Hola, hola, Luna de Acero reportándose.
Aquí el segundo capítulo, me gustaría escuchar sus teorías. Hay mucha enfermedad mental, obsesiones, personas que no supieron detectar a tiempo las cosas. he dejado algunas pistas, me gustaría saber qué opinan al respecto.
La maravillosa portada es de la artista Iced Valkirya, que además de dibujar como los dioses escribe unos fics bellísimos, así que porfis visiten su perfil, si hasta ahora no huyeron, los invito a esta mordida infernal.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención.
Advertencias: Mención a suicidio, mención de muerte de personaje, depresión y enfermedades mentales varias, ambiente duro, negro, tétrico. Hay mención a lemon, contenido R18, nada demasiado explícito. Listo.
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"Una verdad a medias es incluso más peligrosa que una mentira.
Una mentira puede ser detectada en algún momento,
pero la mitad de una verdad te engañará por mucho tiempo."
Anurag Shourie
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Estaban sentados comiendo en silencio, ya era el tercer día que Eren le aplicaba la ley del hielo, Floch lo estaba pasando mal. Había intentado muchas cosas para quebrar esa barrera, pero no había manera que su novio le prestara atención, ni siquiera sabía en qué se había equivocado.
En la cena de la noche anterior había puesto más sal de la normal, aunque más no fuera para que Eren le reclamara, pero nada sucedía.
—Amor —dijo con cariño y trató de tocar su mano pero Eren la alejó como si quemara—. Faltan cosas en la alacena, me preguntaba si podíamos ir al supermercado.
Eren siguió engullendo su comida como si nadie más estuviera a su lado. Al otro se le nubló la mirada, no podía aguantar esa falta de trato.
—Llamó tu editor y, me dijo que te recordara que se acerca la fecha de entrega, el próximo martes.
Solo se escucharon los ruidos de los cubiertos.
—A-ayer… ayer fue mi cumpleaños —dijo Floch tratando de no largarse a llorar y se sobresaltó cuando sintió una de las manos de Eren acariciándole la mejilla.
No había sentimientos claros dentro de sus enormes ojos, era como una nebulosa infinita, al menos se dignó hablar.
—No vuelvas a hacerme enojar. Estaré trabajando hasta la noche, no me molestes —Sacó un billete de su bolsillo y lo tiró sobre la mesa—. Cómprame cigarros y hazme un termo de café.
Dicho lo cual se fue a su estudio. Floch largó un suspiro y tomó un pañuelo descartable para secar su rostro.
—Nunca me dijiste lo difícil que era —dijo con una sonrisa triste mientras observaba el techo.
Terminó de lavar todo, compró los cigarros e hizo el café, dejo todo en la mesita afuera del estudio donde Eren se encerraba a escribir, nadie tenía permitido el acceso a ese lugar, ni siquiera para limpiar. Acomodó las cajas de los exhibidores en el negocio y limpió los estantes, barrió el piso. Incluso cuando terminó aún faltaba una hora para abrir.
Caminó hasta su cuarto, ese lugar lúgubre que ni ventana tenía, pero había una cama, un techo, era suficiente. Se miró al espejo y comparó con las tres fotos de Levi que tenía allí pegadas en los costados. Habían sido amigos por mucho tiempo, tal vez no se llevaban del todo, pero cuando estudiaba Levi solía ayudarlo, había muchas cosas que él no entendía, tal vez por eso nunca se había podido recibir.
Esa era una de las cosas por las cuales pasaba tiempo con él, para poder sobrellevar su carrera, y la otra era Eren. Floch se había enamorado a primera vista de ellos, hasta antes de Eren no había visto a Levi más que como su amigo, pero luego, al ver como interactuaban, como ese rudo hombre se suavizaba con el otro, había sido inevitable que se enamorara de ese lado que nunca le había conocido.
Levi sentía un poco de lástima por Floch, notaba que era bastante excluido de los grupos de la universidad, no solo por lo que Floch le contaba sino porque lo había presenciado, se reunían y no le informaban, nadie se sentaba cerca de él y cosas así. El chico pelirrojo era bastante intenso y en parte se debía a que no soportaban su forma de ser, a veces era terco y se enfrascaba en sus propias deducciones sin dar lugar para el consenso e incluso si cedía siempre se quedaba mascullando su molestia, otra cosa es que insistía hasta el cansancio a otros para que probaran las cosas que cocinaba, o para juntarse o para hablar de cosas personales.
