La pequeña figura se revolvió incómoda, abrió sus pequeños ojitos revelando un hermoso color azul cielo que brillaban intensamente.

Los ojos curiosos del pequeño espíritu observaron el lugar donde se encontraba, era una habitación pequeña pero cálida, las paredes eran de madera que de mitad para abajo pasaban a ser de piedra.

El kwami con dificultad se asomó para poder ver fuera de la cesta en la que se encontraba.

-Estoy en una casa humana- dijo la pequeña figura roja preocupada. -tengo que salir de aquí- intentó flotar pero ni tan siquiera salió del cesto calló de bruces al suelo. -ay...- puchereó.

Oyó la apuerta abrirse y solo alcanzó a meterse debajo de la cama.

-Sí mamá, en seguida voy a la panadería, tengo que... terminar un diseño!- escuchó.

Alcazó a ver a una joven de unos 17 años de cabello oscuro recogido en dos coletas y ojos azules y vestía con un vestido rosa claro.

-Perdona haber tardado es que tuve que ir al mercado y ah!- La chica se sorprendió al asomarse a la cesta. -oh no oh no! pequeña donde estas?-

La kwami roja vio a la chica dar vueltas sobre sí misma y empezar a buscar por toda la habitación.

La pequeña se encogió al ver que la chica se arrodillaba y se asomaba.

-aaah uff menos mal estás ahí.- Dijo la joven pero no recibió respuesta. -Menos mal que ya has despertado, me tenías preocupada pequeña.- sonrió.

La kwami retrocedió un poco más bajo la cama hasta dar con la pared.

-Oh... no te asustes.- dijo la chica. -Te encontré hace un par de días cerca de mi casa, me dio miedo que te hubiera pasado algo.-

La joven miró al espíritu con una sonrisa compresiva, debía tener mucho miedo, no quería pensar en todo lo que haya tenido que pasar. En ese momento un se escuchó un pequeño rugido, al ver como la pequeña kwami se sujetaba la barriga, solo preguntó.

-Tienes hambre?- la pequeña kwami asintió. -Que te gusta comer? tengo un amigo, que también es kwami como tú, que le gusta mucho el queso... te gusta el queso? no? y que te gusta?- dijo al ver como el pequeño ser negaba con la cabeza, pero nuevamente no obtuvo respuesta.

A la kwami entonces le vino un delicioso aroma detrás de la puerta.

-Te gusta el olor? viene de la panadería de mis padres- La chica captó la atención del espíritu. -Te gustan los pastelitos?- Sonrió al ver como la pequeña de color rojo asentía tímidamente. -Te traeré unos, espera aquí.- La joven sonrió y se levantó del suelo para salir.

Solo un par de minutos más tarde, en los que la pequeña kwami no salió de debajo de la cama, la muchacha entró de nuevo a la habitación con un par de bollos de pan y volvió a asomarse levantando levemente la sábana de la cama.

-Sigues ahí? eso no es bueno para tí- le dijo. -Toma, te he traido un par de bollitos, pruebalos a ver si te gustan- La joven intentó pasarle el pan con la mano pero solo logró que la kwami se espantara y se arrinconara más en la pared.

Al ver eso la chica dejó el bollo de pan en el suelo y sacó la mano de debajo de la cama.

-No te asustes, vamos come- la chica sonrió y vió como el pequeño espíritu se acercaba lentamente y agarraba el bollo. -Es casi de tu tamaño- rió. -Perdona no me he presentado, me llamo Marinette Dupain-Cheng.

-Yo Tikki- habló por primera vez la pequeña.

-Si hablas!-

-creías que no podía?- preguntó la de rojo.

-No conozco mucho de los espíritus de la creación como tú.- Dijo -No te apetece salir? empieza a ser incómodo estar en esta posición!- Bromeó Marinette, aunque no eran tan broma, en verdad estar así agachada empezaba a dormirle las piernas.

-No me vas a intentar capturar no?- preguntó Tikki.

-NOO!- se espantó Marinette. -Tranquila, puedes confiar en mi! solo quiero ayudarte.- Dijo.

La pequeña kwami tímidamente salió del escondite, intentó flotar nuevamente sin exito haciendo que la morena se preocupara.

-Estás bien?-

-No puedo volar, creo que aún estoy agotada.- contestó la pequeña de rojo.

