¡Hola! Ayer subí todos estos capítulos, pero resulta que no se veían bien (parece ser que no lo subí correctamente) así que los vuelvo a subir a lo largo de la tarde (esta vez espero que se vean correctamente) y lo siento por como se veían ayer: uso esto como experiencia para aprender a subir bien los documentos a partir de ahora.

P.D: Femmy ¡gracias por escribirme sobre esto!

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"Hola de nuevo, este capítulo me ha salido muy explicatorio, pero porque una vez empecé a escribir, me di cuenta de que si quería que se entendiese bien lo que iba a suceder en el futuro, era mejor tener varios capítulos en los que la trama política (que no va a ser la predominaría en la serie) tenga un poco más de protagonismo. En el capítulo se explica que sucede con los Sagrados 28 y aunque no se mete mucho en las leyes y todo eso, si que tiene mucho de ese contenido.

Aviso:

-Creo que es canon, pero he decidido alterar la relación de los padres de Hermione, y de momento no recuperarán la memoria, seguramente nunca lo hagan, sorry.

-Hermione quiero que se parezca más a la del libro que a la de las películas, porque me gustaba como tenía cosas buenas y malas a la vez, y sus faltas (muy fría y lógica, a veces actuaba un poco de manera cruel y ambiciosa… No como la de la película, a la que le dieron todas las cosas buenas de Ron y las suyas y olvidaron un poco los fallos de ella, que también eran importantes).

-Una de las cosas que más odio de esta saga en general, es como se trata a las chicas en ella: Lavender y Parvati reciben un odio estúpido por ser femeninas y no como Hermione, y el maltrato que se le hace al personaje de Fleur me parece ridículo. Y he decidido que en este fic no va a ser así: en este fic se respeta a todas las mujeres, y no se trata a Hermione y Ginny como mejores por "ser distintas y como las otras chicas" ya que eso considero es estúpido y sexista.

¡Espero que disfrutéis el capítulo!

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-No me parece justo Harry.- Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Hermione cuando el joven de 17 años le propuso la idea.

El chico esperaba esa respuesta por su parte, por lo que Hermione no se sorprendió cuando el joven no cedió tras lo que todos habrían supuesto, era una negativa.

-Necesito alejarme de aquí Herms. He luchado y he vencido, y ahora no… No sé qué hacer con mi vida después de esto.-

La confesión sí que sorprendió a la chica, pero mirando a los ojos de su amigo, no le extrañaba. El adolescente de 17 años que estaba enfrente de ella estaba roto, vacío y no parecía tener mucha más fuerza en sí mismo. El niño de 11 años dispuesto a la aventura y el chico de 15 años que había liderado una revolución no estaban por ninguna parte, y Hermione lo entendía. Una guerra, (y sobre todo la imagen de tu muerte y futura resurrección para Harry) era algo que muchos de ellos estaban lidiando, y Harry, cabeza de todos ellos, estaba agotado. Periodistas por cada esquina con sus preguntas incesantes sobre "¿Qué va a hacer ahora el Niño-Que-Sobrevivió?" ya eran bastante, pero Hermione sabía que también tenía que ver con Ginny.

Recordaba aún como hacía dos semanas Harry había ido a parar a su habitación en la casa de los Weasley y como la había abrazado por la noche, como un niño roto, mientras la susurraba lo que había sucedido.

-Ella es distinta Hermione. Luché tanto por salvarla de lo que yo iba a luchar que no me di cuenta al principio, pero ella se convirtió en lo que yo temía: un soldado de la guerra.-

Hermione tuvo que recordarle esa noche que mientras ellos habían estado cazando Horrocruxs y escondiéndose, ella había sido junto con Neville y Luna, los que habían llevado el peso de Hogwarts y habían sacado un ejército adelante. Casi se podía decir que ella fue más soldado en esa guerra que el propio Harry y ella. Después de unas cuantas lágrimas, habían dormido en la misma cama, como hacía tantos meses, en aquel tiempo en el que no sabían qué iba a suceder con el mundo.

