Hola! aquí vengo como prometí!
"Esta historia no es mía, es una adaptación de un libro de la colección Harlequin "Julia" cuya autora es Sarah Holland. Asimismo, los personajes de Naruto no me pertenecen sino que al gran Masashi Kishimoto"
Les dejo el capítulo 2
Deseo Peligroso
Capitulo 2:
Más tarde, en el balcón de su habitación, mirando las calles de Montecarlo, la bahía azul y el palacio rosado de los Grimaldi construido sobre riscos, Sakura se preguntó furiosa qué había querido decir él.
Suspiró y volvió a la habitación. Era bonita, amplia, ventilada y de estilo francés moderno. Un ventilador colgaba del techo, una elegante alfombra cubría el suelo y un edredón rosa cubría la cama de matrimonio. Había adornos antiguos sobre mesitas también antiguas. Las cortinas de encaje de las ventanas de la terraza se movían agitadas por la calurosa brisa.
Sakura no le había dicho a Ino lo mal que le había ido en la entrevista con Sasuke. No lo consideró justo porque era su amiga, la amiga más cercana que había tenido en mucho tiempo y le tenía mucho cariño.
— ¿Calmaste a la bestia salvaje? —le había preguntado Ino, en la cocina y Sakura, sonriendo, le había contestado que sí. Creyó que así había allanado la situación entre las dos.
Pero desde luego que no había calmado a la bestia salvaje. Al contrario, ella quizá lo había tornado más salvaje de lo que era. Se le aceleró el pulso al pensar en otra entrevista con él. ¿Qué diablos le diría ella?
Inesperadamente, alguien llamó a la puerta.
— ¡Adelante! —respondió distraída.
La puerta se abrió y ella se quedó perpleja al ver a Sasuke.
— Entonces, ¿ya se ha instalado? —tenía el rostro tranquilo, duro, inexpresivo; el enfado había desaparecido, su boca parecía una línea firme y sus párpados ocultaban los ojos.
— Yo… —el corazón le latió con demasiada prisa—. Sí, estoy muy cómoda, gracias.
— Muy bien —cerró la puerta despacio.
— ¿Qué hace? —el corazón se le aceleró más.
— Hace más de una hora que hablamos —repuso sonriendo, apoyado en la puerta y observándola con mirada penetrante—. Me preguntaba si había llegado a alguna conclusión respecto a su comportamiento.
— ¡Sólo que mi explicación fue muy razonable! —se puso tensa.
Él se enderezó, se acercó a ella y su hermosa boca esbozó una sonrisa burlona. Sakura dio unos pasos atrás, como un animal cauteloso. Él se detuvo, pero la observó con sus astutos ojos.
— ¿Todavía está cansada? —preguntó en voz baja—. ¿Después de descansar una hora? ¿Por eso se aleja de mí?
— Estoy en mi habitación, a solas con un hombre que no conozco —replicó con el cuerpo rígido—. Por supuesto que me alejo.
— Mademoiselle —murmuró él con expresión cínica—. No sólo soy su anfitrión y hermano de su amiga, también soy Sasuke Uchiha y no dudo que conoce la reputación que tengo respecto a las mujeres.
— ¡La conozco muy bien! —exclamó de muy mal humor.
— ¿Realmente cree que un hombre con mi experiencia le interesaría un ataque sexual?
— No me sorprendería en lo más mínimo, monsieur! —masculló, erizada de la cabeza a los pies por un odio profundo—. De hecho, nada respecto al tipo de hombre que es usted me sorprendería.
— Entonces… yo tenía razón —dio unos pasos hacia ella, sonriendo.
— ¿Qué quiere decir? —ella se alejaba de él—. ¡Oiga! —contuvo el aliento y extendió las manos en un gesto de autodefensa—. ¡Aléjese de mí! ¿Qué cree que está haciendo?
— No lo sé —murmuró burlón, acorralándola contra la pared con los ojos brillantes—. ¿Qué cree usted que hago?
— Yo… —el pánico le secó la boca—. Monsieur, aléjese de mí, yo…
— Ése es el verdadero motivo de su comportamiento, ¿no?
