Aún estaba en tu mente, la sensación de su cuerpo encima de ti y sus caricias que aún se sentían frescas en tu piel, las revivías a cada instante como si de un recuerdo preciado se tratase.
El recuerdo de su mirada, aquellos ojos turquesa que prácticamente te penetraron hasta en lo más íntimo, lo curiosos y juguetones que eran, a la espera de algo que eras incapaz de descubrir en aquel instante, porque la inquietud te distrajo, su mirada era un mar de almas en pena, causando estragos que te debilitaron.
Se suponía que fue un sueño, negabas la cabeza reiterándote consecutivamente que de tanto de pensar en él, tu cabeza te hizo vivir algo tan real solo para que dejaras de hacer idioteces.
Por eso sus ojos eran así, por eso a pesar de que cada maniobra suya causaba excitación de algún modo, el terror estaba en ti, albergado en la indecisión y confusión.
Estabas sentada en tu escritorio, ignorando las clases por completo, eras incapaz de concebir otras ideas, te sentías levemente agotada, cada vez que intentabas prestar atención a las clases, él estaba ahí.
Tu cuerpo sufría pequeñas contorsiones y escalofríos, haciendo de todo por disimular, lo sentías grabado en tu piel, sus suaves y carnosos labios devorando los tuyos de forma experta, su lengua paseando de tu cuello hasta el oído mientras liberaba un aliento que sentías que te quemaba, pero al mismo tiempo te excitaba, la fuerza de su mano reteniéndote mientras la otra con solo acariciar levemente tus labios bajos logró crear un calor inimaginable en tu interior.
La curiosidad por saber cómo hubiera continuado te carcomía acompañado del sueño, pero el recuerdo de su mirada provocaba que tu pecho se acelerara como el de un pequeño animal siendo cazado por una bestia que le superaba mil veces en tamaño y fuerza.
Al acabar el recreo fuiste corriendo a las banquetas de siempre a esperar a Ally y Sarah, quienes fueron por el almuerzo y tu buscabas en tu celular algo para arreglar la estupidez que cometiste, algo que lo atrajera nuevamente de forma inconsciente.
—Dios, que puedo hacer... ¿Significa que ya no lo veré más? ¿Ya no podré hacerlo? ¿No habrá algo que le guste? — Te preguntabas agarrando tu cabeza y bajando la página de internet
Te sentías confundida, realmente estabas actuando así, tu sentido racional te decía que era una estupidez lo que hacías, que debías continuar con la mentira o desistir con alguna excusa.
Pero tu cuerpo respondió de otra manera, cada vez que lo imaginabas, cuando recordabas cada uno de tus toques, tu entrepierna buscaba necesitada algo de fricción y tu mente se nublaba.
Pero si era real... ¿Ello no te estaría poniendo en peligro? ¿Qué cosas podrían llegar a pasarte? Una persona normal tendría miedo, ya se lo hubiera dicho a sus amigas, incluso hasta ya habría ido a que le echaran agua bendita en todo el cuerpo... ¿Entonces que demonios pasaba contigo? ¿Eras tonta o algo así?
—¡T/n! — Te gritó Ally
—¿¡Qué!? — Respondiste exaltada
La mirada de confusión de tus amigas te sacó definitivamente del trance, respiraste hondo intentando calmarte y finalmente les dirigiste la mirada avergonzada.
—Perdón, las clases... Y eso... ¿Sabes? — Te excusaste
—No hay problema, aunque parecías ensimismada— Ally te sonrió —¿Pasó algo?
—En los rituales... ¿Siempre hay que completar todo el proceso o no sucede nada? — Preguntaste
—Lo normal es que incluso el ritual falle o que todo suceda cuando este esté culminado— Explicó Sarah —Aunque... Supongo que hay excepciones
—¿Por qué? ¿Sucedió algo? — Ally te miró emocionada
—No— Mentiste —Es tan aburrido y largo que me da flojera acabarlo
Te encogiste de hombros socarrona mientras las tres abrieron sus almuerzos empezando a comer, tu vista hizo clic en algo que te parecía fácil y que podría funcionar en la nueva página, tras tomarle una captura de pantalla, borraste el historial de tu celular, te permitiste relajarte un poco tras suspirar y seguiste un almuerzo animado con Sarah y Ally quienes comentaban acerca de la indumentaria para el ritual.
. . .
Al llegar a casa tiraste tus cosas en el sofá e inmediatamente buscaste un jarrón el cual lavaste dejándolo prácticamente como nuevo y lo llenaste de agua, seguidamente colocaste las dalias blancas de la forma que más linda te pareció y finalmente dejaste un incienso de rosa coral al lado del florero y te dispusiste a iniciar tus tareas, a pesar del cansancio que te consumía.
Y así llegaron a ser las 4:30 AM del día siguiente cuando por fin pudiste pararte de esa silla y te lanzaste directo a la cama a dormir por el cansancio, tu mirada se fijó unos segundos en la aparente decoración de tu mesa.
