Las voces de los marines corriendo al comedor hacían eco por los pasillos. Sin embargo, mientras aquellos pobres hombres atrapados en alta mar luchaban por el mejor plato del día, dos oficiales de aquella flota habían decidido saltarse aquella comida. Sentados junto al ojo de buey, el mayor de los jóvenes comenzó a relatar la historia a su compañero: una muchacha que había perdido el favor de su capitán.

La trágica historia de Bad Beat se había hecho eco entre los piratas y los grandes brókeres del Inframundo gracias a los imparables cotilleos, pero el Gobierno Mundial se habían asegurado de enterrar cualquier indicio de que aquella historia iba a ser revelada a todos los públicos. El poder que Donquixote Doflamingo ocultaba bajo su mano era mucho superior al que habían podido calcular aquellos dos jóvenes inexpertos, pero aquello no los detuvo en su misión para indagar más a fondo.

— El Gobierno Mundial se empeña mucho en ocultar estas cosas por alguna razón— el mayor, un joven de cabello negro y ojos rojizos, dejó en la mesa de su compañero un bloc de notas y se sentó en la silla junto a él—. Ella es una de los que te hablé. Empezaron a trabajar para Doflamingo hace unos años y parece que la cosa les ha empezado a ir mal.

Su compañero agarró el bloc de notas y ojeó los apuntes entre risas. Se pasó una mano por su cabello color marfil, mientras se echaba atrás en la silla. La letra en aquellas hojas era impecable y elegante, pero su contenido era completamente distinto. Casi como una desafortunada historia de horror y misterio, en las que el villano siempre salía victorioso.

— Asesinatos, infiltraciones... Pero si ella es una cría todavía— las palabras de su amigo llamaron la atención del pelinegro—. ¿Cuántos dijiste que tenía Bad Beat? ¿Dieciséis?

— Diecisiete, y Blind cumplirá veintiuno pronto. Está claro que los dos son muy jóvenes para andar metiendo la pata ya. Y esa arma que lleva ella... Es la Tenshi no Ude, no me puedo creer que estuviera en manos de ese pirata todo este tiempo.

Irritado, el peliblanco le arrancó la gorra de la cabeza a su compañero entre risas y deshizo la impoluta cola de caballo, haciendo que su cabello cayera como una cortina oscura sobre sus hombros. El pelinegro arrugó la nariz, pero finalmente se relajó ante la sonrisa del joven.

— Le estás dando muchas vueltas al asunto— dijo el peliblanco mientras guardaba el bloc de notas—. Está claro que saben lo que hacen.

— ¿Crees que podré hacer algo sobre ellos? Necesito detener esto antes de que llegue demasiado lejos, no puedo fiarme lo más mínimo de ese bastardo. Después de la muerte de la contralmirante Saldanha no pienso permitir que vuelva a salirse con la suya.

— No te preocupes, sé que eres capaz de lo que sea— su compañero sonrió—. Pero también de que ellos se las apañarán. No hay nadie más perseverante que los mismos Eustass, lo sé por experiencia.

El pelinegro frunció el ceño, pero finalmente sonrió y respiró profundamente mientras le arrancaba la gorra de la mano a su compañero.

— Tienes tu oportunidad de averiguarlo también, ¿no? — continuó el peliblanco—. Después de todo, Sengoku te ha hecho su nuevo asistente. Igual lo verás en la reunión de mañana.

— Lo dudo mucho, el anciano dice que no suelen aparecer los Guerreros del Mar en este tipo de asuntos. Y aunque apareciera, no va a ser fácil averiguar más de la boca de Doflamingo. Es hora de tener algo de paciencia.


— Soy yo, Doffy— June se colocó el auricular rápidamente mientras corría por las calles—. Acabo de recibir un aviso de Blind, Sombrero de Paja está peleando contra Bellamy, me dirijo hacia allí para reducirlo.

— No, tómatelo con calma. ¿Llevas la Tenshi no Ude contigo?

June bajó la mirada a su espada, una jian impoluta. La vaina negra de la espada le permitía mantenerla alejada de la atención del público, algo que agradeció cuando entró en la plaza. Volvió a levantar la cabeza y dio un respingo cuando el cuerpo de Bellamy cayó al suelo. El estruendo que resonaba en el puerto desapareció por completo, dejando todo el área en un silencio absoluto.

— La llevo pero eso no es importante— susurró June mientras se aguantaba el auricular—. Acaba de cargarse a Bellamy. ¿Cómo debo proceder?

— Tu impaciencia te llevó a la situación en la que te encuentras, Junie. Haz tal y como te enseñé, detente y observa. La oportunidad aparecerá sola.

