Disclaimer: Los personajes de Shingeki No Kyojin son propiedad de Hajime Isayama.

Adaptación de la obra original de Yōko Kamio.


Jardín de Meteoros

ll. Lo que el dinero no puede comprar

Comenzaba una nueva semana en la escuela Fritz, luego del cambio de actitud que Mikasa había tomado, pocos se atrevían a meterse con ella. Era sin duda una muchacha fuerte y con mucho carácter, o al menos siempre lo fue. Estaba convencida que si no tomaba esa postura todos pasarían por encima de ella, no tenìa más opción que luchar. La joven avanzaba por los pasillos con mucha confianza, tanto que era contagiosa. Muchos murmuraban al verla pasar, a lo lejos dos estudiantes la esperaban ocultos cerca de la escalera.

―Ahí viene. ―Se escuchó por lo bajo.

De forma sorpresiva ambas personas se acercaron a ella, Mikasa se puso en posición de ataque, estaba lista para lo que fuera a pasar.

―¡Bu-buenos días, Ackerman! ―saludaron antes de salir corriendo con adrenalina en sus cuerpos.

Manteniendo su posición de defensa, quedó boquiabierta ante lo que acababa de ocurrir, ¿acaso la habían saludado?

Pensaba que estaba prohibido que alguien entablara conversación con ella, ya que era la enemiga de los F4. Nada de lo que estaba pasando calzaba con su sentido de la realidad.

―¡Hola! ―saludó otra persona antes de huir.

Siguió caminando mientras varios estudiantes más parecían ser amables con ella y darle los buenos días, algo realmente había cambiado y no le disgustaba del todo.

Cuando estaba por llegar a su salón pudo notar que su clase hablaba de ella, así decidió escuchar detrás de la puerta antes de ingresar.

―Vaya, hoy pude saludar a Mikasa Ackerman sin que los F4 me vieran ―comentó uno de sus compañeros con entusiasmo―. Fue la experiencia más extrema de mi vida.

―Cumpliste con la apuesta, te pagaré cuando termine la clase ―carcajeó su amigo.

Una fría ola de decepción caía sobre la aludida. Nada de amabilidad ni cambios, solo se había convertido en un concurso o prueba de valentía para la escuela. Apretó el puño, estaba preparada para darles su merecido.

―Pero sí que es genial, nadie se ha atrevido a desafiarlos. ―añadió el muchacho para referirse a ella, provocando que la molestia en Ackerman se disolviera.

Sonrió orgullosa y entró al salón minutos antes que comenzara la clase.

.

.

.

Tras sobrevivir a un nuevo día siendo enemiga de los F4, Mikasa tomó sus cosas para salir de la escuela. Se comunicó un par de veces con Mina mientras nadie las veía y fue al menos unas dos veces a aquella escalera donde se desahogaba cuando lo necesitaba, en ninguna de las ocasiones pudo ver a Eren Yeager, se sentía un poco decepcionada por ello.

Decidió irse de la escuela cuando ya le quedaban más pendientes, sin embargo cuando caminaba por el jardín una conocida melodía la atrajo hasta el pequeño laberinto de arbustos. Sabía que si se dejaba llevar por la música podría verlo. Cuando atravesó el pequeño túnel lo vio cerca de la fuente.

Mientras tocaba su violín parecía que nadie más existía a su alrededor, como si entregara todo de sí mismo. Mikasa moría por saber qué pasaba realmente por la mente de Yeager.

Se quedó unos instantes escuchándole, no quería interrumpir. Cuando la melodía acabó, él se dio cuenta de su presencia.

―¿Pasa algo?

―Solo quería darte las gracias, por lo que hiciste el otro día. ―dijo Mikasa, avergonzada.

―Te dije que lo hice solo porque odio esas cosas. ―respondió seco.

La conversación no iba por buen puerto y ella lo sentía.

―Lo sé, pero si no hubiera sido por ti, no sé qué me hubiera pasado.

―¿Esto significa que ahora me empezarás a seguir o algo así?

Las palabras de Eren se sintieron como un iceberg.

―¿Volverás a la escalera? ―preguntó ella.

―Si vas a ir de nuevo, no pienso volver a ese lugar ―declaró Yeager antes de marcharse.

Ese chico le causaba un enorme desconcierto, cada vez que se lo topaba parecía lidiar con una persona diferente, esta vez era su lado frío. Resignada, decidió irse también.

Al cruzar la enorme salida pudo divisar una elegante limusina negra petróleo que parecía esperar por ella. Del mismo vehículo se bajó un hombre de traje con lo que parecía ser un sobre o invitación en su mano.

