"Vamos a hacer todo lo posible por no hacernos daño" - "¿Y cómo podríamos hacernos daño... ?"


Subo corriendo al salón del patriarca, con la armadura puesta; nunca la sentí tan pesada.

Temprano esta mañana desperté con la llegada del anunciante del Santuario: Me traía una nota. Nada más al tomar el papel supe que había llegado el momento: Era una citación de tu parte, tendría que verte.

Mientras subo por las largas escaleras, que obligatoriamente debo recorrer a pie, no puedo dejar de pensar en lo que había pasado durante el último tiempo.

Hace un mes que no te veo, hace un mes que todo cambió de forma inesperada. La armadura se siente pesada no sólo por su material dorado, es que realmente no soy capaz de sostener tal peso y responsabilidad sobre mis hombros. Soy un imbécil, un estúpido, el peor de los patanes: te traicioné, y de la peor manera.

Durante este mes estuve pensando una y otra vez las cosas: Mi deseo es entregar la armadura a algún guerrero más confiable que yo, alguien que de verdad prometa cuidarte y velar por tu seguridad, necesito que estés en buenas manos. Yo simplemente me iré y haré mi vida por otro lado, no veo otra solución.

Pero, claro, las cosas no funcionan así. Encima traigo la confianza del anterior portador de sagitario y la responsabilidad entregada por el cosmos de Athena para la protección de la diosa y la Tierra.

Como el cobarde que soy, decidí esconderme de ti y sólo aparecer de acuerdo al requerimiento de mis funciones, y ese día había llegado.

Como cada vez que ese sentimiento de culpa y arrepentimiento llega a mi mente, me compadezco de mí mismo, recordando el porqué todo esto.

- "Fui un idiota, un completo idiota... ¿Cómo es que llegué a pensar que nosotros... ?"

Y como una desgraciada coincidencia del destino, caigo en cuenta que camino a unos pasos de la salida de la casa de la cabra; ese lugar donde todo comenzó, bajo la brisa de una noche de verano que confabuló en beneficio de un sentimiento escondido por tantos años y que ya no podía ser contenido.

Te veías tan desvalida... Pocas veces sentí tu humano corazón latir tan fuerte lleno se incertidumbre y miedo. Pero yo estaba ahí para ti, quería que lo supieras.

Si tú te derrumbas, yo caigo aún más bajo y no tengo a qué aferrarme. Un abrazo de consuelo, - "Sí podrás, yo confío en ti, todos lo hacemos" -, un suspiro de resignación salido de tus labios, una caricia con tus delicadas manos, los nervios, el cuerpo tembloroso, y todo decayendo inevitablemente en un deseo trascendental de cariño y redención.

Nunca me sentí tan completo, lleno de vida y con tal voluntad, llegué a la gloria. Fue increíble, con tan poco tú me hiciste sentir tan poderoso y capaz... Entonces, ¿cómo fue qué llegamos a esto? Nada, nada en este mundo podría llenar este vacío que hoy me quema por dentro.

Todo fue demasiado intenso como para soportarlo. Me golpeo mentalmente, no quería herir a nadie en el camino, ¡lo juro!

Estoy consciente que nada en este mundo llenará ese espacio, nada me dará paz, sólo puedo esperar una existencia eterna con el peso del rechazo y la resignación. Y no soy capaz.

Pero tú fuiste la culpable de todo, ¡fuiste tú y nadie más! Yo siempre te di todo, sin esperar nada a cambio y entregando mi mejor esfuerzo.

- "Y entonces, ¿porqué? ¿Porqué lo hiciste? ¡¿Qué fue lo que hice mal?!"

Estoy acostumbrado a una vida llena de desafíos, y siempre los enfrento con valentía y convicción. El problema es que ahora el enemigo vive dentro de mí, contra eso no sé cómo luchar. La traición no es algo propio de mí, pero lo hice.

