LA CENICIENTA FUGITIVA
Aclaraciones previas: Adrien se va a ver un poco OOC en este capítulo, sobretodo en sus primeras escenas pero luego se explicará el porqué, no se preocupen.
Capítulo 2: ¿Un mago padrino?
Fueron tres noches de insomnio pero no seguidas. El sábado, lunes y miércoles esperó a que las 3 estuvieran bien dormidas —lo cual sucedía alrededor de las 10— y tomaba el caballo a escondidas para llegar al hospital.
Su turno era de 4 horas, se ataba un pañuelo a la cara para filtrar el aire y ponía otro en su cabeza para cubrir su cabello, Renald le prestó su par extra de guantes de cuero para disminuir aún más su piel expuesta. Volvía a su casa alrededor de las 3 de la madrugada y dormía unas 3 horas antes de que amaneciera.
El domingo y martes durante el día tomó todo el café que pudo sin que la señora Burgeois notara la diferencia en el recipiente. Aun si hubiera tomado de más no lo habría notado ya que, al llegar la invitación oficial al baile en domingo, se emocionaron tanto que no tuvieron atención para nada más.
A partir de ese día se la pasaron practicando sus modales para convivir adecuadamente con la corte real, además de su postura y elegancia, en especial sus hermanastras, con la esperanza de llamar la atención de algún posible pretendiente.
Cada minuto de su tiempo libre esa semana lo invirtió en el arreglo de su vestido hasta altas horas de la noche. Diseñó, cortó y cosió usando el material que guardó por años; cortinas viejas con patrones lindos, listones y un par de vestidos que sus hermanastras desecharon hace años. Poco a poco fue dándole forma. En la madrugada del miércoles al fin recibió su paga del hospital y compró unos bonitos zapatos color azul que combinaban perfecto con su vestido.
Cuando llegó el jueves estaba tan emocionada que casi no necesitó café, en la noche terminó de darle los últimos detalles, el antifaz le tomó sólo un par de horas en hacerlo. Al fin durmió tranquila después de casi una semana en vela. Fue tan profundo su sueño que ni las incesantes campanadas de la casa pudieron despertarla en la mañana... se necesitó un vaso grande de agua en la cara.
Marinette dio un grito y se sentó en la cama en un parpadeo.
—Mi madre me hizo venir hasta aquí para levantarte, espero que estés contenta —le reprochó su hermanastra Chloé con su camisón de noche puesto.
—Buenos días… —masculló aturdida, empezando a resentir haberse despertado tan de golpe.
—En eso tienes razón, es un buen día —miró al cielo por la ventana—. Espero que hayas dormido bien porque hoy es el baile de disfraces y vamos a necesitar tu ayuda para alistarnos en la tarde.
Menos mal habían comprado sus vestidos y antifaces el día anterior ellas solas, no tuvo que seguirlas por horas hasta que dieran con el atuendo indicado.
— ¿Y si me necesitarán hasta en la tarde por qué me despiertas ahora?
— ¡Deja de hacerte la graciosa, es hora del desayuno!
—Está bien, ya bajo.
La rubia dejó el vaso en el buró y se fue.
—Me hubieran despertado antes, hace como una hora que amaneció —dedujo al ver la cantidad de luz que se entraba por la ventana.
—Lo siento, es que te veías tan cómoda y casi no dormiste estos días —le recordó el ratón saliendo desde atrás del libro donde se escondió al oír los refunfuños de Chloé subiendo las escaleras.
—Sí ¿Cómo esperabas bailar bien hoy estando toda somnolienta? —lo apoyó el gato.
—Cierto —suspiró.
Se vistió rápidamente detrás del biombo con el dibujo de pavorreal en estilo oriental y le dio un vistazo a su creación guardada en el armario antes de bajar.
—Tú y yo haremos brillar la pista de baile esta noche.
—Y con suerte conocerás a un apuesto joven —agregó Tikki.
— ¡¿Qué?!
—Quizás llames la atención de un conde o el hijo de un mercader —continuó Plagg.
—Sí, alguien alto y gallardo con una buena posición —siguió Luka, ocultando muy bien la repentina punzada de celos que sintió.
—Hey, alto todos ustedes ¿Por qué el repentino interés de que consiga pretendiente?
—Si te comprometes podrías obtener tu dote antes y podrías huir de aquí —dijo el ave— ya no tendrías que soportar al trio nefasto.
—Vamos, chicos, tener que esperar más de un año para tener mi parte de la herencia no es el fin del mundo. No me comprometeré con alguien a la ligera.
El ratón contuvo un suspiro de alivio al escucharla decir eso, las cuestiones de matrimonio y esas cosas se debían tratar con la mayor delicadeza: la situación en la que estaba ella era un buen ejemplo de lo que pasaba cuando alguien se casaba sin conocer a fondo al otro.
Además, la sola idea de que se uniera con alguien cruel que mostraría su verdadero rostro después y la hiciera sufrir lo llenaba de tanta furia que sentía que no cabía en su pequeño cuerpo.
Marinette en cambio ocultó su preocupación, no sabía si dicho dote existía aun "Y de no ser así, yo… ¡No, piensa en positivo!"
—Muy bien, mi querido vestido, te veré al atardecer.
Finalmente bajó con sus sabanas mojadas y almohadas en la mano para ponerlas a secar en el patio.
Por otra parte, en medio del bosque:
El joven no dejaba de estremecerse bajo las sábanas, los recuerdos parpadeaban en su cabeza como la luz de una vela agitada por el viento.
Sus manos a pocos centímetros de cadáveres de animales, su estómago retorciéndose del asco mientras trataba de enfocarse en las palabras que le fueron enseñadas, la magia explotándole en la cara al no poder dirigirla bien; todo eso acompañado de la voz de ese hombre retumbándole en los oídos.
Por último se proyectó en su cabeza aquella noche de lluvia en que al hombre se le agotó la paciencia. Su figura y la del chico junto a él eran ensombrecidas por la luz de luna que alcanzaba a filtrarse entre las nubes "No me sirves… y si no me sirves, no vales mi tiempo"
Una vez más extendió la mano hacia ellos para suplicarles que no lo dejaran pero lo único que consiguió fue caerse de la cama.
—Ahhh!... *Augh*… mi cara.
Se puso de pie con dificultad, notando el papel en su buró.
"Vuelvo al rato. Desayuna algo antes de practicar, no quiero que te desmayes de nuevo, cabeza de chorlito. Con cariño: A."
Dejó salir un suspiró y se sentó en la cama. Miró por la ventana aquel paisaje, tan cercano… y al mismo tiempo tan inalcanzable.
—Ya habrá tiempo para explorar el mundo, debo seguir.
En eso una mariquita se paró en el marco de la ventana. Recordó lo que su madre le había contado de ellas, evocando en su mente aquella dulce voz.
—Un presagio de buena suerte ¿Eh?... Quizás algo bueno pase hoy.
Temprano en la tarde:
La joven de ojos azules que ocultaba sus orejas puntiagudas con un sombrero y usaba pantalones de equitación —algo poco común en una dama pero no reprochado— terminó de comprar las cosas de la lista hace un rato, en esos momentos ya hubiera llegado al límite de la ciudad mas quiso tomarse su tiempo para caminar entre la gente y pasear tranquilamente
Sólo salía por víveres una vez a la semana por lo que aprovechaba cuando iba a la ciudad para pasear un rato. Miraba entretenida como casi todo mundo iba de prisa alistando cosas para el baile y poder enviarlas a tiempo; los floristas, los panaderos y los granjeros que llevaban sus vegetales o ganado al castillo eran los más atareados.
"Qué bueno que no soy parte de ello" se dijo a sí misma. Pasó al lado de una panadería donde las cosas se encontraban milagrosamente en calma y compró un biscocho de canela, habían subido su precio de 4 monedas a 5.
