Capítulo uno

Cuando Sesshomaru revivió a la joven, no esperaba que ella comenzara a seguirlo. Creía que simplemente le daría las gracias y volvería a vivir en su aldea, no obstante, le había abrazado mientras lloraba y una vez que él retomó su camino, pronto notó que tenían compañía.

Al principio pensó que ella se cansaría después de un rato, que no querría estar en compañía de un demonio y que no tardaría en regresar con su especie. Pensó que una vez superado lo que sea que le hubiese ocurrido, ella se alejaría en el transcurso del día porque quizás se encontraba algo desorientada.

Sin embargo, a medida que avanzaba la tarde, Sesshomaru se sorprendió esperándola aparecer entre la hierba junto a Jaken, quien no dejaba de mirarla con mucha desconfianza. Ya durante la noche, notó que ella se armaba una pequeña fogata unos cuantos metros más alejada de él y que sus ojos miraban el fuego reflejando nada más que un profundo dolor.

-Amo bonito, creo que fue mala idea revivirla- Jaken le dedicó una mirada a la chica-, ¿Qué hacemos si mañana vuelve a seguirnos?

-Ve a averiguar cómo se llama y qué es lo que quiere.

-¡Sí, amo!

-Jaken...- el diablillo miró a su amo, atento a nuevas instrucciones- no le preguntes qué le pasó, solo averigua lo que te dije y déjala en paz.

Rin permanecía junto a su pequeño fuego, calentando sus manos y mirando atentamente a quienes la habían ayudado. No tenía a dónde ir, ya que ni siquiera sabía dónde se encontraba, pero esperaba que el demonio de cabello plateado le permitiera quedarse, al menos hasta que ella pudiera encontrar la aldea de los exterminadores y ver si es que aún podía casarse.

De pronto, entre la hierba, se asomó el pequeño y simpático diablillo verde que seguía al demonio más grande, por lo que Rin no pudo evitar dedicarle una sonrisa a modo de saludo. Él se le hacía muy tierno y esperaba que pudieran llevarse bien.

-¡Muy bien, jovencita! ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Rin... ¿y usted? ¿y él?

-Yo soy el gran Jaken- determinó el diablillo inflando el pecho- y el amo, es el amo Sesshomaru, el Señor del Oeste... seguramente debes haber oído hablar mucho sobre él.

-Esto... la verdad es que es la primera vez que escucho su nombre- Rin sonrió antes de alzar sus hombros-... ¿Él es importante?

-¡Claro!... El amo bonito es el demonio más poderoso de todos y el más bonito... ¡Jamás en tu vida, vas a ver a alguien como él!

-Ya veo... ¡parece agradable!

-¿Por qué nos sigues?

-Porque el señor Sesshomaru fue lo primero que vi cuando desperté y porque no tengo a donde ir...- Rin bajó la mirada a medida que las lágrimas se desprendían de sus ojos- mi familia fue asesinada mientras me llevaban a mi boda y... yo... ¡yo he sufrido tanto!...yo... yo... ¡yo no sé qué hacer!...nadie va a querer casarse conmigo ¡No después de todo lo que me hicieron! ¡Fue tan horrible!...

-¡Oye, no llores!- Jaken miró a la chica sin saber bien qué hacer-, el amo bonito va a creer que te hice llorar y voy a meterme en problemas...

-Yo... yo lo siento...

-¿Quieres llegar a algún lugar?

-Yo... quiero ir a la aldea de los exterminadores...- pensó Rin después de limpiar un poco su nariz- Quizás... ¡quizás sí pueda casarme! A lo mejor a Kohaku no le importa mi tragedia y puede aceptarme como su esposa... ¡Quizás aún estoy a tiempo de recuperar mi vida!

Jaken regresó con su amo para relatarle toda la información que había obtenido de la peculiar joven que les acompañaba, sin embargo, él ya había escuchado la conversación y obtenido la información que buscaba.

-Quiero que vayas a la aldea más cercana y consigas un kimono para ella... lo que tiene puesto, está lleno de sangre y no quiero verlo...

-¿Un kimono? ¿Eso significa que Rin va a quedarse con nosotros?

-Si es lo que ella quiere, no me molesta...

-¡Oh, ya veo!

