CAPÍTULO UNO

VUELTA AL PASADO

Un fuerte sacudón hizo que volviera a la realidad. Un gemido dejó sus labios cuando su cuerpo se estampó contra una superficie dura. Sentía dolor en cada músculo y nervio de su cuerpo. Abrió los ojos y la oscuridad lo rodeó. Llevó sus manos a sus sienes y las frotó con suavidad en un intento de disipar el creciente dolor de cabeza que estaba amenazando con licuar su cerebro. Intentó enfocar, pero sólo veía sombras, forzó sus ojos, pero la ausencia de luz era profunda, impidiéndole ver completamente. Con un poco de dificultad llevó sus manos hacia atrás, arrastrándolas por el suelo hasta que fue capaz de sentarse. Poco a poco se paró, un mareo fuerte golpeó sus sentidos, el cual luego de algunos segundos remitió permitiéndole estabilizarse sobre sus pies. Dio un par de pasos en busca de un interruptor. Un siseo fuerte y un '¡mierda!' escapó de sus labios cuando su dedo meñique del pie izquierdo se estampó con algo. Llevó su rodilla al pecho mientras acercaba sus manos a su apéndice herido en un intento de acunarlo y quitar el dolor, sin embargo, no contaba conque dicha acción lo haría perder el equilibrio. Como consecuencia su centro de gravedad se perdió y se fue de culo al suelo, golpeándose el coxis con fuerza contra la madera el piso. Un gemido dejó sus labios. Algo puntudo se clavó en su glúteo y aulló de dolor, mientras maldecía, su cuerpo se inclinó hacia la izquierda a una posición decúbito lateral. Las lágrimas amenazaron con derramarse. El dolor de su pie era terriblemente agudo, más benevolente habría sido un golpe en los huevos. Su trasero palpitaba, como si una aguja hubiese sido clavada con saña.

'¡Bravo, Sasuke! Primer minuto en tu antigua vida y ya sales herido'. Si así es como había sido hasta ese momento, no quería ni imaginarse como sería su futuro, definitivamente incierto, y si eso fungía como algún tipo de pronóstico a largo plazo, ciertamente debía de andarse con cuidado, no fuera a ser que la próxima vez perdiera un brazo o una pierna, o peor, la cabeza. No quería ser como un pollo descabezado corriendo por una carretera, no sería nada atractivo, no es que lo fuera tampoco, claro, pero la lógica se entiende. Pero volviendo al tema de su mala suerte, quizás lo más prudente habría sido que hubiese muerto, después de todo, tampoco estaba cien por ciento seguro de que hubiese viajado al pasado, o algo así. Por lo que él sabía, aquella pastilla que ya había olvidado su color, apropósito, podría haber sido algún tipo de droga extraña y simplemente movieron su cuerpo a esa habitación oscura, tampoco es como que se sintiera distinto.

Luego de interminables minutos, un millón de maldiciones, gruñidos, lágrimas que al final sí se derramaron, y mocos, muchos mocos, logró ponerse de pie nuevamente, moverse con una precaución casi, casi, exagerada, así como un cojo en una escalera, casi arrastrándose, hasta que dio con la pared y en ella, luego de tocar a tientas, el interruptor. La luz se prendió en todo su apogeo casi dejándolo ciego. Sus cuencas se sentían como un huevo frito en el capot de un auto en un día de verano a 40 grados Celsius. Inmediatamente cerró los ojos y llevó su mano sobre ellos tapándolo de la poca claridad que se colaba a través de sus párpados cerrados. Luego de frotarse los ojos suavemente durante algunos segundos, comenzó a abrirlos, acostumbrándose a la no muy bienvenida luminosidad.

Durante algunos segundos le costó reconocer donde estaba, pero cuando por fin se ubicó, se horrorizó. Sus ojos se abrieron de sobremanera, se encontraba completamente espantado, ¿desde cuándo había sido tan desordenado? No recordaba haber sido una persona tan floja, sin embargo, en ese momento se dio cuenta de dos cosas: 1) de adolescente fue terriblemente desordenado y despreocupado por sus pertenencias, y 2) había retrocedido doce años.

Miró como quien mira una fotografía antigua la disposición en la que se encontraban sus antiguas cosas, pese al desorden. Había cosas que no había visto en años, más de una década, inclusive, cosas que se perdieron con el tiempo y que atesoraba, y ahora, ahí estaban nuevamente.

