EL NOVIO DE MI HERMANA
CAPITULO 2.
DOS HERMANAS
Aquella mañana de octubre era un día de mucho trabajo en Editorial Foreman, y después de que Jane, su última secretaria hubiese renunciado de un día para otro, lo último que quería Andrew Foreman era tener a su novia visitándolo en horas de trabajo para insistir con aquel tema que lo tenía cansado; pero ahí estaba como de costumbre, vestida con uno de sus sensuales vestidos y perfectamente maquillada, lista para marcar territorio y recordarle a todas las empleadas de Editorial Foreman que Andrew era solo suyo y sentada en su escritorio.
—Pero amor... ¿Es que acaso no puedes complacer a tu novia?— Suplicó Wanda Wellington.
—No.- Respondió Andrew que se encontraba sentado en la silla ejecutiva, frente a ella.— Yo personalmente revisé su currículo. No tiene las habilidades ni la formación que se necesita para trabajar en una editorial, y además no quiero a una persona tan problemática en mi equipo de trabajo.
Wanda se puse de pie y se sentó en las piernas de su novio
—¡Por favor!— Suplicó Wanda.— Dale al menos una oportunidad. Si en dos semanas te da problemas o no resulta una secretaria eficiente la despides, y yo te prometo que lo entenderé y no me voy a enojar.
—Wanda. Me estoy volviendo loco desde hace dos semanas que se fue Jane.— Dijo Andrew.— Además ya encontramos a una mujer con experiencia y la formación necesaria para el puesto.
—¿Y cuantos años tiene? ¿Cómo es?— Preguntó Wanda.
Andrew puso los ojos en blanco. Sabía perfectamente porque su novia estaba interesada en conocer la edad y el físico de la candidata al puesto, y porque estaba interesada en que aquella hermana que nunca había conocido en los tres años que llevaba de noviazgo con Wanda ocupara el puesto.
—Wanda. Esto no es una editorial. No contratamos mujeres por sus atributos físicos, pero tampoco contratamos a personas no cualificadas aunque sean...
—Andrew. Es tu cuñada. Es eficiente, y le ha costado mucho encontrar trabajo por ser lesbiana y tan... ¿Marimacho?.— Dijo Wanda.
— Me parece tan extraño que me digas que por su orientación sexual no encuentra trabajo. No sé, pero me atrevería a decir que al menos en Londres a la mayoría de los empresarios no les interesa la orientación sexual de su personal.
—Andrew
—Querida. Ahora mismo tengo mucho trabajo y estoy perdiendo tiempo con esta conversación ¿Qué te parece si en la noche te invito a cenar y te doy una respuesta?— Prometió Andrew. Su decisión ya estaba tomada, pero era la excusa perfecta para que su novia se fuera sin tener que pedírselo de una manera menos amable.
—¿Es en serio?— Preguntó Wanda emocionada.
— Te lo prometo. Si ahora me dejas trabajar.
—¡Muchas gracias, amor! Por eso te amo.— Dijo con efusividad Wanda.— Te espero en la noche. Me pondré guapa.
Se despidieron con un beso, y Andrew se sintió aliviado cuando al fin su novia salió. Tomó la carpeta que se encontraba en su escritorio que Wanda personalmente le había llevado hace días con el currículo sin foto de su hermana y lo leyó de nuevo: De nacionalidad Inglesa y japonesa, ocho años viviendo en Londres, idiomas: inglés y japonés, referencias laborales ninguna, religión budista, cinta negra en tae kwon do, lesbiana, desempleada y viviendo actualmente con su novia.
De aquella cuñada dos años menor que Wanda sabía lo poco que su novia le había contado: Que era producto de aventura que Arthur Wellington había tenido con una joven japonesa que había estado viviendo un tiempo en Londres, que cuando la madre de la hermana de Wanda supo que Arthur no se iba a divorciar de Kate huyó del país llevándose a la niña a manera de vengarse dejando a su suegro destrozado, niña a la cual encontró y pudo traer de regreso a Londres cuando su madre falleció. Una historia sin duda triste, pero además sabía que Makoto era conflictiva y que incluso haciendo uso abusivo de sus conocimientos en tae kwon do había golpeado a su suegra y a Wanda, motivo entendible por el que Arthur Wellington la tuvo que correr de casa y por el cual, el tampoco la quería en su editorial.
No. Definitivamente no iba a contratar a su cuñada por más que su novia le hiciera un berrinche. Ya estaba decidido, esa vacante era para la mejor candidata y esa era la ¿Cómo se llamaba? Daba igual, ya se aprendería el nombre de su nueva secretaria. Lo importante era que escogerían a la que estaba mejor cualificada para el puesto y que pronto podría dejar de estar tan saturado con el trabajo.