-Estás a su cargo desde ahora, así que ve por ropa limpia y busca algo en lo que sea buena...

-Sí... ¿de qué color el kimono? Por su tono de piel, creo que le puede asentar la gama de los rojos...

-¿Color? - Sesshomaru no tenía idea de moda femenina y menos de colores complementarios al tono de piel-... No sé... naranja, rosado, azul... no es relevante... tienes que resolverlo tú...

Jaken asintió antes de retirarse en dirección a la aldea más cercana.

Sesshomaru se acercó junto a su dragón a donde Rin descansaba. Ella aún estaba despierta y, aunque se sentía cansada, él pudo notar que estaba luchando por no quedarse dormida.

- Rin, puedes quedarte aquí, con nosotros, pero tú debes buscar tu comida y ver cómo sobrevivir. Jaken se hará cargo de ti y te buscará algo útil que hacer.

-Sí, señor.

-Si quieres dormir, puedes abrazarte al dragón- le instruyó-, quizás te ayude a sentir más segura...

-Sí, gracias...

Pasaron un par de minutos en los que nadie dijo nada

-¿Quieres estar sola?

-No. - Rin miró al demonio a los ojos- Me da miedo dormir y que vuelvan a atacarme. Yo... sé que es irracional, pero cada vez que cierro los ojos, recuerdo lo que me hicieron y... ¡no lo entiendo!... ¿ por qué a mí? ¿por qué si yo no hice nada?

-No tengo respuesta para eso...Solo... ya estás a salvo y debes tratar de descansar.

Rin sonrió antes de asentir y acurrucarse junto al dragón, que apoyó una de sus cabezas a su lado y la miraba con cierta ternura. Ella acarició su frente con una sonrisa, a modo de saludo, antes de cerrar los ojos para tratar de dormir un poco.

Sesshomaru vigiló un momento el sueño irregular de la joven. Solía despertar después de algunas horas y volver a cerrar los ojos una vez que daba un breve vistazo a su alrededor para asegurarse de que se encontraba segura.

Rin sabía que los recuerdos que tenía de aquel trágico día en que su vida cambió, iban a permanecer con ella siempre, pero iba a luchar. Iba a poner todo de sí para sobrevivir y rehacer su vida en esta segunda oportunidad que le habían dado. Rin iba a intentar con todas sus fuerzas ser feliz, a pesar de todo lo que le había pasado.

Ella despertó al día siguiente con los primeros rayos del sol. Estiró sus brazos y se sentó sobre el pasto.

-Buenos días.

-¡Buenos días, señor Jaken!

-Toma...- el diablillo le ofreció un trozo de tela de color rosado- el amo Sesshomaru ordenó que tenías que cambiarte lo que tienes puesto.

-Pero... es mi traje de novia... ¿cómo me voy a casar sin él?

-Niña, eso está todo sucio y lleno de sangre- apuntó Jaken mirándola de reojo-. Si te quieres casar con eso, vas a terminar asustándolos a todos, además aún no sabemos si vamos a pasar cerca de la aldea de los exterminadores... Es mejor que uses ropa limpia, si vas a servir al amo Sesshomaru lo vas a hacer bien vestida y lavada... Puedes bañarte en el lago y luego vestirte para que luego busques tu desayuno.

-¡Sí!

Rin tomó la ropa que le ofrecían y avanzó en dirección al lago. Necesitaba bañarse, ya que su cabello estaba lleno de barro, ramitas y sangre y porque era cierto que, a pesar de que no estaba herida, se encontraba en un estado deplorable.

En cuanto se dió un largo baño, Rin se sintió mucho mejor consigo misma y cuando se probó el kimono rosa con su obi a juego, no pudo evitar pensar que era todo muy fino y hermoso. Estaba segura de que nunca había usado ropa tan bonita antes.

Una vez vestida, guardó su traje de novia: a pesar de que estaba sucio, pensó que podría lavarlo y repararlo después. Estaba segura de que iba a quedar como nuevo, aunque mirarlo le provocaba cierto pesar: ella nunca iba a volver a ser la Rin pura e ilusionada que había abandonado su casa la mañana anterior, ella no se podría reparar como el vestido y siempre tendría que cargar con el peso de su propia historia. Aquellos asaltantes de caminos no sólo le habían arrebatado a su familia, su inocencia y la vida; le habían quitado también sus sueños y temía haber perdido las esperanzas para siempre...

