"Qué haces aquí?" Preguntó Sonoko sentándose a su lado. "Deberías estar en el hospital." Dijo preocupada por su amiga.
Ran bloqueó el móvil al momento. "No puedo quedarme ahí y comerme la cabeza de mala manera. Necesito trabajar y despejar mi mente." Explicó suspirando.
Sonoko asintió y bajó la mirada hacía el teléfono de sus manos. "¿Te has cambiado de móvil?"
"No, es de Shinichi." Dijo desbloqueándolo. "Al parecer tenía dos."
Su amiga le miró confusa. "¿Lo has cotilleado?"
"Apenas he visto una imagen." Le dijo abriendo la carpeta que acababa de abrir. "Aparece esta mujer."
Sonoko abrió los ojos sorprendida. "¿La conoces?"
"No la he visto en la vida." Dijo cada vez más confusa.
Salió de la imagen y pulsó el vídeo que había al lado. Sus manos se agarraron con fuerza al teléfono y sus ojos se quedaron clavados a cada imagen que veía, sin perder detalle de las palabras que decían.
El plano empezaba con la espalda desnuda de una mujer e iba subiendo hasta revelar el rostro de la pelirroja que acababa de ver en la imagen anterior. Le sonreía con cariño y podía escuchar la risa de su marido de fondo.
"¿Qué es esto?" Preguntó bajando el volumen para que sólo ellas pudiesen escucharlo.
Podía ver cómo le acariciaba la espalda hasta llegar a su pelo.
"Buenos días" Le dijo clavando su mirada en él. "¿Qué haces?"
"Te estoy grabando." Contestó él sin bajar la cámara.
"¿Y por qué me grabas?" Preguntó sonriéndole.
"Para acordarme de cómo eres antes de convertirte en un animal salvaje." Dijo poniendo un mechón detrás de sus orejas.
Tanto una cómo la otra sea habían quedado completamente atónitas ante esas imágenes. ¿Su marido tenía una amante? Se le había quedado la mente en blanco. No podía pensar, no podía actuar, no podía decir nada ni hacer nada que fuese continuar viendo el vídeo.
Kudo seguía grabándola mientras salía fuera, mostrando una bella imagen de los campos de arroz y las montañas de Japón que no conocía. ¿Qué lugar era ese?¿Y que hacía con esa mujer? No apartaba el objetivo de ella, grabando cada centímetro de ella mientras su camiseta ancha bailaba con el viento y bostezaba frente el amanecer.
"Deja de grabarme." Le dijo sonrojándose un poco.
"No."
"¡Kudo!" Dijo intentando apartar la cámara sin éxito y acabando entrelazando sus manos tras su cuello para hacer más obvio todo lo que veía y besarle apasionadamente.
Ran tuvo suficiente en ese momento y bloqueó el teléfono para no ver ninguna imagen más. "¿Qué mierda es esta?" Preguntó enfadada.
Salió de la sala en el momento en que empezó a notar que le faltaba el aire, necesitaba salir de ahí y respirar, así que corrió hacia el exterior y se paró en un banco cercano y tranquilo mientras intentaba recuperar el aliento y volvía a desbloquear el móvil. Ahora que había visto eso, necesitaba saber más, así que empezó a investigar cada vídeo e imagen que había.
"¿Sabes que estás muy guapa después de correrte?" Le preguntó volviendo a grabarla al lado de su cama.
"¿A sí?" Preguntó ella acercándose a él.
"Sí, te brillan mucho los ojos." Contestó grabando su mirada.
"¿Me brillan los ojos?" Le preguntó riendo ante su comentario y le cogió el móvil de las manos para grabarle a él. "¿A ver tú? No, a ti no te brillan los ojos." dijo grabando su cara mientras le acariciaba las mejillas con la otra mano. "Tú eres más de coloretes." Dijo riendo mientras que se acercaba a besarle.
