Snk le pertenece a Hajime Isayama. Yo solo me entretengo escribiendo

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00. El lugar donde se cruzaron nuestros caminos

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Había sido de cierta forma extraño el haber podido llegar a la muralla con medianas dificultades. Marcel había tenido un mal presentimiento desde que llegaron a la isla. Cuando vio un titán caminando sin rumbo fijo a lo lejos, un dejavu pasó por su mente: él moriría antes de siquiera estar a la mitad de su misión.

Nada de eso pasó.

Evitaron el enfrentamiento con los titanes. La experiencia táctica de los pequeños eldianos quedó demostrada cada vez que los divisaban a la distancia. Además, hacían un casi excelente trabajo en equipo. Él pensaba que casi, pues las habilidades de Reiner no se comparaban con las de su hermano menor. Sin embargo, eso no hacía débil a Reiner. Sólo que no era Porco. Aun así, nunca iba a dejar de agradecerle al destino la existencia de Reiner, a pesar de la culpa que sentía por manipular las circunstancias ante las autoridades de Marley para que éste recibiera al Titán Acorazado, hiriendo el orgullo de Porco. Sin él su hermano estaría compartiendo el mismo destino que ellos y eso era algo que jamás permitiría. Si con él recibiendo los poderes del Titán Mandíbula era suficiente para salvaguardar el honor de su familia, le parecía innecesario que Porco sacrificara su vida. El mundo en el que les tocó vivir era un lugar cruel, pero la persona más importante para él merecía vivir una larga y tranquila vida. Marcel asumió que tendría que vivir con la culpa.

Pero sinceramente, esto era demasiado. Entre toda la destrucción y la sangre derramada, no pudo evitar cuestionarse si aquello era o no lo correcto. Si esa gente eran demonios, ¿por qué, entonces, veía tanto sufrimiento en ellos? Desde la altura pudo vislumbrar cómo escapaban de los titanes que iban entrando y los gritos desgarradores lograban llegar a él pese a la distancia. Cuando miró a Annie y a Berthold, pudo ver un atisbo de duda en sus ojos, quizás similar a lo que él estaba sintiendo. Sin embargo, cuando miró a Reiner, vio determinación en su mirada. Ahí no había dudas. En ese momento recordó su misión. Recordó a Porco. Supo que esto era solo el inicio y le dio la orden a Reiner de avanzar. Éste destruyó la segunda muralla sin dudar.

Mientras tanto, un niño de profundos ojos verdes que logró escapar del caos, juraba venganza por lo que le habían hecho a su madre, a su hogar y a su pueblo. Marcel no lo supo en ese entonces. Él y los demás niños guerreros no tenían forma de enterarse de que habían despertado a un monstruo.

Tenemos que seguir luchando por nuestra supervivencia. – le escuchó decir a Mikasa, mirando horrorizado las consecuencias del ataque sufrido a manos de los titanes. La gente estaba siendo violenta, como si entre ellos fueran tan enemigos como lo eran con los titanes. Intentaba comprender la situación, cuando el hilo de sus pensamientos se vio interrumpido por un animado Armin, quien traía consigo raciones de pan, y el resoplido de un arrogante soldado de la guarnición mientras su amigo les entregaba sus respectivas porciones.

– ¿Qué le pasa? — cuestionó inmediatamente, mirando cómo se alejaba. No estaban haciendo nada malo, reflexionó internamente. Armin le explicó la situación. Era más grave de lo que imaginaba. Rápidamente comprendió que todos los conflictos que se estaban llevando a cabo a su alrededor, que eran principalmente por la escasez de comida, serían solo el inicio de las desgracias que les deparaban para el futuro. Y él tenía que seguir luchando. Por eso no dudó ni un segundo en lanzarse a golpear a ese soldado idiota, que seguía parloteando estupideces.

Mikasa terminó golpeando a Eren ese día, por insultar a Armin llamándolo cobarde y ganado.

