Fue la noche más larga de sus vidas, ninguno de los dos quería moverse para no estar tan cerca del otro, Regina no sabía qué era lo que a su cuerpo le estaba ocurriendo, la cercanía con David no la dejaba conciliar el sueño, a pesar de estar muy agotada, además la constante lucha de su mente y de su corazón era muy fuerte, su mente le indicaba que debía olvidar lo que estaba sintiendo su corazón, porque iba camino a buscar a su alma gemela, quien podía estar en peligro por no saber que su hermana era a quien tenía viviendo bajo su mismo techo y el corazón estaba dividido, pero le gritaba que se diera vuelta en la cama para dormir en los brazos del hombre que yacía a su lado, ajeno a todo lo que le estaba ocurriendo y quien seguramente no le correspondería, sus deseos eran ilógicos, David solo estaba allí con ella porque su corazón de héroe no la hubiese dejado lanzarse a la boca del lobo sola, nada más, sin olvidar que atrás había dejado a su esposa embarazada, era cierto que el corazón tiene ciertas razones que la razón no entiende, así de confundida se sentía, mientras más pensaba menos amanecía, al parecer esa noche se había detenido para solo existir ellos dos.
Por su parte David, tampoco se atrevía a moverse, su corazón sí había ganado la batalla, era muy complicado estar tan cerca de Regina sin si quiera voltearla a ver, sin poder al menos sentir su respiración tan cerca, la noche se hacía cada vez más larga, solo se escuchaba el sonido de los grillos cantar, como animándolo a satisfacer sus tan locos deseos de abrazarla, besarla, amarla hasta que sus cuerpos pidieran descanso, y nunca más separarse, para estar juntos por el resto de sus vidas, para hacerla la mujer más feliz de todos los reinos, para mimarla, para acariciarla, para despertar con ella, para admirar su belleza y para brindarle todo su amor, pero desafortunadamente, ella no sentía igual, solo permitió su presencia porque le insistió al punto de no dejarla negarse a que la acompañara, no porque quería, ni deseaba lo mismo, era imposible, no podía ser, Regina jamás le correspondería, de solo pensar en esa idea, su corazón se disparaba al punto de querer salir de su pecho, la sola idea lo hacía derretirse de amor, lo enloquecía de solo imaginar tenerla entre sus brazos, besándola, saboreando sus bellos labios, explorando cada rincón de su perfecto cuerpo, marcando su territorio hasta asegurarse de que ya no le pertenecería a nadie más que a él, que lo dejaría ser su dueño para toda la eternidad. Todo era tan abrumador que siguiendo un impulso y muy lentamente se volteó para su lado, estaba con sus bellos ojos cerrados, pero mirando hacia el techo de la habitación, su pecho subía y bajaba con su respiración tan lenta y pesada por el sueño, parecía un ángel, su ángel del infierno, a quien amaba con toda su alma, ya no concebía mirar a otra mujer con los mismos ojos que la veía a ella, cómo podría dejar de admirar la belleza de sus cabellos tan oscuros como la noche, cómo iba a olvidarse de sus ojos tan profundos, esos en los que añoraba perderse como en un laberinto sin salida, la tentación lo estaba superando, pero al parecer el agotamiento le ganó la batalla, pues se quedó profundamente dormido, no recordó más, hasta que la luz de la mañana se coló por la ventana, cuando sus ojos se abrieron ya Regina se había levantado, sentía el sonido del agua cayendo en el baño, ya era hora de salir de su fantasía para volver a la realidad, todavía le quedaba un largo camino por recorrer, por lo que se levantó y organizó todo en la habitación .
Cuando Regina terminó en el baño ya la cama estaba tendida, el cuarto muy organizado y David había pedido desayuno.
"Buenos días, anoche te dije que tenías bien puesto el nombre de encantador, veo que no me equivoqué", su sarcasmo se hizo presente en la habitación, a lo que David sonrió, se veía adorable, hasta cuando las palabras que decía no eran agradables.