"¡Deja eso ya, Ran!" Le dijo Sonoko quitándole el móvil de las manos. "No tienes que ver esas cosas."
"¿A no? Yo creo que tengo todo el derecho de saber quien es esa mujer." Le dijo exigiéndole el móvil.
Sonoko se lo devolvió al saber que tenía razón y Ran volvió a desbloquearlo.
Podía ver cómo Kudo volvía a coger la cámara entre sus manos para apoyarla en la mesita de noche sin parar el vídeo. La pelirroja estaba sobre él, sin dejar de sonreír y él no dudó en volver a besarla, cada vez más apasionadamente.
En ese momento, sí que tuvo suficiente. No podía ver más, eso no. ¿Cómo podía hacerle algo así una persona que tanto amaba?¿Es que no era feliz con ella? Porque nunca le había dado ninguna señal de no serlo. Tenían relaciones habitualmente y conectaban de una manera muy especial. ¿Qué necesidad había en buscare una amante?¿De qué iba todo esto?
"No puedo seguir viendo." Dijo bloqueando el teléfono y levantándose del banco para dirigirse a su coche, que Sonoko condujo al adelantarse a ella. No iba a dejar a su amiga sola en un momento así y mucho menos iba a dejar que condujese ningún coche.
Empezaron a recorrer la costa, intentando calmar los nervios y disgusto que se veían claramente visibles en su rostro. Salieron de la ciudad sin destino en sus mentes.
"Tengo que ir a ver a esa mujer." Dijo Ran seriamente.
Sonoko negó con la cabeza. "No tienes por que hacer eso." Dijo en desacuerdo.
"Alguien tiene que decirle a esa mujer que su amante ha tenido un accidente y lo más seguro es que no vuelva." Dijo molesta, intentando morderse la lengua ante lo que pensaba.
"La policía está para algo. No te hagas esto más difícil. Puedes pedirle explicaciones a Shinichi en cuanto se recupere."
"¿Es que no lo entiendes Sonoko? Lo más probable es que no se recupere." Dijo con lágrimas en los ojos.
"Se recuperará." Intentó animarle.
"¡No! Para el coche." Dijo llena de nervios. "Voy a ir."
"¡No! Ran, es una locura."
"¡Para el coche!" Dijo poniendo el freno de mano y causando que el coche derrapara hasta frenar.
Ran salió llena de rabia y se dirigió a la playa con la cara llena de lágrimas. ¿Cómo podía cambiar tanto su vida de un momento a otro? Hacía dos días era una mujer felizmente casada y ahora, estaba apunto de perder a su marido y encima descubría que le había sido infiel por no sabe cuanto tiempo. ¿Qué había hecho mal?
Se arrodilló en la arena y empezó a llorar desconsoladamente. Se sentía insignificante y a cada minuto que pasaba sentía que conocía menos a la persona con la que dormía. Sonoko se arrodilló a su lado y le abrazó fuertemente después de secar sus lágrimas.
"Encontraremos las respuestas, pero no puedes dejar que esto te consuma." Dijo con miedo. "Sé que te ha venido todo de golpe, pero tienes que intentar no perder la cabeza."
"¿Y eso cómo se hace Sonoko? Porqué hasta donde yo sé, mi marido nunca se le pasaría la idea de suicidarse." Le contestó sin poder evitar llorar. "Pero a lo mejor, ese Casanova que me ponía los cuernos sí, por que yo ahora lo único que siento es que no lo conozco. No sé quien es. Dime algo que me valga, Sonoko. Porque lo único que siento ahora mismo es que toda mi vida era una mentira. ¿Quién es Shinichi? Dímelo tú que también eras su amiga."
Sonoko se quedó callada, intentando buscar una respuesta que consiguiese animar a su compañera. Pero su mente estaba atascada, no encontraba respuestas para ella.
"¿Quién es, Sonoko?" Le volvió a preguntar mientras se levantaba enfurecida. "¿Un ligón casanova? ¿Un infiel compulsivo? ¿Quién coño es?" Chilló desesperada.
