La Gran Batalla.

Parte dos.

—Senku… ¿no quieres que yo llevé eso? —Mientras se dirigían a la torre de la sacerdotisa acompañados de sus sobrinos, Kohaku miró con ojos entrecerrados a su esposo, que estaba cargado un gato de peluche gigante.

—Nah, ya estás cargando a la leonita. Yo puedo con esto —insistió él, aunque visiblemente ya estaba cansándose.

—¿Leonita? —Haishi miró confundido a sus tíos.

—Así le dice. —Umi sonrió con condescendiente.

—No lo entenderías —murmuró Kohaku por lo bajo, abrazando más a su pequeña Shizuku mientras avanzaban.

Una vez llegaron a su destino, encontraron a Tsukiku viendo con ojo crítico un vestido azul claro con estampado floreado y escote en V. Sus amigos Misaki y Yok estaban a su lado.

—Oh, ese es el regalo de mi mamá —dijo Kinji alegremente.

—La tía Yuzuriha siempre hace vestidos geniales, aunque este se siente demasiado formal para la ocasión… —murmuró Tsukiku un tanto reticente.

—¡Entonces puedes usar mi regalo! —Kinji sacó prácticamente de la nada una bolsa de apariencia elegante y un moño—. ¡También te hice un vestido!

—¿Quieres decir que aparte de los hacks de resistencia de tu padre también heredaste las habilidades sobrehumanas de tu madre en artesanías? —Senku observó un poco perturbado al hijo de sus mejores amigos.

—¡No soy tan bueno como ella, pero me esfuerzo!

Tsukiku aceptó la bolsa con un gracias, pero sus ojos ya se habían fijado en el enorme muñeco de peluche que traía su padre y que apenas había podido pasar por la puerta.

—¿Qué demonios es eso, viejo?

—Tu regalo. —Sonrió despreocupadamente.

—¿Qué crees que tengo? ¿Seis años?

—Oh, ¿entonces no lo quieres? —Se volteó para irse.

—¡Y-yo no dije eso! —Ella rápidamente le arrebató el peluche, con las mejillas rojas y una mueca de desprecio—. ¡Pero que sea la última vez que me regalas estas cosas infantiles!

—Eso me dices todos los años desde que tienes seis. —Rió burlonamente.

—Ja, claro que no. No tienes ninguna prueba en mi contra. —Comenzó a retirarse del lugar—. Iré a cambiarme y a dejar esto en un lugar seguro hasta que termine todo este circo. Ven conmigo, Misaki.

Las dos mejores amigas se retiraron y a los pocos segundos llegaron Chrome y Ruri con su hija de doce años, que era idéntica a su madre pero castaña.

—¡Hey, hola! —Ruchiru de inmediato fue con su familia—. Papá, ¿es cierto que tú serás el árbitro de esta Gran Batalla? —le preguntó a Chrome.

—Ah, sí, es un fastidio. —Chrome cruzó los brazos, torciendo el labio hacia un costado—. Jasper me dijo que esa era la regla, quien haya quedado en segundo lugar en el torneo anterior debe ser el árbitro.

—A mí no me molestaría ser el árbitro…

—Tú cállate, Senku, solo harías que todos perdieran. —Kohaku lo miró mal.

—¿Ustedes piensan participar? —Ruri miró amorosamente a todos los jóvenes presentes.

—Yo lo haré. —Umi sonrió alegremente.

—Y yo —dijo Yok, a lo que Senku le envió una mirada asesina y Kohaku una pícara.

—Yo igual… solo para que no gane un idiota —agregó Haishi.

—Ah, ¿y es mejor que ganes tú? —Senku lo miró con acidez.

Si no fuera el mocoso de Tsukasa, ya estaría usando su pistola de electrochoques.

—Yo… espero quedar último con Umi y dejarla ganar. —Tosió incómodamente mientras que la hija de Ukyo rodaba sus ojos tan verdes como los de su padre.

—¿Y si no fuera así? —preguntó Yok, girando una lanza en sus dedos.

—¿Y a ti exactamente en qué te afecta, Mijow? —Haishi le frunció el ceño profundamente.