-oooh pauvre petit kwami- Marinette con cuidado levantó a la kwami del suelo y la puso en encima de la cama. -Hay algo que yo pueda hacer?-

-De momento...- La pequeña titubeo -podrías traerme otro de esos bollitos por favor?- la pequeña gachó sus antenitas y miró con ojitos tiernos a la joven, logrando una risa de esta.

-Por supuesto.- sonrió.


Adrien Agreste había estado intentado volver a salir de su mansión a urtadillas todo el día para ir a ver a Marinette de nuevo, pero sus esfuerzos eran en vano, su padre, Gabriel Agreste, un magnate de la industria textil, lo había estado acribillando con una larga agenda y quehaceres.

Gabriel era un hombre muy serio y perfeccionista, también, estricto con su hijo y desde que perdió a su mujer muy distante (Aunque eso también lo era antes con todo el mundo).

Emilie Agreste, la madre de Adrien, murió hacía ya dos años de una grave enfermedad, a pesar de los esfuerzos de los médicos, no pudieron hacer mucho por ella, la enfermedad se había expandido rápidamente por su cuerpo hasta matarla.

Esto fue un golpe fuerte para el chico, pero supo seguir adelante gracias a sus amigos, pero el corazón de Gabriel sigue sin sanar.

-Adrien.- Llamó Nathalie.

Nathalie Sancour era la dama de llaves de la mansión Agreste y mano derecha de Gabriel.

-Sí Nathalie?-

-Tu padre quiere verte en su despacho, cinco minutos.- Dijo la mujer quien dio la vuelta sobre sus talones para irse.

-Agg como no- Adrien rodó los ojos.

No había podido ir a ver a su princesse en todo el día, le había prometido ayudarla con la kwami de la creación, pero ni siquiera tuvo un momento de respiro en todo el día.

El chico salió de su habitación para dirigirse al despacho de su padre, pegó en la puerta y esperó que le dieran permiso, tras escuchar un "adelante" entró.

-Padre querías verme?- Dijo el roben rubio.

-Sí quiero hablar contigo, sabes que hay un espíritu de la destrucción suelto por el pueblo no hijo?- Dijo sin quitar la vista del cuadro de su mujer dandole la espalda a Adrien.

-Algo de eso tengo entendido, sí.- El ojiverde agradeció que su padre estuviera de espaldas a él que le impidiera ver la mueca que hizo al mencionar a cierto kwami de la destrucción famoso en el pueblo.

-Y tú no tienes otra cosa mejor que hacer que coger un caballo e ir a no se donde y exponerte a tal peligro?- el tono del mayor se tornó más severo que de costumbre haciendo que los musculos del adolescente se tensaran.

-Eh... padre solo fuí a ver a Marinette.- dijo.

-Otra vez la panadera, no quiero que vuelvas a arriesgar tu vida por ir a ver a esa panadera, te prohíbo que vuelvas a verla.- contestó tajante.

-QUE? no puedes...!- Adrien intentó revatirle a su padre pero sabía que era chocarse contra una pared, simplemente dio media vuelta enojado y se dirigió escaleras arriba a su habitación.

-Uuuh a alguien lo han regañado?- y ahí estaba Plagg en la cama del rubio como si fuera su casa.

-Eres un mierdas sabes?- dijo irritado. -Por tu culpa, padre me ha impedido ir a ver a mi princesse.- Lo acusó.

-por favor... ambos sabemos que el queso añejo de tu padre te habría impedido ir a ver a tu boulangerie, esté yo aquí o no.- Contestó Plagg aburrido y Adrien no pudo rebatirlo, lo sabía, lo sabía perfectamente! sabía que a su padre simplemente no le agradaba que él estuviera enamorado de una pueblerina, y con Plagg en el pueblo solo tenía la excusa perfecta.

-Aagg claro que lo sé- dijo exasperado dejandose caer en la cama.

Plagg juraba que esos dos adolescentes enamorados le iban hacer vomitar arcoiris algún día.

-No quiero ser el que arruine una relación padre-hijo tan buena como la vuestra, pero... ahí tienes la ventana, úsala.- Dijo el gato.

-Estamos en un segundo piso, genio-

-Tu problema es si los humanos no sabeis caer de pie- Sonrió Plagg cual gato de Cheshire subiendo a la repisa de la ventana. -vienes?- Adrien se quedó observando la ventana en la que estaba Plagg.


Yyyy Hasta aquí3 La pequeña Tikki ya despertó y agradece que Marinette la ayude.Espero les esté gustando este fic