Encuentro en el Metro
Cuando veas que no puedes soportar
El vacío de la soledad,
Si la fuerza sólo en tu saliva está,
Aprende a actuar.
" Tres tristes tigres"
El Mago de Oz
Cada día, después de encargarse de su aseo personal salía de su habitación; caminaba por los pasillos; bajaba las escaleras y buscaba a sus padres en la sala del té. El matrimonio Malfoy nunca cambiaba la rutina. Todos los días desayunaban en el mismo lugar, cumplían con sus trabajos, charlaban al regresar, cenaban en silencio a menos que hubo algún acontecimiento del cual cotillear. Cualquiera diría que la relación del matrimonio era monótona, aburrida y poco pasional. Pero Scorpius al verlos convivir diariamente podía estar tranquilo ya que la forma en que Draco miraba a Astoria le confirmaba que sus padres se seguían amando a pesar del tiempo y los problemas.
Scorpius era como el típico Malfoy, rubio, de tez blanca, ojos grises, orgulloso y con ese porte aristocrático que los caracterizaba. Pero había algo que lo diferenciaba del resto de sus antepasados y no quería que nadie se enterase de ello.
Scorpius estaba cansado de la rutina. Sus padres parecían felices pero él quería más. Quería aventuras, necesita nuevas experiencias emocionantes. Tenía 27 años y sus viajes solo consistían en acompañar a su padre a ciertas ciudades para algún negocio. El mundo mágico a Scorpius le parecía aburrido, no porque le molestase la magia, sentó que le faltaba avanzar en algunos aspectos.
La familia de Scorpius no sabía que el rubio disfrutaba de la tecnología muggle . Era raro pero interesante descubrir como los muggles superaban la ausencia de magia para crear medios que hacia su día a día más fácil. Al mago le gustaban los medios de comunicación ya que eran más eficientes y rápidos que los de su mundo, la forma de escuchar música, de ver imágenes y aquellos extraños artefactos que llamaban televisión. Pero lo que más amaba usar era lo que llamaban "internet", una gran forma de obtener información, con una sola palabra millas de fuentes de conocimiento aparecían ante sus ojos.
Scorpius salió de la mansión Malfoy y se apareció en el Caldero Chorreante, salió del bar y se dirigió a Londres muggle . Ese día iba a encontrarse con un amigo muggle . Era otro secreto de Scorpius, el peor si evaluaba la historia de su familia con los no magos.
Conoció al no mago hace un par de años, Scorpius se había perdido en Londres muggle , no se encontró la forma de llegar al Caldero Chorreantes. Las calles eran diferentes y confusas. Además, las personas sin magia no entendían sus indicaciones o lo miraban como si estuviese desquiciado. Pero entre la multitud de las personas odiosas Scorpius encontró un joven que a pesar de haberlo mirado de forma extraña lo ayudó a encontrar el camino. El castaño pareció curioso con el hecho de que a Scorpius todo le parecía desconocido y al rubio le llamó la atención la actitud del chico, totalmente diferente a la del resto de los muggles .
Scorpius llegó a una cafetería cerca del centro a esperar a su amigo. Sacó su móvil y navegó por sus redes sociales. Se sorprendía por la cantidad de cosas que inventaban los muggle s, al principio escribir un mensaje simple era una ardua tarea pero ahora le parecía muy sencillo. Si en Hogwarts existió el Internet en la época que tomó estudios muggles todo hubo sido más fácil y menos aburrido, aunque, en la actualidad seguían careciendo de aquella magnifica fuente de información.
Chasqueó la lengua cuando Anthony, su amigo, le envió un WhatsApp notificándole el cambio de lugar. El rubio quiso hacer berrinche, no había algún lugar para magos cerca del nuevo sitio de encuentro para usar la chimenea o en su defecto no conocía la zona para poder aparecerse. Para mala suerte del rubio debe usar el metro y odiaba con todo su corazón ese medio de transporte. Siempre estaba lleno, lo toqueteaban todo, si no era lo suficientemente cuidadoso su preciada tecnología desaparecía "mágicamente", y no se refería al sentido mágico de su origen.