— ¡No! —levantó las manos, presa del pánico.
— También usted me atrae —murmuró sin dejar de sonreír, se acercó un poco más y bajó la cabeza—. No necesita luchar contra mí sólo porque desea que la bese.
— ¡No! —trató de evitarlo—. ¡No quiero que haga nada! Aléjese de…
— Creo que será mejor que terminemos rápido con esto —repuso y tiró de ella para acercarla a su pecho. Al oír que ella contenía el aliento, bajó la cabeza y le rozó los labios con los suyos.
Incoherente por la furia, al mismo tiempo que débil por el deseo, Sakura luchó empujándole por el pecho y los hombros, pero él le sujetó las muñecas con fuerza mientras seguía besándola de forma experta con insistencia.
Sakura ya entreabría la boca, pero gemía desde el fondo de la garganta en señal de resistencia. Su cuerpo se movía con furia imitando los penosos esfuerzos de una gacela en las garras de un león, pero él la ceñía con firmeza, movía la boca sobre la de ella y la hacía emitir gemidos roncos de placer, ante el ataque del beso.
El duro cuerpo de él presionaba el de ella, y Sakura sintió el calor en cada terminal nerviosa, lo cual la mareó y la dejó sin aliento. Tenía los labios hinchados por el lago y sensual beso, pero seguía en bazos de él, sin darse cuenta de nada más que la presencia del hombre.
Atontada, sintió que él le soltaba las muñecas y deslizaba las manos por su cuerpo.
Cuando los largos dedos le moldearon los senos, soltó un grito involuntario de placer, se tambaleó por el ataque sensual y colocó las manos en los hombros y luego en el cuello masculino. Después, cuando no pudo controlar su mente, sintió que metía sus dedos en el pelo de él y que arqueaba el cuerpo para apretarse a Sasuke con un deseo insoportable.
De pronto se abrazaron y ella perdió la capacidad de resistirse debido a los tres años de frustración. Se ahogó en la imperiosa necesidad de sentir la boca, las manos y el cuerpo de un hombre como Sasuke Uchiha, que era hermoso, fuerte, poderoso, sensual… Volvió a gemir ronca una y otra vez por la delicia que los dedos de él causaban en sus doloridos senos.
— ¡Sakura! —gritó Ino desde afuera.
La joven abrió los ojos, respiraba entrecortadamente y el corazón le latía con tanta fuerza, que creyó que se desmayaría porque la sangre hervía en su tembloroso cuerpo.
— ¡Contesta de inmediato! —le murmuró él junto a los labios—. ¡Dile que saldrás dentro de un minuto!
Sonrojada y con las rodillas débiles, ella observó el peligroso rostro y, horrorizada, comprendió lo que acababa de suceder entre los dos.
— Contesta o ella entrará y nos verá —murmuró él.
— Saldré dentro de un minuto, Ino —respondió con voz temblorosa.
— Muy bien —contestó Ino—. Estaré en la terraza.
Sasuke bajó la cabeza para volver a apoderarse de la boca de Sakura, pero ella lo empujó, sintiéndose confusa.
— Aléjese de mí —murmuró ronca.
— ¡Vamos! —volvió a ceñirla—. Creí que ya habíamos superado eso.
— Superado, ¿qué?
— El fingimiento de que no me deseas —arqueó las cejas y sonrió burlón.
— ¡No lo deseo! —tenía el rostro encendido por la furia—. Y no me diga que lo que acaba de suceder es una prueba de lo contrario. Me ha acorralado y me ha obligado a besarlo.
— ¡No he tenido que obligarte! —murmuró burlón—. Además, después de dejar atrás la etapa obligada, has correspondido muy bien.
— ¡Me atrapó! Yo…
— Mademoiselle, de no haber llamado mi hermana, estaríamos en la cama quitándonos la ropa a una velocidad pasmosa.
— ¡No es cierto!
—Deja que vuelva a besarte —la ciñó con más fuerza—. Así veremos si tengo razón —bajó la cabeza con fuego en los ojos.