Después de eso fue complicado seguir en la Madriguera, aunque ambos lo habían intentado el primer día. Ginny había estado tensa pero había tratado de hacérselo fácil a Harry, y Ron, aunque se encontraba entre la espada y la pared había sido cordial con su gran amigo, por mucho que le doliese su hermana.

Ron era otro punto en contra para que Hermione permaneciera en la casa, porque aunque sabía que seguían siendo amigos, la ruptura no había sentado bien a ninguno. Pero ella seguía convencida en que Ron necesitaba a alguien distinto a ella, alguien menos lógico, menos frío en cuanto a sus muestras de cariño.

Y así habían acabado los dos en Grimmauld Place, que si podía ser posible, estaba aún más decrépito y desolado que antes de la guerra. Desde que Kreacher había decidido mudarse a Hogwarts de manera indefinida nadie había mantenido la casa, y la ruina se empezaba a entrever entre los salones. A ninguno le había importado, demasiado aturdidos aún con la batalla y sus pérdidas y los dos se habían adentrado en la habitación de Sirius para dormir. Y casi por primera vez en meses, el uno al lado del otro, pudieron dormir sin pesadillas.

Y en esa primera semana en Grimmauld, fue donde Harry soltó su oferta. El lunes le había llegado una misiva de la ministra en funciones Hestia Jones, en la que ambos eran citados para dar testimonio de la guerra y hacer un par de reglas de emergencia en vista a lo sucedido. Ninguno se lo había pensado mucho y en menos de 24 horas las "Leyes y Excepciones de la Guerra" fueron creadas. Las leyes eran muy duras hacia los mortífagos, y aunque Harry y Ron se habían horrorizado hasta cierto punto, Ginny y Hermione fueron las más tajantes en aquellos castigos y leyes. Y ahí fue cuando el estatus de Harry como Lord Black entró en conflicto.

Como hijo de un Potter, el asiento de los Potter era suyo, y para evitar acumulación de poder, se había prohibido a los integrantes de dos casas tener los dos asientos, por lo que Harry tenía que deshacerse de su título de Lord Black. Cuando les habían terminado de explicar que sería esperado de un Lord, Harry solo quiso entregárselo a una persona: Hermione. Y eso había empezado una guerra entre los dos.

Hermione odiaba lo que la familia Black era y representaba. Su lema "Siempre puros" ya era bastante bofetada contra lo que ella era, pero encima si le sumaban el hecho de que salvo un par de integrantes de esa casa, todos ellos habrían querido matarla (uno de ellos casi lo había logrado) Hermione no tenía ninguna gana de representar a esa familia.

Fue sorprendentemente Ron quien la hizo cambiar de opinión. El joven se había mantenido callado durante toda la primera pelea de Harry y Hermione sobre el título, tomándose tranquilamente una cerveza de mantequilla, y justo cuando los dos parecían que iban a volver a empezar a gritarse, Ron se había levantado del sofá (que crujió y sacudió polvo a su alrededor) y les gritó que se callasen a los dos.

-No es por ser el que os recuerde que ninguno de vosotros tenéis ni idea de lo que es vivir en el mundo mágico. Pero ninguno de los dos tenéis ni idea de lo que habláis.-

Hermione fue a levantar la voz de nuevo, pero Ron no la dejó.

-¡Déjame hablar Herms! ¡Por una vez calla y escucha!- Nunca le habían visto tan indignado, y Hermione por primera vez vio el genio de la señora Weasley en el chico.