-Rin ¿Qué es lo que te gustaba hacer?- preguntó Jaken mientras la ayudaba a recolectar algunas frutas- ¿Qué hacías en tu aldea?

-Me gustaba ayudar confeccionando ropa y cuidar a los niños más pequeños de la aldea... ¡También juntar flores es bueno!

-¡Que bien! Vas a ayudar a lavar la ropa y coser- Jaken sonrió sintiéndose satisfecho-. También puedes empacar las cosas del amo bonito, pero solo si yo te lo permito: recuerda que eres mi subordinada y él es muy delicado con sus cosas. Le gusta el orden y que todo esté en perfectas condiciones... cuando estés preparada para esa labor tan importante, te lo diré... por ahora solo te vas a dedicar a lavar, coser y ese tipo de tareas.

-¿Usted es mi jefe?

-¡Sí! Así que tienes que hacerme caso siempre... ¡Es agradable tener un subordinado!

Rin asintió. Aunque el diablillo parecía simpático, ahora era su jefe y quería darle una buena impresión: sabía que si se quedaba con ellos iba a estar segura y todavía no se decidía a qué es lo que iba a hacer después... por ahora, el trabajo para el Señor Sesshomaru le acomodaba, pero esperaba poder retomar pronto la normalidad.

-Cuando termines de comer, vamos a recibir órdenes del amo y luego prepararemos al dragón para el viaje.

-¡Sí!

-Así que date prisa en comer.

-Bueno.

No habían pasado ni siquiera dos minutos, cuando Jaken volvió a requerir la atención de la joven.

-Rin, ¿tú te ibas a casar?- el diablillo vio a la joven asentir con la cabeza-, ¿pero por qué no estabas en tu boda? ¿Es verdad que mataron a tu familia? ¿Cómo ocurrió?- la sonrisa de Rin se apagó de inmediato ante los ojos grandes del pequeño Jaken- No es necesario que hables sobre ello... ¡tú tendrás tus razones! No llores, ¿está bien?

Sin embargo, Rin no pudo evitar limpiar las lágrimas que se salían sin querer de sus ojos, ni menos evitar el nudo en su garganta formado por la pena que sentía. Sabía que la verde criatura le había preguntado aquello sin intención de hacerla llorar, pero no podía impedir que el dolor se abriera paso en ella, cada vez que recordaba lo sucedido.

-Niña, no llores ¡Lo siento!... solo... termina tu comida, ¿está bien?

-Señor Jaken, no me pida no llorar- susurró la joven-. ¡Si estoy llorando es porque me siento muy triste!

-Comprendo... ¡Entonces llora si quieres! Tienes mi permiso para llorar toda la mañana si es lo que quieres hacer... ¡pero luego tenemos que trabajar!

Jaken miró a la chica humana un par de minutos. La verdad es que su amo no había querido contarle porqué esa niña no se había casado ni qué le había sucedido antes de que ellos la encontraran y viendo lo afectada que parecía con la mención del tema, se dijo que debía haberle ocurrido algo muy grave, pero ya estaba seguro de que no iba a volver a preguntar nada sobre el tema.

Una vez que Rin se lavó la cara y se sintió más calmada, tanto ella como Jaken se acercaron a Sesshomaru para escuchar las instrucciones del día.

-Rin, ¿ya sabes qué vas a hacer mientras te quedas con nosotros?

-¡Sí! Voy a ayudar a empacar cosas y a lavar y coser ropa.

-Bien. Quizás podremos pasar cerca de alguna aldea, por si quieres volver a vivir con personas y continuar con tu vida.

-Sí, gracias.

-Ya nos vamos.

Para Sesshomaru la presencia o la ausencia de Rin era algo que no le importaba realmente. No era en especial molesta y parecía sentirse cómoda a su lado, lo que le parecía curioso en alguien de especie humana, aunque una parte de sí mismo le decía que no debía habituarse demasiado a la compañía de la joven, porque una vez que se sintiera mejor, ella iba a regresar a la vida común de las chicas humanas.