June apretó los labios y sus ojos escanearon los rostros de los presentes. El cuerpo del rubio frente a los piratas era un anuncio directo del Sombrero de Paja sobre las consecuencias de tocar a sus amigos, pero más lo era de que aquel muchacho no era un soñador cualquiera. Sus manos, cubiertas en la sangre de la Hiena agarraron la bolsa de tesoros y, antes de marchar, se giró para escanear la plaza una última vez.

La pelirroja bajó su mano a su cintura cuando sus ojos se encontraron, en un intento de alcanzar su jian. Su instinto le hizo dar un paso atrás, pero Luffy agarró su brazo con fuerza para detenerla. Cuanto más se intentaba alejar, más tiraba de ella hacia sí. Estaba claro que aquel muchacho no era de rendirse ante la adversidad, y ella había dicho demasiado en el pasado como para que él la dejara ir sin una pelea.

Aún así, June no se podía permitir aquel número sin hacer sonar las alertas de Doflamingo, sobretodo cuando aquella era la reacción que buscaba para continuar su misión.

— Déjame hablar contigo, por favor.

— Ni se te ocurra huir— la voz del pirata resonó en el auricular—. Escuchemos que tiene que decirte Sombrero de Paja.

La joven frunció el ceño y relajó su compostura. Luffy sonrió y soltó su brazo, en un intento de demostrar que confiaba en ella. Sin embargo, no era el significado de aquel gesto lo que importaba, sino la manera en la que June se comportaría ante ello.

Luffy le hizo una señal para que lo siguiera y, sin decir más, June asintió y comenzó a caminar tras él.

— Estuviste en Goa hace un año— comenzó a hablar el pelinegro—. ¿No recuerdas lo que ocurrió?

— Luffy— el moreno se estremeció al oír su nombre salir de sus labios y June sonrió—. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad?

La joven se detuvo en el camino y el pelinegro se giró hacia ella. Los ojos de Luffy buscaban una expresión que lo ayudara a dejarla atrás, pero la realidad era distinta. Finalmente, June suspiró y se quitó el auricular mientras colgaba la llamada, a sabiendas que aquel gesto iba a molestar severamente a Doflamingo. Sus ojos regresaron al muchacho y se acercó a zancadas a él, tirando de él en un abrazo. June era plenamente consciente de que aquella vez, sus manos estaban más temblorosas que nunca.

— Siento haberme marchado de aquella manera— los ojos enrojecidos por las lágrimas de June buscaban en el suelo un refugio a la mirada de Luffy—. En Goa ocurrieron cosas que jamás deberían ocurrido y pagué un precio muy severo cuando mi jefe se enteró de lo que ocurrió.

— ¡Pero ahora estás aquí!— exclamó mientras se apartaba de ella—. Y esta vez no soy un debilucho, puedo protegerte.

— No deberías perseguir a alguien como yo, no entiendes en qué te estás metiendo. Esto es muy peligroso.

— ¡Explícamelo! Si no lo entiendo, lo intentaré de cualquier manera. Sabes por qué.

Luffy ofreció su mano y, aún dubitativa, June la agarró con fuerza.

— Te lo explicaré todo.

— Mejor incluso: demuéstrame por qué eres un peligro.

De repente, sintió sus pies levantarse del suelo y, antes de darse cuenta, el capitán echó a correr por la costa cargando a la pelirroja al hombro. Los gritos, golpes y aullidos de la muchacha resonaron en el bosque, acompañados de las risas de su captor. Si hubiera podido verlo, se habría dado cuenta del intenso rubor en el rostro de la pelirroja, pero su atención se fijó en llegar a tiempo al barco.

— ¡Imbécil!— June protestó mientras forcejeaba—. ¡Suéltame de una vez, idiota!

— ¡Lo siento, es porque tengo prisa!

Un salto hizo gritar una vez más a la muchacha y ambos cayeron rodando al suelo. June se levantó y se masajeó el cuello. Levantó la mirada y se quedó congelada cuando los perplejos piratas del Sombrero de Paja interrogaban a su capitán.

Cerca, pero no demasiado. Todos los miembros de la tripulación fueron precavidos alrededor de la muchacha, a excepción de Luffy.

¿Cómo no iban a serlo?

El aspecto que tenía los hizo dudar un momento pero estaba claro que no había pasado desapercibida en la muchedumbre de aquel bar de Mock Town. Tal vez era sólo una simple corazonada, pero tampoco podía descartar que su identidad estuviera descubierta. Desde luego, en aquella tripulación podía reconocer al menos un rostro que no había pasado desapercibido para ella en el Inframundo.

— Luffy, de verdad que creo que esto es una idea horrible— June intentó convencer al muchacho—. Tus compañeros claramente están incómodos con mi presencia.

— No es sólo tu aspecto— Zoro la miró con desdén—. Si el perro de otro dueño te persigue, quizás sea para atacarte. Luffy, no deberías confiar en ella. ¿No estaba en el bar con Bellamy?