Y nuevamente esa voz interior que se repite una y otra vez: - "Pero fue ella quien te sacó de su vida y te despreció, te abandonó como si fueses un pedazo de basura, lo más despreciable"

Reacciono y ya estoy aquí. La puerta de entrada al salón del patriarca se levanta imponente frente a mí. Con brazos tembloroso empujo la puerta, siendo recibido y reverenciado por el personal. Todos mis sentidos están en alerta, no puedo evitar la ansiedad al imaginarte aparecer de pronto por ahí, ¿qué te diré? ¿Seré capaz de enfrentarte directamente a los ojos? De soslayo miro hacia todos lados mientras finjo oír las instrucciones del encargado, en realidad no tengo ni idea de lo que está diciendo. Una voz conocida llama mi atención desde atrás.

- "¡Seiya! ¡Amigo, tanto tiempo!" -, es Shun, quien también se hace presente a la citación, como todos los que han sido requeridos.

Poco a poco, los santos sobrevivientes reclamados hacen su aparición en el lugar, y ya un poco más relajado y distraído, disfruto de una breve conversación con mis camaradas.

Un corto anuncio y la espera termina, entras en el salón con tu elegancia de siempre y distinción habitual, algo dice Hyoga, pero ya perdido totalmente mi atención. Siento una punzada en el corazón y quedo paralizado, te ves tan hermosa... Tan familiar para mí, que por unos segundos olvido lo que ha pasado entre nosotros.

Los guerreros se arrodillan ante tu presencia. Cuando posas tus ojos sobre mí y no soy capaz de sostenerlo, veo que soy el único que sigue en pie. Rápidamente me arrodillo también, con la vista perdida en el suelo. La realidad me ha golpeado sin piedad: Tu penetrante mirada no es ni luces de la que reflejabas antes: Fría, imponente, dura y dominante. ¿Qué pasó contigo? En sólo un segundo los recuerdos regresan a mí, es que esa mirada ya la conozco y no quiero volver a encontrarme con ella. Claro, recuerdo muy bien la primera vez que la vi...

Ese día yo estaba muy nervioso. Teníamos ya un tiempo viéndonos de una forma poco... Aceptable o corriente para una diosa y su guerrero. Desde el fin de la guerra contra Hades y desde que el Santuario hubiera quedado sin santos dorados, yo ascendí como el nuevo guardián de sagitario y eso me traía contento, de esa forma podía estar más cerca tuyo y protegerte mejor. Además, parecía que te tomabas más a pecho tu rol como diosa, pero conmigo la situación era inversamente proporcional, y mientras crecía infinitamente tu cosmos divino, tu parte humana se quebraba aún más en mi presencia, enseñándome tus miedos, sueños y esperanzas sin tapujos. Una noche, escondidos cerca de la casa de la cabra, hubo consuelo, también un abrazo y un roce rápido con tus labios. Tardé un buen tiempo en procesarlo, pero días después, durante un segundo encuentro, el asunto se descolocó aún más. Yo me sentía un poco fuera de lugar, viviendo un sueño del cual no quería despertar jamás. Esos días fueron los más felices que recuerdo.

Tú demostrabas ser la misma chica decidida de siempre y no te dejabas guardados tus anhelos y deseos, y yo... Nunca en mi vida me sentí tan querido. Durante un tiempo estuvimos así, con algunos encuentros esporádicos y cautivadores; realmente lo disfruté. ¿Qué más podría querer en esta vida? Parecía un chiquillo de 15, completamente obsesionado.

Poco tardé en darme cuenta que que los sueños son sólo eso, sueños...

Un día, sin decirme absolutamente nada, te alejaste. No volviste a buscarme ni sentí tu cosmos comunicándose con el mío nuevamente.

Para mí todo fue muy confuso, y sin pensarlo demasiado, decidí una mañana acercarme a tus aposentos para ver qué estaba pasando. Mil cosas rondaban por mi cabeza: - "¿Me habré propasado con ella?" -, pero nunca mostraste incomodidad, todo lo contrario, eras tú la que regularmente tomaba la iniciativa. Decidido a conocer la verdad, fui hasta el salón del patriarca con la esperanza viva de obtener tu palabra.

Me causó extrañeza tu demora. Por un largo tiempo te esperé dentro del salón, pero no aparecías. Varios minutos más tarde te vi irrumpir en la habitación, te acercaste con una actitud que no había visto en ti desde hacía ya muchos años.