Al día siguiente, las cosas entre Mikasa y Eren seguían tensas. Él estaba sentado en el suelo y ella estaba de pie, con los brazos cruzados. En esta ocasión, y como siempre, sabía que ella tenía razón. Honraría la memoria de Carla, no tan solo su última voluntad sino también la promesa que hicieron antes del ataque: ayudarle cuando estuviera en problemas por su imprudencia. Y es que en esos momentos fue demasiado imprudente, por eso tuvo que golpearlo y darle un sermón. No tenía motivos para tratar así a Armin, quien solo quería ayudar. Es por el enojo que sentía que lo ignoró por el resto del día.

Eren, por su parte, se había encerrado en sí mismo, enojado por la situación, con su orgullo herido. Sabía que Armin y Mikasa tenían un punto, pero le cabreaba tanto que fuera capaz de tumbarlo de un solo golpe… si tan solo pudiera ser más fuerte, tan fuerte como ella, quizás yo…

– Mikasa! ¿Quieres ir a buscar las raciones de comida? – dijo Armin, quien estaba de pie entremedio de ambos, tratando de romper la tensión. Como tantas veces, estaba en medio del conflicto. Sentía que, si ambos no se disculpaban, esto no terminaría. Ya que su abuelo estaba ocupado ayudando en la organización de los refugiados, le pareció buena idea hablar a solas con Mikasa.

– Descuida, Armin. Iré sola. – le respondió la niña, caminando inmediatamente hacia donde repartían las raciones. Eren levantó la mirada y la miró de reojo, como queriendo decir algo, pero se quedó sentado con una mirada de pocos amigos. Eso significaba que debería comenzar a hablar con Eren, cosa que no era tan fácil.

Luego de un largo rato, donde Armin simplemente esperó, Eren decidió hablar.

– No sé por qué me mira con esa cara, si ella fue la que me golpeó–

– Es porque está preocupada. Piensa que no entiendes su preocupación y que en cualquier momento te pondrás en peligro o yendo a la muralla María o peleándote con desconocidos – le replicó Armin. – Ella tiene razón, somos débiles.

– Hannes-san dijo lo mismo. Que por eso no pudimos salvar a mamá. – Eren miró al techo tomando entre sus manos la llave que por extrañas razones había aparecido colgada en su pecho ya hace dos noches. Recordó los últimos momentos de su madre, las últimas palabras que les dirigió a él y a Mikasa: sobrevivan. – Mikasa y tú vieron el mismo horror. – siguió hablando, frunciendo el ceño – ¿Acaso no les da rabia vivir en esta situación por culpa de los titanes?

– Eren, ¡por supuesto que sí! Queremos conocer el mundo juntos, ¿no recuerdas? y las murallas con los titanes son una gran traba para cumplir ese sueño– volteó a verlo con un atisbo de sonrisa que se apagó cuando siguió hablando. – Pero para Mikasa debe ser aún más difícil todo esto. Es la segunda vez que pierde a su familia. Primero, por la maldad de los humanos y ahora por la maldad de los titanes. Cuando me pongo en su situación, pienso en toda la desesperanza que debe sentir. Eres lo único que le queda… – se tomó una pausa y suspiró. – Ustedes y mi abuelo también son lo único que me queda.

Cuando Armin dijo eso, sintió que el pecho se le apretaba y las lágrimas nuevamente se acumulaban en sus ojos. ¿Cómo podía ser tan estúpido? Se conocieron el día en el que ella lo había perdido todo. Él y sus padres sabían más que nadie todo el trauma que eso le generó y lo mucho que aún le costaba dormir por las noches. Era tan inmaduro todavía… Admiraba mucho a Armin por lo mismo. Era su mejor amigo y también su familia. Tenían la misma edad, pero parecía siempre entender mucho más allá de lo que adultos y niños veían.

– También eres mi familia, Armin. No quise tratarte de ganado… es solo que estaba tan frustrado que yo…–

– Descuida, Eren. Lo entiendo. Ahora debes ir a disculparte con Mikasa. – Le sonrió. Armin sintió que fue más fácil de lo que pensó. Definitivamente su amigo pudo conectar con sus palabras y eso, pese a la situación, lo alegró un poco.

