Como ya saben nada de esto me pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la autora de esta graciosa historia es la autora Hoodfabulous, yo solo traduzco ;)

Y como siempre me acompaña mi querida amiga y Beta, Erica Castelo. Gracias por tu ayuda :*


Capítulo Uno: Infierno lluvioso

Doce meses antes, antes del mensaje erróneo…

He dejado Carolina del Sur y oficialmente he entrado al infierno.

Estoy segura de ello.

Eso, si el infierno está lleno de nubes de lluvia y paraguas, tenis empapados, ropa húmeda pegándose incómodamente a mis extremidades, y un cabello lacio sin cuerpo.

Odio mi vida.

Hace solo algunos días me estaba bañando en el resplandor del abrasador sol sureño, disfrutando de las pequeñas cosas en la vida, como el té dulce en un día caliente de verano y mayonesa Duke en… lo que sea. Ahora estoy a cientos de kilómetros de distancia en una casa extraña, en un pueblo bañado constantemente por la lluvia, todo porque mi madre tuvo que ponerse muy de clase alta conmigo al aceptar un trabajo bien pagado como administradora de un hospital a las afueras de Seattle.

No puedo culparla por querer mudarse, pero definitivamente lo hago. O sea, pudo haberse quedado y conservar su trabajo en la pequeña clínica de rehabilitación allá en casa. No pagaban tanto y sin duda no ayudaría con las deudas que acumularía en la universidad, pero aun así. Odio este lugar.

Quiero ir a casa.

Este… este infierno lluvioso no es mi hogar.

Pienso en la gente que ahora alquila nuestra vieja casa. Me pregunto si la están cuidando, si pintaron las raspaduras en el marco de la puerta de la cocina, las líneas y fechas y números grabados en la vieja madera donde mi madre marcó cada año de mi infancia que pasaba. Me pregunto si la chica que parecía tener mi edad está viviendo ahora en mi antigua recámara, si arrancó ese horrendo papel tapiz rosa que mi madre pegó tan cariñosamente a las paredes cuando tenía seis años de edad. Entre más crecía más empezaba a odiar ese papel tapiz. Odiaba el tono rosa pálido, la feminidad de las diminutas flores blancas cubriendo la orilla, pero ahora lo echo de menos. Haría lo que fuera por volver a ver ese papel tapiz, ver a mi mejor amiga, ver a mi novio…

Empezaba a salir con Paul antes de mudarnos, lo que fue algo estúpido de hacer ahora que lo pienso. Mi madre me advirtió con tiempo sobre la mudanza. No debí haber entrado en una relación cuando lo hice, pero de forma obstinada desechaba la idea cada vez que ella mencionaba la mudanza, tratando de convencerme de que debería 'vivir el momento' y no preocuparme por el futuro. Además, pasarían meses antes de que nos mudáramos, así que, ¿a quién le importa? ¿Verdad?

Entonces empecé a salir con Paul. Él es alto y desgarbado con piel de un marrón dorado y espeso cabello negro. Colmado de sonrisas torcidas y caricias provocadoras. También es el primer chico en darme un casi-orgasmo.

Casi.

Paul no fue el primer chico en darle a Cooch el viejo tango de dos dedos, pero es el único chico con el que he dormido… y también el primero en llevarme casi al borde del puro y auténtico placer.

Casi.

"Odio mi vida," me quejo, cayendo sobre la barra de nuestra nueva cocina, ignorando la exasperada mirada crítica de mi madre.

"Bella, has tenido meses para adaptarte a las noticias de la mudanza," me regaña ligeramente frunciendo el ceño, abriendo el refrigerador y gimiendo cuando lo encuentra vacío. "¿Por qué todavía no hemos ido a comprar comestibles?"

"Porque estamos en el infierno y no hay tiendas de comestibles en el infierno," refunfuño, regodeándome en la autocompasión.

Mi madre deja escapar un profundo suspiro al cerrar la puerta del refrigerador. Sacando el teléfono de su bolsillo empieza a escribir lentamente en la pantalla, lanzándome una ocasional mirada furiosa cuando suelto una risita al ver sus limitadas habilidades para marcar.