El de cabello negro consideraba que el joven no era malo, simplemente sus habilidades sociales eran pésimas y era evidente que nadie lo aconsejaba al respecto, él mucho no podía hacer puesto que era igual o peor, la diferencia es que a Levi realmente no le importaba en absoluto encajar en algún grupo, él entendía su soledad y la manejaba bien, mientras que era notable lo mucho que sufría el cabeza de cerillo.
Un día lo encontró en la parte de atrás de la universidad llorando en un rincón y fue directo a hablarle, aunque el cabeza de betarraga trató de negarlo era notable sus ojos hinchados y la nariz a juego con el panorama. Fue cuando lo invitó a estudiar en su casa, no supo qué fue lo que se activó en él, pero sin duda había algo de compasión, Floch no tenía la fuerza suficiente para soportar que lo excluyeran, de manera que le daría un pequeño empujón.
No entendía por qué el joven se empeñaba tanto en una carrera que le costaba tanto, pero se armaba de paciencia. El problema es que Floch se aparecía a cualquier hora y más de una vez tuvo que pedirle que se fuera, luego se enteraría que el joven vivía con unos tíos que lo maltrataban bastante, sus padres habían fallecido hacía mucho y a esos familiares no les hacía gracia hacerse cargo de él. Nunca duraba en los trabajos porque era algo torpe y no sabía interpretar a los demás, para Floch todos eran potenciales amigos, en su afán de llenar esa cuota de afecto que no recibía de otra parte.
—Yo estaría mejor muerto, ¿no? —le dijo a Levi una vez.
—¿Qué?
—Mi tío me dijo… por cierto, intenté hacer el análisis de este texto y… mmm, no sé si está bien.
—Floch, lo que tu tío te dijo es una mierda, nadie merece morir, llegar a la conclusión de que quitarse la vida está bien, es solo para cobardes, ¿has entendido?
—Yo quisiera ser como tú, ser tan seguro, llegar a tener un novio y que me quieran, pero a veces pienso, no sé porque Dios me hizo así, es muy difícil.
Fue entonces que Levi le pidió a Eren que si podía contratar a Floch, que no era un mal chico, solo un poco ansioso. Eren escribía, era su actividad principal, había conocido a Levi porque justamente estaba necesitando la asesoría de un profesional, se llevaron bien de inmediato y luego le pidió a la editorial que fuera su corrector de texto. El de ojos verdes se estaba haciendo conocido en el mundo literario, escribía cuentos de temática sobrenatural que se estaban vendiendo bastante bien.
Además de eso, mantenía un negocio que había pertenecido a un amigo que se había ido a vivir a otro continente. Era una especie de casa de decoración, pero no le quedaba mucho tiempo disponible de manera que tenía dos empleados que se encargaban de las compras, venta y publicidad de los productos, su amigo desde el otro continente se encargaba de ayudarlo cuando debían traer las cajas de importación. Aunque no era la gran cosa generaba buena ganancia.
El negocio estaba en la planta baja de la casa y Eren vivía en la planta alta. Trabajar allí le permitió a Floch conocer mejor al escritor. Era amable y respetuoso con sus empleados, con el sueldo que comenzó a ganar se permitió rentar un cuarto y al fin lograr independizarse de sus tíos.
Las cosas parecían fluir bastante bien, sino fuera porque con el correr del tiempo Floch empezó a obsesionarse con Levi y con Eren. A veces soñaba que él era Levi, que Eren lo abrazaba y lo besaba como a su primer amigo, trató de acercarse al escritor, comenzó comprando sus libros, los releía tanto que había párrafos completos que se sabía de memoria. Perdía muchas clases en la universidad y su desempeño académico, que no era el mejor de todas maneras, comenzó a decaer mucho.
—Iré con ustedes —dijo Floch cuando escuchó a la pareja organizando un viaje en el negocio.