Eren asintió. Se levantó y le sonrió a su amigo antes de ir en busca de Mikasa. Mientras caminaba, decidió que tenía que volverse más fuerte para poder proteger a sus amigos. Ahora más que nunca le era indispensable entrar a la Legión de Reconocimiento para acabar con los titanes de una vez por todas y asegurar que ellos vivieran a salvo. Creía entender lo que Mikasa sentía, pero él también tenía que hacerle entender sus motivaciones. Dejó de pensar en eso cuando la encontró hablando con un chico que parecía ser de su misma edad, quien la miraba ¿embelesado? ¿admirado? No pudo entenderlo en ese entonces. No le dio importancia, solo siguió acercándose para poder llamarla y disculparse. Le urgía hacerlo esta vez.

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La infiltración dentro de las murallas había sido todo un éxito. Ahora era momento de entrar en la segunda fase de la misión, que era recabar información. Una vez comprendieran cómo funcionaba este mundo, tomarían la siguiente decisión, pues había muchas formas de ser un espía. Es por esto que se separaron en parejas. Él se quedó junto a Annie como parte de los refugiados de la masacre que ellos mismos habían provocado, mientras que Berthold y Reiner avanzaron para comprobar la existencia de una segunda muralla. No hacía falta que llegaran a ella, sólo debían tener claro el panorama geográfico del sector, como el nombre de los pueblos y ciudades, sus costumbres, etc. Annie y él, por otro lado, tenían que ver la forma de falsificar sus identidades. El campamento de refugiados era un buen lugar, pues podrían inventarse una historia lo suficientemente creíble para lograr el objetivo. Sumado a esto, era buena la cercanía de los militares. En la infiltración habían visto una curiosa forma de defenderse de los titanes. ¿Qué rayos hacía que prácticamente esta gente pudiera volar entre los edificios? Tenían que averiguarlo, pues esta información sería bien recibida en Marley.

Otro de sus motivos para quedarse con Annie fue que la sintió un poco extraña ese día. Tenía una mirada distinta, un poco apagada. Berthold la miró con preocupación antes de irse y Reiner con molestia, por lo que era evidente que algo estaba mal con ella. No era la primera vez que masacraban un pueblo o nación, normalmente porque estaban en guerra con su madre patria y su existencia era un peligro tanto para marleyanos como para eldianos. Pero Marcel se cuestionaba su invasión a la isla, sobretodo porque esta gente, al parecer, creía que eran los únicos en el mundo, no conociendo un enemigo más que los titanes. Sabía que las motivaciones de Annie no tenían que ver con la madre patria, ni siquiera con los eldianos. Su padre lo era todo para ella y no lo ocultaba. En ese sentido se parecían bastante, pues él mismo luchaba por el bienestar de su familia, donde Porco tenía un lugar especial en su vida, sin embargo, era más hábil para ocultarlo. ¿Acaso ella se estaba cuestionando lo mismo que él? Por alguna razón sintió que no era correcto preguntárselo, pues no quería sembrar dudas en su corazón. El daño ya estaba hecho y probablemente vendría mucho más. A esta altura se sentía más que nunca como un demonio. Decidió dejar a su compañera sola, esperando que pudiera reflexionar con calma. Él también necesitaba un poco de aire.

– Iré por comida, Annie. Descansa un poco. – le dijo. Ella simplemente asintió, sin mirarlo a la cara, manteniéndose sentada en el suelo.

De camino hacia el improvisado lugar donde repartían raciones, escuchó gritos y quejidos. Fue donde estaba el tumulto de gente. Vio como un par de jóvenes golpeaban a un anciano en el suelo. Los militares se reían de la situación. La gente estaba horrorizada, pero nadie hizo nada. En esos momentos sí vio a esa gente como los demonios que tanto le enseñaron en la academia y sintió la necesidad urgente de actuar, de salvar al anciano, creyendo por un segundo que con su invasión había hecho lo correcto porque se lo merecían, eran violentos y cobardes al mismo tiempo.

Una contradicción. Pero qué hipócrita y basura se sintió.