-Yo he vivido once años en una sociedad de la que vosotros conocéis el borde de ella. Conocéis Hogwarts y el prejuicio de allí y la magia que se enseña allí y todo lo que os han enseñado en el colegio, pero no sabéis lo que es vivir el día a día de la sociedad mágica. Harry, Hermione, ¿sabéis lo que es escuchar a tus padres hablar de legislaciones cada vez más duras pasadas por un gobierno regido por familias aristocráticas y sangrepuras que solo se preocupan en mejorar la vida de los suyos propios? ¿Tenéis idea de lo que es ver como por ser igualatorios con todos y ver más allá de la sangre, tu familia es condenada a la pobreza? No tenéis ni idea, porque para cuando os involucrasteis solo visteis el movimiento de Voldemort y a sus mortífagos. Y os creéis que solo porque ellos estén en Azkaban esto va a acabar. Os equivocáis, porque eso no empezó porque sí. Y Hermione si te niegas a coger ese título, va a ir a parar a las manos de cualquier elitista sangrepura que va a mantener las cosas como están y luego te preguntarás porqué la sociedad es tan injusta. Los dos tenéis un poder para cambiar las cosas que no estáis aprovechando, y sinceramente os debería dar vergüenza. Sobre todo a ti Hermione.- Y con eso, el chico se había ido de la casa, dejando a Harry y a Hermione con las palabras en la boca.

Muchos podían tachar a Ron Weasley de ser muchas cosas, pero sabía lo que tenía que decir para que sus dos amigos se replanteasen ciertas cosas. Y tanto Harry como ella se habían involucrado.

Hermione había aceptado el título tras una tarde en los archivos de leyes del Ministerio, en la que había descubierto que no solo Ron tenía razón, sino que el prejuicio iba mucho más integrado de lo que ella había pensado en un principio. Las leyes del momento protegían a los sangrepuras e impedían que cualquier mestizo o nacido de muggles llegara a nada en la vida, salvo muy contadas excepciones. Hermione también descubrió esa tarde que o Dumbledore no había sido tan bueno como Harry suponía, o tantas responsabilidades a su cargo le habían hecho no fijarse en los cambios en la política. Muchas de las leyes pasadas tenían que haber sido discutidas con él presente, pero en muchos de los documentos se le mostraba como ausente de sus funciones, por estar como director en Hogwarts, y por culpa de eso, Hermione estaba segura, mucha gente que podía haberse negado, habían dejado el voto en blanco.

El sistema de gobierno era complejo, Hermione no lo negaba, pero no era difícil de comprender. El Wizengamot era el gobierno, compuesto por 50 asientos más el Ministro y el jefe de Magos, que votaban y decidían las leyes de a ciudadanía. El Ministro tenía el doble de votos que la mayoría, y esa era la única figura elegida por los ciudadanos. Él señalaba a quince de los 50 asientos. Los 7 que sobraban eran Órdenes de Merlín de 1º clase que no podían tener un asiento ya en ese tribunal. Pero los otros 28 asientos eran el problema. Los Sagrados 28. Los sangrepura más puros del Mundo Mágico Inglés. Ellos habían sido los que habían formado el gobierno y habían unido a los magos bajo un mismo mandato. Anteriormente habían sido un vasallaje (algo que Hermione había leído en la biblioteca Black pero que no supo unir con las ramificaciones en la política en aquel momento) pero con la creación del gobierno habían aceptado dimitir de sus roles como cabezas de condados para convertirse en voz y voto de la sociedad mágica británica. Ellos solos eran quienes pasaban leyes y promulgaban las restricciones.

Tras esa tarde, Hermione había sacado un listado de las familias que ocupaban asientos y cuales tenían aún alguien que se sentara ahí. Se había sorprendido al ver el nombre de Neville o el de Hannah, pero el resto en su mayoría habían sido o aún eran Slytherin que la habían tratado en el colegio como un trozo de basura de la calle, o incluso muchos de ellos Mortífagos, y se estremeció solo de pensar en la posibilidad de que ellos fueran quien decidían su futuro en su mundo.

Y en ese mismo momento, había tenido que acceder a ser la nueva representante Black. Porque Ron al final tenía razón, ella no podía permitir que su futuro quedara en manos de alguien así, y menos si ella tenía la oportunidad de cambiar las cosas.

