Capítulo 2

La idea le llegó como las olas llegando a la playa.

Si ya estabas en una relación, no podían obligarte a casarte con alguien más.

Así que, ¿y si ella ya estaba en una relación? Era muy posible que el ministerio tratara de forzarlos a oficializarlo, pero era menos probable que intentaran forzarlos a tomar una unión mágica. Si ella ya tenía un compañero, uno que hubiera elegido ella misma, se daba por sentado que tenía sexo con él, así que el ministerio no tendría la necesidad de unirlos mágicamente.

Lo que necesitaba, era encontrar a alguien que quisiera entrar en el trato con ella. Solo sería un asunto de negocios, y en algunos años, cuando los pobres diablos juntados a la fuerza, estuvieran teniendo niño tras niño para hacer feliz al ministerio, ella podría obtener el divorcio y todo estaría bien en el mundo otra vez.

Pero, ¿con quién podría hacer semejante trato?

Harry ya estaba casado con Ginny, y Ron… bueno, ella había terminado con él porque el solo pensar en pasar más de algunas horas entre amigos, a su lado, comenzaba a causarle repulsión. Y no era por pensarse irresistible, pero ella estaba segura que el pelirrojo todavía quería algo con ella, aun cuando solo se basaba en lo que el rompimiento le había hecho a su ego y porque odiaba perder.

Ronald Weasley no aceptaría el trato y que fuera un engaño. Él querría que fuera un matrimonio real.

No… necesitaba a alguien más.

Tiempos desesperados requieren acciones desesperadas.

Se puso de pie y fue hasta la puerta y la abrió.

"¿Snape? ¿Podrías venir un momento?"

Lo llamó a través del laboratorio que Severus vigilaba con una expresión irritada en el rostro. Por supuesto, aquellos empleados eran unos idiotas, que no eran dignos de estar en un laboratorio, y mucho menos, preparar pociones o conducir experimentos.

Él giró la cabeza y miró a Hermione con desprecio, con los brazos cruzados, en la postura en la que solía ponerse cuando vigilaba a los empleados. Casi se arrastró hasta el despacho de ella, con los labios apretados y revoleando los ojos.

Entró a la oficina sin decir una palabra.

Hermione cerró la puerta y puso su cara de jefa, la de perra, la que usaba con él, enderezando los hombros. Volvió a sentarse en su escritorio y lo miró. Aclaró la garganta.

"Necesito que hagas algo por mí."

Él alzó una ceja. "¿Y qué es lo que necesita… Srta. Granger?" Respondió él, con desdén.

Ella le entregó la carta. Severus la miró por un buen rato, sin tomarla, como si pensara que hubieran sumergido el pergamino en orina, pero luego la tomó con un poco de brusquedad.

Él era perfecto para el arreglo.

Estaba por fuera del grupo de edad requerida en esa horrenda, cavernícola ley, así que nadie sospecharía que todo era una farsa. Él no tenía nada que ganar del asunto. Además, trabajaban juntos a diario así que no resultaría difícil creer que pudieron involucrarse durante ese tiempo. Y lo más importante, él la odiaba, así que no vería más que una transacción de negocios, y ella no tendría que tolerar avances no deseados… y él no tenía a nadie. Estaba solo. Estaba segura que estaba solo.

Los tabloides hubieran hecho un circo si descubrieran que Severus Snape salía con alguien. Y estaba todo el asunto con su amor por Lily… Hermione no estaría metiéndose en su camino para encontrar el verdadero amor o algo así.

De hecho, estaba dispuesta a que… buscara los placeres de la carne en otro lado… con discreción, por supuesto, si es que hacía tal cosa. Hermione sospechaba que tal vez aún era virgen, porque había sido tan devoto a Lily por tantos años.

Severus despegó los ojos de la carta.

"¿Me estoy perdiendo de algo?"

¿Qué diablos se suponía que quería que hiciera? ¿No hacía demasiado ya? Estaba a centímetros de tener que masticarle la comida. No había nada más que pudiera hacer por esa mujer. Y con respecto a la carta… a menos que quisiera que bebiera multijugos y que fuera a averiguar quién era la persona elegida para ella, en su lugar, que esperara sentada.