―Señorita Ackerman. ―Luego de una reverencia, le entregó el papel―. El joven amo la espera.

―¿Ah? ―Mikasa tomó el sobre con ambas manos y lo abrió, tenía una nota.

"Te debo una disculpa por todo lo que te he hecho, me gustaría hacerlo personalmente en mi mansión, te espero después de clases. Mi chofer te llevará hasta allá.

Por la treta,

Jean Kirstein."

―¿Por la treta?, ¿no será por la tregua? ―preguntó a sí misma, ese chico no parecía muy listo.

―Señorita, por favor suba al auto.

El hombre abrió la puerta del vehículo.

Mikasa se mantuvo pensativa por unos segundos, la situación era muy sospechosa. No obstante, si había algo en lo que ella creía, era en el beneficio de la duda. Si realmente estaba arrepentido, las cosas podrían mejorar, si no, le daría su merecido ahí mismo.

Desde que hizo su declaración de guerra, estaba decidida a que no podía dar un paso atrás, a menos que él se rindiera.

Caminó hacia el auto y se subió, lista para lo que viniera.

Dentro del vehículo se encontraban más hombres, al menos cuatro y todos vestidos de traje. Mantenían un semblante serio, nada podía hacerlos reír. Se mantuvo estoica hasta que llegaron a su destino, después de todo la escuela no quedaba tan lejos de la enorme mansión.

La construcción frente a sus ojos era abismal, fácilmente podía ser confundido con un palacio real. En lo que la limusina avanzaba pudo admirar el jardín delantero, que era mucho más grande que un parque normal, con flores que jamás había visto antes. La mezcla de colores era simplemente maravillosa a la vista.

Finalmente, el vehículo se detuvo frente a la puerta principal. Se bajó y siguió a los hombres que la guiaron hasta la sala principal. Ahí la esperaban dos mujeres que parecían trabajar para un salón de belleza.

―Por aquí, por favor ―dijo una, señalando la escalera.

Dudosa, las siguió sin perder la vista de las costosas decoraciones que decoraban las paredes, cuadros que a simple vista se veían sencillos pero apostaría que costaban más que su casa con muebles y todo. Estaba tan distraída husmeando que chocó con una de las asistentes que ya había frenado el paso.

―Lo siento.

La joven asintió y la hizo entrar a un cuarto luminoso, tres muchachas que aparecieron de la nada la ayudaron a sentarse mientras otras traían un montón de frascos que parecían ser productos de belleza.

―Disculpen, ¿qué se supone que significa esto?

Mikasa estaba completamente perdida.

―Es un regalo del Señor amo ―respondió una de ellas mientras aplicaba una suave crema en el rostro de Ackerman.

Era una loción liviana que soltaba un fresco aroma, casi tan relajante para quedarse dormida. Jamás había experimentado algo así, con suerte tenía dinero para ir a una peluquería de la ciudad para que cortaran las puntas de su cabello.

Cuando la sesión terminó, llegó un hombre muy bien vestido con tijeras y peineta en las manos.

―Es mi turno ―avisó para luego saludar―. Mucho gusto, mi nombre es Lumiere.

―Yo a usted lo conozco. ―Lo apuntó, sorprendida.

Lumiere era famoso por trabajar con diferentes estrellas de cine o modelos, uno de los mejores estilistas del país. Este sonrió.

―Por favor confía en mí, te dejaré espléndida.

Las manos de Lumiere eran delicadas, pero sabían lo que hacían. Era ágil con las tijeras como nadie. Arregló unas cuantas puntas mal cortadas y alisó su cabello luego de aplicar un producto que posiblemente era más caro que todo su uniforme escolar. Cuando el trabajo concluyó, apareció una asistente, esta traía un saco con lo que parecía ser ropa.

―Está listo el conjunto.

Lumiere observó a Mikasa, orgulloso.

―Ahora solo necesitas cambiarte.

Le entregó las vestimentas, ella aceptó aún sin entender qué estaba pasando. Fue tras la elegante cortina bordada con oro y observó lo que sería su conjunto. Estaba maravillada.

Había visto hace unos días el mismo vestido en una revista de moda, sabía cuánto costaba, no podía creerlo.

¿Realmente Kirstein era tan malvado?

Se cambió de ropa y salió del vestidor para mirarse en el espejo, no podía reconocer a la muchacha que tenía en frente.

―¡Oh por dios! ―exclamó Lumiere con entusiasmo.

―Muchas gracias, a pesar de que no entiendo nada…―agradeció ella con las mejillas rojas.

