Descargo: Los personajes le pertenecen a Hajime Isayama, solo han sido tomados para esta historia.
Capitulo Dos:
Tan Solo te Encontré
«Hay personas que no tienen ni idea de cuánto nos desordenan los pensamientos con solo aparecer».
Anónimo.
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De verdad esperaba ver nuevamente a aquella persona. Habían pasado cuatro días desde aquel suceso, aquel primer encuentro, y ahí se encontraba una vez más en espera, a la misma hora y en el mismo lugar, tan solo con la esperanza de volver a verle y volver a rectificar que era «él» en realidad, y no solo un producto de su imaginación como tantas veces atrás.
Si tan solo ese día hubiera volteado antes o hubiese podido regresar, quizá las cosas podrían haber sido diferentes, pero la luz del semáforo cambió y lo único que él pudo hacer fue observar como este se iba mientras sus ojos lo seguían hasta perderlo de vista, desvaneciéndose como un sueño; no obstante, ahora que lo había encontrado, no pensaba dejarle ir, por lo que desde ese día se había propuesto volver a hallarle como fuese.
Corroborando nuevamente la hora, vio que el tiempo había transcurrido tal como temía. Sintiéndose derrotado una vez más, y sin esperanza alguna de encontrarlo por ese día al menos, se dispuso a marcharse, pero no sin antes prometerse que, a pesar de aquello, no desistiría en su empeño de volver a encontrarlo.
Había pasado una semana ya desde su encuentro, se recordó, ¡una semana!; días en los que se había sentido más frustrado y enojado de lo normal, como si la vida le estuviera jugando una mala broma, empeñada en hacerle creer que tal vez, solo tal vez, sí lo había imaginado después de todo.
Levantándose del sillón de su casa, se talló la cara con algo de fuerza y soltó un largo suspiro. ¿Cuántas veces lo había soñado?, se preguntó. ¿Cuánto más la vida le haría repetir ese tormentoso recuerdo?
Aunque él no demostraba sus sentimientos abiertamente, a veces sentía que necesitaba de alguien que lo oyera y le pudiera brindar un cálido abrazo en algunas ocasiones. Ese mocoso había aparecido de la nada volviendo a darle esperanzas, aunque ahora pareciera que la tierra se lo hubiese tragado y todavía no lograra volver a verle, por más que había ido a aquel lugar en su búsqueda.
Necesitando realmente sacar ese sentimiento de su interior, tomó su celular y le mandó un mensaje a la única persona que sabía no lo tacharía de loco por aquello, citándola en una tetería que se encontraba cerca del lugar donde había visto al chico por última vez.
Como siempre, llegó a la hora acordada a su cita, viendo con complacencia que su amiga castaña también ya se encontraba ahí. Se adentraron en el lugar he hicieron el pedido de lo que querían degustar, eligiendo luego un sitio para sentarse y poder platicar con tranquilidad.
Posando sus manos sobre la mesa y entrelazando sus dedos, la chica lo miró fijamente y le preguntó:
—¿Qué sucede, Levi? Es raro que quieras salir un domingo.
Él la miró fijamente y la maldijo por dentro, pues odiaba que aún en esta vida ella lo conociera tan bien para poder leerlo con esa facilidad. Cruzándose de brazos, chasqueó su lengua.
—Lo vi, Hange. Lo vi y era «él».
Notó la sorpresa en los ojos de su amiga, así como también un deje de tristeza. Sabía que había hecho bien en decirle a Hange sobre aquello, pues ella también mantenía los recuerdos de aquella vida pasada y sabía que él llevaba tiempo buscando al chico.
—¿Desde cuándo? ¿Él está bien? ¿Te reconoce? ¿Por qué no lo mencionaste antes?
Sus pedidos llegaron y Levi agradeció internamente por ello, pues una vez Hange empezaba con sus preguntas, no había nadie que pudiera calmarla.
Una vez la señorita se alejó, él tomó un poco de su té y volvió a encarar a su amiga.
—Desde hace una semana, aunque no sé si él me recuerde; tan solo lo vi desde el otro lado de la calle, pero supongo que sí, que se encuentra bien.
Hange se cruzó de brazos y lo miró detenidamente, lo que lo hizo sentir un poco incomodo, pero no protestó porque sabía que ella estaba procesando las cosas. Después de un rato de meditación por su parte, vio como su amiga cortaba un pedacito de la rebanada de pastel que había pedido y se lo comía, mientras él seguía tomando de su té.