Caminó hasta la cama que se ubicaba en el centro de la habitación y pasó una mano por sobre la colcha de manera casi reverencial. La cama se encontraba desecha y las sábanas aún estaban cálidas, como si hace algunos minutos aún hubiese estado acostado. ¿Dónde habría ido después si nunca hubiese vuelto del futuro? Claramente, a ninguna parte, porque esto había pasado hacía mucho tiempo. No recordaba casi nada de esos años, su mente se encontraba como un borrón, sus memorias habían sido muy breves, como si de alguna manera su cerebro las hubiera borrado, flashazos quedaban y alguna que otra conversación banal, sin embargo, su día a día fue totalmente eliminado, no sabría decir a ciencia cierta, siquiera, si sería capaz de identificar si conocía o no a alguien de su pasado.

Fue impresionante que estuviera parado en su antigua habitación, en aquel viejo departamento en ese barrio casi marginal. Parecía una especie de mal sueño, una broma de muy mal gusto. ¿Valdría la pena comenzar de nuevo su vida adulta? No era una persona con gran confianza, con muy mal genio, sí, y muy desconfiado en el mundo que lo rodeaba, casi apático, pudiendo ser considerado, incluso como un nerd y un inepto social. No creía que eso fuera a cambiar, era su esencia, quien era y quien probablemente siempre sería. Si alguien se le confrontaba no temía problemas con decirle algunas cosas, tampoco con irse a los puños si era necesario, es más era bastante bueno y de alguna manera un poco retorcida lo llegaba a disfrutar, no obstante, no le gustaban los problemas y si podía evitarlo, haría todo lo posible, pero, como nada es tan bueno, su vida estaba llena de baches y problemas. ¿Qué haría ahora? Su actitud había empeorado bastante con los años. Si los casi nulos recuerdos no le fallaban, no se habría descrito en sus años de adolescencia como una persona confrontacional. Más de una vez lo golpearon hasta hacerlo perder la consciencia. Fue años después, durante su paso por la escuela de enfermería, donde tuvo que aprender a defenderse y se dio cuenta que era algo que de alguna manera le apasionaba y en lo que era bueno. Gracias a esas lecciones tomó una actitud más defensiva, lo que lo llevó a ver la vida desde otro prisma. Cambió su imagen en un intento de verse más seguro de sí mismo, una seguridad que no tenía interiormente, pero que necesitaba aparentes. Entonces ahí, se formó su coraza, una máscara para que el resto de su entorno no se diera cuenta de la mierda en que había convertido su vida, donde no se notaba su dolor, ante su cara impasible. Fue en la soledad de su habitación, donde sabía que nadie más estaría, que la dejaría caer, el dolor embargaría su pecho hasta el punto en que le costaría respirar, mientras la soledad se cernía sobre él ahogándolo y haciéndolo llorar, como un niño indefenso. Afortunadamente, nunca nadie más que él supo de sus vergonzosas demostraciones de debilidad, una ventaja que había traído sobre él ser el atrofiado social, lo cual se mantuvo de sus años de secundaria. Con el tiempo, su atrofia social, pasó de una decisión de alejarse de los problemas a una situación casi patológica, y del nerd del salón, el que no hablaba con nadie, mutó a una persona completamente cerrada, trayendo consigo las malas miradas y las burlas de los demás, quienes lo percibían como alguien demasiado arrogante y con el síndrome de superioridad. Así que, la situación fue un tirar de ambos lados, él alejándose de la gente para no salir lastimado, y la gente alejándose de él por considerarlo un idiota superficial y prepotente que se creía demasiado bueno para los demás. Debido a esto no es muy increíble el pensar que durante los cuatro años que pasó en la universidad en ninguna ocasión salió a beber, sus rutinas de fin de semana fueron quedarse en casa, leyendo algo, viendo algún documental, o simplemente durmiendo, era más seguro, ya había aprendido con el tiempo que nadie lo quería, que no tenía aptitudes para acercar a la gente, y a pesar de que en muchas ocasiones, las mujeres se le

acercaban, interesadas en su aspecto, no tardaban mucho en alejarse cuando se daban cuenta de la apatía con que las miraba.