—Eh, es que, queremos tiempo a solas, ¿entiendes? —dijo Eren apretando el cuerpo de Levi por la cintura posesivamente.
—Ah, ya veo, pero deberíamos viajar alguna vez los tres, sería divertido.
Sabía que Eren no lo toleraba, no entendía el porqué, se esmeraba en trabajar mucho y bien, a veces les hacía el almuerzo. Levi le pedía que no se esforzara tanto.
Los años pasaron, Floch los adoptó como su familia, pero entonces comenzaron las discusiones y las peleas fuertes. El colorado comenzó a sentirse incómodo, asustado, le había costado tanto encontrar su lugar en el mundo y ahora todo se estaba resquebrajando, tenía que evitarlo a como diera lugar.
—Estás siendo injusto con Eren —le decía cuando iba a visitarlo y Levi en seguida inventaba una excusa para que se fuera—. No, escúchame, él te ama, él haría cualquier cosa por ti, ¿cómo no puedes ver lo afortunado qué eres? Cu-cualquiera mataría por estar en tu lugar.
—Pues bienvenido al mundo real, Floch, no todo se soluciona amando, hay cosas que ni siquiera el amor puede salvar.
—Si tú, si tu dejas a Eren yo… —Floch recuerda que se mordió los labios mientras lo asaltaban las lágrimas, Levi lo observó con frialdad.
—¿Tú qué?
—Lo haré mío.
—No es algo que puedas decidir unilateralmente, ¿sabes? La otra persona debería estar de acuerdo para empezar. No diré que me sorprende que tengas sentimientos por Eren, viendo como lo defiendes cada que hablamos al respecto, sin embargo se supone que somos amigos y aún él es mi pareja, de manera que es bastante retorcido que me hables de esa manera.
—No quiero que… las cosas cambien —dijo cediendo al llanto—. ¡Volveré a quedarme solo! No quiero eso.
—¡Dios! Ya te dije que deberías ir a un psicólogo, estás muy trastornado, bro. Somos amigos, tratamos de ayudarte, pero no somos las únicas personas con las que vas a relacionarte en el mundo, avanza, no te ates a nadie o acabarás perdiendo la cordura, recuerda bien mis palabras.
…..
Floch se puso de pie y se miró en el espejo, habló de nuevo con Levi como solía hacer cuando estaba agobiado, además Eren no le daba espacio en este momento, ¿con quién más podía sincerarse?
—Oye, me dejaste un trabajo muy pesado aquí. Te extraño, tú siempre sabías qué hacer —le dijo al espejo mientras sus ojos desbordaban de lágrimas—. Siento que me equivoco todo el tiempo, ¿por qué te amaban tanto a ti y a mí no? ¿Qué estoy haciendo mal, Levi?
—Date tiempo, no pretendas que la gente te ame de la noche a la mañana.
—A veces… yo también quisiera morir —bajó el cuello de su playera y aparecieron algunas marcas oscuras de dedos que ya estaban borrando—. Él también lo desea, ¿verdad?
—Siempre tan pesimista, bro, estás tan cerca de lograr todo lo que alguna vez quisiste. ¿No era ese tu sueño? ¿Estar en mi lugar? Ya no te falta nada, no hagas que todo mi sacrificio sea en vano.
—Pensé que era más fácil, tú lo hacías ver de ese modo.
—Lo harás bien, ¿sabes que te aprecio, cierto?
Floch sonrió a su reflejo y se quitó las lágrimas.
—Sí, tienes razón, lo haré bien, además, si algo me sucede, Eren se quedará solo y te prometí que eso no pasaría.
Fue hasta el pequeño y único mueble de cuatro cajones que tenía en ese rincón, revolvió hasta encontrar la camisa negra (le quedaba un poco corta en las mangas de manera que la dobló en los puños para que no se notara. Hoy necesitaba ser más Levi que nunca, se colocó el pantalón gris ceñido, se delineó debajo de los ojos y usó el esfumador para oscurecer debajo de ellos, luego se aplicó la base blanca y logró muy bien el efecto de ojeras naturales, se acentuó los pómulos y se colocó los pupilentes, usó un poco de mouse para el cabello para que se quedara en el lugar correcto, se colocó el perfume favorito de Levi y se pintó las uñas de negro. Se preparó a sabiendas que Eren no era muy cuidadoso con su cuerpo.