—¿Pero estás seguro de que era él, Levi? ¿Lo has vuelto a ver?
Él frunció el ceño y se cruzó de brazos un poco a la defensiva, porque no quería dudar; no quería creer que había sido solo su imaginación jugándole una mala pasada. Algo dentro suyo le decía que sí era Eren, y que al fin lo había encontrado.
—Estoy seguro de que es Eren, y aunque no lo he vuelto a ver, sé que es él. Aun así, a pesar de que he vuelto a ese mismo lugar y he estado a la misma hora, él no ha vuelto a aparecer.
Una fina lágrima rodó por su mejilla al decir aquello, pero la quitó lo más rápido que pudo, pues no quería verse así de vulnerable. Hange, sin embargo, tomó su mano y la apretó ligeramente, regalándole una sonrisa.
—Si el destino quiere unirlos de nuevo, lo hará Levi. Y tal vez en esta vida, sí puedan ser felices.
Asintió a las palabras de su amiga, y una vez terminaron lo que habían pedido, ambos se levantaron y Levi se acercó a pagar.
Al salir de la tetería, Hange le pidió que la acompañara hasta la plaza ya que necesitaba comprar algunas cosas para su despensa, ante lo que él aceptó, puesto que también debía comprar algunos alimentos.
Estando ya en el supermercado, él tomó su canastilla y empezó a recorrer los pasillos junto a su amiga; sin embargo, repentinamente dejó de prestar atención a lo que esta hablaba y las cosas que llevaba cayeron a sus pies, olvidándose de todo cuando echó a correr al ver a un chico que paseaba por el local con una mujer castaña.
Eren.
Esta vez no lo perdería, se prometió; está vez quería protegerlo y haría lo posible porque Eren fuese feliz en esa vida. Por eso, una vez se detuvo en su carrera, respiró profundo y exhaló, soltando de golpe todo el aire acumulado en sus pulmones.
—¡Eren! ¡Mocoso! —gritó con todas sus fuerzas, importándole poco el que las demás personas estuviesen ahí y pudieran oírlo.
Levi contempló como Eren y la mujer volteaban a verlo, y vio como aquellas esmeraldas se abrían de sorpresa al reconocerlo, mientras que la mujer parecía no entender nada en absoluto de lo que pasaba.
Con cautela él se fue acercando, sintiéndose feliz al ver que Eren hacía lo mismo. Una vez estuvieron frente a frente, ambos se detuvieron, sonriéndose mutuamente.
—No sabes cuánto te estuve buscando, mocoso. Esta vez, no te dejaré ir.
Llevó su mano a la mejilla de Eren y con cuidado deslizó su pulgar para quitar la solitaria lágrima que descendía de aquellos ojos esmeraldas. En un inesperado y rápido movimiento el chico lo abrazó, y, a pesar de estar sorprendido, Levi le correspondió.
—Heichou, tenemos tanto de que hablar…
Al separarse, las dos castañas ya estaban junto a ellos; Hange llorando abiertamente, mientras que Carla, algo confundida, esperaba porque su hijo le dijera que era lo que estaba sucediendo.
Ambos intercambiaron números, y tras prometerle que le enviaría un mensaje lo más pronto posible, Eren les sonrió nuevamente.
Antes de marcharse, el chico miró a Hange y le dijo:
—Hange-san, gracias por estar con Levi durante todo este tiempo.
La castaña asintió y lloró aún más, por lo que, acercándose a ella, él le dio pequeñas palmadas en el hombro, esperando que así se calmara.
Tras reanudar su compra y pagar por ella, salieron del local y se despidieron para tomar cada uno la dirección que le correspondía para ir a sus respectivos hogares; no obstante, Levi apenas había avanzado unos cuantos metros cuando detuvo su andar un momento y miró al cielo, sonriendo; sonriendo y dando gracias, a quien fuese, por la nueva oportunidad que tenía para volver a estar junto a Eren.
Eh aquí la segunda parte, si han llegado hasta el final, les agradezco mucho.
Agradezco a Lyliackerman86 por ayudarme con la portada de mi pequeño libro. Eres un amor y gracias por el apoyo que me brindas.3
Tessi-chan, gracias por ayudarme a corregir algunos fragmentos y por las clases que me das. Tus hermosas palabras me ayudaron bastante.
Sin más por el momento nos leemos luego, besos a distancia.
