Summary: [Three-Shot] Fiel a su control, obedece sin resistencia…Ella está bajo su control.

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Bajo control


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II Sin escape


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Ella se arrastraba por los pasillos del hospital, en donde estaba siendo tratada. Su cuerpo se apoyaba contra la pared y su pierna izquierda estaba dormida, quizás por la inyección de la anestesia que le dio el enfermero. No fue fácil para Jill pelear contra tres enfermeros y más sintiéndose un poco débil, pero la ventaja de tener utensilios o las herramientas para una cirugía, le ayudaron muchísimo para poder pelear por su libertad. Todo su cuerpo era una enorme carga para ella, le gustaría creer que una vez que saliera de este hospital, estuviera Chris Redfield recibiéndola con los brazos abiertos. Mientras más escuchaba los movimientos del personal de seguridad buscándola por los pasillos, ella se arrastraba con lentitud, fingiendo ser una enfermera más entre tantas que estaba a su disposición y ordenes de sus superiores.

La voz de Excella furiosa en cada parlante del Hospital, todo el personal parecía nerviosa y preocupada por lo que podría pasar. Sobre todo, como reaccionaria Albert Wesker si se enterará que su experimento se escapó del laboratorio. Nadie estaba sospechando de la enfermera que corría para salir de la zona que iba a ser restringida por la gente de seguridad, ya que había robado tanto la vestimenta como la tarjeta de identificación de la otra enfermera que asesinó.

Jill Valentine no estaba enterada que ya había sido inyectada con el nuevo virus que Wesker creó, solo faltaba esperar cómo el cuerpo de ella reaccionaria con un poco de esa dosis. Una vez que su pie estuviera fuera del pequeño hospital, se dio cuenta que estaba vinculada con una mansión sea de quien sea el hogar; aun siguió buscando por los alrededores alguna salida, sin darse cuenta que algunos cuadros y esquinas tenían cámaras de seguridad.

Ella se adentraba en cada habitación, solo para buscar alguna señal de su enemigo, lo curioso fue que ni siquiera lo había encontrado en su escritorio y eso que ya venía preparada para apuñalarle con un bisturí que sea como sea, iba a matar a su ex jefe.

Wesker no estaba.

De pronto escuchó ruidos que provenían de una habitación continua y que estaba del otro lado de una puerta que se hallaba en la misma sala del escritorio personal. Cuidadosamente, revisó entre los cajones para encontrar un arma de nueve milímetros, cuando las llevas de sus dedos tocaron el picaporte y abrió la puerta empujándola hacia delante, no vio a nadie; solo se encontró con el dormitorio de su enemigo, se acercó con cuidado hacia la cama para encontrarse con una notebook abierta con diferentes capturas de la cámara de vigilancia, por la cual, ella aparecía desde diferentes planos y enfoques de la cámara.

¿Wesker estuvo aquí? se preguntó sin encontrar nada más que solo jeringas ya utilizadas. Algo no le cuadraba, sintió un pequeño escalofríos recorrer por su columna vertebral, como si estuvieran advirtiéndole de alguna trampa.

Cuando se quedó buscando e investigando entre dos o tres carpetas de archivos que se encontraba sobre un mueble que estaba al lado de la cama, descubrió algunas pruebas con muestras tanto positivas, como también negativas en respuesta a algunos huéspedes que fueron intervenidos y formando parte del experimento, al parecer aún estaba en fase de prueba pero las alteraciones o mutaciones que causó, habían como anotaciones en donde su ex jefe lo marcaba como algo positivo.

Las luces empezaron a parpadear, Valentine se dio cuenta de eso y empezó a apresurar el paso, dirigiéndose hacia la salida de la habitación. De pronto, la puerta se cerró de golpe y se trabó después de revelar la persona que estaba en frente de la joven.

Wesker lo nombró estando cara a cara.

Él sonrió de lado, desde sus gafas un pequeño esplendor de color anaranjado se podía notar. Tenerla acorralada no le parecía nada malo, un intento del juego del gato y el ratón ¿Quién atrapó a quién?

Sin decir nada, ella fue directamente a atacarlo pero él no tuvo problema en esquivar ese movimiento con el cuchillo envainado a la vista. Los puñetazos o intentos de querer lastimarlo con el filo del cuchillo cada vez eran en vano porque siempre terminaba en retener el objeto y querer devolvérsela hasta que rosara parte de su mejilla. El enemigo asomó su rostro para mirarla con determinación, pasó su dedo índice enguantado con sus guantes de cuero sobre la herida superficial y arrastrando la sangre por su rostro, no dejaba de hacer contacto visual y por alguna extraña razón sintió que Wesker se acercaba más.

