Monstruo

A SasuHina Fanfiction

2. The kid that left.

N/A: Bueno…lo han hecho de nuevo; como con Cáncer. He decidido darle una oportunidad a "Monstruo" y explorar un poco las posibilidades de los personajes en estas situaciones; solamente quiero aclarar un par de cosas antes de comenzar con este nuevo proyecto.

El time line definitivamente va a estar un poco alterado, todavía no lo decido muy bien de qué forma porque es canon-divergente; por lo que espero no se sorprendan si algunas cosas no terminan de cuajar. He pensado en corroborar algunos datos volviendo a ver Naruto (por quincuagésima vez) pero en este momento en mi vida me encuentro completamente ocupada en otros aspectos y he decidido dejar de estresarme tanto con los fics porque a final de cuenta, es mi des-estrés. ¡Gracias! ¡Espero les guste!


Hinata regresó a Konoha renqueando de un solo pie y con un resfriado por haber estado mojada y a la intemperie tanto tiempo; tal como lo había prometido Sasuke, la chica estuvo quieta como una roca durante poco más de tres horas antes de que los hilos de chakra de su tobillo se desactivaran, permitiéndole moverse pero también creando una especie de dolor fantasma que la acompañaría por unos grandes kilómetros antes de llegar a Konoha a dar su reporte a la Hokage y regresar a casa, con el espíritu roto.

Sus piernas caminaban con lentitud para pasar las puertas de la aldea, intentando dar una sonrisa tranquilizadora a los ninjas que guardaban la entrada a Konoha. Temblaba un poco del resfriado e internamente solamente quería quitarse las sandalias y tomar una sopa de fideos calientes, pero el deber la guió a la torre Hokage. Era uno de los días más brillantes del verano, a pesar de que su propio cuerpo se sintiera frío.

Lo primero que hizo después de dar su reporte a la Hokage, fue caminar a la velocidad y capacidad que sus piernas le permitían, casi corriendo, por poco volando a casa. Tenía la necesidad irrevocable de saber del paradero de Hanabi, verla en carne y hueso, tocar su mejilla y comprobar su bienestar y felicidad. Frunció el ceño de preocupación cuando recordó las palabras susurradas lascivamente en su oído, como si se tratara de un juego y no de la integridad de una niña de 11 años. Sabía sobre los valores retorcidos que una persona desarrollaba cuando se convertía al shinobi pero Hinata enteramente creía que era demasiado arriesgar la vida de los niños que habían jurado proteger. De nueva cuenta, tenía que recordar que no trataba con ninjas de Konoha, al menos no actuales, trataba con missing nin's, y le enorgullecía decir que no tenía nada en común con Orochimaru y sus discípulos. Entrar a los terrenos Hyuuga le dio una seguridad mezclada con la sensación de ser portadora de malas noticias.

Por unos minutos de su viaje de regreso, antes de siquiera divisar las puertas de la aldea, estuvo casi convencida de que tal vez no mencionar el incidente con Sasuke fuese la mejor opción; pero también se sentiría la omisión de información y aquello iba en contra de sus votos como ninja. Fue por eso que derramó la información con la soltura de un río camino abajo, contándole a Tsunade cada detalle de su pequeño encuentro con Sasuke. Su rostro se volvió completamente rojo cuando le entregó a Tsunade el kimono de Sasuke para que fuera rastreado por perros ninjas; aún y cuando se dio cuenta de que la prenda tenía el olor de missing nin y el suyo propio; una mezcla de sudor, lavanda y jabón artesanal.

-Gracias por tu cooperación, Hyuuga Hinata. –había dicho Tsunade después de las dos horas en las que Hinata dio un reporte detallado sobre la situación con Sasuke Uchiha. –Puedes estar tranquila, puesto que Konoha y sus shinobis estarán completamente al pendiente de cualquier asunto relacionado a Uchiha, Sasuke. Te rogamos discreción con la naturaleza de su encuentro.