— ¡No, quite sus manos de mi cuerpo y manténgalas alejadas! —le dio una bofetada tan fuerte que le ladeo la cabeza. Él la miró con furia. Sakura se mantuvo firme y agregó—: ¡Odio a los hombres como usted, y es posible que usted sea el más odioso de todos!
— De acuerdo, chérie —murmuró al soltarla, sonriendo de manera desagradable. Se alejó y la miró con enfado de los pies a la cabeza—. Si no estás dispuesta a aceptar que me deseas, ya no perderé más tiempo contigo —se volvió y se dirigió a la puerta, pero agregó por encima del hombro—: Después de todo, hay muchas mujeres que desearían estar en tu lugar para que yo las bese.
— ¡Presumido!
Él abrió la puerta y salió dando un portazo.
Sakura clavó la mirada en la puerta con odio. ¡Nunca había visto tanta altivez!
De pronto las lágrimas le irritaron los ojos. Él se había aprovechado de ella. Quizá pensó que sería divertido jugar un poco con ella. ¿Qué le había dicho en el aeropuerto? "La chica asiática triste". En efecto, quizá eso era lo que él pensaba de ella: la triste Sakura, solitaria y sin cariño, madura para caer en los brazos expertos de un hombre como Sasuke Uchiha. Y él se sentía tan superior a ella, que le pareció un juego divertido entrar a su habitación para besarla.
Sintió una dolorosa puñalada en el corazón. Lo que más le dolía era el hecho de que pensaba que él era el hombre más apuesto que había visto en su vida, y que se acercara a ella era como un sueño hecho realidad.
La verdad era que Sasuke era justo su tipo. Todo en él, desde su aspecto físico hasta su modo de vida, su mente serena y astuta, su sentido del humor, su sensual mirada, el Ferrari que conducía y el helicóptero que piloteaba, incluso la forma en que movía la cabeza la hacía desear ronronear como una gatita.
Antes, quizá Sakura habría creído que un hombre como él podría desearla. Ya no. No después de Itachi.
Le temblaron los labios, pero se enjugó las lágrimas con el puño cerrado. Furiosa, se recriminó haber llegado a eso. Un juguete para divertir unos minutos. Era su primer beso en tres largos años y sólo había sido una broma para el hombre que se lo había dado.
Pero el hecho de que hubiera sido el primer beso en tres años explicaba su reacción febril. Se sintió humillada al recordar cómo se había apretado contra él al besarlo con pasión. Creyó que nunca volvería a sentir lo mismo. De hecho y pensándolo bien, nunca se había sentido así. Se dijo que se debía a que había sido célibe durante tres años. Se había acostado algunas veces con Itachi, pero a pesar de la pesadilla que él la hizo sufrir, su cuerpo llegó a conocer el placer físico, de modo que lo añoraba como parte necesaria de la vida.
¿A quién trataba de engañar? ¡Nunca sintió el placer físico! Había sido una amante totalmente inadecuada…
De pronto se dijo que debía olvidar el incidente y que si Sasuke volvía a acercarse a ella, bastaría con que le diera otra bofetada para que la dejara tranquila.
Decidida, salió de la habitación, acostumbrada a su soledad y frustración y dispuesta a seguir viviendo así en vez de arriesgarse al daño que un hombre como Sasuke podría causarle a su autoestima.
Caminó por el pasillo y encontró con facilidad la puerta que conducía al salón. Era una hermosa habitación con suelo de parquet, sofás color crema y ventilador en el techo, arañas de luces y una extraordinaria colección de antigüedades francesas, todas esculpidas en roble dorado.
Las puertas ventanas daban a un balcón de piedra, que se calentaba bajo el sol del Mediterráneo, y vio allí a Ino, sentada junto a la mesa.
— ¡Hola! —Ino sonrió al ver a su amiga—. ¿Qué has estado haciendo hasta ahora?
— He sacado la ropa de la maleta y me he instalado en la habitación —se ruborizó y fijó la vista en Montecarlo, en el ruidoso tráfico y en la gente que llenaba las calles.
— Cenaremos a las siete —anunció Ino.
— Muy bien, porque no tengo hambre —se humedeció los labios—. ¿Cenará tu hermano con nosotras?
— No, esta noche cenará con una amistad.
