Lucha Contra la Muerte
"A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado."
Infierno, Canto I - La Divina Comedia, Dante Alighieri
A mitad de camino, ella se encontraba en un bosque oscuro porque de su ruta correcta se había desviado. La persona en cuestión, una mujer joven de larga cabellera negra atada, ojos púrpuras y con uniforme que daba entender que se trataba de una guerrera que había ido a pelear a las Cruzadas, consistía en unas botas marrones, un pantalón gris debajo de partes de armadura que le cubrían las rodillas y los muslos los cuales eran rodeados de correas marrones que las sostenían, su cintura era rodeada por un cinturón de igual color de las botas, sus hombros eran cubiertos por hombreras que pertenecían al peto.
Ella se lo había quitado y se hallaba sentada frente a una fogata, despojada de la parte superior de la ropa... cociéndose con aguja e hilo un enorme crucifijo rojo que parecía ser de tela con diversos dibujos, directamente sobre su piel desnuda.
Ella ponía una expresión de dolor en el rostro y gritaba al mismo tiempo que daba la última puntada, respiraba trabajosamente y la mujer ni miraba su obra terminada: la Cruz de tela se fijaba cosida sobre su torso. El mástil vertical recorría desde la finalización de la garganta, recorría sus pechos y todo su abdomen hasta perderse debajo de la parte inferior de su armadura, por su parte, el mástil horizontal se curvaba cubriendo sus voluptuosos senos, llegaba hasta ambos hombros y se prolongaba por ambos brazos enroscándose alrededor de estos, hasta llegar a las muñecas.
Mientras un poquito se sangre escapaba en cada puntada y la piel de la guerrera Cruzada mostraba abundante sudoración, uno de los dibujos del mástil horizontal parecía cobrar movimiento propio en el ínterin que aquel, se reproducía en la mente de ella a través de un recuerdo.
La batalla entre los soldados Cruzados y los musulmanes arreciaba y la mujer de penetrantes ojos púrpuras caminaba por uno de los pasillos del castillo de la Ciudadela de Acre, en búsqueda de un arma de las tantas que se encontraban colgadas sobre un pared. A ambos lados de aquellas, muchos prisioneros encerrados miraban caminar a la mujer algunos con miedo y otros con desprecio.
- ¿¡Qué clase de persona encierra mujeres indefensas!? ¡Llegará el Día del Juicio, Cruzada! - exclamaba una mujer a la guerrera de mirada fiera que tomaba una enorme hacha en sus manos
- ¡Mi familia! ¡Mis hijos! ¡Todos muertos! - gritaba otro prisionero de edad madura, lleno de desesperación, pero la soldado los ignoraba y con arma en manos, se prestaba a salir al campo de batalla
A paso ligero se dirigió afuera, al patio en donde la guerra recrudecía, una zona costera que dejaba ver el sol poniéndose en el horizonte además de los barcos con insignias de los Cruzados sobre las aguas del Mar Mediterráneo.
Ella blandía el arma al mismo tiempo que con la misma hería y mataba a los soldados musulmanes que la rodeaban, la lluvia de rocas de fuego caía incesantemente proveniente de los barcos Cruzados y la mujer Caballero estaba en inferioridad numérica pero esta se movía con agilidad a fin de evitar los ataques y abatir a los enemigos, a pesar de ser 10 contra ella sola. Más y más enemigos aparecían corriendo desde los alrededores pero la de ojos púrpuras no se cansaba, con mucha habilidad manejaba el hacha con largo mango y conseguía vencerlos a uno por uno.
La mujer jadeaba trabajosamente una vez que los derrotó a todos pero no tuvo tiempo de relajarse ya que, pudo ver cómo un barco en llamas que juzgó enemigo, se estrellaba e incrustaba contra el muelle rocoso en donde ella estaba peleando. Contempló el panorama y sonrió levemente al darse cuenta que podía aprovechar los restos de la nave para llegar hasta otra parte del sitio que estaba a su izquierda y algo alta, a la que hasta recién no podía llegar.
