Este fic pertenece al evento #MeriiKuriSAOmasu20, organizado por SAO Fickers.
Los temas elegidos son:
*Navidad en la Cárcel
*Extraño momento para Celebrar
*Gracias por arruinar la fiesta
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Cortos de Navidad.
02-Incorregible
—¡Pásame un poco de esa bebida!
—¿Estás seguro? Su fecha de caducidad expiró hace rato.
—¿Qué mal puede hacer? ¡Es navidad! Debemos brindar de alguna forma, además ese preso de ahí no escapará si nos ponemos un poco ebrios.
Ambos observaron al único recluso que estaba sentado en una esquina de la oscura celda. Su atuendo se camuflaba con las sombras que lo rodeaban, de tal forma que su presencia pasaba inadvertida. No hacía ningún sonido como si de pronto se hubiera quedado dormido, o como si hubiera dejado de respirar.
Habían servido la bebida en dos vasos de metal, de dudosa procedencia, cuando una comitiva conocida se abrió paso irrumpiendo en aquel pabellón, con precisión militar se alinearon frente a los dos magistrados que boquiabiertos observaban la escena. Se trataban de Integrity Knights, seis en total. Sus armaduras brillaban bajo las luces parpadeantes del lugar poniendo en evidencia su lujoso estatus. Lo alarmante de la escena era que, no eran simples IK, esa guardia en particular pertenecía a la misma realeza.
Inmediatamente la comitiva se desplegó, y del medio surgió una estilizada figura vestida de blanco Desde la capucha inmaculada que cubría su cabeza, hasta el pesado ruedo que ocultaba sus pies, era legible el aire de majestuosidad y superioridad que la envolvía. Sorpresivamente, la atmósfera allí dentro había cambiado por completo.
Cuando delgadas manos se alzaron para descubrirse la cabeza, ya no quedaron dudas de quién era. El precioso rostro de la reina de Underworld apareció en primera plana, haciendo que los dos atónitos funcionarios se arrojaran sobre sus rodillas.
—¡Majestad!
—¡Mi señora!
Las voces se reprodujeron por dos en acento sorpresivo y confuso. Ambos se veían entre sí con aparente desconcierto. ¿A qué se debía que la reina, aquella a quien se consideraba cercana a la propia diosa Stacia, irrumpiera en ese sitio plagado de ratas y mugre? ¿Un sitio que por supuesto no era acorde para alguien con el divino estatus que ella poseía? ¿Y sobre todo cuándo estaban a pocos minutos de la medianoche aquel 24 de diciembre?
—Espero no les incomode que esté aquí — sonrió con esa dulzura que le caracterizaba, iba a dar un paso hacia el frente, cuando el primero de los IK, el cual se encontraba a su derecha, se le puso a la par, protegiéndola con su cuerpo. La mujer de cabellos púrpura era bien conocida por su ferocidad a la hora de proteger a su monarca. Pero la altiva reina puso una mano en su hombro, censurando su movimiento. Se acercó hasta donde los hombres la veían con fascinación —Quisiera conversar con ustedes de ser posible.
—C-Claro, majestad.
—Me enteré que detuvieron a algunas personas durante el festival de Navidad de esta tarde.
—S-sí, así es. E-eran alborotadores, rateros comunes que andaban molestando a los aldeanos… —respondió el que parecía más dispuesto a hablar. Su compañero seguía viendo a la reina en muda admiración.
Tras sus palabras, varios sonidos de inconformidad se alzaron entre la guardia que seguía replegada tras la espalda de la mujer. Pero esta no se inmutó, ni los miró, mantenía el gesto sin vacilar —¿Y dónde se encuentran ahora?
—H-hubo una turba en el medio, majestad. Habíamos aprendido un buen número de ellos, pero… escaparon fácilmente dentro de aquel tumulto… Sin embargo, logramos atrapar a quien empezó toda esa agitación y le hemos traído aquí. Confiamos que pasará una larga jornada en esa celda o en el cepo.
Esta vez el sonido de inconformidad se convirtió en un jadeo de indignación, el cual se paseó por cada uno de los participantes de la guardia. Las delicadas cejas de la reina se movieron un poco, pero su gesto apacible no varió en ningún momento. Alzó la vista, descubriendo la celda tras los magistrados, divisando la silueta que, dentro de aquella oscuridad, seguía inmóvil y ajena a su llegada y a todo lo que había ocurrido.