— ¿Una de sus mujeres? —se sintió enfadada, celosa y desilusionada.
— ¡Quizá! —Ino se rió—. Me alegro que ya se lleven mejor.
Sakura se ruborizó y desvió la mirada.
Pasaron alrededor de una hora sentadas en la terraza, tomando el sol y hablando de los planes para las siguientes semanas.
— Estamos a media celebración del festival internacional de Fuegos Artificiales —le informó Ino—. El espectáculo es más bonito desde el muelle, iremos allí esta noche.
— ¡Estupendo! —contestó Sakura—. Pero dijiste que era la temporada de gala. ¿Hay algo más que pueda ver durante mi estancia?
— ¡Ah! —se encogió de hombros de una forma muy sensual—. Galas aquí, fiestas allá, conciertos en el palacio del príncipe.
— Entonces, ¿es un embriagador torbellino social?
— Y todo conduce al suceso del año, el Baile de la Cruz Roja —los ojos de Ino brillaron de excitación—. Desde luego, asistirás conmigo y con mi hermano. Nos invitan todos los años. Es maravilloso. Es divertido ver a las celebridades, los trajes de etiqueta, los diamantes y a los fotógrafos que no descansan. ¡Es un momento en que Sasuke no odia a los fotógrafos!
Más tarde, fue a su habitación para darse una ducha. Se puso un sencillo vestido azul y trató de decirse que volvía a estar guapa, que su largo pelo rosado le quedaba bien así, suelto y sensual, y que se había maquillado bien. Se mantuvo frente al espejo mientras se ponía alguna joya, se la quitaba, se acongojaba y se decía que debía seguir intentando ser la chica que fue hacía mucho tiempo en Tokio, cuando todos decían que era una belleza…
El dolor se reflejó en sus ojos verdes. El proceso era muy lento. Había luchado mucho tiempo, pero ella seguía siendo distinta. Parte de ella seguía derrotada y por más esfuerzos que hacía, no podía lograr recuperar la viveza de antes.
Finalmente, desistió y salió en busca de Ino.
— ¿A qué hora regresarás? —le preguntaba Ino a Sasuke en el salón cuando entró.
— No lo sé —respondió con voz ronca—. Creo que tarde.
El corazón de Sakura perdió el ritmo al verlo. Él también se había duchado y cambiado. Vestía un traje azul marino, impecablemente confeccionado, y su poderoso cuerpo irradiaba sensualidad.
— No me esperen despiertas. Es posible que… —se calló, al observar a Sakura. Contuvo el aliento, le sostuvo la mirada y se pasó una mano por el pelo al mismo tiempo que sonreía con cinismo—. ¡Está despampanante, mademoiselle!
— Gracias —respondió Sakura en tono seco, cruzando los brazos, con el cuerpo tenso por el rechazo de la admiración masculina—. Son las siete, Ino. ¿Para qué hora has hecho la reserva?
— Para las siete y media. ¿Nos llevarás al muelle, Sasuke?
— Claro. ¿Por qué no? —miró a Sakura con una expresión de resentimiento en los ojos. Había notado el rechazo de ella y le disgustó tanto como la bofetada de antes. Sakura agitó las pestañas mientras lo observaba, confusa por las reacciones que él mostraba frente a ella. ¿Por qué habría de importarle si ella aceptaba o rechazaba sus requerimientos amorosos? Él tenía muchas mujeres que podían mantenerlo ocupado. Y como él había dicho, había muchas que darían cualquier cosa por estar en el lugar de ella.
Bajaron en el ascensor, en un ambiente de tensión que seguramente notó Ino, aunque habló animada de nimiedades. Se acercaron al Ferrari rojo en el aparcamiento.
— ¡Ay, no! —dijo Ino de pronto—. ¡Mi billetera, la he dejado en otro bolso! ¡Tengo que regresar!
— Entonces ve por ella —Sasuke se apoyó en el Ferrari—. Te esperamos aquí.
Sakura se tensó y se le aceleró el pulso al pensar que se quedaría a solas con él, pero tuvo que guardar silencio mientras los pasos de Ino se alejaban en dirección al ascensor. Los dos se miraron en el aparcamiento poco iluminado.