—Tsk. Solo era una pregunta, Shishio. Cálmate. —Ajustó su cubrebocas y se retiró de allí.

Después de unos minutos, todos empezaron a juntarse para presenciar la nueva Gran Batalla, que ahora contaba con un área circular hecha de madera y con gradas alrededor para que la gente tome asiento.

Los participantes empezaron a acercarse para ver en qué orden competirían.

Tsukiku volvió sola al lugar, sin su amiga Misaki y sin el peluche, con un vestido azul oscuro con falda de tul y escote redondo. Ese seguramente fuera el regalo que le hizo Kinji.

No dijo nada, simplemente miró muy seria a los participantes y luego fue a la cima de la torre de la sacerdotisa, sentándose en un cómodo sillón para mirar todo desde lo alto en compañía de su abuelo y su tía.

Senku y Kohaku decidieron quedarse en las gradas junto a su hija menor Shizuku, por insistencia de Senku que quería ver todo de cerca.

—¿No estás planeando nada extraño, verdad? —Kohaku lo miró con ojos entrecerrados.

—Ja, no… —Apartó la mirada, sacando su celular tranquilamente.

Por supuesto, Kohaku no se creía ni un milímetro su tranquilidad, pero como estaba al lado de él se aseguraría de que no hiciera nada extremista.

Kinji y Ruchiru se sentaron junto a ellos, viendo como a lo lejos Haishi, Umi y Yok esperaban a que se decidiera el orden de las batallas. Taiju y Yuzuriha se les unieron al poco tiempo, junto a sus hijos menores.

—¿Y quién es ese? —preguntó de pronto Ruchiru, señalando como en medio de los competidores había un participante que parecía usar el uniforme típico de kendo sin las protecciones extra pero con el casco, y hasta una máscara debajo de este, impidiéndoles ver su rostro.

—¿No deberías saberlo tú? Chrome es el que se encarga de todos los participantes —señaló Senku.

—No me dijo nada de un participante con uniforme de kendo…

—Lo llaman "participante anónimo" —dijo Ukyo de pronto, llegando a sentarse detrás de ellos junto a Tsukasa y Minami—. Escuché a Chrome quejarse de que no quisiera decirle su nombre. —Rió.

—¿Por qué no quiere decir su nombre? No tiene sentido…

—Apuesto que es otro mocoso pervertido…

—¡Senku!

Mientras sus padres discutían, Shizuku reía alegremente sentada en el regazo de su madre. Tsukiku, por otro lado, seguía sentada en su sitio, mirando con el rostro en blanco el comienzo de la competencia.

Los contrincantes ya habían sido decididos. Eran dieciséis jóvenes, incluida Umi que era la única mujer allí.

—Oh, ¡el hijo de Yo-kun también está participando! —exclamó alegremente Taiju al ver una cara familiar.

—Ah, qué extraño. —Kohaku pestañeó, mientras que Senku fue rodeado una vez más por un aura asesina—. Creí que se mudó junto a su madre hace años.

—Volvió hace poco para trabajar en la policía junto a su padre —informó Minami (la más enterada de todos los chismes) alegremente.

Gen y Ryusui estaban observando todo desde las gradas más lejanas a Senku, aún temiendo su sed de venganza.

—Es una pena que no podamos ver de cerca como se pone a rabiar durante todo el torneo~ —comentó Gen con fingido pesar.

—¡JA, JA! ¡Solo con ver su cara a lo lejos me basta! ¡Sin duda nos reiremos de este día por años! —Ryusui chasqueó los dedos alegremente.

Todos volvieron su atención a la arena al ver a Chrome hablar por un micrófono.

—Antes de comenzar, he de decir para todos los aldeanos que las reglas han cambiado ligeramente. ¡Ahora el ganador será decidido en el caso de que el oponente salga de la arena, se rinda o bien cometa infracciones! No se permiten golpes bajos, ni exagerada violencia, ni dejar inconsciente al oponente. Todo esto para evitar demandas. —Tosió incómodamente—. Los participantes deben procurar sacar a su oponente de la arena, y no salir ellos, por supuesto. —Frotó su ligera barba, pensativo—. Se permite un poco de sangre, pero nada de golpes bajos o muy violentos, ya lo dije. Yo decidiré lo que es aceptable o no, así que tampoco se permite ir en contra de la palabra del árbitro—. Cruzó los brazos solemnemente—. ¡Ahora vamos con la primera batalla! ¡El participante anónimo vs. Tabane Sato!

