Disclaimer:

La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.

Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

[PROHIBIDA SU COPIA]


- ¡Una cita! - exclamo con los ojos abiertos como platos - ¿co...co...con una chica? - inquirió nerviosa.

- Eso espero - respondió entre risas.

Marinette frunció ligeramente el ceño - ¿Me estás diciendo que no sabes con quien vas a salir? - pregunto con el semblante serio.

- Si, si lo sé. - dijo con orgullo infantil - Bueno realmente nunca la he visto solo sé que se llama Marie y es hija de una amiga de la madre de Nino y se ha empeñado en que salga con ella, así que organizo esta cita.

- ¿Pe...pero por qué? - pregunto incrédula, aun no entendía el porqué Nino le organizaba una cita y aunque le pesara admitirlo sabía perfectamente que Adrien conocía a muchas chicas que estarían mas que encantadas de salir con él. Y en el último de los casos estaba ella, que aunque nunca la había invitado a una cita como tal siempre le podía pedir que lo acompañara.

- Desde hace dos meses más o menos Nino ha insistido en que salga con alguien y no ha desistido de concertarme citas con chicas que muchas de ellas ni siquiera conozco, ciertamente no sé si esto viene motivado por lo feliz que él se siente al estar con Alya o...- bajando levemente la mirada tomo un poco de aire antes de continuar - ...por una conversación que tuvimos.

Los ojos de Marinette se abrieron ligeramente con una mirada de sorpresa puesta sobre él. Aunque Adrien no le diera más detalles ella sabía de lo que trataba la conversación a la que se refería. Alya ya le había contado lo que su rubio amigo había hablado con Nino.

- Siempre he podido encontrar la manera para rechazar estas citas pero últimamente... - dado un suspiro para tratar de aminorar la presión que ahora sentía en su cabeza, levantó la mirada para ver directamente a los ojos de la azabache - ... me he cuestionado mi situación y al final he decidido hacer caso al consejo que Nino me dio y es por eso que he aceptado esta cita. - una pequeña sonrisa mas llena de tristeza y duda que de alegría apareció en sus labios.

Marinette estaba en silencio, simplemente no sabía cómo reaccionar ante las palabras de su amigo, ya que sabía perfectamente a lo que se refería. Discretamente subió su mano hasta su pecho para tratar de calmar el dolor que ahí sentía. Un cumulo de sentimientos la invadían en ese momento, se sentía frustrada quería que sus labios se abrieran y poder decir todo lo que sentía por ese joven que estaba junto a ella, sentía la desilusión de que no la considerara como una opción para ser su cita y tal vez empezar algo juntos, ¡demonios! ¿acaso no eran los mejores amigos?, sentía celos de una persona que ni siquiera conocía, sentía la decepción de no ser lo suficientemente buena para él.

- ¿Adrien? - con la tristeza enmascarada en su mirada y un brillo en los ojos por las lagrimas retenidas esbozo su mejor sonrisa - Que disfrutes de tu cita - y sin decir nada más bajo del coche.

- ¡Marinette! - se apresuro a decir - ¿te...te puedo llamar cuando regrese a casa? - inquirió nervioso.

- Hoy me siento cansada y creo que me iré temprano a la cama, hablamos mañana en el colegio.

- Bien, entiendo. Que descanses entonces y dale mis saludos a tus padres. - dijo con la mortificación de sentir que lo que estaba haciendo no era lo correcto, pero ¿qué otra cosa podía hacer? si ya se lo habían dejado claro.

Marinette se quedo inmóvil en la acera viendo como el coche giraba en la esquina, fue en ese momento en que la máscara que había lucido durante los últimos veinte minutos se resquebrajo y las primeras lagrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, no hizo nada por detenerlas esperaba que con ellas la presión que ahora oprimía su pecho desapareciera.

No supo cuanto tiempo estuvo ahí..., hasta que la voz de su madre atrajo su atención. Sabine la llamaba desde la puerta de la panadería. Sacando un pañuelo de su pequeño bolso empezó a secar las lagrimas que aun se mantenían en sus ojos, borrando así todo rastro de su dolor.

- Hija, ¿que hacías ahí? - preguntó acercándose para darle un beso.

- Me despedía de Adrien. - sin decir nada más pasaba al interior del negocio.

- ¿Te despedías de Adrien?, pero si he visto por el escaparate que su coche se fue hace ya unos diez minutos y tú seguías ahí sola.

- ¿Si?, no me di cuenta. - pretendía restarle importancia al comentario de su madre, lo que menos pretendía ahora era tener que dar explicaciones incómodas.

-¿Marinette?, ¿está todo bi...

- ¡Marinette!, cariño, ya has llegado - exclamo su padre interrumpiendo oportunamente a su madre. Este se estiró para dar un beso en la frente de su hija a la vez que sostenía unas bandejas vacías en sus manos.