— Y bien, chérie —declaró él sonriendo con cinismo—. ¿Así será la situación entre los dos? ¿Hostilidad en público y pasión en privado?
— ¡No hubo pasión! —la chica apretó los dientes.
— ¿Cómo puede mentir tanto una boca tan bonita? —caminó hacia Sakura y al ver que ella daba unos pasos atrás, alzó las cejas—. ¿Vuelves a alejarte de mí? Con eso sólo logras que te desee más. ¿No sabes que ésa no es la manera de mantenerme alejado de ti?
— ¡Dime cuál es para que me valga de ella! —replicó en tono insultante. Contuvo el aliento al topar con un pilar de piedra, porque comprendió que estaba atrapada.
— Muéstrate indiferente a mí —masculló al tocarle el cuerpo con el suyo con lo que ella quedó acorralada—. ¡No saltes cada vez que me ves, no me grites sin motivo y, sobre todo, no me mires con esos sensuales ojos verdes como si estuvieras pensando lo que sentirías si hiciéramos el amor!
— ¡Nunca te he mirado así! ¿Cómo te atreves siquiera a sugerirlo…?
— Chérie… —le tocó el cuello caliente con un dedo y la hizo estremecerse—. Tengo treinta y seis años y tengo experiencia con las mujeres. Sé cuando atraigo a una mujer. Puedo verlo en sus ojos, tal como lo veo en los tuyos.
— ¡No seas tan insolente!
— Entonces, no seas tan provocativa.
— ¡No lo soy!
— Ah, sí —de pronto, ella pudo oír el latir del corazón masculino—. ¡Eres intensamente provocativa! Creo que nunca he conocido a una mujer que me mirara con un deseo tan abierto en sus facciones.
Esa declaración la hizo contener el aire y mirarlo fijamente.
— Cuando una mirada así se combina con un rostro y un cuerpo tan bellos, bueno, la verdad es que eso me parece irresistible.
Pasmada por el repentino fluir de cumplidos en un hombre tan deseable, se dijo que él sólo trataba de halagarla.
— Es cierto —Sasuke frunció el ceño y habló en un tono más grave—. No me digas que no me crees. ¡Seguro sabes que hablo en serio!
— Ni siquiera recuerdo lo que has dicho —desvió la mirada—. Y te ruego que guardes tus cumplidos vacíos para las mujeres que los aprecien. No soy una de ellas y nunca lo seré.
— Es posible, pero no puedo dejar de desear que cambies de opinión. Más me vale ser franco, porque te quedarás aquí todo el verano y no podré mantener las manos alejadas de ti, y…
— ¡Olvídalo! —gritó enfadada—. ¡No pienso formar parte de tu infame lista!
— Vuelves a lo mismo —asintió él despacio, y apretó los dientes al mismo tiempo que respiraba hondo—. Por lo visto conoces bien mi reputación.
De pronto, esa nota seria en la voz masculina los llevó a un ámbito más profundo, un ámbito que la alertó aún más que la efectiva técnica de seducción. Había cierta intimidad en ello que la atemorizó.
— Sí, la conozco —repuso con voz temblorosa—. ¡Creo que cada mujer que has conocido lo sabe!
— A algunas les encanta, pero a otras les parece odiosa —comentó en tono seco—. Pero nunca había conocido a una que sintiera las dos cosas. Definitivamente, no hasta el extremo que muestras tú. Eres casi incoherente en los dos niveles de la escala. Parece que te afecto más que a cualquier otra mujer que he conocido. ¿A qué se debe? ¿Por qué, cuándo…?
— Tu altivez resulta grotesca —declaró ella con fiereza, temerosa de lo que él pudiera decir después—. ¡No amo ni odio tu reputación! La desprecio. ¡Ahora, déjame en paz, tarambana falso de tercera categoría!
— Quizá sea un tarambana, pero no soy falso ni de tercera categoría —dijo él llanamente—. ¿Has olvidado tu apasionada reacción a mi beso de esta tarde, en tu habitación?
Sakura bajó la vista inmediatamente, estaba furiosa y no pudo contestar. Lo odiaba por haberle recordado su traicionera reacción. Él observó la cabeza inclinada de ella, con los ojos entrecerrados.