—Los ingredientes subieron otra vez, jovencita.
—No se preocupe, entiendo —dijo serena mientras en su mente gritaba "¡Estúpidos impuestos que no dejan de subir cada trimestre!"— aquí tiene.
Aunque la gente no vivía en la miseria todo mundo andaba con los bolsillos muy apretados. Según los rumores el príncipe estaba invirtiendo mucho en el ejército y eso se le hacía raro, había algo de tensión en el noreste pero no parecía que una guerra se avecinase.
Sus pensamientos se pausaron frente a la fuente en una plaza cuando un montón de burbujas arrastradas por el viento pasaron justo frente a su rostro, aquello la tomó desprevenida y retrocedió sin querer perdiendo su equilibrio. Se hubiera caído en el agua de no ser por el joven en armadura que la sujetó del brazo.
— ¡Te tengo! —La jaló hacia él— ¿Estás bien?
—Sí, gracias —revisó que todo aun estuviera en su canasta y por suerte así era.
—Perdón, fui yo el de las burbujas.
— ¿Un caballero nivel Beta soplando burbujas? —levantó una ceja fijándose en su uniforme.
—Hehe… sí, es que es mi descanso del patrullaje en la ciudad y aproveché para jugar con mi hermanito —señaló con la cabeza al niño que estaba en una banca no muy lejos de allí junto a su abuela—. De hecho me sorprende que haya tenido un descanso el día de hoy.
—Y que lo digas —dijo volteando hacia el ajetreo de la calle principal—. Bueno, creo que ya es hora de que vuelva a mi casa. Muchas gracias… ehm…
—Nino Lahiffe, futuro caballero nivel Alfa —anunció orgulloso.
—Un gusto en conocerlo, futuro Sir Nino Lahiffe.
Ella dio una ligera reverencia a modo de cortesía y al mirar su reflejo en el agua notó una extraña marca purpura en el guantelete de la armadura.
—También fue un gusto, adiós.
Y regresó con su hermano, al verlo por última vez la marca ya no estaba allí. Regresó su vista a la calle y un carruaje cargando flores de varios colores para el castillo —entre ellas moradas— pasaba por allí.
"Oh, un pétalo de ellas debió volar con el viento y pasó por arriba del reflejo" asumió sin saber que se equivocaba.
Luego de un rato llegó al bosque y como allí había sombra se quitó su sombrero dejando al descubierto su corto cabello rosa brillante.
Horas más tarde:
Para la suerte de Marinette, después del desayuno el trio se la pasó toda la mañana enfocándose en su arreglo personal como exfoliar su piel, hacerse la manicura, arreglar sus cejas, remojar sus rostros en agua de rosas y hacer mezclas especiales para hidratar sus cabelleras. Esas eran cosas que hacían ellas mismas —ni de broma iban a dejar a Marinette meter las manos en "procesos tan delicados y finos"— por lo que tuvo un par de horas libres y pudo ayudar a Renald y Gideon para que terminaran sus labores del día más rápido.
Les preparó el almuerzo como siempre y luego de una última sesión de práctica de modales las ayudó a ponerse sus disfraces.
—Es una lástima que no vas ir, Marinette —dijo Chloé con falsa empatía.
—Sí, pero no te preocupes, nosotras te contamos como estuvo —continuó Lila.
"No tienen idea de la sorpresa que les espera". En lo que ellas se maquillaban la chica subió al ático, se puso rápidamente su vestido y ató su cabello en una trenza para al menos verse diferente.
— ¡Deséenme suerte, chicos!
— ¡Suerte! —dijeron al mismo tiempo.
Al cerrar la puerta ellos se fueron por los pasadizos en dirección a la entrada, por nada del mundo se iban a perder sus caras al ver a Marinette con su nuevo vestido luciendo tan hermosa.
Bajó las escaleras casi deslizándose, llegó a la sala principal justo cuando iban a salir por la puerta para ir con el estilista.
—No olvides esponjar nuestras almohadas antes de que regresemos —le recordó su madrastra.
— ¡Esperen!
Se voltearon al mismo tiempo quedándose boquiabiertas al verla bajar por las escaleras; arriba en las vigas los tres animales reprimían unas risas de satisfacción. El vestido era azul en tres tonos distintos con blanco simulando el plumaje de un azulejo con muchos detalles.
—Lo hice yo misma con un viejo vestido de mi mamá y algunas telas viejas, así no tuvo que gastar dinero en mí, señora Burgeois. Compré los zapatos con lo que gané trabajando medio turno en las noches —contó orgullosa—. No tiene que pagar por un peinado y maquillaje para mí, estoy bien así ¿Y bien? ¿Ya nos vamos?
Hubo un silencio sepulcral de parte de las 3 que fue roto por las suplicas de las hermanastras para que no la dejara ir.
—Niñas, niñas, cálmense —caminó lentamente hacia Marinette, eso no le dio buena espina—. Veamos ¿Dices que lo hiciste tu misma?
—Sí, todo. No tomé dinero de la caja fuerte ni empeñé nada para patrocinarlo, puede revisar si no me cree.
—A-ha… —bufó rodeándola— ¿Y no crees que al ser hecho por ti, una novata y no un profesional, podría romperse fácilmente?
—Tal vez no sea una costurera profesional pero he pasado muchos años re…
Fue silenciada al sentir un fuerte tirón en su espalda y escuchar el sonido de la tela desgarrándose, los animales también se quedaron sin aliento.
— ¿Ves que fácil se rompió? —Con sólo una mirada les indicó a sus hijas que se acercaran a hacer lo mismo.
— ¡Sí, en que estabas pensando al cocer esta manga así! —exclamó Lila rasgándosela.
— ¡No!
— ¡Y esta tela es de tan mal gusto! —Chloé le arrancó una parte de la falda.
Destrozaban su vestido cuidando de no dejar partes sin desgarrar, la chica trataba de huir pero entre las tres la tenían arrinconada. Luka enfureció, estuvo a punto de bajar y Tikki lo detuvo sujetando su cola con el pico.
— ¡Suéltame! ¡Debo ayudarla!
— ¡¿Estás loco?! ¡Te van a pisar!
Abajo, los ojos de Marinette se empezaron a nublar al ver todo su fuerzo siendo arrancado pedazo a pedazo sin poder hacer nada.
— ¡Por favor, basta!
— ¿Cómo pudiste creer que un vestido elegido por tu madre podría ser digno de un baile en el castillo? Se nota que ella era una mujer sin clase.
Con sólo esas palabras, en especial las últimas nueve, la hicieron pasar de la angustia a la ira en menos de un parpadeo. Se giró hacia la señora Burgeois con la sangre hirviendo, levantó su mano y le propinó una fuerte bofetada que casi la tiró al piso. Quien sí cayó fue ella al ser empujada por Lila. Su cabeza retumbó contra el suelo aturdiéndola pero no se comparó en nada a lo que sintió después.
Pronto el dolor llegó a ella por todos los flancos posibles; fuertes puntapiés contra sus miembros, pisotones de tacón encajándose en su carne, patadas que sintió hasta los huesos. En la viga se quedaron en shock.
Trató de levantarse y su madrastra apoyó todo su peso en su pie derecho colocándolo sobre la base de su espalda, dejándola inmóvil. El golpe que recibió en la cara, ese que hizo a su nariz sangrar fue el peor de todos pero no pudo soltar el grito que se ameritaba al recibir inmediatamente después una patada bajo el diafragma que le sacó todo el aliento.
Fueron segundos tan llenos de agonía que le parecieron horas.
Inesperadamente el dolor cesó acompañado de un fuerte siseo que pareció un grito de guerra. Plagg saltó desde la viga hacia la madrastra y la empezó a rasguñar en la cara. La mujer gritó tratando de quitarse al gato de encima sin éxito; sujetaba el collar que vestía fuertemente con una pata y con la otra arremetía contra su rostro dando zarpazos igual a cuando pescaba.