De pronto el sonido de alguien tocando la puerta lo sacó de sus pensamientos.
—Señor Foreman ¿Puedo pasar?- Escuchó la voz de la recepcionista
—Adelante.
La puerta se abrió y entró una mujer rubia y delgada.
—Se acaba de comunicar la señorita que le interesaba para el puesto y dijo que siempre no está interesada porque se irá de la ciudad.
—Por favor Stacy, no estoy para bromas— Exclamó Andrew.— Tiene que ser mentira. La señorita Spencer era la candidata ideal para el puesto.— Dijo recordando el nombre de la candidata que le había interesado.
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Había pasado una semana desde que Makoto hubiera recibido la llamada de su padre amenazándola; semana en la cual, él y su hermana incluso le habían ofrecido dinero extra por trabajar en Editorial Foreman además de una compensación bastante jugosa dentro de seis meses independientemente de si se quedaba en el puesto o no, pues para entonces Wanda pensaba ser ya la señora Foreman.
Cuando su progenitor y su medio hermana le habían hablado de la compensación, Makoto por un momento se había visto tentada en aceptar, pues la cantidad de euros que le prometieron podrían servirle para su ambicioso sueño de tener su propia pastelería; pero conocía a los Wellington, no tenían palabra, así que pronto había descartado la posibilidad de aceptar.
Así, aquella tarde en vez de estar en aquel trabajo que le gustaba, había terminado de mal tercio acompañando a tomar un café a Michiru y aquella chica de apariencia masculina que tenía poco yendo a los eventos de la comunidad japonesa y con quien Michiru parecía tener una "amistad especial"
— ... Y si de algo estoy segura es que detrás de mi despido está el señor del esperma o su adorable esposa.— Dijo Makoto molesta luego de que terminara de contarle a Michiru y su proxima novia como aquella mañana al llegar al restaurante de comida asiática donde trabajaba le habían comentado que estaba despedida.
— Pues si bien el trabajo en la editorial no te ayuda para tu proyecto de vida, el dinero y la compensación que promete tu familia si te puede servir para invertir en tu propia pastelería.— Comentó Haruka.— Además solo serían seis meses en lo que tu hermana le echa el lazo al novio.
—Es que no los conoces, Haruka.— Comentó Michiru.— Nada le asegura a Mako que pasando los seis meses le vayan a dar la compensación que prometen, y además el padre de Mako y su familia no son de fiar.
—No le digas mi padre.— Dijo Mako.— Ese hombre lo único que hizo fue eyacular.
Michiru y Haruka rieron ante el comentario de Makoto sobre su progenitor.
—A ver, Makoto. Como abogada no te aconsejaría que confíes en acuerdos de palabra.— Dijo Haruka.— Pero podemos dejarlo plasmado en un contrato y hacer que firme un pagaré comprometiéndose a cumplir lo que promete. Todo por escrito para que tengas garantías de que el tiempo trabajando en la editorial no será tiempo perdido.
—¿Lo dices en serio?— Preguntó Makoto emocionada.
— Lo digo en serio. Puedo ayudarte.
—Pero ahora no tengo dinero. Estoy desempleada y...
—No te preocupes por el dinero. Mis honorarios los pagará tu pa... Quiero decir, el señor que puso el esperma.
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Dos días después
Makoto se encontraba acompañada de Haruka en la sala de espera del buffet de arquitectos de su padre, quien hacía dos días le había hablado para preguntarle que había pensado al respecto de trabajar para el prometido de Wanda. Makoto le había pedido reunirse con él para hablar de los beneficios que tendría ella por trabajar al lado de su cuñado, a lo cual su padre había aceptado.
—Señorita. Dice su padre que puede pasar.- Dijo la recepcionista del buffet de su padre a Makoto.
Makoto y Haruka se pusieron de pie y entraron a la oficina de blancas paredes de Arthur Wellington, donde además estaba Wanda.
—¿Quién es ella?— Preguntó Wanda al ver a la acompañante de Makoto.—¿Acaso ya cambiaste de novia?
—Ese no es tu asunto.— Contestó Makoto tomando asiento en una de las sillas frente al escritorio de su padre mientras Haruka se sentaba a su lado.— Vayamos a lo que nos interesa porque no quiero perder el tiempo. Voy a aceptar, pero tengo mis condiciones.
—Tú dirás, hija.— Sonrió Arthur.
—Además del sueldo que me pagarán en Editorial Foreman quiero que tú, Arthur, me pagues una compensación semanal equivalente a lo que ganaré por cuidar lo que tiene entre las piernas mi cuñado, y una compensación cuando cumpla los seis meses y renuncie a ese trabajo.
—Claro que sí, hija. Me parece perfecto.
Haruka sacó unos documentos de su portafolio y los puso sobre el escritorio de Arthur Wellington.
