Disclaimer: Boku no Hero Academia y sus personajes son propiedad de Kohei Horikoshi.

N/a: Hola y sean bienvenidos y bienvenidas, de ante mano me disculpó si notan faltas de semántica o de ortografía; puesto que no poseo computador/ordenador y escribo desde mi teléfono. En ocasiones el auto corrector se sale con la suya sin importar cuanto me esfuerce en la edición

Hope

Aunque estaba preocupado por varias cosas, tenía que tener paciencia. Ya era más de medio día y su vecino ahora asilado en su departamento aún no despertaba. Tenía días de descanso acumulados de manera que metió un permiso por tres días en el trabajo. Ya había terminado con todo su papeleo y había colaborado en más casos de los necesarios. Podría decir sin exagerar que el 40% del tiempo estaba en su lugar de trabajo y en las calles haciendo solamente horas extras. Aunque Todoroki lo hubiese ametrallado con preguntas para saber exactamente el porque estaba tan interesado repentinamente en tomarse un par de días al final cedió de buena manera. Aizawa se sintió algo conmovido de que su rudo y bruto jefe le tuviera tanta estima en el fondo, como para preocuparse genuinamente por él gracias a un cambio brusco e infrecuente en su rutina laboral que se comportase como un padre neurótico por teléfono. Le menciono algo sobre que le haría mucha falta para controlar a Takami y que no hiciera desastre en su cuartel pero era un sacrificio que Endeavour estaba dispuesto a aceptar si su mejor hombre tenía cosas que atender.

El moreno no hacia más que ver el reloj digital en su pared y voltear a la habitación de huéspedes a la espera de que los calmantes le permitieran a su vecino levantarse. Vio las distintas cajas y maletas que pertenecían al rubio ahora en su sala de estar y sintió el corazón estrujarse de nuevo por él, obviamente no tenía la intención de desampararlo de ninguna manera pero lo conocía lo suficiente para saber que este iba a protestar y patalear de lo lindo cuando pusiera un pie fuera de ese cuarto y se enterará de todo.

Aizawa tuvo tiempo suficiente para pensar detenidamente en el momento exacto donde Yamada y él empezaron a crear esa relación tan extraña. Se habían mudado casi al mismo tiempo al sector. Aizawa llegó un mes antes, recién graduado de la Academia de Policía. Tenía veintiún años y había conseguido un buen lugar a un precio económico gracias a la antigüedad del inmueble y quedaba muy cerca de su nuevo lugar de trabajo. No había más gente de su edad arrendada en el edificio pero poco y nada le importo y sinceramente nunca se le habían dado las relaciones sociales a menos que sintiera buena química con las personas en cuestión y hubiese temas interesantes para él que debatir como era el caso de su buen amigo Shirakumo Oboro, lamentablemente ya no se frecuentaron más desde que se habían graduado cada uno de su respectiva carrera y este se fue a servir a otro estado como Bombero pero le llamaba seguido en la actualidad. Fuera de la compañía de este no hacia en falta a nadie. Pero incluso así, cuatro semanas de estar conviviendo aunque pacífica y alegremente con sus vecinos en las ocasiones que fue a juntas de vecinos, cuando se estaba familiarizado con la zona y cuando se los encontraba en pasillos o en la calle fueron demasiado formalistas y aburridas para él. Resentía la falta de una buena charla casual y sin tener que usar un lenguaje tan educado. Fue entonces que el ruido, el alboroto y los colores llegaron a su vida en la forma de su nuevo vecino de enfrente.

Tenía su misma edad. Lo había saludado a los gritos asomándose desde su ventana de forma bastante efusiva y sin temor a si lo tacharían de bicho raro o entrometido por querer entablar conversación con un desconocido que a parte, vivía en frente y ni siquiera en su mismo edificio. Aizawa recordaba que nunca había visto una sonrisa tan encantadora y un resplandor tan brillante y alegre como el que emitía el rostro de ese muchacho rubio. Tenía el cabello más corto y en ese momento no tenía ese bigote tan curioso, tenía pinta de desalineado pero del tipo que conseguía atraer todas las miradas por ser bastante genial y sobre todo atractivo. Solo le hacia falta cargar algún instrumento musical encima y decir que tocaba en alguna banda. Le recordó de cierta forma a Shirakumo y sólo por eso se acercó a la ventana y entabló una charla con él. No le tomó nada de tiempo entender que era mil veces más hiperactivo que Oboro y desbordaba mucho más carácter y personalidad, por ende ese rubio le pareció tremendamente explosivo en más de una forma. Pero fuera de eso era demasiado carismático como para darle un no como respuesta.

Se vieron como una mutua salida de emergencia y descanso de tanta gente alrededor de ambos que les doblaban la edad. Aizawa en ese momento estaba en los zapatos que Hawks tenía en la actualidad en el cuartel y por lo que Yamada le contaba él estaba exactamente igual en la Universidad. Al parecer trabajaba y se costeaba sus estudios en música. Sabía que estaba completamente solo viviendo de forma independiente y siempre sintió que era un tema delicado de tratar y sería equivocado querer ahondar en ello sin tener una relación de amistad más estrecha. Todo estuvo muy buen entre ellos los primeros dos años con cinco o seis meses. Salían a beber cuando coincidían, una vez fueron juntos a un festival local, hablaban cuando tenían oportunidad ya que el tiempo de ambos era limitado pero cuando Aizawa creyó que quizás estaba logrando tener un amigo nuevo este se alejo de su vida. Empezó a evitarlo y era frío e indiferente, daba excusas todo el tiempo hasta que un día dejó de hablarle definitivamente y cuando daba la casualidad de tener que intercambiar palabras Yamada lo trataba de forma mordaz y el moreno no tardó nada en enterarse que había ocurrido para que todo eso pasará. Yamada tenía juntas bastante cuestionables, y quienes no estaban metidos en cosas turbias solamente eran personas aprovechadas e hipócritas. Entre ellas varias chicas que vio de la mano del rubio por temporadas que le generaban un repelús asqueroso, bastaba con verlas al rostro para odiarlas sin conocerlas y el resto de personas no eran mejor. Era obvio para el moreno que no era bien recibido en ese círculo de amigos que el de ojos verdes tuviera buenas migas con nada más y nada menos que un policía. Luego lo constato de otras formas que vinieron por si solas porque si, había arrestado a varios amigos de Yamada en el pasado e investigado a muchos más. Algunos incluso estaban cumpliendo sentencia en prisión.

Siento tuvo el impulso de preguntar que ocurría en su vida, siempre quiso ayudar de alguna manera. Siempre anhelo poder ver al de ojos verdes bien establecido, graduado, triunfando y siendo una persona responsable, todo producto de haber sido amigos por un tiempo y haberle agarrado cariño suficiente para querer desearle lo mejor. Nunca le pagó con la misma moneda, no cambió su forma de ser con el rubio, algo le decía muy dentro suyo que este estaba gritando por ayuda de alguna manera. Algo en sus ojos emitía cierto resplandor que le daba a entender que tenía mucho miedo de alejarse de lo que el creía era seguridad como para abandonar aquellas compañías y decidirse por él solamente. Además llegó a analizarlo lo suficiente como para saber que era cualquier cosa menos un mal tipo. Alguien tan emocional, abierto, alegre y sensible al punto de provocarle ganas de vomitar un arcoíris de lo empalagoso que era, podía ser todo menos un victimario.

Mientras estuvo perdido en sus pensamientos recostado de su sofá y viendo al techo de brazos cruzados y piernas extendidas, casi estuvo a punto de quedarse dormido de no ser porque el rechinido de las bisagras de la puerta del cuarto de huéspedes le llamó poderosamente la atención. Siempre se le olvidaba engrasar ese trozo de metal ya que nunca usaba ese dormitorio pero en ese momento agradecía que hiciera ruido. Cuando volteó encontró a un rubio tratando de caminar lo más furtivamente posible, tal parecía que no quería llamar su atención aunque no supiera en que parte del departamento podía estar.

—¿Cómo te sientes? — Aizawa fue directo al grano como le era costumbre. Vio a Yamada sumir un poco los hombros dando la impresión de que le sobresalto escuchar su voz de repente. Cosa que el moreno encontró sin lógica ya que le había hablado lo más suave y amable que pudo. El de ojos verdes volteó de forma lenta, se veía sin fuerzas y con mucho sueño todavía. El policía sintió que la sangre se le helaba al ver lo inflamado que tenía el rostro su nuevo inquilino. Era normal, los días posteriores a sufrir heridas estas se hinchaban bastante y más si requirieron sutura.

—He estado mejor… — le respondió casi con dolor de hablarle — ¿Qué …hora es?

