No sé por qué he seguido escribiendo esta historia. Algo en ella me gusta.
Espero que les guste y que pronto atraiga la atención de más lectores.
Capítulo 2
Despertó con los rayos del sol golpeando su cara.
Se quejó un poco antes de poder incorporarse con dolor, pues se había quedado dormido en el piso de la torre.
No. Antes de que su cabeza estuviera en el piso estaba en las piernas de la chica… Delphi.
-¿Delphi?- murmuró y miró a su alrededor.
Ella no estaba por ningún lado, y se preguntó si quizá había sido todo un sueño. O si quizá había estado alucinando por agonía, ya que vio las manchas en el piso y luego los largos cortes de sus antebrazos, y recordó lo que se proponía hacer en la noche.
No lo negaría, se desilusionó al saber que seguía vivo, pero solo torció los labios y bajó las mangas de su camisa y su saco. Tomó la varita y limpió el rastro de sangre seca.
Miró por última vez a todos los rincones de la torre, pero no la encontró por ningún sitio. Pero sabía que debía estar por ahí, en algún lado, allá afuera…
Debió pensar en una mejor ruta para llegar a su habitación, pero no se imaginó que sería tan tarde. Era casi medio día, por lo que mientras bajaba y recorría los pasillos se encontraba a una gran cantidad de alumnos camino a sus aulas. Esta vez les concedía la razón en no poder despegar sus miradas de él, pues debía lucir como todo un loco.
Había olvidado limpiar su piel de las manos y cara, aunque en su ropa negra la sangre se disimulaba bien, en el resto de su blanca piel no. Su cabello también tenía partes secas de sangre, sin mencionar lo hinchados que debían verse sus ojos. Pasó al lado de el chico Potter y su prima Granger, que se codeaban con los más populares de Gryffindor. Ellos lo miraron con horror, Potter incluso dio un paso al frente, como si estuviera por decirle algo.
Scorpius los miro con su habitual frialdad y les mostró su dedo medio. Esta vez nadie le respondió. Simplemente en el camino se fueron apartando al verlo pasar, hasta que consiguió llegar a su sala, casi vacía afortunadamente, y luego a su habitación. Cerro la puerta con fuerza y miró a su alrededor. Jamás se había percatado de lo vacía que estaba. Era del tamaño para 5 camas, de las cuales 4 estaban permanentemente vacías. A veces él esparcía sus cosas por todos lados, en parte por su habitual desorden y en parte porque buscaba un ambiente menos… escaso.
Suspiró y se recargó en la puerta. Ya había perdido medio día de clases, y no tenía ganas de volver al otro medio día. Por lo que decidió limpiarse y encerrarse el resto de la tarde. Se quitó la ropa y entró al baño, donde preparó la tina y dudó un momento antes de entrar, pues sabía del tormento que le esperaba. No pudo evitar gritar de dolor cuando sus brazos entraron en contacto con el agua caliente, pero aguantó, así como aguantaba todo a diario. Una vez limpio y vestido, y dispuesto a acostarse, recordó una vez más a la peculiar Delphini. Con sus ojos que eran como estrellas vibrantes, y su cabello azul.
-¿Eres una Riddle? ¿Significa que...?
-Él es... fue mi padre- le respondió con tristeza.
-Los rumores son ciertos entonces.
-No son muy precisos, ¿verdad?- Delphi se sentó frente a el y miró al cielo-. Pero no te estoy mintiendo Scorpius. Lo juro.
Scorpius asintió y miró al vacío, sacó su varita y murmuró un Accio. Su navaja volvió a sus manos, él la sostuvo sin retraerle la afilada hoja.
-Te he observado- dijo Delphi-. Un largo tiempo.
-Igual que todos- Scorpius jugueteaba con la navaja haciéndola girar entre sus dedos, y parecía no importarle herirse de vez en cuando.
-No te he observado de esa forma. Tú me interesas, no como un fenómeno, como todos te ven. Me interesas... de una buena manera.
-Tengo 14 años.
-Y yo 21. ¿A caso importa?
Scorpius se sonrojó, algo que nunca le había pasado.
-Estoy jugando Scorpius- ella rio-. Me sentiría muy mal si quisiera involucrarme contigo de esa forma.
-No suelen jugar conmigo, lo siento.
-Yo podría, si tú quieres.
-¿Y qué quieres a cambio?
-¿Qué?- la sonrisa de Delphi se desvaneció.