Su oído le advirtió que la joven rubia corría hacia él y saltó antes de que le diera un puñetazo, terminando por golpear a su madre. El felino se esfumó en un instante hacia los pasillos.
— ¡Ahora verás, tu…! —se dispuso a perseguirlo.
— ¡No, Chloé, déjalo! —Respiró hondo para recuperar la compostura, descubriendo su rostro lleno de rasguños— Esto se ocultará con el maquillaje y mi antifaz con plumas… no quiero que suden antes del baile, deben estar presentables. Vámonos ya.
Las dos chicas salieron aun con el susto encima, su madre en cambio permanecía impasible a pesar de las gotas de sangre que corrían por su rostro.
—Mañana vas a limpiar las ventanas en vez de Renald… y eso no será todo —y se fue sin más.
La sala quedó sumida en el silencio salvo por las cortas bocanadas de aire que tomaba Marinette yaciendo sobre su lado izquierdo. Al salir del shock, Tikki bajó junto Luka al piso llevándolo en su lomo.
La joven estaba con las rodillas al pecho, tenía la mirada pérdida en el vacío con los ojos bien abiertos y las lágrimas fluyendo silenciosamente de ellos, su mandíbula temblaba sin parar al igual que el resto de sus cuerpo, la sangre de su nariz formaba un pequeño charco en el suelo.
Seguía en shock debido al impacto, todo fue tan repentino. Pero cuando sus amigos entraron en su campo de visión volvió en sí poco a poco. Sus ojos se entrecerraron, las bocanadas de aire empezaron a convertirse en sollozos y finalmente gritó de dolor. Al extinguirse el lamento de sus labios se tapó el rostro y lloró.
Nunca creyó volver a llorar como los días en que sus padres murieron y ahora allí estaba, hecha un ovillo en el suelo, entre retazos de tela, herida y sangrando.
Luka nunca antes había resentido tanto su tamaño como en ese momento, se odiaba a veces por no poder ayudarla más en sus labores pero eso superó a todo y por mucho. Su corazón se encontraba dividido entre la furia por lo ocurrido y la impotencia de no haber podido detenerlo.
Abrazó su frente deseando con todas sus fuerzas poder rodearla con sus brazos, acariciar su cabello y asegurarle que nunca más le volverían a hacer daño. Tikki también abrazó su cabeza con sus alas y en eso volvió Plagg acurrucándose con ella, ronroneándole. No era mucho pero era lo más que podían ofrecerle.
Se quedaron así alrededor de un minuto hasta que Marinette se estremeció por una punzada de dolor, notando que algo tibio caía de ella
— Agh!... Esperen, esperen —comenzó a incorporarse despacio y con dificultad— algo más está… goteando…
Sentándose en el piso, levantó su falda maltrecha dejando a la vista una cortada en su pantorrilla derecha —seguramente hecha con uno de los pisotones de tacón— que dibujaba una larga línea roja.
—Maldición.
Se levantó con mucho esfuerzo y caminó apoyándose en la pared hasta llegar a la cocina, sus amigos la siguieron. Se limpió la herida con agua y mordió un trapo al aplicar vodka que su madrastra guardaba para ocasiones especiales, ardió muchísimo. Luego tomó otro trapo para hacer presión en su nariz y dejar que se formara el coagulo.
—Carajo… —susurró dejándose hundir en la silla de madera, estaba tan adolorida que no le importaba "maldecir con propiedad" como tanto le instó su padre.
Se hizo un silencio de nuevo, durante el cual se vio tentada a beber del vodka mas desechó la idea, embriagarse no la iba a ayudar. Esta vez fue Plagg quien rompió el hielo.
—Y… ¿Ahora qué?
— ¿Ahora?... ¡Ahora tengo todavía más ganas de ir a ese baile!
Todos esos años de sumisión y servicio en medio del desprecio los había soportado con fuerza pero aquello fue la gota que derramó el vaso. Ahora se volvió personal, por primera vez quería cometer un acto de rebeldía e ir al baile lo sería.
— ¿Pero cómo? —Dejó caer sus hombros— No tengo tiempo para hacer otro vestido y ni de chiste puedo tomar dinero.
—Bueno… quizás hay otra forma —divagó Tikki.
— ¿De qué hablas?
—Ya sabes que hay una familia de golondrinas con las que siempre hablo y me han contado sobre una chica de cabello rosa que anda por la parte suroste del bosque Rosenvallis. Varias veces la han visto pasar junto a los árboles y luego ya no está.
— ¿Es una bruja?
—No, a la edad que aparenta ya suelen tener su familiar mágico y ella siempre anda sola. Así que por lógica… ¡Debe ser un hada! Podríamos pedirle ayuda como en los cuentos.
—Tikki, no seas boba —dijo el gato—, quizás sólo sea una chica que compró una poción para teñir su cabello.
— ¿Y qué me dices de cuando aparece y desaparece? ¿Eh? —infló sus plumas molesta.
—Esas golondrinas deben de estar mal de los ojos.
— ¡No lo están!
— ¡Sí lo están!
—BASTA… no es el momento —señaló Luka a Marinette con la cabeza—. Oye, creo que deberías ir al hospital por si acaso.
Se puso a sopesar los pros y los contras de todo un rato hasta que llegó a una decisión.
— ¿Por dónde dijiste que la han visto, Tikki?
—No, Marinette, no estás bien.
—Sí, irías al bosque por nada ¿Y qué tal si te lastimas más?
—Sé que tal vez sea una pérdida de tiempo pero me voy a arrepentir si no lo intento… y ellas habrán ganado.
—*suspiro* De acuerdo, pero si algo te duele más, lo que sea, nos regresamos ¿Prometido?
—Lo prometo, Luka.
La mansión estaba a las afueras así que no le importó salir con su vestido todo hecho harapos. Partió siguiendo al pájaro carpintero.
En el castillo:
Puesto que no tenía nada que hacer Alya se ofreció a ayudar al planeador del baile y él, gustoso, le relegó algunas tareas. Mientras él se encargaba del resto ella supervisaría la decoración de la entrada.
Ya casi habían terminado después de 2 horas cuando el ajetreo se detuvo momentáneamente "¿Pero qué…?" dirigió la mirada a donde todos los demás lo hacían y vio la razón de la abrupta pausa. Era la princesa Juleka corriendo entre la gente, subió las escaleras principales y dobló a su derecha para ir al ala Este; estaba llorando.
"Ay no, otra vez ese bruto…" Dejó lo que hacía y fue inmediatamente a donde se dirigía: su alcoba. De camino allí todos se hicieron a un lado justo como con su alteza, sabían muy bien que ella era la única que podía consolarla y entre más pronto lo hiciera mejor.
—Princesa… —tocó a la puerta.
— ¡No estoy para nadie! —exclamó desconsolada.
—Soy Alya ¿Puedo pasar?
—… Bueno…
Entró cerrando tras de sí, se encontró a la joven sentada sobre su cama a espaldas de ella, el vestido de seda negro con encajes y detalles violeta brillante que la costurera real apenas había traído ayer yacía tirado en el suelo sin ningún decoro. "El asunto estuvo más feo de lo que creí" pensó.
—Déjame adivinar ¿tu hermano te gritó?
Afirmó con la cabeza.
—Se enojó por haberle pedido a la costurera un vestido así para hoy. Me dijo que por una vez dejara de vestirme como una viuda en duelo y me pusiera algo decente.
Alya supo que omitía los insultos que le dijo por la forma en que temblaba su voz, la conocía muy bien. Suspiró y fue a sentarse junto a ella.
Durante todos esos años se había vuelto como una hermana para la princesa; con su único familiar vivo siendo tan frío y distante y con Alya teniendo tanto tiempo libre al terminar sus lecciones —además de ser las únicas niñas de su edad en todo el castillo— fue casi por inercia que se hicieron amigas al principio.