—Pronto serán las tres de la tarde, pero no te preocupes.. — Aizawa se paro de su lugar y fue hasta él. Le revisó personalmente el rostro y tuvo que alzarlo para detallarlo bien. Fue entonces que noto lo caliente que estaba la piel del otro. Se veía bastante rosado y con la mirada perdida. Al tocar su frente supo lo que ya le era obvio — Tienes fiebre.

—¿Cómo crees? Esta todo en tú mente.. — el rubio quiso zanjar el tema y hacerse el gracioso. De lejos se veía bastante incómodo de estar ahí parado, de estar en casa de su vecino y de estar en esas condiciones tan lamentables.

—Date un baño caliente y cámbiate necesitas comer y tomar todas tus medicinas que por lo que veo serán mas de las necesarias.. — había algo en el tono de voz de Aizawa que hizo al rubio acatar órdenes sin rechistar. Eso y que estaba demasiado débil para hacer otra cosa. El moreno tuvo que buscar el termómetro de su botiquín de medicinas y pedir orientación médica vía telefónica. Apenas el rubio salió ya vestido y visiblemente más cómodo en varios aspectos fue interceptado por Aizawa, lo hizo sentarse en una silla del comedor, le cambió los vendajes, limpio sus heridas, sirvió la comida y antes de que el rubio pudiera hacer nada ya tenía uno termómetro bajó la lengua y la expresión más tierna y harta que el moreno haya visto jamás. Mentiría si dijera que no quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien, le recordó a un animalito herido y necesitado de afecto, haber recogido tantos gatos heridos en su vida debía ser la causa de eso — Responde con la cabeza ¿Te sientes mareado? — respuesta afirmativa — ¿Tos? — negativo — ¿Congestión nasal? — asentimiento— ¿Has tenido flema? — negativo y el rubio ya se veía un poco irritado, eso y que el color rojo en su cara se estaba acentuando con cada pregunta que se le hacía. Aizawa pensó que le estaba subiendo la fiebre — La debilidad y la desorientación tienen mucho que ver con la paliza que recibiste y por las medicinas.. — le sacó el termómetro de la boca sin mucho tacto y verificó — casi tienes 38 probablemente deba ser una fiebre emocional… — Yamada apenas podía enfocar pero ciertamente ver a su vecino cuidando de él y luciendo particularmente bien parecido aquello mañana con el conjunto de ropa que había escogido lo tenían al borde de un colapso. Nunca pensó que sería tan atento y gentil con alguien como él — Bien come lo que puedas ¿Esta bien? — no pudo sino decirle que si con la cabeza. Pasaron un par de minutos para volver a escuchar la voz del rubio desde que lo intercepto en la puerta.

—Tú… ¿No irás a trabajar? — el moreno le prestó toda su atención, se había servido una taza de café mientras esperaba al otro lado de la cocina a que este terminara de comer. Se veía que le costaba lo suyo pero Yamada estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para comerlo todo. Tenía náuseas pero contradictoriamente a eso su estómago estaba rugiendo como loco.

—Metí un permiso por tres días. Estaré aquí hasta que estés más estable.. — la sola idea de salir a la calle a tardar quien sabe cuánto tiempo, haciendo quien sabe que, como sargento de policía en esa loca oficina donde trabajaba donde todo podía suceder. Dejando completamente solo a su vecino ahora desahuciado, herido, con fracturas, sin apoyo económico ni familiar y para rematar con fiebre le aterrorizaba, se sentiría como una verdadera escoria si no cubría temas importantes antes de darle más independencia a Yamada.

—¿No te afectará negativamente hacer eso..? — el rubio estaba obviamente deprimido, carecía de todo el jubiló con el que solía interactuar con los demás — ¿Eh?...— un rayo de luz parecía haber golpeado la conciencia de Yamada. Repentinamente tenía algo más de fuerza y lucidez — ¿Dijiste tres días? ¿Por qué hiciste eso? Apenas terminé de comer esto.. — dijo como declarándole la guerra al plato frente a él. Iba a terminar su comida costará lo que costará. Odiaba sentirse tan inútil — … Me iré, el trato era quedarme una noche..

—¿En serio? ¿Te irás tan herido que no puedes hacer las tareas básicas tú solo y ahora aparte con fiebre? — Aizawa hablaba con puro sarcasmo en la lengua y aprovecho de reírse un poco de la postura sin nada de fuerza que la respaldara de su vecino.

—Aunque te parezca imposible..— dijo con sorna y luego agregó — Me las apañare bien, además: No quiero ser una molestia por más tiempo estoy en deuda contigo y si voy a pagarte lo mejor será empezar a buscar la forma de hacerlo lo más pronto posible…

—Oportuno el punto que acabas de tocar hay algo que debes saber — el policía se movió y dejó el teléfono del rubio frente a él en el mesón de la cocina Yamada vio su propiedad lleno de desconcierto — Me tome el atrevimiento de contestar por ti una llamada. Estabas tan drogado que no lo escuchabas… — el tono de Aizawa se volvió increíblemente serio y severo — Era tú casera. Te acaba de desalojar. Mando a decirte que se quedaría con la fianza a modo de pago de todo lo que debías…— para mortal sorpresa de Aizawa el hombre frente a él tenía un aura que gritaba que eso ya lo venía venir tarde o temprano. Se mostraba muy resignado y luego pudo apreciar como este se ponía algo pálido aún dentro del rubor de la fiebre — …Tus cosas están en la sala. Quería esperar a que estuvieras mejor para revisar juntos si te falta algo o si tienes pertenencias en mal estado que no estuvieran así antes del desalojo. En ese caso puedo ayudarte con eso perfectamente y…

—¿Puedo hacerte una pregunta? — de repente el rubio había sonado normal de la vida y hasta con algo más de humor.

—Ah, claro..— aunque estaba un poco confundido Aizawa no podía desperdiciar esa oportunidad. Quizá el rubio estuviera dispuesto a dialogar de forma más cortes con el después de mucho tiempo.

—¿Por cuánto tiempo puede una persona quedarse en el albergue de la policía?

—Perdona… ¿Qué? — estaba confundido al grado de pensar que la salud mental de su vecino se había visto afectada por los golpes que le habían metido la noche anterior. Eso también explicaría porque su vecino lo estaba viendo como si fuera un idiota.

—Eres policía… debes tener información a detalle, oh ¿Es mejor que llame directamente a tú lugar de trabajo? Claro, no eres un policía de escritorio después de todo… — el rubio pareció muy meditativo e hizo un gesto pensativo — No debes manejar esos datos entonces..

—Si los manejo pero no veo porque tendría que dártelos — le espeto bastante seguro de lo que decía.

—Ya no tengo donde vivir ¿Por qué otra razón sino necesitaría saberlos? — Yamada lo estaba viendo muy mal pero todo ese vigor se apagó cuando el moreno lo tomó de los hombros y acercó mucho su rostro al suyo. Se veía increíblemente furioso. Una furia fría y sin gesticulaciones que le llenaba el alma de hielo y algo de miedo. Justo cuando pensó que Aizawa iba a gritarle o tomar acciones drásticas en su contra, para su desconcierto le sonrió de forma triste y cálida a la vez mientras suavizaba su mirada.

—Puedes quedarte aquí.

—… ¡¿Ah?!

—Solo te lo propongo para no perder la cortesía. Es obvio que vas a quedarte aquí, ya traje tus cosas — después de decir aquello lo soltó y lo vio desde arriba con cierto buen humor — …y sinceramente esperaba que me dieras algún nombre de algún conocido o amigo o familiar y me dijeras que resolverías donde quedarte. —— le pareció correcto que era momento de expresar lo que ya había deducido — ..No tenias a quien acudir por lo de la fianza y ahora tampoco existe nadie a quien le pedirías ayuda en esta situación… Es obvio para mi que no tienes a nadie que te de una mano y yo tengo espacio y no tengo ningún inconveniente…

—Y-Yo n-no… t-tú… — Yamada no podía poner en orden sus pensamientos y mucho menos sus palabras. Aizawa simplemente veía lo que tenía en frente y le motivaba a ser el mejor anfitrión que pudiera. El hombre delante suyo se veía infinitamente cansado en todos los aspectos. Se veía expuesto y sin fuerza, herido y solo y no nada más físicamente. También pudo notar como el miedo que este nunca iba a reconocer al saberse botado del lugar que lo había acogido por mucho tiempo se estaba debilitando al saberse ayudado. Yamada intento ponerse de pie y argumentar algo y solo consiguió irse de frente, si no fuera porque el moreno estaba a un paso de distancia se habría caído de cara al suelo. La fiebre parecía haber empeorado y Aizawa no dudaba que había sido por esa noticia tan desagradable.