—¿Le han hecho una audiencia pertinente?
—N-No…
—¿Por qué no? Es lo que dicta la ley, todo malhechor tiene derecho a probar su inocencia. Más aún, en un día festivo como hoy, si era un hecho menor debieron soltarle. Es Noche Buena.
—¡Majestad lo aprendimos cometiendo actos de vandalismo en su contra! ¡Es un agitador! ¡Provocó a que los aldeanos ayudaran a ese grupo de rateros a escapar!
La ola de jadeos e indignación abarcó otro nivel, podía sentirse el aura de cólera que iba gestándose entre la guardia que acompañaba a la joven reina.
—Esa es una acusación muy seria.
—¡Lo es, majestad!
—¿Pueden traerlo hasta aquí? Me gustaría hablar con él.
—¿Eh? —el magistrado que no había intervenido en la conversación hasta el momento, pareció salir de su burbuja de mutismo, mostrándose atónito —No creo que sea conveniente, mi señora… Es peligroso.
—Puedo cuidarme muy bien por mí misma, oficial —este dudó, sin duda aquel era un término nuevo, o que no era muy usado en esa época —Y si intenta hacerme daño, lo cual dudo, mi guardia personal se hará cargo de él.
—Aun así, majestad, insisto. Usted no debería entrevistarse con una rata como esa, nosotros nos haremos cargo de darle un…
—¡No escuchaste las palabras de tu reina, insubordinado? —la voz de trueno de la mujer de cabello púrpura, escolta principal de la joven, interrumpió sus palabras, logrando que ambos hombrecitos contuvieran el aliento y se pusieran de pie en un santiamén. Y mientras uno abría las pesadas puertas del calabazo con manos temblorosas, el otro sacaba al reo a empujones.
Así lo llevaron hasta donde la reina aguardaba sin dejar de sonreír. Como supuso, el preso usaba ropas de aldeano; una capa oscura cuya capucha caída ocultaba su faz. Asuna iba a pedirle que se descubriera el rostro, pero notó con sorpresa que tenía las manos esposadas.
—Quítenle eso, por favor. Quiero saber quien fue el agitador que provocó que el festival de Navidad terminara antes de lo previsto.
Sin hacerse esperar, le tironearon la capucha hacia atrás con tanta rudeza que, solo allí el recluso emitió un gruñido. Pronto la atractiva fisonomía de un joven en sus mediados veinte hizo aparición, provocando el respectivo respingo por parte de quienes lo habían aprendido, seguido del suspiro de alivio del resto de la comitiva, incluida la sonrisa ahora húmeda de la reina.
—¡Majestad!
—¡Mi señor!
Los magistrados volvieron a arrojarse sobre sus rodillas, sin dejar de temblar. Pegaron sus frentes al suelo en señal de humillación, mientras sus excusas se reproducían a tal velocidad que no lograba entenderse qué decían.
—¡Majestad no sabíamos que era usted!
—¡Nunca lo mencionó!
—¡Creíamos que se trataba de un agitador! ¡Alguien que planeaba una revuelta en contra del gobierno!
—¡Lo confundimos con un malhechor! ¡No fue nuestra intención…!
—¡Perdón!
—¡Piedad!
—¡Misericordia, señor!
El rey se ubicó junto a su reina mientras veía a los dos hombres con el ceño fruncido —Vi la forma en la que trataron a esas personas, el abuso que ejercen haciendo uso de un poder que no les pertenece, ignorando las leyes del Índice de Tabúes. Se aprovecharon de la autoridad que la iglesia les confirió ¡Lo vi con mis propios ojos!
—Mi señor… —la reina le tocó al hombro al notar que estaba exaltándose —Es época festiva…
Él se giró en su dirección. Tuvo ganas de acariciarle la mejilla, pero recordó que tenía las manos esposadas. Además, los costados le dolían de la golpiza que le habían dado cuando intentó escapar. Decidió no mencionarlo para no preocupar a Asuna más de lo que estaba, pero esa era sin duda la razón por la que ambos magistrados lloriqueaban desesperados en el suelo.
—Llévenlos a la catedral.
Asuna arqueó una ceja ante su extraña orden, pero no mencionó palabras.