También ayudó el hecho de que ambas comprendieran lo que era soportar las prepotencias y el desdén del heredero a la corona de un modo más directo y personal que la servidumbre.
—Yo creo que ese vestido se te hubiera visto hermoso, con unos guantes blancos hasta el codo te habrían hecho ver muy elegante y tu collar de plata con las amatistas resaltarían tu fleco.
Una tradición de la familia real era teñirse las puntas del cabello al llegar a los 15 con una poción mágica especial y ella eligió el violeta.
—Gracias… *suspiro*… Después de esto no tengo humor para salir en público pero sé que eso sólo haría que Luka me gritara otra vez —Se abrazó a sí misma.
—Te propongo algo —inclinó su cabeza para poder hablarle al oído—: puedo convencer al líder de la guardia del castillo para que deje a Nino patrullando cerca de tu cuarto y así finja que no vio nada cuando nos fuguemos.
— ¿Ya podemos volver a visitar la casa del marqués a escondidas? —se le iluminaron los ojos.
—Nathaniel me dijo que saldrá de viaje mañana y su hija Rose va a estar sola — susurró juguetonamente.
—Gracias, Alya —la abrazó.
La chica le devolvió el gesto, a veces quería tirar la toalla, huir del reino con su madre y su hermanita y volverse asistente de algún ministro de comercio o de un diplomático o algún otro puesto en el que su cerebro fuera útil —sabía de varios reinos que necesitaban gente con sus conocimientos, reinos cuyos monarcas si la apreciarían— pero momentos así la hacían reconsiderar "Por ti no me importa seguir en esta estresante pesadilla, claro, por lo menos hasta que te cases"
—Bueno, no falta mucho para la fiesta y aun te tienen que peinar y maquillarte. Déjame llamar a las…
—No, por favor. ¿Podrías… ayudarme tú con mi ropa?
A pesar de lo contenta que se puso porque iba a visitar a su novia no se sentía capaz de lidiar con la gente aún, al menos no por la siguiente hora. Alya comprendió.
—Si eso quieres. Ahora vuelvo.
Mientras iba al armario por uno de los vestidos claros y brillantes que nunca usaba, Juleka no pudo evitar recordar la última y única fiesta de cumpleaños suya en que estuvo en público.
Flashback, hace 8 años:
La pequeña se había escondido en un hueco dentro de la gruesa pared del laberinto de setos ubicado en la parte más lejana de los jardines reales. Desde allí apenas escuchaba los ecos de los guardias buscándola.
Nunca iban a hallarla, era su lugar secreto, por no mencionar que en frente se encontraba una maceta rectangular alta y larga llena de lilies que ocultaba los pequeños hoyos hacia el interior.
Pero había una persona que sí sabía de esa ubicación:
—Así que Julily se escondió tras las lilies.
Eran sus flores favoritas, específicamente las púrpura con manchas negras cerca del centro, he allí la razón tras su apodo secreto que sólo ella y él conocían.
El niño rodeó la maceta e hizo a un lado la delgada capa de setos para sentarse con ella.
—No está mal aquí; oscuro, tranquilo… pero ¿no sería mejor estar en la fiesta con mamá?
Era su cumpleaños 9 y la reina había invitado a toda la nobleza, incluso de algunos reinos vecinos.
—No quiero hacer el ridículo… aunque los invitados no se rían en mi cara por ser la princesa sé que afuera lo harán —abrazó más sus rodillas.
El niño se quedó pensando un rato hasta que dio con la solución.
— ¿Sabes? A veces yo también me pongo nervioso cuando toco la guitarra en público.
— ¿Tu? Imposible.
—De veras ¿Y sabes que es lo que hago? Desenfoco la vista.
— ¿En serio? —dijo con una ceja arriba.
—Sí, al hacerlo no puedo distinguir las facciones de la gente y sólo somos yo y mi guitarra. Si le quitas el rostro a lo que te da miedo es más fácil enfrentarlo.
—Mmm… tiene sentido, al pasar de ser caras a manchones borrosos será como si estuviera tocando sola.
— ¿Verdad que sí?
—Sí… —lo abrazó— Gracias, Lucapriccio, eres un genio.
Ese era el apodo secreto de su hermano, se lo puso por el concepto del capriccio en la música; una pieza animada de forma libre y carácter vivo.
Volvió a la fiesta sintiéndose segura de sí y dio frente a todos un exquisito recital de chello, ganándose los aplausos de la audiencia.
Fin del Flashback.
Ese día también llamó la atención de cierta niña rubia que varios años después sería su novia. Ahora aquella hermosa tarde parecía un recuerdo de hace décadas.
En el bosque Rosenvallis:
— ¿Estamos cerca, Tikki?
—Sí, era por aquí.
Llevaban caminando casi una hora entre los arbustos y las raíces sobresalientes de los árboles, se habían adentrado en la parte profunda del bosque desde hace muchos minutos. Luka estuvo a punto de sugerir que dieran la vuelta cuando Tikki encontró lo que buscaba.
—Esperen ¡Allí es! ¡Síganme!
Caminaron un poco más hasta dar con un claro donde se erguía un manzano solitario.
— Aquí es donde las golondrinas la ven pasar, casi siempre alrededor del atardecer.
— ¿Y hasta entonces qué? ¿Nos quedamos a esperar? —preguntó Plagg.
—No ha de tardar mucho, faltan como dos horas para que atardezca. Sirve y descansamos un poco antes de que… que…
Se detuvieron al escuchar una hermosa música a la izquierda, fuera del claro.
— ¿Qué hace un bardo en esta parte del bosque? —se preguntó Luka.
—Quizás se perdió y necesita ayuda. Déjenme dar un vistazo.
—No, Marinette, tengo un mal presentimiento sobre esto —tembló Tikki
—Yo también —concordó Plagg quien tenía los pelos erizados—, nuestros instintos animales deben sentir que algo no anda bien.
—Yo no siento nada —dijo el ratón.
—Bueno, es un empate; si algo no sale bien regresamos aquí. Vamos.
Se adentraron de nuevo en el bosque sin perder de vista por donde vinieron, Tikki y Luka iban en sus hombros. Al cruzar por unos arbustos altos dieron con un circulo de setas aminitas, rojas y brillantes. En medio estaba una joven de cabello azul y piel verde claro tocando el violín sentada sobre una piedra, tenía orejas puntiagudas y vestía una especie de toga corta que parecía estar hecha de niebla, no medía más de medio metro.
— ¿Les gusta lo que escuchan?
—Lo siento, no quisimos interrumpir, creíamos que…
—Oh, no se disculpen, no interrumpen nada —aseguró con una voz sedosa—. Vaya, no te ves muy bien, niña. Haz pasado por un muy mal rato antes de llegar aquí ¿Verdad?
—Oh, señorita hada, no tiene idea —su voz volvió a quebrarse cuando recordó lo ocurrido.
—Tranquila, dulzura, entra a mi circulo y deja que te ayude —le extendió la mano.
"Bueno, no encontramos al hada de cabello rosa pero el viaje no fue en vano" pensó ella.
Los ojos de la criatura brillaron conforme Marinette acercaba su mano para dársela, su sonrisa se hacía más hacha. Tikki y Plagg seguían sintiendo que algo andaba mal pero antes de que uno de los dos la detuviera:
— ¡NOOOO!
No tuvo tiempo de detectar por donde vino ese grito, la taclearon lejos del círculo de setas. Luka aterrizó sobre el pasto a un metro y Tikki emprendió vuelo asustada a una rama cercana. Al levantar la cabeza se quedó boquiabierta al ver una enorme tigresa —con un pelaje de color extraño, como si fuera una mescla entre naranja y rosa— rugiendo en posición de defensa frente al círculo de setas y el "hada" en el pasto sobre sus cuatro extremidades como un gato.