—Bien, Señor Wellington. En vista de que ambas partes han llegado a un acuerdo creo que podemos proceder a que usted y Makoto Kino firmen este contrato en el que quedan escritas las obligaciones y derechos para ambas partes.
La expresión triunfal en el rostro de Arthur de pronto cambió reflejando molestia al ver aquel documento.
—¿Pero qué falta de respeto es esta, Makoto? Soy tu padre, ¿Cómo puedes dudar de mi palabra?
—¿Y acaso no tengo motivos para dudar de tu palabra, Arthur?—Preguntó cínicamente Makoto.- Además ¿Qué problema hay en que firmes si tienes toda la intención de cumplir tu palabra?
—¡No voy a firmarte nada! Esto es ofensivo.
—Bien. Entonces si no estás de acuerdo, yo no quiero trabajar en Editorial Foreman.- Dijo Makoto poniéndose de pie.- Vámonos Haruka.
—Espera.— Pidió Wanda.— Papá. Por favor. Firma.
—¿Pero es que acaso se han vuelto locas?— Recriminó Arthur a sus dos hijas.
—Papá. Por favor. Hazlo por mí. Sabes que lo que más deseo en la vida es casarme con Andrew.
—¡Qué patética! Mira que hay que tener muy poca dignidad como para querer ser la esposa de un infiel y encima pagar para que le cuiden lo que le cuelga entre las piernas.— Se burló Makoto.— Vamonos Haruka.
—¡Maldita perra!— Escuchó Makoto cuando cerró la puerta tras ella.
Haruka y Makoto salieron del buffet de Arthur Wellington burlándose de Wanda, pero cuando estaban a punto de subir al auto de Haruka, escucharon la voz agitada de Arthur Wellington llamandolas.
—¡Makoto, espera!— Exclamó Arthur.
—¿Qué quieres?— Preguntó Makoto de mala gana encontrándose con la mirada suplicante de su padre que llevaba unos documentos en mano.— Acepto. Te he firmado el contrato.
Makoto sonrió para sus adentros. Si bien amaba su ex trabajo en el restaurante y no se miraba como secretaria del dueño de una editorial, el sueldo que le pagaran en Editorial Foreman así como lo que le pagaría su padre durante esos seis meses y la compensación serían de gran ayuda para cumplir un sueño más ambicioso que el de ser sous de alta repostería, y ese era, ser ella la dueña de su propia pastelería.
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Algunos días después...
Makoto bajó del auto de Michiru y con paso apresurado se dirigió a las oficinas de Editorial Foreman que se encontraban en una de las principales Avenidas de Londres.
No le ilusionaba aquel trabajo, pero si la compensación que le esperaba dentro de seis meses, así que se había prometido hacer su trabajo durante ese breve paso por la editorial lo mejor que pudiera, así que decidiendo que comenzaría bien eligió vestirse como toda una oficinista: Falda negra ceñida a su cuerpo cuatro dedos arriba de la rodilla, camisa en color verde menta, mascada negra, zapatos de tacón bajo y su cabello recogido en una coleta alta tal como le gustaba llevarlo.
Decidida, entró en las oficinas y se dirigió a la joven rubia que estaba en recepción.
—Buenos días. Soy Makoto Kino. La nueva secretaria del señor Andrew Foreman
—Bienvenida Makoto. Yo soy Stacy. El señor Foreman llegó desde temprano. Sígame.
Makoto caminó detrás de la simpática recepcionista, por aquel lugar lleno de cubiculos, hasta que llegaron a lo que debía ser la oficina del novio de Wanda y dueño de aquella editorial.
—Señor Foreman. ¿Puedo pasar? Llegó su nueva secretaria.
—Adelante, Stacy.— Escuchó Makoto aquella voz masculina que le parecía reconocer, pero ¿Dónde? "Debe ser un deja vu" Se dijo para sus adentros.
Stacy abrió la puerta, Makoto entró detrás de ella y miró de espaldas a un hombre alto y rubio, pero entonces entonces cuando se dio la vuelta y lo miró a la cara supo porque le había parecido conocida aquella voz. Deseaba salir corriendo o que se la tragara la tierra, pero ya era tarde para huir.
Hola:
Aquí traigo el segundo capítulo de este fanfic. No me gusta dejar pasar mucho tiempo sin actualizar lo que subo, pero he estado enferma así que por eso he dejado pasar más de una semana.
Espero a quien me lea le guste el capítulo.
A Abel Gregov. Muchas, pero muchas gracias por tu review. Y sí, la familia inglesa de Makoto es muy maldita con ella, y ajá, la tonta de Wanda hizo mal en poner a Makoto a cuidarle al novio y ya se verá mas adelante.
También gracias a todos los que pasan por aquí y leen.
Saludos.