Terminó por ponerse unos zapatos de tacón fino y siguió a las asistentes hacia otra sala de la enorme mansión.

―Espere aquí, por favor ―dijo una de las asistentes antes de retirarse.

Era un cuarto enorme, los muebles parecían importados desde otro continente. Avanzó unos cuantos pasos con dificultad debido a los tacones, no estaba acostumbrada a usar ese tipo de zapatos. Frente a ella se encontraba una fotografía rodeada de un marco dorado, cuatro niños con uniforme escolar sonreían ante la cámara y uno de ellos le llamó enormemente la atención.

―¿Acaso es Eren Yeager?

Un pequeño Eren sonreía de manera inocente en la foto, algo inusual en él.

―Sí, es Eren.

Jean apareció silencioso hasta responder la pregunta, logrando asustar a Mikasa por su intervención.

―¿Acaso estás interesada en mi amigo? ―preguntó él, suspicaz.

Mikasa se volteó, aún con el corazón en la garganta.

―Te advierto que no tienes ninguna oportunidad con él ―aseguró Jean, con burla.

―¡E-eso no es asunto tuyo!

Jean ignoró la respuesta de Mikasa para admirar su nuevo vestuario, no pudo evitar sentir calor en sus mejillas, odiaba la sensación que emergía de su interior.

―Ahora quiero que me expliques por qué me has llamado ―interrumpió Mikasa, cansada de tanto misterio.

―¿No te haces una idea?

―Se supone que me vas a pedir perdón ―respondió ella, observando lo que trae puesto―. Pero tantos regalos me parecen sospechosos.

El dueño de casa sonrío victorioso.

―¿Disculpas? ―preguntó él―. Yo diría que se trata de una oportunidad.

―¿Oportunidad?

―Mírate, todo lo que traes puesto es de alta costura. ―Jean la señaló―. Cosas que jamás podrías adquirir.

Mikasa alzó la ceja, ofendida.

―Si salieras conmigo, podrías tener todo eso y más. ―añadió―. Para ser más claro, puedes tener todo lo que desees.

―¿Perdona?

―Obviamente no podrás hablarme en la escuela cuando estén los demás, pero te permitiré que me hables si nos encontramos a solas, ¿te parece? ―propuso con aires de galán.

La sangre de la muchacha lentamente comenzaba a hervir hasta que llegó a su punto máximo, sentía cómo la adrenalina la dominaba.

―¿Acaso la patada te averió el cerebro? ―rezongó Ackerman, aludiendo lo que pasó la semana anterior.

Jean abrió la boca de la sorpresa, no esperaba para nada esa reacción.

―¿Q-Qué?

―Realmente tú no entiendes nada. ―Quitó sus zapatos y joyas―. ¿Acaso pensabas comprarme con todo esto?

―Soy el heredero de la familia Kirstein, si lo deseo puedo comprar autos, departamentos, incluso un hotel, todo lo que quiero lo consigo ―justificó a ojos cerrados.

―¿Acaso a tus amigos también los compras con dinero? ―Comenzó a quitar su maquillaje con la mano―. Hay cosas que el dinero no puede comprar ni forzar, porque aunque fueras la única opción en el mundo, jamás saldría contigo.

Aquellas palabras calaron hondo en la mente y el pecho de Kirstein. Jamás lo habían rechazado, ni una sola vez.

―Me marcho ahora mismo ―Mikasa se fue despojando de las cosas que no le pertenecían, menos la ropa, por razones obvias.

―Espera, no puedes llegar e irte así nada más. ―Jean intentó detenerla.

―Te pagaré por el peinado, no te preocupes.

―¡No me refería a eso, terca!

Entre tanta tensión, aparecieron algunos empleados.

―¿Todo bien, Señor?

―Mi uniforme ―exigió Mikasa para luego inhalar mucho aire y gritar en todo el salón―. ¡Traigan ahora mi uniforme!

El grito los paralizó a todos, en menos de cinco segundos Mikasa ya tenía lo que había pedido. Se cambió en un baño cercano para luego devolver a Jean el conjunto de lujo.

El líder de los F4 no lo entendía, todas sus actitudes le parecían simplemente absurdas.

―Te vas a arrepentir, ¿de qué vas a presumir si no traes marcas costosas?

Ackerman dio media vuelta y caminó hacia la puerta con todo lo que realmente le pertenecía, si bien era poco y nada, era algo que ella había conseguido por sus propios medios.

Antes de atravesar la puerta se giró hacia él por última vez.