Hinata habló de su irresponsabilidad al entrar al lago antes de dar terminada la reunión (Tsunade no se inmutó. No creía que fuera un gran problema), hablo de como su Byakugan no reaccionó y se atrevió a teorizar sobre alguna nueva técnica para haberlo desactivado, pensando en que la verdad era que debería de haberlo sentido a metros enormes de distancia; omitió sus sensaciones pero habló de la manera en la que Sasuke actuaba y se dirigía a ella, habló del trato con Orochimaru sobre un ninja perfecto, casi creado en un laboratorio, de los planes retorcidos que tenían para Hanabi. Un concejo se formaría en los próximos días y ambas herederas Hyuuga estarían a salvo; palabra de Hokage. Hinata solo tenía que regresar a casa y descansar hasta su siguiente misión; pero aquella era una tarea la cual era más fácil decirla.

Fue Ko quien la recibió en la entrada del terreno, por supuesto. Su primo había sido su cuidador desde que Hinata (y después de Hanabi) había nacido y la chica realmente se había acostumbrado a su poco común cabello claro para un Hyuuga. El hombre le sonrió, inclinándose en una reverencia hacia su prima menor.

-Hinata-sama; me alegra que haya regresado a casa. ¿Le sucedió algo a su pie?

Todavía era incómodo el oír a Ko hablarle de usted y con ese respeto; que para Hinata debería ser al revés, pero el regresar a casa con heridas después de una misión de tal rango ponía un sonrojo en su rostro, uno de vergüenza. La chica se inclinó en saludo y negó con la cabeza, entrando en la casa por completo.

-Tuve un accidente con un par de hilos de chakra. Estaré bien.

-¿Desea que llame al médico?

-Uh. S-sólo si empeora, Ko-San. Muchas gracias.

Ko tomó las cosas de Hinata y se despidió con una inclinación para perderse en los pasillos de la mansión. Los patios estaban solitarios, los niños que usualmente lo plagaban probablemente estarían en la biblioteca del clan tomando clase de historia, y la servidumbre de la cocina debería de estar preparando el almuerzo, según Hinata entendía por el ruido de voces suaves y el sonido de cacerolas y sartenes moviéndose. Se dirigió caminando lentamente a donde se encontraba la habitación de Hanabi, sonriendo a su familia extendida que se encontraba por los pasillos.

Su propia habitación quedaba al lado de la de Hanabi, por cuestiones personales; Hinata estaba contenta de que podía asistir a Hanabi si lo necesitaba ya sea para hacer algún deber, entrenar un poco, o para cualquier cuestión que una hermana menor podría preguntarle a una hermana mayor. La puerta de su hermana estaba ligeramente abierta, como había instruido su padre. Hanabi pensaba que era para poder espiar su privacidad, encontrarla en el acto de no estudiar lo suficiente o dormir hasta tarde leyendo pergaminos prohibidos, pero Neji fue quien le aseguró que era una cuestión de respeto e identidad y le recordó lo estúpido que era suponer eso en una casa de usuarios del Byakugan. Hanabi se encontraba de espaldas a la puerta, encorvada erróneamente en su escritorio mientras escribía en un pergamino lo que parecía ser la lección de la semana; con dibujos ilustrativos incluidos.

Hinata sabía que técnicamente debería informar a su familia sobre lo que había escuchado de Sasuke Uchiha pero también sabía que le debía lealtad a Tsunade, a Konoha, antes de su familia y sinceramente no podría repetir las palabras de Sasuke frente a su padre y Neji. No quería tampoco alertar a Hanabi sobre su ficticio secuestro porque ella misma no podía hacer realmente nada al respecto y la espera alimentaría la paranoia.

Mientras observaba a su hermana menor escribir en su escritorio, probablemente manchándose de tinta las mangas de la camiseta, decidió que no perturbaría esa paz hasta que fuese totalmente necesario y al mismo tiempo se prometió que no sería necesario; que cuando se refería a su hermana, era muy sencillo seguir las reglas; que viviría por Hanabi, que moriría por Hanabi y que ciertamente mataría por Hanabi. Su día a día era solamente una moneda al aire para elegir entre esas opciones.