Todos observaron con curiosidad al participante anónimo ponerse frente a un tipo del doble de su tamaño con una sonrisa confiada. Ambos tenían solo lanzas de madera con la punta envuelta en tela, y el tal Sato fue el primero en atacar, corriendo hasta su oponente.

El participante anónimo esperó a que Sato se acercara a pocos centímetros de distancia para moverse fuera del camino a gran velocidad que aprovechó para girar sobre sí mismo y dar una patada alta en la espalda a Sato, enviándolo fuera de la arena instantáneamente.

—¡El ganador es el participante anónimo! —declaró Chrome.

Todos en el público quedaron con la boca abierta, antes de aplaudir y vitorear por la rápida y muy impresionante victoria.

Senku chasqueó la lengua, mientras que Kohaku miró con ojos entrecerrados al participante anónimo, para luego mirar a la torre de la sacerdotisa donde su Tsukiku no se veía nada impresionada por lo que acababa de pasar.

Después de unos segundos, Kohaku se carcajeó al entender todo, ganándose una mirada confundida de su esposo.

—¿Qué pasa?

—Nada. —Sonrió misteriosamente.

La segunda batalla fue entre el hijo de Yo-kun y otro fortachón, que le dio bastante pelea pero al final el joven que estaba recibiendo entrenamiento policial logró ganar.

—¡WUU! ¡Eso es hijo! —Yo-kun, al otro lado de las gradas, celebró por su hijo idéntico en todo excepto en que él era castaño—. ¡Ve por el dinero del premio!

—¡Y también por el beso de una chica linda! —exclamó descaradamente el mocoso que también heredó lo pervertido desagradable de su padre.

Senku sintió un pequeño tic en su ceja.

Había estado dudando de a quiénes sabotear primero, pero ya tenía a su víctima perfecta.

La tercera batalla fue de dos jóvenes desconocidos, despetrificados, que dieron un espectáculo bastante lamentable.

La cuarta batalla fue de Mijow Yok (amigo de Tsukiku) contra uno de los estudiantes estrellas del dojo de Kohaku.

—Honestamente no sé quién ganará —murmuró Kohaku—. Aunque sí sé quién quiero que gane…

—Yo espero que los descalifiquen a ambos. —Senku seguía de mal humor.

Para quitarle un poco el mal humor, Kohaku dejó que Shizuku fuera a sentarse a su regazo, cosa que funcionó inmediatamente en sacarle una sonrisa.

Fue un duro enfrentamiento, el mejor hasta el momento, pero Yok, aunque no era un fortachón de ninguna manera, era muy bueno manejando una espada, y supo manejar la lanza y desarmar a su oponente para luego lanzarlo fuera de la arena, acabando jadeando por el cansancio.

Tsukiku dejó su gesto indiferente por un momento, aplaudiendole a su amigo, aunque se detuvo cuando su abuelo le recordó que debía ser imparcial.

La quinta batalla fue de dos estudiantes de Tsukasa, que también dieron una buena batalla pero el más fuerte de ellos terminó cometiendo una infracción al dejar inconsciente a su oponente, por lo que fue descalificado y el otro pasaría a la siguiente ronda.

—Me aseguraré de reprenderlo cuando vuelva a entrenar este fin de semana. —Tsukasa negó con la cabeza.

—La disciplina es muy importante, aunque estoy segura de que haces un gran trabajo con la gran mayoría de tus estudiantes. —Kohaku le sonrió comprensivamente.

—Gracias. —Tsukasa sonrió con tranquilidad.

La sexta batalla fue de Umi contra un chico que no dejaba de mirarla como si fuera la primera mujer que se le cruzaba en su vida.