— Mira, hago todo lo posible por averiguar por qué estoy en un campo de batalla luchando contra ti. No tengo intención de recibir tus misiles de frente, ni de alejarme de ti para mantener una tregua armada. Te deseo, ya te lo he dicho con mucha claridad y sé muy bien que tú también me deseas. Sin importar lo que suceda entre los dos, no habrá más exabruptos de falta de respeto de tu parte. Si vuelves a hablarme así, te haré probar mi enfado de manera que no lo olvidarás. ¿Me he expresado con claridad?
— ¡Sí! —masculló, odiándolo.
— Muy bien —la observó, con los párpados todavía entrecerrados—. Y mírame cuando te hablo.
Ella lo miró con rabia, odio, temor, respeto y deseo.
— ¡Dios mío…! —Sasuke soltó el aire y entreabrió la boca mientra la miraba a los ojos que echaban chispas—. ¡Nunca había conocido a nadie como tú! ¿Qué diablos pasa por tu bonita cabeza cuando me miras así?
Hubo un largo y tenso silencio. Él seguía observándola con el ceño fruncido. De pronto llegó a alguna conclusión respecto a Sakura, y supo que a ella definitivamente no le agradaría.
— Espera… —murmuró—. Ya lo se. Te recuerdo a alguien. Alguien que te dejó unas cicatrices molestas. Lo bastante molestas como para que quieras arrancarme los ojos cuando me ves —asintió despacio al verla acongojada—. Es eso, ¿no? Yo pago la cuenta de otro.
Ella no pudo hablar, se limitó a mirarlo conmocionada, revelando en sus ojos que él había dado en el clavo. De pronto se sintió más vulnerable que nunca y lo odió más por eso. Notó en sus ojos un interés repentino por ella y por su corazón herido, y eso la aterrorizó.
Oyeron pasos en el aparcamiento.
— ¡Siento haber tardado tanto! —anunció Ino—. Me ha costado trabajo encontrarla.
Sasuke ya se había enderezado, se volvió y caminó con esa gracia rapaz masculina hacia el coche.
— ¿Estás lista para que nos vayamos? Andando.
Las calles de Montecarlo estaban llenas de gente, en tanto el sol se tornaba dorado por encima de las torres verdes del casino. La vida nocturna comenzaba a animarse en espera de la calurosa oscuridad.
— Diviértanse —dijo Sasuke al dejarlas en el muelle. Besó a Ino en las mejillas y sugirió en voz baja—: Sakura, un beso para tu anfitrión.
Ella se quedó paralizada con las manos en la manija del coche. Ino salió de éste sonriendo y esperó fuera.
— Un beso —murmuró Sasuke, mirándola con la cabeza apoyada en el respaldo del asiento del conductor.
Furiosa por ser conciente de su propio placer, se inclinó hacia delante y rozó ligeramente con los labios un pómulo masculino. Él le agarró una muñeca.
— ¿A qué hora regresarán a casa?
— No lo sé —murmuró la chica—. ¿Por qué?
— Trata de llegar antes de la medianoche —repuso Sasuke, le besó la muñeca, le soltó la mano, se enderezó y puso el pie en el acelerador mientras ella salía despacio del coche.
Cuando se cerró la puerta, el coche cobró velocidad. Anonadada, Sakura observó las luces traseras que desaparecían. ¿Qué diablos había querido decir? ¿Por qué, de pronto, él había cambiado su actitud de inquisidor a seductor, al pedirle que lo besara y preguntarle a qué hora regresaría a casa…?
— Se llevan mejor, ¿verdad? —se rió Ino dándole un empujoncito.
Sakura fingió reír, pero no fue muy convincente. Comenzaba a sentir muchas dudas en cuanto a esas vacaciones, porque Sasuke se mostraba muy interesado en ella. ¿Por qué lo hacía? Un hombre como él… seguro tenía cientos de mujeres. ¿Quién era ella comparada con las bellezas europeas? Se dijo con amargura que nadie, mientras caminaba al lado de Ino por el Quai des Etats-Units. Se dijo que él sólo jugaba con ella porque no tenía nada mejor que hacer.
