La noche estrellada y los pocos chillidos de los grillos, así como el viento helado de la noche indicaba que el invierno ya había llegado y que mañana probablemente el pasto amaneceria tapizado de una capa blanca y fría, Eren se frotaba las manos emocionado como si de un niño chiquito se tratase, le encantaba la nieve.
Vio de reojo a Mikasa quien se encontraba enfrente de la chimenea encendiéndo el fuego para aquella noche, la escucho estornudar un par de veces y después la vio acomodándose la bufanda.
— ¿Estás enferma?— le pregunto preocupado, Mikasa negó con la cabeza— Ummm... está bien... iré por leña para esta noche— dijo Eren no muy convencido por su respuesta.
Mikasa asintió nuevamente con la cabeza y continuó con lo suyo.
Eren regreso poco tiempo después con un costal lleno de leña, esperando que con eso fuera suficiente para la noche.
— Deberíamos meter más... estoy segura que está noche caerá nieve— dijo Mikasa dirigiéndose a la puerta para ir por más leña pero Eren la detuvo del brazo.
— Yo lo hago...— Mikasa negó otra vez.
— Estoy bien, puedo cargar aunque sea un poco— Eren frunció ligeramente el ceño.
— No quiero que lo hagas... no seas terca— Eren sonrió de lado y salió por la puerta ante la mirada de ella.
— Es curioso que digas eso— susurro Mikasa más para si misma, siendo él mucho más terco que ella.
Poco tiempo después regresó con más leña entre sus brazos, las dejo aún costado de la chimenea y se secó el sudor de la frente.
— Gracias Eren— susurro Mikasa acercándole un vaso de té caliente, Eren agradeció el gesto con una calida sonrisa.
Después de un rato decidieron dormir frente a la chimenea, Mikasa improvisaba una cama de colchas y almohadas mientras Eren calentaba un poco más de té, después de terminar ambos se recostaron en la cama improvisada y se quedaron mirando el techo y las formas extrañas que se generaban por la luz del fuego.
— Veo un ciervo... — dijo Mikasa empezando un divertido juego de veo, veo.
— Veo... un árbol— dijo Eren llevándose las manos a la cabeza.
—¿Dónde?— Mikasa ladeó un poco su cuello para tratar de tener la perspectiva de Eren.
—justo allí, ¿Lo vez?... las hojas, las ramas y el viento soplando— Eren señaló con su mano dibujando la silueta del supuesto árbol.
— Eso no es un árbol, es mi ciervo—dijo Mikasa divertida.
— Es un árbol— Eren se rasco la nariz sonrojado y Mikasa río por su actitud infantil.
— Bueno está bien... es un árbol— Mikasa se acurruco a su lado y lo abrazo de las costillas, Eren llevó sus manos a los hombros de Mikasa y los acarició con ternura tratando de darle un poco de calor.
— Pronto... tendremos que regresar... — susurro Mikasa aferrándose a él.
— No pienses en esas cosas ahora... — le suplico Eren perdiendo su mirada en la danza del fuego.
— Eren... Hicimos lo correcto... ¿Verdad?— Mikasa levantó la mirada para verlo a los ojos, él le devolvió la mirada, una llena de tristeza pero al mismo tiempo paz.
— Si... lo hicimos... — susurro él acariciando su mejilla.
Mikasa se hundió en su pecho y apretó los ojos con fuerza aferrándose a él, tratando de dejar aún lado el pensar lo que se vendría después, para poder disfrutar esos momentos de paz con la persona que más amaba.
— Te amo... Mikasa... — ella dió un respingo por la inesperada acción pero inmediatamente levantó la mirada con lágrimas en los ojos.
— ¡Te amo Eren!... Te amo con todas mis fuerzas, quiero que te quedes conmigo... Eren... estaré a tu lado para siempre... no importa, la situación, no importa si hay alguien más, quiero estar conti-...
Sus palabras fueron calladas por la boca de Eren aprisionando los labios de ella.
El beso fue inesperado, casto y seco, pero a la vez cálido, delicado y suave, Mikasa cerró los ojos aferrándose a él y en no perder el contacto de sus bocas.