Umi, que normalmente usaba vestidos, ahora traía una yukata y pantalones de chándal debajo.

—¡Tú puedes, Umi! —Ukyo apoyó a su hija con entusiasmo, elevando una mano para saludarla.

Ella agitó una mano hacia él, antes de mirar a su oponente que parecía a punto de desmayarse.

—Q-que bonita eres… —murmuró, completamente idiotizado.

Umi sonrió dulcemente, alzando su lanza.

—¡Gracias! —dijo con sinceridad, antes de estrellar su lanza en el estómago del chico, lanzándolo fuera de la arena.

—¡La ganadora es Saionji Umi!

Umi salió de la arena tarareando por lo bajo, chocando los cinco con Haishi cuando pasó por su lado.

La séptima batalla fue finalmente el turno de Shishio Haishi, el único hijo del temible Shishio Tsukasa.

Realmente no hacía falta decir que Haishi aplastó a su oponente, lo sacó de la arena en menos de un parpadeo.

Tsukasa sonrió orgulloso, mientras que Minami celebró escandalosamente por su victoria, haciendo que Haishi luciera levemente avergonzado por su excesivo afecto.

La octava batalla, la última de la primera ronda, fue bastante buena. Eran dos tipos de buen nivel, aunque a ojos de Senku todos menos Umi eran posibles pervertidos.

Comenzó la primera batalla de la segunda ronda.

El hijo de Yo-kun vs. El participante anónimo.

El joven aspirante a policía sonrió con confianza, balanceando la lanza de un lado a otro. El participante anónimo solo se mantuvo en posición de combate, en completo silencio.

Cuando Chrome les dio la orden de iniciar, ambos corrieron a la vez para intentar ser el que logre dar el primer golpe.

Senku no confiaba ni un milímetro en ese participante anónimo, pero lo hacía mucho menos en el mocoso del policía baboso, así que lanzó su primer truco en contra de aquel engendro.

Resulta que ya hace años había dominado la nanotecnología, tanto la del arma petrificadora como otros tipos, y podía manejar robots tan pequeños que ni siquiera la vista absurdamente buena de su esposa (y sus hijas) podían detectar.

Ahora mismo sus nanobots estaban rodeando la arena de combate, esperando órdenes que ya había configurado para dar a través de su celular.

El participante anónimo estaba claramente dominando el combate, pero aún así Senku decidió intervenir.

Aunque estuviera en movimiento, Senku ya había configurado todo para que sus nanobots supieran qué y cómo hacer algo realmente muy sencillo. Mandando electricidad a ciertos músculos, podía producirse una sensación de calambre, a lo que el científico aprovechó sin dudarlo y mandó a sus nanobots a jugar con descargas eléctricas en la pierna del mocoso pervertido.

El engendro reaccionó de inmediato, poniéndose prácticamente a bailar sobre un pie, torciendo la cabeza de un lado a otro.

El participante anónimo ladeó la cabeza con confusión, pero acabó dándole un buen golpe con la lanza que lo lanzó lejos de la arena.

Senku rió maliciosamente, enviando más descargas por unos segundos hasta que decidió dejar libre al chiquillo.

El segundo combate de la segunda ronda fue de Mijow Yok contra uno de los combatientes lamentables. Yok no tuvo problema en desarmarlo y empujarlo fuera de la arena.

El tercer combate fue de Umi contra el estudiante de Tsukasa, a lo que Ukyo se mostró preocupado.

—Esperó que no vayan a lastimarla… Confío en sus habilidades, pero… —Sus ojos irradiaban gran preocupación.

Umi, que también contaba con una increíble audición, escuchó las palabras preocupadas de su padre. Normalmente se habría rendido, puesto que ganar no era importante para ella y no quería preocupar a su amado papá, pero se dio cuenta de que su oponente seguía herido de su batalla anterior y decidió que intentaría ganar solo por curiosidad.

Comenzó la batalla y Umi de inmediato tuvo problemas. Apenas alcanzó a bloquear el golpe de la lanza y aunque lo hizo el impacto la obligó a retroceder casi hasta salirse de la arena. Y aún cuando logró ganar distancia luego de eso y bloquear mejor los golpes, seguía sin poder contraatacar.