-Ahora he caído en la cuenta de que, si me has estado vigilando, y te apareces justo cuando estaba a punto de saltar, significa que necesitas algo de mí. ¿Qué es?
Delphi tardó segundos, pero volvió a sonreír, como si lo hubiera estado evaluando.
-Tienes razón, quiero algo de ti- le hizo una seña para que se acercara. Tras vacilar un poco Scorpius se sentó a su lado-. Pero algo que nos beneficiará, a ti, a mí, a muchos más. Quiero que cambiemos a la sociedad.
Alguien tocó la puerta.
Scorpius dio un respingo, nunca nadie iba a tocar.
-¿Sí?- preguntó nervioso-. Está abierto.
Uno de sus compañeros de curso se asomó.
-D-disculpa Scorpius, Malfoy- se corrigió rápidamente, se le notaba nervioso-. La directora quiere verte.
El rubio asintió.
-¿Ya?
-E-eso creo- murmuró el otro chico, que desvió la mirada-. Esto...
-¿Qué?- Scorpius se puso unos zapatos y tomó un saco.
-¿Estás... bien?- dijo el muchacho, rascando su cabello rizado-. Muchos eh, te vimos hoy y...
-No maté a nadie si es lo que se preguntan- Scorpius guardó su varita en el bolsillo y se dirigió a la puerta. Su compañero se apartó, Scorpius cerró la puerta-. Puedes decirle eso a los demás.
-N-no me refería a...
Pero Scorpius ya se había alejado. Caminó con pereza hasta la oficina de McGonagall y cuando llegó la directora no era la única presente.
-Siéntese señor Malfoy- dijo ella, con su tono duro.
Así lo hizo. Estaba impasible ante la mirada escrutadora de la máxima jefa, y los otros jefes de casas.
-Una gran cantidad de alumnos lo vieron a medio día, paseándose por la escuela, cubierto de sangre.
-No paseaba, solo iba a mi sala. Y no estaba cubierto, solo un poco manchado.
-¿Y a qué se debió ese incidente, si se puede saber?
Scorpius arqueó una ceja, aburrido.
-Ninguno de sus queridos alumnos está herido directora. Solo yo, pero el querido no aplica conmigo.
La jefa de la casa de Ravenclaw, la profesora Crawley, se movió incómoda y con una expresión afligida en el rostro. Ella era verdaderamente amable con Scorpius. En cambio McGonagall puso una cara de sorpresa, y luego puso sus labios en una apretada línea.
-Quizá- intervino el profesor Parkin, jefe de Slytherin- Scorpius podría decirnos qué fue lo que pasó, y así evitaremos sacar conclusiones apresuradas.
La directora lo miró expectante.
-¿Y bien?
Scorpius esbozó algo así como una sonrisa, que era más bien una mueca, pues de feliz no tenía nada.
-Tuve una hemorragia nasal- respondió-. Muy fuerte. Pero ya era tarde y no estaba en la cama, no quería que me atraparan así que no fui a la enfermería. Quise controlarlo por mi cuenta, pero no pude.
Tras una charla entre él y los profesores, intentando convencerlos de que fue algo sin importancia, al fin decidieron dejarlo en paz.
-Intenté hacer venir a tu padre- dijo McGonagall-. Pero la verdad es que nunca respondió.
Scorpius bajó la mirada.
-Y no lo hará, directora- contestó-. Es un mal momento para él.
La directora se sonrojó, y le ofreció disculpas, Scorpius ya se iba.
-Disculpe por causar molestias.
Cerró la puerta tras de sí y volvió a su habitación.
Al entrar pegó la frente a la madera, y sintió sus ojos inundarse. ¿Ni siquiera estando de luto podían dejarlo en paz? ¿Era él quien se tenía que disculpar porque un montón de idiotas lo hayan visto en su peor momento?
Le dio un puñetazo a la puerta.
Deseó que su padre se hubiera presentado, que se hubiera preocupado, que lo regañara, que lo castigara por lo que sea que haya hecho. Pero no hizo nada. Ni siquiera cuando se fue de la mansión lo miró, pues en ese momento estaba ebrio en el salón principal, tirado en un sofá con la foto de su madre entre los brazos, luego de haber estado llorando por horas.
Scorpius se sintió culpable por sus pensamientos. Su padre no necesitaba que lo molestara. Él necesitaba arreglarse por su cuenta.
Tomó la navaja de su bolsillo. Tenía los brazos demasiado heridos, pero las piernas intactas.