"buenos días, majestad, veo que se siente a gusto con mis atenciones, entonces sírvase como desee, que aún el camino es largo", decidió seguirle el juego de sarcasmo, sabía muy bien que llevarle la contraria a Regina no era muy saludable, que aún sin magia podía acabar con él en un abrir y cerrar de ojos, era mejor no arriesgarse, ella sonrió también, al parecer su humor era muy positivo esa mañana.
"tienes razón, así que tampoco te tardes", no podía evitar dar órdenes, hacerse saber cómo la poderosa reina indomable era su especialidad.
Minutos más tarde cuando David salió del baño, ya listo para el viaje, todas las maletas estaban preparadas, y Regina no había tocado el desayuno, señal muy clara de que había decidido esperarlo para comer juntos, así lo hicieron, fue muy bonito desayunar con ella, su forma refinada de comer era todo un espectáculo admirado por sus bellos ojos azules como el cielo, no quería que ese momento acabara nunca, que esa mañana juntos fuera tan infinita como la noche anterior, pero desafortunadamente, no era posible, el desayuno terminó tan pronto comenzó.
Ambos salieron de la habitación para continuar con el viaje rumbo a Nueva York, no veía la hora de llegar, estaba muy cansada, la noche anterior no pudo casi dormir, la suerte fue que ambos decidieron sostener una conversación muy entretenida la que hizo que olvidara todas sus preocupaciones, ya era costumbre para ellos conversar, por lo que el camino se hizo menos tedioso. Así pasaron varias horas, hasta llegar a su destino, Regina estaba tan ansiosa, que fue la primera en bajarse del auto dejando a David detrás para estacionarlo.
Subió las escaleras sin pensar que David no la seguía, quería solucionar este asunto lo más rápido posible, para regresarse al pueblo cuanto antes, aunque ya era bien entrada la tarde.
Llegó casi corriendo al departamento, todo estaba en completo silencio, tocó el timbre y no recibió respuesta, su impaciencia crecía según pasaban los segundos, volvió a tocar el timbre, tampoco recibió respuesta, esperó un momento más hasta que sintió la manipulación de la puerta y enseguida estuvo abierta ante sus ojos.
"Papá es Gina!", la voz tan entusiasmada de Roland la hizo sonreír.
"Regina!", su asombro fue tal que no dudó ni un segundo para estrecharla entre sus brazos.
"Robin, ¿estás bien?", era un alivio verlos bien tanto a él como a su hijo.
"sí estamos bien, mi hijo y yo", dijo Robin desprendiéndose del abrazo y de inmediato Regina se inclinó para estar a la altura del pequeño.
"Roland amor, ve a jugar mi ángel, papá y yo tenemos que conversar", el niño fue muy obediente y cumplió al pie de la letra la orden asignada, se retiró de la escena no sin antes darle un beso lleno de ternura a Regina.
"bueno ya estamos solos, ¿qué ocurre?", dijo una vez que estuvieron solos.
"Robin tenemos que regresar al pueblo ahora, están en peligro…", no pudo terminar de hablar, como la puerta estaba abierta la voz de Marian los interrumpió.
"¿Qué sucede aquí?", aunque sabía la razón de la presencia de Regina tenía que seguir fingiendo.
"Por favor, no finjas delante de mí, lo sé todo", la mirada de Regina de inmediato se llenó de rabia y fue dirigida a Marian.
"Regina, ¿de qué hablas?", la confusión de Robin fue muy clara.
"¿se lo dices tú o se lo digo yo?", demandó Regina, todavía su mirada fija en su hermana.
El silencio reinó en la habitación por unos segundos, en los que por fin Zelina se decidió a hablar, con un gesto de su mano el collar que le había permitido hacerse pasar por la esposa de Robin, reveló su verdadera identidad, dejando muy sorprendido a Robin.
"Zelina, eres tú, no puede ser", exclamó, su rostro solo reflejaba horror.