— ¡Dejad de ser tan agresivos!— protestó Luffy finalmente, terminando la conversación—. June y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Confiad en ella como si se tratara de mí. No hace falta que os preocupéis por esos detalles, es completamente inofensiva.

Luffy sonrió, y June dio un respingo de inmediato. Apartó la mirada mientras hacía mohín y finalmente, suspiró. Su mirada bajó al suelo y regresó al muchacho, pero la mirada suplicante de Luffy no cambió.

— No pienso quedarme mucho— murmuró mientras se cruzaba de brazos—. Pero si te sirve para dejarme en paz lo haré.

Y desde aquel instante la muchacha se quedó congelada en la cubierta, observando todo lo que ocurría a su alrededor con un ritmo desenfrenado. Un intenso géiser hasta el cielo, el rápido despegue de aquel barco... ¿Acaso todo lo que ocurría con aquel idiota tenía que ser bruscamente desproporcionado?

Finalmente, June por fin suspiró y cayó sobre sus manos con la respiración acelerada. Levantó la mirada y la sonrisa del pelinegro la recibió. Iracunda, apartó de ignoró aquel irritante gesto y Luffy soltó una carcajada mientras la muchacha pisaba la playa.

De todas las cosas favoritas que June podía nombrar, la brisa de la costa había sido siempre la primera. La hacía sentirse relajada y olvidarse de los problemas un instante. Y en aquel momento, estaba claro que todo lo ocurrido era muy grave. Estaba atrapada en territorio desconocido y, desde luego, con una compañía poco confiable para ella.

Sin embargo, aquello no era lo único que June hubiera podido destacar de aquel lugar. La Isla del Cielo donde habían acabado era prácticamente un paraíso tropical. "Arenas" claras, mar de nubes... Mucho más de lo que se había podido imaginar. Las preocupaciones se desvanecían y podía relajarse por el momento sin miedo.

Todo porque aquella vez sabía que una llamada no la interrumpiría.

Tal vez se hubiera relajado demasiado, y antes de darse cuenta, se despertó recostada en una de las palmeras de la playa. No podía evitar preguntarse si aquel sería el efecto que estar junto a él le provocaba. Y ojalá no se acostumbrara de nuevo a ello.

Ya había caído en aquel ciclo de despreocupación antes. El pelinegro la podía arrastrar, de alguna manera, a un ritmo tranquilo pero acelerado, como un dulce vals que no quería acabar. Sin embargo, la canción debía terminar, o al menos la muchacha sabía que debía detenerla.

June se recogió el pelo en una coleta y se giró hacia Luffy, dormido sobre su hombro. El muchacho apenas había cambiado en sus recuerdos y cada vez aquellas viejas sensaciones parecían regresar a ella.

— Mira que puedes llegar a ser molesto— dijo mientras lo apartaba, intentando reprimir aquellos pensamientos—. Tu hábito de acercarte a extraños es muy peligroso.

El muchacho se despertó de golpe y se recolocó en su asiento. Una sonrisa adornó de inmediato su rostro y la pelirroja sintió su pecho encogerse momentáneamente.

A los ojos de June, aquel muchacho era capaz atravesar a través de cualquier adversidad, sin importar quién le atacara o le hiciera daño. Era demasiado bueno para su propio bien, una ingenuidad que muchos tacharían de idiotez. Aunque aquella fue quizás lo que despertó la curiosidad de June hacia él en el pasado.

— Pero no somos extraños, ¿no? Es más, somos todo lo contrario.

Luffy soltó una carcajada y la muchacha apartó la mirada. Otra punzada al corazón la hizo encogerse y June suspiró para aliviar aquella sensación.

— ¿Qué sabes realmente de mí? ¿Mi nombre, mi edad? No conoces nada acerca de mi historia.

— Bueno, eras muy buena contando aventuras de otros, puedes contarme la tuya esta vez.

Luffy se puso en pie y caminó hacia la costa en silencio, seguido de la muchacha. June volvió a dirigió su mirada hacia el pelinegro y suspiró, observándolo jugar a esquivar las olas. Los ojos de Luffy aún brillaban con intensidad, pese al arduo camino.

Por un instante, June se preguntó si aquel hubiera sido el resultado si se hubieran conocido en otras circunstancias, si tras ella no hubiera un historial de pecados. Aquel pensamiento desapareció de su mente mientras caminaba hacia el muchacho. Los ojos de June se fijaron por un instante en los intensos ojos azabache del pelinegro y, antes de poder decir nada, Luffy dio un respingo.

— ¡Estás sonriendo!— exclamó de repente, señalando a la pelirroja—. ¡Pensaba que no volvería a verte sonreír!

