Erasmus P. Snoke esperaba pacientemente la llamada en su elegante despacho, adornado con numerosos discos de platino en las paredes, prueba tangible del éxito de sus representados, en el último piso del edificio Supremacy, ubicado en el centro de Hosnian Prime, la ciudad más importante del país y capital indudable de la industria musical. Reclinado en su costosa silla de piel, tenía en la mente algún tema banal de esos que los hombres ricos y poderos suelen plantearse, como a qué hora iría al club a jugar golf o a la fiesta de quien sabe quien no iría por parecerle aburrido. Tal vez un masaje por la tarde le vendría bien, después de todo, con sus años, cualquier gusto que se diera en el día era bien recibido. Lo cierto es que ya no tenía la misma energía que 20 años antes, a pesar de que los multivitamínicos y suplementos alimenticios antienvejecimiento eran tan efectivos como costosos.

Se dio la vuelta para ver al cristal panorámico que mostraba una vista envidiable de la ciudad, probablemente la mejor, haciendo memoria de cuantos años hacía que había llegado a la ciudad. La había visto crecer y florecer y se sentía orgulloso de saberse parte importante de ese crecimiento.

El interfón sonó y la voz aguda de su joven asistente le caló un poco los oídos. Carise no era la más joven de las asistentes que había tenido, pero era sin duda la más hermosa e inteligente, por eso había conservado su puesto ya por varios años, después de muchas antecesoras que no pudieron con la carga de trabajo y el carácter explosivo de su jefe.

—Señor Snoke, tengo a su abogado en la línea.

—Adelante, Carise, pásame la llamada.

Enric Pryde había sido su abogado por más tiempo del que pudiera contar. Era leal y sabía la manera en que le gustaba que se hicieran las cosas y Pryde siempre hacía lo necesario para conseguirlo.

—¡Erasmus! ¡Buenas noticias!— sonó en el altavoz un hombre probablemente entrado en años. —El contrato es tuyo y por casi el doble de lo que se había estado tratando.

—Estaba seguro que así sería, aunque le ha sorprendido que lograras que aceptaran más.

—Tengo mis métodos, lo sabes.— rio en una corta carcajada.

—Es un día para celebrar, Enric. Nuestra entrada al mundo digital con Empire marcará un hito en la historia.— Snoke estaba por demás, muy animado. —Sólo queda el asunto de la Ley Antimonopolios.

—Tranquilo, de eso me encargo yo. Se hará lo que se tenga que hacer para que no represente un problema.— Pryde lo calmó de inmediato. —Tú dedícate a preparar todo con tus muchachos, que vienen días muy ajetreados.

—Por algo eres mi mano derecha, Enric... Ya estamos en eso; First Order nunca me decepciona.

—Excelente... tenemos pendiente un brindis con ese Macallan '26 que me presumiste la vez pasada.

—Claro, como si no fueran suficientes los honorarios que ya te pago.— dijo a tono de burla.

—Que te puedo decir. Tengo gustos exquisitos y debo resolver cómo pagarlos.

Snoke rio estrepitosamente y colgó la llamada. Se levantó y fue hacia la mesita del fondo y se sirvió un poco del mencionado whisky. Brindo para él mismo.

Su plan para destruir a New Republic Productions estaba marchando a la perfección.


Kylo se bajó del Aston Martin DB5 modelo '64 y le lanzó las llaves al ballet, haciéndole una seña para que cuidara el auto.

Se subió las solapas de la chamarra de cuero pues el frío de la mañana le caló un poco a la entrada del edificio, uno de los condominios más exclusivos de la ciudad.

—Señor Ren, bienvenido.— le dijo el portero amigablemente. —¿Quisiera que le avise al señor Hux que llegó?

—No, gracias... No creo que te conteste.— No se detuvo a conversar y siguió directo al ascensor.

Al llegar al piso 36, la puerta se abrió mostrándole un panorama desordenado, testigo de la gran fiesta que se había llegado a cabo la noche anterior. Algunas chicas dormían incluso en los sillones de la sala y pudo ver varias botellas vacías o a medio terminar en cualquier superficie disponible.

Subió las escaleras de caracol de dos en dos y llegó al mezanine donde estaba la habitación del departamento. Hux estaba dormido a pierna suelta, enredado con dos chicas, probablemente modelos, que también dormían.

—Armie, es hora de levantarse.— le aventó el último trago de agua de la única botella de Evian que había por el rumbo.

—¡Maldita sea, Kylo!— despertó asustado, lo que hizo que las chicas se levantaran corriendo también, levantando apuradas su ropa y metiéndose al baño. —¿Se puede saber qué haces tan temprano aquí?— el pelirrojo lo recriminó poniéndose el bóxer de espaldas a Kylo. —La gente normal duerme en la mañana.