"hola mi querido y amoroso esposo, quieres darle a mi hermanita nuestra gran noticia, debemos celebrar como la familia que somos", su gran revelación ante Robin lo dejó completamente confundido, sin saber qué hacer ni qué decir, solo miraba a Regina y a Zelina sin saber si hablaba o no, pero no podía continuar callando, por lo que con un profundo suspiro se decidió a dar la gran noticia.
"Zelina y yo vamos a tener un hijo, Regina", las palabras retumbaron en su mente como un puñal, sus ojos la traicionaron y sus piernas temblaban como gelatina, se hizo hacia atrás para encontrarse con David que había acabado de hacer su entrada triunfal en la escena, nunca se había sentido tan segura en su vida, lo que acababa de escuchar la estaba debilitando, pero estar tan cerca de él, le traía paz, calmaba todas sus tormentas, le daba fuerzas para no derrumbarse a llorar, no lo podía explicar, pero así se sentía con su cercanía.
La traición de Robin con su hermana era muy fuerte aunque sabía perfectamente en las circunstancias que fue, pero no dejaba de ser menos doloroso saber que el hombre que amaba tendría un hijo con su hermana, al parecer Zelina, por fin había conseguido su tan ansiada venganza en su contra, fueron sus pensamientos en ese momento, solo que las manos de David sosteniendo las de ella la trajeron de vuelta al presente, ese simple toque la desestabilizó mucho más, pero no debía dar ningún detalle de su lucha interna por lo que luego del silencio que inundó el lugar, decidió hablar, esperaba que su voz no la traicionara esta vez.
"debemos hablar a solas", fue lo único que pudo decir y Robin entendió perfectamente el significado de esas palabras.
"vamos, conozco un lugar", dijo extendiéndole la mano para que ella lo siguiera.
David se había quedado paralizado, al escuchar la gran revelación de Zelina, no podía creerlo, su reacción inmediata fue dudar sobre el amor que le profesaba a su alma gemela, ¿realmente era tan grande como decía?, y si era así ¿cómo era posible que la hubiese traicionado de esa forma?, supiera o no sobre el engaño de su esposa, no tenía ningún derecho, sus pensamientos fueron interrumpidos por el cuerpo de Regina que no sabía de su presencia en la escena y caminando de espaldas, por casualidad, sus cuerpos quedaron fundidos en uno, ese simple hecho le provocó un enorme deseo de protegerla, de abrazarla, si hubiese sido él el afortunado de contar con su amor, jamás, ni un solo momento, la hubiese traicionado, ni siquiera con el pensamiento, definitivamente en ocasiones las oportunidades eran otorgadas en la dirección equivocada, pero no pudo más que tomar sus manos y acariciarlas con todo su amor en silencio, con toda su ternura, con toda su paciencia, al parecer, ella también necesitaba ese gesto, lo supo porque en el momento que Robin le extendió sus manos para salir del departamento, sintió su batalla por no desprenderse de su lado, pero su duda duró instantes, pronto tuvo que ver cómo Robin le arrancaba, una vez más, lo que no le pertenecía, le dolía profundamente no poder hacerle ver al mundo entero que si la tuviera entre sus brazos no la dejaría escapar, la protegería como un pirata cuida de su tesoro más preciado, solo que esa no era su realidad, ahora esperaría que un milagro iluminara el camino de Regina para que no le perdonara esta traición, se sentía como un egoísta, por pensar así, pero no lo podía evitar, la quería solo para él, esa era su verdad.
El lugar del que Robin hablaba no estaba muy lejos, solo a unas cuadras del departamento, Regina permaneció todo el camino muy callada, ni siquiera se había dado cuenta que aún sostenía sus manos y su enojo por la situación era perceptible, donde iban era un pequeño bar que frecuentaba cuando no podía sacarla de su mente, cuando quería dejarlo todo e ir a buscarla al pueblo. Al entrar se sentaron en una mesita bien apartada donde podrían conversar tranquilos, permanecieron en silencio por unos minutos, pero quería explicarle, que entendiera su posición, no podía dejarla ir de su vida, la amaba mucho como para hacerla sufrir de esa forma.
