.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Capítulo II. Recuerdos
Eren se levantó temprano por la mañana para abrir su tienda. Mientras preparaba el desayuno para su pareja y él, no pudo evitar encender un cigarrillo.
— ¡Eren, no! —gritó Historia molesta mientras bajaba las escaleras. – Dijiste que lo dejarías, por dios. Son las 6 de la mañana.
El castaño suspiró molesto pero retador le dio otra bocanada de aire a su cigarro para acercarse juguetón a la rubia.
— Cuando nos conocimos dijiste que era sexy que fumara, recuerdas —comentó mientras le echaba todo el humo en la cara. Historia lo empujó molesta.
— ¡Maldita sea, Eren! Me acabo de bañar voy a llegar al trabajo oliendo a tabaco —exclamó mientras con sus manos alejaba el humo de su cara. – Puedes ser tan sucio como quieras, pero no a estas horas del día por dios.
Eren mantuvo la compostura unos segundos y luego suspiró inconforme. Dejó su cigarro en el cenicero sobre la mesa y se dispuso a servir el café para los dos. Empezaba aburrirse de estar con ella desde hace algunos meses, pero realmente no encontraba una motivación para acabar su relación, era como si fuese más cómodo estar con ella que estar solo.
— Disculpa, no quería ser grosera es sólo que me acababa de bañar y ya sabes que no puedo entrar así al congreso...
— No te preocupes, sé que fue mi error. No debí hacer ese gesto tan desagradable tampoco.
Historia sonrió.
— Me sigue gustando tu apariencia de chico malo, es sólo que ya sabes... me he sentido indispuesta estos días. Aunque, quizá esta noche tú y yo podríamos hacerlo —sugirió juguetona mientras se acercaba a él para darle un abrazo.
Eren le correspondió sin mucha emoción y la soltó casi de inmediato al recibir un mensaje de Armin.
"Así que ya te enteraste de que volvió Mikasa..." Leyó junto a Historia.
— ¿Qué acaso era un secreto? —refunfuñó mientras dejaba su celular a un lado y bebía su café.
La rubia que ya había vuelto a su asiento lo miró con interés. Desde que habían empezado su relación pocas veces lo veía reaccionar con rabia o enojo, parecía que le gustaba mantener una mirada apacible, pero algo le decía que tenía una rabia contenida, sin embargo, contrario a lo que estaba acostumbrada, ese día lucía a primera vista molesto.
— Eran amigos, ¿no? Recuerdo que pasaban mucho tiempo juntos con Jean, Marco, Armin y la bola de raritos de la escuela...
— Bueno, nuestros padres son vecinos incluso hoy en día, crecimos en el mismo vecindario desde que tenemos 6 años. Además, fuimos pareja en la secundaria...
Historia entrecerró los ojos y lo observó acusadora.
— No me dirás algo tan patético como que no puedes superar a tu novia de la primaria —se mofó molesta.
— No digas estupideces, es sólo que la conozco de toda la vida. Creí que cuando volviera de Hizuru yo sería de las primeras personas que llamaría, pero al parecer ya lleva un buen rato aquí, tanto como para tener una relación estable con Jean y yo ni en cuenta.
— ¿Cuánto tiempo fueron pareja? —preguntó Historia yendo al grano.
— No mucho tiempo, desde los quince hasta los dieciocho, tal vez diecinueve, no recuerdo bien. Terminamos porque se fue del país y decidimos que era mejor que fuéramos amigos, pero por alguna razón sólo se mantuvo en comunicación conmigo dos años después de irse y de ahí en adelante no supe más de ella.
Historia notó la micro expresión de tristeza que Eren tanto trataba de esconder.
— Qué patético... Pero, lo entiendo —dijo la rubia a la vez que tomaba otro sorbo de café.
Eren sonrió y luego miró a la joven. — Tú no tienes derecho a decir eso —se quejó acusador. Historia sabía a quién se refería y reaccionó ofendida.
— No seas idiota —dijo sonriendo. – Como sea, iré a vestirme y al rato nos vemos.
Historia le dio un beso a Eren antes de irse a cambiar. A veces sentía que eran más amigos que novios.
Quizá era verdad que el abandono de Mikasa lo había dejado traumatizado. Si era honesto consigo mismo, no podía negar que cada vez que conocía a una chica nueva casi siempre trataba de entablar una amistad con ella de la misma forma que lo había hecho con su ahora ex mejor amiga, el único problema era que ninguna era como Mikasa. Solía recordar con mucha nostalgia sus días de bachillerato a lado de Armin y Mikasa. Se reunían regularmente en la casa de él o incluso a veces en la casa de los Arlert o de los Ackerman, aunque de estos últimos solían evitar ir seguido, en especial cuando los tíos de Mikasa, Levi y Kenny, estaban presentes.