Hermione, siendo la planificadora y obsesiva que podía llegar a ser a veces cuando tomaba una decisión, habló con la Ministra Jones y le expuso su idea. A la ministra le gustó, pero tuvieron que negociar dentro de las leyes de mortífagos para asegurarlo, y en ciertos puntos, iban a tener que ser algo crueles. Hermione se sorprendió a mí misma diciendo que no le importaba. Después de todo, si de verdad quería empezar de cero y cambiar la sociedad, iban a tener que tirar de algo de injusticia.

Lo primero había sido disolver el Wizengamot, y la Ministra había dejado claro a todas las familias de los Sagrados 28 que aún existían, que sus sitios serían devueltos si demostraban que no eran mortífagos bajo el Veritaserum. Había sido una medida dura, pero tras horas y horas de redadas y confesiones de Veritaserum, habían encontrado a todos los mortífagos prófugos de la justicia que aún les faltaban. No importaban los países a los que habían huido, todos habían sido devueltos, juzgados y en caso de ser mortífago por propia convicción, habían sido besados por los dementores. Hermione había participado en muchos juicios, pero el único en el que fue defensora fue en el de Draco Malfoy.

Hermione había estudiado lo suficiente sobre la Maldición de la Tortura como para saber que tendría que haberse vuelto loca después de lo sucedido, y el recuerdo del Imperio antes de desmayarse seguía en su mente. Así que había investigado. Y encontró la verdad gracias a los niños más pequeños de Hogwarts. La primera había sido la pequeña Samantha, que la había llevado a una caza de cada uno de los alumnos bajo las torturas de Draco Malfoy; y había descubierto que por muy lavado de cerebro que Malfoy había estado en su niñez, como Mortífago había salvado a gran cantidad de niños.

Ginny, aunque muy a su pesar, le había tenido que dar la razón, y Luna le había recordado que en su estancia en la Mansión Malfoy como prisionera, el joven la había tratado lo mejor posible, y le había dado comida y mantas a escondidas. Luego había soltado unas palabras algo misteriosas, muy al estilo Luna, y se había ido por su camino.

Al final, durante el juicio, Hermione se alegró de que el joven saliera libre y se preguntó si en algún futuro podría hablar con él de lo sucedido en la mansión. Pero el verano era largo y ella tenía mucho trabajo por delante.

Se había determinado que tras los actos de tantos Mortífagos y la cantidad de asientos vacíos por eso, esos asientos tendrían que ser llenados por héroes de la guerra o ciudadanos que habían sufrido mucho en las manos de esos mortífagos en particular. Hermione había declinado el asiento Lestrange, y se había quedado con el Black, pero al final tras mucho trabajo, los asientos habían quedado llenos de un gran número de personas que a Hermione le había llegado a sorprender, que estuvieran interesados en la política. Avery, Bulstrode, Burke, Carrow, Crouch, Flint, Gaunt, Lestrange, Parkinson, Rosier, Rowle, Selwyn, Travers y Yaxley, todos esos asientos habían terminado en manos de víctimas o héroes de la guerra, entre los que Hermione descubrió muchos aliados: Ginny había aceptado el asiento de los Carrow, Luna el de los Flint, incluso Lavender (recién salida del hospital) había aceptado el título de los Rowle como compensación por los actos de los mortífagos. Arthur Weasley de nuevo como Lord Weasley gracias a la disolución del pacto Black-Weasley, también había aceptado, aunque no parecía muy cómodo con ese título (y Hermione sospechaba que sería pasado a Bill en poco tiempo).

Pero eran ciertos asientos los que la dejaban algo preocupada. El asiento de los Malfoy había ido a parar a Draco (que era un mortífago redimido), el de los Nott a Theodore (que aun Slytherin había huido con las Greengrass y Zabini a Francia durante la guerra al no ser un mortífago) y el de las propias Greengrass, que Daphne había cogido casi con orgullo, haciendo temer a Hermione de manera involuntaria, y prometiéndose a si misma que trataría de buscar aliados incluso entre ellos. Quisiera o no, la política era ahora parte de su vida.

