nadaoriginal: me alegra que vayas a seguir esta pequeña colección y ¡que disfrutaras el primer drabble! Seguramente casi todos tendrán una extensión no muy considerable para que sean agradables de escribir y leer. Considero que este me ha quedado muy cute.
Lira entró en el dormitorio principal y se dejó caer con la gran caja que llevaba. Suspiró y se puso de rodillas mientras se secaba el sudor de la frente; le había costado lo suyo subir las escaleras hasta el segundo piso por quinta vez pero lo había conseguido, y sentía que el esfuerzo había merecido la pena con creces.
—Bueno, esta es la última —se dijo con una gran sonrisa. Sí, estaba cansada, pero la alegría que sentía superaba toda su fatiga—. Veamos, me ha dicho que puedo dejarlo donde quiera.
Lira se acercó a uno de los armarios y lo abrió para empezar a guardar la ropa que había subido. Al ver lo que este contenía se quedó sorprendida durante unos segundos, pero luego estalló en una gran carcajada. Capas, estaba lleno de capas, era lo único que había dentro de aquel mueble. Cuando se le pasó el ataque de risa la mujer pasó la mano por todas ellas y trató de contarlas mentalmente.
—¿Pero cuántas capas tiene este hombre? —se preguntó a sí misma en voz alta antes de detenerse en una y agarrarla. Lira la inspeccionó e hizo lo mismo con las otras, con la idea de encontrar una etiqueta o algo que las diferenciara, pero nada, todas eran idénticas— No acabo de entender por qué quiere tantas iguales. ¿Es que sus dragones las rompen y necesita continuamente una de repuesto?
De repente, a la castaña se le ocurrió una idea. Sacó de una en una todas las capas y las puso con cuidado en la cama de matrimonio, una al lado de la otra, de forma que toda la cama quedó cubierta por un gran manto hecho de capas. Seguro que puedo hacerle una megacapa a Lugia y Ho-Oh con todas las que hay pensó para sí. Cuando acabó de ordenarlas dio un paso atrás para admirar su obra, orgullosa y divertida, y tras unos segundos otra bombilla se le iluminó. Mentiría si dijera que nunca había sentido curiosidad por probarse una capa y ahora que tenía tantas a su disposición… La tentación era demasiado grande como para no ceder, así que la entrenadora agarró la que tenía más cerca y se la puso por encima de los hombros. Se acercó al armario que había abierto, el cual contaba con un espejo en la parte interior de la puerta, y se quedó admirando el reflejo. Le quedaba bien, bastante bien, y no solo le gustaba como se veía sino que además se sentía poderosa. Lira alzó la barbilla y agarró un extremo de la capa para cubrirse con ella, después la soltó de forma dramática y dejó el brazo alzado en el aire, tratando de imitar una de las famosas poses del hombre al que le estaba robando la ropa.
—Soy Lance, Maestro Pokémon de tipo dragón y Campeón de la Liga de Johto —dijo imitando la voz de su pareja—. ¿Habéis visto a mi novia? Es la mujer más fuerte y bella de este mundo. Seguro que ahora mismo está probando su valía ante los mejores entrenadores pues su hermosura solo compite con sus ganas de superarse a ella misma.
—O tal vez está haciendo el tonto en la casa de su novio.
Lira dio un grito de sorpresa al oír una voz masculina tras ella. Se dio la vuelta y vio que Lance se encontraba apoyado en el marco de la puerta, cruzado de brazos y sonriendo ampliamente.
—¿Qué haces? —preguntó divertido y Lira recuperó la compostura. Giró hacia él moviendo la capa de forma muy exagerada y se cruzó de brazos al mismo tiempo que adoptaba una expresión seria.
—Tú, ¿me has traído el pedido de cien capas que hice? —Lance alzó las cejas y Lira estalló en una gran carcajada. Dio una vuelta sobre sí misma y volvió a mirarse en el espejo— Me encanta pero para mí todas son iguales. ¿Las distingues?
—Sí.
—¿Cómo?
—Como unos padres distinguen a unos gemelos, supongo.
—Eso no tiene sentido —dijo mientras se ponía de pie en la cama con cuidado de no pisar las capas que había dejado en esta. El domadragón se acercó a ella y la entrenadora sonrió mientras daba pequeños saltos—. Vas a tener que prestarme unas cuantas a partir de ahora.
—O te puedo acompañar mañana a la tienda donde las compro y buscarte unas que sean de tu talla.
—No señor —dijo mientras rodeaba su cuello con sus brazos y apoyaba su frente en la de él. Lance rodeó su cintura con cuidado a modo de respuesta—. Esas no huelen a ti ni son tan cómodas. Además, a estas alturas deberías saber que me gusta robarte cosas.
—Sí. El título de Campeón, mi cama, mi casa, mi ropa… ¿qué será lo siguiente? —Lira se inclinó y le dio un breve beso en los labios que le sacó una sonrisa al pelirrojo.
—¡Un beso! —exclamó ella radiante. Los dos se quedaron mirándose con un amor y un cariño que pareció llenar toda la estancia, hasta que el domadragón retomó la acción de nuevo y se la acercó con delicadeza para sacarla en brazos de la habitación.
—Venga, señorita, que la mudanza no se hace sola y todavía hay zonas de la casa que requieren nuestra atención.