—Por favor acepta — el rubio siempre le decía que era demasiado engreído tal vez rogar un poco sirviera para convencerlo. No supo si fue por pedírselo o por su estado pero el de ojos verdes termino dándole un si a su propuesta moviendo su cabeza y aferrándose a él para no caer. — Debes descansar. Este día no ocurrió ¿Esta bien? Mañana podrás ser tú de nuevo hoy puedes olvidarte de todo Yamada… — por primera vez en ocho largos años Aizawa volvía a hablarle con familiaridad.

Mic.

—¿Mm?

—Por el amor de Dios. Dime Mic o Hizashi… ¿Quieres? — ahora el rubio lo veía directamente a los ojos y el moreno se sintió estático en su sitio. Había muchas cosas en su mirada y todas lo querían impulsar a que acercara más su rostro al suyo. Todo el vello de su cuerpo se erizo cuando recapacito en lo que acababa de pensar. Aizawa iba a preguntarle porque estaba tan molesto — No sabes lo malditamente intimidante que te oyes llamando a la gente por su apellido. Siento que en cualquier momento me vas a esposar y a leerme mis derechos… — el moreno parpadeo un poco y luego quedo en jaque por completo — Jejejeje… — repentinamente el más alto de ambos empezó a reír de manera muy natural parecía bastante divertido por algo — No tienes remedio.. — tal vez había sido la fiebre pero en ese momento no se había cohibido de abrazar con toda la fuerza que tenía al moreno. Aizawa no pudo evitar pensar en que se sentía igual que una disculpa, una llena de vergüenza y quizá demasiado dolor y malestar. Le correspondió con cuidado de no maltratar sus costillas, sentía que quería cerrar los ojos y hundirse en ese abrazo por mucho tiempo. Sonrió y luego le hablo de nuevo.

—Esta bien cerebro de cacatúa.. — Yamada no pudo creer que Aizawa volviera a llamarlo de esa forma tan rápido después de tanto tiempo. Probablemente nunca dejó de hacerlo a sus espaldas.

—Debes estarme jodiendo..

—Hay que tener cerebro de ave para meterse en una deuda tan gorda y quien sabe cuantas más y dejarse golpear de esa manera. — y ahí estaba el bruto lleno de sinceridad y con sermones de conducta de sobra que solía pasar las tardes con él hace años. Ya hasta había olvidado como se sentía que Aizawa le regañara. De verdad le había hecho falta eso. — Ve a tú habitación… tengo que ir a la farmacia de nuevo..

Para cuando Yamada volvió a despertar de otra larga siesta ya era de noche. Lo recibió un Aizawa que pasaba por el pasillo y lo vio incorporarse de la cama gracias a que había dejado la puerta abierta. Este no tardó en darle la medicación que le correspondía junto con la cena. El rubio pregunto si había posibilidades de cenar juntos. Cambiar de aire le sentaría bien, por suerte el moreno aún no había comido y terminaron en la sala compartiendo un inusual momento muy ameno y sintonizando cualquier cosa en la televisión que ni siquiera estaban viendo. Aizawa hablaba con algún colega por teléfono y tenía bastante rato discutiendo algo de forma acalorada y el rubio estaba atascado en la misma empresa de aquella mañana de tratar de tragar su alimento y ganarle a las náuseas que le provocó la fiebre ya que tenía bastante hambre. Cada uno estaba en su propio asunto y en un momento dado Aizawa colgó el teléfono de golpe y Yamada celebro su victoria sobre su cena. Ambos se vieron un momento unos segundos y se echaron a reír de forma cómplice. Hace demasiado tiempo que no habían reído ni compartido tiempo de calidad juntos. Se sentía tremendamente nostálgico y hasta irreal. Ambos se preguntaban si no estaban soñando.

—B-Bien… — el moreno recobró la compostura y vio al rubio aún luchando contra su propia risa de forma silenciosa. — ¿Necesitas algo más? ¿Aun tienes hambre? ¿Sed?

—Uhmm.. — dijo negando con la cabeza aún sin verlo. Según la perspectiva del policía, solo no quería que lo viera reír de frente por pena y así fue al principio. Yamada no noto cuando este se acercó a retirar su plato y fue ahí donde Aizawa paso de estar muy animado a complemente horrorizado.

—¿Mic?

—¿Quién es ese tal Takami? Suena como un tipo gracioso si te hace enojar tanto por teléfono ¿No es al que golpee verdad? Sería una lástima parece que me caería bien.. — hablaba como si nada y aún así tenía las mejillas empapadas de agua y una sonrisa muerta en la cara.

—¿Qué tienes? — estaba empezando a perder la paciencia. Su amabilidad al hablar tenía un límite igual que su templanza y hace tanto tiempo que estas se habían agotado. Solo por esa situación excepcional había logrado usar más de la que podía. Yamada seguía sin contestarle y solamente lo vio apretar los puños, los dientes y dejar caer más y más lágrimas de ira — Escúpelo de una jodida vez… — tuvo que masajear su frente mientras suspiraba. Hasta ahí había logrado aguantar sin ser rudo. Era un nuevo récord.

—N-No entiendo porque haces tanto por mi ..— el rubio se mordía el interior de la mejilla buscando mitigar su impotencia.

—Porque puedo.

¡No tiene lógica Aizawa! — lo veía y se notaba cansado. Cansado de no saber porque seguía siendo así de amable con él, cansado de él mismo y cansado de actuar como lo hacía, como un completo patán y solo recibir flores a cambio.

—…Shōta — el de ojos verdes sintió que perdió el aliento por completo y solo pudo verlo incrédulo — Solías decirme Shō-san o solamente Shō … cascarrabias, gato perezoso…a veces no se porque usabas apodos en inglés…creo que solamente te gustaba mezclar ambos idiomas..— apremio a verlo y sonreírle de nuevo tratando de aminorar el ambiente— Sería más cómodo que me llamaras así…se que solo tratas formalmente a quienes deseas que permanezcan lejos de ti — su postura era relajada su sonrisa comprensiva y trataba de ser lo más indulgente posible— Estando aquí creo que es lo único que te pediré que hagas.. — también tenía que admitir que ser tratado con trata frialdad le dolía en el fondo de su corazón. Ganarse el desprecio de alguien como Hizashi era tener que ser una horrible persona o no ser nada ante los ojos del rubio. Era desalentador saber que él encajaba en la segunda categoría — Podemos empeorar tú estado de salud hablando de temas que se que te afectan más a ti que a mí o puedes ser un poco más amable y aceptar un buen gesto de tú vecino.. — el ver que el rubio no dejaba de llorar amargamente en silencio no supo que hacer salvó intentar reconfortarlo cuando noto que los hipidos producidos por el llanto le estaban lastimando las maltrechas costillas al verlo sostenerse el área después de unos segundos de silencio. Puso sus manos en sus hombros de nuevo y trató de que lo viera. Este tenía la vista nublada por las lágrimas y sus propias emociones. Fue entonces que al verlo a los ojos este de repente los cerro. Eso provoco varias cosas, entre ellas el que Aizawa se ruborizara y sintiera un jalón bastante fuerte en la pelvis. Trato de mantenerse sereno ante todo, tener un contacto tan directo con las emociones desnudas de Yamada lo habían alterado — ¿Qué tienes ahora? — no tardó en comprender con ese silencio y ese rostro lloroso que Yamada tenía vergüenza de verlo a la cara. Puso una de sus manos sobre las suyas y ese gesto de súplica fue la gota que rebalso el vaso para él — No tienes que disculparte.

—A-Aceptaré todas las peticiones que me has hecho…pero no creas que voy a detener el resarcirme contigo…— Yamada se levantó manteniendo el porte y le dio un par de palmadas en el hombro antes de girar sobre sus talones e irse a su habitación de nuevo — E-Este día no existe… — dijo sorbiendo su nariz y abrazándose a si mismo — Pero aún así me iré de a dormir.. — dicho aquello antes de encerrarse en su cuarto dudando en hacerlo realmente Aizawa paso por su lado.

—Déjala abierta si quieres. Que duermas bien Mic..— había sonado como alguien que no albergaba ni una pizca de ningún tipo de resentimiento. Eso tranquilizo lo suficiente al rubio para hacerlo dormirse muy rápido y bastante profundo.