"¿A quién le estás llamando?"

"Shhh. Te estoy haciendo un gran favor," dice, sonriendo al presionar el teléfono en su oído.

"Sí, me gustaría ordenar," dice solo unos segundos después, sus ojos arrugándose en las esquinas por su sonrisa. "Me gustarían dos hamburguesas con queso y tocino, dos órdenes pequeñas de papas fritas, y una malteada de chocolate grande."

Tocino.

Queso.

Hamburguesa.

De pronto el infierno no está tan mal.

~c00ch~

Al parecer la cafetería de Sue es el lugar de reunión de moda para los adolescentes las noches del viernes en Forks, Washington.

Bostezo.

Pretendo sentirme totalmente aburrida e indiferente al entrar a la cafetería para recoger la orden de comida de mi madre y mía, pero la realidad es muy diferente. Estar entre personas que no conozco muy bien me pone toda nerviosa. Provoca que me hormiguee la piel y que mi corazón retumbe dentro de mi pecho.

Oculto mis verdaderas emociones detrás de una expresión llena de aburrimiento, entrando al establecimiento con un aire despreocupado. La gente se vuelve en sus sillas y cabinas cuando el repiqueteo de la campana suena sobre la puerta de la cafetería. Me observan con intensa curiosidad al acercarme a la barra, mi falso aburrimiento relajándose un poco cuando veo una bolsa marrón cerca de la caja registradora, deduciendo que es mi orden de comida.

Tocino.

Queso.

Hamburguesa.

Mi estómago ruge y se revuelve por el hambre. Casi puedo escucharlo por sobre el estridente ruido de adolescentes riendo, charlando y coqueteando, lanzándose papas el uno al otro en sus cabinas. Los miro discretamente de soslayo con tanta curiosidad como aquellos que me observan, mirando a los rostros desconocidos a los que sin duda pronto me acostumbraría, una vez que empiece la escuela.

El Instituto de Forks.

Vamos Spartans.

Y aparece el falso entusiasmo.

Mis ojos se desvían hacia adelante cuando saludo a una mujer regordeta de mediana edad de pie frente a la caja registradora. La sonrisa que se extiende en su rostro es amplia y sincera, algo que no he visto mucho desde que mamá nos desplazara de nuestro hogar y nos moviera a Forks.

Busco un poco en mi bolsillo y agarro la bolsa ligeramente grasosa, mi boca literalmente se hace agua al ver el líquido filtrándose por la bolsa de papel marrón. Mi incomodidad en lugares públicos desconocidos desaparece brevemente por mi entusiasmo. Estoy emocionada al pensar en la hamburguesa con queso y tocino que obstruye las arterias que está guardada dentro de ese material marrón reciclado. La mujer también me da una malteada grande de chocolate y prácticamente ya puedo sentir mi estómago hinchado con el dulce, dulce dolor. Le di una sonrisa porque, ey, tengo una hamburguesa con queso y tocino y una malteada de chocolate en mi mano. Al dar la espalda a la barra, ocurren repentinamente tres cosas al mismo tiempo.

Primero siento el tirón de mi pie cuando intento alejarme de prisa de la barra, sin darme cuenta que mi bota se había deslizado detrás del banco en el que un hombre muy grande está sentado en este momento, consumiendo una enorme pila de papas fritas con queso y chile. Me tropiezo y pierdo el equilibrio, caigo hacia adelante, con la bolsa apretada a mi pecho al aferrarme a mi hamburguesa y mi malteada como para salvar mi vida.

Oye. Es una hamburguesa con queso y tocino y una malteada de chocolate.

De repente, caigo contra algo muy duro, algo que huele muy bien, a chico, jabón y hierba. La bolsa se aplasta entre nuestros cuerpos al mismo tiempo que dos grandes manos se curvean en mis antebrazos, con sus largos dedos hundiéndose en mi suave carne.

Lo primero que noto de su camiseta, es que una camiseta blanca con cuello en V. Sencilla. Ajustada. Hay líneas y contornos bajo la tela, sus músculos tensos ondulándose al tomar respiraciones profundas y enojadas que hacen que los suaves cabellitos cerca de mi frente me den cosquillas.