Te sonreí de forma sincera, tú desviaste la mirada. Fue entonces que me asusté de verdad y sentí que mi corazón se me caía hasta los pies.

- "Yo... Disculpa. Pedí una audiencia contigo pero no es nada referente al Santuario... " -, me excusé contigo por esa pequeña mentirilla blanca.

Tú moviste levemente la cabeza y me miraste por unos segundos. Claro, tú ya sabía que esto no era por el Santuario.

- "Sí, ya me imagino... " -, respondiste con voz casi inaudible.

Rápidamente registré todo el lugar: Estábamos solos, era el momento de hablar...

- "Necesito saber, ¿qué es lo que sucede? He estado muy preocupado por ti. No me haz buscado, tu cosmos me rehúsa y pareciera que desde hace un tiempo... Estás escapando de mí"

Una pausa y tú no abrías la boca. Nunca he sido alguien que se caracterice por la paciencia.

- "Oye, si hay algo que no quieres hacer o que no te agrada, ¡dímelo! No hay problema. Yo creía... ¿Hice algo mal? Necesito saberlo. Entiendo que no quieras verme siempre, pero es evidente que me estas esquivando. ¿Puedes decirme qué sucede?"-, te pregunté con toda inocencia y ya bastante impaciente. ¡Ja! Iluso...

Más silencio. Miré nuevamente por toda la habitación, buscando algo o alguien que pudiese ser el responsable de esa actitud. ¿Alguien estaría vigilando?

A paso indeciso me acerqué aún más a ti, definitivamente no eras la misma de siempre.

- "Si quieres puedo ser más cuidadoso, no me importa. Podemos vernos en otro lado, yo... "

Detuve mis pasos y mis palabras en tanto te vi apretar fuertemente tus manos por sobre tu vestido y gritaste con autoridad.

- "¡Seiya! Yo... Como tu diosa y señora protectora de la Tierra y de toda la raza humana, te ordeno, desde ahora y sin posibilidad de objeción alguna, la prohibición total y completa de acercarte a mi persona, a menos que yo diga lo contrario en pos de tus exclusivas funciones para el ejército de Athena"

- ¿Q-qué estás diciendo?"

- "Que desde hoy tienes prohibido acercarte a mí, a menos que lo solicites mediante vía formal y ésta sea aceptada, sólo para fines específicos del Santuario"

Y entonces quedé paralizado, procesando las duras y frías palabras de la que, hasta ahora, consideraba como una de las personas más importantes y cercanas para mí.

- "Pero, Saori, ¿qué ocurre? ¿Me puedes explicar?"

- "No hay nada que explicar. No te atrevas a objetar mis decisiones. Te quedarás en el Santuario a cumplir con tu trabajo y nada más"

- "Pero... Fuiste tú quien... "

- "No. Tampoco será. Se terminó. Créeme, no volveré a buscarte"

Y ni siquiera tuviste un poco de consideración para decirme esto directo a los ojos, no te atreviste siquiera a mirarme.

- "¿¡Qué?! ¡¿Por qué?! Yo creí... "

- "No debiste imaginar cosas. Todo fue un malentendido, un error o una mentira, ¡algo que nunca debió ocurrir! No con alguien como tú... "

Mientras la dureza y frialdad se hacían presentes en tus palabras, yo sentía que lo perdía todo. Ante tu última confesión, definitivamente quise que me tragase la tierra.

- "No digas eso... ¡No puede ser una mentira! Porque yo lo quería en verdad... " -, te revelé dentro de la desesperación, y es que por un momento entré en negación y estaba seguro que podría cambiar tu decisión. Una mirada más fría que el mismo cero absoluto de Hyoga terminó por romper cualquier esperanza de que me estuvieras escuchando.

Y me duele, no imaginas cuánto. ¿Fui tan poca cosa para ti? Pero yo aún recordaba claramente tus palabras, esas que desde la primera noche entibiaban mi alma y llenaban mis oscuros días de color:

-"Quiero que estés conmigo"

- "A tu lado sé que soy fuerte"

- "Por favor, nunca te vayas"

- "Eres lo más importante que tengo"

Una a otra aparecían en mi cabeza sólo para ser totalmente ensombrecidas con tu nueva "actitud", tus ojos fríos y tu voz inquebrantable. ¿Es que acaso todo eso fue mentira? ¿Qué mierda significó para ti? ¿Un juego? ¿Un pasatiempo? Quizás lo único que siempre te interesó fue mi rol dentro de tu ejército, ¿no? Ya veo, es que nunca me viste como algo más que tu guerrero...