Cenaron en un restaurante italiano, en el muelle, y observaron la puesta del sol en la bahía. El aire cálido era delicioso y las luces que se encendían en Montecarlo hicieron que recordara las ciudades hermosas de todo el mundo. Como Italia quedaba a una hora en coche, a lo largo de la costa, había muchos restaurantes italianos en el principado, y los habitantes de allí eran italianos y monegascos. De hecho, la mayoría de la población era francesa, a pesar de que era difícil establecer la nacionalidad de cada uno.
La gente de todo el mundo deseaba vivir en ese bello principado, de sólo dos kilómetros cuadrados, debido a las ventajas en el pago de impuestos, baja tasa de criminalidad y desde luego, su sorprendente mundanidad.
Más tarde, cuando los fuegos artificiales explotaron por encima de la bahía, contuvo el aliento, encantada, al ver que los colores de los fuegos eran rojo, blanco, amarillo, azul, dorado, verde…
— ¡Qué bonito! —exclamó, mientras su rostro reflejaba todos esos colores.
— ¡Lo sé! —Ino se rió—. No me acostumbro a pesar de haberlos visto toda mi vida. Todos los fabricantes de fuegos artificiales del mundo participan. Cada año hay algo nuevo, algo más extravagante…
Llegaron a la casa a las once.
— Tengo mucho sueño… —bostezó Ino cuando entraron en el impresionante pasillo del apartamento—. ¿Te molestaría si me voy a la cama inmediatamente?
— Por supuesto que no. Yo también estoy agotada. El viaje fue largo.
— ¿Te gustó Mónaco? ¿No echas de menos París? —Ino titubeó ante la puerta de su habitación.
— En absoluto —Sakura sonrió, se despidió y se dirigió a su dormitorio.
Se desvistió, se puso su camisón de algodón de color crema, se lavó los dientes y se cepillo el largo cabello rosado. Bostezó cuando finalmente regresó a la habitación para deslizarse dentro de la cama.
Pensó que Sasuke se iba a llevar una sorpresa si creía que la encontraría despierta. Cerró los ojos y su mente comenzó a relajarse, antes de dormirse.
Pero él la esperaba en su sueño. Éste se inició despacio.
Ella estaba en Tokio, junto a la ventana de la buhardilla, con la mirada fija en el vaporoso calor, y dándose cuenta de que allí hacía frío. Se estremeció sin poder controlarse.
Alguien llamó a la puerta de la buhardilla. Abrió y Sasuke entró y señaló un gran baúl rojo que había en uno de los rincones. Ella contuvo el aliento al darse cuenta que era suyo.
Se acercó al baúl y trató de abrirlo, pero vio que estaba cerrado con llave y comenzó a llorar.
— Mi ropa, mi bella ropa…
— Yo lo abriré —indicó Sasuke, y de pronto, ella estaba en sus brazos, besándolo con pasión, con la piel ardiendo por el intenso calor…
De pronto quedaron en el suelo, gritando excitados, y ella le quitaba la camisa para hundir la cara en el duro pecho masculino.
— Te deseo, te necesito… mi cuerpo lo necesita… —decía ella.
Despertó poco a poco, rodeada de ardiente oscuridad, la boca de Sasuke la besaba, mientras respiraba con dificultad. El beso hambriento era real y las fuertes manos que le acariciaban los senos debajo del camisón también eran reales.
No era un sueño. Era la realidad.
— ¡Quita tus manos de mi cuerpo, cerdo! —exclamó ronca, después de abrir los ojos y sentir que la habitación daba vueltas—. ¡Ay, Dios, aléjate…! —presa del pánico, comenzó a luchar y a gritar.
Él alejó su boca ardiente de la de ella y levantó las manos.
— Está bien, de acuerdo, mira, ya he alejado las manos —sonrió, titubeante.
Estremeciéndose, ella se cubrió los senos con el edredón.
— ¿Qué diablos haces en mi habitación?
Hasta aquí el capítulo 2
Espero les haya gustado!
Nos leemos mañana!
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WHITEXSUN