"Regina, sé que la situación es complicada, pero quiero que conversemos para entendernos", comenzó su intervención sin recibir respuesta alguna, por lo que continuó, "yo te amo", estas palabras la hicieron salir de su silencio.
"vámonos para el pueblo, Robin, allí trataremos de resolver nuestra situación", no podía perder a su alma gemela, ya vería la forma de perdonarlo, de seguir adelante con su nueva realidad, no dejaría que su hermana por fin le ganara la batalla, ella también lo amaba.
"Regina… yo…", no sabía cómo decirle, pero ella lo interrumpió.
"no te preocupes por nada, estaremos juntos, eso es lo que importa", lo animó, le aseguraría su apoyo incondicional.
"me quedaré aquí, le prometí mi apoyo a Marian y eso haré, aunque ahora me haya enterado de su engaño", su honor y su responsabilidad estaban primero y si tendría otro hijo, lo asumiría.
"entonces, ¿todo terminará así, sin apenas haber comenzado?", preguntó Regina casi en un susurro, las palabras de Robin le estaban partiendo el corazón.
"Regina, lo siento mucho, pero no puedo darte una respuesta ahora mismo, estoy muy confundido", lo que decía no definía su situación, al contrario, lo complicaba todo.
"muy bien, cuando hayas encontrado una respuesta, entonces volveremos a intentar construir una vida juntos, si es que, para ese entonces, no es demasiado tarde, mientras tanto, deseo que todo salga bien con mi hermana", se levantó de repente de su asiento, la furia la invadió, la vida le arrancaba otro amor.
Robin intentó alcanzarla, pero tardó en procesar el significado de sus palabras, se le estaba escapando de entre sus manos y lo peor era que no había nada que hacer.
Se apresuró en volver al departamento donde David la esperaba, todo estaba tal y como lo dejó al salir del brazo de Robin, la puerta permanecía abierta, al parecer su ausencia no fue tan prolongada.
"David, nos vamos", su voz hizo que David diera un brinco de asombro, no pensaba que regresaría tan pronto y la siguió, pero antes de salir, una voz femenina les impidió el paso.
"al parecer sí podía vencerte después de todo hermanita, tienes que darme crédito por mi gran hazaña", no quería dejar ir a su hermana sin antes hacerle ver que era más fuerte que ella.
Regina ni se preocupó por responderle, "David, se nos hace tarde", su atención se desvió por completo, no valía la pena seguir su juego de poder, después de todo, ella estaba muy segura de lo que era capaz.
Ambos salieron del departamento, una vez que David buscó el auto donde lo había estacionado anteriormente Regina le pidió las llaves y comenzó a conducir sin mencionar palabra alguna, David ni se atrevió a preguntarle nada, sabía que necesitaba tiempo para procesar toda la información, ni tampoco quiso saber los detalles de su conversación con Robin, le daría su espacio, ahora lo importante era asegurarle que no la dejaría sola bajo ninguna circunstancia.
Cuando Robin salió del bar, por mucho que trató no logró alcanzarla, y cuando llegó al departamento, Zelina le informó de su partida, la suerte fue que Roland todavía jugaba, no tenía ni la más remota idea de lo sucedido, por lo que ambos acordaron que Zelina debía continuar como Marian, hasta encontrar una solución a todo el enredo que ella misma provocó, para la sorpresa de Robin, aceptó muy gustosa, prefería no negarse a su propuesta, que irse al pueblo y enfrentarse a la furia de su hermana quien se marchó no muy convencida de haberse rendido en la batalla.
El viaje fue rápido porque Regina esta vez no hizo escala para descansar, ni tampoco se atrevía a mirar a David a los ojos, no quería hablar, le agradecía que hubiese entendido su silencio porque no estaba de humor para sostener una conversación, solo su cabeza se mantenía centrada en la carretera, el sueño y el apetito habían desaparecido, solo quería llegar lo más pronto posible, para encerrarse en su cuarto a llorar sin ser vista, para que esta pesadilla que estaba viviendo, acabara de una vez; se mantuvo perdida en sus pensamientos hasta que sintió la magia volver a fluir por todas sus venas, entonces ahí fue cuando se dio cuenta de que habían llegado a Storybrooke y decidió romper el tan mentado silencio en el que se había sumido durante las últimas horas.