Nunca olvidaría el día en que las cosas empezaron a cambiar entre ellos.
Debido a que la casa de Mikasa y la suya eran las más cercanas entre sí, era común que se reunieran a jugar con la consola hasta tarde. Una de esas noches en las que los Ackerman y los Jaeger se habían ido a cenar juntos, recordó haber pasado la noche con ella y su hermano mayor Zeke que por lo general los ignoraba pues tenía mejores cosas que hacer. En ese entonces tenían catorce años y recién eran conscientes de los cambios físicos el uno del otro.
Mikasa era terroríficamente buena para los videojuegos, en especial porque practicaba mucho con Armin que era el mayor nerd sobre la faz de la tierra. Esa noche estaba muy frustrado ya que Mikasa llevaba 10 partidas seguidas derrotándolo con facilidad, lo peor de todo es que ella sabía que eso lo molestaba y le causaba mayor diversión burlarse de él.
— Por dios, qué inmadura eres —le dijo soltando el control y yendo a la cocina por agua. Estaba agotado.
Mikasa energética fue tras él muy sonriente, lo cual era raro en ella, en general su amiga era una persona seria, excepto cuando se trataba de competencias, donde solía sacar ese lado burlón y egocéntrico suyo.
— Yo también, humillarte en los juegos de combate es agotador —mencionó mientras sacaba de la alacena un vaso para él y para ella. Eren más enojado la volteó a ver irritado.
— Por dios es sólo un juego estúpido, si fuese una pelea real te ganaría de inmediato —sentenció mientras tomaba uno de los vasos de Mikasa y lo llenaba de limonada. Mikasa lo miró retadora.
— No quiero sonar pretenciosa, pero, seamos honestos, Eren. Siempre he sido más fuerte que tú —comentó con la mayor tranquilidad del mundo. Eren aún más molesto la fulminó con la mirada. Mikasa al notarlo dejó su vaso con agua en la barra de la cocina y luego se acercó a él. – Y si no me crees podemos comprobarlo —le dijo con la mirada seria.
Eren no sabía qué decir, por un lado, tenía un miedo auténtico de que Mikasa fuese más fuerte que él y lo humillara, y por otro, no quería golpear a una chica, sin embargo, Mikasa a veces era muy molesta y le daban ganas de ponerla en su lugar. Ambos habían ido a clases de combate cuerpo a cuerpo el verano pasado y tenían los movimientos frescos en la memoria. Jamás combatió con ella directamente porque la sección de chicas era separada a la de varones, pero siempre tuvo la curiosidad.
Mikasa iba vestida con pijama ese día por lo cual se veía dispuesta, él al igual llevaba unos shorts cortos que le permitían el libre movimiento.
— Está bien, pero los golpes no están permitidos, sólo haremos algo de forcejeo y quien inmovilice al otro primero gana, ¿De acuerdo? —propuso dirigiéndose al espacio sin muebles en medio de su sala. Mikasa aceptó.
Ambos se pusieron en posición de combate, y después de una batalla de un minuto, Mikasa terminó derrotando a Eren sin mayor dificultad. Mikasa estaba sobre él aplicándole una llave que no le permitía mover ninguna extremidad.
Lo hicieron varias veces y en todas Mikasa ganó sin problemas, acto que causó mayor enojo en el chico que contenía las lágrimas de la rabia, no podía creer que ella fuese naturalmente buena, habían entrenado la misma cantidad de tiempo.
— Te lo dije, mi tío Levi me entrena en casa, no había forma de que ganaras —le explicó orgullosa mientras se levantaba de la espalda de Eren. – Aunque no vas nada mal, si practicaras más quizá podrías mejorar —agregó tratando de hacerlo sentir mejor. Eren se paró sin decir nada y la miró atentamente varios segundos, sabía que Mikasa estaba evitando reírse de él por lástima, sabía que su expresión seria estaba por desvanecerse pronto y comprobó que tenía razón cuando de forma imprevista ella le dio la espalda fingiendo ir hacia los sillones de la sala para disimular su risa.
No supo exactamente por qué, pero sin pensarlo mucho corrió hacia ella y se le lanzó encima tirándola sobre las alfombras. Tenía unas ganas poco saludables de ganarle, tanto así que no le importaba si era con trampa, quería al menos una vez ser él quien obtuviera la victoria.