Tomó el vino preferido de Eren y dos copas y lo fue a buscar al estudio, mientras subía las escaleras podía sentirlo, era como si el alma de Levi se fundiera con la suya, su transformación era completa.
Tocó a la puerta de esa manera tan característica y Eren dejó de teclear, se giró y miró atrás suyo sintiendo escalofríos.
—Eren, sal de una vez, has trabajado demasiado.
La puerta se abrió casi de inmediato, Floch lo miró con esa expresión que Eren adoraba tanto. Lo tomó de la mano y lo arrastró a la cocina.
—¡Válgame! Si no fuera por mi terminarías encerrado de por vida en ese lugar, ¿mmm?
Hizo que Eren se sentara en una de las banquetas y puso música clásica a reproducir en el altavoz instalado allí. Preparó una pequeña tabla de madera con algunos cortes de queso y aceitunas. Luego regresó, abrió la botella y sirvió las copas. El escritor no le quitaba los ojos de encima, el hechizo había funcionado.
—Vamos, no me dejes bebiendo solo —dijo alzando la copa, Eren lo imitó y chocaron los cristales para luego beber el exquisito elixir.
Eren se puso de pie y lo tomó del rostro, respirando agitado, Floch se mostró dócil y receptivo cuando sus labios se unieron y sus lenguas se encontraron.
Al ex pelirrojo no le interesaba mucho el sexo, era como interpretar un papel para una obra de teatro, no le molestaba, porque sabía que para Eren era importante y él era capaz de todo por su ahora novio. TODO.
Lo subió sobre la mesada y comenzó a devorarle el cuello, la manzana de Adán, y el inicio de sus clavículas. Floch echó la cabeza atrás y sonrió cuando sintió a los botones de la camisa salir volando, era inevitable. Eren lo abrazó con fuerza pegando sus caderas y pudo notarlo hinchado y excitado por debajo de la ropa, aspiró sobre su piel con fuerza, degustando el perfume ansiado.
—Dímelo —le ordenó en un gruñido y no pudo evitar sentirse un poco asustado, a veces Eren podía volverse un poco aterrador, pero eran solo sus deseos aflorando.
—Te amo, E-Eren, te amo —sintió la enorme mano alrededor de su cuello apretando con firmeza—. Eren, mírame, eso es, nunca te dejaré solo, siempre estaré contigo.
Pudo notar como el agarre cedía y sus miraba cambiaba, Lo abrazaba y escondía su rostro en su pecho, mientas Floch acariciaba su cabello con cariño.
—No me dejes, lo prometiste, no puede irte, no quiero que te vayas —le dijo con profundo sentimiento—. Si te vas de nuevo no podré soportarlo.
—Ya, mi amor, tranquilo, soy tuyo, siempre tuyo.
Eren lo besó con ganas, comenzó a desnudarlo con prisa, Floch recostó su espalda en la mesada y se entregó, como lo hacía cada vez. Todo iba bien hasta que lo giró con algo de rudeza y sintió su mordida en el tatuaje del gato negro, el mismo que tenía Levi.
—¡Mpgh! —Floch contuvo un quejido.
Y la mano de Eren lo tomó del cuello mientras comenzaba a invadirlo despacio, trató de relajarse y giró su rostro hacia una pequeña ventana de la cocina, en el vidrio de la misma Levi lo estaba observando.
—Lo harás bien —le dijo mirándolo fijamente y el joven asintió.
—Quédate conmigo —le susurró Eren contra el oído mientras con su otra mano se afirmaba de la cadera para comenzar a embestirlo.
Antes a Floch no le gustaba mucho tener que intimar, pero ahora se había acostumbrado, además no estaba solo, Levi sabía cómo hacer que se moviera y que gimiera de esa manera que a Eren le gustaba tanto. Ahora se estaba sintiendo rico, levantó una pierna y la colocó sobre la mesada como punto de apoyo, guió la mano de Eren que estaba prendida a su cuello hacia su pecho.
—Aquí, mmm…
Eren le acarició la columna y delineó con sus dedos ese formidable tatuaje.
