Disclaimer: Aunque la historia y ciertos momentos que viva la protagonista son de mi autoría, todo está basado en el mundo de The Walking Dead creado por Robert Kirkman, esto incluye personajes y escenas de la misma serie.


Capítulo 1

El comienzo de un mal día

La mañana de trabajo estaba siendo más abrumadora de lo que creía. Las noticias sobre una enfermedad sin conocer alarmó rápidamente a todos por lo que la mayoría de los salones se encontraban a la mitad.

El trabajo de Matemáticas tenía alrededor de 30 minutos en la pizarra, pero la mayoría de los adolescentes se encontraban atentos a sus teléfonos, esperando más noticias con algo positivo. Incluso yo misma me sentía más abrumada de lo que ya había estado anteriormente.

Me puse de pie y comencé a resolver la mayoría de los problemas esperando despejar mi mente. Rick cumpliría ya una semana de estar una semana en coma. No había más respuestas ni algo más que hacer. Sólo esperar.

—Bueno, aquí están resueltos ¿Hay errores entre sus respuestas y las mías?— sólo unos pares de ojos subían y bajaban haciendo lo dicho.

Estaba a punto de decirles que podían marcharse cuando el timbre del receso sonó en todo el pasillo. Los alumnos tomaron sus cosas mecánicamente y salieron. Sólo había unos cuantos murmullos, pero la mayoría parecían estar perdido en sus pensamientos.

Mi celular comenzó a vibrar sobre mi escritorio y mi corazón aumentó sus latidos al poco tiempo. Desde hace siete días que el temor a recibir una mala noticia estaba latente.

Shane.

Se podía leer en la pantalla, lentamente lo tomé en mi mano para responder.

—¿Hola? - el mundo detenía su avanzar en cada llamada y un reloj invisible hacia eco en mi mente. Tic toc, tic toc. Como si con esto estuviera contando el tiempo que tenía Rick.

Olvidaste tu almuerzo en la mesa— escuché a mi prometido del otro lado. Un suspiro salió de mi labios. Como si todo este tiempo hubiera olvidado respirar.

—Lo siento, se me hizo algo tarde — le respondí mientras tomaba asiento. —Compraré algo en la cafetería.

Estaba pensando en pasar por ahí y almorzar juntos — un montón de excusas comenzaron a gruparse en mi cabeza.

—Puedo comer aquí, de verdad, no tienes porque molestarte — traté de sonar lo más relajada que pude.

Hubo un breve silencio del otro lado de la línea. —No has estado comiendo bien, luces cansada, por favor, déjame estar tranquilo— la voz de Shane era una mezcla de cansancio e irritación. No la había tenido fácil conmigo.

Siendo sincera, parecía que el edificio que era nuestra relación comenzaba a tener pequeñas ranuras y en parte, o mejor dicho, en su mayoría, mi actitud era la causa de eso.

—Esta bien — acepté finalmente. —Tengo libre el receso y la hora siguiente. Podemos comer en el aula.

Estaré ahí en 5 minutos. Llevo tu comida favorita— Shane dijo eso más animadamente a lo que yo sólo pude esbozar una pequeña sonrisa. Sin su apoyo no qusieira saber cómo estaría en estos momentos.

—Te amo.

Te amo, también. — podía imaginarlo sonriendo también.

Colgué la llamada y le mandé un mensaje a mi cuñada. Al poco tiempo recibí su respuesta.

Lori: Nada aún.

No quería crear malos escenarios, pero tampoco había explicación para que Rick no despertara. El mundo se volvía cada vez más caótico y uno de mis pilares parecía derrumbarse. Quizás el mayor de ellos.

Nuestro último momento de hermanos siempre me volvía a mi. Y cada vez lo sentía más como una despedida que sólo palabras bonitas.

El anillo en mi dedo anular brillaba ante los rayos del sol que chocaban en él. Tenía un mes con el en mi mano y seguía sin poder creerlo.

Rick a mi lado reía por verme tan perdida en la sortija.

Yo sólo giré a verlo con la sonrisa que había decidido quedarse en mi rostro quizás para siempre.

Deja de reír y sus ojos celestes miran a los míos del mismo color.

—Serás una gran novia y una esposa increíble — mi corazón se alegró aún más ante las palabras de mi hermano. Se puso de pie y me dio un beso en la frente antes de tomar sus cosas y caminar hacia su patrulla para regresar al trabajo.

Si tan sólo hubiera sabido que esa sería la última cosa cosa que escuchara de él, o que vería sus ojos claros, le pediría que me dijera otra cosa, algo que no sonara como un adiós.

