Disclaimer: Los personajes de esta serie de viñetas le pertenecen a la Mangaka Rumiko Takahashi, en cambio la trama salió exclusivamente de mi mente loca e inspirativa. No se aceptan copias/plagio del mismo.

Advertencia: Este fanfic NO toma en cuenta los sucesos de Hanyō no Yashahime. Solo la existencia de Moroha. Cada viñeta tendrá una longitud entre 500 a 1000 palabras y serán correlativas al crecimiento de dicho personaje.

Palabras: 994


II.

Instinto protector


—Es una niña preciosa...

—Es muy pequeña...

La lluvia de elogios, llantos de emoción y gestos de ternura inundaron la habitación central de la cabaña. Las mejillas de Kagome ya le estaban pasando factura. Las sentía adoloridas y rojizas, pero no podía dejar de expresar su alegría mediante cálidas sonrisas.

Luego de aquel momento íntimo junto a su esposo y su hija recién nacida, sus amigos decidieron darle también la bienvenida a la nueva integrante. Entraron a la cabaña y rodearon a la joven madre, observando la tranquilidad que el rostro de la infante reflejaba.

Estaba más calmada luego de sus primeros chillidos y quejas que aturdieron las sensibles orejas de su padre

Kagome mantenía firme el agarre de su pequeña entre sus brazos y mantas. Su tez había perdido la rojez que tenía, debido a la fuerza que expulsó en sus gritos, tornándose de a poco más pálida. Su color era similar al de su madre, uno que refleja la suavidad sin necesidad de comprobar su textura.

Sus cabellos finos y desordenados mantenían su estado a pesar de las incontables caricias que Kagome le otorgó para emprolijar su rebeldía. Al parecer no sólo había heredado su tono azulado de pelo, sino que también su textura y la dificultad al peinarlo.

—Presiento que será igual a Kagome — acotó Miroku ante la obviedad de su apariencia.

—Para mí ella se parecerá más a InuYasha — contradijo la exterminadora con Hisui en sus brazos.

Unas inquietas gemelas se asomaron curiosamente, luego de permanecer detrás de su padre, y observaron el pequeño bulto envuelto en mantas. Se mostraban concentradas tratando de sacar una conclusión a las palabras de sus padres

—¿Dónde están las orejas de perrito? — inquirió Kin'u ante la ausencia de aquellas protuberancias características del hanyō.

—Si ¿dónde están? — le siguió su gemela Gyokuto.

Aquellas palabras aceleraron el corazón de InuYasha, quien se mantenía pacifico al lado de su compañera. Estaba callado, asimilando todas las emociones del momento y aspirando el suave aroma de su cachorra.

El aroma distintivo de ambos.

Aún le costaba creer que se convirtió en padre, en una figura paterna, en alguien que debe ser responsable y proteger a su familia. Vivió toda su vida sin una que, de repente, el destino jugaba a su favor y le brindaba no solo la cálida compañía de Kagome, sino también la de su hija.

Luego del shock que vivió cuando ingresó a la cabaña, pudo percatarse y observar con detalle la apariencia de su cachorra. Tenía algunos cabellos desordenados y en tonos grisáceos, sus ojos los mantenía cerrados y su rostro se encontraba en calma. Buscó algún rastro hereditario suyo, como sus orejas caninas o sus garras, pero no los encontró.

Aquella pregunta que las revoltosas gemelas hicieron aseguraba lo que él y Kagome suponían: su hija tiene una apariencia más humana.

Ellos lo justificaban por el porcentaje de mezcla en su sangre —siendo la humana la predominante—, aunque Kagome había admitido que deseaba que su bebe heredara las tiernas orejas y aquellos luceros dorados de él.

Sus pensamientos se desviaron al sentir un piquete familiar en su cuello. No dudó en guiar su mano y aplastar al pequeño yōkai que comenzaba a caer ligeramente hasta tocar el piso.