Así que eso hizo, corrió de prisa y saltó sobre la cubierta de madera hasta llegar al otro lado, gracias a un salto y ayudándose con ambas manos, trepó el borde de la roca de la que estaba hecha la pared y el suelo de dicho sector al igual que el resto del patio del castillo. Rápidamente se dirigió a un corredor que la depositó en otra zona rodeada de entradas con la parte superior en forma puntiaguda, ella detuvo su marcha y observó aquellas, aparte de unas escaleras a la izquierda de donde estaba.
Pero de repente sintió una fuerte puntada en su espalda la cual le dolía mucho, la guerrera no lo había notado pero un enemigo que se había percatado de su llegada, estaba escondido detrás de una de las entradas del pasillo lateral del patio y cuando vio a la Cruzada, se acercó sigilosamente y le clavó una daga en la parte expuesta de su armadura. La soldado soltó su arma e intentó sin éxito quitarse el cuchillo mientras que quien la atacó se alejaba y la vista se le tornaba borrosa, las fuerzas la abandonaban y por tal motivo, cayó de rodillas al suelo al mismo tiempo que una humareda densa y negra se formaba frente a sí. De la misma, emergía una figura encapuchada de negro con una larga hoz en una mano, la capucha negra no permitía contemplar su rostro pero la Cruzada supo enseguida de quién se trataba...
- Rei, tu destino está decidido... la condenación eterna por tus pecados - le dijo la figura mientras le apuntaba con una mano que era solo huesos y todo alrededor se partía, se quebraba y algo parecido a un fuerte viento se arremolinaba en la zona
- ¡No es posible, el obispo nos lo prometió! - exclamó la mujer perpleja abriendo grande los ojos
- Vamos, ven hacia la eternidad... pronto te reunirás con todos aquellos a los que destruiste, con todas las almas que has condenado - contestó el ser impasible con su cavernosa voz, al mismo tiempo que el suelo y las paredes se rompían y sus pedazos desaparecían
- No permitiré que mis pecados condenen a mis seres queridos - respondió desafiante Rei tomando su arma del piso, volviendo a ponerse de pie y logrando quitarse la daga de la espalda luego de algo de esfuerzo - Encontraré mi redención - añadió
- Mortal... eres mía - dijo el encapuchado tomando su Hoz con ambas manos y poniéndose en guardia
Cuando Rei miró a su alrededor, todo el cielo estaba ennegrecido y del suelo en donde estaba parada solo quedaba un enorme trozo que flotaba en el vacío, en la nada hecha de nubes negras, alrededor también flotaban los grandes trozos de las paredes del patio al que había llegado antes y a lo lejos, podía vislumbrarse un punto luminoso al cual se acercaban paulatinamente.
El encapuchado, que no era nadie más ni nadie menos que la Muerte misma, pareció teletransportarse para aparecer detrás de la Cruzada, revoleando la enrome hoz.
Extrañamente ya no sentía el dolor en la espalda y sí, estaba perfectamente bien con fuerzas para pelear.
De hecho, la mujer fue rápida para reaccionar y evitó el ataque rodando con agilidad, la cual necesitaría mucho ya que el arma del encapuchado poseía un mango muy largo y por ende, la mantenía a una cierta distancia de él, sin poder acercarse.
Entonces, Rei estaba obligada a cubrirse con su lanza en forma de hacha y ser muy rápida para esquivar los tajos de aquella hoz y aprovechar cualquier pequeña brecha que la Muerte dejara, mientras preparara su siguiente ataque.
De esa forma, la mujer Caballero conseguía bloquear los ataques enemigos gracias al mango de su arma y cada vez que podía, contraatacaba con fiereza ante la menor oportunidad que se le presentara.
Así se desarrolló le pelea, con la Muerte teletransportándose buscando tomar desprevenida a la de ojos púrpuras pero ella siempre era ágil para escapar, aunque en un momento determinado, logró atraparla con su Hoz y levantarla con una sola mano como si de un muñequito se tratara.