Eren se despegó ligeramente y golpeó su frente con la de ella.
— Eres una idiota ¿Lo sabías?— le dijo sin despegar sus frentes, abrió los ojos ligeramente.
— Lo siento... sé que no debí decir eso... pero... — Eren la tomo de la cabeza y la abrazó quedando ella recargada en su hombro, dio lindas caricias en su espalda y cerró los ojos disfrutando de su aroma.
— Mikasa... quiero que tengas una larga vida... quiero que formes una familia y vivas de verdad... después de todo, al final yo no podré estar contigo, de cualquier manera moriré y tu vivirás, por eso tienes que olvidarte de mí... cuando todo terminé... olvídate de mí —.
Un silencio sepulcral se creó en la habitación, pero no fue incómodo ni tensó, ambos disfrutaban de su compañía y su cercanía, pero las circunstancias eran su peor enemigo, nunca habían peleado realmente contra titanes, contra marleyanos o contra el mundo, eran las circunstancias de cada uno que no los permitía ser felices, en este caso, disfrutaban de su hogar, de su compañía, fingiendo un matrimonio entre ellos dos, pero detrás de esa felicidad disfrazada estaba el hecho de que habían abandonado a sus camaradas y que probablemente todos morirían en la guerra, que en su vida les faltaba su mejor amigo Armin y que disfrutaban de esa vida con el dolor de haberlo abandonado.
Estaban luchando contra el tiempo que se le agotaba a Eren y contra los demonios internos de Mikasa por querer hacer cualquier cosa con tal de seguir a su lado.
Por eso Eren había escogido llevar esta vida, para regalarle hermosos recuerdos a su querida, para que ella supiera cuánto la amaba y a dónde fuera que él estuviera después de su muerte, la estaría esperando para reencontrarse con ella.
Fue el sonido del viento y el golpeteo de las ventanas contra algunas ramas que rompió el silencio entre ellos.
— Eren... — Mikasa se separó un poco de él, acarició su mejilla y sus cabellos, guío su cabeza para nuevamente juntar sus labios, Eren cerró los ojos y se aferró a su cintura.
Se quedaron así durante unos minutos hasta que el calor que proporcionaban sus propios cuerpos los hizo caer en un profundo sueño.
Durante la noche pudieron escuchar, entre sueños, el silbido del viento y el golpeteo de las ventanas siendo golpeadas por hojas y ramas que arrastraba el viento.
A la mañana siguiente Mikasa abrió los ojos al sentir una corriente de aire abrumadora, apesar de estar tapada de pies a cabeza con Eren rodeando la mayor parte de su cuerpo.
Parpadeó un par de veces antes de abrir los ojos y encontrarse con el rostro plácidamente dormido de Eren, con el seño ligeramente fruncido y la nariz arrugada.
— Eres un gruñón— susurro antes de depositar un beso en su mejilla con cuidado de no despertarlo.
Poco a poco se fue desplazando con cuidado, con la idea de despertar y preparar el desayuno, pero la capa blanca que se veía tapizando el jardín llamo mucho más su atención, con curiosidad salió de la cabaña con únicamente un suéter ligero y la bata con la que había pasado la noche.
Al salir de la puerta el frío la hizo frotarse los brazos, pero fue más su asombro y entusiasmo de ver por primera vez la blanca nieve que el frío desapareció inmediatamente.
Como una niña chiquita se tratara no dudó en bajar mal piso y ponerse a jugar con la nieve.
Eren se removió entre las cobijas con la sensación de haber perdido algo, busco con sus brazos el cuerpo suave y cálido con el que había pasado sus últimas noches y con que el que deseaba dormir el resto de su vida, se sobre saltó cuando no encontró nada y rápidamente se paró de la cama frotando sus ojos.
— ¿Mikasa?— llamo a su amada con voz adormilada pero no obtuvo respuesta.
Se asomó a su cuarto esperando verla allí cambiándose de ropa pero la habitación estaba vacía.
— ¿A donde fue?— se pregunto desconcertado mientras cogía una chaqueta del ropero y se dirigió fuera de la cabaña.