—Es casi medio día y Snoke nos espera en la oficina en una hora. Phasma y Finn deben estar en camino para allá y como tú no respondías en el grupo, me imaginé que tu "pequeña" reunión había terminado en borrachera... otra vez.

Mientras tanto, Hux revisaba el celular y veía la cantidad enorme de mensajes que tenía sin leer, entre ellos, varios memes en el grupo de WhatsApp donde sus compañeros se burlaban de la resaca que seguro tendría.

—Vale, me apuro... no hay que hacer esperar al viejo.— abrió la puerta del baño y la chicas, ya medio vestidas gritaron sorprendidas. —Lo siento chicas, hora de irse, todo estuvo maravilloso.— se despidió de ellas con besos en la mejilla y abrazos casuales.

—Llámanos, Armie.— dijeron las rubias al unísono.

—Sí, sí... claro, nenas— y cerró la puerta del baño tras él.

Kylo no observó la escena ya que bajó a la cocina. La gente que dormía en los sillones ya se había despertado y estaba levantando sus cosas, él no les hizo el menor caso y se dedicó a buscar algo en la alacena.

—¿Me darías un autógrafo?— oyó decir a sus espaldas y volteó con cara seria. Una chica rubia decolorada, con un disco en una mano y una pluma en la otra lo miraba con emoción.

—¿Como te llamas?— preguntó su ídolo.

—Ari, como Arizona.— contestó tímidamente.

Kylo tomó ambos y escribió su nombre rápidamente, junto con una dedicatoria , como había hecho millones de veces antes.

—Aquí tienes, Ari, como Arizona.— le entregó su trofeo. —Por cierto, ¿Qué edad tienes?

—Diecisi... digo, ¡veinte! ¡Tengo veinte!.— y salió corriendo hacia la puerta.

Kylo agitó la cabeza de modo reprobatorio, pero continuó con su búsqueda. Hux mantenía su despensa bien surtida, bueno, mejor dicho la señora Henderson, su ama de llaves, por lo que rápidamente metió a la licuadora un pedazo de jengibre, dos tomates, una zanahoria y una rama de apio, para luego hacer que todo se moliera. Sin apagar la máquina, le agregó un chorro bastante generoso de vodka y paró la marcha. Lo sirvió en un vaso grande de cristal, justo cuando Armie bajaba de las escalera, vestido con unos jeans, camisa y saco, pero con el cabello aún bastante mojado.

—Tómate esto.— Kylo se lo dio y sin pensarlo, el pelirrojo lo bebió de un solo trago, haciendo un rugido al terminar y una mueca de asco.

—Esto o me revive o termina de matarme.

—Más te vale que te reviva, en donde encontraríamos a otro guitarrista a estas alturas.— le dio un golpe amistoso en el estómago y salieron del apartamento.


Entraron Kylo y Armie al despacho de Snoke, unos minutos antes de la una. Phasma se encontraba en el sillón del fondo, escribiendo en una pequeña libreta negra. Finn estaba en el sofá contrario, entretenido con su celular, seguramente con algún juego de guerra que estuviera de moda.

—¡Armie Hux!— gritó Phasma apenas lo vio cruzar la puerta. —¡No tienes remedio!— arrancó la hoja de su libreta y se la aventó echa una bolita.

—Por favor, no grites, Phasma. La cabeza aún me duele.— caminó hacia ella y se recostó en el sofá, poniendo su cabeza en las piernas de la chica.

—Cielos, viejo, anoche cuando me fui estabas muy borracho.— dijo Finn apagando y guardando su teléfono. —Ren, ¿acaso no le preparaste tu famosa pócima levantamuertos?

—Cada día funciona menos con él. ¿Snoke aun no llega?— Kylo se asomó al gran ventanal y vio para abajo. Las personas parecían pequeñas hormigas caminando en orden por las calles.

Como si lo hubiera invocado, el viejo Erasmus Snoke, manager, productor y apoderado legal de la banda, entró por la puerta.

—¡Mis queridos niños!— El anciano vestía un costoso traje Dormeuil, pero no lograba disimular su figura enclenque y marchita. Su rostro estaba marcado por una enorme cicatriz que había decidido no tratar con un cirujano plástico, ya que le recordaba una época de debilidad que no estaba dispuesto a repetir. —Veo que llegaron todos a tiempo, incluso tú, Armie.— avanzó con su bastón hasta el gran escritorio de madera y se sentó.
—Seré breve. Ya saben que odio perder el tiempo. Hace cuatro años, en este mismo lugar, les prometí llevarlos a la cima y estarán de acuerdo conmigo de que excedí sus expectativas.

Todos asintieron y se miraron unos a otros, con un sonrisa en el rostro, menos Kylo, que siempre estaba serio, sin importar la situación o el lugar.