El IK 07 Deusolbert, cuya armadura roja brillaba como la sangre bajo aquellos faroles, rompió la formación y se acercó a ambos. Se plantó ante el joven monarca y le dio una palmada demasiado amistosa en el hombro, que provocó que se tambaleara.
—Nos preocupamos por ti chico, ¿esta es tu forma de celebrar la Navidad?
—No había otro modo de recolectar las pruebas, sospechábamos que estos dos hacían un abuso indiscriminado de su poder… Bien, ahora podemos aseverarlo con total libertad.
—¿Merecen un juicio justo? —el IK 16 de cabello azul grisáceo y sonrisa socarrona se aproximó también tras hacerle una ligera caravana.
—Entokia —le nombró el rey sabiendo a dónde iba —No lo merecen, pero gracias a la benevolencia de la reina, lo tendrán.
Esta esbozó una sonrisa ante sus palabras. Y mientras el imponente IK 07 esposaba a los hombrecillos con ayuda de Renri IK 27, el resto de la guardia se acercó a ellos.
—¿Te encuentras bien Kirito-sempai?
El joven se alejó de las manos de su escolta, no necesita de ella precisamente que se cerciorara que estaba bien. Pero la reina permanecía silenciosa a su lado, y eso era algo a lo que realmente temía. Los silencios desmedidos de Asuna eran celebres por poner a temblar a todo el mundo.
—Has arruinado la fiesta de Navidad ¿sabías? —la voz mandona de Fanatio interrumpió lo que Ronye persistía en hacer —Tuvimos que salir corriendo para venir a buscarte, tenías a toda la catedral en vilo por ti. ¿Qué acaso no podías esperar al menos dos días antes de hacerte el héroe?
—Realmente no —miró de soslayo a su reina, pero esta seguía impertérrita oyendo lo que los demás decían —¿En serio se arruinó el banquete?
—Por completo —se unió Tieze riendo ligeramente, alivianando un poco el ambiente de los nubarrones de tormenta que estaban gestándose contra él —Bueno no, la mayoría de los comensales creo que no notó que no estabas, sempai. Asuna-san estaba haciendo un excelente trabajo hasta que Nergius-san vino con las nuevas de que posiblemente te encontrabas aquí.
—¿Y dónde está él? —el rey giró sobre sus talones buscando a su introvertido Integrity Knight.
—Alguien debía quedarse allí, Kirito-kun —la voz de Asuna le encrespó los cabellos de la nuca —La celebración de Navidad debía continuar pese a la ausencia de sus monarcas, no podíamos cancelarlo.
—Muchas personas trabajaron para lograr que esta noche fuera perfecta. La célebre cena de Navidad que la reina ofrece todos los años para los habitantes de la catedral es un evento esperado y planeado minuciosamente por si no lo sabías, Kirito —Fanatio no se preocupaba en ocultar su creciente malhumor.
El nombrado tragó lentamente, si ella estaba así de furiosa, no quería imaginar el genio de la hermosa pelirroja que continuaba sin acotar palabras.
Los recientes presos pasaron junto al grupo, al momento en que eran transportados hasta la catedral, sus gritos de disculpas y piedad, de momento fue lo único que se oyó en el ambiente. Posiblemente sí se había pasado de rosca… no era lógico que el propio rey se expusiera como carnada para probar que existía el prevaricato en subordinados de menor rango; aquellos que estaban al servicio del pueblo.
—Fanatio-san ve con ellos, aun puedes alcanzar el brindis de medianoche y recibir la navidad con Berchie-chan —la voz de la reina sonó dulce y maternal al sugerir esa orden —También tú, Tieze-san, Ronye-san.
La líder de los caballeros se veía dudosa, pero claramente esperanzada ante la idea de volver a ver a su hijo antes de los fuegos artificiales —¿Pero y tú?
—Aun nos quedan cosas que hacer aquí.
—¡No pueden quedarse ustedes solos! —exclamó tras considerarlo minuciosamente.
—¡Yo me quedaré! —se ofreció Ronye sonriendo —No tengo apuro en volv…
—Yo me quedaré Fanatio, regresa con el grupo. Llenaremos las formas pertinentes y los alcanzaremos —Entokia interrumpió el parloteo de la escolta más joven como si no la hubiera oído.
—Pero… sempai.