Entonces, ¿es como que teníamos algo, quizás un intento de relación, y estabas cortando conmigo? Quizás no estabas conforme.

- "¿Estás arrepentida de haberme encargado el templo del centauro y la armadura de sagitario? No lo quiero creer... "

- "No es de tu incumbencia lo que yo haga o no en el Santuario, no te preocupes, no te estoy quitando el cargo o la armadura"

Entonces algo encajó en mi mente.

- "Ah, ya entiendo, Saori. No me quieres cerca tuyo pero tampoco demasiado lejos, aún así quieres que siga sirviéndote... En realidad quieres el control... " -, mi voz se quebraba mientras intentaba comprender la situación y mis conclusiones se hacían evidentes.

Ante tu largo silencio, la decepción, el enojo y el dolor afloraron inevitablemente en mí.

- "Tú nunca cambiaste. Eres igual a todas estas enfermas deidades que se aprovechan de los demás" -, suelto con ironía. ¿No eres la piadosa diosa de la Tierra? -, "Te fui útil en tu guerra, di todo de mí, estuve a tu lado como nadie, te apoyé, te consolé, te... Abracé y te entregué todo de mí para verte feliz, segura, fuerte... Pero luego te aburriste y no tuviste miramientos para abandonarme, porque simplemente ya no me necesitas. Pero, eso sí, aún me quieres en la casa del centauro para cuando haga falta... " -, y mientras más lo pensaba, más me ganaba la ira, - "¡¿Acaso me equivoco?!" -, terminé gritándote.

- "Seiya, vete ahora" -, dijiste sin más, y yo no lo podía creer. Desesperado y decidido, busqué tu compación.

- "Saori... " -, te supliqué, intentando sonar lo más razonable posible, no creo haberlo logrado.

No hubo caso, tu indiferencia se clavó en mí como el peor desengaño. Resignado, me giré y te di la espalda emprendiendo la retirada, apretando los puños buscando autocontrol.

- "Fui un iluso, caí en tu juego como un estúpido, debí saber que seguías siendo la misma niñita caprichosa de siempre... " -, terminé por declarar.

- "¡Seiya! Te prohibo dirigirte a mí de... !"-, al oírte gritarme así, la ira creció aún más, detuve mi andar y rápidamente me di la vuelta para enfrentarte. No sé qué viste en mi rostro que te quitó instantáneamente el habla.

- "¡No me equivoqué! ¡Eres la misma niña engreída de siempre! ¡Todos ustedes vienen de la misma mierda! Ninguno de nosotros los merece. Tú y todos los tuyos van a aprender que con las personas no se juega... "

Algo dijiste sobre sacarme del lugar a la fuerza.

- "Y pensar que te veías tan... Frágil y sincera... "

- "Lo que paso fue un error en un mal momento para mí. Tómalo como quieras, pero fue una gran mentira y estoy muy, muy arrepentida. No te quiero cerca mío, ¡ni ahora, ni nunca! ¿Me oíste?"

No pude evitar una sonrisa irónica y lancé una carcajada.

- "Eres... Eres una... Saori Kido, podrás ser mi diosa, pero si hay algo que no soporto es la deslealtad y a quienes juegan con los sentimientos de los demás. Ese tipo de odiosos no merecen más que un profundo desprecio"

Si es que aún quedaba algo por hacer, con esto ya se había perdido.

- "Te odio, Saori Kido. ¡Nunca te lo voy a perdonar! Espero que encuentres otro perro para domesticar, muy lejos de mí; si no te lanzo la armadura es por respeto al gran Aioros, él no merece un desaire como ese. ¡Hasta nunca!"

Terminé de desahogarme para luego darte la espalda nuevamente y, armadura al hombro, apresurarme a salir del lugar dando un fuerte golpe con la puerta.