Estuvo tentado a cancelar el encuentro pero Anthony llevaba meses insistiendo en llevarlo al cine para que viviese esa experiencia, al mugglele encantaba estar presente cuando Scorpius descubría algo nuevo de su mundo. Anthony conocía su origen mágico, después de meses de amistad el rubio quiso ser sincero con quien consideraba uno de sus mejores amigos. Además, detestaba que lo mirase con burla cuando no entendía algo referente al mundo sin magia. Cuando le contó su secreto la incredulidad de Anthony fue la esperada. En aquel entonces el rubio no tuvo más opción que sacar su varita y con un sutil y ágil movimiento apareció una silla y la transfiguró en un perro. Después de un poco de drama, algunos gritos, explicaciones y frases ocurrentes, Anthony lo aceptó y pareció entusiasmado con el hecho de tener un amigo capaz de hacer magia.
Scorpius suspiró y se dirigió a la entrada del metro más cercano para ir al sur de Londres. Esperó pacientemente en la estación. Cuando iba a subir una pelirroja lo empujó consiguiendo que Scorpius resbalase y cállese, la pelirroja ni siquiera se disculpó. El rubio reprimió sus ganas de sacar la varita. Con la dignidad un poco magullada, se levantó con la frente en alto, sacudió su costosísima ropa de diseñador, maldijo por lo bajo y entró al metro. Iba de pie, mirando a los alrededores. Había puestos desocupados pero Scorpius quería dar con la descarada pelirroja, su orgullo necesitan una disculpa. Frunció el ceño cuando encontró a la chica leyendo un libro con cara de aburrimiento. Se acercó lentamente y se sentó junto a la chica ya que el asiento estaba desocupado.
—¿No deberías disculparte? —Preguntó el rubio con algo de desprecio en la voz, detestaba que lo ignorasen.
La pelirroja alzó la mirad lentamente, lo rid y pestañeó confundida. Scorpius sintió todas sus barreras caer. La chica frente a él era una belleza: piel lechosa, cabello rojo oscuro y ojos de un color común; marrones. Scorpius quedó cautivado por la hermosa mirada de la chica, él ya había visto ojos de ese color pero ninguno tenía un brillo tan peculiar como aquellos. La mirada de la chica frente a él conseguía que sus entrañas ardiesen y su magia chispease emocionada.
—¿Disculpa? —Preguntó la mujer confundida.
Se vio obligado a aclarar su garganta para ordenar un poco sus ideas por el anterior desconcierto.
—Es solo que me empujaste y ocasionaste que callera antes de entrar al metro —respondió Scorpius sin dejarse intimidar por la belleza de la pelirroja pero con un tono menos cortante y más amable.
La pelirroja rio y Scorpius colocó expresión indignada.
—¿Es enserio? —Preguntó la chica.
Scorpius volvió a fruncir el ceño.
—De donde vengo, si una persona choca con otra y ocasiona su caída una disculpa es ofrecida —comentó el mago como si fuera obvio.
La chica soltó una risa arrogante y miró a Scorpius con burla. El Malfoy se sintió frustrado al ver que no era quien controlaba la situación.
—Pues a mí, mis padres me han enseñado a no mentir. Así que no, no lo siento ofrece la chica con una sonrisa que no tenía que envidiarle a un ángel.
El mago miró sorprendido a la mujer, nunca había visto tanta insolencia junta.
—¡Eres una grosera! —Exclamó Scorpius.
—Y tú un anticuado. Me encantaría seguir charlando contigo pero… ofrecer rodando los ojos y con la frase impregnada en sarcasmo—. Esta es mi parada, Si me disculpas llegaré tarde a mi trabajo oferta la pelirroja señalándose a sí misma mientras le guiñaba un ojo a Scorpius.
El rubio apretó los puños y miró mal a la pelirroja, se percató de que su parada estaba dos estaciones atrás. Por culpa de la chica tenía que esperar otro metro para regresar.
"Espero no volver a ver a esa pelirroja, por más bonita que sea era una descarada. Eso me pasa por querer ser amable con una muggle grosera e insolente como ella" pensó con amargura Scorpius.