Para la media noche el policía se levantó para usar el baño e ir por un vaso de agua. Se asomó a la habitación de huéspedes y la postura que tenía el rubio de abrazarse a si mismo sobre el colchón le hizo tener otra de esas molestas punzadas en el pecho. Pensó en alguna solución que fuera eficiente y ayudará al rubio a sentirse bienvenido. Fue hasta su pequeño despacho que quedaba al fondo del departamento y sacó de un estante un enorme peluche con tema de gato. Era de sus favoritos por el diseño, el tamaño y el color, también era el más mullido que tenía y procuraba tenerlo en buenas condiciones. No creyó que su experimentó fuera a funcionar pero se sorprendió al ver que al intentar pasarle el peluche el rubio lo abrazo sin problemas. La expresión de su rostro cambio a una menos tensa y eso también tranquilizo a Aizawa. Recordaba aquella vez en ese único festival al que asistió con el de ojos verdes y lo emocionado que este estaba por haber ganado un peluche barato en un juego. Esa faceta infantil y tierna impropia de alguien de su género y edad le pareció lo más adorable del planeta. Sintió que estaba en presencia de algo especial y pronto se dio cuenta de que el Hizashi que él conoció era el auténtico y él que convivía con otros, aunque sonriera mucho más con ellos y después más nunca lo hiciera en su presencia era solo la parte socialmente adaptable. No había casi nada de su personalidad real en presencia de esos grupos, solo pequeñas piezas previamente moldeadas. Así que sabía sin ninguna duda que a Yamada le gustaría tener ese peluche en su poder.

Al amanecer siguiente Aizawa supo que sería un segundo día de interacción con su nuevo compañero de piso bastante particular. Tuvo que evitar reprimir una risilla maliciosa y a la vez enternecida al ver a Yamada salir de su habitación abrazando al gato de felpa como si la vida entera dependiera de ello. Una vez más se encontraba hablando por teléfono y maldecía que ninguno de sus colegas se dignara a solventar las dudas de Keigo y en cambio también lo estuvieran llamando ya que no estaba presente en su puesto de trabajo y no podían molestarlo directamente. Por increíble que pudiera sonar Aizawa ya había notado un poco raro el comportamiento del rubio, de cierta forma no estaba siendo el mismo y se preguntaba si sería culpa de la fiebre. El de ojos verdes había dejado el peluche en la sala, se había metido en el baño y para cuando salió después de un rato relativamente largo, lo primero que hizo fue desplomarse en el sofá agarrando fuertemente al gato de felpa y quedando en una posición que prometía que se quedaría dormido sentado y sobre el peluche.

—¿Cómo te sientes? — Aizawa se acuclillo frente a él y sonrió un poco al ver la expresión pacífica del rubio.

—… Bien — había sonado aletargado pero muy feliz por alguna razón. El moreno decidió ir por sus medicamentos y por el termómetro. Estaba casi seguro de que el rubio tenía el sueño tan pesado que ni se daba cuenta cuando lo despertaba para darle sus medicinas puntualmente. Apenas regreso le metió el termómetro bajó la lengua, le sorprendía lo dócil que estaba. Espero el tiempo pertinente y lo revisó, frunció el seño al ver lo que ponía y se preguntaba si en serio le acababan de mentir en la cara de forma campante. Porque no podía creerlo.

— Sigue marcando 38 ..

—Pero me siento mejor.. — volvió a decir mientras abrazaba con más fuerza al gato.

—Bien… debes tener hambre entonces. Te traeré tú comida.

—Tranquilo no hace falta.. — Aizawa parpadeo confundido, obviamente estaba igual o peor que el día anterior con la condenada fiebre y además tenía pérdida de apetito y aún así insistía en que estaba bien.

—Mic, estas tomando muchas medicinas no es bueno consumirlas con el estómago vacío ¿Lo sabes no?

—Mmm… — se quejó un poco y luego enfocó a Aizawa, sus enormes ojos verdes se veían vidriosos y llenos de emociones era como ver a un niño berrinchudo. — ¿Hay comida para mi gato también? — le dijo al tiempo que hundía la barbilla en el peluche y lo veía tristemente.

—Claro, por supuesto. — haría todo con tal de verlo alimentarse. Así tuviera que seguirle la corriente.

—¿Comes con nosotros? — se veía notablemente más animado.

—Eh, yo desayune hace un rato. No te preocupes.

—Entonces no. Solo dale algo a mi amigo y yo seguiré durmiendo.. — declaró y se veía totalmente seguro en su decisión. Aizawa no pudo sino suspirar resignado.

—Esta bien, comeré algo contigo si con eso pruebas algo de bocado.. — se levantó y empezó a caminar hasta la cocina, no había dado cuatro pasos cuando escucho algo a sus espaldas.

Yupi.. — le dijo con un tonito odioso y repelente que Aizawa reconoció de inmediato. Sonaba como al Yamada de siempre. Volteo y lo encontró en la posición donde lo dejó. Decidió ignorarlo por el momento y le trajo un par de sandwiches, tuvo que tomar uno y comerlo junto a él y traer tres vasos de leche en lugar de dos porque según Hizashi su gato tenía sed. Lo vio comer desganado y viendo a otro lado todo el tiempo.

—Veo que se ha desinflamado bastante tu mejilla. Debes estar feliz.

—Ujum… — fue todo la respuesta que recibió. Ahora que el policía lo veía mejor, parecía bastante ido y muy debilitado — Esto debe ser muy incómodo para ti.. — de la nada como todo lo que parecía venir de Yamada este soltó aquel comentario.

—En lo absoluto.

—No seré una carga por mucho tiempo, solo deja que me quiten estos puntos y saldré de aquí.. — parecía querer mediar la situación y regatear su posición. — Al cuarto día seré una molestia muy grande. Se como es eso.. así que mejor no te acostumbres a mi.. — sorbió la nariz de forma disimulada y Aizawa pudo jurar que sus ojos siempre tan expresivos se veían sin vida.

—Si te tiene preocupado el dinero. No debería. Vivo solo y ganó lo suficiente para alimentar a una familia de cuatro personas desde hace diez años. Y como podrás ver no derrochó dinero.. — el departamento de Aizawa era la mejor evidencia de que este era minimalista. — Tengo bastante ahorrado. Se siente bien gastar en alguien más para variar.. — le dijo con toda la sinceridad que pudo y trató de sonreír. Solo se ganó un largo y pesado suspiro de parte del otro.

—No creo que entiendas..

—No, tú eres el que no entiende. — Yamada lo vio impresionado y Aizawa tenia una sonrisa congelada e increíblemente falsa en la cara hasta le provocó escalofríos a su convaleciente invitado— Te ves a ti mismo como una molestia y como una carga y obviamente tienes un puto cargo se conciencia por cosas absurdas que para mí no tienen la menor importancia. — sintiendo que su poca paciencia se había desintegrado ni siquiera sintió culpa al expresarse tal y como le era natural — Escucha puedes y vas a quedarte aquí el tiempo que sea necesario. Eres un ser humano no una cosa prescindible. Así que mejor madura y admite que no tienes las herramientas para sobrevivir tú solo por el momento… y que tienes un problema bastante serio con la administración de tu dinero. El primer paso para superarlo es aceptar que tienes un problem- — se vio interrumpido por un lapsus de valentía de parte del contrario quien encontró suficiente fuerza para alzar la voz.

—¡T-Tal vez para ti no signifique nada pero para mí si! Y-Yo…lo … y-yo…— empezó a limpiarse las lágrimas con la manga de la camisa de forma furiosa y copiosa — M-mi c-comportamiento.. no tuvo e-excusas. Y-Yo… no se como f-fui tan t-tonto y… tú…¡Tu estas mal de la cabeza! ¡¿Por qué haces tanto por mi?!

—Porque eres mi amigo y me importas..— Aizawa vio como Yamada se levantaba tomaba el peluche lleno de ira y se encerraba esta vez de verdad en su habitación. No le quedó otra opción que caminar hasta la puerta y sentarse en el suelo dándole la espalda — Mic.

Déjame en paz.

—Lamento haber tenido que decirte todo eso en tú estado…pero no vi más opciones.

¡Claro que no! ¡Eres demasiado brusco y sincero! ¡Te importa poco lo que los demás piensan de ti y solamente hablas lo que se te viene a la cabeza…! ¡A los demás nos cuesta hacerle frente a nuestras emociones! ¡¿Sabes?!

—¿Sirve de algo decirte que no te guardo ningún rencor? — había bastante silencio del otro lado de la puerta — ¿Podrías solo decirme cómo te sientes? Antes no te costaba nada hacerlo. Siempre me lo decías sin que te preguntara…— lo cual siempre era inoportuno y molesto pero de cierta forma agradable— …extraño mucho eso de ti…solo quiero que sepas que me preocupa mucho tú salud mental y emocional…— Aizawa se levantó al sentir que la puerta se abría y solo pudo ver la mitad del rostro de Yamada asomándose. Lo veía lleno de rabia y como queriendo asesinarlo. Estaba haciendo una rabieta impropia de su edad. Comportándose de forma escandalosa para alguien a quien le habían brindado ayuda en tiempo de necesidad y Aizawa solo podía pensar en lo lindo y malditamente adorable que se le hacia todo ese teatro. Por un momento quiso entrar y sostenerlo en contra de su voluntad de ser necesario y que se desahogara todo lo que quisiera con él. Sentía el extraño impulso de querer recibir todo su dolor y aplacarlo.

