Capítulo 2

Pareciera que mi rubio acompañante quiere preguntarme algo, pero no se lo permito y continúo mi relato antes de que me arrepienta de haber abierto la boca….

En cuanto a mi supuesta madre, no, no tenía ningún indicio de interés en mí y tampoco me demostraba algún rastro de afecto, lo poco que se acercaba era para retarme o insultarme, me sentía frustrado, triste e impotente, analizaba que era lo que había hecho mal, buscaba en mi cuerpo algún defecto que fuera la razón de la aberración que tenían por mí, pero nada, nada encontraba y poco a poco me fui resignando y acostumbrando a mi situación. Al final termine adjudicándome culpas que no me correspondían.

Fue más o menos a la edad de 10 años que sucedió:

Recuerdo que había una gran tormenta eléctrica, algo que nunca en mi vida había visto, sabía que nadie iba a auxiliarme, nadie iba a estar a mi lado para calmar mis miedos, por lo que decidí forzarme a dormir y comencé a soñar reviviendo un recuerdo, me vi muy pequeño agarrado de la mano de mi padre abordo de un barco viendo a la multitud que despedía a los que viajábamos y entonces la mire, miré a una mujer que se veía desesperada gritaba mi nombre, corría en la dirección en la que se dirigía el barco y lloraba. Su cara era hermosa, era rubia de cabellos largos y lacios, y sus ojos, sus ojos eran iguales a los míos.

Desperté abrumado, con el corazón acelerado de pronto la verdad estaba ante mis ojos es como si el rompecabezas de mi vida se completará.

En mí corazón había una certeza, esa mujer era mi madre y sólo debería descubrir cuál era su historia, al fin entendería a la duquesa de Granschester.

Al pasar los días mi corazón curioso me condujo a buscar la oportunidad de hablar con mi padre sin la intervención de la duquesa, mi alma aún era inocente y creía que si mis suposiciones no eran ciertas podría lastimar a mi "Madre".

Llego el momento en el que de manera ágil me escabullí en la biblioteca a la hora del té, me pare frente a él y me erguí lo más que pude para que me viera como un hombre y no como el niño que era y pregunte directamente o más bien le asegure:

"La duquesa no es mi madre. Mi madre era esa señora rubia que gritaba mi nombre cuando viajábamos en barco"

Mi padre me miro con sus ojos más abiertos de lo normal y reflejaban incredulidad, tal vez pensó que no lo recordaría nunca.

El asintió y me dijo que era un secreto que jamás debería ser rebelado, que mi origen podría acarrearme problemas en el futuro y que una gran deshonra caería sobre la familia si alguien de la alta sociedad se enteraba, hizo énfasis en cómo debía manejar esa información y me dijo que era mejor que no tuviera amigos cercanos para evitar cometer indiscreciones, alabo mi inteligencia y en ese momento lo interrumpí:

- ¿Por qué me aparataste de mi madre?

El sólo contesto que hizo lo que debía para salvaguardar mi futuro.

- Quiero saber de ella.

- No, ella no te quiere cerca, sus prioridades han cambiado, nadie debe saber que ella tiene un hijo y nadie debe saber que tú no eres hijo de la duquesa.

- Mientes, ella parecía quererme y recuerdo como sufría porque tú me estabas llevando lejos.

- No seas insolente Terrence, las cosas son como son y punto.

- ¿Cuál es su nombre? ¿Dónde vive?

- Eleonor y vive en América, no te diré más, esperare a que crezcas. Vete a tu cuarto, me duele la cabeza.

Salí corriendo a mi habitación, ahora eran certezas, la duquesa me odiaba y la esperanza que guardaba en mi corazón por la imagen de esa mujer rubia llorando por mí se desvanecía, a ella tampoco le importaba.

Conforme paso el tiempo fui creando nuevas suposiciones y preguntas en mi mente:

¿Y si mi padre mentía? ¿Y si mi madre seguía buscándome?

Desgraciadamente para mí no tenía forma para averiguarlo, sólo me quedaba esperar a crecer, pero no lo olvidaría.

A partir de mi descubrimiento mi actitud y sentimientos cambiaron, ya no me importaba lo que pensará la duquesa al contrario, sólo pensaba en hacerla rabiar, en hacerle pagar todos esos años de infelicidad, me volví atrevido, travieso irreverente y orgulloso, por primera vez me veía en el espejo y me reconocía buen mozo comparado con mis hermanastros, debía fortalecerme debía sentirme superior para defenderme de sus crueles ataques que finalmente nunca habían cesado.

Las consecuencias de mi actitud no se hicieron esperar, la duquesa comenzó a acosarme a llamarme bastardo, a darme duros castigos que los empleados se encargaban de llevar a cabo, hasta que un día para vengarme de sus malos tratos decidí cortar uno de sus vestidos nuevos que estaba destinado a utilizarse en esa noche en una gran fiesta de la corona, ella al ver su estado enfureció y mando a darme 10 azotes, para mi fortuna mi padre llego antes del cuarto azote y evito que mi piel se abriera.

Mi padre grito y vocifero, fue la primera vez que lo vi aplicar todo su poder a las acciones de la duquesa, despidió al personal de confianza de su esposa y contrato empleados que sólo le fueran fiel a él con esto pensaba evitar otro abuso a mi persona.

Entro a mi habitación mientras me curaban y lo único que dijo fue:

Terrence, no debes hacer que ella se enfurezca, hoy al tratar de recordar su cara, aún me parece ver sus ojos brillando al ver mis heridas, parecía que a cada grito que daba cuando me limpiaban a él le dolía con la misma intensidad.

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Agradezco los comentarios de:

Mia8111

Armonicade Terry

Sofía Saldana

Y a los bellos Guest

Me motivan a continuar escribiendo.

Sofía Saldana: En el capítulo 4 sabrán con quién habla Terry