Rin caminó junto a Jaken con toda la disposición de ayudar al diablillo en su trabajo, sin embargo, a medida que recorrían los bosques ella comenzó a sentirse curiosa acerca de los animales y los pájaros que cantaban felices en los árboles. Cuando vivía en la aldea, no la dejaban ir a investigar mucho al bosque y ahora que podía hacerlo, los colores y las formas captaban su atención.

-¡Rin, préstame atención!

-Sí, yo sí le estaba escuchando, señor Jaken.

-Haber, ¿qué es lo que dije?

-Que el señor Sesshomaru me revivió con su espada y que está buscando a su hermanito pequeño para quitarle la suya... pero no lo entiendo, si el señor Sesshomaru ya tiene una espada ¿para qué quiere dos?

-¡Pero qué pregunta es esa! ¡Quiere a colmillo de acero porque es la espada más poderosa y él es el demonio más poderoso de todos! Ya te lo expliqué antes, Rin... no puedo creer que voy a tener que repetirte todo desde el principio.

-¿Es necesario?- se quejó la joven.- ¡Le prometo que ya me aprendí lo más importante!

-¡Claro que sí! No puedes servir al señor Sesshomaru si no lo conoces y no sabes su historia... vamos de nuevo...

Rin suspiró antes de que Jaken volviera a repetir su discurso desde, en sus propias palabras, el maravilloso momento en que el señor Sesshomaru había decidido iluminar al mundo con su nacimiento... la joven le escuchaba con atención aunque una parte de su mente, insistía en preguntarse qué habría sido de su vida si hubiese llegado a la aldea en que se celebraría su matrimonio.

En aquel instante, en la aldea de los exterminadores, un joven esperaba junto a la entrada, la llegada de su hermana mayor con noticias. Kohaku y su familia habían esperado durante todo el día anterior a su prometida, pero no habían rastros de ella y, en consecuencia, el matrimonio no había podido llevarse a cabo.

A lo lejos, Kohaku vio a Sango avanzar lentamente de regreso a la aldea. Su rostro lucía un poco triste, mientras sus compañeros le dirigían a él mismo miradas de compasión.

- ¡Sango! ¿Haz podido encontrarla? Ella vendrá pronto, ¿verdad?... Solo es un retraso, ¿cierto?

-Kohaku...- Sango sujetó las manos de su hermano pequeño- yo, lo siento mucho...

-¿Qué ocurre?

-Encontramos en el camino el palanquín de Rin y a su familia...- comenzó a explicar Sango mirando a los ojos a Kohaku- pero... estaban todos muertos... y a Rin... a Rin no la encontramos...

Kohaku se abrazó a su hermana para llorar. Él había visto solo un par de veces a Rin cuando tenía unos once años y, en cuanto la conoció, se sintió feliz porque iba a casarse con ella cuando crecieran. Entonces, Rin era una niña gentil, tierna y muy alegre. Siempre estuvo seguro de que podrían llevarse bien y ser felices una vez que estuvieran casados, pero ahora... ahora ni siquiera quería pensar en lo que podría haberle sucedido.

-¡Hermana, ¿no encontraron el cuerpo de Rin?!

-No, Kohaku: los cuerpos vienen un poco más atrás y el único que falta es el de ella, pero volveremos a buscarlo después de comer un poco.

-Pero... ¡Si ella no estaba es porque debe encontrarse con vida! ¡Quizás Rin está escondida en algún lugar! ¡Quizás tiene miedo y está esperando por ayuda!

-Kohaku...

-¡Yo no puedo abandonarla, hermana! - sollozó Kohaku- Rin es mi prometida y si existe la más mínima posibilidad de que ella se encuentre con vida, voy a buscarla... ¡Kirara! ¡Vámonos!

La gatita que descansaba sobre los brazos de su hermana, brincó para convertirse en una gran pantera. El muchacho se subió sobre ella, prometiéndose a sí mismo que no iba a regresar a la aldea sin su prometida.


Hola!!! muchas gracias por leer n.n había hecho 2 capítulos de esta historia por semana inaugural así que trataré de volver la próxima semana y actualizar regularmente una vez por semana los sábados :3Espero que estén bien y nos leemos pronto!!!!!pd: desde la próxima semana responderé a los comentarios n.n