Veran estudió el valle más abajo, donde había un dragón de color cobre. El dragón de Formora.
-¿Qué harás?
-Atacar.
Brom miró al Jinete a su lado. Le había conocido unos días antes y se unieron con una amistad inmediata.
-Te ayudaré.
-No, no planeo matarles. Necesito un sujeto de pruebas para un hechizo que he estado creando. Aunque quizás podrías distraer a Formora, el dragón es lo que me interesa.
-Si estás creando un hechizo que pueda matarlos...
-Algo mejor-los ojos azules brillaban con diversión-. Tú te ocupas de Formora y yo del dragón.
Brom asintió resignado. En los pocos días que le conocía había llegado a saber que si una idea se le metía en la cabeza, era capaz de todo para conseguirla.
Bajaron hacia el valle por los túneles secretos de los enanos. Se separaron para buscar a sus objetivos. Brom envidió los pasos silenciosos de su amigo cuando Formora le tomó a él por sorpresa. Luchó como pudo hasta que la elfa de pelo plateado se paralizó. Un rugido de dragón resonó en las montañas, un rugido agónico. Y de repente sintió una mente rozar la suya y vio cómo Formora empezaba a sollozar.
-Ankor.
Ese nombre resonó en su mente. Era el nombre del dragón cobrizo. Pero era imposible recordarlo por el Du Namar Arboda. ¿El hechizo que Veran había creado revertía eso?
La elfa corrió hacia su dragón, seguida de cerca por Brom, ambos demasiado ocupados con las nuevas revelaciones como para molestarse en seguir luchando.
Formora se detuvo al ver al elfo frente a su dragón, con una mano apoyada en la escamosa mandíbula.
-¿Quién eres?
-Mi nombre es Veran. Sufrí el mismo destino que tú, pero no fui lo bastante fuerte como para que mi mente fuera suficiente para los dos.
-Pensé que solo los Apóstatas habían sufrido Du Namar Arboda...
-No sé cómo pasó exactamente, pero mi dragón también olvidó todo. Le vi caer en la locura y morir lentamente-Ankor le empujó suavemente en el pecho y Veran apoyó una mano entre sus narinas-. Mientras eso pasaba yo intentaba evitarlo. Creé un hechizo para revertir Du Namar Arboda, pero fue demasiado tarde. Cuando os vi antes pensé que sería el momento de probarlo.
La mente de Ankor se expandió hacia los tres Jinetes.
-En nombre de mi Jinete y mío, nuestra lealtad está contigo.
Su voz tenía un tono profundo, retumbante y definitivamente masculino. Como si su forma no lo dijera.
Formora se apresuró a hacer el juramento en el Idioma Antiguo, un juramento que la vinculó de forma definitiva a Veran, evitando todo regreso a Galbatorix por cualquier medio.
Brom envainó cuando terminó. Veía la ventaja de tener a un dragón entre los Vardenos. El problema sería hacer entender eso a los enanos. Según la mirada de Veran y la ligera sonrisa, sabía que había planeado evadir esa responsabilidad. Era como un niño en ocasiones...
– O –
Habían pasado dos años. Kialandí y su dragón azul celeste Wat se unieron también a los Vardenos con un juramento inquebrantable hacia Veran. Habían ido a investigar la desaparición de Formora y su dragón por orden de Galbatorix.
En un abrir y cerrar de ojos, el Jinete desconocido se había convertido en una fuerza a tener en cuenta dentro de los Vardenos, a pesar de las muchas quejas del Consejo. Aunque empezaron a hacerlo lejos de él cuando dos dragones extremadamente protectores les gruñeron. Sus Jinetes elfos parecían muy divertidos con la unión de sus dragones y su salvador.
Brom acabó con otros dos Jinetes en el Imperio, pero su objetivo seguía siendo Morzan.
Los planes para robar los huevos de dragón que guardaba Galbatorix se vieron interrumpidos. Alguien se les había adelantado.
-¿Cómo es posible? ¿Cuándo?
La pregunta fue hacia Formora y Kialandí. Ellos se miraron.
-Hace ya casi diez años que nos envió a rastrear el Imperio, pero no nos dijo el porqué. Suponemos que fue en ese momento.
-Diez años y nos enteramos ahora... el rastro habrá desaparecido.
-No queda esperanza para encontrarlos.
Veran habló por primera vez en esa reunión.
-Siempre queda esperanza-las miradas se volvieron hacia él-. Hace tres años no creíais que dos Apóstatas estarían de nuestro lado, pero Formora y Kialandí me han jurado lealtad. Encontraremos esos huevos.
Y todos le creyeron. Aunque no sabían nada de él, tenían la certeza de que decía la verdad.
Veran detuvo a Arya al salir de la reunión.
-¿Volverás pronto a Ellesméra?
-Sí, quiero informar a mi rey. ¿Por qué?
-Iré contigo, debo consultar a alguien que ambos conocemos. Si no es un problema que vaya, por supuesto.
Arya se tensó. Supo instintivamente que se refería a Osthato Chetowä. El cómo se había enterado de uno de los mejores secretos de los elfos era un misterio más que añadir al gran número que le rodeaba.
-No... no habrá problema, puedes venir. Salimos en una semana.
-¿Les has dicho sobre Formora y Kialandí?
-Aun no, pensé que era mejor hacerlo en persona.
-Lo haré yo, son mi responsabilidad.
Arya asintió conforme. Prefería no meterse en ese asunto.