—Es hora de dar el siguiente paso. Es momento que ustedes retribuyan todo lo que yo he hecho por la banda.— en ese momento, entró su asistente Carise con unas carpetas en las manos y comenzó a repartirles una a cada uno, después salió nuevamente. —Frente a ustedes tienen un nuevo contrato de management, con una duración de tres años, pudiendo hacer hasta tres extensiones de tiempo, en caso de requerirlo. Todo en el contrato es igual a los anteriores que han firmado, con excepción del la clausula 5, sección 2, que nos habla un poco de mi papel en empresas constituidas a su nombre en la vigencia del mismo. Puro rollo legal, si gustan pueden leerlo pero no creo que sea necesario. Más adelante pueden consultar sus dudas con Enric Pryde, si las tienen.

—¿Empresas constituidas a nuestro nombre?— Preguntó Kylo con duda.

—Qué bueno que preguntas, Kylo. En los próximos días lanzaremos, para todo el mundo, el servidor más poderoso para música digital que jamás se haya visto. Y ustedes, queridos niños, figurarán como los accionistas de esta nueva empresa. Nuestro servicio digital le prestará servicios a todas las plataformas. Si alguien quiere estuchar música o ver un video musical, tendrá que pasar a través de nosotros. Y pagar por nuestro servicio— Snoke se relamía los labios, en completa excitación.

—¿Y eso es legal?— Armie cuestionó repasando las hojas del contrato pero sin leer nada en realidad. Snoke hizo una mueca por un segundo, pero regresó a su misma expresión victoriosa.

—Los vacíos legales se los dejamos a los abogados. Para eso cobran esas cantidades exorbitantes de dinero.

Armie y Phasma firmaron de inmediato, Finn miró a Kylo y éste pudo leer la duda en sus ojos, pero siguió repasando las hojas. Todos estaban al tanto que ellos nos habían firmado aún. Se hizo un silencio bastante incómodo, la rubia usaba como baqueta la pluma con la que había firmado y la carpeta cerrada sobre sus piernas como tambor, a un ritmo impaciente y nervioso.

—Hay cosas que no me quedan muy claras, Sr. Erasmus.— Finn habló con nerviosismo. Lo cierto es que nunca se sentía cómodo en su presencia. —Quisiera que me diera un día para poder consultarlo con un abogado.

—Claro, hombre, es más, si quieres le hablamos de una vez a Pryde...— Snoke tomó su teléfono móvil para marcar. —el muy granuja debe estar en el Royal Club gastando dinero, que es lo segundo mejor que sabe hacer.

—No... me refiero a que... no es necesario. Consultaré mi abogado personal... un amigo, en realidad.— Finn lo interrumpió al momento que se ponía de pie. La tensión en la habitación había crecido exponencialmente y, de un momento a otro, la ira de Erasmus Snoke se podía sentir a kilómetros.

—No entiendo la desconfianza, Finn.— El reproche en el tono del viejo no pasó desapercibido. —He hecho algo para que me trates así? Sólo he procurado por tu bienestar, el tuyo y el de tus compañeros. He hecho todo por ti desde que te saqué del basurero de donde vienes... ¡Yo te hice lo que eres hoy!

—No, no... no es lo que piensa pero... un momento ¿De qué habla? No me sacó de ningún basurero. Soy graduado con honores del Corellian Institute of Music.— Finn de sintió ofendido. Siempre habían menospreciado sus orígenes, pero esto era demasiado. —¿Sabe qué, Snoke? No, no confío en esto. Algo dentro de mi me dice que no lo haga y que salga corriendo de aquí. Tú también lo sientes ¿no es así, Kylo?

El pelinegro, que observaba la escena de pie no dijo nada, pero no pasó mucho tiempo para que se dirigiera al escritorio de Snoke y tomara una pluma, y firmara el contrato con determinación.

—Mi lealtad y confianza está con Erasmus Snoke.— su profunda voz resonó en el cuarto. —Tal ves deberías plantearte donde están las tuyas, Fergus.— dijo refiriéndose a él con su nombre de pila, en que nunca usaba desde que estaba en la banda y había pasado a ser Finn.

Tratándose del líder de la banda y el más allegado a Snoke, su respuesta era contundente. Finn supo que el final había llegado. Tomó la carpeta, la aventó al sofá donde había estado anteriormente y caminó hacia la puerta.

—Bien... lo cierto es que ya llevo bastante pensando que no concuerdo con muchas cosas que suceden aquí y ya no estoy dispuesto a hacer a un lado lo que siento por tenerlo contento a usted y viviendo a costa del éxito de la Primera Orden.

—Finn— Phasma murmuró con un nudo en la garganta.

—Piensa bien lo que vas a hacer, Finn Morris.— el anciano se puso de pie, enfadado. —si cruzas esa puerta ya no volverás a entrar... ¡nunca!... y tu carrera habrá llegado a su final.

El moreno vio fijamente a la rubia y le dedicó una tierna sonrisa. Después salió sin mirar atrás.

La época en que la Primera Orden era un cuarteto, había terminado.