- ¿¡Como osas resistirte, mortal!? - exclamó airado el encapuchado mientras Rei pataleaba y luchaba por liberarse, cosa que logró agarrando su arma y enterrando la hoja en la cabeza de aquel
La Muerte se retorcía de dolor y ella cayó de rodillas al suelo pero se puso rápidamente de pie a fin de aguardar el siguiente ataque. De hecho su adversario revoleaba la hoz y levantaba una humareda negra y densa que no permitía ver la trayectoria de la filosa guadaña.
La Caballero sintió cómo aquella pasó a escasos milímetros de su cuerpo mientras rodaba hacia atrás, ni bien el humo se disipó, retomó la misma estrategia que llevaba realizando.
- Te llevaré conmigo al inframundo - le decía la Muerte mientras se teletrasportaba y contraatacaba
Luego de un rato, el de negro volvió a lograr atrapar a Rei y mientras la sostenía con una mano igual que antes, le aseguraba que no podía ganar. Pero Rei, igualmente pudo enterrar el hacha en la cabeza de la Muerte y saltar hacia atrás para escapar de sus garras.
En esta ocasión, quien portaba la hoz se teletransportaba todo el tiempo buscando atacar a la Cruzada cuerpo a cuerpo, asestando puntadas con el filo de su arma. Pero la de ojos amatista conseguía cubrirse o esquivarlos.
- ¡Tu alma es mía! Nadie puede burlar a la Muerte - gritaba el huesudo encapuchado blandiendo la hoz
La mujer lo ignoró y continuó atacando fieramente aun recibiendo algunas heridas, pero lograba alcanzar el cuerpo del adversario en numerosas ocasiones hasta que logró hacer que aquel quedara aturdido y de rodillas en el suelo.
De un tajo con su hacha, Rei consiguió arrancarle la hoz a la Muerte y hacerse con el arma y sin perder tiempo, cargó contra el huesudo para atravesarlo con la hoja y de un ágil movimiento, lanzarle hacia atrás.
El de negro se levantó aturdido y ya desarmado, vio como la Cruzada corría hacia él lo que le hacía suplicarle que se detuviera, pero ella sin hacerle caso atacó con la hoz sin piedad hiriéndole en gran manera una y otra vez, hasta que consiguió enterrarle la hoja en medio del pecho y levantarlo en el aire. Luego de unos segundos, con otro movimiento lo arrojó contra el piso para a continuación correr hacia la Muerte y volver a clavarle la guadaña en la cabeza, en esa ocasión no la quitó sino que la empujó más hacia abajo con todas sus fuerzas a fin de partir en dos el cuerpo de la Muerte, hecho que concretó en medio de los alaridos agonizantes de aquella mientras las mitades desaparecían en medio de una humareda negra.
Un par de segundos después todo se iluminó con una brillante luz que la encandiló y cuando pudo volver a abrir los ojos, se encontró de nuevo en el mismo patio de antes y para su sorpresa, estaba curada de la herida en la espalda además de sentirse sana físicamente.
Florencia, Italia.
Rei de esa forma acabó de recordar cómo había vencido a la Muerte misma y contemplaba la hoz que antes fuera de aquella, su largo mango tenía forma de columna vertebral y la guadaña era retráctil, podía ponerse en forma de lanza u horizontal gracias a un engranaje en forma de calavera que poseía en el extremo superior.
Ya se había hecho de día y la Cruzada cabalgaba mientras en su espalda cargaba la hoz en la funda que antes usara para su espada.
- El obispo dijo que nuestra causa era santa... pero santo era lo contrario a lo que hacíamos tras 3 años de frío y abominable odio en el que esa guerra salvaje se levantaba, comencé a anhelar el calor de mi fiel Endymion para tener la oportunidad de redimirme, de empezar de nuevo - pensaba ella para sí misma mientras cabalgaba en dirección a su hogar, al cual llegó luego de un rato
Todo estaba en un absoluto silencio y la Caballero caminó hacia la puerta de entrada, al abrir esta el chirrido fue el único sonido que se oyó en el lugar.
Apenas miró al interior de la casa en la que vivía con su padre, Rei notó que algo no marchaba bien.
