular sobre su clítoris bajo mi atenta mirada y gimió echando la cabeza hacia atrás. Me moví bajando por su cuerpo y entrando mi lengua en su interior, se agitó impresionada.

Sus ojos bajaron a los míos, deseosos y extasiados.

— Déjame probarte —ordené. Soltó un gemido y sus dedos se movieron más rápidamente. Dirigí una mano a mi cabello y la aparté rápidamente llevándola a su seno. Tomó su pezón entre sus dedos jugando con el mientras yo atendía el otro.

Se arqueó cubriendo mi lengua con su humedad, succioné y lamí disfrutando sus temblores. Su cuerpo calló sobre el sofá, su respiración era acelerada. Se veía ruborizada y sudorosa, sus ojos se mantuvieron en los míos.

Lamí mis labios alzándome, besé su cuello frotándome contra ella.

— Te-e te necesito — pidió pasando sus manos por mi espalda

— Dime… ¿Quieres que te haga el amor? — pregunté

— Más que cualquier otra cosa —asintió bajo mis caricias

— ¿Vas a correrte para mí? —insistí— Quiero verte disfrutar, quiero sentirte disfrutar —

— Lo- lo voy a hacer —gimió. Me adentré en su cuerpo lentamente, atrapé su labio inferior entre los míos mordisqueando

— Te amo Bella, te necesito tanto como tú lo haces —prometí aumentando la velocidad de mis movimientos

— Te amo — farfulló enterrando sus uñas en mis hombros — Te amo —

Gruñí contra su cuello aferrándome a ella, la adoraba, la amaba, era mi paraíso.

Gritó estrechándose a mi alrededor y murmuré su nombre repetidamente contra le piel de su cuello dejándome llevar junto a ella.

— ¿Mejor? — pregunté rosando mis labios contra sus hombros

— Siempre logras que me sienta mejor —sonrió besando mi sien. Sonreí besando su piel

— No soy un chico bueno Bella — negué recargando mi frente en la suya— Pero necesito que estés bien y feliz para yo serlo —

— Eso suena muy, muy bien —sonrió besando mis labios— Vamos a poder con todo, ¿Cierto? — preguntó deslizando sus dedos por mi cabello

— Vamos a poder con todo, siempre, lo prometo —respondí en un tono completamente seguro

- - - 7 años después - - -

Aun vivíamos sobre la librería que ahora era completamente mía y de mi esposa, claro. Esme continuaba viniendo cada vez que lo deseaba pero estaba disfrutando de su retiro junto a Carlisle. Ángela se hacía cargo cuando yo no podía.

Escuché las llaves del departamento y dejé la laptop a un lado en el sofá y salí de la sala. Bella cerró la puerta colgando su cartera y saco en el perchero aventando las llaves a la mesa junto a la puerta. Lucía sexy, increíblemente sexy y agotada.

Me acerqué a ella por detrás frotando sus hombros, murmuró apreciativamente recargando si espalda en mi pecho.

— ¿Día pesado? —pregunté besando su cuello

— Ajá —respondió suavemente inclinando la cabeza dando más acceso

— ¿Qué dices de dejar que pida la comida y te prepare un baño? —pregunté

— Mmm… ¿Tomas el control? —

— Si quieres —respondí contra su piel — Hace tiempo no lo pides —

— Justo hoy me vendría fantástico —señaló. Sonreí deslizando mis manos por sus costados hasta aferrarla de la cintura.

— Gírate — pedí. Obedeció y me arrodillé ante ella — Zapatos fuera —hablé quitándoselos. Soltó un gemido cuando sus pies tocaron el suelo — ¿Mejor? — pregunté poniéndome de pie

— Mucho — murmuró

— Ven, hora de una ducha — pedí tirando de su cintura rumbo a la habitación. Abrí la puerta para ella haciéndola entrar— Desvístete, voy a prepararte el baño— señalé— Y Bella —

— Dime —asintió

— Ve al baño desnuda —ordené. Una sonrisa perezosa apareció en sus labios asintiendo. Cerré la puerta de la habitación dirigiéndome al baño.