Pero para ser Lady Black, no todo era aceptarlo y punto, y Hermione pronto descubrió que la magia era muy necesaria en la política de allí también. Todos aquellos no miembros de los Sagrados 28 tenían que unir su magia a la de las familias ancestrales para poder acceder al asiento y posesiones de pleno derecho, lo que en casos como los suyos, sería entremezclar su sangre con la de asesinos, locos y mortífagos en su familia. La Ministra había advertido a todos sobre las ramificaciones que podían provocar, pero les aseguró que no tendrían que heredar la locura o los genes tan incestuosos que había en esas familias. La ceremonia se había llevado a cabo tras el último juicio a los Mortífagos, y solo tenían que ir los miembros del Wizengamot a los que se les habían dado los títulos de los Sagrados 28 por compensación, lo que supuso una sala con la Ministra, unos cuantos periodistas, aurores y 15 adolescentes de Hogwarts.

Mientras esperaban en la sala a que comenzase la ceremonia, Hermione se acercó a Lavender, que parecía tranquila desde su asiento. Las dos chicas no se habían llevado nunca bien, pero tras la batalla, había sido Hermione quien había ayudado a salvar la vida de Lavender y las dos habían terminado disculpándose por sus acciones durante los años escolares. Lavender sentía la manera en la que Parvati y ella habían ignorado a Hermione, y Hermione se disculpó por su manera de tratar a ambas chicas. Y mientras la joven rubia se recuperaba en San Mungo, las dos habían ido haciéndose amigas, descubriendo que a pesar de ser distintas, podían llevarse bien y divertirse.

-Hola Lavender, ¿cómo te encuentras?- La chica sonrió a Hermione mientras le daba vueltas a la varita con su mano desfigurada. Aunque Greyback no la había convertido en mujer lobo al morderla, la había desfigurado parte del estómago y la mano derecha hasta formas una gruesa línea de cicatrices que subían hasta el hombro. Pero Lavender, para sorpresa de Hermione, no se avergonzaba de las marcas, y las mostraba casi con orgullo.

-Algo nerviosa. ¿Tú no lo estás?-

Mientras Hermione cavilaba la respuesta, Lavender apuntó la varita al pelo de la joven y con un encantamiento su pelo se recogió en una trenza que al menos ocultaba un poco la textura de su cabello encrespado.

-Deberías cuidar tu imagen más Herms, la gente va a hablar de ti como miembro del Wizengamot y tu parece que sales a la calle sin peinarte.-

Aunque el comentario en un pasado habría herido a Hermione, en el presente la hizo pensar que tal vez debería hacer caso a personas como Ginny o Lavender, y preocuparse un poco más de la imagen que proyectaba al mundo.

-Estoy nerviosa, pero no tanto como esperaba. Y si, debería empezar a cuidar mi imagen un poco. A veces me olvido de que ya no estoy en el bosque o en clase.- La rubia asintió, pero no comentó nada más.

Un par de minutos más tarde, la ministra llamó a sesión a los jóvenes y acalló a los periodistas antes de sentarse en el estrado.

-Comencemos la sesión de unificación mágica con los futuros miembros del Wizengamot. Se comenzará por orden alfabético. Cada uno de vosotros colocará su mano sobre el cuenco de su familia que estará dispuesto al llamarse y con la daga familiar se hará un corte en un dedo. Cuando se haya completado el ritual cogeréis el anillo de vuestra familia del cuenco y ocuparéis vuestro asiento familiar.- Eso último lo dijo señalando a la última línea de asientos del Wizengamot, protegidos por magia ancestral que solo les permitiría sentarse una vez fueran de la "familia".

-Dean Thomas, familia Avery.-

Hermione no había sabido mucho de Dean desde la batalla, pero por lo que se veía parecía más sano y sus ojos tenían un brillo que no había visto con anterioridad. Dean se acercó al estrado, donde un cuenco de color verde levitó hasta su lado, y una daga con una empuñadura con un oso apareció a su lado. El chico no dudó cuando se rasgó el dedo con la daga y Hermione vio como una luz nacía del cuenco hasta cegarlos a todos. La luz no duró mucho tiempo, pero cuando se apagó, el cuenco y la daga habían desaparecido, y Dean se encontraba en el mismo sitio, pero con un anillo en su mano en vez de la daga.