— ¡Maldita seas, esa era mi presa! —siseó con una voz rasposa enseñando sus dientes que ahora eran filas de colmillos.
— ¡Estos son nuestros terrenos, duenda! ¡Vete si no quieres que te arranque la carne de los huesos!
Con un último siseo la creatura desapareció junto a las setas, su imagen se desvaneció como el humo. El gran felino relajó su posición y soltó un largo suspiro.
— ¡Eso fue muy imprudente de tu parte! Tienes mucha suerte de que estuviera pasando por aquí —se giró hacia atrás— ¿En que estabas…? Auch, que mal te ves… ¿Te atacaron o algo? —dijo eso ultimo sinceramente preocupada por ella.
—Ti… Tigre… —titubeó la chica "¡¿Pero qué rayos hace un tigre en este continente?!".
— ¿Eh? ¡Ah, cierto! Perdón, me distraje; eso me asustó mucho y aún tengo el corazón latiéndome como loco. Permítanme.
La tigresa se levantó en sus patas traseras acompañada de una nube de humo y brillo azul que la envolvió, al estar completamente de pie ya se había convertido en una jovencita con pantalones de equitación y cabello rosa brillante.
— ¿Así está mejor?
— ¡Aaah! —Retrocedió sacando ese anillo de hierro que ocultaba en un colgaje bajo su ropa, recordaba bien lo que su padre le advirtió sobre esos seres que vivían para crear caos y desdichas en la gente con sus travesuras— ¡No te acerques, cambia-formas!
—Oye, tranquila —puso las manos en alto pero relajada—. En primera no soy una cambia-formas cualquiera, yo no esparzo el caos.
— ¿Ah, no? Muéstranos tus dientes —le pidió sin bajar el anillo.
Entre más malas acciones cometía un cambia-formas más aumentaba el tamaño de sus colmillos hasta alcanzar su talla máxima en algún momento de su adultez —o en la adolescencia si eran especialmente malos—, junto a sus orejas punteagudas era lo único que no podían cambiar de su apariencia cuando adquirían forma de persona.
—Muy bien, mira —se puso de cuclillas para estar a su nivel y abrió la boca mostrándoles una dentadura igual a la de cualquier humano—. En segunda, el hierro no le hace daño a los de mi clase, sólo a los fair folk.
— ¿En serio? —preguntó el ave.
—Por supuesto, eso es sólo un mito en nuestro caso. Cielos, me sorprende que sepas que soy y lo de los colmillos pero no sobre eso.
—Quizás si los usuarios de magia no fueran taaan ermitaños esos saberes tendrían más difusión —musitó el gato.
La mayoría de la gente con poderes mágicos —que eran menos del 0.05% de la población, o sea, uno por cada 2mil personas— solía ser bastante solitaria y a veces nómadas, a rara vez iban a zonas con mucha gente y si lo hacían era por 3 motivos principales:
-Comprar víveres, ropa y/o utensilios.
-Razones profesionales como sanar gente con enfermedades raras, vender pociones, renovar o poner sellos protectores en casas, levantar maleficios sencillos que hizo otro hechicero, todo a cambio de algunas monedas de oro.
-O poner las cosas en orden cuando otras creaturas mágicas y humanos entraban en conflictos serios.
Ese tercer motivo era la razón principal de su aislamiento de la sociedad, al no ser totalmente humanos y no totalmente seres mágicos debían permanecer en medio de las cosas, neutrales, sin ser de aquí ni de allá.
Claro, había uno que otro mago o bruja que usaban su magia con propósitos ilegales o malos, sin embargo, eran casos muy aislados, por no mencionar que cuando un usuario de magia no quería ser encontrado era casi imposible hallarlo. Además, mientras no metieran las narices en guerras y asuntos de gobierno a nadie le importaba.
—Está bien, Plagg. Perdón por haberte juzgado mal —agachó su cabeza a modo de reverencia ligera—, muchas gracias por salvarme… ehm ¿Cuál es tu nombre?
—Soy Alix ¿Y tú?
—Marinette Dupain Cheng, ellos son Luka, Tikki y Plagg.
—Mucho gusto. Pero volviendo a mi pregunta ¿Qué te pasó? —Al acercarse a ella notó más cosas— Rayos, te golpearon muy fuerte… y mira a tu pobre vestido ¿Te atacaron bandidos o qué?
Le dio una versión resumida de su situación y lo que lo pasó para terminar con tantos golpes, aun con lo poco que dijo fue suficiente para hacer que Alix se cubriera la boca.
—Y ahora necesito conseguir otro vestido para el baile o no sé cuándo volveré a ver a mi mejor amiga.
Su expresión se tornó seria. Se puso de pie y extendió sus manos a Marinette para ayudarla a levantarse, ya al mismo nivel las estrechó y la miró con toda la determinación del mundo. No solía meterse en asuntos que no eran suyos pero una injusticia así no debía ser pasada por alto, no si había algo que podía hacer. Por no mencionar la deuda que tenía con el mundo "Ya hicieron algo por mi hace años, creo que es hora de regresar el favor"
—No sólo te conseguiré un vestido ¡Me aseguraré que seas la estrella en ese baile! — "Y con suerte podré convencer al señor ermitaño para que al fin salga de su casa"—Pero como sabes, lo único que mi clase puede hacer es cambiar forma, para esto necesitaremos ir con mi amigo, es un mago.
— ¿En serio? ¡Gracias…! Pero ¿Son más de 15 minutos? me llevó casi una hora llegar aquí.
—No hay problema, yo los llevo —la chica se transformó en un reno cuyo pelaje también tenía un tinte rosa; Marinette se sorprendió por su elección, se esperaba una yegua—. Sube.
— ¿Qué dicen, chicos? —les preguntó a sus amiguitos, no cometería el mismo error que con la duenda.
El gato y el ave afirmaron con la cabeza. Al subir a su lomo ella y Luka compartieron una sonrisa, parecía que la suerte comenzaba a sonreírle.
Pasaron por el manzano del claro en dirección al norte. Luego de unos 20 minutos a trote ligero de reno llegaron a una pequeña colina vacía y empinada, debía tener poco menos de 300 metros de diámetro. Al llegar a la base, Alix no subió la colina, sino que la atravesó como si estuviera hecha de aire.
Al pasarla dejó salir un pequeño grito de asombro. En el centro había una bella casa rustica construida alrededor de un roble como salida de un cuento en medio de un adorable jardín lleno de plantas medicinales, vegetales y otras flores.
—La casa no es mía, es de mi amigo.
— ¿Cómo se llama? —quiso saber Marinette.
—Adrien Agreste pero no lo llamen por su apellido.
— ¿Y eres su familiar? —preguntó Luka.
—Oh, no, sólo los animales pueden ser familiares mágicos. Yo lo ayudo a comprar los vivires, llevar a reparar sus zapatos y todo lo que incluya ir a la capital.
—Parece que a tu amigo no le gusta mucho la gente —comentó Tikki.
—Esa es una historia para otro día…
Llegaron frente a la puerta y se bajaron. Alix volvió a su forma humanoide y se asomó por la ventanilla de la puerta antes de abrir.
—Ay, rayos. Está en sesión.
— ¿Sesión? —Tikki ladeó la cabeza.
—Bien, gente: escuchen con atención. No griten, todo lo que vean adentro es normal. Tampoco hablen hasta que les indique, déjenme todo a mi ¿De acuerdo?
Los cuatro afirmaron. La pelirrosa dio un suspiró y abrió despacio. Se quedaron impactados al entrar, congelándose en dónde estaban.
El interior era tan hermoso como el exterior. Bellos relieves con imágenes de la naturaleza cubrían la mitad inferior de las paredes, la mitad de arriba estaba pintada de beige claro. El piso era de una madera más oscura que el resto dando un lindo contraste y en medio se encontraba el tronco del roble adornado con listones multicolores de los cuales colgaban numerosos talismanes preciosos.