Una vez allí puse el tapón en la bañera abriendo el agua, rocié las sales favoritas de Bella en el agua y prendí un par de velas.

Con el tiempo ella había mejorado, aún tenía algunas crisis pero no eran demasiado frecuentes y muy pocas veces pedía que tomara el control por completo. A veces yo simplemente lo hacía cuando la notaba demasiado estresada pero que ella lo hiciera expresamente me alteraba de una forma muy agradable.

La puerta del baño se abrió revelando a una desnuda y divertida Bella, sonreí extendiendo mi mano hacia ella. La tomó dejándose acercar a mi cuerpo y besé sus labios suavemente, deslicé mis manos por su espalda frotando su piel.

— Huele bien — murmuró

— ¿Yo o el baño? — pregunté

— Ambos — rio rodando sus labios con mi mandíbula

— Ahora no — pedí alejándome ligeramente de ella — Te quiero en el agua, ahora —

— De acuerdo — sonrió complacida

La sujeté ayudándola a entrar en la ducha y se sumergió en el agua con un suave murmullo. Besé su cabello antes de salir del baño.

Me dirigí a la sala y ordené pollo agridulce con volcán de chocolate para dos, era la comida y postre favorito de Bella. Tomé la laptop olvidada en el sofá y la llevé al estudio.

Bella se había recibido de abogada a la edad de 24 años, esa misma noche le había pedido que se convirtiera en mi esposa y 8 meses después nos convertimos en marido y mujer. Habíamos ampliado el departamento, aún no era tiempo de un bebé pero era un tema conversado que esperábamos comenzar a buscar pronto.

Media hora después regresé al baño, encontré a Bella algo adormilada en la bañera. Me arrodillé a su lado tocando el agua, aún estaba algo caliente.

— Despierta amor — murmuré suavemente acariciando su mejilla. Abrió los ojos adormilada.

— Hola —sonrió suavemente

— ¿Lista para salir? — pregunté

— Aun no me ducho — rio intentando ponerse de pie. La sostuve quitando el tapón de la bañera.

— La comida debe estar por llegar, dúchate — pedí. Asintió metiéndose bajo el chorro de agua. Me giré rumbo a la puerta — ¿Qué debo usar? — preguntó. Me giré viéndola.

— Envuélvete con la toalla y ve al cuarto —pedí antes de salir del baño

Me dirigí a la habitación, abrí el armario y tomé una de mis playeras con una bonita y cómoda ropa interior para ella y junto a sus pantuflas las dejé al lado de la cama.

El timbre sonó y bajé a recibir la comida.

Cuando Bella entró a la sala yo ya me encontraba allí, la cena servida y una película lista para ser iniciada. Se acercó con una sonrisa acurrucándose a mi lado en el sofá, la rodeé con mis brazos y suspiró complacida.

— ¿Mejor? — pregunté suavemente

— Mucho mejor —asintió— Pero aún no quiero el control de vuelta —

— De acuerdo, podemos mantenerlo —respondí besando su cabello. Asintió soltando un suspiro.

Amaba cuando cedía el control.


Grupo en face: El secreto mundo de Nani Cullen

(Subo adelantos y les aviso de los próximos OS)

www . facebook . c o m groups / 350954842735251


Hemos llegado al final de este OS, lo sé, bastante largo pero les pregunté en el grupo si lo querían dividido o solo en un cap y la gran cantidad lo quiso en una sola vez.

Este OS me gustó mucho, Edward fue incondicional a Bella pero considero que lograron detener su juego en el momento exacto antes de que se volviera algo toxico, esa nunca fue la intención de ellos pero cada pareja tienen una dinámica completamente diferente a las demás. Bella NUNCA perdió su voluntad, su voluntad era justamente que Edward la controlara cuando la situación era demasiada y como vemos en el pedacito final eso quedó siendo con un juego entre ellos cuando Bella así lo quiere.

PD: aún sigo buscando crear un OS que sea MUY tóxico, algo se vienen pronto.

¡Cuídense mucho!