―Mi orgullo, es lo único que nadie me puede arrebatar ―respondió ella―. No necesito grandes marcas para demostrar mi valor como persona.

Diciendo esto último desapareció por los pasillos en compañía de algunos sirvientes que la guiaron hasta la salida. Jean se quedó solo en aquella sala, pensativo. Las palabras de la joven se repetían una y otra vez en su cabeza.

Sus mejillas se tornaron rojas nuevamente, esa chica lo sacaba de sí. Recordó sus últimas palabras antes que partiera por esa puerta, juraría haber visto cómo el viento mecía su cabello con brillos alrededor mientras hablaba. Se estaba volviendo loco.

«Diablos», pensó Jean mientras se cubría la cara. Se sentía ansioso.

Quería conocerla más.

.

.

.

Ya fuera de la mansión, Ackerman estaba lista para partir y no volver jamás. Miró hacia aquel enorme lugar por última vez, no podía creer que por una milésima de segundo pensara que Kirstein podía ser una buena persona. Como si no hubiera sido suficiente hacer que toda la escuela se pusiera en su contra. Peor aún, pensaba que podía comprarla con un par de cosas caras.

¿Tan insignificante le parecía?

La gente rica era detestable, confirmaba más su teoría con estos actos.

Emprendió camino a su casa con su uniforme puesto aunque conservando el peinado. Le esperaba un largo viaje hasta su casa, pues ni cerca estaba su hogar de este barrio de ricos.

Para agregar drama a su día, no había dado ni cinco pasos cuando frente a ella apareció Eren, este parecía desconcertado al verla.

―Eren Yeager ―soltó con sorpresa.

―¿Qué haces aquí? ―El muchacho observó hacia la casa de su amigo.

―Yo…nada importante. ―respondió con los mofletes colorados.

Aunque era obvio, no quería contar lo que había ocurrido.

―¿Y tú? ―preguntó ella para cambiar el tema.

―Vivo por acá cerca.

La respuesta fue justa y cortante. La atmósfera era muy incómoda.

«Vamos, piensa en algo», Mikasa quería romper el hielo aunque era bastante difícil con un chico tan poco comunicativo.

―¿Conoces algo que no puedas comprar con dinero?

Se reprendió a sí misma por haber preguntado algo tan tonto. Mordió su lengua de la vergüenza. Eren abrió aún más sus ojos, jamás se habría esperado una pregunta así.

―El aire ―respondió.

―El aire…―repitió ella, atónita.

Realmente había respondido su pregunta y si lo analizaba más a fondo, tenía algo de sentido.

Eren soltó una carcajada.

―Eres muy graciosa, realmente.

Tras esa confesión, Yeager se despidió con la mano antes de partir. Mikasa se quedó unos minutos más mientras lo observaba.

Hace unas horas se había encontrado con un Eren frío y cortante, pero ahora lo veía sonreír otra vez. Quería sentirse molesta, más no podía. Cómo la sacaba de onda ese muchacho, era frustrante.

.

.

.

Era un nuevo día, Mikasa entró al salón como siempre preparada para todo lo que podía ocurrir. Aunque para su sorpresa, en esta oportunidad algo parecía diferente, la mitad de la clase se encontraban pegados al pizarrón. Se acercó para saber de qué se trataba, alguien había escrito un chisme. Ahora entendía el por qué.

"En su antigua escuela, Ackerman se juntaba con delincuentes y tuvo dos abortos"

...

Se quedó de piedra frente a la pizarra. Casi todos la miraban con desprecio y algunos con burla.

Sacudió la cabeza para despertar del pequeño trance, solo podía haber un responsable por este rumor.

―¡Kirstein! ―gritó antes de salir del aula, estaba lista para darle una nueva lección.

Corrió por los pasillos a toda velocidad, estaba furiosa.

No podía creer que él llegaría a esos extremos, de seguro estaba molesto con ella por lo que pasó ayer, pero había excedido todos los límites.

Algunos pasillos más allá se encontraban los F4 sentados en unos escalones.

―¿Qué opinan sobre la becada? ―preguntó Jean a sus amigos, literalmente de la nada.

―Yo creo que ya estuvo bien, además es una chica ―respondió Connie―. Seguir metiéndose con ella me sabe muy mal.

―Es verdad, hay que dejarla en paz. ―añadió Armin.

―¿Pero qué les pasa? ―Jean alzó la voz, molesto―. Hay que dar la ganada.

―Se dice "dar la batalla". ―Armin lo corrigió, obteniendo una mirada asesina como respuesta.