Pero toda esa belleza era opacada por lo que pasaba frente al árbol en medio del vestíbulo.
Un joven rubio sentado en posición de loto, alineado con el roble, flotaba a unos centímetros del suelo. Sus globos oculares estaban totalmente blancos, desprovistos de iris.
A un metro de él se elevaba sobre su cabeza una especie de burbuja enorme que proyectaba imágenes en el centro como una esfera de cristal. Se veía una ciudad que no era la capital, de hecho, era de otro reino juzgando por las banderas que ondeaban. La imagen se movía como si se proyectara lo que veían los ojos de alguien más.
El joven frunció el ceño, concentrándose; en respuesta sus ojos brillaron verde por unos instantes y luego se apagaron.
—No…
Movió los brazos como si estuviera deslizando unas cortinas y la imagen cambió, ahora proyectaba un bosque muy lejano a juzgar por los árboles de hoja perene del lugar. Lo del brillo en sus ojos se repitió.
—No…
Movió los brazos y ahora la imagen era el exterior del castillo de ese reino, los sirvientes estaban dando los últimos arreglos antes de que llegaran los invitados.
— ¡Oh, que allí no! —Gritó moviendo los brazos con furia, cambiado la imagen a un lago— ¡¿Cuántas veces debo repetirlo?!
Durante años, desde que supo usar la clarividencia en un nivel decente, cada vez que emprendía su búsqueda no había día en que su magia no apuntara hacia el castillo "¿Por qué sigue pasando?"
—Hey, Adrien —dijo como si nada.
—Ah, volviste Alix ¿Cómo te fue en tu segunda salida de hoy? —Preguntó sin dejar lo que hacía— ¿Encontraste tus moras?
—No pero… traje algo más…
— ¿Hongos? ¿Hierbabuena?
—Visitas.
El chico parpadeó gritando y cayó al piso, la burbuja se esfumó. Se puso de pie en un brinco y retrocedió hasta que su espalda dio con el roble, haciendo sonar algunos amuletos colgados de él que tenían cascabeles. Los miró apretando los dientes y con los ojos bien abiertos, los cuales habían vuelto a su estado normal, sus irises verde esmeralda volvieron a ser visibles.
— ¡¿Quiénes son?!
Trató de respirar hondo para calmarse, aunque sabía que no valía la pena alterarse en esa situación no podía evitarlo. Durante mucho tiempo el único ser vivo de carne y hueso —e inteligente— con quien interactuaba fue Alix y ahora había 4 más así como si nada, a pocos metros. Se volvió tan rutinario esos años que esa visita fue el equivalente a que un rayo hubiera caído al lado de su casa.
—Ellos son Marinette, Luka, Tikki y Plagg. La salvé de que la matara una duenda.
Lo saludaron tímidamente fijándose mejor en él. Vestía una bata abierta muy grande que casi arrastraba por el suelo, una camisa blanca sin mangas — (como las de resaque en el mundo actual) —, pantalones flojos que le llegaban hasta media pantorrilla y, por último, andaba descalzo. Esperarían una imagen así de un académico soltero en exámenes finales, no de un mago.
— ¿Y por qué la trajiste aquí?
—Tállate los ojos y acércate.
El chico hizo lo que le pidió acercándose despacio, al estar a la mitad de la distancia ente el roble y la entrada notó mejor sus golpes que para ese punto ya estaban hinchados o de color rojizo en el caso de los puntapiés de lado que recibió.
—Rayos ¿Te metiste en una riña de borrachos o qué?
Alix la vio sin fuerzas para volver a contar su historia así que le pidió permiso para hacerlo. Al dárselo, la cambiaformas le contó lo mismo que ella casi palabra por palabra.
—Cielos. Lamento mucho lo que te pasó.
—Gracias…
—Volvamos al tema. Esta chica va a necesitar un vestido, transporte y un buen hechizo glamoür para que su "familia" no la reconozca…
— ¡Ah, no! ¡No, no, no, no! —Retrocedió negando con las manos fervientemente— ¡Lo siento pero no!
— ¿Por qué no? —preguntó Tikki.
—Va a ese baile para ver a su amiga esa ¿No? Aun no sé cómo hacer glamoürs que sólo sean vistos por ciertas personas —su "familia" en ese caso— o bajo condiciones específicas a largo alcance, tendría que ir allí para que el hechizo se mantenga.
— ¡Perfecto, vamos con ellos entonces! —sugirió Alix.
Aquello que lo atormentó en la mañana antes de despertar volvió a su mente con esa sugerencia, estrujándole el pecho. La lluvia, sus súplicas, esa voz fría. Ahora fue acompañado de un recuerdo consciente: una puerta cerrándose y él intentando abrirla por horas; no había nada al otro lado cuando al fin lo logró.
— ¡Estás loca! —dio media vuelta y corrió hacia las escaleras detrás del árbol.
— ¡Hey! —gritó corriendo tras él.
Los 4 se quedaron solos en el vestíbulo, escuchando los ecos de los gritos de Alix.
— ¿Y… no hay otra "hada" que hayan visto tus amigas golondrinas por allí? —preguntó Plagg a Tikki.
—Vamos, chicos, no podemos darnos el lujo de buscar ayuda en otro lado.
Por otra parte, la chica subió furiosa las escaleras de tres en tres hasta llegar al 2do piso ¿Cómo se atrevía a llamarla loca en frente de la visita?
— ¡Oye! ¡¿Cuál es tu problema?! ¡¿Cómo puedes…?!
Calló al verlo abrazando sus rodillas, sentado en el marco de la amplia ventana.
—Soñaste de nuevo con ellos ¿Verdad?
— ¿Qué tal si es una señal? ¿Y si vuelven hoy y yo no estoy para… para…? *Suspiro* No puedo, Alix.
La joven estaba bien al tanto de su situación, con tantos años viviendo juntos se conocían muy bien… eran casi cómo hermanos.
Se sentó a su lado. Entendía el motivo tras su pánico, no obstante, no podía quedarse allí por siempre hasta que volvieran por él. Ella no creía que lo fueran a hacer —si no lo habían hecho en casi 7 años nunca lo iban a hacer— pero no tenía el corazón para decirle eso.
Ayudar a esa joven era la oportunidad perfecta para que diera el primer paso de regreso a la vida real; no debía dejarla pasar. "Ya sé, usaré su lógica en su contra"
—Supongamos que ellos vuelven pronto ¿Qué crees que pase si llegan y ven que tu magia no ha mejorado lo suficiente?
— ¡No, eso no debe pasar!... me dejarían otra vez…
— ¿Y cuál sería una buena forma de poner en práctica parte de lo que has aprendido? ¡Pues esto! Un novato no sería capaz de hacer bien todo lo que piden de una vez. Esta es una oportunidad para que demuestres de lo que eres capaz… ¿Y si ese sueño era un presagio de que debes llevar tus prácticas al siguiente paso?
—Presagio… —susurró recordando a la mariquita que entró en la mañana.
—Esa chica ha pasado por momentos muy difíciles y se merece esto… sé que a tu mamá le hubiera gustado que usaras tu magia para algo tan lindo.
Volteó a verla con los ojos bien abiertos encontrándose con su sonrisa. Adrien suspiró y sonrió de lado.
Su madre no poseía magia pero amaba lo que tuviera que ver con ella. Leía libros de magia y lo ayudaba a estudiar, se alegraba tanto cuando lograba hacer un hechizo, en especial si lo usaba para ayudar de alguna forma. "Sigue siendo tan bueno como eres ahora…" recordó su voz.
—Bien… pero espero que tengas razón con lo de mi sueño ¡Porque si vuelven y no estoy…!
—Tranquilo, yo misma seguiré sus rastros si eso pasa —se transformó en un perro Beagle para enfatizar su promesa.