-Lord Avery, ya puede sentarse en su lugar.- Dean asintió y se fue hasta el asiento que pareció brillar un segundo antes de que él se sentara del todo.

-Hermione Jean Granger, familia Black.-

Tragándose los nervios que habían aflorado en su estómago de golpe, Hermione se acercó al estrado donde momentos antes Dean se encontraba y miró el cuenco que se iba acercando a la vez. Era azul oscuro, y la daga mostraba un cuervo donde la de Dean había un oso. Hermione sostuvo la daga con su mano y fue la sensación del metal contra su palma la que le dio la valentía para cortarse el dedo, ignorando el dolor de la herida y dejar caer la sangre en el cuenco. El momento en el que la primera gota cayó, una luz brillante la envolvió y de la propia sangre caída, como si de un charco se tratase, un anillo se sumergió y Hermione lo cogió sin mucha ceremonia. Al tocarlo, la luz comenzó a disminuir y Hermione pudo ver el anillo con detalle. Un cuervo negro sobre un fondo azul era el centro, y aunque se notaba pesado, al colocarlo sobre su índice apenas notó que estaba ahí. Habría seguido mirando con detalle el anillo, pero el sonido de sorpresa de muchos hizo que levantara la vista.

Habían colocado un espejo enfrente de ella, y Hermione pudo ver porque todos se habían sorprendido. Sus rasgos faciales eran un poco más finos que antes pero no tanto como para que Hermione no se reconociese en el espejo, pero los ojos de un gris eléctrico, tan parecidos a los de Sirius no los reconocía. Lo mismo sucedía con el color varios tonos más oscuros que hace unos segundos tenía su pelo.

-Ministra Jones, ¿qué me ha sucedido?- la mujer señaló al anillo ahora en su mano.

-A veces ocurre cuando la magia de la familia es muy grande. Nadie salvo los propios Black podría contestarte. Lady Black, puedes sentarte en su asiento ya.-

Hermione nunca había sido una persona muy vanidosa, por lo que no le dio más vueltas a su transformación y fue a sentarse con Dean. El chico al mirarla le guiñó un ojo, que ahora eran de un caramelo profundo y llamativo.

Los siguientes pasaron rápidamente, y Hermione no tardó en hastiarse con la espera de cada uno de ellos. Habría perdido la cuenta, sino fuera porque todos ellos eran un recordatorio por lo que había luchado y sufrido. Evitando entrar en un discurso interno sobre sus sentimientos y ponerse sentimental, prefirió centrarse en los cambios, tratando de encontrarlos nada más se apagaba la luz brillante del cuenco. Algunos de ellos tuvieron cambios en su físico muy aparentes, como el pelo negro de Dennis y el pelirrojo de Lavender, y otros más pequeños, como los ojos azules de Ginny o la heterocromía de los de Astoria. La última de ellas fue algo que Hermione no comprendía, porque la pequeña Slytherin hermana de Daphne no parecía mucho una víctima de la guerra, pero algo le decía que aquella niña encerraba secretos peores de los que se imaginaba.

Al acabar, todos ya sentados en sus sitios correspondientes y con sus anillos en las manos, la ministra les recordó que antes de comenzar el año escolar tendrían una sesión en la que discutirían las leyes hasta entonces escritas y temas que serían muy controvertidos para algunos de ellos, pero que debían afrontar. Un par de recordatorios más tarde, todos ellos estaban saliendo por la puerta, seguidos de una masa de periodistas que parecían extasiados con las nuevas noticias que ya casi se escribían solas. Con un suspiro Hermione se dio cuenta de que volvería a ser portada de algún periódico.