—Ve con ellos, Ronye. Gracias por la ayuda —Kirito decidió intervenir al notar que los minutos pasaban —Gracias a todos por venir a rescatarme y lamento los problemas ocasionados, lamento haber arruinado la cena de Navidad —se inclinó todo lo que pudo, mientras sentía que algunos le golpeaban el hombro y otros le despeinaban el cabello.
El rápido sonido de pasos y algunas quejas por parte de su Kouhai, al ser jalada por Tieze, duró algunos segundos hasta que el silencio volvió a instalarse en el ambiente. Se giró hacia la reina temiendo su reacción final, pero ella observaba con curiosidad la celda en la que había pasado la tarde entera, se aclaró la garganta captando su atención.
Los ojos de miel lo contemplaron por un minuto entero, hasta que rompió el contacto.
—Entokia-san ¿puedes dejarnos a solas?
Kirito pareció sorprendido ante ese pedido sin ton ni son, al igual que el joven caballero que parpadeó extrañado con algunas hojas de cáñamo entre las manos. Se enderezó y les miró, dubitativo.
—Pero Asuna-san…
—No es lógico que te pierdas la celebración por culpa de Kirito-kun —manifestó con voz firme y clara, poniendo en evidencia a la altiva reina que habitaba dentro de ella —Han trabajado muy duro este año, merecen el descanso de estos días festivos. Ve a la catedral, es una orden.
Kirito sintió aquel escalofrío tentador ante la voz directa de Asuna. Oírla en su papel de gobernante siempre le provocaba un cosquilleo agradable de orgullo y anticipación.
—¿Estarán bien?
—No cuestiones a tu reina y vete —gruñó Kirito sin apartar los ojos de los de su mujer que pestañeaban lenta e insinuantes en su dirección.
Ante eso, el joven IK alzó las manos en rendición y se inclinó en una adusta reverencia —Feliz navidad.
—Feliz Navidad, recuerda que la primera junta será el 26 a primera hora —Kirito añadió notando que Asuna estaba silenciosa otra vez.
El muchacho solo asintió otra vez, y salió. Las luces se reflejaron en el acero de su armadura mientras se alejaba.
Ahora es el momento de la tempestad. Pensó mientras las pisadas del caballero se perdían en la distancia y la quietud que los rodeaba se hacía presente una vez más. Miró sus manos y se maldijo el no haberle pedido a Deusolbert que le quitara las esposas… ¿en verdad ninguno de sus caballeros se había dado cuenta que las llevaba puestas? Posiblemente lo habían ignorado adrede; Fanatio estaba furiosa y lo comprendía: trabajaba duramente todos los días, aquel era su momento especial con su hijo, y él casi se lo había arrebatado de las manos.
Su mujer debía estar igual de furiosa. Había actuado sin consultarle, no previendo que acabaría encarcelado en medio de un festejo que era tradición para los habitantes de la Catedral de Centoria.
—Asuna… lo siento. Lo arruiné, no creí que…
—¿Cuál fue el acto de vandalismo que cometiste? —le interrumpió mirándole por encima de su hombro.
—¿Huh…?
—Ellos dijeron que te pillaron in fraganti cometiendo una fechoría —señaló con su cabeza hacia donde había desaparecido el grupo —¿Qué hiciste?
—Ah…—rió algunos segundos —Le pinté bigotes a mi propia estatua.
—¿Bigotes? Ja, ja —soltó una carcajada y se cubrió la cara —Eso es muy propio de ti, ¿eh? —se acercó hacia donde él estaba y le sujetó del cuello de la capa que todavía tenía puesta —¿Tienes idea de lo preocupada que estaba por ti?
—Lo lamento, Asuna. Se salió de mis manos.
—¿Se salió de tus manos? —lo tironeó tanto que sus labios rozaban los de ella —Has sido un chico muy malo, Kirito-kun, ¿debería castigarte?
Eso encendió una flama de anhelo en la cabeza del joven rey. Sonrió sugestivo e intentó tocar las manos de Asuna, aunque le resultó imposible por las esposas que le sujetaban las muñecas.
—Te dejaría encarcelado hasta mañana, para que aprendas la lección.
—¿Y tú estarías conmigo?
Ella gruñó y lo empujó hacia atrás, tan violento que casi trastabilló. Los barrotes de la celda le impidieron que cayera sobre su trasero en una escena vergonzosa. Cuando iba a recriminarle su poco tacto, Asuna volvió a lanzarlo, esta vez, haciendo que entrara a la prisión que antes ocupaba, con el mismo gesto violento, lo sentó en la banca de madera.