Senku estaba pensando en intervenir con sus nanobots, pero entonces al estudiante de Tsukasa le dio un dolor de cabeza por la batalla anterior y Umi aprovechó esa oportunidad para golpearlo, haciéndolo tambalearse un poco.

Senku, silbando disimuladamente, mandó con los nanobots choques eléctricos controlados para hacer que el tipo flexionara tanto las rodillas que acabó cayéndose con la cabeza fuera de la arena.

—¡La ganadora es Saionji Umi! —declaró Chrome triunfante, a lo que Umi corrió a chocar palmas con Haishi.

—¡Bien hecho! —Ukyo salió de las gradas para ir a abrazarla, mientras todos los demás vitoreaban.

El cuarto combate de la segunda ronda fue de Haishi contra un chico que, aunque era bueno, realmente nunca podría estar al nivel del hijo de Tsukasa, que toda su vida había sido entrenado por el mejor.

Las semifinales serían del participante anónimo vs. Mijow Yok, y Haishi vs. Umi.

—Es interesante… Realmente no sé quién podría ganar ahora —murmuró Tsukasa con gesto pensativo.

—¿De qué hablas, querido? ¡Claro que ganará nuestro Haishi! —Minami ya estaba casi lista para declarar la victoria de su retoño.

—Haishi es tan fuerte como yo a su edad, pero tiene debilidades que lo hacen nublar su juicio. —Sonrió levemente—. Y eso no es nada malo, de hecho. Hmm, puede que esas mismas debilidades lo hagan incluso mejor que yo en cierto sentido.

—¿Qué quieres decir? —Minami se confundió ante sus palabras.

—Pronto lo entenderás. —Sonrió tranquilamente antes de volver la vista a la arena.

Las semifinales comenzaron con la batalla del participante anónimo vs. Yok. E incluso Tsukiku se inclinó en su asiento para ver mejor.

—¡La semifinal comienza aquí y ahora! —exclamó Chrome con exagerado énfasis—. ¡Participante anónimo vs. Mijow Yok!... ¡Comiencen!

Apenas Chrome salió de la arena, todo se quedó en silencio.

Yok estaba un tanto perplejo, observando la postura relajada de su oponente. ¿Por qué no se había siquiera puesto en posición de pelea? ¡¿Acaso no lo tomaba en serio?!

Yok era una persona un poco temperamental, así que, pensando que si ese bastardo no se ponía en posición simplemente acabaría con él, se lanzó rápidamente a atacarlo.

El participante anónimo lo esquivó fácilmente, tomando una distancia considerable en poco tiempo y ahora si poniéndose en pose de pelea, aunque sin hacer ningún intento por atacar primero.

Yok lo analizó con sus ojos verde lima, apartándose el flequillo rebelde de los ojos para fruncirle el ceño profundamente.

Este tipo era rápido. Pero… había algo familiar en él.

Tenía un extraño presentimiento, así que se lanzó a atacar otra vez, moviendo la lanza como si fuera una espada ya que esa era su especialidad, y el tipo también movía la lanza de esa forma, como si fuera una espada, con gran rapidez que enmascaraban lo débiles que eran sus arremetidas ya que sus brazos eran muy flacuchos. Y sus estilos de pelea eran muy similares…

De hecho, reconocería ese estilo de pelea, esa rapidez y esa forma de moverse en cualquier lado.

—Tú eres… —Antes de que pudiera acabar la frase, escucho una risita y de repente una fuerte patada le arrebató la lanza de las manos.

Extrañamente para todos, el participante anónimo arrojó su lanza a un lado y se le acercó. Colocó sus manos a los lados de su rostro casi con suavidad… para luego darle un fuerte cabezazo.

Yok quedó desorientado y mareado, a lo que el participante anónimo no desaprovechó la oportunidad y lo empujó levemente para que cayera sentado fuera de la arena.

—¡El ganador es el participante anónimo! ¡Pasa a la batalla final!

En la torre de la sacerdotisa, Tsukiku hizo una mueca preocupada, mientras su abuelo y su tía intercambiaban miradas. ¿Acaso esa persona sin nombre ganaría la competencia?

