Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. Gracias, Ronnie, por permitirme compartir tu historia en español :)
Inspiración musical: System of a Down - Chop Suey, Staind - So Far Away
Capítulo 2
Gato Callejero
~o~
ENTONCES
~O~
Forks, Washington. Sábado, 13 de septiembre de 2003.
Era una mañana fresca y con niebla en las calles de Forks. Charlie había terminado con su turno de noche y estaba de camino a su casa en el patrullero. El oscuro callejón entre el restaurante de Sam y el lavadero llamó su atención y giró en U—cuatro o cinco chicos parecían estar peleando. Tomando la linterna y asegurando el arma en su funda, bajó del coche.
—¡Todos, quietos!
Ni bien lo vieron, todos los chicos salieron corriendo del callejón. Uno quedó atrás, su cabeza cubierta por una capucha. Estaba aferrándose el hombro y cojeando. La mayoría de ellos saltaron sobre el cerco, escapándose, excepto por este último, que parecía incapaz de trepar el cerco con solo un brazo. Sin embargo, él siguió intentándolo, incluso con Charlie en sus talones.
A pesar que Charlie lo tomó, el niño seguía tratando de escapar, haciendo una mueca cuando movía su brazo. Él era alto para su edad, pero su rostro lo delataba. No podía tener más de doce o trece, pensó Charlie.
—Deja de moverte, hijo. Vas a arruinar más tu hombro.
Las manos del chico y el rostro estaban cubiertas de pintura y sangre. Mientras Charlie observaba la escena, él notó las latas de pintura en el suelo y los grafitis en las paredes. Para él, era un simple garabato y una letra ilegible, pero estaba seguro que era el motivo de la pelea.
—¿Nombre?
—No es de tu puta incumbencia. —El chico gruñó entre dientes.
—Oye, oye... —Mientras el chico seguía tratando de liberarse, Charlie aseguró sus brazos por detrás de su espalda, lo que hizo que este gimiera de dolor—. ¿Necesito esposarte? —Después de un último jalón, el chico finalmente se rindió. Jadeando.
Charlie le revisó el bolsillo trasero y quitó una billetera—en ella, encontró una identificación.
Edward Masen—Secundaria de Forks.
Él logró meterlo en el patrullero sin mucha resistencia.
Mientras lo observaba a través del espejo retrovisor, Charlie sopesó sus opciones. Se preguntaba si el niño estaba tan herido como para necesitar un hospital. El hecho que tuviera alrededor de la edad de la hija de Charlie le hizo cambiar de parecer y decidió dejárselo pasar.
—Te llevaré a casa, ¿de acuerdo?
El chico resopló fuertemente desde el fondo del coche.
—¿Preferirías ir a la estación y que llame a tus padres allí?
—Como sea, ellos no están en casa de todas formas —masculló el niño por debajo de su aliento, encogiéndose de hombros.
Charlie le echó un vistazo a través del espejo retrovisor—se encontraba encorvado, su rostro escondido debajo de su sudadera, su mano derecha aún aferrando su hombro izquierdo. Mientras el sol comenzaba a elevarse, este iluminó los rasgos del niño. En esa luz, lucía tan joven, tan inocente, tan perdido. Charlie decidió llevarlo a casa, en cambio.
Mientras llegaba a su entrada, el niño se enderezó en el asiento trasero.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó.
—Bueno, no sé tú, pero yo tengo hambre.
Charlie abrió la puerta de la casa y lo dejó entrar. En la cocina, la hija de Charlie, Bella, y su vecina de al lado, Esme, estaban preparando el desayuno, como era usual cuando Charlie tenía el turno de noche. El aroma a tocino hizo que su estómago gruñera y que se le aguara la boca antes de que siquiera entraran.
Bella y Esme se movían fácilmente alrededor de la otra en la cocina. Mientras una volteaba los panqueques, la otra vertía café en tres tazas. Charlie estaba tan agradecido por Esme, quien a menudo venía y se quedaba con Bella cuando él trabajaba por las noches.
La sonrisa de Bella titubeó, después de girarse hacia su padre, cuando vio al chico que estaba a su lado, observando al suelo.
—Hice un amigo en el trabajo hoy —anunció Charlie, tratando de calmar la evidente preocupación en sus rostros. Él se acercó a Bella, y con un brazo alrededor de su hombro, besó su sien—. Feliz cumpleaños, pequeña.
Charlie se giró hacia Edward, cuyo rostro, apenas visible debajo de su capucha, seguía cubierto en pintura, mugre, y sangre seca.
—El baño está por allí, hijo. —Charlie señaló.
El chico se retiró suavemente, y Esme y Bella observaron inquisidoramente a Charlie.
—Gato callejero... —dijo Charlie, tomando un sorbo de su café—. Él no me quiere decir dónde vive, ¿pero creo que va a tu escuela?
Bella asintió, habiéndolo reconocido.
