Castigo

.

.

.

"Ella derrite todo lo que es.

Todo lo que es y era, y será.

Hasta que yazca en un profundo sueño.

Entre las paredes de la profunda montaña.

En un eterno circulo.

En un eterno circulo.

En un eterno circulo.

En un eterno circulo."

Fragmento de Esperanza de Terror in Resonance. Traducción por Masatoshi.

.

.

.

Caminó hasta donde pudo. Y no había planeado llegar hasta donde llegó. Pero una especie de fatiga lo derribó y lo hizo caer sobre el rocío resplandeciente del pasto. ¿Por qué seguía en esa dimensión? ¿No sería mejor ir a la suya? Allí podría sanar mejor —un poco mejor—. No obstante, seguía allí. Era como si algo le impidiera irse. Pero en realidad nada lo estaba obligando. Aun así había algo, algo en su interior que lo hacía querer permanecer en ese lugar.

Si fuera una criatura normal respiraría con dificultad y sudaría a mares, tal vez gritaría por un dolor inconmensurable. De hecho, estaría muerto. ¿Qué clase de ser duraba tanto tiempo vivo con semejante corte en el pecho? Porque no lograba regenerarse. Apenas lo había hecho en un diez por ciento. Y, en realidad, hacerlo nunca le había llevado más de unas horas. Como cuando Mario Garv lo había atacado por sorpresa. Claro que un ataque de La Diosa Dorada no podía comparársele. Los meses que llevaba intentando cerrar aquel corte en su cuerpo eran prueba de eso. Pero ¿por qué? Él tal vez había sido un poco irrespetuoso con ella, sin intención, claro. Sin embargo, a La Madre de Todo eso no le importaba. No debía.

Miró la imponente luna llena. Cuando se acostó en ese lugar no se había percatado de que la luz del astro se enfocaba en él, pues no importaba. Él no necesitaba luz para ver.

"…lo recordarás todo. Absolutamente todo."

Xeros Metallium no pudo evitar revelar las amatistas, mostrando una expresión completamente asombrada y aturdida.

La comprensión lo había golpeado súbitamente.

"Si un deseo es lo suficientemente fuerte, es capaz de mover todos los hilos del universo."

Este bosque es…

Por supuesto que lo era.

Increíble que recién se diera cuenta. Que recién lo entendiera.

Ese bosque, ese lugar, precisamente en donde yacía acostado, era donde él había matado a Rina Inverse en aquella realidad que no existía.

¿Cómo puede no existir si yo aún la recuerdo, si me estás castigando por lo que hice… Diosa del Caos?

De eso se trataba. Ella había cambiado los paradigmas por un deseo que fue capaz de mover todos los hilos de sus entrañas. Y, sin embargo, si su memoria no había sido modificada como en todos los demás seres que albergaban su existencia había sido por una razón.

Castigarlo.

Pero no por haber ido en contra de ella —al menos no directamente—, sino por el deseo de alguien más, de alguien cuya voz se alzó muy fuerte en la polifonía cósmica.

—Fuiste tú, ¿verdad…? —Sonrió débilmente—. Querida Rina…

El anterior multiverso nunca fue… pero eso no era del todo cierto. Xeros no olvidaba. Y esa era la prueba más clara de que alguna vez existió un mundo que ahora nadie más que él recordaba. De esa manera el sacerdote demoníaco jamás olvidaría que había mentido, de esa manera entendería el porqué de su actual situación. Metallium había matado a los amigos de su querida Rina, esa que ahora ya no existía. En realidad, nunca nadie se la iba a devolver —todavía veía su báculo ensangrentado—. Pero su odio —su deseo— prevalecía, y había logrado hacer que la Diosa Dorada lo castigara al recordar su mentira, al recordar el asesinato por su propia mano de la hechicera, al tomar su lugar bajo la luminaria escarlata.

La fecha coincide…

Esa era la prueba de que ella sí existió.

"El alma siempre cambia en cada metamorfosis."

Eso era muy cierto.

La que murió ese día, en esa realidad, jamás volvería, y, aún así, las reminiscencias de su deseo y su odio jamás fenecerían.

Las entrañas no olvidan, la inconsciencia no olvida… Me pregunto… si esa mujer lo supiera… ¿enloquecería otra vez y lo destruiría todo?

Probablemente.

Qué bueno que ella ya no existía.

FIN.