Aclaró la garganta, entrando de pies descalzos a la habitación de su hermana, quien se giró para dedicarle una sonrisa sincera y efusiva, contrastante con la calma en la que se encontraba hace unos minutos; a sabiendas de que le agradaba su llegada.

-¡Hermana!- dijo Hanabi con alegría para rodear la silla donde estaba sentada, abrazando a Hinata por la cintura. Hanabi era una niña sana, crecía con rapidez y le llegaba al mentón de Hinata, que era cinco años mayor. Hinata rodeó a su hermana por los hombros con sus brazos y la atrajo a su pecho, sonriendo ante la sencillez de su relación; ante lo frágil que podía ser irrumpir tanta felicidad. Cerró los ojos, como enfrascando el momento en su memoria y se separó de Hanabi, escuchándola hablar sobre sus asignaturas, su tarea y sus molestos compañeros de clase.

Hanabi gesticulaba emocionada, como todos los niños cuando se les da protagonismo en sus propias historias, se tropezaba con las palabras y de vez en cuando paraba para tomar un poco de aire. Hinata la observó con cuidado, observando como a pesar de sus habilidades y su rostro fino, su hermana todavía tenía esa aura inocente e infantil que se queda con algunos. Supo en ese mismo momento que estaba preparada para hacer lo que tuviera que hacer para que Hanabi Hyuuga estuviera bien.


Habían avanzado de aldea un par de días después de que Sasuke y Hinata partieron caminos. Sasuke no lo mencionó, inicialmente porque él y los otros no eran del tipo de personas que se contaban toda su vida los unos a los otros pero Kabuto y Orochimaru se enteraron del encuentro furtivo entre él y su compatriota de la hoja. Orochimaru tiró un par de indirectas sobre la operación Sakusei-sha; es decir, el plan que se tenía con Hanabi Hyuuga. El vengador simplemente arrugó su nariz ante las palabras de su maestro, cómodamente acostumbrado al nivel de respeto que debía tenerle como maestro, no como persona. Kabuto, sin embargo, frunció el ceño profundamente y cruzó sus brazos sobre el pecho, casi luciendo como un infante que estaba haciendo un berrinche, lleno de una cólera que por poco y lo hacía gruñir físicamente.

-Sabes perfectamente que la operación Sakusei-sha es de alta prioridad para Orochimaru-sama.- Kabuto y su cabellera clara lograban hacer un claro contraste dentro de la húmeda y oscura cueva en la que se encontraban los tres en su camino a la siguiente villa.

-He dicho que no quiero participar en dicho plan. Lo he dicho más de una vez. –La calma que rodeaba a Sasuke era confusa; llegando a parecer aburrimiento; sin embargo, su mente se movía rápidamente de un lado a otro, confundido sobre todo lo que su reencuentro con Hinata Hyuuga había puesto en su cabeza.

-No estás en ninguna posición de decirle a Orochimaru-sama que…

-Kabuto, basta.

Orochimaru había hablado, observando el pequeño pleito oral desde el fondo de la cueva. Estaba tan oscuro y la cueva estaba tan desmejorada que la piel del sanin se camuflaba levemente con sus rocosos alrededores. Kabuto lo observó, tragando gordo por la garganta y lamió la resequedad de sus labios para finalmente asentir. Sasuke lo observó con pereza.

-Kabuto, estoy seguro de que Sasuke-kun no quiso alentar la operación Sakusei-sha; como miembro de mi alumnado, estoy confiado que se guiará por el bien mayor y sabe de la importancia del Sakusei-sha. – la encarnación de la serpiente lo miró directo a los ojos, mostrando una sonrisa que no invitaba precisamente a la confianza. Sasuke Uchiha no era el tipo de persona que no resistiera un concurso de miradas, sea quien sea su competencia; sin embargo, reconocía ante sí mismo que mantenerle la mirada a Orochimaru era más complicado.