―Pareces estar demasiado pendiente de ella…―soltó Eren, con tranquilidad. Al tener un libro de cocina en sus manos parecía no estar interesado en la conversación, pero aún así sintió la necesidad de decirlo.

―¿Q-Qué? ―Jean se sonrojó―. ¡Claro que no, tonto!

No obstante, para sus amigos que lo conocían desde sus primeros años, la respuesta era evidente.

Mikasa llegó segundos después, interrumpiendo la conversación.

―¡Puercoespín! ―gritó, otra vez.

Se acercó a él con aires desafiantes, tan cerca que el chico casi pierde la respiración.

―Sabía que ustedes eran terribles, pero ahora se han pasado.

―¿D-De qué hablas? ―respondió el líder, nervioso por lo cerca que estaba Ackerman.

―Inventaron ese estúpido rumor mío para molestarme…

Mikasa dudó un poco antes de seguir hablando.

―¡Yo aún soy virgen! ―confesó con vergüenza.

Los cuatro quedaron atónitos, ninguno de ellos sabía lo que estaba pasando. Jean era el más confundido, pues había quedado tan pensativo con lo que pasó el día anterior que no había tenido tiempo para planear una venganza. Definitivamente si alguién le había hecho algo, no era su culpa.

―¡Idiotas! ―gritó antes de marcharse.

―¿Alguien me puede explicar qué acaba de pasar? ―Armin, al igual que todos, no entendía nada.

―Jean, se supone que habías dejado de molestarla. ―Connie lo juzgó con la mirada.

―No entiendo nada, lo único que sé, es que todo eso de que es virgen lo dijo para que yo supiera. ―Jean parecía sumergido en sus pensamientos.

―¿Ah? ―soltaron Armin y Connie al unísono.

―¿Qué no es obvio? ―Jean sonrió―. Está loca por mí.

Eren desvió la vista hacia la ventana y suspiró, toda esta situación era demasiado estresante para él.

―Definitivamente este chico no se entera ―susurró Connie a Armin lo suficientemente bajito para que Kirstein no escuchara.

.

.

.

Cuando Mikasa regresó al salón, se encontró con tres jóvenes que limpiaban los horribles escritos sobre ella.

Tales compañeras de clase parecían estar de su lado.

―No puedo creer lo que hicieron esos F4, ahora sí que se pasaron de los límites. ―comentó una de ellas mientras limpiaba el pizarrón.

―Es verdad, inventar un rumor así de una mujer, intolerable. ―asintió la otra.

Las tres se voltearon hacia Ackerman.

―Sentimos lo que te ha pasado, pero si te sirve de algo, creemos que eres muy valiente.

Mikasa se sonrojó, el hecho de que alguien fuera amable con ella en esa escuela ya le hacía sentir mejor.

―Nunca habíamos hablado antes, pero me presento, yo soy Mindy ―añadió para luego señalar a sus otras amigas ―. Ellas son Alison y Karol.

―¿Te gustaría sentarte con nosotras en el almuerzo? ―preguntó Karol.

―Claro ―respondió, sorprendida pero feliz al mismo tiempo.

Ya extrañaba esa sensación de sentirse acompañada en esa enorme escuela, desde lo ocurrido era poco lo que veía a Mina.

Habían quedado en reunirse en el jardín que conectaba el enorme salón comedor con el edificio de las clases. Cuando ya era la hora del almuerzo, Mikasa pasó a buscar su comida antes de llegar al punto de encuentro ya que el buffet era bastante caro.

Estaba a pocos pasos de llegar cuando las escuchó a las tres que parecían esperar por ella.

―No puedo creer que hayamos hablado con esa pobretona ―comentó Mindy a sus amigas, con desagrado.

―Me pregunto si se nos pegará alguna enfermedad por comer con ella. ―Karol hizo un gesto de asco.

―Por cierto, ¿le haremos otra broma? ―agregó Alison―, la del aborto estuvo muy buena.

Mikasa se quedó congelada tras uno de los arbustos, habían sido ellas las responsables del rumor y no los F4. Definitivamente no podía confiar en nadie en esta escuela.

―¡Fueron ustedes! ―salió de sorpresa para encararlas.

Las tres abusonas quedaron de una pieza cuando vieron a la persona que descueraban con sus palabras. Estaba claro que no podían seguir fingiendo con ella.

―Bueno, ¿realmente pensabas que queríamos ser tus amigas? ―Alison empezó a reír.

Karol la apuntó con el dedo.

―Además, te crees muy especial porque hablas con los F4, ¿crees que no te hemos visto?