Con sus padres aún en Australia, Hermione seguía viviendo en Grimmauld Place con Harry, aunque esta vez supuso, era Harry la que vivía con ella, porque la casa estaba a su nombre, con (a saber cuántas) propiedades y cuentas en Gringotts bajo el nombre Black. No queriendo pensar en ello mucho rato, Hermione se internó en la casa desde la chimenea, para darse de narices contra una maleta. Solo evitó caer gracias a sus reflejos, pero una vez pasada la sorpresa, Hermione miró la maleta.

Era muggle, y muy grande, probablemente llena de ropa valdría para meses de viaje, pero conociendo a la única persona que vivía con ella como mucho tenía un par de pantalones y las camisetas gigantes de su amigo. Un amigo que apareció unos segundos más tarde por la puerta con gesto de culpabilidad.

Sin decir nada, Hermione le abrazó con fuerza.

-Lo entiendo Harry. Ten cuidado y escribe cuando puedas.- Hermione notó el suspiro de alivio que su amigo soltó antes de contestarla.

-Gracias Herms.-

Y sin decir nada más, Hermione vio marchar al que casi podía llamar hermano, sin saber cuándo ni donde volvería a verle.

Tras su marcha, las pesadillas volvieron. Sola en el cuarto de Sirius, Hermione revivía una y otra vez las muertes, el sufrimiento y la soledad que la invadieron durante tanto tiempo, y no importaba cuantas pócimas de sueño tomara, siempre se despertaba con lágrimas en los ojos y temblores por todo el cuerpo.

En parte culpaba a la casa, cada vez más llena de polvo y recuerdos de gente que ella ya nunca vería más. Ella y Sirius no habían sido tan cercanos, pero la presencia del hombre en la habitación se notaba en cada respiración, y si subía a la biblioteca para huir de eso, se encontraba con recuerdos del profesor Lupin o de Tonks. Fred fue los que más parecía perseguirla en aquella casa llena de recuerdos del verano de la Orden. Estaba en los pasillos, en el comedor, incluso en las habitaciones vacías. El adolescente que tanto la había fastidiado y fascinado con sus bromas e invenciones, tan joven y lleno de ilusión.

A veces Hermione se quedaba horas en blanco mirando las estanterías, recordando a los que habían caído, e incluso a veces, deseando cambiarse de lugar con ellos.

Fue Luna la que la hizo reaccionar y volver a su cauce. Era una tarde cuando la chica rubia había entrado por la chimenea y se había quedado mirando la sala donde Hermione estaba sentada, cubierta de polvo y de alguna infestación mágica. Sin decir nada, la chica se había sentado a su lado, la había cogido en brazos, y la había acariciado el pelo. El gesto, tan simple y dulce, había provocado una catarsis en la castaña, que pronto se vio llorando como no lo había hecho desde la guerra. Lloraba por su inocencia perdida, por sus padres a los que jamás vería de nuevo, por el amor que había perdido y por el miedo a que todo lo pasado volviera a atormentarla. Lloró horas y horas hasta que no le quedaron lágrimas y solo sollozaba sobre el regazo de Luna, que no paró en ningún momento de sostenerla mientras se liberaba de todo.

Una vez se calmó, Luna fue la que habló.

-Los Black siempre tuvieron muchas casas por toda Inglaterra. Hermione, no tienes por qué vivir rodeada de fantasmas.- Sabía que tenía razón, que debería levantarse y seguir adelante, pero pensar en todo lo que dejaba atrás la mantenía estática en el regazo de la rubia.

-Ellos querrían que siguieras adelante. Tus padres, Remus, Tonks, Fred… Todos ellos querrían que hicieras de tu vida lo que ellos habrían querido de la suya. Larga y feliz. Sé que es difícil, pero no mires atrás cuando nos levantemos de aquí.-

Y así lo hizo.

Luna tenía razón en que los Black poseían muchas casas a lo largo del país, y aunque Grimmauld Place había sido su casa principal en los últimos siglos, el resto de ellas seguían en pie. Pero para acceder a ellas y a sus localizaciones tenía que entrar en Gringotts, y aquello no era tan sencillo para ella como quisiera. Hermione suponía que los duendes no estarían muy contentos con su presencia, pero una vez entró, ninguno de ellos la trató de manera descortés. Pronto se vio trasportada a la oficina de Snaglock, que parecía ser el que llevaba su cuenta y todas las de la familia Black.