—Oye, con cuidado.
Se acercó y le colocó una mano en la rodilla, sonriendo seductora —Podríamos jugar a la reina y al bandido… Su majestad le daría un castigo muy atroz al malhechor que infringió la ley…
—¿Esta esa sería tu forma de castigarme? —la provocó recobrando el aliento y acercándose.
La joven rió, y quitó sus manos —Podría, pero es Navidad. Y aunque saliéramos ahora mismo, no llegaríamos al brindis de medianoche.
Eso hizo que sus hombros bajaban. Lo había arruinado realmente eh.
—Lo siento.
—Sí, ya lo dijiste. Supongo que Kirito-kun siempre será Kirito-kun, en el mundo que sea —deshaciendo su papel de reina vengativa se inclinó ante él y le tomó el rostro entre las manos, acercó sus labios y le besó la frente —Me alegra que estés bien.
Él suspiró de alivio, otra vez alzó las manos para abrazarla encontrando que era imposible. Gruñó —Por amor de Stacia, quítame esto.
Ella iba a responder cuando se escuchó a lo lejos una suerte de detonación y luego, varios sonidos fulgurantes en el cielo, por las ventanas altas se veía los relámpagos de luces que de modo intermitente iluminaban la estancia, en un juego de luces y sombras.
—Nos hemos perdido los juegos artificiales —sentenció con un suspiro y le dio la espalda, alejándose.
—Mandaré que en Año nuevo preparen mayor cantidad —respondió siguiéndola con la vista. Había alcanzado esos vasos de metal con los que pretendían brindar los tipejos de antes, y volvió a la celda con ellos en las manos.
—No creo que esa sea buena idea, escuché que ya habían caducado…
Asuna acercó el borde de la improvisada copa hasta su nariz, la cual se arrugó un poco, pero no omitió comentario. Le ofreció la restante, pero al ver que no podía sujetarla, la arrojó fuera de la celda.
—Asu… Asuna ¿Qué haces? —Kirito notó con pavor como bebía un largo trago de aquella bebida, luego se sentaba sobre sus rodillas y sin apuro acercaba los labios a los suyos.
Un beso con sabor a licor.
Tragó la bebida sin vacilar, advirtiendo que a su paladar sabía dulce y embriagante como el mejor de los vinos. Su lengua le sedujo a probar más, y fue lo que ella hizo. Tomó otro sorbo y le dio a beber sin dudar.
Las manos de Kirito se apretaron al no poder tocarla como quería. Deseaba enterrar los dedos en su cabello mandarina y mantenerla allí, anclada a su boca, deseando por siempre que ella le diera de beber. Algunos hilillos se escaparon por las esquinas de sus labios y él los lamió, animoso con su lengua, disfrutando de su sabor entre los sonidos de satisfacción que escapaban de su pecho.
Cuando se separaron él estaba jadeante y maldiciendo el no poder tocarla.
—¡Feliz navidad Kirito-kun! —le sonrió la reina con labios húmedos y enrojecidos —Este ha sido nuestro particular brindis de medianoche.
—¡Quítame las esposas, maldita sea…!
Asuna solo rió ante su impaciencia —Es la primera vez que festejamos la Navidad en la cárcel.
—¿Qué tiene que ver con…?
—Hay otra cosa que nunca hemos hecho en un lugar como este… —Asuna se movió lentamente, acomodando sus piernas sobre las del rey, de modo que este soltó un gruñido y se estremeció, mirándola con ojos muy abiertos —¿Asuna?
—¿Tal vez quieras recibir uno de mis presentes ahora? —llevó sus manos a su capa y aflojó el cuello, este cedió con suavidad enseñando sus hombros pálidos y desnudos.
Los ojos grises del rey se dispararon hacia la entrada como si temiera que alguien fuera a entrar en ese momento. ¿De verdad no llevaba nada debajo? Sintió que sudaba y alzó sus manos encadenadas para evitar que continuara.
Pero la capa siguió cayendo en torno a su perfecta silueta revelando un vestido muy fino de color verde. Similar, aunque menos ostentoso, al que uso alguna vez para una festividad tal.
—El tradicional vestido verde —le sonrió con alivio.
—Mi color favorito desde que Kirito-kun mencionó que le gustaba como se veía en mí.