El sitio estaba destrozado y el cadáver de su padre tirado en el piso con un enorme crucifijo de oro clavado en un ojo, dicho objeto lucía una piedrita verde en el centro.
- No... ¡no! - exclamó la mujer angustiada acercándose al cuerpo e hincándose delante de este, para hacer la señal de la cruz a modo de pésame
Sin pérdida de tiempo, se dirigió a la parte trasera de la casa y salió por la puerta que la llevó de nuevo al exterior, luego de pasear sus ojos por unos segundos, con aquellos contemplo el horror... sobre un camino de tierra que salía de la entrada, se encontraba el cuerpo inerte de un joven con una espada clavada en el abdomen.
Rei caminó perpleja y shokeada en dirección al cadáver y llegando frente a él, dejó caer en el suelo la hoz y se arrodilló al mismo tiempo que comenzaba a llorar.
Mientras acariciaba con la punta de sus dedos la boca del muchacho muerto, pudo ver salir de esta una especie de humo blanco que pocos segundos después, tomó la forma del mismo joven que yacía sin vida.
- ¿Endymion? - preguntó la de ojos violetas con una mezcla de sorpresa y expectativa al observar a la figura humana frente a ella, la cual tenía aspecto etéreo
- Le dije que vendrías a por mí - respondió la aparición mirando con seriedad a la mujer
Aquella figura fantasmal se trataba del alma del muchacho que dejaba su cuerpo y se disponía a dirigirse hacia la eternidad, pero ni bien terminó de hablar, desde unos matorrales cercanos se acercó algo parecido a un humo negro en forma serpenteante, arrastrándose por el suelo como si fuera víbora.
La humareda se dirigió directo al alma de Endymion y se interpuso entre esta y Rei, rodeó el cuerpo y se materializó tomando forma de una silueta femenina que abrazó al muchacho desde atrás.
- ¡Endymion! - exclamó la Cruzada estirando en vano un brazo hacia quien fuera su prometido
- Debo ir con ella, mi amor... dí mi palabra - respondió el de cabello negro con angustia
Acto seguido, la sombra se alejó con suma rapidez de allí arrastrando consigo al alma de Endymion y un segundo más tarde, desaparecieron de la vista de Rei rumbo al bosque frente a la misma.
- ¡Endymion! - gritó angustiada la mujer sumamente shokeada, volviendo a tomar la hoz con sus manos
Al otro lado del bosque, se encontraba una pequeña colina sobre la que se erigía la iglesia del pueblo hacia la que ella pudo notar que se dirigieron las dos figuras fantasmales. Delante de donde estaba parada Rei y antes de llegar al bosque, se encontraba un pequeño cementerio y en sus tumbas, se produjeron pequeñas explosiones al mismo tiempo que el cielo se nublaba rápidamente y de la tierra emergían esqueletos mostruosos armados con espadas que la atacaron.
Pero la Caballero, haciendo uso de la hoz conseguía eliminarlos exitosamente a uno por uno, la lucha no era fácil ya que a medida que los iba derrotando, emergían otros monstruos panzones pero terriblemente flacos, casi esqueléticos que también la agredieron. Así que haciendo uso de su habilidad, la guerrera clavaba con la guadaña a algunos de ellos y los lanzaba contra otros además de atacar con certeros tajos, hasta que se deshizo de todos.
Con mirada fiera, Rei observó el camino en medio del bosque y por el mismo corrió sin pérdida de tiempo a fin de cruzarlo y llegar hasta la iglesia.
El cielo estaba abarrotado de nubes negras y los relámpagos lo inundaban, pero ella ignoró eso y de una patada abrió la puerta de entrada. El salón estaba vacío y nada había a excepción de tres enormes crucifijos de madera y un altar de pierda en el fondo, sobre el cual yacía el alma de Endymion sin ropa, forcejeando sin éxito para intentar liberarse.
Rei corrió rápidamente hacia él y al llegar frente al alma de su prometido, este la miró con desesperación en los ojos.