—Ah, Le… Levi, Levi…
Lejos de sentirse mal porque Eren evocara ese nombre Floch sentía burbujas de felicidad en su estómago, era como si los tres pudieran disfrutar de ese momento, sí, los tres se volvían uno solo y solo por esa sensación que duraban apenas unos instantes, el ex pelirrojo podía soportar cualquier cosa, su función en la vida era formar parte de esa trinidad. Todo se volvía blanco, todo se purificaba, padre, hijo y espíritu santo. Se volvían divinidades que ascendían desde ese encuentro carnal.
Eran dioses. El dios Levi que vivía en él y Eren.
Su novio terminó sobre su espalda, resoplando agitado y notablemente más aliviado. Después de hacer el amor, Eren bajaba de las alturas, era un ángel. Floch se giró y lo besó largo rato.
—Vamos a la cama —ofreció, aunque hizo que ambos tomaran una ducha antes.
Eren dejó que lo rasurara, que desenredara su cabello y se lo secara, como si fuera un niño, luego se acurrucaba sobre su pecho y allí conciliaba el sueño mientras Floch sonreía y acariciaba su nuca con gentileza.
—Los amo tanto —susurró cuando Eren estuvo profundamente dormido—. Somos una familia tan perfecta.
Al día siguiente procuró despertar antes para preparar el desayuno, se sorprendió de escuchar el timbre sonando, miró la hora, las ocho, no esperaban a nadie que él supiera, ¿sería el editor de Eren? Se secó las manos y fue a atender, era Mikasa, que venía con una pequeña valija.
—¡Hola, bienvenida! —dijo Floch con alegría invitándola a pasar.
—Hola, lamento venir tan de improviso, pero me asignaron vacaciones en el trabajo y bueno…
—Eren se pondrá contento, justo estábamos por desayunar, ¿te nos unes?
—Claro.
—¿Café cargado?
—Prefiero un té de manzanilla.
—De acuerdo, iré un momento a la panadería de enfrente, ¿prefieres algún pan en especial?
—Croissants.
—Fantástico, ya regreso, por cierto Eren aún duerme, ya lo despierto —dijo antes de salir con rapidez.
La mujer ya conocía esa casa, subió las escaleras y se dirigió al cuarto de invitados, todo estaba como lo recordaba. Dejó su valija a un costado y se sentó en la cama suspirando profundo.
—Bueno, ya me tienes aquí, espero que valga la pena.
Durante varios días, luego de que Floch y Eren dejaran la casa de campo de su familia, había estado teniendo sueños recurrentes donde Levi se le aparecía. A veces caminaba a su lado, o estaba detrás de una multitud de personas, no parecía ignorarla pero tampoco le hablaba, a veces solo miraba hacía un reloj. A veces estaban en una estación de trenes, otras veces en una casa que ella no reconocía, pero de cualquier manera lucía… triste.
No tenía idea qué estaba haciendo allí, pero algo le decía que tenía que investigar, que era como si le estuviera mandando un mensaje del más allá, y por supuesto temía más que nada que el loco de Floch le hiciera daño a Eren. Escuchó la puerta de enfrente y salió de la habitación rumbo a la cocina.
Ya la tetera estaba en el fuego y el desayunador estaba arreglado con las tres tazas y lo necesario para aprovechar. Una fuente adornada con seis croissants humeantes y apetitosos presidía la zona.
—Iré a despertar a Eren, ya regreso —anunció su cuñado y se perdió escaleras arriba.
¿Hacía cuánto que no visitaba a Eren? ¿Seis meses? Estar ahí no le traía buenos recuerdos, las pastillas, los gritos, la desesperación de su hermano.
Cuando Levi murió, Eren la había llamado a ella, apenas se entendía lo que decía, estaba en shock, aturdido, llorando a los gritos, esa noche que arribó la policía tuvieron que ponerle un sedante porque Eren estaba alterado al punto que casi le da un colapso.