Shane llegó con el almuerzo y lo puso frente a mi sacándome de mis pensamientos. Un rápido vistazo a mi rostro y supo lo que ocurría. Mi cara de póquer había dejado de funcionar hace un tiempo.

Únicamente rodeó el escritorio y se puso a mi altura. Sin decir nada, sólo me envolvió en sus brazos y su calidez me hizo soltar todo aquello que había estado acumulando.

Tal vez el edificio no estaba tan mal después de todo.


Otra semana entera había pasado. La cantidad de alumnos era muy poca y ya ni siquiera prestábamos atención a las clases. Todo lo hacíamos por mantener la rutina y creer que las cosas estarían bien.

Caminaba hacia mi oficina en busca de algún calmante para mi dolor de cabeza. Todo era noticias malas aquí y allá. El día tranquilo que había planeado en mi mente se convertía poco a poco en un mal día.

A mitad de camino mi celular sonó anunciándome una llamada entrante, pero antes de responder pude ver a los jóvenes que estaban en los salones salir rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos las sirenas de alarma comenzaron a sonar.

Se les pide a todos los alumnos mantener la calma y dirigirse a la salida. Esto es una emergencia.

La llamada en mi celular finalizó para volver a sonar al poco tiempo, pero lo único que podía giraba en mi cabeza era saber qué demonios estaba pasando.

—¿Shane? —respondí a la llamada algo aturdida.

¿Dónde estás? — su voz alarmada y el sonido de fondo de la sirena de su auto hizo que todo estupor se alejara de mi.

—En la escuela, yo... Yo no sé que pasa— respondí mientras corría de regreso al salón a recoger mis cosas.

Tú estás cerca de casa, ve hacia allá y te encuentro ahí, junta todo lo que puedas y... — un bocinazo mientras gritaba algunas maldiciones se escucharon en mi oído. —Toma el arma que está en el cajón de mi mesa, no le abras a nadie. ¿Me escuchas? Y si no llego en una hora, sal de ahí y ve a la carretera.

¿Salir de aquí? Todo se amontonaba en mi cabeza sin tener sentido.

—Pero Shane, ¿qué sucede?— cada vez estaba más alarmada. Por las ventanas veía a la gente correr hacia sus autos o simplemente buscando salir de la escuela.

—No lo sé, Em, pero... —el pitido de una línea perdida resonaba en mi oído.

Sin señal

Y como si estuviera todo sincronizado, gritos comenzaron a escucharse desde el exterior. Recogí todo lo que pude y salí corriendo hacia mí auto.

Cuando llegué al estacionamiento casi todos los coches habían salido y los que quedaban ya se dirigían hacia la salida.

Subí rápidamente para encenderlo y aceleré hacia la salida con los nervios a flor de piel. Nuestra casa quedaba a sólo unas cuantas cuadras de la escuela por lo que rápidamente llegué ahí.

El escenario era el mismo en todas partes, gente saliendo de sus casas con maletas para alejarse lo más pronto de ahí.

Hice lo que Shane me pidió en el menor tiempo posible.

Maletas con algo de ropa, medicamentos, nuestros papeles, dinero, el arma y comida. Repasé en mi mente un par de veces antes de que la parte de atrás del auto fuera llenada. Sólo quedaba esperar a Shane.

Quedaban 5 minutos del tiempo que había dicho. Las líneas seguían sin funcionar. Lo único que se reproducía en todos lados eran los canales de emergencia.

No pierdas la calma. Se había convertido en mi mantra por los últimos minutos. Mi pierna golpeando el piso constantemente me decía que no estaba funcionando.

Un grito desgarrador se escuchó en la casa de enfrente. Un grito que me erizó la piel completamente. Agarrando el arma de Shane en mis manos caminé hacia la ventana para ver qué sucedía.

Y de todo aquello que esperaba encontrarme fuera, no resultó ser para nada de lo pensado. Dos personas desgarrando con sus propios dientes la carne de una señora.

La bilis subió por mi garganta haciéndome vomitar al instante.

Entre temblores y arcadas mi instinto me decía que tenía que salir de ahí. Haciendo todo lo posible por no ver hacia tan macabra imagen, corrí hacia mi auto para ir hacia las afueras del condado. Las calles desiertas sólo aumentaban el terror en mí.

Este no era un mal día, era un día terrible, una pesadilla viviente, algo de lo que quería despertar, pero muy en el fondo sabía que esto sólo acababa de comenzar.