¿De quién más era la culpa de que ese anciano fuera golpeado que de él? Sus acciones y las de sus compañeros lo llevaron a esta situación. No tenía el valor de hacerse el héroe, de seguir sus principios. Aquí no era como en Marley. Ahí era conocido por ser un justiciero, era bastante popular por encarar a los marleyanos cuando se cometían injusticias. Era tan solo un niño aún, pero su madurez y valentía le valió la confianza de su gente. Incluso se daba cuenta de que Theo Magath veía eso como algo positivo, pues que los eldianos tuvieran a una figura como él siendo un guerrero les enorgullecía, y ese hombre sabía sacar provecho de eso. Sin embargo, en este nuevo mundo nadie lo conocía. En este nuevo mundo era el villano que causó miseria y horror en gente que probablemente no sabía lo que significaba su propia existencia para el resto del mundo, cosa que a cada segundo que pasaba podía comprobar más.

Dio la media vuelta y siguió su camino, antes de seguir hundiéndose. Al menos conseguiría comida de la gente a la que le arrebaté todo, pensó con ironía. Cuando llegó al lugar de repartición de raciones, le llamó la atención lo corta que era la fila. Delante de él estaba una niña de pelo negro y dos adultos más. Nadie más se posicionó detrás de él. Su turno llegó rápidamente.

– Lo siento muchacho, ya no quedan más raciones. – le comunicó la encargada. Luego de escuchar eso, su estómago sonó furiosamente. La mujer lo miró con lástima. Marcel se avergonzó enormemente, decidiendo aceptar la situación como un pequeño castigo por sus acciones. Annie y él pagarían parte de sus pecados hoy pasando hambre. Seguramente con lo hábil que era su compañera, lograría robar algo de algún puesto, lo que era arriesgado dada su situación. No sabía muy bien qué hacer al respecto, la culpa y el hambre no lo dejaba pensar con claridad.

– Tú también debes sobrevivir. – escuchó que le decía la chica de la última ración, quien había decidido darle la mitad de lo que llevaba. No pudo evitar dedicarle una larga mirada, sin poder decirle nada. Sintió la frase como una caricia, como si fuera perdonado por sus pecados. ¿Acaso era posible? ¿Necesitaba el perdón de esta gente demoniaca? No lo sabía. Este mundo le parecía demasiado loco. Después de haber visto la peor parte de los habitantes de la isla, no tan diferente de lo que se vivía en Marley, aparecía esta niña que con su inocente acción había movido algo en él. Llevaba una bufanda roja y su cara era distinta de las que había visto desde que se infiltró en las murallas. ¿Sería forastera? ¿Cómo habían llegado extranjeros a este lugar?

– ¿Estás solo? Si tienes hermanos, deberás compartir lo poco que queda. Quizás mañana tendremos que venir más temprano a buscar raciones. – continuó la niña, con una mirada pensativa.

– Ah… si, lo compartiré. Muchas grac…– intentó responderle Marcel, antes de verse interrumpido por un llamado que llamó la atención de mucha gente, en especial la de la niña que tenía frente a él, quien se dio la vuelta inmediatamente.

– ¡Mikasaaaaaaaaa! –

Así que ese era su nombre. Ella le dedicó una sonrisa antes de voltearse nuevamente para retirarse. Otra vez se quedó sin palabras. Se sentía tan culpable por haber recibido una amabilidad que no merecía. Sobre todo, porque a la vez, estaba aliviado. Así debía sentirse cuando la gente te salvaba con una sonrisa, pensó. La siguió con la mirada, y vio como un niño de ojos verdes demasiado expresivos y llorosos iba a su encuentro y le pedía disculpas. No pudo ver la expresión de la niña, pero por la cara del chico, se notaba que se habían reconciliado de algo, pues alcanzó a escuchar que ella también se disculpaba. Mientras se iban alejando, mezclándose entre la multitud, alcanzó a notar que la chica lo indicaba con su mano libre de las raciones de comida, como contando su anterior encuentro con él. Marcel no supo descifrar la mirada que le dio el muchacho, quien rápidamente volvió a centrar su atención en la chica diciéndole algo, mientras tomaba su mano arrastrándola de forma apresurada, finalmente desapareciendo entre el mar de gente.

Definitivamente este nuevo mundo era violento y salvaje, pero también muy hermoso.

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Gracias por leer!