—¿Qué estas insinuando? — le reto el rubio quien perdía toda seriedad al estar abrazando ese enorme peluche.

—Insistió en que el tú normal me habría dado un monólogo dramático sobre lo que siente y piensa y lo que opina de mi. Ahora mismo te desconozco.. — dicho aquello volvieron a cerrarle la puerta en la cara.

Pasaron cerca de cinco horas para que Yamada saliera de su habitación de nuevo. Aizawa estaba bastante decaído después de todo lo que había ocurrido, pero todos sus ánimos volvieron al ver al rubio salir e ir donde estaba él dando fuertes pasos y sin decirle nada. Al levantarse del sofá el policía no pudo dar más de dos pasos ya que se vio a si mismo atrapado en un feroz abrazo. El rubio estaba aferrado a él y temblando como una hoja a merced del viento. El Moreno no pudo evitar sonreír y corresponderle. Se sentía aliviado de verlo actuar normalmente. Lo mejor era darle su espacio a su nuevo compañero de piso y dejar que se adaptará de nuevo a él a su ritmo. Tal parecía que había tanto que este deseaba decirle que la mayor parte eran balbuceos dolorosos y lágrimas llenas de desesperación. La relación con el rubio nunca fue normal. Nunca fue lo común entre dos varones, no había necesidad de forzar límites socialmente aceptados. Normalmente Yamada hacia lo primero que sentía y Aizawa estaba ahí para recibirlo en silencio tal y como en ese momento. Aunque tenía que admitir que gracias a la fiebre, lo drogado que estaba y todo lo que de seguro había pasado en su vida antes y después del incidente que lo llevó a vivir bajo el mismo techo que él habían sido suficientes detonantes para que explotara de aquella forma. Hubo que sentarlo con cuidado y dejar que lo abrazara y mojara su camisa con sus sollozos. Se aferraba a él como si fuera una tabla en medio del océano. Aizawa se sintió realmente mal y se cuestionó su propia salud mental cuando deliberadamente se vio a si mismo sintiendo paz y una gran alegría solo de tener al otro entre sus brazos confiándole sus sentimientos, podría quedarse en esa posición para siempre pero luego de varios minutos así: Era imperativo que Yamada lo soltara o sabría como ocultar su sonrojo. Cuando este estuvo más calmado ya no hablaba en ese idioma ininteligible lleno de hipidos, que seguramente fueron disculpas muy bien planteadas pero no las entendió en lo absoluto.

—¿Mejor? — el de ojos verdes solo asintió y por primera vez en ocho años Aizawa por fin sintió que la conexión con este había regresado y la incomodidad entre ellos se había ido.

—Debo lucir patético.. — dijo el tiempo que se limpiaba el rostro con la manga del suéter prestado que cargaba puesto.

—Luces como alguien que tiene que tomar su medicamento de la tarde.. — Yamada se puso azul del asco y comenzó a suplicarle

—Ya no más por favor..— esa cara que había puesto debía ser lo mejor del día definitivamente.

—Es tú castigo por meterte en ese tipo de peleas..— le sonrió de lado y luego fue por todo lo que necesitaba y eso también incluía el termómetro de nuevo. Grande fue su alivio al ver lo que ahora marcaba — 37 y medio. Bien esta empezando a bajar..

—Eh, sabes… — Aizawa vio curioso a su invitado y este tenía una ceja tiritando y su rostro se veía aún más rojo, o quizá fuera su imaginación ya que el termómetro le acaba a de decir lo contrario a lo que veía — Puedo tomar mi propia temperatura… — el rubio se froto el cuello y lo vio algo apenado. Le dedicó una sonrisa y Aizawa sintió su rostro incendiarse. Había estado tan ocupado estando al pendiente de que Yamada no le hiciera desplantes y colaborara que lo había estado atendiendo como si fuera un niño o quizá un invalidó. Cuando era un adulto de su misma edad con ambas manos sanas y bastante capacidad. — ¡D-Digo! Aprecio mucho tú preocupación. Se nota que te puse tensó con mis heridas y comportamiento… solo lo mencione porque..

—Ah, claro… a la próxima dejaré que lo hagas tú.. — sabiendo que no tenía buenas excusas que darle a Yamada dejó el tema así y trató de actuar normal. No iba a decirle que estaba a gusto atendiéndolo personalmente.

Más tarde aquella noche estaban sentados uno junto al otro en el sofá. Aizawa había ordenado comida a domicilio y el rubio estuvo increíblemente feliz de ver un balde de pollo frito frente a sus ojos siéndole ofrecido.

—¡Increíble! — bramo Yamada antes de zamparse todas las piezas que pudo. Estaba de mucho mejor humor, su fiebre ya estaba en solo 37 y se sentía muy bien después de otra ducha caliente. Esta vez se había lavado el cabello y ese tema tenía muy curioso a Aizawa. Lo bueno fue que logró encontrar el secador de cabello del rubio fácilmente entre sus cosas. — No pensé que recordaras que adoro el pollo frito… — le había dicho con una enorme sonrisa. — Y… creo que no te he agradecido por prestarme este gato de peluche.. — hizo una pausa para apreciarlo ya que estaba sentado al lado suyo entre él y Aizawa.

—Tengo buena memoria y no te ocupes. Es bueno ver que te gustara.

—No puedo verte comprando un peluche como este, por mucho que adores a los gatos… ¿Cuál es su historia? — lo veía curioso en demasía.

—Fue un regalo de alguien especial.. — le dijo al tiempo que terminaba un muslo de pollo y depositaba el hueso en un plato aparte — ¿Cuál es la historia detrás de ese cabello?

—¿Qué tiene mi cabello?

—Siempre quise preguntar porque te lo dejaste crecer tanto.. — le dijo con toda sinceridad con una mirada exánime.

—¿Qué no es obvio? ¡Me queda fenomenal! — su tono se estaba volviendo más jovial y egocéntrico para alivio general — ¿Y el tuyo que?

—Flojera de cortarlo… — la respuesta había sido tan carente de brillo, drama o transfondo que Yamada sintió que le arrojaron un balde de agua helada — Debes gastar mucho en él… — desde su posición se veía muy sano y suave, era una melena rubia bastante provocativa. Aunque ni estando en drogas le iba a decir que en serio lo hacía ver bastante atractivo.

—Solo lo justo.. — era extraño estar de nuevo compartiendo tiempo de calidad y sería mejor que fuera acostumbrándose ya que ahora no sabía por cuanto tiempo iba a estar ahí. — Me siento tan estúpido al preguntarte esto… pero… ¿Cómo has estado? — había sonado genuinamente interesado también arrepentido de no haber indagado en eso antes. La pregunta había tomado a Aizawa por sorpresa — Ya sabes… estos años… — se tomó su tiempo para tragar duro y respirar profundo. No quería volver a llorar le era muy humillante.

—Bastante bien debo decir.. — al moreno no se le venía suficiente información suya que brindar — Cuando me conociste era Oficial. Ya te había dicho que actualmente soy Sargento. Va todo bastante bien… termine en algunas ocasiones en el hospital producto de enfrentamientos violentos. Nada grave… cada día es totalmente diferente y doy gracias de poder estar vivo y ayudar a quienes pueda.. — esas palabras habían tenido un enorme impacto en el rubio. Encendiendo alertas que no habían prendido en su cerebro en varios años. Por alguna razón sentía que Aizawa no le estaba diciendo toda la verdad. Aunque este no iba a decirle que era un policía demasiado productivo. Al punto de haber usado brutalidad policial contra criminales en el pasado y que por obra y gracia de Dios y de su jefe no había terminado en tribunales en varias ocasiones por lisiar de por vida o deliberadamente casi asesinar a algunos que terminó arrestando, suerte que todo fuera en defensa propia y que los heridos fueran peor que escoria. Tuvo que estar bajo terapia de control de la ira dos años y también había aprobado casi todos los exámenes físicos requeridos para entrar al ejército. Tenía una licencia de francotirador y entre otros, y un título en boxeo y era cinta negra en kung fu. Y ni hablar de esa vez que le habían hecho aquella oferta para ser guardaespaldas de un jefe de la Yakuza. Todo porque varios ex compañeros de Academia habían torcido su camino y habían tenido la desfachatez de recomendarlo a sus jefes. Siempre era bueno tener comprada a la policía aunque a él lo dejaron en paz después de un tiempo pero hubo que mover influencias con el Gobernador para lograrlo. Tenía una adicción peligrosa por la adrenalina y hacia lo posible para mitigarla.