"Tendrás que acompañarme a la oficina de la ley matrimonial esta tarde, para que declaremos que hemos estado juntos en una relación, por los últimos… seis meses, creo que ese sería un tiempo aceptable."

Por primera vez desde que lo conocía, la máscara de impasividad le falló y los ojos se abrieron como platos.

"¿Perdón? ¿Alguno de los vapores que aspiró recientemente la hizo estúpida?"

"Es solo una transacción de negocios. No deseo casarme obligada y convertirme en una fábrica de bebés. Diremos que estamos en una relación, tal vez podamos casarnos por un tiempo, solo de palabra, ya sabes… luego, cuando los nacimientos abunden y esos imbéciles estén felices, nos divorciamos y se acabó."

"¿Por qué, si me puede decir, debería aceptar ser parte de esto?"

Ella achicó los ojos y trató de poner su fachada imponente. "Hubiera pensado que mantener tu trabajo era razón suficiente."

Él emitió una risa sarcástica. "Sí, claro, porque es un trabajo maravilloso." Comentó con desagrado.

"¿Debo recordarte que solo yo te ofrecí un trabajo, cuando el resto de la comunidad mágica británica nunca consideró siquiera darte uno?" En el fondo, ella se sentía mal al echarle eso en cara, pero necesitaba hacer lo que necesitaba hacer.

Otra vez esa risa seca. "Preferiría aplicar por uno de esos empleos sin futuro de los muggles en lugar de tener que tolerar esto." Se podía ver el desdén chorreando de sus palabras.

Hermione fue tomada por sorpresa por esta declaración y su fachada de perra se estremeció un poco. ¿De verdad era ella tan repelente que no se podía soportar siquiera un matrimonio falso?

Él pareció darse cuenta y frunció el ceño, pero ella volvió a tomar fuerza cuando una idea le surgió en la cabeza y le iluminó los ojos.

"¿Qué tal si esta medida no es suficiente? ¿Qué tal si no hay suficientes hombres en ese rango de edad? La mayoría de los que lucharon en la guerra, fueron hombres… y tú no estás tan lejos de la edad tope… podrías ser reclutado con facilidad. ¿Estás dispuesto a quedar a merced de esa posibilidad? Al menos, yo represento una molestia que ya conoces y a la que ya te has acostumbrado. Solo Merlín sabe con quién te emparejarían…"

Severus achicó los ojos y la analizó con ojos de halcón. Se cruzó de brazos y volvió a fruncir el ceño.

"Un… laboratorio."

"¿Qué?"

"Para aceptar ser parte de esto, quiero tener mi propio laboratorio, para llevar a cabo mis propias investigaciones y experimentos, con un aumento en la paga acorde."

"No puedes…"

"Por supuesto que puedo. Está intentando sobornarme para evadir la ley. Estoy seguro que las dos acciones tendrían consecuencias legales, Srta. Granger, en especial porque usted es mi jefa, y sabe muy bien que soy capaz, muy capaz, de mantener a esos idiotas a raya. Lo merezco. Estos son mis términos, o saldré de aquí para ir directo a llevar esta conversación a las autoridades."

Ella se quedó boquiabierta, luego inhaló profundamente. "Está bien." Extendió su mano hacia él.

"Para mañana." Agregó él, con los brazos aun cruzados.

"No puedo hacer eso, Snape." Dijo ella en un intento de mantener la calma, pero casi no podía mantenerse tranquila. "Te pido que aguardes hasta el mes próximo, por favor. Gilbert Boyd renunciará, le ofrecieron algo en Italia, o algo así. Ya ha entregado su carta de renuncia. Te doy mi palabra. Cuando él se vaya, su laboratorio es tuyo, y en el entretiempo, necesito que me ayudes a buscar un reemplazo apropiado para entrenarlo."

Severus se quedó mirándola, analizándola, observándola con los ojos entrecerrados y los labios apretados. Parecía sincera. Pensó en usar legeremancia, pero entonces, ella suspiró y volvió a decir algo. "Por favor."