- ¿Adrien no vino contigo?, les había guardado unos croissants.

Marinette se tensó ligeramente ante las palabras de su padre, hecho que no pasó desapercibido para su madre quien la miraba con detalle. Sabía que algo le pasaba a su hija, se le veía tensa con el semblante decaído y los ojos sutilmente rojos.

- No pudo venir, se le hacía tarde para un compromiso pero les envía saludos. - apuró sus palabras para tratar de zanjar la conversación e ir a refugiarse a su habitación.

- Oh, vaya. Es una pena hoy los croissants habían quedado muy ricos. Pienso que su padre no debería hacerlo trabajar hasta tan tarde, así no podrá rendir en el resto de actividades que nos has contado que tiene. - dijo el señor Dupain dejando las bandejas en la trastienda.

- Su compromiso no era de trabajo...tenía una cita. - se notaba cierta aflicción en la voz de la azabache.

- Vaya, así que es eso. - murmuró para sí Sabine.

- Ja, ja, ja, vaya con el muchacho. Cualquier día aparece por aquí con novia y todo. - una sonrisa inocente se veía en el rostro de Tom sin imaginar lo que sus palabras afectaban a su hija.

- Yo...yo me voy a acostar, estoy cansada. - dijo sin más, acelerando su paso hacia la puerta que daba a las escaleras de la vivienda, no quería que sus padres vieran como sus ojos contenían de nuevo las lágrimas.

- ¡Marinette! ¿y la cena? - alcanzó a preguntar Sabine antes de que saliera.

- N...No ten...go ha...ham...bre - balbuceó antes de cerrar la puerta a sus espaldas y escapar a la carrera por las escaleras.

Sabine después de ver cerrar la puerta se giró hacia su marido con cara de enfado y un reproche en la mirada.

- ¿Qué? - Tom levantando los hombros preguntó confundido.

Marinette ya había cambiado su ropa de calle por un cómodo pijama de algodón y ahora estaba sentada con las piernas recogidas contra su pecho frente a la pared donde solía colgar las fotos de Adrien, desde hacía unos meses ese mural tan especial para ella había cambiado sustancialmente, ya solo quedaban un par de los recortes de revistas que solían tapizar ese rincón, poco a poco se había encargado de enlucirlo añadiendo las fotos de ella con sus amigos, en cada salida con ellos siempre se encargaban de sacar al menos un par de fotos. Su preferida siempre había sido aquella que se tomaron en aquel acogedor café el día en que empezó todo, Adrien había insistido en que se tomaran un selfie de recuerdo así que acercó su cara a la de ella y pasó su brazo por sus hombros antes de enfocarlos con su teléfono y presionar el botón. Como no tenerle aprecio a esa pequeña imagen si la primera vez que él la invito a su casa vio que tenía la foto enmarcada en un sencillo pero bonito marco plateado y colocado en su mesa junto al monitor donde se veía la imagen de su madre.

-Toc, Toc. - unos suaves golpes en su puerta la distrajeron de sus pensamiento, antes de que pudiera decir algo su madre ya había entrado sosteniendo una humeante taza de chocolate y un plato con galletas de vainilla. Ella volvió su vista de nuevo a las fotos mientras que su madre dejaba la bandeja sobre la mesa y tomaba asiento en la silla al lado de ella.

- Hola - dijo Sabine sonriendo a su hija.

- Hola - respondió desganada con la cabeza apoyada en sus rodillas.

- ¿Todo bien? - preguntó apaciblemente.

Marinette solo levanto los hombros en señal de apatía ante la pregunta.

- ¿Ha pasado algo hoy que quieras compartir conmigo?

La azabache solo negó con la cabeza.

- ¿Tú y Adrien han discutido? - Sabine hacía uso de toda su paciencia para tratar de empezar una conversación con su hija en lugar de verla sumida en esa tristeza.

Ella volvió a negar con la cabeza.

- ¿Es por la cita de Adrien? - preguntó sin más rodeos.

Los ojos de Marinette mostraron su sorpresa al abrirse de más y manteniendo su mutismo afirmó con la cabeza.

- Bien, ¿quieres que lo hablemos? - Sabine acercó su silla junto a su hija - Te sentirás mejor si lo compartes con alguien.

- Es complicado de explicar. - dijo por fin la azabache sin cambiar su posición.

- Trata de hacerlo, haré todo lo posible por entenderte. - sonriendo apoyo su mano en el hombro de su hija. Ella tenía ya la certeza de lo que le pasaba a la adolescente.

Dando un suspiro Marinette se dispuso a hablar. - Yo... no sé explicar cómo me siento en estos momentos, es un cúmulo de sensaciones que giran en mi cabeza y no me dejan aclarar mis ideas. Ya no sé lo que está bien y lo que no...no sé lo que tengo que hacer. - término la frase en un murmullo.

