Prólogo

"Zemo escapa de la la Balsa"

El director de la prisión de máxima seguridad conocida como "La Balsa" ha dado el aviso esta mañana de que el barón Helmut Zemo, conocido criminal y terrorista, ha logrado escapar de su celda en una maniobra que los expertos ya califican como propia del mago Houidini. El personal de la cárcel ignora cómo pudo hacerlo, pues la vigilancia es constante y la prisión se encuentra en mitad del océano, se barajan varias teorías pero de momento ninguna se ha confirmado. Aunque la falta del preso fue detectada rápidamente, no fue suficiente como para detenerlo antes de que desapareciera en la oscuridad de la noche. Los equipos especiales ya han empezado las labores de búsqueda y captura, pero se agradece la colaboración ciudadana. Por favor, si ven a este hombre o tienen alguna pista sobre su localización, no dude en avisar a la autoridades pertinentes. Tengan mucho cuidado, pues se trata de un prisionero muy peligroso…"

Zemo dobló el periódico, terminó su café y dejó una generosa propia al camarero antes de abandonar el pequeño bar donde había parado a desayunar. Debía continuar su camino. Internet se había apresurado a bautizarle como "el Sirius Black sokoviano", algo que le hacía sonreír, pues el personaje interpretado por Gary Oldman siempre había sido uno de sus favoritos. Pero la comparación era un poco inexacta, mientras que a Sirius le había llevado 12 años descubrir como escapar de Azkabán, a él le había llevado 2 meses escapar de la Balsa.

Había transcurrido un mes entero desde que fuera encerrado de nuevo por las Dora Milaje cuando decidió que quería salir. Durante los 8 años que había pasado encerrado la primera vez, nunca había sentido la necesidad ni el deseo de escapar. Había cumplido su misión, los Vengadores habían caído y posiblemente para siempre. No obstante, el príncipe T'Challa había impedido su suicidio y le había encerrado allí. Tampoco era que le gustase estar encerrado y desde luego en cuanto vio su oportunidad de salir, la aprovechó; pero Zemo era un hombre práctico. Lo entendía, había cometido crímenes terribles para llevar a cabo su cometido, lo más natural era que lo encerrasen. Poco le importaba, había perdido su hogar y a su familia, no le quedaba nada, si no podía morir, si debía seguir vivo, poco le importaba dentro que fuera. Al menos le quedaba el consuelo de que había tenido éxito. Pero esta vez era diferente.

James Barnes le había ayudado a escapar porque necesitaba su ayuda. Sin percibirlo, él y Sam Wilson le habían proporcionado una razón para seguir, una misión: destruir el suero del supersoldado de una vez y para siempre. Y lo había conseguido. Sus planes de morir, sin embargo, habían sido frustrados una vez más. James lo había sorprendido perdonándole la vida, demostrando que estaba equivocado, que el suero no le había corrompido y seguía siendo un buen hombre, al igual que Steve Rogers. No le guardaba rencor, y esperaba con sinceridad que pudiera hallar la felicidad. Las Dora Milaje tampoco lo habían ajusticiado por asesinar al rey T'Chaka, sino que lo habían encerrado en la Balsa, algo totalmente comprensible, si era sincero consigo mismo.

Zemo se dijo a sí mismo que no importaba, era justo que pagase por sus crímenes, y una vez más había cumplido su misión. El suero había sido destruido y el científico responsable de recreearlo y los supersoldados estaban muertos. Podía vivir el resto de vida encerrado con la satisfacción de haber tenido éxito una vez más. O eso creía. Durante sus aventuras con Sam y James (no le llamaría Bucky porque no tenían esa confianza) había podido experimentar brevemente lo que era estar vivo de nuevo. Y lo echaba de menos. Echaba de menos la libertad, poder viajar y moverse, vestir con ropa que no fuera el feo y soso uniforme de preso, beber sus licores favoritos, disfrutar de las delicias turcas, bailar… Zemo se había pasado 8 años enterrado en vida, lamentando la pérdida de su familia y viviendo el día a día en modo automático, siguiendo la rutina de la cárcel, con sus pensamientos como única compañía. Pero después de aquellos días, no quería seguir encerrado. Quería salir, huir de todo, irse muy lejos. "Los vivos aun no han terminado contigo" le había dicho T'Challa. Quizá Zemo no había terminado con la vida, después de todo. Y empezó a organizar un plan de fuga.

Zemo llevaba aproximadamente 3 meses viajando cual peregrino. Se había dejado crecer la barba y el pelo, llevaba un gorro oscuro y vestía ropas corrientes, evitaba las grandes ciudades y los lugares con mucha gente, manteniendo siempre un perfil bajo para que nadie se fijara en él. Se alojaba en pequeños moteles que abandonaba al poco tiempo, apenas hablaba con nadie si podía evitarlo, para evitar ser reconocido. Por suerte o por desgracia, como pasa con todo, las noticias de su fuga pronto fueron sustituidas por otras tragedias que ocurrían a lo largo de todo el planeta. O los deportes. A veces todavía veía su cara en las noticias, pero el mundo seguía recuperándose del caos del Chasquido, además de las habituales guerras y disputas que las naciones parecían empañadas en seguir perpetuando. La gente sigue día a día con su rutina y olvida o ignora con facilidad aquello que no les afecta personalmente. Él todavía podía hacer uso de su fortuna, la ventaja de ser rico era que aun siendo un preso fugado podía acceder a ella sin dejar ningún rastro.

Lo primero que había hecho había sido conceder al bueno de Oeznik una más que merecida jubilación, proporcionándole más que suficiente para que viviera el resto de su vida sin una sola preocupación. El pobre hombre había llorado al saber que no volvería a ponerse en contacto con él, pero era necesario. El mayordomo había sido la primera persona con la que contactaron las fuerzas especiales tras su fuga, por supuesto no había delatado a su señor. Se le daba muy bien fingir que era un indefenso anciano senil. Aun así, Zemo no quería recompensar tantos años de lealtad dejándolo en el punto de mira de los gobiernos y las autoridades. Quizá le escribiera un pequeño mensaje cuando llegase a su destino, solo para hacerle saber que estaba bien.

¿Cual era el destino de Zemo? Sinceramente no lo sabía. Un lugar remoto, posiblemente una islita diminuta, una casita en mitad del bosque, alejado de todo. Un refugio donde poder pasarse el resto de su vida leyendo y escuchando música. No le importaba estar solo mientras pudiera sentir el viento en la piel. Y fue así como llegó a un pequeño pueblo de Noruega llamado Tønsberg, actualmente rebautizado como Nuevo Asgard.