Levi se había ahorcado en su propia casa. No había pedido ayuda, no había dejado notas, simplemente fue a por lo suyo. Observó distraídamente la botella de vino tinto sobre la mesada contigua y las dos copas, un flash back en su cabeza le recordó que sobre la mesa del comedor de la casa de Levi, el mismo vino estaba abierto, con la diferencia que había una sola copa. Él había bebido solo, casi la mitad y luego con absoluta frialdad había ido hasta su cuarto, colocó un cable alrededor de la viga de arriba, se subió en un banco y terminó con todo.
En ese momento no le había resultado tan chocante, pero ahora todo le generaba dudas, la persona que lo había encontrado había sido Floch (esto le había contado Eren, aunque en ese momento ella no sabía quién era), quien de inmediato llamó a los paramédicos. Recordaba sentirse perdida, observando todo el despliegue policial mientras ella trataba de contener a Eren junto a otros dos uniformados. Fue como una pesadilla.
—Mika.
Se acercó a su hermano y se dieron un abrazo, sin embargo notó esa mirada escéptica de parte de él.
—Tengo unos días libres y, bueno, no voy a molestar, lo prometo, solo vine a compartir un poco, pero si quieres puedo buscar un hotel.
—No digas tonterías, quédate conmigo, hubiera preparado un poco de tiempo libre si me hubieras avisado, ahora estoy con la fecha de entrega encima, así que hasta pasado mañana no podré hacerte mucha compañía.
—Yo puedo ayudarte si quieres, podemos ir a pasear —dijo Floch sirviendo el agua caliente en las tazas.
—Hoy quiero una chocolatada —le pidió Eren y luego se sentó.
Se lo veía un poco más animado, al menos estaba presentable, sin esa barba lamentable y Floch no parecía una copia idéntica de Levi, parecía más… él mismo. Tal vez estaba exagerando como decía su madre.
—Claro, podríamos salir —aceptó Mikasa el ofrecimiento de Floch—, aunque también tengo programadas otras actividades, hay unas charlas en el museo de Rose.
—¿Te interesa el arte? —preguntó Floch repartiendo las bebidas.
Mikasa asintió y mordió uno de los panes, crujió dentro de su boca, estaba delicioso.
Antes de largarse, había estado haciendo una especie de investigación. Había entrado a las redes sociales de Levi, solo encontró dos perfiles, uno en Twitter (que al parecer lo usaba más para seguir a otras personas de interés cultural y político, asociaciones literarias y demás) y la de su Facebook. En su último post, que era una foto suya con un atardecer de fondo y una frase: "Necesitamos más libertad", donde tenía una mirada tranquila, como en paz, sus amigos más cercanos habían posteado comentarios cargados de afecto y dolor.
Isa Flower Dower: "Hermanito, aún no lo puedo creer, me dijiste que nos veríamos en el mall para tomar una malteada el próximo sábado, te esperaré toda la vida. Siento que me han arrancado una parte de mí misma, ¿por qué no dijiste nada? ¿Por qué no pediste ayuda? Por siempre en mi corazón".
Erwin S Smith: "Que inesperado, uno nunca está preparado para estas pruebas. El lunes me habías llamado para reclamarme el libro que me prestaste el verano pasado y ahora resulta que va a quedarse conmigo porque no tengo adonde llevártelo. Mi querido amigo, mi confidente, no puedo decirte adiós, no me salen las palabras. Lamento que hayas tomado una decisión tan extrema, Dios te tenga en su gloria, rezo por ti cada día. Hasta que volvamos a vernos".
Mente 100tifica Han: "Chato, de mi corazón, ¿por qué nos hiciste esto? No paro de llorar y las lágrimas no me dejan escribir, tampoco sé qué puedo decirte, si es que nos escuchas desde alguna parte. Yo sé que un montón de veces discutimos sobre la existencia de un dios, de un "más allá" y siempre llegamos a la conclusión de que solo teníamos esto, este espacio, este corto tiempo, este lugar, y ahora quisiera decirte que estábamos equivocados, porque no puede terminarse así, porque es demasiado triste para aceptar que desapareciste, ojalá sea un feo sueño y nada más. ¿Me decís como hago para vivir sin tus regaños? Te amo, amigo".