El personal de guardia fuera del salón no se atrevió siquiera a dirigirme una palabra, estaba furioso y quería salir lo más rápido posible de ahí. Corrí escaleras abajo en un completo estado de descontrol, no podía pensar.

Al no contar con más santos dorados, nadie me salió al paso en todo el camino, hasta que caí en cuenta que había literalmente aterrizado en la entrada de mi templo, el del centauro. Me quedé inmovilizado por unos minutos ahí, con la vista perdida. Me sentía traicionado, humillado. ¡Yo lo deseaba tanto... ! Y cuando las cosas se dieron, fui muy feliz. Creí que sentías lo mismo por mí y me pareció increíble, pero finalmente todo fue por un capricho. Y por más que buscaba una explicación o un motivo para sentirme mejor, sólo llegaba a una horrible conclusión: Fui lo suficientemente idiota como para caer en la manipulación y los juegos de una mujer. Peor aún, de una tonta niñita rica con aires de superioridad que, además, es una deidad. Dicho así, sonaba tan ridículo... ¿Cómo fui capaz de creer que algo serio podía surgir entre un simple humano y una mujer como esa? Ridículo, ridículo, ¡ridículo! Claramente no buscábamos lo mismo.

- "No con alguien como tú... como tú... " -, sí, todo ese tiempo estuviste jugando conmigo.

Unas pequeñas lágrimas escaparon por mis mejillas, sintiéndome colmado de decepción y desconsuelo. Cerré los ojos con fuerza, moví la cabeza de un lado a otro para alejar esos sentimientos dolorosos, y con el puño me limpié las lágrimas. No te daría ese lujo. Entré a toda prisa, dejé la armadura resguardada en una esquina, y salí corriendo con un destino fijo: La casa de mi maestra, necesitaba verla urgentemente. La desesperación de querer dejar todo botado y no volver nunca más al Santuario pero no poder hacerlo era muy grande, necesitaba despejar ideas.

Y aquí estoy, tiempo después, ante ti nuevamente. No soy capaz de levantar mi mirada del suelo mientras pasas frente a mí, observando y reverenciando a tus guerreros. Ya no siento ese incontrolable odio impulsado por la desesperación del rechazo del primer momento, pero aún hay mucha rabia y rencor, no soy ese tipo de persona con la que puedes jugar a gusto y luego te perdona como si nada hubiera pasado, conmigo eso no funciona así.

Por si fuera poco, no puedo rechazar el destino de mi estrella. Lo cierto es que, si al menos la situación hubiera quedado ahí, podría haberlo soportado de alguna forma. Pero no... Ese fue un día tremendamente desafortunado. No sé cómo fue que las cosas se desarrollaron de tal forma que terminé en esa cantina, con ese trago... Y con esa chica. Pero tampoco quiero ser injusto con ella y con la situación.

No pude evitar caer con ella una y otra vez, es una mujer hermosa, amable (a su modo), directa, y sus cuidados me hicieron sentir nuevamente respetado y valorado. En ese momento crucial, ella se transformó en mi escape perfecto. Nunca quise aprovecharme de mi compañera, ¡no soy es clase de persona! Creo que sé lo que ella siente por mí, y aunque no me creía capaz de responderle en igualdad de condiciones y todo estuvo claro entre nosotros desde el primer momento, me fue imposible detener lo inevitable.

Y es que Seiya, el inmaculado y dedicado santo de la novena casa, nunca en su vida había dado rienda suelta a sus propias locuras, todo por estar completamente encerado y dedicado en exclusividad a una persona. Y a una manipuladora y aprovechada. Desde ese día en el bar, y hasta ahora, una y otra vez visité a la santo de Ofiuco sin poder escapar de sus constantes encantos y atenciones. ¿Y eso está mal?

¿Tan ciego estaba por ti, Saori, que terminaste transformándote en mi peor desastre?

Y si todo está bien con esto, si no estoy haciendo nada malo, ¿porqué me siento como el peor de los traidores cada vez que apareces en mis recuerdos?