—Luces espectacular en cualquier cosa Asuna —la halagó sinceramente buscando sus ojos y sonriendo al notar que contaba con su atención —¿Entonces aquello que nunca hicimos en una cárcel…? ¿Iba en serio?
—Estás muy ansioso, eh.
Kirito soltó una carcajada y se movió, provocando que esta vez Asuna se sujetara de sus hombros, cerrando los ojos y dejando escapar un suspiro tembloroso. Se veía increíble, un corto vestido esmeralda con varias capas de tul y escote corazón. Su piel blanca creaba un contraste delicioso entre su cabello encendido y el tono dominante de la prenda. Él no podía dejar de admirarla embobado.
—No quiero que esto acabe —susurró luego de algunos segundos, como si resintiera sus propias palabras —Está mal que piense así, lo sé. Pero no puedo evitarlo…Adoro estar aquí contigo. Adoro que construyamos esto juntos. Adoro que seas lo primero y lo último que veo cada día. Adoro que puedo extender los dedos y tocarte y saber que estás aquí para mí. Que decidiste quedarte por mí… Asuna no tienes idea de lo que eso significó… cambiaste mi mundo una vez más. Y pese a las tonterías que cometo todo el tiempo, no concibo la idea de dar un paso sin ti… Todo lo que hago, lo que digo, lo que pienso, lo que quiero, está ligado a que sé que estas aquí… Si algún día me faltas Asuna… mi reina… no sé que sería de este pobre rey. Se marchitaría posiblemente.
—Kirito-kun… —los ojos de ella estaban brillantes, anegados de lágrimas —No digas en eso. No pienses…
—Debo hacerlo —le sonrió tristemente —Es una posibilidad y no quiero que suceda. No podría afrontarlo Asuna.
Se lanzó hacia él y lo abrazo fuerte, sepultando su rostro en el hueco de su cuello para ocultar sus incipientes lágrimas.
—Es Navidad, olvidemos eso. ¡Fuera pensamientos tristes! —lo enfrentó limpiándose la humedad de las mejillas mientras componía una sonrisa hermosa para él —Kirito-kun siempre siendo romántico en los momentos donde no estoy preparada.
En respuesta se carcajeó y buscó sus labios. La plenitud seguía allí, como siempre. La degustó, con su lengua, con sus labios, amándola con su boca, así como la amaba con todo su ser.
Sintió que las manos de ella se movían por su torso buscando quitarle la capa. Muy certera, segura, su felino tacto prosiguió al sur de su cuerpo, mientras él se deshacía en una sinfonía de suspiros contra sus labios.
Kirito solo esperaba que nadie se apareciera por esa dependencia. Al menos durante las horas siguientes.
Ella no le quitó las esposas, al parecer le gustó ese punto dominante a su favor. El juego de la reina y el bandido nunca fue tan real como en ese momento.
Como otro punto anecdótico, cuando volvieron a la catedral, muchas horas después vale aclarar, el joven rey se llevó esas esposas consigo. Pues nunca se sabía cuando volverían a hacerle falta.
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Nota
OMG acabé! Llevo desde esta madrugada con esta idea TT^TT
Quería subirla ayer, pero… no sé porqué cuando planeo hacer algo, todo se sale de mis manos. No pude, no tuve tiempo. Y a la noche caí rendida en medio capítulo de Vikingos… (olviden eso)
Pero aquí estoy! Kyaaaaa
(Y esta idea sonaba mejor en mi cabeza. Que. Rayos.)
Por si no se dieron cuenta este fic estaba basado en los 200 años de WOU y… sería una especie de conti pequeña de 'Te bajaré una estrella' Recuerdan mi aporte al evento navideño del año pasado? Ese mismo.
Kirito sospechaba que existían algunas irregularidades entre la fuerza de seguridad que cubría al pueblo (no los IK) así que se disfrazó para investigar, desatando todo el caos que vieron después. Asuna fue una reina muy vengativa (GUIÑO-GUIÑO jajaja) Pero él no la pasó nada mal, Se los aseguro!
En finnnn, tengo dos aportes más (¡porque este vino colado, se me ocurrió ayer!) que los subiré fuera de concurso mañana y pasado respectivamente.
Gracias a todos por leer mis locuras! GRACIAS BUAAAAAAAAAAAA! Son geniales, los amo con toda mi alma!
Sumi~