Y había muchos más al estilo. Miró sus fotos, leyó varios de sus post, si es que llevaba algún tipo de pena por dentro era evidente que no la había compartido con nadie. Eren no le había hablado mucho sobre el último tiempo, ni ella había indagado ya que apenas se ponían a hablar de él Eren quedaba por demás afectado.
Lo cierto es que se había decidido y les había escrito a los amigos de Levi, les había mandado mensaje privado: "Hola, soy la hermana de Eren, la última pareja de Levi, si no te molesta, ¿podríamos reunirnos para conversar un momento, por favor?". Solo dos personas le habían contestado, Erwin y la tal Hange, habían quedado en encontrarse en un café de la zona, primero con uno y luego con el otro. Aún no tenía en claro qué era lo que estaba buscando, pero confiaba en que su intuición la llevaría a buen puerto, por lo pronto quería saber qué relación tenían Levi y Floch y qué opinaban ellos al respecto.
Luego que terminó de acomodar su ropa y se aseó un poco, bajó las escaleras para buscar a Eren, pero al parecer estaba trabajando en su estudio y no quería molestarlo, por lo que fue a buscar a Floch quien estaba abriendo el local de planta baja, ya había arreglado todo.
—En unos minutos llega Petra —dijo animado mientras prendía una laptop.
—Bien —se giró y se fue hasta el depósito, notó que había algunas cajas arrumbadas debajo de una escalera, al parecer productos de otra temporada. Cuando ella acompañaba a Eren solía reciclar algunos muebles, los patinaba o les daba algún tipo de acabado para ponerlos de nuevo a la venta. Era una pena que se arruinaran allí, tal vez podría hablar luego con Floch.
Sintió voces adelante, tal vez fuera Petra, la otra empleada que ya hubiera llegado. Notó que el cuarto que había al fondo, que antes usaban para dejar los implementos de limpieza tenía el foco prendido y se acercó. Era un espacio diminuto y al parecer alguien vivía allí. Frunció el cejo, ¿quién en su sano juicio podría acomodarse en esa ratonera? Las paredes estaban deslucidas y descascaradas en ciertas partes, había cierta humedad, había una cama tendida, un mueble en un costado de cuatro cajones, algunos zapatos acomodados debajo y una especie de repisa con libros, carpetas y otras cosas, cuando lo tomó se dio cuenta que eran los apuntes de Floch. Los dejó en su lugar y miró hacia la pared del fondo donde había un espejo rectangular, su estómago se crispó, había fotos de Levi pegadas en el mismo, se sintió descompuesta y salió de inmediato.
Se encontró con el joven de pecho quien la miró sorprendido.
—¿Mikasa, qué hacías en mi cuarto?
—Tú, ¿tú vives ahí? ¿Por qué? Hay otros lugares mejores en la casa.
—¿Eh? Está bien, este es el lugar que me dio Eren, es suficiente —dijo como si no entendiera la pregunta, pero entonces la mujer notó algo escalofriante, tomó la mano de Floch entre las suyas y lo miró acusadoramente, su cuñado quitó la mano y se alejó un poco—. ¿Qu-qué sucede?
—¿De dónde sacaste ese anillo? —dijo señalándolo mientras sus facciones se desencajaban.
Lo recordaba perfectamente, ese anillo era de Levi, Eren se lo había regalado cuando se habían comprometido, lo sabía porque ella lo había ayudado a escogerlo en la joyería, ya suponía que Floch era capaz de usar cosas de Levi, eso no era lo que la sorprendía, lo que le helaba la sangre era, que ese anillo Levi lo había usado cuando había sido su funeral, Levi lo llevaba puesto cuando estaba dentro del cajón, ella misma había visto a Eren colocárselo.
Floch se asustó, escondió su mano y sacudió su cabeza.
—¿Eren lo sabe? ¿Sabe que tienes el anillo que pertenecía a Levi? —Floch dio un paso atrás mientras Mikasa avanzaba hasta acorralarlo—. ¡Dime de una vez!
—¡Sh, sh! N-no grites, por favor —le pidió suplicándole mientras miraba alrededor realmente espantado—. Pue-puedo explicarlo, pero no, no le digas a Eren, Eren va a matarme, por favor.
—¿Le sacaste el anillo a un muerto? ¿Cómo pudiste, tú, escoria?