- ¿Por qué Rei? ¿Por qué has roto tu promesa? - preguntó angustiado él
- No lo entiendo... - fue lo que respondió la Cruzada al mismo tiempo que el cuerpo de su amado se despegaba de la piedra y empezaba a flotar en el aire, como siendo arrastrado hacia arriba por algo, hasta desaparecer
Ella llena de desconcierto, sacó de una de las fundas laterales de la parte baja de su armadura, la Cruz de oro que había sacado del ojo de su padre y la colocó sobre el altar.
- La bestia ha vuelto a mí, ayúdame antes de que el pulso y las venas se estremezcan - dijo Rei, como orando
Ni bien terminó de hablar, una fuerte punzada en medio de sus pechos hizo su aparición y el dibujo del centro del crucifijo de tela, pareció cobrar movimiento y los recuerdos correspondientes al mismo, vinieron a la mente de ella.
Endymion y Rei estaban de rodillas totalmente desnudos y abrazados sobre una cama en una habitación, él sostenía una Cruz de oro en una mano al mismo tiempo que ella hablaba en voz alta.
- Por todos los santos... quiero renunciar a todos los placeres de la carne hasta que regrese de esta insigne Cruzada.
- Me entregue a ti, porque sabía que permanecerías fiel a tu amor - respondía el de ojos azules, mientras le entregaba la Cruz a ella y comenzaban a besarse
Luego de esto, la vista cambió rápidamente a una enorme iglesia, delante de la entrada estaba de pie un hombre maduro con ropas que daban a entender que era una autoridad religiosa y a sus pies, una pequeña escalinata bajaba hasta llegar a un patio en donde se encontraba un numeroso grupo de soldados que marcharían rumbo a la Cruzada hacia Israel, entre los que estaba Rei atenta oyendo lo que el sacerdote católico vociferaba.
- ¡Mercenarios de Florencia! Como recompensa por portar la Cruz y recuperar la Tierra Santa, ¡Vuestro Inmaculado Padre por esto, os absuelve de todos vuestros pecados!.
El recuerdo terminaba y la tierra frente a sí, se abría enormemente derrumbando el altar y toda la pared delante de ella, la cual cayó a un enorme barranco del que emergía abundante humo y luz anaranjada que evidenciaba la presencia de fuego. De la fosa salió un grupo de criaturas horribles con alas de murciélago que cargaron contra Rei.
Ella se defendió con la hoz pero los monstruos alados eran muy veloces y no los podía herir, entonces observó que la pierda del crucifijo de oro que había alcanzado a tomar antes de que el altar se derrumbara, brillaba incesantemente. Sorprendida y con curiosidad dirigió la cara frontal del objeto hacia sus atacantes y numerosos rayos de luz en forma de Cruz salieron disparados e impactaron a algunos monstruos, pudiendo herirlos.
Dicha operación repitió hasta que los eliminó a todos, pero no tuvo tiempo de relajarse ya que el suelo se estaba derrumbando y más enemigos como los que habían aparecido en el cementerio, salían de debajo de aquel y cargaban contra ella. Con rudeza y furia, la Cruzada los atacaba sin piedad con hábiles y certeros movimientos mediante la hoz y los iba abatiendo al mismo tiempo que el suelo seguía derrumbándose y más criaturas aladas salían y le disparaban fuego por sus colas que parecían de escorpión, sin embargo la mujer las eliminó de igual forma que hiciera antes, con el crucifijo.
El derrumbe continuó y debajo de los restos del piso, solo se observaba el profundo precipicio lleno de humo y fuego pero afortunadamente para Rei, una de las cruces laterales que aún estaban en pie, se cayó y sirvió de puente entre donde ella se encontraba y la otra parte más alta de la iglesia. Sin pensarlo dos veces, la de cabello ébano corrió de prisa por el largo mástil vertical hasta cruzarlo, justo a tiempo antes de que aquella también se derrumbara y cayera al vacío.
La Caballero fue a dar a un pequeño compartimiento con algunas tablas de madera apoyadas sobre las paredes resquebrajadas, a su izquierda estaba un profundo hueco con unas largas escaleras que se apresuró en usar para bajar.