Aún arrodillado y sin poder evitarlo, levanto levemente la cabeza, buscándote. Tú te acomodas frente a tus santos para comenzar con el discurso, y por unos segundos tu mirada cruza con la mía. Hoy no soy nadie. Estos ojos que antes me miraban con distinción y con un brillo especial y lleno de ilusión, ya no lo hacen más, hoy soy otro más del montón. No soporto mucho más la presión y escondo la cabeza entre mis manos, jalando mis cabellos y ahogando un pequeño grito de frustración.

- "Ey, Seiya, Seiya, ¿te ocurre algo?" -, es Shun, que se encuentra a mi lado y me golpea suavemente el hombro para llamar mi atención. Busco una última y rápida mirada en ti y luego me volteo hacia a mi amigo: - "No, no te preocupes. Vamos, de pie, Athena nos dará una orden importante. Es que... Simplemente soy un completo idiota"

En 3 días más inicia una nueva misión. Esta vez me haz enviado directo a Europa, en la búsqueda de 10 nuevos aspirantes que tu fundación ha ubicado por esos lugares del viejo continente. Podría haber sido cualquier otro, yo nunca salía del santuario y mi misión era aguardar cerca, a tu lado, como guardia directa de la diosa. Pero no, ahora me haz enviado a un lugar lejano y fuera de todo esto.

Me queda el consuelo de ser parte de la guardia dorada, no puedo pasar mucho tiempo lejos del Santuario. Aún así estoy seguro que todo esto lo planificaste para mantenerme aún más lejos de ti.

Luego de las últimas instrucciones de la reunión, te preparas para salir del salón, como si nada. Una despedida formal y te alejas del lugar, sin siquiera mirarme.

La mayoría de los asistentes se han retirado ya, y prácticamente sólo quedamos Shun, Hyoga y yo dentro del salón, pero les pido que me dejen solo, que pronto los alcanzo.

No me es difícil escabullirme por el salón de Athena junto al del patriarca, siempre ha sido mi talento el no rendirme ante lo que busco, y esta no será la excepción. Con el tiempo he aprendido a esconder mi cosmos y he salido victorioso en asuntos técnicos más difíciles que este.

De un salto logro aterrizar en el balcón de Athena, tras tu habitación. No traigo armadura, la he dejado en el salón, no busco pelear contigo y ahora todo depende de ti.

El grito que ahogas cuando me escuchas caer me dice que he hecho un buen trabajo y no notaste mi presencia hasta ahora. De un brinco te volteas y gritas mi nombre.

Por un segundo te quedas observándome, con la sorpresa en los ojos. Yo te sonrío, desafiante, aún con una rodilla del suelo.

- "¡¿Q-qué estás haciendo aquí?!" -, me preguntas al fin.

Estoy seguro que, de ser otras las circunstancias, tu rostro no reflejaría la turbación que hace evidente tu incomodidad.

- "Así que a Europa... Serán unas buenas vacaciones"

A estas alturas no me importa nada, no sé cuándo tendré otra oportunidad para hablar a solas contigo.

- "Tú me quieres lo más lejos posible de ti. Eso lo sé. Antes de irme a la misión, hay algo importante que tengo que decirte" -, me levanto para acercarme a ti, pero tú retrocedes y la barandilla del balcón te corta el paso, quedas atrapada entre ella y yo, no tienes cómo escapar.

- "Qué hermosa vista del Santuario tienes desde acá, no la conocía... "

- "Te dije que no quería verte, que tenías prohibido acercarte a mí a menos que... "

- "Sí, sí, recuerdo tu discurso. Tú me conoces. ¿Alguna vez he respetado las reglas que no me parecen justas?" -, ya te he alcanzado.

Sin poder huir, me miras entre asustada y enfadada. ¿Porqué me repudias tanto?

- "Necesito que hablemos. Esto es injusto, merezco una explicación... "

- "Vete. No voy a hablar contigo"

Ahora que estoy cerca tuyo, puedo vislumbrar algo de duda en tu mirada. ¿Será que estoy logrando quebrarte? Sal de ahí, Saori.