La sorpresa por haberla escuchado decir tal cosa brilló brevemente en los ojos del hombre. Entonces estiró su brazo derecho y tomó la mano de ella.

"Es un trato." Dijo ella.

Snape se dio la vuelta para retirarse en silencio, pero antes de poder tomar el pomo de la puerta, ella dijo algo más.

"Es imperativo que vayamos hoy mismo a la oficina de asuntos matrimoniales, para justificarnos. Cuanto más tiempo demoremos, es más probable que crean que se trate de engaño."

Snape asintió estoicamente antes de salir.

..

Para el final de la jornada, Hermione y Snape se dirigieron a la oficina de asuntos matrimoniales. Allí se entrevistaron con un Sr. Reynolds, en una oficina sucia y atiborrada, llena de papeles y archivos.

"Bueno… ¿Qué puedo hacer por… ustedes… dos?" El tipo solo miraba a Snape, quien estaba de pie detrás de Hermione, cuando emitió las dos últimas palabras. El cambio en su semblante fue notorio.

"Sr. Reynolds, hemos venido a verlo para declarar que estamos involucrados en una relación por un buen tiempo ya, así que esto," Hermione sacó la carta de su agenda de cuero que descansaba en su regazo. "no debería aplicar a mi persona." Concluyó la joven con una sonrisa.

Severus solo permanecía de pie, justo atrás de ella, con los brazos cruzados y una expresión de molestia.

El Sr. Reynolds tomó la carta de Hermione y leyó rápidamente el contenido. Luego alzó la mirada y observó a la pareja por encima de sus gafas, con evidente desconfianza. "Ya veo… y díganme, ¿por qué no fue esta relación declarada en recursos humanos? Es obligatorio declarar una relación intradepartamental. Si hubieran hecho eso, hubieran recibido una carta por completo diferente."

"Bueno, seguramente entiende que nosotros, como figuras públicas que han tomado parte importante de la guerra, deseábamos mantener la privacidad." Hermione seguía sonriendo.

"Hmmmmm…" Reynolds seguía mirándolos por encima de la montura de sus gafas. Hermione sabía que aún no estaba convencido.

"Y como soy su jefa directa, pensamos que sería de mal gusto… tal vez, incluso… malinterpretado…" Probó ella. El jodido burócrata todavía no se veía impresionado.

"En especial, cuando estoy apuntado para una promoción el mes que sigue." Añadió Severus. No estaba de más dejar eso asentado, solo en caso que la mocosa intentara joderlo.

Hermione giró la cabeza de inmediato al oírlo y le echó una mirada de odio. Él solo sonrió con sonrió con sorna y alzó una ceja. Ella había esperado que ese asunto pudiera ser conversado en profundidad, más tarde. NO quería perder su ayuda. Su asistencia era demasiado importante.

Rápidamente se recompuso y se volvió para mirar a Reynolds una vez más, con la sonrisa todavía en su sitio. "Si, sí, también está ese asunto. No queríamos que la gente pensara que era por favoritismo."

"¿Y no lo es?"

Snape estaba a punto de mandar a ese pequeño gnomo de jardín al carajo. Esa actitud de santito chupamedia que tenía lo estaba poniendo de malas, pero ella habló primero.

"Creo que puede verse que el Sr. Snape, Severus," Se corrigió de inmediato. Si estaban juntos, en una relación, se llamarían por su primer nombre. "Severus está mucho más que calificado para el trabajo. Mucho más que yo. Yo…" La castaña aclaró la garganta. "Yo… me ha tomado más tiempo del necesario para darle un ascenso, en realidad, porque sabía que el Ministerio tenía sus reservas, debido a su pasado, pero creo que ha probado sus lealtades una y otra vez, y ya es tiempo que le dé el lugar que merece."

Snape estaba sorprendido por los elogios de Hermione. Por supuesto, la sorpresa no se reflejó en su rostro.

Tenía que admitir que la chica pensaba bien rápido, saliendo del paso con ese argumento, porque él estaba seguro que no pensaba de verdad de esa forma.

"¿Están absolutamente seguros sobre esto? ¿No estarán… tratando de cometer un fraude para escapar de la ley matrimonial? O tal vez…" Reynolds miró a Severus. "¿Tal vez está siendo coaccionada por alguna otra razón?"