La pared y las escaleras se interrumpieron hasta llegar sobre una larga y oscura galería subterránea, con una hilera de sarcófagos en las paredes evidenciando que se trataba de catacumbas, que eran una especie de cementerio. Había unos dos metros de caída desde la terminación de la escalera hasta el piso de roca bajo ella, así que decidió soltarse y dejarse caer sobre aquel.
Frente a sus ojos pudo ver una curva hacia la derecha pero ni bien se enderezó del suelo, de los sarcófagos salían las mismas criaturas de antes, armadas con espadas.
- ¡No importa cuántos vengan contra mí, yo pasaré sobre todos ustedes! - exclamó la de pupilas amatista con valentía poniéndose en guardia
Apenas terminó de hablar, ella corrió hacia los enemigos que la atacaban y contraatacó con su guadaña en el ínterin que esquivaba los ataques con espadas aunque no sin poder evitar recibir algunos rasguños ya que estaban saliendo demasiados. Una vez que consiguió acabar con todos, corrió y tomó la curva a la derecha para continuar por otro pasillo recto que se interrumpió abruptamente.
El camino estaba derrumbado y ella ya no podía continuar por allí porque el otro lado estaba muy lejos y no había de dónde agarrarse para columpiarse, Rei miró que debajo había un cuarto circular con más sarcófagos. No lo pensó demasiado y decidió tomar la única opción que tenía que era la de saltar hacia aquella zona.
Giró la cabeza hacia su derecha para observar otro corredor largo y oscuro, mas no tuvo tiempo ni de avanzar un paso, que unos enormes restos de madera prendidos fuego cayeron y bloquearon el acceso a aquel.
Rei se sorprendió al notar que de las llamas salía una silueta trasparente hecha solo de fuego, entonces preparó su arma de nuevo y atacó a la figura que se acercaba pero, la guadaña solo la atravesaba sin hacerle ningún daño sin importar cuántas veces la atacara.
En cambio aquella aparición sí podía atacarla y herirla a ella, por lo que luego de recibir un corte, tuvo que esquivar sus demás ataques. Luego de un par de segundos se le ocurrió la idea de usar el crucifijo de la misma forma en que lo había hecho contra los monstruos alados, su presentimiento se cumplió, los rayos de luz consiguieron solidificar e inmovilizar a la criatura la cual era parecida a las de antes con espadas, entonces aprovechó ese instante para atacarla y eliminarla.
Mas no tuvo tiempo de relajarse porque del fuego salió otra igual a la que acababa de vencer, pero en esta ocasión Rei ya supo qué hacer y la derrotó sin problemas, lo mismo con las siguientes 4 criaturas que salieron.
Al mismo tiempo que combatía a los monstruos de fuego con la Cruz dorada, ella se valía de la hoz para romper los restos de madera y así abrirse paso. Acto seguido, la de cabello ébano avanzó velozmente por dicho pasillo aunque su paso se vio lentificado por nuevos monstruos con espadas que salieron del suelo de piedra, así que no tuvo otra opción más que acabar con ellos para poder seguir avanzando.
Al conseguirlo, continuó corriendo hasta que el corredor se interrumpió al llegar a una curva de noventa grados hacia la izquierda. La guerrera observó hacia dicha dirección y contempló un camino en forma de desfiladero que daba a otro enorme cuarto que le llamó la atención. Era también de forma redondeada y de piedra pero había tres detalles importantes, primero que estaba mucho más abajo que el anterior, segundo que a la derecha de este se encontraba un profundo barranco que evidenciaba fuego y humo en el fondo y tercero, frente a sus ojos había un enorme portón con extrañas inscripciones talladas, pero desde allí no podía distinguir bien qué era porque la escasa luz que daban las antorchas de los muros no lo permitían.