— ¡Mikasa!— exclamó sobre saltado.
— Eren... — escucho la voz de Mikasa a un lado de él, pero no vio nada hasta que bajo la mirada y la encontró en el piso haciendo un muñeco de nieve.
— ¿Que haces aquí afuera?— la reprendió retirándo su chaqueta y poniéndola al rededor de sus hombros.
— Lo siento... me levanté para hacer el desayuno, pero no pude evitar jugar con la nieve... — Mikasa jugaba con la cara del muñeco detallando con su dedo las facciones de la cara, Eren rodo los ojos.
— ¿Que eres?... ¿Un bebé?— se burló bajando con ella al suelo viendo el muñeco que ella acababa de terminar— No es como si fuera la primera vez que estás en un lugar lleno de nieve... en Paradise también nevaba— replicó Eren mientras también comenzaba a hacer una bola de nieve.
— La nieve aquí es diferente... se siente más cálida— dijo Mikasa mientras veía la bola de nieve entre sus manos.
— ¿Eso piensas?... creo que tienes razón... aunque suena extraño... ¿Nieve cálida?— carcajeo un par de veces antes de terminar otro muñeco justo a lado del que ya había hecho Mikasa.
— Es que está nieve no te quema las manos y además... nunca había estado en un lugar nevado con el viento tan tranquilo... — Mikasa nuevamente detallaba la cara del muñeco, pero está vez no había hecho una cara sonriente, más bien había hecho una cara gruñona justo como la de Eren aquella mañana.
— ¿Esa es mi cara?... — pregunto con el mismo seño fruncido y una ceja levantada.
— Si... es la misma cara que tienes ahora— Mikasa río dulcemente.
Eren solo hizo una mueca y metió su mano a uno de los bolsillos de su chaqueta.
— Has recordado mucho Paradise últimamente... — mencionó Eren mientras rodeaba el muñeco que había hecho primero Mikasa con un listón rojo.
— He soñado últimamente mucho con ellos— Eren la vio de reojo una vez término de colocar el listón.
— No deberías pensar esas cosas aún... todavía nos queda un poco de tiempo... después... después haremos lo correcto, yo me encargaré de eso... — dijo con cierta tristeza en su voz.
— No quiero... vivir ninguna de las dos cosas... Eren... si hubiera la forma... de vivir así para siempre... — Eren detuvo sus palabras girando levemente hacía ella sosteniendo su cabeza con una de sus manos y pegando sus frentes.
— Shhhh... — la calló cerrando sus ojos— mi intención de contarte lo que sucedería no fue para que te torturaras así... he cometido muchos errores contigo... pero no me arrepiento de ninguno, no puedo manipular tu memoria, no puedo hacer que olvides ésto y no quiero que lo hagas... amame Mikasa, solo amame tanto como yo te amo a ti y no pienses en nada más... — le suplico acariciando sus labios con sus dedos antes de posar un casto beso.
— Eren... — susurro Mikasa sobre sus labios.
Estuvieron abrazados con las frentes unidas durante un rato, Mikasa se separó levemente y sonrió sin dejar de verlo a los ojos.
— Vayamos adentro— dijo acariciando su mejilla.
— Si... preparemos el desayuno— Mikasa asíntio y sin soltarse de las manos regresaron al interior de la cabaña.
Eren la veía preparar todo en la cocina mientras el ponía los platos y cubiertos en la mesa, sonrió ante la tierna imagen de Mikasa en la cocina, pero dicha sonrisa fue desapareciendo poco a poco hasta convertirse en un rostro serio lleno de melancolía y una tristeza profunda.
Esta vida y estos recuerdos serían reales, pero solo en su memoria, tendría que llevarse con él los deseos de llevar una vida pacífica con su amada.
Eren abrió los ojos una última vez, después de regresar a la última de sus realidades, apesar de que su amada venía por él con su espada en su mano apuntándo a su cuello, la vio con amor y le agradeció por apoyar su triste caminó
una última mirada, una última sonrisa y un último beso.
"Nos vemos pronto, Eren"