Bajaron de nuevo al vestíbulo donde la visita no se había movido de donde los dejaron; en lo que bajaron Alix volvió a su forma humana, no quería asustar a Plagg.
—Muy bien, reconsideré bien esto y sí voy a ayudarte.
— ¡Muchas gracias! —le dio una ligera reverencia "La suerte si me sonrió después de todo"
—Pero primero lo primero, déjame revisar el daño —la chica caminó hacia él y Adrien la examinó con cuidado—. Estás muy mal… y se va a poner peor. No por nada dicen que los golpes duelen hasta después y si te duele ahora en unas horas no vas a poder hacer nada sin sufrirlo.
— ¿Hay algo que puedas hacer?
—Será mejor que me encargue de esto hasta el último. Empecemos con lo más grande, el carruaje. No tengo la experiencia para aparecer de la nada algo con ese tamaño, mucho menos que dure —se llevó la mano al mentón—. Podría cortar un árbol pero… Mmmm… Creo que… sí, mejor un aumento temporal de la masa física para cubrir con las dimensiones necesarias.
Los demás se le quedaron viendo muy confundidos, Alix sólo se encogió de hombros.
—Cosas de magos —los calmó.
—Ya vuelvo.
Sin decir nada más salió corriendo de la casa y los otros fueron a verlo desde el pórtico. Llegó al jardín situado frente a la ventana de la sala y se llevó rodando una calabaza hasta llegar al camino de la entrada.
—Esto podría explotar y no quiero que nadie termine con semillas en el ojo o peor —les advirtió mientras trazaba un círculo alrededor y varios símbolos—. Yo estaré bien al ser quien haga el hechizo pero ustedes cúbranse.
"Lo dice con mucha calma" pensó Marinette, nerviosa. Aunque cerraron la puerta lo observaron apretados a través de la pequeña ventanilla.
Comenzó a recitar un pasaje en una lengua extraña y la calabaza brilló verde, aumentó su tamaño junto a sus hojitas y ramas que se acomodaron en forma de ruedas y soportes. Pronto llegó a su tamaño máximo y tembló. Retrocedieron esperando lo peor, por suerte el vegetal pasó de ser eso a madera y metal hasta que terminó convertido en un carruaje blanco con adornos dorados.
—Lo sé, los carruajes no son tan redondos pero si le ponía esquinas corría el riesgo de que la calabaza se pusiera muy tensa al convertirla en madera y pudo haber explotado.
—No, no, no, se ve genial —le aseguró la chica.
Ahora seguía el glamoür, para eso iba a necesitar saber de quien tendría que ocultarla. Uso su clarividencia como hace rato pero ahora Marinette estaba sentada en posición de medio loto sobre un símbolo que él trazó. La burbuja proyectó a su "familia" con el estilista quien terminaba de arreglar a Chloe.
Le pidió que no les quitara la vista de encima ni que se dejara de concentrar en las cosas que ellas le hacían sentir mientras recitaba el hechizo. Cuando terminó nada pareció haber cambiado hasta que le pasó un espejo especial de mano que reflejó a una joven de ojos gris y cabello castaño muy claro, así es como el trio nefasto la iba a ver.
—Recuerda esto: lo que se oculta de los espejos es visible para el agua. No te acerques al estanque ni la fuente del jardín real si ves a tu "familia" cerca de allí.
—Lo prometo.
—Muy bien, ahora el vestido.
Los guió a la sala, era igual de bonita que el vestíbulo sólo que sin tantos objetos colgados del techo, había una chimenea y tres sillones. Allí tomaron asiento y él buscó una libreta y un lápiz en un baúl de la esquina.
—Escuchen, la magia no es sólo crear cosas de la nada. Tienes que saber bien lo que haces, visualizar. Puedo hacerte un atuendo hermoso pero lo que salga tal vez sea una copia del vestido de bodas de mi madre en otro color o algo que ella solía usar. Entonces ¿Crees que podrías hacerme un dibujo de lo que quisieras vestir? —le dio la libreta.
— ¿Qué si puedo? —dijo con los ojos iluminados.
Pronto ya estaba bocetando una figura humana de pie. Al terminar con ella siguió con la forma general del vestido. Adrien y Alix observaban embelesados como trazaba con tanta presión y seguridad cual artista con años de trayectoria. En cambio, los animales ya se esperaban eso.
Aún recordaban ese día en que el trio nefasto se fue de vacaciones a la costa y ella —de 14 años— aprovechó para ir a pasear y dibujar un poco. Llegó tan emocionada a la mansión contándoles como sus dibujos salieron volando por el viento mientras caminaba por una calle y uno de estos —el de un abrigo para caballero— fue a dar justo a los pies de Madam Laurent, dueña de la boutique más grande de la capital.
Le gustó tanto que le preguntó si tenía más diseños de ropa entre sus dibujos, al verlos quedó tan encantada que le ofreció un trabajo haciéndole diseños nuevos cuando los necesitara. Y claro, ella aceptó gustosa.
—Mmm, estoy atascada… —dijo después de una larga pausa a sus trazos— esto es un atuendo lindo pero no un disfraz ¿Qué podría agregarle?
— ¿Quizás un motivo animal? —sugirió Tikki.
— ¡Un gato! ¡Un antifaz con orejas de gato! ¡Te verías tan hermosa como yo! —opinó Plagg.
—No, mejor algo rudo: como un lobo —dijo Alix transformándose en el susodicho animal, haciendo que los pequeños se alejaran un poco de ella.
— ¿Qué tal una mariquita? —Pensó Adrien en el presagio de la mañana—. Dan buena suerte, digo, si quieres.
—Mmm… mamá solía decirme que me veía bien de rojo… ¡Sí, que la Mariquita sea el tema principal!
Hizo unos trazados más en el vestido agregando algunas motitas en lugares específicos. Después de unos minutos ya estaba listo.
El mago bajó unas sábanas de su cuarto y le indicó que se pusiera de pie en medio de la sala y tratara de no moverse. Siguió sus instrucciones y Adrien transformó la tela en una nube de brillos dorados que envolvió a Marinette. Recitó unas palabras concentrándose en el dibujo y la luz de los brillos aumentó hasta que tuvieron que cubrirse los ojos por lo cegadora que era.
Cual no fue la sorpresa de los otros al verla con el vestido y el antifaz que diseñó justo como en el dibujo, los retazos de lo que traía puesto yacían a sus pies.
Era rojo con grandes motas negras, estaba dividido en la parte central de la falda dejando ver la otra falda blanca que había por debajo, mangas largas y amplias, un corset negro y una pequeña capa de seda azul cosida a la espalda que emulaban las alas de una mariquita. Luka pudo haber jurado que su corazón dio un salto al mirarla.
— ¡WOOOOW! —exclamó Alix.
—Si pudiera silbar lo haría —dijo el gato.
—Yo sí puedo, así que lo haré —acto seguido el ave silbó un "fiu-fiu" en tono coqueto.
—Tal vez tenga amnesia pero estoy seguro de que nunca había visto a una joven tan hermosa como luces ahora —suspiró el ratón.
—Esto es… es…
No pudo evitar ponerse a llorar aunque sin dejar de sonreír. Plagg se frotó contra sus pantorrillas ronroneándole, Tikki rodeó su cuello con sus alas y Luka fue levantado por Marinette para abrazar su mejilla. Alix también se les unió y ellos la dejaron, no la conocían tanto pero entre más pudieran compartir la felicidad del momento mejor.
—Oh, Adrien; no sé cómo podré pag…
El ambiente jovial que se formó fue borrado en sólo un instante al voltear a donde estaba, en lo que se abrazaron el rubio fue al estudio de la casa por la daga de su padre. La chica tragó duró, esa cosa se veía muy filosa.