De modo que Rei corrió por el desfiladero hasta llegar a la finalización del mismo y notó que en el borde sobresalía una larga columna de roca por la que podía descender para poder llegar hasta abajo. Eso hizo hasta que consiguió alcanzar la enorme habitación, que al contemplarla mejor más bien se trataba de una gran caverna subterránea; entonces alerta y con su mano derecha sosteniendo la hoz en su espalda, caminó en dirección al gran portón.
Pero al llegar frente al mismo no tuvo tiempo de detenerse a contemplar qué tipo de grabados poseía ya que frente a sus ojos, apareció de repente una figura fantasmal de una alta mujer de largo pelo verdoso oscuro y piel morena que observó a la Caballero seriamente.
- Ten piedad de mí, seas lo que seas - dijo Rei acercándose a la figura femenina
- Un caballero llamó, le imploré que dispusiera de mí - respondió ella
- ¿Endymion? - indagó Rei abriendo grande los ojos
- Él me dijo "temo que ella se haya descarriado" y me pidió que te ayudara para que puedas llegar hasta él, me aclaró que era Endymion y que cuando por fin se reúna con el Señor, me alabaría ante Él - recordó la mujer
- Pero... quién eres ¿Sombra o humana viva? - preguntó inmediatamente
- Humana no soy, mas humana fui... viví bajo Augusto en tiempos de dioses falsos y embusteros - dijo la figura fantasmal
- ¿No eres Setsuna, gloria de los poetas? ¿La que escribió "El Tesoro de Roma"? - indagó sorprendida la mujer Caballero
- ¿Por qué buscas infortunios, Rei? No es el Señor quien te ha traído este destino.
- Solo busco a mi amado Endymion y nada más, pero ¿Cómo conseguiré abrir estos malditos portones? - preguntó desconcertada alzando su vista
- ¿Has perdido tu fe en Dios? Mujer... ¿Tanto se ha oscurecido la senda? - respondió la Poetisa
- Te lo suplico, ¡Dame fuerza! Yo lo liberaré de su destino sea cual sea el precio - aseguró decididamente la Cruzada, antes de que Setsuna desapareciera de su vista
Primeramente, Rei intentó sin éxito abrir el portón con sus manos, aquel no se movió ni un milímetro.
- Oh, Padre del Cielo... si un alma ha de salvarse, que sea la de Endymion - oró la de cabello ébano con los ojos cerrados
Acto seguido, sacó su hoz y clavó la guadaña en medio de ambas mitades de la puerta e hizo fuerza para hundirla y en esta ocasión, aquella se resquebrajó y se abrió sola.
Rei avanzó corriendo hasta llegar al borde de una especie de acantilado, ante sus pupilas amatistas se encontraba un oscuro y enorme barranco del que subía humo el cual era demasiado y no dejaba ver el fondo.
Varios destellos naranja de allí más los muchos cuerpos humanos cayendo entre gritos de desesperación le terminaron de confirmar qué puerta era la que acababa de cruzar.
- Las almas de los condenados... - murmuró Rei impresionada
A continuación, la muchacha se soltó el pelo y la larga cascada de cabello ébano cayó sobre sus espaldas, antes de abrir los brazos y arrojarse de cabeza sosteniendo firmemente la hoz con una mano.
Mientras Rei caía y se hundía cada vez más en la oscuridad mezclada con humo anaranjado, solo una cosa tenía en mente... salvar a su amado Endymion.
Muy buenas mis amigos, este era un proyecto que tenía en mente desde hace muuuucho tiempo pero que recién ahora llevo a la luz, la adaptación del videojuego Dante's Inferno y por ende, de la obra escrita por Dante Alighieri, La Divina Comedia. Espero que les guste este fic y que quede bien, solo tengo pensado abarcar la primera parte del libro, la del infierno. Así que prepárense a recorrer los 9 círculos junto con Rei :3
Les comento que Setsuna hace el papel del poeta Virgilio de la obra original, mientras que Endymion, de Beatriz y obviamente, Rei Hino hace de Dante. (Si, otra vez Darien es el damiselo al que hay que ir a rescatar XD)
Sin más me despido hasta la próxima no sin antes decirles que esperen otro nuevo capítulo de De Miel a Hiel, nos vemos!