"iremos directo a tu casa, todos deben estar bien ansiosos por volverte a ver", dijo sin distraer la mirada del volante.
"no", respondió David muy decidido.
"¿no irás a tu casa?, tu esposa te espera", Regina se sorprendió mucho con su respuesta, pero no respondió a su pregunta, por lo que siguió manejando, sospechaba cuáles eran las verdaderas intenciones del príncipe, pero no quería, no podía, no debía, no era correcto, lo correcto era dejarlo en su casa y anunciarles a todos sobre su regreso.
Cuando llegaron a la mansión, ella, inmediatamente estacionó el auto dentro y abrió las puertas para salir, pero las manos de David la detuvieron, no quería mirarlo.
"Regina!", la llamó, seguía sin voltearse a verlo, se estaba conteniendo para no derrumbarse frente a sus ojos, al no responderle, volvió a llamarla, "Regina!", esta vez su nombre se escuchó tan hermoso, la paciencia y la ternura con la que había hablado, la superaron, nunca antes había escuchado su nombre dicho de esa forma, con tanto… ¿amor?, no, ese era el colmo, estaba alucinando, seguro era su corazón roto el que estaba viendo fantasmas donde no los había, o quizás su falta de sueño, eso era, porque bajo ninguna circunstancia, David podía amarla, por lo que rápidamente se bajó del auto, aunque sabía que la perseguiría, no se detuvo.
Al ver que se negaba a hablarle, a dirigirle la mirada, intentó llamar su atención, pero no obtuvo respuesta, solo pudo sostenerla por un segundo antes de que se le escapara nuevamente.
Vio cómo casi corría y la persiguió hasta alcanzarla, detuvo su paso y la estrechó entre sus brazos, al principio se tensó con la invasión de su privacidad, pero al sentir que no la soltaba, se quedó tranquila hasta llorar en silencio, al sentirla sus propias lágrimas nublaron su visión, ambos se quedaron así por unos minutos, David quería asegurarle que todo estaría muy bien, que el dolor pasaría como arte de magia, que ahí estaba él dispuesto a entregarle su corazón lleno de amor por ella para curar el de ella que estaba roto en mil pedazos, pero, a quién estaba engañando, no podía hacerle promesas falsas, ni profesarle su amor guardado por tantos años en su corazón, además su amor por Robin no se iría de la noche a la mañana y mucho menos que aceptaría su amor, que le correspondería, era casi imposible, así que en vez de mencionar palabra, solo se dedicó a consolarla, cuando estuvo más tranquila, se desprendió de su abrazo, pudo encontrar la fuerza para hablar.
"gracias, David", necesitaba agradecerle por todo.
David no respondió, acarició sus mejillas con tanta delicadeza, que sus ojos volvieron a cristalizarse, por más que quiso contener las lágrimas, no pudo, era imposible, inmediatamente David comenzó a limpiarlas, como asegurándole que estaba ahí para ella, para cuidarla, en ese momento tampoco hablaron, pero David no podía seguir así, teniéndola tan cerca, cuando la vio calmarse nuevamente, tomó distancia, había llegado la hora de la dolorosa despedida, este sueño de haber ido con ella hasta el fin del mundo, solos los dos, desafortunadamente había llegado a su fin.
"debo irme", se iba alejando lentamente, lo observaba, el hecho de que no le haya dado la espalda, le rompía aún más el corazón, solo la vio hacer un movimiento de su mano para abrir su auto y se llevara su maleta, en contra de su voluntad logró desprenderse de su reina hasta que llegó a su casa, donde todos lo recibieron muy bien, enseguida Henry preguntó por su madre, David les aseguró que estaba bien, que solo necesitaba tiempo para descansar, no mencionó palabra sobre lo ocurrido en el viaje, no era su secreto para contar, mejor cuando Regina se recuperara, que se encargara de hacerles saber.