- "No importa cuántas veces lo digas. Está bien si no me quieres de la forma en que... Estuvimos hasta hace un tiempo. No te puedo a obligar. Lo que sí, no te va a salir muy fácil alejarme de ti. Sea como amiga, diosa, lo que sea, estaré a tu lado como prometí, tengo una misión contigo que no voy a abandonar, no importa a dónde me envíes ni lo que hagas"

Aunque tengo un poco de miedo, finalmente sé que ya no hay un "nosotros", que no me quieres cerca y que esto es imposible. No tengo absolutamente nada más que perder.

- "No voy a descansar hasta que me lo digas, hasta que dejes de ser la cobarde de siempre y me confieses que jugaste conmigo, que nunca me viste... "

- "¡Ya déjalo, por favor! ¿No puedes simplemente seguir con tu vida? Olvídate de todo, quizás simplemente no soy... Quien tú crees"

Algo me intentas decir entre líneas, me lo muestran tus ojos y el tono de voz que te delata. ¿Hay algo de ti que ignoro? El coraje que quemaba mi estómago es inmediatamente reemplazado por la angustia que ahora aprieta mi pecho. ¿Qué es eso que desconozco?

Soy un tonto, yo te estoy ocultando algo peor, que lleva un buen tiempo comiéndome por dentro. Cuando lo sepas, es muy probable que no quieras verme nunca más en tu vida.

Suelto el aire contenido. Ya no tiene caso.

- "No te puedo obligar a ser sincera conmigo si yo no lo he sido contigo, ¿verdad?"

No te quiero decepcionar aún más, no quiero que me odies, por eso necesito decirte la verdad. Es estúpido, pero aún sabiendo que no queda nada entre nosotros, me ganan los nervios.

Te tomo por la muñeca con fuerza, no quiero que escapes. Te llena la intriga, lo veo en tu mirada.

- "Sucede que yo... Tampoco soy quien tú crees. Quizás tienes razón y no debiste confiar en mí"

- "¿De qué hablas?" -, te ves angustiada. No puedo acobardarme ahora, necesito sacarme el peso de la traición. Perderte para siempre será el precio de mi deslealtad a quien juré siempre proteger.

- "Yo... Te he traicionado, Saori, con la peor de las acciones. Traicioné tu confianza y ya no puedo vivir con esto... Sólo te pido que no me odies. No lo mereces, a pesar de todo lo que hiciste conmigo, no mereces el quiebre de esto que fue sólo nuestro... "

No te veo con claridad, la humedad cristalizada que se niega a brotar de mis ojos me lo impide. Sin pensarlo, mi mano libre se acerca a tu rostro y lo roza. Con cuidado y algo de temor, retiro los pequeños cabellos que juegan sobre tus ojos. Caigo en cuenta de cuánto extrañaba tocarte. Mis dedos acarician tus párpados, y como acto reflejo, los cierras; me atrevo un poco más y rozo tu mejilla, tus labios... Y necesito urgentemente registrar estas sensaciones, sé que después de esto no me permitirás repetir esta osadía, pero no quiero olvidar todo esto que me haces sentir, aún así no vuelva a verte jamás.

- "¿Traicionarme?" -, hablas casi en un susurro. Aún mantienes tus ojos cerrados y pareces completamente perdida en tu propio mundo, - "Tú no serías capaz, nunca lo harías... No hay una sola forma en que tú puedas traicionarme, Seiya, no hay una... "

Abres los ojos con sorpresa, no son necesarios más detalles. Estás temblando, no quiero hacerte daño. Por un lado, detesto ser el causante de esto y me desespera verte así, pero también sé que fuiste tú quien me sacó de su vida sin siquiera considerar que yo también sufriría.

Me siento como un idiota, estoy llorando por ti, completamente consciente de que nunca te importó lo que fuese de mí.

- "Es que tenías que ser tú, Saori. ¡Ninguna más que tú! Son estos ojos, este cabello, tu aroma... " -, acerco mi rostro cerca de tu cuello para registrar ese exquisito perfume tuyo que tanto amaba y ahora guardo en la nostalgia. Cierro los ojos, no quiero perderme de nada.