El duende, con unos calculadores ojos rojos, pero bellamente ataviado con un traje a medida, la aseguró que la cantidad de dinero que su nueva familia poseía le había asegurado la entrada, pero que su estatus de héroe entre los duendes la había granjeado a ella y a sus dos amigos cierto estatus entre los duendes de Gringotts.

-El director está dispuesto a ignorar ciertos problemas en la seguridad de nuestro banco en vistas del objeto que se sacó de esa cámara y la naturaleza de los propietarios de la cámara. Aun así, para futuros encuentros, se preferiría una notificación de cualquiera de esas actividades.- La sonrisa llena de filos era amenaza suficiente, pero Hermione captó el mensaje aun así: Se te perdona por ser un horrocrux, pero si se te vuelve a ocurrir lo vas a pagar caro.

-Me gustaría saber un poco sobre mi patrimonio en la familia Black, así como mis cuentas, la seguridad en ellas y las propiedades a mi nombre por favor.- El duende asintió e hizo llamar a otro duende, que trajo una pila de papeles considerables.

-Esto son todas las propiedades, dinero y posesiones de la familia Black. Usted puede acceder, al ser la cabeza de familia a todas ellas, salvo a una pequeña cabaña expropiada hace un par de meses a nombre de Andrómeda y Narcissa Black. El resto de propiedades están a su disposición, así como los elfos domésticos a su cargo y todas las cuentas Black. La cuenta principal de los Black es la número 100 y se encuentra en los niveles más profundos. La seguridad que su familia contrató es un dragón en sus puertas, así como un hechizo de reconocimiento sanguíneo.-

Hermione negó con la cabeza.

-Desearía cambiar el dragón. Libérenlo y contraten una serie de encantamientos antirrobo, pero me niego a hacer sufrir a una criatura mágica de esa manera.- El duende la miró pero asintió.

-El dragón es de su propiedad Lady Black, si desea liberarlo tendrá que hablar con las autoridades pertinentes en dichas criaturas mágicas. Sugiero una esfinge mágica. Son tan parecidas a las criaturas reales pero son encantamientos.- Hermione accedió a esa idea y continuó.

-En cuestión a los elfos domésticos, ¿sería posible liberarlos?- El duende la miró horrorizada.

-¿Por qué le haría eso a un elfo?-

-No estoy de acuerdo con la esclavitud.-

-¿Esclavitud? ¿Qué enseñan en el colegio? Las relaciones de los elfos con los magos son de intercambio de magia. Al estar bajo el contrato de un mago no cobran dinero, pero absorben su vitalidad y magia de la magia familiar que los magos poseen. Si los libera, estará mandándolos a la muerte.- Hermione se quedó en silencio ante eso. Había investigado la causa de los elfos hacía tiempo, pero jamás se había parado a pensar lo importante que era el intercambio de magia en ese acuerdo.

-Investigaré más sobre el tema señor Snaglock, pero gracias por explicármelo.-

Un par de agradecimientos más tarde y con un fajo de hojas bajo su mano, Hermione salió, dispuesta a encontrar su nuevo lugar en la sociedad mágica, y en la familia Black.

Para los que tengáis curiosidad, los miembros de los Sagrados 28 que como Hermione se unen a las familias en este capítulo son los siguientes:

Lisa "Bulstrode", Terry "Burke", Ginevra "Carrow", Morag "Crouch", Luna "Flint", Astoria "Gaunt", Lily "Lestrange", Dennis "Parkinson", Alice "Rosier", Lavender "Rowle", Michael "Selwyn", Leanne "Travers" y Nigel "Yaxley".

Todos son personajes reales de Harry Potter, y muchos de ellos son miembros del Ejército de Dumbledore, aunque debo puntualizar, no todos y eso se desarrollará en futuros capítulos ;)

¡Nos leemos!