Lo segundo que noto son los tatuajes. Se arremolinan y se abren paso por sus brazos, asomándose por debajo de las áreas expuestas de su ropa. Lo último que noto es mi enorme malteada de chocolate empapando su ajustada y sexy camiseta cuando la tapa se abre lentamente, vaciando la sustancia lechosa en medio de su pecho antes de caer en cascada por el centro de sus marcados abdominales.

"Qué demonios," dice una voz sedosa con brusquedad, su cálido aliento me invade al mirar boquiabierta la parte baja de su cuerpo.

El sonido de su voz siseando esas dos sencillas palabras provoca algo en mí que nadie más ha sido capaz de provocar en meses.

Cooch se levanta de su ancestral sueño. Bosteza y se estira, sacudiéndose el sueño de su cuerpo. Demonios, creo que incluso tal vez se rasca el trasero, pero no estoy precisamente segura. Sé que finalmente se detiene cuando mis ojos suben de su entrepierna ahora cubierta de chocolate, mirando a su rostro por primera vez.

El chico tiene aproximadamente mi edad, probablemente de más de un metro ochenta o algo así, con cabello rebelde del color del pastel casero de caramelo de mi abuela. Ojos color jade me fulminan con la mirada, buscando algo en mi rostro, probablemente arrepentimiento, pero lo único que encuentra es una mirada de aturdido estupor y el sonrojo de un profundo carmesí por la vergüenza subiendo lentamente por mi pecho y mi cuello cuando me doy cuenta de pronto que la cafetería se ha quedado completamente en silencio.

Todos se me quedan mirando.

Todos.

"Uh, ¿lo siento?" Ofrezco, encogiéndome de hombros y haciendo una mueca al mismo tiempo.

Hay una risita suave y tranquila que atraviesa el denso y tenso aire. Echando un vistazo más allá del hermoso chico enojado veo a dos tipos parados justo detrás de él. Un chico rubio de cabello largo con mucho metal en su rostro, y una alarmante sonrisa engreída tirando de una de las esquinas de su boca. El chico a su izquierda es enorme, puro músculo y también metal, pero con profundos hoyuelos que plasman una expresión casi inocente. Los hoyuelos están a plena vista mientras observa el enfrentamiento entre el Chico Malteada y yo.

Los ojos del Chico Malteada se estrechan al mirar los míos, pero sorprendentemente no es incómodo. No, tiene un efecto completamente diferente en mí.

Cooch está haciendo el puñetero cat daddyen mis bragas.

Esa perra es una completa masoquista. Juro que está suplicando por una golpiza tradicional al estilo ama de casa abusada.

"¿Lo siento?" Dice con desdén. "¿Lo siento? ¿Eso es todo lo que vas a decir?"

"Uh, ¿la culpa es mía?" Ofrezco insegura, sin saber realmente qué espera este chico de mí. "O sea, por cómo lo veo, yo soy la que tengo algo que perder aquí. ¡Esa malteada cuesta casi cuatro dólares!"

En ocasiones, cuando me pongo nerviosa digo cosas realmente estúpidas, lo primero que se me viene a la cabeza. Y algunas veces decir esas cosas me mete en problemas.

Como ahora.

"¿Te preocupa tu malteada de cuatro dólares?" Dice con brusquedad.

"¿Te preocupa tu cuenta de la tintorería?" Replico con una ceja levantada. "Lo siento. Te confundí con un chico. Me equivoqué."

Hay un jadeo colectivo de todos en la cafetería. Miro alrededor con nerviosismo, forzándome a no inquietarme. La idea de salir corriendo cruza por mi mente, solo salir disparada y dejar ahí al enojado chico ardiente, pero me tiene bien agarrada de los brazos, además, hay un charco de malteada de chocolate alrededor de mis botas vaqueras. Un movimiento en falso y estaré tumbada de espaldas mirando al Chico Malteada.