- ¿No te ha gustado que fuera a esa cita? - inquirió Sabine

- No, no me gusto y eso está mal, se supone que soy su amiga, debería alegrarme por él y apoyarlo...pero no puedo. - la azabache bajo su vista al suelo a la vez que un suspiro salía por sus labios.

- ¿Y por qué no puedes? - preguntaba con toda tranquilad, manteniendo el avance con su hija.

- Por...por... - las palabras temblaban en su boca antes de ocultar la cara entre sus brazos.

Sabine soltó un suspiro - Veo que al final has traspasado la línea de la amistad con Adrien.

- ¿Eh?, ¿que quieres decir? - preguntó con curiosidad, irguiéndose en su silla.

- Dime, ¿Que sientes por Adrien? - volvió a preguntar.

Lentamente giró su silla hasta quedar frente a su madre, se le notaba su intranquilidad ya que no dejaba de frotar sus manos entre sí. - Me gusta...mucho.

- Bueno, sí. Es un chico muy atractivo, pero eso no responde a mi pregunta, ¿que sientes por él?- si Marinette hubiera levantado la vista habría podido ver la sonrisa con picardía que en ese momento tenía su madre.

Tomando aire apretó sus puños. - Adoró estar con él, cuando lo veo sonreír una cálida sensación de tranquilidad me invade, si lo veo triste siento deseos de llorar y de protegerlo, cuando me habla el mundo se detiene, si me toca siento que el corazón se me sale del pecho, el simple hecho de estar en la misma habitación que él me llena de felicidad...- aflojando la presión de sus manos levantó su rostro por el que empezaban a resbalar las lágrimas - ...lo amo mamá.

Sabine se enterneció con la confesión de su hija, desde hacía tiempo ella ya se había percatado de que a su hija le gustaba el joven modelo pero no se imaginaba los sentimientos tan profundos que tenía hacia él. Con delicadeza le seco las lágrimas antes de abrazarla.

Madre e hija lentamente rompieron el abrazo, Marinette se pasó el dorso de la mano por los ojos para retirar las últimas lágrimas y esbozó una tímida sonrisa. - Te debo de parecer una tonta por mi comportamiento.

Sabine le devolvió la sonrisa y tomó sus manos entre las suyas. - Claro que no cariño, me parecen muy hermosos tus sentimientos hacia Adrien y te agradezco que los hayas compartido conmigo. - después de unos segundo en los que las dos permanecieron en silencio, Sabine continuo hablando. - ¿Y has pensado en hablar con él sobre esto?.

Marinette giró la cabeza para poder ver de nuevo la foto de ellos. - Si, lo pienso todos los días desde que me enamore de él. Pero no es sencillo. - Sabine separó los labios para hablar pero Marinette la interrumpió sin separar la mirada de la imagen. - En un principio yo era un manojo de nervios en su presencia, era incapaz de hilar una frase con sentido y mucho menos pensar en confesarle mis sentimientos. Todos los días Alya me animaba a que diera el paso y trataba de provocar encuentros entre nosotros pero yo siempre lo echaba a perder. Después llegó ese cambio en nuestra relación, desde que Alya y Nino empezaron a salir nuestra amistad pasó de casi nada a todo, nos hemos vuelto inseparables. - una sutil sonrisa se dibujó en sus labios ante las últimas palabras.

- Ja, ja, eso es verdad, Adrien pasa tanto tiempo en casa que tu padre y yo habíamos pensando en adoptarlo. - Sabine trataba de romper un poco la tristeza de su hija bromeando con ella.

- ¡MAMÁ! - exclamo mirando a su madre con el ceño fruncido.

- Lo siento cariño, era solo una broma. - haciendo una pausa Sabine recompuso su postura - Pues yo no veo el problema, como tú has dicho ustedes tiene una bonita y fuerte amistad y a Adrien se le nota que te quiere mucho, siempre que lo veo está atento a ti.

- Se que me tiene en estima y si, es muy cariñoso y amable conmigo pero solo hasta ahí. Para él nunca seré algo más que una amiga. - comentó decaída.

- ¿Como puedes estar tan segura?, decir nunca es ser muy pesimista por tú parte y más cuando nunca han hablado de sus sentimientos entre ustedes. - Sabine se esforzaba por ser ese punto de razón en medio de los temores de su hija.

Marinette negó con la cabeza. - Se que es así pero al parecer él ya está interesado en alguien más. - Sabine enarco las cejas ante la sorpresa.

- Hace un par de meses estaban Nino y Adrien conversando. Nino le insistía en que debería pensar en salir con alguien, ya sabes, algo más en serio que ser solo amigos. Adrien le respondió que aunque quisiera hacerlo no podría porque había una chica cercana a su entorno de la cual...- Marinette dio un pequeño suspiro -... se había enamorado perdidamente, - las lágrimas empezaban a asomar una vez más en sus azules ojos - pero al parecer a esta chica le gusta alguien más, así que ha decidido no confesarle sus sentimientos por miedo a alejarla de él y esperar a poder tener una oportunidad con ella.