Por lo general las flores blancas son símbolo de pureza y castidad, pero cuando se trata de las Dalias, es una forma de seducción. Si alguien te regala una Dalia blanca, quiere decir que quiere decir que pretende seducirte hasta que caigas en la trampa y que tienes pocas posibilidades de resistirte.
Pero... ¿Realmente quien estaba cayendo en la trampa?
Viste las cenizas del incienso de rosa coral, las rosas corales significan deseo y pasión, a pesar de ser de forma involuntaria no podías negarlo y evitarlo, eras una idiota, sin duda.
Caíste presa del horrible sueño y cansancio que te invadían, aunque realmente no pudiste dormir prácticamente nada, tu alarma como de costumbre, ya estaba sonando a las 6:30 AM haciéndote soltar un alarido de pesar y frustración
Al cobrar medianamente la conciencia, disfrutaste del olor que se impregnó en tu habitación y miraste las dalias, tan hermosas como ayer y combinando a la perfección con el jarrón.
Te giraste hacia el peluche al lado tuyo y sonreíste como si le pidieses perdón por ser víctima de tu juego sucio, sin sentido y satánico, pero el peluche conservaba su mirada tierna e inocente.
Suspiraste pasándolo por tu cuerpo de forma suave, tanto que bostezabas por el sueño y la agradable sensación que aquello causaba, iniciabas por la zona de los pechos, bajando por tu abdomen y frotándose especialmente en tu pelvis, aun teniéndolo en mente y susurrando su nombre suavemente mientras un vídeo pornográfico se reproducía en tu celular.
Por un segundo dejaste de sentir el cuerpo y en ese preciso instante abriste los ojos, estaba en frente tuyo, con esa inquietante y brillante sonrisa, vistiendo una camisa y pantalones negros, con un calzado del mismo color, veías todo ceñirse a su convivencia. Sentado entre tus piernas abiertas, sintiendo su enorme erección cubierta rosando tu sexo.
—T-tú— Titubeaste nerviosa intentado sentarte
—¿Estás nerviosa? — Preguntó poniendo su mano en tu abdomen impidiendo que te sentaras
Al instante estiraste tu mano en busca de tu celular, entraste en pánico cuando recordaste lo que se reproducía y los gemidos llegaron a tus oídos haciéndote patalear para poder sentarte.
Viste al tan afamado Shalnark soltar una risita y mirar tu celular con diversión, una diversión insana que te perturbó cuando tus ojos se encontraron con los tuyos.
—Oh, entonces ya tienes algunas ideas...— Soltó divertido
—Eres un sueño, una alucinación, esto no es real— Negaste la mirada y cerraste los ojos
—Las estrellas porno tienen gemidos tan malos, prácticamente falsos, pero bueno, tú me confirmas que por placer todos podemos caer bajo— Suspiró completamente entretenido —Dime, t/n ¿Cómo gimes tú? ¿O debo averiguarlo yo? ¿Sientes como en cada momento mi pantalón aprieta más y mi erección se hace más grande?
Claro que lo sentías, estabas confundida, perdida, en pánico mientras esos gemidos seguían sonando, tu cuerpo no se movía y mantenías los ojos cerrados, si los abrías era el fin.
—Pareces un animal asustado, das demasiada ternura— Afirmó el muchacho de orbes turquesa repasando tu vientre con el pulgar
—No estás aquí— Dijiste tratando de respirar hondo
—Esto es negación, oí que es común entre ustedes cuando tienen miedo y vergüenza— Comentó Shalnark con una sonrisa mientras se colocaba encima de ti rosando sus entrepiernas al mismo tiempo
Un gemido salió de tu boca, el orgasmo acumulado de ayer y casi 6 días abstinencia a pesar de siempre erotizarte, su cuerpo caliente provocaba estragos en el tuyo, quedaste perpleja e inmóvil si idea de cómo responder.
—Dudo que sea miedo, no puedes tenerme miedo de momento, debe ser vergüenza— Su risilla se posición en tu oído aprovechando que tu cabeza estaba de costado
Sabías que fue a propósito, fue intencional el rozar su gran erección en contra de tu mal atendido coño cubierto, para después mordisquear tu oído, logrando así, que volvieras a soltar un gemido ahogado.
—¿Entonces es vergüenza? — Preguntó en el tono más inocente que jamás habías escuchado —T/n... ¿Cómo me has imaginado hoy mientras mirabas ese video? ¿Tal vez recibiendo mi polla hasta el cansancio?
Otra vez sentiste su miembro erecto rosarte, el calor del cuerpo ajeno mezclándose con el tuyo, sus dientes enrojeciendo cada vez más tu oreja al morderla o succionarla.
De la nada te alarmaste cuando tus manos fueron otra vez sujetadas, aunque esta vez era la mano izquierda de la entidad, pero la fuerza y tamaño igual te dejaban quieta y a su merced.
—Tal vez... ¿Con mi cara enterrada en tu necesitado coño? ¡No puedes decir que no está necesitado! — Se burló otra vez restregando su entrepierna en ti
Sus labios pasaron a tu cuello iniciando con pequeños besos los cuales se volvieron succiones las cuales te robaban el aliento.