Tumbada de espaldas mirando al Chico Malteada…

No me parece una idea tan terrible, considerando que es el chico más ardiente que he visto en mi vida, pero no soy una zorra, además, él parece ser un colosal pendejo.

"¿Estás cuestionando mi masculinidad?" Pregunta, al parecer la ira se retira un poco a medida que una nueva emoción brilla en esos ojos jade.

"Qué gran palabra," jadeo con sarcástico asombro y rodando los ojos. "¿Te dolió cuando salió de tu boca?"

"Ah, ¿así que ahora cuestionas mi inteligencia?"

"No la cuestiono, Chico Malteada. No hay nada cuestionable sobre tu inteligencia… o ausencia de ella."

No sé por qué estoy siendo tan grosera con este chico. Tal vez porque él está siendo grosero conmigo, o tal vez por la simple vergüenza y humillación de los ojos de docenas de extraños perforando los costados y la parte de atrás de mi cabeza. En todo caso, lo estoy encabronando en serio. Su piel se enrojece lánguidamente entre los coloridos tatuajes que se asoman de su cuello en V, y aprieta el agarre de sus manos en torno a mis brazos. Cooch se está poniendo como loca, animándome a continuar con el torpe vómito verbal, porque esa perra es una total mujerzuela, esperando y disfrutando el show. Creo que secretamente desea que el Chico Malteada la abofetee un poco.

Qué putilla.

"¿Derramas la malteada sobre mí, cuestionas mi masculinidad y luego insultas mi inteligencia?" Pregunta, levantando una ceja perforada.

Su agarre se relaja a medida que sus manos recorren mi piel, sus pulgares rozando la parte interna de mis brazos, el área que es sensible, donde siento cosquillas, y me hace estremecer. El vestigio diminuto de una sonrisa tira de sus labios cuando siente mi cuerpo temblar bajo su toque. Me suelta, para luego limpiar sus manos en la parte limpia de sus jeans como si limpiara porquería de sus dedos. Eso junto con la mirada cómplice en sus ojos, me indica que está consciente de la reacción de mi cuerpo a él. De pronto estoy realmente molesta, no solo con él, sino con Cooch por ser una mujerzuela desalmada.

Luego se inclina hacia mí, sin preocuparse que todos nos miran claramente boquiabiertos. Sus palabras susurradas son bajas, tan bajas que de hecho, solo mis oídos pueden escucharlas mientras su cálido aliento acaricia mi oreja.

"No te conozco," susurra, su voz seductoramente amenazadora, "y tú no me conoces, pero muy pronto lo harás. ¿Quieres saber por qué? Porque a partir de hoy, voy a hacer de tu vida un infierno."

"¿En serio?" Musito, y mi rostro se contrae con falso horror mientras él se aleja poco a poco.

"En serio," jura, una sonrisa engreída jugando en sus labios al mismo tiempo que cruza los brazos sobre su pecho.

Me olvidé del vaso medio lleno de malteada que seguía sosteniendo entre mis dedos, eso hasta que estoy parada de puntillas vaciándolo sobre su cabeza. El líquido frío se filtra a través de sus desordenados mechones caramelo, bajando por cada lado de su rostro, goteando por entre la barba incipiente cubriendo sus pómulos pronunciados. El vaso cae de mis delgados dedos, el suave plaf al golpear el suelo tan fuerte como un disparo dentro de la silenciosa cafetería.

"No tan engreído ahora, ¿verdad, pendejo?" Digo, porque soy una masoquista y claramente no estoy considerando las repercusiones de hablarle de esa forma a este extraño.

La mirada que me da es absolutamente letal, sus ojos verdes se oscurecen mientras la malteada gotea de su cabello. Está inmóvil, simplemente mirándome como si quisiera arrancarme la piel y posiblemente crear un abrigo de invierno.

Es entonces que decido que tal vez sea un buen momento para escapar.

Mis botas se resbalan y me deslizo por el piso laminado al salir disparada por la cafetería, ignorando las cabinas llenas de gente mirando descaradamente a mi rostro rojo como un tomate. La puerta se abre con un silbido, ahogando los callados murmullos y jadeos sorprendidos detrás de mí. La grava cruje bajo mis duras suelas al abrirme paso por el lote, con la bolsa grasosa todavía en mi mano.