―¿Hablar con los F4? ―repitió Mikasa, pues no era precisamente ese el contexto.

―Te han visto siguiendo a Eren Yeager como un perrito faldero y yendo a la mansión de Jean Kirstein. ―Karol frunció el ceño―. Eres muy insolente.

―Jean Kirstein no está a tu nivel, debes buscarte un plebeyo como tú. ―añadió Mindy.

―Y el corazón de Eren Yeager le pertenece a Historia Reiss, una mujer a la que jamás podrás alcanzar. ―Alison sacó el teléfono de su bolsillo y le mostró una fotografía de la aludida.

―¿Hi-Historia Reiss? ―Aquel nombre le sonaba bastante a Mikasa.

Entre tanto bombardeo de palabras era difícil entender todo lo que estaba ocurriendo. Historia era una de las herederas a la corona y parte de la familia real Reiss, solía verla en varias campañas de publicidad en la televisión por su incomparable belleza. Su cabellera rubia y sus ojos azules hacían que cualquier hombre cayera a sus pies. Incluyo cuando salía tras la pantalla se deslumbrada al verla, decir que era hermosa quedaba corto.

Enterarse que esa divina fémina era la que hacía suspirar a Eren se sentía como un apretujo en el pecho. Había perdido una batalla en la que ni alcanzó a participar.

Alison interrumpió la cascada mental de Mikasa tomándola por el brazo de forma brusca para luego zamarrearla.

―Sí, ella misma, así que ríndete ya o te…

Antes de que acabara la frase, Jean salió entre los árboles con una mirada poco amigable. Este se interpuso entre Ackerman y las tres abusonas.

―¿Qué se supone que están haciendo? ―preguntó, intimidante.

El trío de creídas no podía creer lo que veían sus ojos. Kirstein estaba defendiendo a la pobretona, como le decían ellas.

―Je-Jean Kirstein, nosotras…―tartamudeó Alison, quien fue pillada in fraganti antes de agredir a la protegida de quien era el líder de toda Fritz.

―Escuchen ustedes...

Las señaló con severidad.

―Está prohibido meterse con Mikasa Ackerman, cualquiera que se atreva a hacerlo será mi enemiga, por ende enemiga de toda la escuela, ¿quedó claro?

―Pe-pero…―interrumpió Mindy.

―¿Quedó claro? ―repitió él, haciendo más énfasis en su amenaza.

Ackerman permanecía detrás, ella estaba aún más perdida que el resto.

Las tres matonas hicieron varias reverencias mientras pedían disculpas para luego salir prácticamente corriendo de ahí. No les convenía para nada meterse con el líder de los F4.

Jean se volteó hacia su protegida.

―¿Estás bien? ―preguntó, preocupado.

Mikasa le hizo un desprecio.

―Oye, acabo de salvarte.

―¿Y qué quieres que haga? ―preguntó―. Te recuerdo que todo lo que me está pasando es por ti y tu estúpido juego de los F4. Es tu culpa.

―¿Mi culpa? ―Jean parecía ofendido.

―Déjame decirte una cosa, no pienso agradecerte por haberme salvado.

Kirschtein abrió la boca con sorpresa. La muchacha se esperaba cualquier tipo de respuesta, estaba lista para alguna nueva pesadez que saliera de él.

―¿Por qué me odias tanto?

Ella alzó una ceja.

―¿De verdad preguntas eso?

―Sí, dime, ¿qué es lo que no te gusta de mí?

«Podría estar el día entero», pensó ella ante esa pregunta. Estaba perpleja ante ese cambio de actitud repentino, pasando de un narcisista a un tipo débil que le afecta si a alguien no le agrada.

Mikasa respiró profundo.

―No me gusta que te creas el dueño del universo ni que pienses que todo lo consigues fácil o con dinero, detesto tus tontas reglas de los F4 y cómo abusas de los demás estudiantes ―continuó―, no soporto tu narcisismo ni tu peinado de puercoespín. Si lo resumo, todo de ti me molesta.

Jean se quedó en silencio, como si estuviera haciendo un análisis.

―En fin, esta conversación es absurda ―concluyó ella―, me voy.

Ackerman terminó yéndose para dejar solo y sumergido en su mente al enjuiciado. Todo este drama ya la tenía cansada, más importante, no podía sacarse la idea de que Historia Reiss y Eren tenían algo que ver.

.

.

.