—Ah si… — el rubio intento que no descubriera el sarcasmo en su voz. Puede que ignorara casi todos los detalles pero Aizawa era bastante popular en el estado. — Bueno me alegra oírlo… no quiero sonar entrometido pero francamente esperaba saber de la existencia de una Señora Aizawa a estas alturas… siempre pensé que eras el tipo de hombre que tiene su vida arreglada y de hecho la tienes.

—Suerte que no la hay. No podrías estar aquí ahora.. — ante el rostro de impresión exagerada del rubio que gritaba mierda es verdad Aizawa no pudo evitar reírse de su expresión.

—Ya me preguntaba cuando ibas a empezar con tú humor negro y comentarios ácidos..

—¿Y vas a hablar de ti? — fue directo al grano — Sería elocuente de tu parte contarme como te ha tratado la vida pero si no te sientes preparado. No hay prisa.. — Aizawa se levantó del sofá para sorpresa del rubio — Mañana solo podre estar aquí medio día. Tengo que volver a la oficina por un tema importante y debo levantarme temprano. Volveré en la tarde..— el otro entendió que se estaba despidiendo pues se iría a dormir — ¿Estarás bien tú solo?

—¿Por quien me tomas? — le dijo alzando una ceja. Y el otro solo le sonrió y se fue directo a su habitación.

Antes de irse a la mañana siguiente Aizawa se tomó el tiempo de ponerle agua a las rosas que adornaban la sala. Las detallo y no se fue sin antes tomar una, oler su perfume y antes de depositarla de vuelta con las demás le había dado un pequeño y muy disimulado beso a los pétalos. Sentía más paz en su alma al hacer aquello, sabía que no iba a poder transmitirle nada a su misterioso admirador o a fin de cuentas admiradora haciendo eso. Pero el placebo le ayudaba a mantener un poco la cordura con respecto a ese tema. Sin más se dirigió a la cocina y le dejó una nota al rubio diciéndole que era libre de pedir algo de comida a domicilio y que le guardara un poco, le dejó varios números que tenía de restaurantes de confianza y dinero en efectivo. Recordó algo fugazmente y se acero a la alacena, todavía tenía de los chocolates que le habían enviado con las flores y decidió que le regalaría una tableta a su compañero de piso. Se fue creyendo que había hecho todo aquello en la clandestinidad y nunca supo que un par de ojos verdes habían estado clavados en su espalda hasta que se fue de su hogar.

Fue en ese momento que Yamada apretó fuertemente el peluche entre sus brazos y empezó a temblar sin control. Al verse libre de la vigilancia del moreno se permitió llorar a gusto y dejarse caer al suelo sin restricciones. Respiraba con dificultad y no podía salir de su eufórico estado. Estaba feliz, estaba triste, emocionado pero sobre todo estaba aterrado hasta la médula. No sabía decir si estaba en su peor pesadilla o si era un sueño hecho realidad. Por fin estaba reparando los lazos que rompió con Aizawa pero nunca espero que se diera de esa manera tan drástica y definitiva. No espero que lo echaran tan pronto y en esas circunstancias de su departamento. No espero estar bajo el amparo del policía y muchísimo menos espero ver lo que acaba de acontecer frente a sus ojos. Sintió un rayo atravesar su pecho al ver al moreno besar esa rosa. Había sentido vértigo y pánico cuando despertó con ese peluche entre brazos y casi no podía dar crédito a su razón sobre cómo había mantenido la compostura cuando Aizawa se refería al remitente de los regalos que tenía. Especial eso había dicho. No fue su imaginación, él moreno había tachado de especial a una persona que ni siquiera ubicaba en su día a día. El rubio se levantó a tientas del suelo y salió a buscar algo que debía ocultar de Aizawa a como diera lugar, este se había ofrecido a ayudarlo con sus pertenencias y si no quería lucir como uno de los sospechosos que este investigaba debía eliminar la evidencia, pero antes de eso la curiosidad le ganó por completo. No podía seguir reprimiendo el impulso de entrar en la habitación de Aizawa y en el despacho que tenía al fondo. Había cosas que estaba muriendo por comprobar, entró primero al dormitorio y aunque buscó por un buen rato no encontró nada de lo que pensó hallar ahí. Terminó dirigiendo sus pasos al despacho y le sorprendió todo lo que vio dentro. Sus ojos se dilataron de la sorpresa al ver el estante lleno de muñecos de felpa. Todos lucían perfectamente cuidados y puestos cada uno en un sitio con amor. No había una sola partícula de polvo en ellos. Abrió una de las gavetas del mueble y encontró ocho cartas unidas por una liga de goma y bellamente conservadas junto a frascos vacíos de colonias masculinas, también encontró libros en ese estante y todo tipo de pequeños detalles que evidenciaban que todo aquello era una pequeña y muy preciada colección de regalos y restos de ellos. Había un hueco entre los peluches donde suponía había estado el que traía en brazos hasta hace poco.

Yamada no soporto estar ahí más tiempo y salió disparado fuera de la habitación. El corazón le latía a mil por hora y casi podía sentir que su fiebre regresaba aunque no era la fiebre precisamente, era un sonrojo explosivo y totalmente agresivo que amenazaba hasta con abrir llagas en sus mejillas. Estaba conmocionado hasta los huesos y no sabía si podía seguir aparentando indolencia, frialdad y total normalidad entre él y Aizawa. No ahora que podía confirmar con sus propios ojos que todas aquellas cosas no habían terminado en algún contenedor de basura o en casa de alguien más solo para desligarse de ellas. Sentía su corazón entre sus manos buscando que lo escondiera lo más rápido posible y que nunca le dijera al moreno sobre lo que realmente sentía. Vio al peluche en sus brazos y lo vio lleno de un nostálgico cariño.

Lo había conservado. Había conservado todo lo que alguna vez le había enviado. Aizawa había guardado con cariño todos esos obsequios que tuvo que sudar sangre para poder pagar y llorarla también para juntar el valor cada año y enviarlo todo al lugar de trabajo del policía. Siempre fue una manera de desahogarse y permitirse soñar. De seguir adelante y de no dejar morir sus sentimientos. Nunca quiso saber si este alguna vez llegó a quedarse con nada de lo que había visto hace unos instantes pero ahora que lo sabía, de la misma forma en la que una poderosa y esperanzadora luz lo había casi revivido, la realidad le había clavado un puñal buscando desangrarlo una vez más. Si, el moreno había dicho que esos obsequios vinieron de una persona especial. Pero seguramente este creía que esa persona era una mujer y solo por eso se tomaba esas molestias. Ahora menos que nunca podría si quiera darle una pista de que era él quien lo amaba con toda su alma en secreto. De saberlo seguramente no sólo lo mandaría a patadas a la calle sino que desecharía todo sin miramientos. Había puesto un enorme pedazo de su corazón en cada presente que le envió y sentía de cierta forma que tenían vida. Su vida para ser precisos y no quería ser lanzado de nuevo a la basura como tantas veces habían hecho con él de tantas formas diferentes. Si había un lugar donde podía sepultar una parte de si mismo y que esta descansara en paz sin dudas era ahí bajo ese techo. Tenía varias horas para calmarse y poner todos pensamientos en orden y no demostrarle a Shōta lo afectado que lo tenían esos descubrimientos, incluso podía aparentar que se quedó dormido hasta tarde. Así que mientras no hubiera nadie más ahí, aprovecharía de llorar y de sacar todo su dolor en privado, pero sólo pudo desear con todas sus fuerzas que Aizawa estuviera ahí reconfortándolo como el día anterior. Una mezcla enloquecedora de dolor y alivio iba y venía. Dolor por lo que no podía tener y alivio por el recuerdo del moreno. Dos emociones opuestas viniendo de la misma fuente, una y otra y otra vez. Así era tener que tratar con Aizawa para él. Poco a poco el dolor fue cediendo a medida que caía en conciencia de que lo que realmente le importaba era saber que las cosas que le mando nunca fueron desechadas.