Trato de quitar torpemente el seguro de mi camioneta cuando escucho que cruza el estacionamiento, provocando que se acelere mi palpitante corazón. Mirando por encima de mi hombro lo veo, persiguiéndome, pegajoso y pecaminosamente enojado. Cooch está luchando contra mí, haciendo todo lo que puede por debilitar mi fuerza de voluntad, utilizando sus habilidades de control mental ninja para hacerme dejar caer mis llaves.

Me agacho para agarrar mis llaves, mis rodillas casi doblándose cuando escucho una maldición gutural baja tras de mí. Un pequeño chillido deja mi boca cuando me da la vuelta, dejando caer mi bolsa de comida y mis llaves cuando me presiona contra la camioneta.

El sonido de sus amigos gritándole hace eco en la distancia ya que están parados frente a la cafetería, sus siluetas visibles por el tenue resplandor que atraviesa las ventas de cristal detrás de ellos. Adolescentes curiosos están pegados a los ventanales, sus manos rodeando sus ojos mientras miran hacia el oscuro estacionamiento.

Sus manos están curveadas a cada lado de mi cintura, sus pulgares presionando los huesos de mis caderas al empujarme suavemente contra la camioneta. Sus dedos rozan la piel desnuda justo debajo de la orilla de mi camiseta, toda pegajosa y dulce. Sus ojos son abrasadores, dos llamas oscuras ardiendo en los míos. El pánico y el placer me recorren mientras mi cuerpo lucha contra mi mente, uno gritándome que huya mientras el otro demanda algo completamente diferente.

Cooch está suplicando que sus persistentes dedos rocen más abajo, la sinvergüenza libertina. Es osada con sus pensamientos, anhelando las caricias de un extraño de la forma en que lo hace. Tiene suerte de tenerme…

Y tiene suerte de tener mi rodilla que estrello justo en la entrepierna del Chico Malteada.


Recordemos que la primera impresión jamás se olvida, así que no sorprende que estos dos se odien jejejeje. Después de ese intercambio de palabras, amenazas y ese golpe de gracia de Bella, era obvio que terminaran como enemigos. Pero bueno, por Bella sabemos que hay algo más bajo la superficie, la Cooch con borlas de porrista jajajajaja, vaya que le gustó el Chico Malteada y eso ha producido una tensión sexual que tiene a Bella ardiendo, ¿será que Edward siente lo mismo? Bueno, es evidente por ese encuentro cercano del prólogo que sí, ¿pero será solo deseo sexual? Ya lo veremos. Espero que hayan disfrutado del capítulo y como siempre, estaré esperando ansiosa sus reviews para saber qué les pareció y poder leer el siguiente capítulo. Por favor, no olviden que sus reviews es el único pago que recibimos por divertirlas y la verdad es que no les cuesta nada, más que unos minutos de su tiempo, el escribir unas cuantas palabras y enviar ;)

Muchas gracias a quienes dejaron su review en el capítulo anterior: Leah De Call, Rosiichita, Freedom2604, Nadiia16, somas, Mio1973, bealnum, Cassandra Cantu, NaNYs SANZ, Aidee Bells, Lizdayanna, rjnavajas, Paola Lightwood, BereB, Pam Malfoy Black, Andrea Ojeda, kaja0507, Jade HSos, NarMaVeg, Brenda Cullenn, Car Cullen Stewart Pattinson, tulgarita, Laliscg, Manligrez, bbluelilas, Sther Evans, mony17, Ady, Pameva, Isis Janet, Edith, Adriu, angryc, glow0718, belen2011yani, mrs puff, MajoRed, Ali-Lu Kuran Hale, Tata XOXO, Adyel, solecitonublado, arrobale, Lectora de Fics, aliceforever85, Liz Vidal, Mafer, Sully YM, EriCastelo, Kriss21, y algunos anónimos. Saludos y nos leemos en el próximo capítulo, espero que muy pronto ;)