Le hablaba a Hermione.

Severus se rio con desagrado. Por supuesto. El Mortífago sería capaz de coaccionar o lanzar un Imperio a la chica linda para que estuviera con él. Esa, siempre, era la única explicación.

Hijos de puta.

El miedo que Hermione sintió momentáneamente, de ser acusada de estar cometiendo un fraude, desapareció, para darle lugar la furia, cuando escuchó esa última frase.

"¿¡Disculpe!? ¿¡Cómo se atreve!? ¡Eso es absurdo!"

"Porque si se tratara de un intento de engaño, es una ofensa merecedora de un castigo. Usted, Srta. Granger, tendría que pagar una multa de 5.000 galeones, por obstrucción de la justicia, y sería emparejada de inmediato con el caballero que eligiéramos para usted. Y el Sr. Snape tendría que pagar una multa y sería encerrado en Azkaban por cinco años." Dijo Reynolds con una sonrisa. "Ahora, ¿hay algo que quieran decirme?"

Hermione se puso nerviosa. Estaba tratando de controlar su respiración y no llorar. Severus se dio cuenta de inmediato. No sabía sobre la parte de echarse a llorar, pero sí la había visto en ese estado de ansiedad absoluta en el pasado, muchas veces, y sabía que ella no hablaría. Supuso que la chica estaba tratando de controlar la furia y tratando de no gritarle al imbécil. Y no sería muy inteligente gritarle a ese imbécil.

"¿Por qué es tan difícil cree que dos personas que han trabajado muy cerca uno del otro, por tres años, puedan enamorarse? Solo llene el jodido papeleo que necesite para que podamos dejar esta oficina olvidada de dios." Ladró Snape.

Quería su laboratorio, pero ahora tenía que pasar por aquello, con tal de no terminar en Azkaban.

No había logrado escapar de ese destino, acusado de traición, homicidio y espionaje, para terminar en ese antro por culpa de esta pequeña niña tonta.

"¿Cuánto tiempo han estado en una relación?"

"Seis meses." Respondió ella rápidamente. El tener a Severus apoyándola, la ayudó a recobrar un poco de su confianza en sí misma.

"Si así es como van a proceder… tendré que programar una entrevista. Serán puestos en habitaciones separadas y les haremos preguntas, sobre cosas que solo una pareja real sabría de su compañero. Si se prueba que esto es de verdad un engaño… no será agradable para ninguno de los dos."

"Está bien. ¿Y podemos saber cuáles serán las preguntas? ¿No serán demasiado… invasivas?" Ella no tenía idea que esto fuera a ser tan difícil. Mierda… ¿Por qué no solo podían aceptar que eran pareja?

"Algunas de las preguntas serían sobre cuál es el color favorito de los dos, o la comida predilecta, si tienen apodos… cosas así." Reynolds los miró con curiosidad, como si les estuviera preguntando en ese mismo momento. Como si realmente esperara una respuesta.

"Oh, solo Sev." Farfulló Hermione, nerviosa. Reynolds entonces miró a Snape.

"Gatita." Respondió el adusto hombre, sin mover un músculo y tan inexpresivo como siempre.

Hermione lo miró con admiración. Ese apodo era excelente. De verdad se sentía como si estuvieran familiarizados con la intimidad. Y la forma en la que lo dijo, con tanta naturalidad, sin siquiera pestañear. De verdad que sabía responder bajo presión. Con razón había sido tan buen espía.

"¿Por qué la llama así?"

"Tengo mis propias razones. ¿Es que debo comentar cada detalle? ¿Los sonidos que emite en la cama? ¿La posición en la que prefiere copular? ¿Cuál nos lleva al orgasmo simultáneo? ¿De verdad quiere saber por qué la llamo gatita, Sr. Reynolds?" Contestó Severus, sonriendo con sorna y con los ojos como rendijas.

Hermione estaba roja como un tomate. Era tan… extraño escuchar a Snape hablar de sexo de esa manera. Hacía que sintiera calor. Su voz. Su voz era tan excitante, y recién ahora se daba cuenta.