- Ya veo, entonces ¿su cita era con esa chica? - Sabine tomó las manos de su hija y empezó a acariciarlas tratando de reconfortarla.

- No, esa chica es amiga de la familia de Nino, al final ha convencido a Adrien de pasar página y darse una oportunidad con otra chica. - en estos momentos estas palabras se le clavaban como hojas afiladas.

Marinette dejó caer los hombros en señal de cansancio, toda la tensión que había ido acumulando desde que se despidió de Adrien poco a poco se iba disipando según transcurría la conversación con su madre, era agradable poder abrir sus sentimientos con ella a parte de con Alya, pero ese nudo que tenía arraigado en el pecho, ese no se iba, estaba ahí recordándole que Adrien estaba ahora con otra chica y lo peor era su imaginación que una vez más la traicionaba mostrándole escenas de Adrien besando a una chica a la cual no podía ponerle cara. Al final podía ser cualquiera, Adrien había decidido hacer caso a los consejos de Nino y haciendo a un lado sus sentimientos se ha lanzado a la labor de tener una cita con cualquier chica menos con ella. Ante ese último pensamiento Marinette rompió a llorar.

Sabine estiro su brazo y tomó de la mesa la aún humeante taza de chocolate y acariciándole el cabello a su hija le puso la taza frente a ella. - Marinette, cariño no llores que no resuelves nada poniéndote así, anda toma y bebe un poco de chocolate ya verás cómo te sientes mejor. Ya sabes que con pan las penas son menos pero con chocolate y galletas ni siquiera las notas. - bromeaba con sus palabras que al parecer habían surtido el efecto deseado al escuchar pequeñas risas entre los sollozos.

La adolescente levantó la cabeza una vez que hubo controlado su llanto, tomó la taza entre sus manos y sorbió un poco de la cálida bebida, le encantaba el chocolate, dando otro sorbo notaba como discurría por su garganta dejando un agradable sabor a cacao con una pizca de vainilla.

- ¿Te sientes mejor? - preguntó su madre aun acariciándole el pelo.

- Si, gracias lo necesitaba. Me siento mejor pero aún duele, ¿sabes?. Es duro saber que la persona que amas tenga una cita con otra chica y que tal vez ella sea la que acabe ocupando su corazón y que a mí ni siquiera me considere como una opción. - dijo mirando fijamente como subía el humo de su taza de chocolate.

- Me parece que te equivocas. - Marinette miro con curiosidad a su madre - Tal vez Adrien haya decidido rendirse con la chica que le gusta y hacerle caso a Nino para conocer a alguien más, pero de lo que estoy segura es que tú no eres indiferente para él. Se ve que él te quiere y que disfruta de tu compañía, si no como explicas todo el tiempo que pasan juntos. - Marinette asintió con la cabeza sin perder la atención en su madre - ¿No has pensado que al igual que con esa chica él se sienta intimidado por su amistad contigo?, a fin de cuentas Adrien no sabe cuáles son tus sentimientos hacia él. - Sabine se puso de pie y poniendo su mano en la mejilla de su hija le levanta la cara hasta poder verla a los ojos. - Te puedo asegurar que si Adrien no ha intentado dar un paso más en su relación es por el miedo a perder lo que ahora tiene contigo.

- ¿Tú...Tú crees que esa es la razón? - preguntó dubitativa.

- Sí, estoy más que convencida - dijo con una afable sonrisa. - Date tú también una oportunidad, habla con él y dile tus sentimientos. Y no te preocupes, por que sea cual sea su respuesta estoy segura que no afectará su amistad.

Beep, Beep - el teléfono de Marinette sonó anunciando que acababa de entrar un mensaje.

Sabine se giró hacia la mesa donde estaba el teléfono y pudo ver la pantalla de este., dibujándose al instante una pícara sonrisa en sus labios. Dándole una última caricia a su hija se giró y fue hacia la puerta.

- Acuéstate que mañana tienes clases y no querrás llegar tarde. - Marinette solo asintió con la cabeza. - que descanses..."princesa" - enfatizó a la vez que le guiñaba un ojo.

Marinette veía extrañada como su madre salía de su habitación, le había sorprendido la manera en que la había llamado ya que la única persona que le llamaba así era... Los ojos se le desorbitaron al darse cuenta del significado de las palabras de su madre. Rápidamente se estiró hacia el escritorio para dejar la taza de chocolate y tomar su teléfono.

- Adrien: Buenas noches y dulces sueños, princesa.

Marinette apretó el teléfono contra su pecho y con una infantil sonrisa de enamorada se fue a la cama.