El rubor en las mejillas de June despertó la risa del muchacho y le dio un suave golpe en el brazo, dejándose finalmente llevar por su inercia entre carcajadas.

— No te encapriches— dijo con una sonrisa—. ¡No pienso volver a hacerlo!

Luffy observó a su alrededor, en busca de sus compañeros. Al observar que ninguno se encontraba cerca, tiró de la muchacha hacia sí.

—¿En serio podrías aguantar tanto tiempo? — susurró el pelinegro, haciéndola estremecer—. Aún recuerdo las cosas que te hacían reír. ¿Cuánto ha pasado desde que alguien te abrazó así?

June hizo mohín mientras apartaba la mirada. Hizo ademán para apartarse del pelinegro, pero él fue más rápido, levantándola en sus brazos. Hundió su rostro en su cuello, gesto que despertó un escalofrío por el cuerpo de la muchacha.

— Sigo esperando una respuesta— murmuró el muchacho mientras mordía su piel—. ¿Quién vino después de mí?

— Ninguno— musitó finalmente June—. Bad Beat no se podía permitir enamorarse de ninguno... Y no tuve el valor de reemplazarte por otro.

Luffy sonrió, satisfecho, y sus manos exploraron su cuerpo, de una manera menos inocente de lo esperado. June sonrió, aún sonrojada mientras se acercaba al pelinegro en un intenso beso.

— No te podía sacar de mi mente— dijo finalmente Luffy mientras la soltaba de nuevo en el suelo—. Por eso no puedo evitar encapricharme con esos gestos. No hace ni un año que nos separamos, aunque pensaba que estuve a punto de olvidarte sigo aquí...

Aún no tenía claro qué era lo que la estaba alterando tanto de aquellas circunstancias. Tal vez fuera un entorno distinto, o posiblemente fueran tantos rostros desconocidos. Fuera lo que fuere, June había comenzado a sentir que cada momento los acercaba a un peligro inminente, algo que solo Sombrero de Paja era capaz de conseguir.

June finalmente lo apartó de su abrazo cuando el resto de los piratas se acercaron y dio un respingo cuando las risas del Sombrero de Paja deshicieron por completo el ambiente melancólico.

— ¿Qué opináis de ella, entonces?— Luffy sonrió mientras se acercaba a sus compañeros—. Divertida, ¿no?

Las palabras descuidadas del pelinegro cada vez la alteraban más. Las mariposas en el estómago se habían convertido en verdaderas agujas, mientras el deseo incesante de arremeter contra el muchacho y hacerlo callar crecía. Sin embargo, la partida iba contra su mano y June se resignó a aceptar su situación.

Aún así, pese a la ingenuidad del capitán, las emociones marcadas en su rostro no pasaron desapercibidas al resto de la tripulación.

— No parece que vaya a intentar matarte— dijo Usopp en un suspiro—, pero tampoco parece que le caigas bien. Esto es un poco peligroso, ¿no?

— Peligrosa, ¿eso te parezco?— June enarcó una ceja y el pirata saltó tras Luffy—. Tu capitán me secuestra, me obliga a terminar aquí con él y yo soy la peligrosa. No lo odio, pero me parece horriblemente molesto.

Los ojos del capitán se iluminaron por un momento y June respiró profundamente. Se giró hacia el grupo, poniéndose en pie rápidamente.

— Sé lo que vas a decir y no quiero ni oírlo— dijo finalmente mientras cruzaba los brazos—. Ya te lo he dicho mil veces, no es buena idea. Deja de insistir.

— ¡Oh, vamos! Pero si eres fuerte y encima puedes vol-...

June dio un respingo y se lanzó sobre el muchacho, haciéndolo callar de inmediato. Por un instante, los dos muchachos forcejearon, pero Luffy finalmente levantó sus manos en símbolo de paz y June lo soltó.

— Ni se te ocurra decirle a nadie lo que viste en Goa— susurró finalmente la muchacha—. Tengo una gran deuda con mi capitán y mi compromiso fue que nadie se enterara de ello. ¿De acuerdo?

— Si no me queda otra— Luffy apartó a June mientras se ponía en pie—. Pero que sepas que eso no quita que seas perfecta para mi tripulación, ¿de acuerdo?

June gruñó y se llevó la mano a la cabeza, exasperada. Finalmente, levantó la mirada al muchacho y decidió ignorar por completo sus comentarios. Sus manos bajaron a su cintura y se giró al frente de nuevo.

— Te enterarás en el debido momento por qué es una terrible idea. Dejemos esta conversación para otro momento.

— Está bien, pero prométeme que hablaremos de ello en serio.

— Algún día ocurrirá algo realmente importante que me haga unirme a ti, pero hasta ese día, seguiré siendo Bad Beat.