Después de las clases, Mikasa suele trabajar de medio tiempo en una pastelería junto a su amiga Sasha, para reunir dinero y apoyar económicamente a su familia. Más que un momento estresante era bastante grato pasar tiempo con quien fue su compañera desde que casi tiene memoria. Las jornadas en la escuela Fritz le daban un montón de historias que contar a su mejor confidente. Sasha estudia en la antigua escuela de Ackerman, es una chica alta, de cabello castaño, muy sociable, divertida y llena de energía, un poco lo contrario de su mejor amiga, a quien no se le dan muy bien las relaciones interpersonales. Esa misma diferencia era la que más las unía, ya que se complementaban la una con la otra.

―No puedo creer todo lo que te han hecho esos niños ricos ―dijo Sasha mientras ordenaba algunos utensilios―. Y yo que pensaba que eran educados.

―Lo peor que me pudo haber pasado fue involucrarme con los F4.

―Pero si no lo hacías, te hubieras mentido a ti misma. ―Sasha le dio un amigable golpecito en su brazo―. La Mikasa fuerte que conozco siempre defendía al resto y hacía justicia.

Los ojos de la aludida se iluminaron, era verdad, en su antigua escuela solía meterse en problemas por ayudar a otras personas. Incluso recordó su sobrenombre; la chica maravilla.

Dos personas entraron a la pastelería mientras las amigas conversaban.

―Oh, pero si es la chica virgen ―señaló Connie al ver a Mikasa.

―¡Hola! ―saludó Armin con una sonrisa amigable.

―¡No me llames así, Springer! ―Se defendió Ackerman.

Sasha intentaba asimilar lo que estaba frente a sus ojos, la palabra chicos guapos se dibujaba en su frente, sentía como si tuviera una olla llena de papas a su disposición. Codeó poco disimulada a su compañera.

―Oye, están guapos ―susurró.

―Son los F4 ―respondió Mikasa en el mismo tono.

―Así que trabajas aquí, qué lugar más interesante.

Connie echó un vistazo por todo el local para luego detenerse en Sasha, todo ser que lo conocía sabía para donde iba la conversación.

―Tú debes ser la amiga de la chica virgen. ―Connie usó su tono seductor― ¿Cómo te llamas?

―Sa-Sa-Sa…―Tragó saliva― Sasha Braus.

―¿Se van a llevar algo o no? ―interrumpe Mikasa para rescatar a su amiga del posible depredador.

Armin señaló los mochis.

―Dame diez de estos, por favor. ―Asomó su cabeza a la vitrina como si adorara a un ángel.

―¿Tantos? ―preguntó Connie, extrañado.

―Son para Annie ―justificó―. Ama las cosas dulces.

―¿Sigues pegado con Annie?

―A veces salimos, solo eso.

Mikasa preparó la orden para luego recibir el pago de Arlert. Deseaba que se fueran lo más pronto posible así que fue veloz. Además, no quería que Sasha siguiera cerca de Springer.

Cuando por fin se marcharon, Sasha logró retornar su sentido común a la tierra para ayudar a su mejor amiga con lo que quedaba de trabajo. Unas horas más tarde dieron las ocho y era momento de cerrar, por suerte y exceptuando la visita de los F4, había sido un día laboral tranquilo.

.

.

.

Su turno terminó, por lo que tras cerrar el local emprendió camino a su casa. Avanzó lento por las calles. Mikasa adoraba ver el firmamento mientras caminaba, aunque sabía que era arriesgado, pues caer sobre el cemento no podía tener gracia alguna. Aquellos momentos en los que solo había paz y el sonido de las calles eran sus favoritos, junto a los que compartía con Sasha.

Intentaba asimilar todo lo que había ocurrido en menos de dos semanas y cómo su vida escolar había dado un giro de trescientos sesenta grados, todo por ser fiel a ella misma. Sasha tenía razón, al fin y al cabo, así era Mikasa Ackerman.

Se detuvo a dos calles de llegar a su hogar al darse cuenta de que había un chico besando un cartel luminoso en la parada de un bus. Todos los días veía cosas extrañas. De seguro se trataba de algún tipo de pervertido.

Intento pasar por un costado sin hacer contacto visual, aunque era inevitable no observar la escena. Cuando ya estaba más cerca, pudo darse cuenta de que conocía a esa persona, para su mala suerte.

―Eren Yeager…―murmuró, aunque estaba sorprendida.

El joven permanecía pegado a un enorme cartel, lo besó una y otra vez para luego verlo con fascinación.

La persona de la foto era Historia Reiss. Se habían confirmado sus sospechas, nadie besaría un cartel en la calle porque sí, al menos creía que a Eren no le fallaba la cabeza y que tendría razones de peso, como por ejemplo estar enamorado de ella. No podía evitar sentir gran decepción al pensar en aquello. Qué envidia le tenía a la publicidad.