Kabuto se sentó a su derecha, mirando a Sasuke como si este fuera el culpable de cada cosa que saliera mal aquel día. No sabía en realidad cual era el problema, exactamente; en todo caso había dejado ir a Hinata Hyuuga, no a Hanabi. La mayor de las Hyuuga no tenía ningún trato que tener con Orochimaru y ellos.

-Sakusei-sha nos permitirá crear un soldado perfecto del cual tendríamos completo poder; estaría a nuestra completa disposición. No estaríamos jugando a ser Dios. Seriamos Dios y punto.- la voz de Orochimaru emergió de la oscuridad que el sanin había preferido. Sasuke lo miró asqueado. –Tú sangre y la sangre Hyuuga crearían el soldado perfecto. El shinobi definitivo; la mezcla perfecta del sharingan y el byakugan. Las naciones se doblarían ante nosotros.

Kabuto carraspeó por la garganta ante el silencio de Sasuke, negando con la cabeza y levantándose del piso donde antes se encontraba. –Y teniendo a la candidata perfecta, haz decidido ser benevolente y dejarla ir. Debiste haberle dado nuestra próxima locación. – espetó Kabuto con sarcasmo.

-Creí que buscaban a Hanabi Hyuuga. Aquella era su hermana, Hinata. – Sasuke comenzaba a cansarse del interrogatorio y su cabeza comenzaba a doler al intentar comprender de que se trataba todo este enojo.

-La hija mayor de Hiashi, por supuesto. – dijo Orochimaru, recordando que el matrimonio de Hiashi y Hisa había tenido dos frutos antes de que su mujer muriera unas semanas después de dar a luz por última vez. – A final de cuentas, no me importa quién sea mientras tenga el Byakugan, como presumo que la jovencita lo tiene. Ocasiones desesperadas merecen medidas desesperadas.

-…- Sasuke volteó a verlo sobre su hombro para después darle la cara por completo. Sus ojos amarillentos se mostraron frente al ónix oscuro de Sasuke y fue como poner cara a cara a un vacío con otro. Orochimaru lo observaba, controlando casi su respiración mientras Sasuke fruncía el ceño. No había indagado más todavía pero el tono de voz y la repentina necesidad de poner en marcha el Sakusei-sha inmediatamente.

-¿Orochimaru-sama? –preguntó Kabuto acercándose apenas dos pasos a su amo, quedando cerca de Sasuke.

El sanin puso un par de manos frente a su boca, sumergiéndose en una postura de total meditación y reflexión, cerrando los ojos. Su aparente vulnerabilidad era poco tranquilizante para Sasuke y Kabuto simplemente parecía ansioso de no estar enterado de lo que todo esto se trataba. Orochimaru abrió los ojos, descansado las manos en su estómago de forma más relajada, entrelazando la mirada con Sasuke una vez más. Era increíble, como después de tanto tiempo estando bajo su tutela y prácticamente viviendo juntos la mayor parte del año, habían desarrollado un lenguaje no escrito, que se basaba en miradas y puro lenguaje corporal. Sasuke no podía evitarlo, y aun así le avergonzaba mostrar ese ápice de intimidad con ese hombre.

-Estás enfermo, Orochimaru…

-Te lo diré por última vez. Cuida como hablas a Lord Orochimaru, Uchiha…

-No voy a ser partícipe de tu jodida granja de conejos, Orochimaru.

-La tenías arrodillada y sin ropa, Sasuke-kun. – se burló Kabuto. Sasuke lo miró, su mano yendo automáticamente hacia el filo de su espada. Al mezclar su mirada con la de Kabuto, parecieron salir chispas de irreconciliación. Ni siquiera iba a pretender explicar lo que había sucedido, no a Kabuto. -¿Vendrás a decirnos que eres un santo?

-¿Es acaso Konoha todavía un punto sensible para ti, Sasuke-kun? – preguntó el sanin mientras la luz comenzaba a filtrarse por los recónditos espacios de la cueva. Sasuke podía ver los pronunciados pómulos del sanin. Al parecer, ya iba a amanecer -¿Ves acaso a tu antigua aldea reflejada en el rostro de la niña Hyuuga?