—No, n-no, no fue así, lo juro, lo juro.
La mujer lo tomó de las solapas de la camisa y lo estampó contra la pared.
—¡No me mientas!
—No lo hago, lo juro.
—¿De dónde carajos sacaste ese anillo? Tienes dos segundos.
—Lo, argh, lo tenía E-Eren, e-en su estudio, lo juro, lo juro.
Mikasa lo soltó, pero no dejó de mirarlo con enojo.
—Lo s-siento, yo solo, e-entré u-una vez, bueno, dos, fueron dos, pero a limpiar, lo juro, Eren se enoja muchísimo si entro, solo tenía cu-curiosidad, lo juro —dijo al borde de las lágrimas, y que la partiera un rayo pero realmente parecía sincero—. Lo guardaba en un cajoncito c-con llave, no le digas, por favor, lo devolveré, lo juro, por favor —dijo arrodillándose y suplicándole.
—Ya, ponte de pie, maldita sea. Si no quieres que le cuente a Eren, entonces vas a tener que ayudarme con algo.
—Lo que sea, ha-haré lo que tu pidas —dijo el hombre poniéndose de pie y quitándose el anillo.
—Eren debe tener una copia de la llave de la casa de Levi, ¿cierto? Consíguela.
—Pero, ¿por qué?
—Necesito ir, consigue la llave o iré ya mismo a decirle esto a Eren.
Floch soltó algunas lágrimas y asintió con energía.
—E-espera, yo tengo u-una.
—¿Por qué esto no me sorprende ni una pizca?
—Es que, es que él a veces me dejaba ir a su casa, cu-cuando necesitaba bi-bibliografía.
—No expliques más, no quiero saber.
Floch salió disparado a su cuarto y estuvo revolviendo hasta que llegó con la misma.
—¿Tú fuiste después de…?
—No, no, nunca más volví a pisar ese lugar, lo juro.
—Como sea —dijo guardando la llave—, ve y devuelve ese anillo cuanto antes y que no sepa yo que no lo hiciste Floch, porque no tienes idea lo que soy capaz de hacerte.
Luego se fue a pasos apresurados, saludó a Petra y se hizo con la calle. Era media mañana, por lo que decidió que mejor iba a ese lugar antes que oscureciera. Había sido junto con Eren alguna que otra oportunidad, aunque nunca después de lo sucedido. Era un barrio tranquilo, notó que habían puesto rejas en las ventanas, probablemente para que no entrara ningún ladrón, ¿lo habría hecho su hermano? Aún la puerta tenía la faja de seguridad amarilla con letras negras que había puesto la policía. Dio varias vueltas hasta que se animó a colocar la llave. La puerta crujió y tuvo que empujar para poder hacerse con el interior.
Había olor a encierro, a viejo, a humedad. Tragó duro y entró dejando la puerta abierta a su espalda, sintió un poco de temor, la luz apenas ingresaba en la casa, como si se negara a entrar. El piso tenía una fina capa de polvillo, como todo dentro. ¿Qué rayos estaba haciendo ahí? Caminó por la sala y miró hacia el pasillo, pero no pudo dar un solo paso más, quedó petrificada como si algo invisible la hubiera detenido, realmente no quería entrar a ese cuarto donde Levi…
Se giró y se volvió sobre sus pasos respirando agitada, gritó cuando sintió un ruido fuerte y se giró con los ojos abiertos a más no poder. Algo se había caído a un costado, temblando movió su cuerpo para mirar, pero desde ese ángulo no podía, por lo que trató de dar dos pasos que le costaron muchísimo, estaba aterrada.
Entonces lo vio contra el piso, con el frente de vidrio resquebrajado. El reloj de la sala. Sus agujas estaban detenidas en las 9:30. Mikasa retrocedió y sintió otro golpe seco proviniendo de las habitaciones, salió corriendo, apenas pudo cerrar la puerta y se hizo con la calle sintiendo que apenas la sostenían las piernas.
—No seas así, hijo de puta, ¿no ves que estoy haciendo lo posible? Maldita sea.
Decidió volver, no podía estar ni un minuto más ahí.
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By Luna de Acero.-