Mientras tanto aquella mañana en el cuartel de policía todos los elementos que se encontraban ese día en sus puestos de trabajo habían notado un fenómeno extraño en la atmósfera. Nadie podía explicar que era lo que estaba diferente pero todos lo sentían. Era como una especie de perturbación en la fuerza. Unos revisaban si se debía a que el café o el azúcar fueran de otra marca. Preguntaron al conserje si había limpiando con otro tipo de desinfectante para pisos. Revisaron la temperatura a la que estaba puesto el aire acondicionado. Miles de pequeños factores fueron revisados y ninguno era el causante de esa vibra rara que a todos tenía jodidamente nerviosos. Y no por las razones por las cuales la gente normal estaría nerviosa, sino que había una extraña paz reinando en el sitio. Era como si un velo de tensión permanente entre ellos se hubiera esfumado y nada de eso tenia lógica.

Aunque todos habían estado chismeando entre ellos que podía ser, ninguno había dado con la respuesta. Y aunque todo estuviera igual que siempre definitivamente algo pasaba para que todos lo sintieran. Fue en ese momento donde ya todos se habían rendido que se escucho el sonido de alguien tropezando contra otra persona en el pasillo y el estruendo de cientos de papeles caer al suelo.

—¡Lo siento mucho Aizawa-san! — Hawks estaba tratando de recoger todo el papel al que estuvo sacándole copia, había chocado contra su superior por estar tarareando alguna canción y andar en la luna y por no prestar atención a su entorno. El pasillo era inmenso y había chocado contra la otra única persona en movimiento en el y eso solo significaba que Keigo era un distraído de primera categoría. Este esperaba que Aizawa le dijera de mocoso pendejo para abajo o algo peor pero para su sorpresa este solo le ayudó a recoger todo y se lo pasó amablemente. Luego se fue al gimnasio sin mediar palabra con nadie. Todos los presentes descubrieron que era lo extraño en la oficina ese día como si hubiesen tenido una Epifanía colectiva. —Eh, Aizawa-san esta de buen humor hoy ¿No es así?

—Ahora que lo pienso. Hoy me prestó para pagar la gasolina de mi motocicleta.. — comentó Fatgum poniendo una pose pensativa. —Generalmente me critica mi mala gestión del dinero y nunca me presta…— de hecho aunque sabía que le dirían que no, había preguntado igualmente porque había cierta emoción en el hecho de fastidiar a Aizawa, nunca espero que le dijeran que si — Lo dije en broma pero me prestó de todas formas.

—¿El tacaño más grande de esta unidad te presto dinero? — El apodado Beast Jeans no podía creerlo y mientras hablaba se peinaba con sus manos — Bueno, ya decía yo que aspirar tanto de mi fijador me estaba empezando a afectar pero veo que no fue mi imaginación entonces. Esta mañana él entró al baño cuando yo iba saliendo de mi retoque capilar justamente y no me insulto por dejar el baño lleno de químicos como cada mañana..

—¡A mi me dejó comerme el último brownie! — exclamó Kamui sintiéndose respaldado por sus compañeros. Ahora podía gritar lo que tanto había querido aquel día sin que le dijeran que era un mentiroso.

—¿Don adicción al chocolate te dejo comértelo? La última vez que trate de llevarme el último me torció la muñeca.. — Egdeshot permanecía entre las sombras siempre pero tenía que aportar algo a la conversación — Todo esto me huele mal.. — justo en ese momento alguien venía entrando por la puerta principal, este alguien acaparó las miradas de todos los demás gracias a su imponente presencia aunque era bastante molesta también.

—¡Kamui! ¡¿Serias tan gentil de ir por mi casco a nuestra oficina?! — Vlad King era un hombre bien conocido por su rivalidad autoproclamada contra Aizawa y por su conducta escandalosa. Nadie lo esperaba ahí puesto que acababa de supuestamente irse a patrullar hace menos de tres minutos.

—Has estado evitando entrar hoy al cuartel ¿Qué diablos te ocurre? — el mencionado tenía que enterarse de que ocurría antes de ir por el mentando casco.

—¡Aizawa esta planeando algo en mi contra eso ocurre! — bramo bastante seguro y hasta de cierta forma aterrado — ¡Esta mañana le grite porque andaba en las nubes y en vez de ignorarme o devolverme el insulto se echo a reír! ¡JAMAS DESDE QUE LLEGÓ A ESTA OFICINA SE HABÍA REÍDO EN MI PRESENCIA! Así que debe estar planeado algo… me va a devolver las jugarretas de la novatada que le hice hace diez años estoy seguro de que ha esperado maquiavélicamente todo este tiempo a que bajara la guardia… — el conspiranoico de Vlad se ganó las miradas de pena ajena de todos los presentes pero de igual forma él tenia un punto. Aizawa estaba de buen humor y con eso su sed de violencia y su aura naturalmente sería y amenazante se había aplacado. Para locura de todos los presentes más tarde cuando este dejó el cuartel después de reventar un saco de boxeo en el gimnasio y salir limpio de las duchas muchos olieron la estela de perfume que dejó detrás. También se veía mejor combinado en su vestimenta que lo que vendría siendo usualmente en él. Y dado que hablaban del sujeto que una vez fue a trabajar con la ropa llena de manchas de pintura blanca en aceite porque estaba pintando su departamento y alegaba que no le pagaban por como se veía sino por la cantidad de problemas que resolvía nadie y pudo decirle nada era un suceso más allá de lo impresionante. Esa más esa vez tuvieron que amordazar a Beast Jeans y mandarlo a patrullar para que dejará de intentar emboscar a Aizawa para peinarlo y hacer que se cambiará a la fuerza porque su desorden obsesivo compulsivo de la imagen personal consideraba al moreno una amenaza. Y ahora de la nada andaba por la vida mejor parecido y el cambio aunque sutil debían admitir que le favorecía bastante.

Cuando Aizawa regresó a su departamento la cortina negra de oscuridad en sus ojos cayó desplomada al suelo dándole brillo a sus pupilas. Fue casi como haber mudado de piel y de vida al mismo tiempo. Afuera quedaba lo que conocía y dentro de su hogar había una nueva realidad. Sintió el corazón acelerarse y las mejillas calentarse un poco y justo cuando se estaba preguntando que demonios le ocurría para sentirse así de repente, una melodía encanto sus oídos y lo distrajo. En un principio pensó que era la radio pero se encontró de frente con Yamada sentado en el sillón reclinable del otro lado de la habitación viendo por la ventana y para su sorpresa cargaba un violín entre las manos y estaba tocando de forma melancólica y pausada. Su rostro mostraba quejidos profundos de dolor. Era una escena tan irreal que el policía pensó que debía estar soñando todo eso. Solo sabía que su corazón estaba agitado y por primera vez su departamento lo recibió con alegría aunque irónicamente la atmósfera era un poco funesta.

—¿Mmm? — Yamada se percató de su presencia y pego un ligero brinco al verlo de pie a unos metros suyo — ¡Ah! ¡H-Hola! ¿Cómo te fue en el trabajo? — ahora se reía de forma nerviosa y Aizawa por un breve momento deseo escuchar un bienvenido de su parte. Aunque eso no tenía razón de ser. No manejaban términos tan familiares entre ellos — ¿Tienes mucho tiempo ahí? Que vergüenza.. — se veía francamente ridiculizado hasta el punto de hacerlo gracioso.

—Todo en orden — dijo refiriéndose a la pregunta que le hicieron— No sabía que tocaras el violín.. — le sonrió de lado y se sentó a una distancia pertinente del rubio — Me impresionas.. — entre todo el galimatías mental que cargaba estaba disimulando muy bien su asombro. Estaría con la cara de circunspección más grande de todas si no fuera por su carácter bien desarrollado para ese tipo de situaciones imprevistas. Ver al rubio tocando había revolucionado su visión de este en miles de formas y ahora veía que solo conocía una minúscula parte de su vecino. Un mundo de posibilidades se habría ante él.

—Puede que toque un poco, pero lo correcto sería decir que llevó un par de horas desentonando en tu sillón.. No sabía que fracturarse las costillas dificultaría tanto esto.. — veía su instrumento con reproche y algo de tristeza mezclaba con enojo y afán — Es increíble pero todas mis cosas fueron amontonadas unas sobre otras. Una suerte que pusieron mi violín a lo último… me alegra que no sufriera daños.

—Ya somos dos. — por alguna razón necesitaba hacer conversación con Hizashi y el mismo se lo cuestionaba a él no le estaba hablar demasiado, pero junto al de ojos verdes sentía que había sido liberado de algún votó de silencio— Por lo que veo entonces terminaste tu carrera… — la expresión de Yamada denotaba nostalgia de varios tipos — ¿Tocas alguna otra cosa? — Hizashi lo vio con esa mezquindad que ya le nacía puramente por inercia al tratar con el moreno. Al recapacitar en lo que hacia sintió una puñalada de dolor cuando vio el rostro de Aizawa perder algo de luminosidad. Este se veía dolido. Fue entonces cuando el rubio pensó que quizá el moreno nunca no le había querido demostrar que lo había lastimado con su indiferencia y trató por tantos años. Ahora que finalmente se lo cuestionaba solo pudo ponerse a sudar frío lleno de arrepentimiento. — Lo lamento.. — al oírlo decir eso Yamada no pudo sino volver a quebrarse.