—Sí. Él es... eh, Edward Masen. —Bella se aclaró la garganta, repentinamente acomodándose el cabello—. Él acaba de transferirse este año, pero no es muy social así que no sé dónde vive.
Cuando Edward volvió del baño, su rostro estaba limpio, y excepto por un corte en su labio que lucía algo hinchado, no habían otras señales de la pelea que Charlie lo salvó.
Bella colocó un plato con una pila de panqueques sobre la mesa frente a él, y con una sonrisa tímida, asintió en dirección a Edward para que proceda.
Edward se sentó pero no tocó los panqueques de inmediato, mientras que Charlie ya se había comido dos.
—¿Qué pasa? —Esme, una enfermera de emergencias, de inmediato notó cómo Edward no había soltado su hombro desde que llegó.
—Él no quiere ayuda —añadió Charlie con su boca llena.
Esme suavemente se acercó a Edward, después que este asintiera, otorgándole permiso. Había algo sobre Esme, nadie podía decirle que no. Ella sintió el hombro de Edward por debajo de su sudadera.
—¡Charlie! —chilló Esme, con desaprobación—. ¡Su hombro está dislocado!
—¡No fui yo, lo juro! Él se lo hizo solito...
Mientras que él estaba muy perdido como para verlo entonces, ese día fue solo el comienzo del nuevo camino en la vida de Edward. Mientras Esme dolorosamente colocó en su lugar su hombro, también puso en marcha, entre otras cosas, para que ella sea su nueva madre de acogida.
~o~
Secundaria de Forks. Forks, Washington. Lunes, 15 de septiembre de 2003.
Edward caminaba por los pasillos de la Secundaria de Forks, encorvado adentro de su sudadera, escrupulosamente evitando a todos mientras se dirigía a Biología.
Él nunca quería meterse en problemas, pero los problemas siempre parecían seguirlo. Sabía que probablemente tampoco duraría mucho en esta escuela. Ni bien sus padres de acogida se cansaran de él, se iría con otra familia.
El temor de tener que repetir el séptimo grado palidecía en comparación a tener que mudarse—de nuevo.
Encorvado en su asiento, observaba el reloj, deseando que el tiempo transcurriera más rápido, cuando su pequeña figura apareció en su campo visual. La hija del policía estaba acercándose a él, parecía, y él se preguntaba qué quería. Nadie jamás se le acercaba. A menos que quisieran problemas.
—Oye... —Él leyó sus labios mientras que en su rostro aparecía una sonrisa amigable. O estaba soñando o había algo seriamente malo con ella. Nadie le sonreía a él.
Cuando ella tomó asiento en el escritorio vacío a su lado, él se quitó uno de los auriculares de su oído —que rugía con Chop Suey de SOAD— queriéndose asegurar de que ella realmente estuviera hablándole.
—¿Cómo está tu hombro? —Ella señaló a su costado, colocando su mochila sobre el escritorio.
—Está bien. —Sus ojos la examinaron con aprehensión, enderezó su postura. Entonces, ¿ella sentía lástima por él?
—¿Te gusta el metal? —ella le preguntó inesperadamente, sorprendiéndolo aún más, señalando a su oído, donde el auricular restante seguía rugiendo una de sus canciones favoritas. Con un gruñido, Edward presionó pausa en el iPod que había "tomado prestado" de su hermano de acogida. Ella iba a hacer que se pierda la mejor parte.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Edward, confundido, mientras la veía sacar sus libros, y acomodarse en ese escritorio.
—Toco la guitarra. Bueno, sigo aprendiendo. —A ella se le escapó una pequeña risa mientras acomodaba diferentes bolígrafos de colores brillantes frente a ella—. De hecho, mi papá, Charlie, toca el bajo. Él quiere ser un metalero. —Su risa creció y él se contuvo fuertemente para no unírsele—. Pero él es genial. Está en una banda... —Entonces, lo miró; sus ojos, casi demasiado grandes para su cabeza, lucían como océanos profundos de chocolate derretido.
Él sacudió la cabeza, dándose cuenta que la estaba observando.
—Espera, tu papá, el policía, ¿está en una banda de metal? —Su boca se torció un milímetro en una casi sonrisa porque no podía contenerse más.
—Se llaman "Las Leyes". —Ella logró mantener su rostro neutro por un segundo, hasta que los dos estallaron en risas.
Todo el cuerpo de Edward tembló de risa y se sintió bien—él no podía recordar cuándo fue la última vez que se rio de esa manera. Le echó un vistazo a Bella de nuevo, mientras la profesora entraba a la clase, pensando que quizás la secundaria de Forks valga la pena lo suficiente como para no meterse en problemas después de todo.
Bueno, tenemos como se conocieron. Como dije en el grupo junto con el adelanto, presten atención a las fechas, vamos a estar alternando ;)
Por cierto, ¡este Charlie es de los mejores!
¡Gracias por leer y hasta el próximo!