Un pequeño golpe en la ventana lo sacó de sus divagaciones. Fijó su mirada en la ventana donde un gatito negro lo miraba desde el otro lado, mientras rascaba el cristal con una pata. Una sensación extraña burbujeó en su pecho lentamente, mientras caía en la cuenta de quien era aquel felino. No había pensado en él por mucho, mucho tiempo, se encontraba casi olvidado en su memoria, y de pronto ahí estaba, su pequeño gato negro. El único ser viviente que se relacionaba con él de buena gana, el único que era casi tan apático como él. No le gustaban particularmente los animales, pero ahora, luego de haber pasado años en completa soledad, podía darse cuenta porqué se sentía tan a gusto con este gato. La pequeña sonrisa que se estaba formando en su rostro se borró de repente cuando recordó brevemente la forma en que había muerto. La bilis subió a su garganta y se sintió terriblemente enfermo mientras la imagen de un pequeño cuerpo larguirucho y oscuro se cimbraba con el viento y golpeaba el vidrio de su balcón. Cerró los ojos intentando despejar su mente, pero la secuencia de sangre, miembros en una posición extraña y una pequeña cabeza girada en un ángulo antinatural se agolpó en su mente. Cerró los ojos más fuertes e intentó tranquilizarse, eso no era real, ya no, ahora el pequeño gatito estaba nuevamente allí, frente a su ventana, pidiendo que lo dejara entrar. Suspiró y abrió los ojos nuevamente. Ahí estaba el pequeño gatito maullando suavemente. Alargó la mano y abrió el pestillo de la ventana que daba al balcón, el gatito ingresó de un salto. Lo miró con una sonrisa, contento de poder tenerlo nuevamente en su vida, pero juraría que el olor a sangre le golpeó la nariz, y por un segundo apostaría que vio las vísceras sobre la cerámica fuera de su ventana.


El aire gélido de invierno golpeó sus mejillas mientras intentaba abrir los ojos.

Como en las ocasiones anteriores se sentía completamente maltratado. A pesar de que cada vez el dolor fue menos, aún no podía acostumbrarse a estos cambios. Eran antinaturales, algo con lo que no debería jugarse, pero él no estaba dispuesto a seguir las reglas. No era una opción que dejara las cosas como estaban, no por él, sino porque bien sabía que sería un mejor desenlace para sus vidas. Esta vez apostaría porque fuera la última oportunidad. Esperaba que las cosas salieran de acuerdo al plan, porque no estaba seguro de poder mantener la cordura si no fuera así.

Lentamente se puso de pie y se afirmó en un tocón de madera. Miró hacia el horizonte, intentando reconocer el lugar exacto en el que había caído, pero no fue capaz. Supuso que su situación era diferente por varios motivos, después de todo, pero tenía que empezar por alguna parte.

Llevó sus manos hacia atrás y se cubrió la cabeza con la capucha de su chaqueta. Lo primero era saber donde diablos se encontraba, buscar algún lugar para vivir y comenzar con el plan.


Su primera semana en su 'nueva' vida fue un asco.

Su memoria no volvió, nunca, ni un flashback, nada. Era consciente de su entorno, claro. Fue capaz de ubicarse en la ciudad y de poder comprar víveres y lo necesario para sobrevivir, como un cepillo de dientes nuevo, porque a pesar de que el que había se veía en muy buenas condiciones, cuando pensó que era de doce años en el pasado le dio un poco de asco y prefirió botarlo.

El problema principal eran las personas. Hacía unos días había ido el casero a cobrarle la renta del apartamento, sin embargo, luego de que el hombre ya bastante cabreado le gritara, literalmente, que si no le pagaba la renta lo dejaría en la calle, fue que sumó dos más dos y logró darse cuenta quien era. ¿Pero qué era lo que pasaba? Estaba casi seguro que antes de aceptar la dichosa pastilla, cuyo color aún no era capaz de recordar, era consciente de lo que sucedió en su pasado, las caras de algunas personas y sus nombre, pero ahora, todo le era demasiado extraño, especialmente aquello entre su pecho y piernas.

Se miró al espejo durante algunos minutos. Sólo una toalla rodeaba sus caderas y el agua descendía lentamente a través de su pecho, el cual juraba haber recordado un poco más... firme. Sin embargo, el hombre frente a él no se parecía en nada a como lo recordaba o por lo menos a como fue en su presente, ahora en su futuro, uno que supuestamente ya no sería más. Su pecho estaba medianamente bien, quizás como el de una niña de doce años, pero ¿Qué significaba aquello más abajo? ¿Es que acaso estaba concursando para ser el nuevo michelín? Porque definitivamente se habría dado el papel sin dudarlo, desde la casi insana claridad de su piel a los neumáticos que reposaban sobre su cintura.

Se sentía derrotado. En sus años de universidad y posterior a ella, se había hecho bastante asiduo a ir al gimnasio, practicar MMA y comer lo más sano posible, pero al parecer, antes de eso, era el cliente número 1 de Macdonald. Estaba hecho una mierda. Está bien, tal vez no estaba hecho una completa mierda, pero no era como se sentía cómodo, por lo menos ya no. Además, ¿Qué se suponía que tenía en la cabeza? ¿Acaso eso era pelo? Porque parecía que estaba compitiendo además para ser el nuevo 'Tío Cosa'. Tenía mucho por hacer.