—T-Toco t-también el p-piano, e-el C-Chelo, y el s-saxofón.. — mencionó entre una sonrisa forzada y un rostro lleno de lágrimas que secaba con rudeza de su rostro — Perdóname tú a mi, aun no me acostumbro… tú solo quieres ser amable y yo la sigo.. ¿Mm? — Aizawa lo había detenido de su acción al darse cuenta de que se estaba lastimando la mejilla herida y algo de sangre volvía a amenazar con salir. Había frenado su mano con cuidado y luego examinó su cara, sus ojos negros brillaban con preocupación.

—Todavía tienes algo de fiebre.. — le sonrió para calmarlo. — Ey, todo está bien Mic..— este le sonrió y el moreno volvió a sentarse esta vez mucho más cerca.—Bueno oficialmente acabas de sorprenderme dos veces en menos de cinco minutos y eso no es fácil de lograr ¿Tocabas en alguna parte? ¿Enseñabas música?

—Trabajo o bueno trabajaba en un taller mecánico. También una que otra vez cubro turno en el supermercado y cuando de verdad necesito dinero hago tatuajes en una tienda en el centro de la ciudad… — Aizawa se desconcertó gravemente. Sintió como si alguien hubiera entrado a su casa y le hubiese metido un puñetazo en la cara sin ningún tipo de escrúpulo. Sabía que cualquiera podía terminar haciendo algo diferente a lo que estudió. Pero nadie ponía tanto empeño en tocar tantos instrumentos para después hacer cualquier cosa solo porque si, su país apoyaba el talento y lo explotaba cada vez que se manifestaba. Aquello simplemente era un absurdo. — P-Pero no creas que siempre fue así sin más.. yo… — parecía estar dudoso de si hablar de aquello que era obvio que lo avergonzaba — Hace dos años que vengo teniendo estos problemas de dinero a estos extremos… antes me iba muy bien. Estaba planeado mudarme a una mejor zona, no lo había hecho antes por un problema similar que si pude solucionar a tiempo.. Estaba ejem.. — carraspeo y dejó de lado el violín en el suelo con cuidado y se acomodo mejor — Yo estaba saliendo con una chica mientras estudiaba. Fue poco después de que dejará de hablarte…— al decir aquello lo vio directamente a los ojos y Aizawa entendió una vez más que si fuera por Yamada este estaría con la frente pegada al piso pidiéndole perdón por mil días y mil noches sin detenerse, le hizo un gesto con la cabeza para que continuara — Trabajaba y estudiaba para pagarme todo. Así que cuando la conocí crei ilusamente que si la ayudaba a completar para sus estudios viviríamos juntos. Todo era muy bonito con ella. Pero cuando no me necesito más se fue sin darme explicaciones. Quedé endeudado y con media carrera por delante aún … logre estabilizarme por suerte y me ofrecieron un puesto que no pude rechazar... era un sueño hecho realidad me sentía en la cima…y fue entonces cuando conocí a otra mujer. Era todo lo contrario al mundo donde yo me desenvolvía y perdí casi todo mi capital invirtiendo en una empresa que ella me propuso. Intente no desplomarme pero ahora debía mucho más y… amigos en común con ella fueron los únicos que me ofrecieron trabajar medio tiempo en ese taller. Me quedé ahí y pronto… fui de trabajo en trabajo y codeándome cada vez más con este tipo de personas que ya conoces. Pensé que había aprendido de la primera experiencia pero… me gusto sentir que pertenecía a un círculo de amistades ..— suspiro y luego descubrió que ya no podía alzar el rostro, había obviado a propósito decirle a Aizawa que la depresión producto de añorar su compañía en secreto y saber que era imposible de lograr tuvo mucho que ver con querer desahogarse bebiendo o metiéndose en peleas marginales para sacar toda su frustración y también buscando comprar afecto en otros brazos que en lo personal no le llegaban a la sombra de los talones a Aizawa. Esos dos años conviviendo en plan de amigos fueron más románticos y lo llenaron más por dentro que cualquier aventura que tuvo después. Así de fuerte había sido la impresión. Descubrió que lo que amaba del moreno era todo su ser. Nadie lo igualaba y descubrió que lo que en este residía no se encontraba en ningún otro cuerpo masculino y tampoco femenino. Fue esa forma suya de quererlo tal y como era y de transmitirle tanto con una mirada y un par de palabras lo que lo atrajo ya que en principio nunca pensó que le gustaría otro tipo — El año pasado y este estaban siendo particularmente difíciles…. — aunque sabia que podía adelantar algo de la renta tenía tan poca estima por su propia vida a esas alturas que prefirió gastar en algo que lo inyectará de suficiente alegría para volver a tomar un segundo aire y salir adelante y eso fue comprar aquel arreglo floral que ahora lo veía desde la sala torturándolo igual que un cuervo negro que había entrado por su ventana. Recordándole una y otra vez que nunca más podría levantarse del suelo, estaba vencido y ahora no sabía si estaba perdido o lo habían encontrado — He estado recriminándome mucho tiempo por dejar lo que me apasionaba..

—Ese puesto que no podías rechazar… ¿De que trataba? — Yamada lo vio sin entender para su sorpresa Aizawa sonaba cálido y comprensivo. Aunque había algo detrás de esa aparente calma que lo tenía nervioso. — No quisiste decirlo directamente por algo ¿No es así? …

—Me… da algo de miedo imaginar que me dirás si te digo… — debía ser algo grande para estar asustado de que alguien que no fuera su padre lo fuera a regañar. — Pero bueno ya la he cagado bastante contigo. Creo que es justo que sepas lo mal que me ha ido en retribuciones. Actúe mal y merecía haber dejado ir ese puesto en la Filarmónica…

—¿FILARMÓNICA? — Hizashi se asustó de ese grito. Aizawa parecía pálido del tipo pálido enfermizo — ¿No sería la nacional o si? — sepulcral silencio— Mic, te acabo de hacer una pregunta… — más silencio. Y luego lo encaró con toda la fuerza que logró juntar.

—Si, en la nacional. No esperaba que lo supieras siempre me dijiste que no veías las noticias .. claro no es como si fuera demasiado famoso tampoco.. — lo decía todo humildemente y el moreno apenas podía procesar esa información — Debes pensar que soy un idiota.

—No.. — fue todo lo que le dijo y luego le ofreció una sonrisa — Y siempre supe que te habías alejado producto de algún tipo de presión social. Es decir soy policía, un aguafiestas por naturaleza para mucha gente.. — puso una mano en el hombro del contrario y trató de disminuir su carga — Deberías ver todo esto como una nueva oportunidad. Empezar de cero.. — Aizawa tenía que cambiar el tema lo más rápido posible. Estaba a punto de quebrarse también gracias a esa historia pero el no quería llorar, quería destrozar con sus puños algo hecho de concreto. Le llevaba de rabia y furia saber que el rubio estuvo saltando de sufrimiento en sufrimiento por tanto tiempo. — Son casi las cuatro de la tarde ¿Ya has comido?— dijo levantándose y yendo a la cocina.

—No tenía apetito. Pensé en que sería divertido cenar pizza juntos. — Aizawa iba a comentar algo parecido a estupendo adoro la pizza y fue cuando el primer paso en su nueva convivencia se manifestó.

—¿Te has tomado las pastillas con el estómago vacío? ¿Qué mierda te dije que hicieras?

—¡No va a pasarme nada no seas dramático!

—El maldito burro hablando de orejas..

—¡¿Qué me estas queriendo decir?!

—¡Que pareces sacado de la imaginación de Salvador Dali y te atreves a decirme dramático!

—¡Por lo menos no parezco anima en pena!

—Pena debería darte ese bigote.

—La envidia te va a matar.

—No quiero oír eso de alguien como tú. — sin ninguna pena empezó a comerse un trozo de pizza fría delante del rubio. Se le hizo demasiado chistoso ver al rubio ponerse rojo de la ira al ver que no se retractó del comentario ofensivo contra su estilo.

—¡SHŌTA DISCULPATE EN ESTE PRECISO INSTANTE! ¡MI BIGOTE ME QUEDA GENIAL Y LO SABES! ¡Y CALIENTA ESO ANTES DE TRAGARTELO!

—No.

Y de esa forma empezó un nuevo capítulo para ambos.