Ella aprovechó la oportunidad para clavar su cuchillo sobre el muslo, provocando que él la lance hacia la otra pared del cuarto. Débilmente, Jill se levanta del suelo sin apartar su vista del enemigo, viendo cómo se quita el cuchillo del muslo para lanzarlo lejos de su alcance. Entonces, optó por sacar el arma de su bolsillo para dispararle pero seguía con el mismo resultado; Albert para defenderse se posicionó a espaldas de ella, reteniéndola por los brazos haciendo que el cuerpo femenino chocara contra la pared y él se mantuviera doblándole su brazo.

No tienes escapatoria, Valentine —dijo, una vez que su rostro se asomaba hacia el oído de ella pero solo olía el horrible aroma de los químicos en su cabello, en su delantal. No tenía su perfume femenino como recuerda en sus momentos en la comisaria.

¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, tratando de salir de su agarre.

Nada que te preocupe —contestó, tras sacar una jeringa de su bolsillo para clavarle en su cuello.

Ella cayó entre sus brazos, por otro lado, los refuerzos de seguridad llegaron para llevársela de nuevo hacia su habitación.


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Sus orbes azules claros observaban todo su entorno, no recuerda cuanto tiempo permaneció acostada en la cama de su habitación, con su cuerpo boca abajo, solo sentía un profundo dolor en su interior y físicamente -¿Qué estaba pasando con ella?-. Las paredes seguían siendo blancas, las luces del mismo color que cegaban su visión. A penas pude escuchar algunas conversaciones entre los doctores y médicos que la habían examinado. Wesker seguía mirándola desde lejos, solo escuchando la nerviosa voz que se oía una doctora del laboratorio, quizás le estaba informando algún problema o reacción inesperada de la paciente, aparte de que el color de su cabello castaño haya cambiado a rubio pero con algunos mechones de castaño claro. Los meses pasaban y ellos seguían trabajando con el nuevo virus, también por donde les interesaba distribuirlo sin ser detectados, aparte de África, en donde ya habían empezado a distribuirlo en los habitantes.

— La señorita Excella, estuvo maltratando a la paciente —informó la doctora, tras revelarle algunos videos que captaron las cámaras —Incluyendo su entrenamiento contra algunas mutaciones del virus.

Albert no dijo nada, solo la observaba en silencio pero la doctora suponía que este tipo de revelaciones podrían afectar un poco a su pequeño experimento. Este hizo un gesto a los científicos para que se retiraran de la sala, él se acercó en silencio y espero que la puerta de vidrio se deslice así le abría paso hacia la habitación de la señorita Valentine; pudo notar que tenía algunas heridas entre superficiales y algunas no tan profundas, según lo que se había enterado. Lo curioso para su sorpresa es ver que ella no retrocedió en su presencia, tampoco protestó cuando sus manos enguantadas revisaron las heridas en su espalda: parecían de ser latigazos. Desde su punto de vista, Jill parecía que lo estaba obedeciendo no lo veía tan mal, sobre todo porque hace tres o cuatro meses que lleva puesto consigo ese aparato que abarcaba por su pecho, cualquier resistencia que ella haga en su contra le iban a aumentar la dosis.

Desde que intentó escaparse y pelear contra él, fue en donde decidieron colocarle ese aparato en forma de araña y que brillaba con tanta intensidad de un rojo carmesí por la trasparencia que tenía el objeto. Ella ha estado ayudándolos en distribuir parte del virus en los habitantes, obviamente, bajo una identidad anónima desde que se enteró que Chris Redfield empezó a pisar su terreno, nuevamente.

Irónicamente, Jill Valentine estaba trabajando para él, como en los viejos tiempos de cuando fue su jefe en la comisaría de Raccoon City y como siempre, Redfield interfiriendo en sus planes; antes, él respetaba mucho a Jill, aún lo hace, en ciertas ocasiones, la estimaba pero sentía… ¿Celos? Por ver esa amistad, esa buena química que existía entre Chris y Jill, como buenos compañeros, como "mejores amigos", el mejor dúo que se cuidaba la espalda el uno al otro. Sin embargo, con él solo había respeto y compañerismo por solo tratarse entre jefe y empleada-policía, nunca hubo una comunicación afuera del trabajo, obviamente, él era el hombre más antipático e indiferente que cualquiera podría decir y el que menos se relacionaba con sus empleados, no es que siempre estuviera rodeado de "amigos" solo que cuando existía aquellas salidas en los bares para juntarse a festejar y beber, con quienes se juntaba o permanecía cerca era con el dúo dinámico de Jill y Chris, también junto con Barry Burton.