Senku entrecerró los ojos hacia el mocoso enmascarado. Tenía mucha suerte de que Shizuku lo haya distraído preguntándole qué estaba haciendo con su celular justo después de que se decidiera a cuál de los dos les mandaría los nanobots, ya que no confiaba ni un milímetro en el mocoso con el cubrebocas, aunque luego decidió que confiaba menos en el enmascarado, pero ya fue tarde.

La siguiente batalla, la que decidiría los dos finalistas, se empezó a llevar a cabo poco después.

—¡Shishio Haishi vs. Saionji Umi! ¡Esta es el segundo combate de la semifinal, quien gane de ustedes enfrentará al participante anónimo! —Chrome miró a los dos jóvenes que consideraba sus sobrinos, sin él mismo estar seguro de qué pasaría al final—. ¡Comiencen!

Se retiró de la arena y de inmediato Haishi y Umi se miraron expectantes.

—Entonces… —Ella se acercó a él con la lanza en alto, solo para fingir que peleaban aunque todos sabían que no lo hacían—. ¿Me vas a dejar ganar como le dijiste al tío Senku? —Pestañeó angelicalmente.

—Ese era el plan… pero el plan principal es no dejar ganar a un imbécil, y no sabemos las intenciones del participante anónimo. —Miraron hacia un costado de las gradas donde el tipo estaba jugueteando con su lanza, haciéndola girar entre sus dedos como si todo fuera un juego para él—. Y derrotó a Mijow. Tú no eres exactamente una peleadora, Umi, así que déjame ganar y te prometo que lo venceré.

Umi hizo una mueca, aún mirando hacia el ganador del combate anterior.

—¿Y si digo que no quiero dejarte ganar?

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Tal vez quiero que el participante anónimo gane. —Sonrió inocentemente.

—Eso no tiene sentido… ¿Dices que dejarías ganar a un desconocido y no a mí? —Frunció el ceño.

—No es eso. —Rió—. Pero tranquilo, solo bromeaba. —Negó con la cabeza, arrojando su lanza a un lado—. Te dejaré ganar. —Sonrió dulcemente.

—Gracias. —Haishi sonrió aliviado.

Umi rió divertida y se lanzó a abrazarlo, haciéndolo retroceder un par de pasos debido a la sorpresa. Antes de que pudiera corresponder a su abrazo, ella se alejó y entonces… le barrió los pies y lo hizo caer al suelo, empujándolo cuando ya estaba cayendo para que el impulso extra lo hiciera acabar fuera de la arena de batalla.

Todo el mundo se quedó con la boca abierta, algunos hasta gritaron de la impresión, en especial Minami dejó salir un graznido indignado que se escuchó a diez kilómetros a la redonda.

—¡Eso fue trampa! —gritó indignada la reportera.

—No fue trampa. —Tsukasa la hizo volver a sentarse—. Fue la debilidad de la que te hablé. —Rió brevemente.

—Oh… ya entiendo. —Minami solo pudo lloriquear.

Umi rió divertida y un poco culpable mientras Haishi se levantaba del suelo. Y hasta tuvo el descaro de levantar la mano para chocar los cinco otra vez.

Él la miró molesto, pero… acabó suspirando y chocando los cinco con ella de todas formas.

—Esperó que tengas otra estrategia sucia para vencer al participante anónimo —dijo como único reclamo.

—Lo siento. —Ella solo siguió riendo.

Haishi miró tristemente a la torre de la sacerdotisa donde Tsukiku los miraba confundida.

Al verla viéndolo, rápidamente apartó la mirada y suspiró.

—Al menos lo intente… —susurró, antes de ir a las gradas con Ruchiru y Kinji.

Los finalistas se plantaron frente a frente en la última batalla del evento, la gran final que decidiría al ganador.

—¡Esta es la batalla final! —exclamó Chrome ahora nerviosamente, ya que Umi parecía tener todas las de perder—. ¡Participante anónimo vs. Saionji Umi! ¡El ganador se llevará el premio de cinco millones de dragos y un beso de Ishigami Tsukiku! ¡Comiencen!