Luego de estar completamente vestido, y peinado, como un ñoño, pero peinado, salió de casa, con lo poco que tenía. Había encontrado un poco de dinero escondido entre algunos libros, lo que le alcanzó para pagar la renta y comer por esa semana, pero tenía que cambiar su imagen, dentro de algunas pocas semanas comenzaría nuevamente las clases y no sabía qué le esperaría. Claramente, no recordaba de sus años allí, pero algo le decía que no serían demasiado benevolentes con él, y con la experiencia que había adquirido con los años, era consciente que si no cambiaba su imagen sería el centro de las burlas y aquello no era algo que disfrutara.


Estaba reventado.

Los pies le palpitaban como si los hubiese metido en una trituradora, pero había valido la pena, definitivamente. Cuando llegó al centro buscó inmediatamente una peluquería, la cola de caballo con la que tenía sujeto el pelo lo hacían sentir aún más asiático de lo que ya era. En el momento en que la peluquera le quitó la liga, sintió el dolor en el cuero cabelludo de manera automática, el cual fue remitiendo poco a poco a medida que le fue mojando el pelo, y luego cortando. No era muy fan de los cortes de moda, y claramente, los cortes que estuvieron de moda durante esos años era totalmente atroz para sus estándares luego de haber vivido durante el 2020, así que al final se decidió por pelo corto hasta los hombros y alborotado. Inmediatamente sus facciones lucieron más armónicas y ya no se veía como el típico gordo pervertido que ve porno en su habitación mientras se masturba con miedo a que entre su madre. Ahora era un gordo con un cabello con mucho estilo pero un gusto por la ropa asqueroso. Así que después de que pagó y sintiéndose con la cabeza más liviana fue a comprar ropa. Tal vez no adelgazaría muy rápido, haría todo el esfuerzo, pero sin importar el peso que tuviera, en ese momento lo más importante para que el mundo lo tomara en serio, era verse bien.

En ese momento, doce años en el pasado, luego de haber casi muerto a causa de su propia mano y vivir la situación más surrealista del mundo, pudo entender de alguna manera el porqué no había sido tomado completamente en serio. No justificaba para nada el actuar de la gente, sin embargo, no podía negar que la sociedad, ya fuera, diez, veinte o treinta años antes, estaba formada por gente superficial; el materialismo y la vanidad, el como luce el del lado, el juzgarlo de acuerdo a la ropa que lleva y medir su validez de acuerdo a cuantos kilos pesaba, como vestía e inclusive como hablaba, era el motor para el mundo contemporáneo, y a pesar de que no eran valores que compartiera y con los cuales no estaba para nada de acuerdo, no podía hacer oídos sordos y abstraerse de como funcionaban realmente las cosas, lo único que le quedaba para ser aceptado era unirse de alguna manera a la mierda del mundo. Su vida había fallado porque no lo había hecho, no había sido protagonista de su vida, sino que un mero espectador, y no era algo que se permitiría esta vez. Tenía una segunda oportunidad para vivir su vida y la aprovecharía, haría una vida e intentaría ser feliz.

Sobre su cama, aún con la ropa puesta y habiéndose olvidado de quitarse los zapatos, se quedó dormido, no dándose cuenta de la silueta que se encontraba agazapada en el balcón de su habitación. Una sonrisa curvó los labios de la persona que yacía escondida mientras miraba fijamente a la figura que respiraba pausadamente al interior de la habitación.

Un pequeño gatito negro se acercó a las piernas del hombre y se frotó contra ellas. Despreocupadamente él acarició al felino mientras disfrutaba de la vista al interior. El clima estaba frío, aún quedaban algunos días para que el invierno le diera paso a la primavera, sin embargo, a pesar de sentirse entumecido, decidió que no se movería de ahí, no todavía. Había esperado tanto tiempo por él, que un poco de mal clima y viento no lo derrotaría. No obstante, aún debía esperar, su plan aún no concluía. Por mientras se conformaría con verlo dormir sobre su cama.

"Espero que lo estés cuidando, Amaterasu" Le susurró al pequeño gatito negro mientras rascaba tras sus orejas. El suave ronroneo fue la única respuesta.


¡Hola!

Espero que se encuentren muy bien y se estén cuidando.

Si llegaron hasta aquí es que leyeron todo el capítulo, por eso les agradezco.

Estoy contenta de que ya hay gente que me ha hecho saber su parecer acerca de la historia. Así que, sería un honor si me dejan algún comentario. Esta historia ha sido mi bebé por un tiempo, antes de que decidiera comenzar a publicar en esta plataforma, por lo que estoy inmensamente feliz de compartirla con ustedes.

Debo decir que no revisé muy bien el capítulo, así que por favor, si hay algún error, haganmelo saber para poder corregirlo.

Les deseo una muy buena semana.

PD: si encuentran esta historia en Wattpad bajo el seudónimo de silbermond_ no es plagio, es mi cuenta en esa plataforma.

Iroasenai.