—Antes de seguir con esto debo advertirte algo. Como ya te dije yo aún no soy tan experto y lo que hago, si se refiere a hacer cosas de la nada y aumentar la materia no viva y vegetal, tiene una hora de expiración. Según mis cálculos, todo volverá a ser lo que era a eso de la media noche excepto el vestido; ese ya está elaborado con materia existente.
—No importa, con lo que ya has hecho es más que suficiente. Pero… ¿Para qué es el arma?
—Voy a sanarte.
—Aguarda ¿Le vas a quitar los golpes? —intervino Alix— Adrien, no.
—Aún con mis mejores pociones tardaría 2 días, necesita estar bien ya —chasqueó los dedos.
La pelirrosa asintió con la cabeza pero aún estaba preocupada. Los animales esperaron en el sillón con los nervios de punta.
Cortó su piel en medio de sus palmas y le hizo una seña a la joven para que le diera sus manos. Lo obedeció tratando de no temblar, no pudo mirar cuando le hizo lo mismo. Ya ambos con cortes el mago entrelazó sus manos con ella, compartieron su sangre y recitó un último hechizo.
Una luz azul surgió de los ojos de Marinette, arqueó la espalda y dejó caer su cabeza hacia atrás, sintiendo como si flotara en el agua a pesar de que seguía con los pies en la tierra. En cambio los ojos de Adrien brillaron morado y se encorvó sintiendo como si su cuerpo pesara el triple, sus pantorrillas temblaron más su voz no titubeó.
Al soltarse las manos Marinette volvió en si dándose cuenta que el dolor, la hinchazón, los hematomas y los raspones desaparecieron por completo de ella. Estuvo a punto de darle las gracias de nuevo pero el rubio cayó de rodillas.
— ¡Adrien! ¿Estás bien? —lo ayudó a levantarse junto a la cambiaformas.
— ¿Necesitas un trago?
—No he tomado jamás y no voy a iniciar ahora, no me importa cuánto duela, Alix.
"Carajo, si que te golpearon con ganas… y además caminaste casi una hora para llegar al manzano. Marinette, te has ganado mi respeto…" pensó.
La joven perdió el aliento al darse cuenta que todos sus golpes ahora estaban en él.
—Era la forma más rápida de sanarte —la interrumpió antes de que dijera algo—. No te preocupes por mí, puedo hacer pociones de sanación; como yo poseo magia tardaré sólo día y medio en sanar. Tranquila.
—De acuerdo pero te debo una grande, Adrien —estrechó sus manos.
—Nosotros igual —Dijo Luka desde el sillón junto a los otros 2 animales—. Haber tomado su dolor fue un acto de lo más noble, desde ahora tienes toda nuestra gratitud, generoso mago —dio una reverencia.
—Que tacto tan fino —señaló el susodicho.
—Antes hablaba así todo el tiempo, tardó meses en poder ser informal con nosotros —le contó Marinette.
— ¡Momento! ¡¿Y los caballos?! —Gritó Alix—. Digo, yo podría ser uno pero un carruaje de alta sociedad debe tener al menos 2.
—Oh, es cierto, se me olvidó —se llevó la mano al mentón una vez más, pensó por varios segundos hasta que posó la vista sobre los tres animales y sonrió de un modo sospechoso—. Oigan ¿Qué dirían sobre ser caballos por algunas horas?
— ¡No, ni lo sueñes! ¡Estás loco! —retrocedió Plagg.
— ¡Yo si quiero! —revoloteó el ave.
— ¡¿Qué tu qué?!
—Perfecto, vayamos afuera; no quiero equinos dentro de la casa.
Ya en el camino de la entrada Tikki se puso de pie sobre otro círculo rodeado de símbolos. Adrien recitó un hechizo en una lengua más gutural que los otros, dentro de poco los trazos brillaron en verde y la luz envolvió al ave como lo ocurrido con el vestido. Al apagarse ya no había un pájaro carpintero sino una linda yegua café rojiza con grandes manchas blancas.
— ¡Aaaahh, me encanta, ¡Esto es tan genial! —Giró sobre si misma, viéndose— Pero… se me hace raro, creí que dolería.
—Sólo a los humanos les duele cuando pasan por transformaciones, ustedes no.
—Bueno, mejor así. Vaya, me siento tan fuerte, tan… tan… wow…
—Y ahora vas a tener que cargar un carruaje —bufó el gato.
—Tal vez pero olvidas algo importante… ¡Soy más alta que tú, soy más alta que tú! —cantó dando saltitos.
— ¡¿Saben qué?! ¡Ya cambié de opinión! ¡Hazme el corcel más majestuoso que puedas!
Repitió el proceso y ahora Plagg era un purasangre con un pelaje tan oscuro como la noche pero muy brilloso, trotó frente a Tikki presumiéndole su nueva forma; ella en cambio sonreía por dentro, su plan para que el gato aceptara ser transformado funcionó.
— ¡Sigo yo, sigo yo! ¡Quiero ser un haflinger de hocico blanco! —pidió el ratón.
—Además del tacto fino también sabes de caballos ¿Eh?
—Te sorprendería las cosas que él sabe —le guiñó el ojo Marinette.
El mago hizo lo mismo que con los otros dos mas no ocurrió nada. Lo intentó unas dos veces más posicionándose en otros ángulos y tampoco funcionó.
—Creo que sanar a tu amiga me dejó un poco débil y sólo me alcanzó para dos transformaciones corpóreas, lo siento.
—Está bien.
— ¿Pero sí crees que puedas hacernos trajes a ti y a mí? Un cochero y un paje no usan estas ropas, en especial esas que traes tu —Alix lo miró de reojo.
—Creo que sí, no debería ser pro-
— ¡Momento! —Lo interrumpió ahora Marinette— Mis zapatos siguen siendo los mismos, mi "familia" lo podría notar ¿Puedes volverlos rojos?
—De hecho… tengo una mejor idea.
En otro lugar:
De nuevo el hombre encapuchado terminó de trazar esas runas con su magia a otra espada y la mandó al arsenal. La única diferencia es que esa vez llegó a su limité más pronto de lo que creyó. Tosió violentamente dejando manchas carmesí en la mano con que se cubrió la boca.
—Maldición.
Fue a su gabinete especial al fondo y bebió aquella poción azul. Leyó ese número que marcó con tinta en la etiqueta de papel sobre esta; se había acabado su dotación bimestral el doble de rápido.
—Esto está empeorando ¿Qué acaso el otoño no puede llegar antes? —Devolvió el recipiente a su sitio y miró por el rabillo del ojo esa botella de vodka— Al demonio —y tomó un largo trago de esa botella también.
El baile ya debía de estar empezando así que se quitó la capucha y subió por las escaleras. Recorrió aquella ruta en los pasadizos que conocía como la palma de su mano hasta llegar a otras escaleras; al final de estas dejó la capucha en ese gancho a la izquierda y recitó ese hechizo que cambió las facciones de su rostro —apretó los puños tanto que se clavó las uñas en la carne, el cambio y movimiento de la masa ósea del cráneo era algo muy doloroso— y tiñó su cabello del rubio al café, sólo sus ojos permanecieron azules.
Hizo girar aquella parte de la pared con sólo apoyar su peso y entró a su habitación, justo cuando lo hizo un sirviente tocó a la puerta. Su halcón se ocultó bajo la cama.
— ¿Sí?
—Su alteza quiere saber si ya está listo para acompañarnos en la fiesta, Lord Geasert.
—Por supuesto. Bajo en unos minutos.
El sirviente se retiró en silencio.
—Sólo un poco más… en unos meses todo esto no será más que un recuerdo —se aseguró a sí mismo.
Nota de autora: Bien, esto fue el 2do capitulo. Como acaban de leer más personajes fueron introducidos a la trama junto a información de cómo funciona la magia en ese mundo. Y aguarden porque el siguiente (el del baile) se pondrá todavía más intenso.
Si les gustó comenten, por favor y perdón si hay algún error de ortografía por allí.
Hasta la próxima.