Mikasa trató de levantarse, pero para su sorpresa, Eren había reaccionado muy rápido y aplicado la misma llave que ella había usado con él, sin embargo, eso dejó de estar en su mente cuando sintió cómo el cuerpo de Eren la envolvía mientras ella se encontraba bocabajo en el piso.
Eren no notó nada raro en su momento, de hecho, no paraba de reír como maniaco al descubrir que Mikasa se encontraba totalmente indefensa a su merced, incluso tuvo la valentía de susurrarle al oído cosas como "¿Quién es el perdedor ahora eh?" "Parece que no puedes defenderte". Le gustaba saber que había tratado de darle pelea en un inicio, pero supo que algo raro pasaba cuando el cuerpo de su amiga había dejado de reaccionar.
Unos segundos después notó lo comprometedor de la escena, Eren sin haberlo notado había colocado su pelvis cercana a los glúteos de la chica, a la vez que mantenía su rostro cercano al de ella acariciando sin querer la oreja de Mikasa con sus labios.
— ¡Eren! ¡Mikasa! ¡Por dios! ¡¿Qué carajo hacen?! —preguntó Zeke que bajaba a la cocina por una bebida.
Eren se levantó de inmediato y Mikasa se quedó en el piso sin reaccionar por unos segundos.
— ¡No es nada! Estábamos luchando y… yo —Eren empezó a balbucear nervioso, no quería que pensara que trataba de abusar de ella o algo por el estilo.
— Por dios, generalmente me daría igual, pero al menos sé algo disimulado, santos cielos, sé que a tu edad es difícil controlarse, pero existe algo llamado decencia —lo regañó el rubio mientras cerraba el refrigerador. — Esa niña no se va a quedar a dormir aquí, si su familia se entera de esto te van a prohibir volverla a ver... En especial su tío ese psicópata que parece odiarme, me echará la culpa de que seas un degenerado.
— ¡Que no ha pasado nada! —gritó Eren desesperado.
— Me voy —dijo Mikasa de repente interrumpiendo la plática entre los hermanos y saliendo de la casa con prisa. Una vez solos, hubo un silencio incómodo.
— A tu edad también tenía necesidades, así que lo entiendo, pero mira, Mikasa es una buena niña y es mejor que esas cosas las descubras tú solo...
— ¡Por dios! ¡Cállate! ¡NO ERA ESO! —gritó por última vez Eren tapándose los oídos y corriendo a su habitación avergonzado. Zeke lo miró sin entender la actitud rara de su hermanito.
Eren sonrió al recordar dicho suceso. Mientras tanto, volvía su mirada al teléfono para responder los mensajes de Armin:
"Así que tú y Mikasa ya se han visto y a mí no me han dicho nada, vaya amigos de porquería que me cargo" dijo acusador.
"Lo siento, Eren. En realidad, hace poco nos comunicamos y nos hemos visto un par de veces, ella me dijo que no quería comunicarse contigo todavía"
Eren frunció el ceño
"¿Por qué no quería verme? ¿Le hice algo o qué? Maldita sea, ni siquiera por educación"
"Bueno, ella me dijo que estaba muy ocupada y que alguno de esos días se comunicaría contigo. Quizá son sólo cosas del empleo, ya sabes, los tiempos cambian"
"Da igual, no necesito que me busque si no quiere es su problema. Tengo mejores cosas de qué preocuparme"
"Bueno, está bien. Por cierto, Eren, creo que Jean quiere organizar una reunión con todos los chicos de la secundaria el fin de semana. ¿Irás?"
Eren suspiró, si Mikasa iba a estar presente podría preguntarle muchas cosas, tenía ganas de tener una larga plática con ella.
"No lo sé" respondió el castaño cortante. Levantó sus cosas y se fue a trabajar.
Por su parte, Mikasa llevaba todo el día parada esperando gente de la oficina. Moría de aburrimiento, cada día odiaba más su empleo. Pronto recibió un mensaje de Jean.
"Armin irá a la reunión, está bien si la hacemos en nuestro departamento ¿Cierto? Podemos hacer una de esas recetas exóticas que aprendiste en Hizuru ?" sugirió el joven con cierto entusiasmo.
"Me parece genial" respondió la pelinegra cortante. Mandó su mensaje rápido y ante la presencia de Shadis guardó apresurada su celular, después de eso, se acercó rápidamente para hablar acerca de los socios alemanes que llevaban horas leyendo cláusulas del contrato de negocios que traería a su ciudad cadenas internacionales de alimentos.