Sonoko volvió a abrazarle y no la soltó hasta que paró de llorar.
"Tengo que hablar con ella." Le dijo después de romper el abrazo, ahora más tranquila y desahogada. "Quiero que me mire a la cara y que sepa que yo soy su mujer."
Su amiga le dio las llaves del coche a regañadientes, sabiendo que no podía convencerle de lo contrario y Ran aceleró en cuanto arrancó. Buscó el paisaje de la casa blanca que había encontrado en el primer vídeo que había visto y empezó a recorrer la zona hasta dar con el pueblo. Ese vídeo le había llevado hasta un pueblo llamado Hakone, aproximadamente a una hora de distancia de Tokio. Las ganas de encontrarla solo crecían, así que empezó a recorrer el pueblo en busca de alguien que reconociese la casa que aparecía. Y tan pequeño era el pueblo, que no le costó más de media hora localizarla.
Condujo hasta la casa blanca que ahora veía desde la carretera sin dudarlo. Estaba apartada al pueblo, pegada a un lago y unos campos de arroz, sin ni un solo vecino a su alrededor. Justo cómo había visto en el vídeo.
Esa mujer le había robado la idea de lo que creía que era su relación. Se lo había arrebatado todo.
Paró delante de la casa y bajó del coche decidida para cruzar el camino hasta la entrada. Pero a medio camino escuchó un grito desgarrador. El sonido de alguien que acababa de romperse en mil pedazos. Se le erizó la piel al sentir el dolor en él y siguió corriendo hacia la entrada.
Y ahí estaba ella, quebrada por completo mientras lloraba en el suelo.
Y toda la furia que cargaba, se esfumó de repente, para ser remplazada por la curiosidad que sentía hacia ella. ¿Qué estaba sintiendo?¿Sentía lo mismo por él que ella?
"¿Estás bien?" Preguntó inconscientemente, llamando la atención de la pelirroja, que se volteó para mirarle en cuanto la vio ahí delante. "Perdona es que estaba dando un paseo y te he oido gritar." Mintió completamente.
"Perdona. Es que aveces necesito gritar para desatascarme." Dijo mientras las lágrimas seguían bañando su cara. "Me han dado una noticia de mierda. Y quería sacármela de dentro…Pero no sale. Se me ha quedado aquí dentro…" Dijo señalándose la boca del estómago. "…Y no sale."
Ran no dejó de observarla ni un solo segundo. Se veía pálida y sus ojos estaban rojos e hinchados.
"He perdido al amor de mi vida. Supongo que tengo que dejarle ir, lo que pasa es que…le voy a echar mucho de menos." Le dijo mirándole tristemente. "Han sido muchos años juntos."
¿Muchos años juntos? ¿Qué había vivido Shinichi con ella?
"¿Cuántos años?" Preguntó Ran con miedo, notando cómo las manos le empezaban a sudar.
"Siete…siete años." Contestó la pelirroja contemplando el atardecer.
Ran se quedó impactada. ¿Llevaban siete años juntos y ella no se había enterado de nada? ¿Cómo había pasado todo eso?¿Como había conocido a esa chica?¿Por que había seguido la aventura?
Cuanto más descubría, más quería saber.
"Perdona, te estoy contando todo esto y ni siquiera sé quien eres." Dijo la pelirroja acercándose a ella.
"Me llamo Ade." Mintió Ran con el primer nombre que se le pasó por la cabeza.
"Shiho, encantada." Le saludó ofreciéndole la mano.
La morena necesitaba saber cómo habían llegado hasta ahí y si ella también tenía que empezar una mentira para conseguirlo, lo haría. Necesitaba saber más de ella y si le decía la verdad no llegaría a encontrar las respuestas que buscaba.
Parecían tan diferentes en todos los sentidos. ¿Qué había visto Kudo en ella, que le había tenido enganchado siete años?