Ahí estaba de nuevo. En su pecho, detrás de las costillas y debajo del musculo y los tendones; el maldito corazón que todavía lo mantenía atado a su inútil humanidad. Restregó sus dientes unos con otros en un esfuerzo por mantener la calma, por no dejar que mucho de sí mismo se mostrara ante personas como Kabuto o Orochimaru. El sentimiento era similar pero no terminaba por acostumbrarse; había sentido exactamente lo mismo que cuando Hinata le había dicho que no lo consideraba un monstruo, aun después de que el Uchiha la tenía arrodillada y mojada, cuando se dio cuenta de que todavía no era un monstruo y que sus ojos seguían siendo los mismos que cuando era un niño y su clan había sido masacrado.

No quería ni siquiera considerar lo que implicaba lo que estaba a punto de hacer; mucho menos si tenía que ver con la maldita Sakusei-sha. El plan tenía sentido, no lo iba a negar; pero la ejecución implicaba tantas cosas negativas e inmorales, tanto riesgo, que se sentía confundido y levemente asqueado de sí mismo. También estaba harto. Estaba harto de sentirse inadaptado donde sea que fuera; muy malo para los buenos, muy benevolente para los malos. Tomó aire y dejó que este llenara sus pulmones con rapidez, para después mirar a Orochimaru a los ojos, sin que estos falsearan una sola vez.

-Si quieres a Hinata Hyuuga, la traeré a tu guarida yo mismo.

Orochimaru mostró una hilera de dientes filosos que recordaban a la dentadura de los caimanes, de los reptiles y sus ojos brillaron debajo de la luz de la mañana que se había filtrado a la cueva. Sasuke no era un idiota, y hace mucho que había dejado de ser un niño; no se había inmiscuido con la Sakusei-sha solamente porque Orochimaru lo hubiera comenzado a molestar con su alegado sentimentalismo hacia la Hoja.

Esto era un trato de Sasuke consigo mismo; sobre probar su avance y conocer sus debilidades en la práctica de este secuestro; su frustración lo había llevado directamente a esto, pero dentro de sí sabía perfectamente que se trataba de una guerra consigo mismo. Con un examen que determinaría si desde que había visto a Hinata Hyuuga hace unas semanas, la forma en la que quería ser percibido y en la que quería convertirse se acercaba. Si lograba hacer esto, lo compararía a la primera vez que logró despertar el Sharingan. Un paso más a la excelencia.

-Kabuto, alista las cosas de Sasuke. Tiene un viaje que hacer.

-P-pero…- balbuceó Kabuto mientras intercambiaba miradas entre su lord y entre Sasuke. Este último seguía mirando a Orochimaru con la respiración visiblemente agitada, apretando el puño de su katana. –Señor, Hinata Hyuuga no…

-Kabuto.- sentenció Orochimaru con un tono de voz ligeramente bajo, con seriedad y filo.

Kabuto cerró la boca para así dejar de balbucear como un pez fuera del agua; dándose la vuelta comenzó a acercarse a la parte iluminada de la cueva para así salir de ella. Sasuke no desvió la mirada de Orochimaru hasta que su maestro se levantó, manos detrás de su espalda.

-Sasuke-kun, aplaudo tu decisión; no es como si tuvieras una opción pero siempre es satisfactorio el ver la voluntad de un alumno. – la voz de su maestro era ahora raspada y grave. Sasuke simplemente asintió con la cabeza, sin darle mucha importancia en realidad. El par de cuervos que se picoteaban dentro de su pecho lo tenían más entretenido. –Estaremos ansiosos por tu vuelta.

Tenía que convencerse a sí mismo que no era un peón y aunque era obvio que Orochimaru y el querían lo mismo, eran para fines realmente lo miró una sola vez más antes de salir por el mismo camino que Kabuto, observándolo montando una pequeña bolsa con cosas que podría utilizar, probablemente para después poder sellarlo todo en un pergamino. Se sentó en una roca, a unos quince metros de distancia, desde donde podía ver como su vida entera podía volver a caer en una bolsa de cacería.