También estaba roja por aguantarse la risa que le causaba la vergüenza en el rostro de Reynolds.

"Eso no será necesario." Contestó el burócrata, aclarándose la garganta, acomodando los papeles sobre el escritorio, y Hermione tuvo que ahogar una carcajada. "Y bebés… ¿tienen intensión de tenerlos?"

"¡Sí!" Dijeron los dos al mismo tiempo. Ese era el objetivo de la jodida ley, después de todo. Si decían que no tenían deseos de procrear… entonces estarían incurriendo en una falta.

"Hmmmm…" Reynolds los miró y parecía disgustado por algo, pero, de cualquier manera, hizo una anotación en sus papeles.

"¿Qué?" Preguntó Hermione. "¿No era ese el objetivo de esta ley? ¿Generar una nueva camada de gente mágica?"

"Si. Nos gustaría una nueva camada de gente mágica grandiosa." Contestó Reynolds, todavía con desaprobación.

Y Hermione se lo tomó como algo personal. "¿Y cree que no puedo generar bebés grandiosos? ¡Si soy una jodidamente grandiosa hechicera! ¡La más brillante de mi generación!"

"Estoy seguro que su ADN no aportará más que grandeza a sus vástagos, Srta. Granger."

"¡Pero si Severus también es brillante!" Continuó ella, muy enfadada. Severus otra vez se sintió sorprendido por el cumplido, pero permaneció como si no hubiera escuchado nada.

Reynolds lo miró por encima de sus gafas otra vez, luego a los papeles en el escritorio, aun mostrando desaprobación.

Snape hizo un gesto de absoluto desdén y Hermione lo miró, perdida en la furia que sentía.

"Creo que les preocupa que crearemos pequeños y grandiosos bebés oscuros… gatita." Escupió él, frustrado por el constante escrutinio hacia su persona. En todos los ámbitos era lo mismo.

"¡Esto es absurdo!" Gritó Hermione.

Reynolds la ignoró y siguió con sus preguntas.

"Lo harán público pronto, ¿correcto?"
"¿Eh?" Hermione estaba en otro mundo.

"Srta. Granger… el propósito de esta ley es aumentar la población mágica. Si esta relación no es algo serio…"

"Oh, no, no. No estaba prestando atención. Claro que lo haremos oficial. Severus me propuso matrimonio la semana pasada.

Severus trató de no revolear los ojos y demostrar su absoluto disgusto.

"¿Y ya saben sus padres?"

Reynolds todavía sospechaba e indagaba, pescando detalles. Severus podía darse cuenta sin esfuerzo, habiendo sido interrogado muchas veces en su vida.

"Mis padres están muertos." Ladró Severus. La paciencia se le estaba agotando muy rápido.

"Mis padres… mis padres… bueno, ellos son muggles, así que no deseaba contarles la noticia por teléfono, es un artefacto muggle, y viven lejos… pero, de hecho… de hecho, vamos a ir a verlos este fin de semana, así que podremos decirles en persona." Respondió Hermione con una sonrisa.

"¿Oh? ¿Cuánto tiempo se quedarán con ellos?"

"Unos días… el fin de semana…"

"Concertaré una cita para cuando regresen entonces. Tan pronto estén de vuelta."

"En realidad, estaremos allí por dos semanas." La chica pensó con rapidez, porque necesitaban tiempo para establecer una historia conjunta y creíble. La jodida entrevista no podía ser tan pronto.

"Ah, ya veo. ¿Cuál es la ocasión?"

"Bueno… nos quedaremos dos semanas porque… son varias ocasiones, la verdad, las dos más importantes son el 50 aniversario de mis abuelos, y luego está el casamiento de una de mis primas… es más práctico si nos quedamos allí. Los dos tenemos días libres y vacaciones acumuladas. No he visto a mi familia por un largo tiempo ya."

Severus puso su mano sobre el hombro de Hermione y tamborileó los dedos, con la esperanza que la joven cortara la verborragia. No estaba dispuesto a pasar dos semanas, sabe dios dónde, con la familia de ella. Ella solo puso su propia mano sobre la de él, acariciándola, sin dejar de sonreírle a Reynolds.