—Pulga Myoga ¿Qué demonios haces aquí? —inquirió toscamente el albino.

El susodicho tardó unos segundos en responder al tratar de estabilizar su cuerpo del duro golpe.

—No podía perderme el nacimiento de su hija, amo.

InuYasha soltó uno de sus típicos «Keh» antes que demostrar felicidad por el gesto de su fiel sirviente. Kagome sonrió con ternura ante la actitud predecible de su compañero, aún le costaba soltar sus emociones.

—Por cierto, la pequeña ama tiene rasgos más humanos... —intervino nuevamente Myoga. —Esto es debido a que el amo InuYasha es un hanyō y la señorita Kagome humana. Pero eso no implica que ella no haya heredado los poderes de su padre. La sangre yōkai corre por sus venas, solo falta tiempo para comprobarlo.

Las inquietas gemelas parecieron entender la explicación de la pulga pues sus expresiones se suavizaron y la confusión desapareció de sus ojos.

—Espero que su hija no herede el mal carácter de InuYasha —acotó Shippo acercándose al bebé. —Además ella es parecida a Kagome.

La mano del pequeño kitsune se estaba aproximando a la escasa melena de la infante hasta que su cuerpo se paralizó.

—No te atrevas a tocarla...

InuYasha comenzó a soltar involuntarios gruñidos. Sus filosos y blancos colmillos se asomaron por la comisura de sus labios y sintió un incontenible sentimiento de protección en su pecho.

Desde que sus amigos entraron, sintió como su sangre yōkai clamaba algo en su pecho que solo había sentido cuando Kagome estaba en peligro. Su instinto le estaba dando una señal.

—InuYasha...

La suave voz de Kagome logró despejar aquella nubles de sentimientos en su mente y atraer de nuevo la actitud tímida y tajante de su esposo. Él de pronto sintió el peso de las miradas sobre su persona y agachó su cabeza, buscando deshacerse de aquella tensión.

Su cabeza daba vueltas tratando de descifrar el enigma anterior. No podía explicar por qué su cuerpo se dejó llevar por la sangre yōkai y como ésta comenzó a hervir cuando el pequeño kitsune intentó tocar a su cachorra.

—Kagome, yo...

—Es normal que el amo se sienta así... —explicó con calma Myoga.

—¿Normal? —inquirió Miroku.

—Es el instinto de protección que él tiene por su manada, en este caso su compañera y cachorra. Cuando un yōkai se acerca a ellas, su sangre le advierte del posible peligro y las defiende.

La explicación lógica del pequeño yōkai fue asertiva para los individuos. Ahora entendían el porqué el albino —quien de nuevo se encontraba cabizbajo de vergüenza—, fue sumiso de ese estado aterrador. La próxima debían tener más cuidado para evitar futuros conflictos.

Sango, percatándose de la tensión del momento, decidió intervenir y así relajar el ambiente.

—Por cierto... ¿Qué nombre le pondrán?

Continuará...


Notas de autor: ¡Hola, mis bellezas! Ayer les había comentado que hoy subiría esta nueva viñeta. Me disculpo por no haberla subido la semana pasada, surgieron muchos problemas que me tenían desanimada y con la mente revuelta. Espero retomar el ritmo que les había prometido cuando decidí publicar este fanfic.

Supongo que ya intuirán de que tratará la próxima viñeta... Yes! Vamos a saber el porqué Kagome e Inuyasha decidieron ponerle ¨Moroha¨ a su hija. Tenía pensado incluir la explicación y la historia en esta viñeta pero, como siempre, me quedo justa con las palabras. Tengo un amor y odio con las viñetas/drabbles xD

Les agradezco a todas las personitas que decidieron seguir esta historia y agregarla a favoritos. También a todos los que comentaron, les prometo que recibirán sus respuestas por PM, Me alegra leer sus hermosos reviews :3

Espero subir la próxima actualización entre el jueves y el viernes, por mientras se me cuidan.

Con amor, Aida K.