- "Tenías que ser tú y solamente tú. Pero sin piedad me arrancaste de tu vida, y entonces simplemente... "

No alcanzo a terminar la frase. El momento se quiebra y no puedo culparte. Dentro del nerviosismo por revelarte lo que ya no quiero esconder, y de la añoranza enardecida de mis sentidos ante el estímulo de tenerte cerca nuevamente, no alcanzo a reaccionar cuando un fuerte golpe llega a mi mejilla desnuda, sin previo anuncio.

Me haz golpeado. Mi rostro arde, la sorpresa me hace soltarte con rapidez. Doy un paso atrás mientras mi mano intenta aliviar el ardor que haz dejado cerca de mi boca. La tristeza y el dolor emanan de ti, aún mantienes tu mano en el aire y tus ojos brillan colmados de ira.

- "Mierda... Saori... "

- "I-idiota. Eres... ¡un cerdo!" -, cruzas por mi lado, caminando veloz en dirección a la habitación.

- "¿Tengo que recordarte que fuiste tú la que me dejó?" -, te detienes segundos antes de entrar en el castillo.

No me atrevo a voltear, no puedo mirarte, tú tampoco lo haces.

Ya acabó.


"Pero así como el amor te corona, también te crucificará, lo mismo que te ayuda a crecer, también te poda"


- "Fuiste tú, Saori. Todo esto es tu culpa. Yo iba por ti, pero nada es suficiente para una caprichosa como tú. Por último merecía una explicación, sin embargo desapareciste cuando te aburriste de la entretención del momento y no te importó. Yo sólo venía a confirmar algo, y ya está"

- "Vete. No quiero volver a verte" -, sé que estás llorando, te conozco, pero ya no hay más por hacer.

Escucho tus pasos entrando a la habitación, y yo me quedo unos segundos mirando al Santuario desde las alturas.

Finalmente podré irme sin guardar ningún pendiente...


5 am y yo aún escribiendo. Lo he dicho mil veces, yo no escribo para que me conozcan, tampoco porque quiera que sea una actividad importante para mí. Escribir es como una terapia. Cuando lo necesito, sale. Y generalmente los días en que escribo, casi no duermo y estoy tan a full en lo mío que me olvido del mundo, hasta del trabajo. Por eso escribo el fin de semana.

En general, escribo para mí, y me gusta compartirlo con ustedes. Estoy muy feliz de poder publicar las ideas locas que tengo, y de a poco voy abriendo cosas y me voy expandiendo en cuanto a ideas y la forma de expresar. Ahí vamos, de a poco.

Debo decir que nunca me creí las personalidades de los personajes en el anime. Siento que les falta la humanidad que sí muestran en el manga, y así mismo preferí presentarlos. No me gusta ese Seiya completamente ciego y perfecto, ni la Saori hecha toda una dama.

Referente a la historia, sé que no está todo detallado en este capítulo. Quise retratar un poco este juego del no querer hacer daño, pero al mismo tiempo estar tan dañado que no se puede evitar. En base a lo que me han escrito en los comentarios o en mi facebook ( . .5095/) algunos quedaron con una idea un poco frívola de nuestro prota. No es tan así. Para mí estos dos son tan únicos, que las situaciones que estoy trabajando para que no se junten y se terminen, en algún momento, odiando nuevamente deben ser importantes, y por ahí vamos. (Y pensar que todo inició como una forma de juntarlo con Shaina y nada más... ).

En alguna medida, a pesar de la forma que tuvo de comportarse en el capitulo anterior, terminé empatizando con este chico que de a poco se da cuenta que ya no es tan niño y va creciendo en experiencias. Si me preguntan por el momento cronológico, sería aproximadamente en los 20-22, pero por su forma de vida, ahora se da cuenta que se ha perdido muchas etapas.

Ya veremos cómo sigue el drama. Por lo menos en este capítulo ya sabemos, desde su POV, qué fue lo que pasó. Mi fin es que no terminen odiando a los personajes, no hay chicos "malos" acá, ya todo se aclarará.

Agradezco a quienes se pasan por acá o por mis otros sitios y los comentarios que han dejado o me han escrito sobre sus apreciaciones 😌

En mi país, el coronavirus sigue horrible. No hay que bajar la guardia, por favor, se cuidan!

Nos vemos en un próximo capítulo 3