La mujer que atraía las miradas de otros hombres sin importar como le quedaba el uniforme o alguna vestimenta que estuviera fuera de su trabajo, Jill Valentine era una chica que le parecía bastante atractiva para él, sin importarle que estuviera en desventaja contra Chris Redfield; ese hombre que siempre obtenía la atención de la joven, hasta podría recordar como ella se reía por alguna tontería que la hermana menor de este le reprochaba y él siendo testigo de esos chistes tontos entre colegas, pero por lo menos podía conservar la imagen de la sonrisa de Valentine en su mente.

Lástima que él ya había optado por destruir todo a su paso.

Tras recordar esos pequeños fragmentos de su pasado en la comisaria, se ríe por lo bajo al ver que su "ayudante" seguía mirándolo algo confundida.

— ¿No recuerdas nada, de lo que te pasó? —preguntó, fingiendo interés.

—Solo recuerdo que la señora, Excella no estaba satisfecha con mi entrenamiento, amo — respondió de manera automática, como si se tratara de un robot que solo estaba obligada a responder y dar reportes.

«Ella está condenada en trabajar para mí» le hablo esa parte oscura de sus pensamientos, esa parte que lo guio a todo el caos que quiere lograr contra la humanidad y el mundo, sonrió con satisfacción por una idea que se presentó en su mente. Sí en el pasado fue su jefe, ahora, seguirá siendo su amo y jefe. Porque sabe que ella sigue estando a su disposición, cualquier cosa que haga en su contra el aparato que llevaba en su pecho era su castigo y hasta su propia perdición. Estaba seguro que Chris aún seguía creyendo que estaba muerta, aun en sí, fingió tristeza ante su ayudante femenino que estaba en frente suyo, quien trataba de acomodarse en la cama.

Él seguía parado delante de ella, sus dedos enguantados de cuero subieron desde su cuello hacia el mentón de la joven, para obligarla a que lo mire a los ojos; su otra mano acomodaba un mechón de su cabello rubio detrás de la oreja.

—Respóndeme esto, Valentine —dijo con determinación, mientras que un brillo anaranjado resaltaba entre las oscuras gafas.

Ella no aparto de su contacto visual, ni siquiera se inmuta en decir algo con respecto al color de sus orbes, a ese extraño brillo tan escalofriante y que ni Excella no le gustaría ver. Jill solo lo obedece pero siente que una parte de sí misma quiere dañarlo, quiere lastimarlo hasta matarlo solo que cada vez se hace más lejano esa voz y su conciencia es nula, al igual que sus propios pensamientos.

—Solo me vas a obedecer a mí, y solo a mí. Los reportes no solo le vas a informar a Excella, sino a mi persona… Quiero que seas discreta con nuestro nuevo invitado ¿Entendido?

—Como usted ordene, mi amo —respondió indiferente, sin ninguna expresión facial en su rostro, seria y neutra.

Wesker se inclinó para acercar su rostro hacia ella, sin ver alguna resistencia o golpe a su paso, no, Jill estaba obedeciendo que lo besara sin protestas, sin mordidas, nada. Una vez, intentó obligarla a que lo bese pero sabía que se resistiría, después de todo se lo merece y solo su socia puede ofrecerle ese servicio especial. Sin embargo, sus intereses íntimos buscaban a otra persona. El enemigo besaba de manera feroz, insistiendo y guiando como el líder que siempre fue, ella seguía correspondiendo ese beso hambriento; cada vez le agradaba esta idea, no solo utilizarla para el exterior por los reportes e informes, sino una idea más oscura e íntima. Quizás se la ganó de otra manera pero igual, le ganó a Redfield. Él tiene ahora a su compañera, a su mejor amiga… Hasta puede ser, a su chica.

"Valentine, no puede escaparse, no puede irse…De mi lado" se dijo en sus pensamientos, mientras que recorría con besos pausados el cuello de ella, se encargó de hacer una pequeña marca morada tras presionar en esa piel pálida. Marcándola no solo con ese objeto que estaba pegado en su pecho, sino un moretón en su piel.

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N/A: Perdón si me tarde un poco en actualizar, espero que este capítulo les guste. Solo desarrolle de manera sutil algunas cosas, no es que me voy a enfocar precisamente en todo. Sé que me estoy saliendo un poco de lo que es la historia, solo me quise enfocar con respecto a los personajes. Muchas gracias por apoyar este fanfic, les agradezco muchísimo y gracias por sus comentarios. Actualmente ando con un comic en webtoon y mangatoon, por si les interesa se llama "Déjá vú: Tan bestia y bruja son" por eso ando muy ausente en los fanfics y trato de salir del hiatus.


¡Espero que les haya gustado, Saludos y cuídense!

Atte. J.H ©