"¿Y dónde será que tendrán lugar esos eventos?" Preguntó el burócrata.

"Al sur de Francia, en donde viven mis padres." Ella seguía acariciando la mano de Severus. "Y si se apresura, tendremos tiempo de llegar a la oficina de recursos humanos para pedir los días libres." Snape volvió a presionar el hombro de Hermione, pero ella no prestó atención y siguió con la sonrisa impresa en el rostro.

"Muy bien." Dijo Reynolds. "Veremos cómo sigue este asunto, Por ahora, están excusados. Escriba la dirección. Podría pasar por ahí para verlos. En cualquier momento."

"Mis padres son muggles, no creo que…"

"Solo escriba la dirección, Srta. Granger, y no se preocupe por nada."

"Sí, bueno, por supuesto."

Cuando terminaron, salieron del Ministerio hacia la calle muggle, en completo silencio, pero Severus parecía furioso, y se había estado conteniendo en la mugrosa oficina de Reynolds.

Caminaron por la ciudad muggle y Hermione, finalmente, pudo alcanzar a ponerse junto al hombre y sus largas zancadas.

"Tendremos que comprar boletos aéreos para ir a Francia. Es mejor si usamos un medio de transporte muggle, porque mis padres… y si vamos en avión, nos tomará menos tiempo llegar, así que… si puedes comprar los boletos en algún momento, mañana, te daré mi tarjeta de crédito y…"

"¿Estabas en la misma habitación que yo?" Severus se dio la vuelta de pronto para confrontarla. "Estamos cometiendo un crimen. No me libré de los cargos de homicidio, tortura y espionaje, para terminar en Azkaban por ti." Dijo él con enfado. "Y ahora, ahora ¿tendré que pasar dos semanas con toda tu jodida familia? ¿Con extraños que estarán juzgando cada movimiento que haga? ¿Y luego casarme contigo? Esto es demasiado. ¡No me contrataste para esto!"

"¿Qué quieres hacer? ¡Es muy tarde para dar marcha atrás! Ya te aseguraste la maldita promoción, ¿qué más quieres?" Le ladró ella, tratando de contenerse, no queriendo hacer una escena en plena calle, pero, aun así, mostró su frustración.

Severus suspiró profundamente, enderezando los hombros y tironeando de su levita para acomodarla, en un intento de calmarse. Luego apareció esa expresión maliciosa en sus ojos. Luego en sus labios, en una especie de sonrisa retorcida.

"Pídemelo bien."

"¿Qué?"

"Pídeme que me case contigo… apropiadamente." Tenía poder, un poco, aunque sea, y lo usaría para divertirse.

Hermione solo masculló, molesta.

"Bueno, entonces solo me largaré y dejaré que te cases con algún desconocido que podrá hacer lo que le plazca contigo, ¿qué te parece? Será una pena que un romance de seis meses, terminara de manera tan abrupta." Severus se dio la vuelta para irse.

"¡Está bien! ¡Está bien!" Le gritó ella. El volteó y la miró, sonriendo con sorna. "Snape… ¿te casarías conmigo?" Dijo ella de mala gana.

"Vamos, Srta. Granger… puede hacerlo mejor que eso." Dijo sardónicamente. "¿Dónde está el romance? Pon una rodilla en tierra y prueba de nuevo."
Ella miró a su alrededor, avergonzada y ya muy enojada, pero a pesar de eso, se puso de rodillas en el suelo, ensuciando la falda, lo miró y se obligó a sonreír.

"Severus… ¿te casarías conmigo?" Preguntó la castaña, batiendo las pestañas.

Él inhaló profundamente, allí parado frente a ella, con las manos en su espalda. La miró y le dijo con todo el desdén del que fue capaz. "Está bien. Si así debe ser." Dijo agriamente. Se dio la vuelta y se largó, dejándola de rodillas en el pavimento, mientras la gente pasaba a su lado y se quedaba viéndola.

N/T: Sé que las cosas pintan medio oscuras, pero ya me conocen, no traduciría una historia que terminara mal para estos dos cabezas duras…