Decidió no llamar su atención ya que la situación ya era lo suficientemente incómoda, así que simplemente se marchó, derrotada.

.

.

.

Fue una mañana tortuosa para Mikasa, sus ojeras no podían estar más oscuras en representación de lo poco y nada que durmió. Era inevitable dejar de pensar en Eren e Historia y como todo lo que le dijeron las matonas tenía sentido. Definitivamente él sentía algo por aquella mujer. Maldecía el segundo en el que creyó que podía acercarse más, odiaba sentirse así. Si bien aún no estaba segura si le gustaba, algo provocaba en ella.

Al llegar a la escuela, por instinto se dirigió hasta el jardín donde lo escuchó tocar el violín por última vez, pero ni señales de Eren a esas horas de la mañana. Se preguntaba si realmente era una molestia para él. Quizás sí estaba siendo algo pesada y pegote.

Decidió irse rápido así que apresuró el paso sin darse cuenta de que alguien venía en dirección contraria, chocando levemente.

―¡Oye! ―exclamó Jean―. Ten más cuidado.

Mikasa se quedó un par de segundos observando a quien tenía en frente, algo en él había cambiado.

―¿Qué te hiciste?

Él chasqueó la lengua.

―¿Qué no ves? Solo un pequeño cambio de look.

Kirstein traía su cabello peinado hacia abajo formando un leve flequillo y dejando algunas mechas por atrás, dejando su estilo de puercoespín en el pasado.

―Te queda muy bien ―admitió ella, sorprendida.

Bastó tan solo esa declaración para que el castaño se sonrojara hasta las orejas.

―¡No creas que lo hice por ti y por lo que me dijiste ayer! ―giró la cabeza con vergüenza.

―¿Eh? ―Mikasa frunció el ceño.

Se negaba a creer que Jean cambiaría algún aspecto de él mismo por lo que ella le diga, así que esa idea no pasó por su mente. Pero indudablemente era un libro abierto y al verlo con la cara enrojecida y los mofletes inflados pudo darse cuenta.

Ackerman soltó una carcajada, muy en el fondo, tal acto le pareció algo tierno.

―¡No te burles de mí! ―reclamó aún más avergonzado.

―Lo siento, pero me ha parecido dulce…

Se mordió la lengua tras dar esa declaración, no podía creer que el bastardo ricachón le había producido un sentimiento de ternura y amabilidad.

Jean solo pudo decir "Ah", sin perder el color de sus mejillas.

El silencio se apoderó de la situación, ambos desviaron la mirada sin saber qué más decir. Permanecieron así un par de segundos más hasta que sintieron cómo unos pasos rápidos avanzaban hacia ellos.

―¡Jean! ―gritó Armin quien venía corriendo junto a Connie.

―¡Historia ha regresado! ―añadió Connie, agitado.

Aquel nombre hizo que una gota de sudor cayera por el rostro de la muchacha.

―¿De verdad? ―Jean siguió a sus amigos.

Mikasa se quedó sola en el jardín, no obstante, la curiosidad era enorme por lo que sigilosamente fue tras sus pasos. Ella también quería verla.

Los siguió hasta la pileta que conectaba la Universidad Fritz con la escuela, aunque lo que vieron sus ojos no fue para nada de su agrado. Eren ya se encontraba con Historia, ambos unidos en un beso.

Se frenó de golpe.

Los tres jóvenes faltantes se acercaron a la pareja.

―¡Historia! ―gritaron los tres, entusiasmados.

La rubia se separó de Yeager para recibir a sus amigos, terminando por depositar un corto y simple beso en los labios a cada uno de ellos, lo que sacó totalmente a Mikasa de sí.

―Se van besado todos…―musitó impactada, casi sin aire.

¿Acaso este era un comportamiento normal en los ricos?

Estaba tan fuera de sí que no se percató como Mindi, Alison y Karol aparecieron a sus espaldas.

Salió del trance al sentir como un frío líquido caía desde su cabeza hasta su ropa, quedando completamente mojada. Alison había vaciado un botella de agua sobre ella.

―¡Eso te pasa por hacer que Jean Kirstein se enojara con nosotras!

Continuará...


¡Hola!

Espero les haya gustado el cap de hoy. Estaré encantada de leer sus opiniones. Según el apoyo que tenga la historia iré subiendo los siguientes episodios más seguido.

Gracias por su tiempo para leerme.

Saludos,

Kaya.