Chrome salió de la arena y Umi miró curiosamente a su oponente.

—Sé quién eres —le susurró—. Reconozco el sonido de tus pasos, cada persona tiene una forma de caminar muy característica. —Sonrió divertida—. Ya sé que me ganarías usando lanzas, pero me da curiosidad saber si tengo oportunidad sin ellas. ¿Me concederías ese favor?

El participante anónimo ladeó la cabeza, antes de soltar una risita y arrojar su lanza a un lado.

Umi arrojó su lanza también y se puso en posición de combate muy particular, sin cerrar los puños.

El participante anónimo imitó su pose, también con las palmas abiertas.

El oponente misterioso fue el primero en atacar, intentando golpear a Umi con las palmas de su mano. Ella lo esquivó con dificultad, pero luego empezó a bloquearlo con relativa facilidad.

El participante anónimo logró asestar un golpe en el estómago de Umi, quitándole el aliento y haciendo que Ukyo y varios otros brincaran en sus sitios.

Umi se recuperó rápidamente y avanzó contra su oponente, que la esquivaba con facilidad hasta que Umi repentinamente aumentó la velocidad de sus golpes y logró asestar un golpe con el costado de su palma en las costillas de su oponente, un golpe que extrañamente bastó para mandarlo al suelo.

Senku, que ya estaba por mandar los nanobots, se detuvo, observando la batalla con curiosidad.

¿Acaso Umi podría ganar?

Antes de que Umi pudiera aprovecharse de la caída de su oponente, este dio una voltereta para tomar distancia y ponerse en pie. Y entonces corrió hacia Umi a una velocidad tan alta que ni siquiera lo vio venir cuando ya le había barrido una pierna para hacerla perder el equilibrio y taclearla para que cayera fuera de la arena.

Sin embargo, Umi alcanzó a tomar la ropa de su oponente y mantuvo un pie dentro de la arena y el otro en el aire.

Senku decidió que era ahora o nunca y mandó los nanobots a atacar al participante anónimo.

Pero… no pasó nada.

Los nanobots no afectaron para nada al participante anónimo.

—¿Pero qué mier…?... —La mano de Kohaku rápidamente cubrió su boca.

—No digas eso delante de la niña, Senku. —Miró a Shizuku que seguía en su regazo.

Senku murmuró una disculpa sin despegar sus ojos de la arena, viendo como el participante anónimo terminó de dar el último empujón para sacar a Umi de la arena.

Finalmente, Umi cayó.

Perdió.

Todos se quedaron con las mandíbulas por el suelo al ver al ganador, y a Chrome le tomó un momento recuperarse de su sorpresa antes de anunciar el resultado de la batalla.

—¡El ganador de la batalla final… de los cinco millones de dragos y un beso de Ishigami Tsukiku… es el participante anónimo!

Tsukiku se puso en pie para ir a dar el premio de inmediato, como si nada la sorprendiera.

Senku tomó en brazos a Shizuku y la colocó en brazos de su madre, para luego dirigirse hacia el ganador, ya sacando la pistola de electrochoque y a toda potencia.

—Oh, no… —Ryusui, que ya estaba preparando el maletín con el dinero, hizo señas a Gen para que viera a Senku—. ¡Va a matar a ese pobre tipo y luego a nosotros!

—¡Tienes razón, mejor nos largamos de aquí!

¡Ninguno había esperado que las cosas terminarían tan mal!

Umi se levantó del suelo con ayuda de Haishi, solo para señalar con pánico a Senku.

Kohaku se dio cuenta de que quería hacer su esposo y se jadeó espantada, dándole a su hija a Minami para correr tras él. Pero ya fue tarde.

Senku disparó contra el participante anónimo una vez estuvo lo suficientemente cerca, ignorando todos los gritos de que no lo hiciera.

La potencia no era letal, pero si era casi tan fuerte como la vez en la que electrocutó a Hyoga.

¡Y ese pervertido roba hijas se lo merecía!