—Despiértate, despiértate— Te dijiste entre gemidos y cerrando los ojos con más fuerza
El rubio te observó con una mueca de molestia, como un niño berrinchudo que solo quería su juguete para estar tranquilo o que le prestaran atención, cosa que lograba, pero a poco, Shalnark la quería toda, toda la que pudiese con lo poco que podía hacer de momento, con lo poco que en este momento podía jugar contigo.
La mano encima de su abdomen empezó a cambiar, haciéndose levemente más tosca y las uñas prácticamente volviéndose garras, te miró ansioso, como un juguete con el cual tienes planeado millones de juegos.
Te alarmaste y empezaste a patalear al sentir las garras pasar por tu camisón con suavidad y quisiste patalear, pero el cuerpo encima de ti te detenía.
—T/n... ¿Puedes gemir mi nombre? —Pidió Shalnark con una sonrisa
Callaste durante casi un minuto, donde esa cara juguetona e infantil pasó a ser aterradora mientras dejaba tu cuello poniendo su rostro a la altura del tuyo, sus ojos captaron otro tipo de curiosidad y hambre al hacer un repaso completo de tu cuerpo
Finalmente terminó jalando tu pezón con aquellas uñas puntiagudas haciéndote abrir los ojos y gritar en un gemido.
—¡Shalnark! — Gritaste juntando tus piernas
Tus ojos ni parecían cerrarse al chocar con sus ojos turquesas; aterradores, impíos, ardiendo en lujuria y diversión, devorándote con la mirada y al mismo tiempo dando una señal de que no había escapatoria por mucho que quisieras irte.
Su sonrisa volvió a ese aspecto angelical, tu pezón fue liberado de sus uñas, pero empezó a ser apretado por las yemas de sus dedos los cuales volvieron a la normalidad, mientras procedió a dejar besos y mordidas en tu clavícula.
—No era difícil ¿Lo ves? — Dijo en un tono alegre
Tu cuerpo no podía evitar corresponder a su estimulación, sentías la humedad en tu entrepierna aumentar por segundo, tu cuerpo sin embargo se sentía cansado por cada segundo que avanzaba.
—¿Lo que imaginas le gana a esto? ¿Eres de mente sucia? ¡Claro que lo eres! — El rubio abrió tu boca y tú no protestaste —No me mires así, cada segundo que pasa, solo me imagino llenándote de mí semen en cada uno de tus agujeros ¿Te gusta la idea? ¿Te imaginas bañada en mi leche y que todo al final desaparezca? ¿Imaginas su sabor? Muero de ganas de probar el tuyo a cada instante
No respondías, eras incapaz de moverte, sus ojos te tenían paralizada y los tuyos estaban llorosos ¿Sucedería algo si te negabas? ¿Qué pasaría si te movieras? ¿Existía algo en este mundo que lograra excitarte tanto como ahora a pesar del terror que sentías?
Instintivamente tu entrepierna en busca de fricción saltó en contra del rubio haciéndolo sonreír ¿Cuánto tardaría en romperte? ¿Era capaz de hacerlo? No podía hacer nada más de lo que hacía ahora, sin embargo, cada pequeña energía tuya lo alimentaba y alimentaba sus ganas por poder tenerte debajo suyo y follarte hasta que tu cerebro dejase de funcionar y ver su propio semen salir de tu coño del que imaginaba la sensación.
Eras una pobre cosita necesitada, que tuvo la peor de las desdichas, ser la primera testigo que Shalnark no estaba dispuesto a romperte de forma inmediata como hizo con otros juguetes.
—Eres tan especial...— Soltó besándote, nuevamente explorando cada parte de tu boca
Tu sintiéndote invadida, mientras te retorcías debajo suyo y él solo te arrebataba el aire mientras obligaba a tu lengua a enredarse con la suya y haciendo golpeteos de su erección en contra tuyo causando que gimieras en su boca.
Nuevamente, despertaste tras terminar de besarlo, esa cosa ya no estaba ahí, estabas sola en tu habitación y a penas te moviste sentiste palpitaciones en tu clítoris y toda la zona resbaladiza.
Miraste el incienso consumido desde hace horas, sus restos esparcidos en la mesa de noche y el olor aún cerca de ti, un olor similar a quemado también vino a tu cabeza con la imagen de tu visitante y saltaste de la cama con el terror de que incluso volviera atraparte.
Una de las dalias estaba en el piso y tú la levantaste, el mismo olor que Shalnark y sin embargo hasta lucía mejor que el resto de flores en el jarrón, la dejaste nuevamente dentro y te miraste al espejo repasando con tu mano todas las zonas que recordabas que él había tocado.
—Tal vez debería... debería detenerme aquí— Te dijiste —Esos ojos...
Sus orbes turquesa permanecían en tu mente, como cada una de sus caricias, la sensación de su pene erecto sin descubrir chocando con tu pelvis y sus besos.
La idea de parar desapareció de tu cabeza, la sensación y el sentimiento de necesidad te hizo abandonar toda idea racional, otra vez... Eras especial, él lo dijo, para ti él era algo tan recóndito y extraño, simplemente no podías ganar, eras débil, solo podías hacer caso a tus necesidades carnales...