— Gracias por encontrar tan buenos abogados, este negocio podemos darlo por cerrado —la felicitó el hombre calvo con la poca amabilidad que su rostro serio podía reflejar. – Ahora en tus manos dejo toda la documentación relacionada con las inversiones de los seguros...
— Señor —interrumpió Mikasa. – Me encantaría hacer eso, pero la siguiente semana empiezan mis vacaciones. —agregó tratando de sonar amable.
Shadis frunció el ceño. — ¿Y quién te va a remplazar? —preguntó como si no tuviese idea de aquello.
— Louise lleva semanas en eso, ya le di las indicaciones de lo que debe de hacer y tiene mi número personal en caso de alguna emergencia —contestó la pelinegra de inmediato. Sólo quedaba una semana de trabajo y quería que terminara tan rápido como le fuera posible. Si de niña le hubieran explicado que el éxito profesional estaba lleno de estrés y ansiedad, hubiera preferido ser una fracasada a los ojos de todos por el resto de su vida.
— Como sea, espero que cuando vuelvas des lo mejor de ti. —respondió el hombre cortante y yéndose lejos de ella. Mikasa suspiró.
En la tarde, cuando por fin salió de la oficina, se detuvo en su café de confianza y compró una bebida para ella y para Jean, solía pasar a recogerlo después del trabajo ya que le quedaba de paso.
Al salir de la cafetería miró con curiosidad una de esas tiendas que siempre veía, pero a la que nunca entraba, ese día se sintió especialmente atraída al ver a través del cristal un enorme póster en la pared del fondo, era de uno de esos juegos que le fascinaba jugar siendo una niña.
Recordaba que ella y Armin pasaban horas jugando esa cosa, él mismo la había instruido. Sin pensarlo mucho entró al lugar al cual no podía definir de qué iba con facilidad.
— ¿Necesitas algo? —escuchó a alguien tras ella haciéndola estremecerse, conocía esa voz.
— ¡Por dios! ¡¿Eren?! —preguntó sorprendida. – ¿Qué haces aquí?
Eren la miró serio y luego con un dedo señaló el póster. – Solíamos jugar esa cosa de vez en cuando. Odiaba ese juego porque era terrible jugándolo, pero tú y Armin no paraban de hablar de él. Siempre creí que era estúpido hasta que hace unos meses lo encontré y me dio nostalgia así que lo colgué en la pared.
Mikasa sonrió al recordar eso. – Es verdad, eras pésimo para los juegos de combate —agregó con cierta melancolía en su voz. Luego de eso, miró con atención el establecimiento. — ¿Es tu tienda? —le cuestionó incrédula. – Creí que habías estudiado una ingeniería en ese colegio militar importante que te pagó tu padre – preguntó a la vez que empezaba a caminar por el lugar, estaba lleno de cosas distintas entre sí: libros, discos, revistas, cuadros y un montón de objetos antiguos. Sabía que a Eren le gustaba la historia, su hermano mayor que tenía una segunda carrera en historia mundial, le solía hablar mucho de eventos históricos, recordaba que Eren estaba obsesionado con los ejércitos mundiales y las guerras.
— Nunca la ejercí, pero me gusta comprar y revender objetos curiosos. Igual hago tatuajes —dijo señalando su brazo. Mikasa observó con sorpresa que los tenía cubiertos de tinta, cosa que le pareció extraña en él, conociendo a Carla estaba segura de que habría tirado el grito en el cielo.
— Interesante —respondió ella. – Pues parece que esto te hace feliz, me alegro por ti.
Mikasa checó la hora, se dio cuenta de que se le hacía tarde para recoger a Jean del trabajo.
— Me debo de ir, pero espero que te pueda ver después. ¿Irás a nuestra fiesta? Será en mi departamento, Jean y yo queremos que vayas con Historia, sería lindo reencontrarnos todos —lo invitó con cierta calidez.
Eren se rascó la cabeza. – No lo sé. Tal vez —respondió haciéndose de rogar.
Mikasa simplemente sonrió y se despidió con la mano. – Nos vemos, Eren —dijo antes de abrir la puerta y desaparecer.
Una vez fuera, tomó algo de aire. No podía negar que algo de su nueva apariencia le parecía extremadamente atractivo, pero tuvo que calmar sus pensamientos, odiaba que Eren causara ese efecto en ella.
Continuará...
NOTA DE AUTOR: He puesto en esta historia a una Mikasa más animada, quería que mantuviera algunos rasgos que tiene en la serie pero que a la vez actuara como una chica común, una sin severos traumas psicológicos de la infancia. Posiblemente lo hago mal, pero si no les desagrada me doy por bien servida XD gracias por leer