La descarga eléctrica se dirigió hacia el participante anónimo y entonces… este alzó los brazos y toda la electricidad fue absorbida por unas muñequeras especiales.

—Ja, ¿por qué no me sorprende para nada que hicieras esa ridiculez, viejo? —Finalmente, por primera vez, el participante anónimo habló.

Y su voz era femenina.

De hecho, era la voz de…

—¡¿TSUKIKU?! —Todos se fueron de espaldas.

Carcajeándose, ella se quitó el casco, dejando caer su larga coleta color blanco-verdoso, para luego quitarse la máscara, revelando su sonrisa ladina llena de diversión y burla.

—Arruinaste la sorpresa, papá. Tú y tu pistola de electrochoques diez billones por ciento exagerada. —Bufó, arrojando el casco y la máscara a un lado sin contemplaciones—. Quería que Misaki fuera la primera en quitarse el disfraz.

—¿Misaki?

—Yo. —Todos miraron a la que todo este tiempo pensaron que era Tsukiku, y que seguía pareciendo Tsukiku, como si fuera un clon. Pero la voz más suave delataba que en realidad se trataba de Misaki—. Todo fue idea de Tsukiku, lo siento. —Rió nerviosamente.

—Es un disfraz holográfico. —Sacó su celular y presionó algunas teclas, a lo que Misaki volvió a su apariencia, con su cabello pelirrojo y los ojos castaños—. Así como sabía que usarías tu nanotecnología, yo use mis propios trucos.

—Ah… ahora todo tiene sentido. Diez billones de puntos para ti, mini-leona. —Rió encantado—. Claro que mis nanobots no fallarían, a menos que tú ya hayas usado tus garritas de leoncita para afectar su programación a tu conveniencia.

—Ja, por supuesto. —Se cruzó de brazos con una sonrisa arrogante—. Y también me esperaba tu ridícula pistola de electrochoques, pero debo admitir que pensé que estallarías luego de que Misaki se me acercara, no antes. Eres aún más paranoico de lo que esperaba. —Hurgó en su oído con desinterés.

Senku bufó, antes de voltear acusadoramente hacia Kohaku.

—¿Lo sabías, o no?

—Ja, por supuesto. —Sonrió ladinamente—. Soy su madre. Me di cuenta apenas la vi.

Haishi y los demás participantes solo miraban todo con la boca abierta.

—Bueno, como sea. ¡¿Y los billetes?! ¡Yo gané la competencia y exijo mi premio!

Ryusui y Gen, quienes afortunadamente no habían alcanzado a huir, aún la miraban boquiabiertos.

—¿Es válido que ella misma gane la competencia por ella?...

—¿Aún después del soborno porque la aceptara?...

—Bueno, claramente no hay una regla que impida que la sacerdotisa o hija del jefe compita por ganarse a ella misma. ¡Es ridículo de solo pensarlo! —Chrome tampoco se había recuperado del shock.

—¡Eso significa que deben de pagarme! ¡Vamos, el maletín! —Apenas Ryusui se acercó más, Tsukiku le arrebató el maletín de las manos y comenzó a reírse como una desquiciada—. ¡Muy bien, esto se acabó, ya no hay nada que ver aquí! Oh, esperen. —Besó su propia mano—. ¡Ahora sí, asunto resuelto! ¡Me largó!

Abrazando el maletín felizmente contra su pecho, Tsukiku se marchó de allí felizmente como si nada hubiera pasado.

—¡Felicidades por ganar, Onee-chan! —Shizuku fue la única que sonrió en ese momento.

La gran batalla de la nueva generación científica de la Aldea fue toda una… sorpresa.

Sin duda ya habían tenido suficiente con las "Grandes Batallas" después de la ridícula victoria de Ishigami Senku y la aún más ridícula victoria de Ishigami Tsukiku. Tal padre tal hija, ambos completos dementes centrados solo en sus intereses.

Esa definitivamente fue la última Gran Batalla, gracias al cielo.

Fin.

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa :D

Ya sé que esto está rarísimo, pero rarísimo horrible x'D

Aún así me divirtió escribirlo y pos ojalá que al menos los haya entretenido un poquito :'3

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!