El sol ascendió por el horizonte de Luna Nova. Los animales recién se levantaban así como las estudiantes de la prestigiosa academia. Así lo hacía Lotte Jansson, quien intentaba tomar sus gafas mientras se levantaba de aquella cama.
—Sucy ¿Estás despierta ya?
A un par de metros de su litera, estaba Sucy Manbavaran, mezclando coloridos líquidos cuyos olores infestaban la habitación y alejaban desde el más pequeño insecto hasta las aves mañaneras que se paseaban por los ventanales del edificio. Desde las afueras, la ironía del contraste verdoso de ese ventanal con los demás cristales le sacó sonrisas a los guardias minotauros que hacían guardia por el campus.
—¿Ahora qué estás preparando?
—Muy pronto lo sabrás, solo espera.
La risa de la chica pálida complementada con una mirada pícara a la tercera compañera todavía en un profundo sueño, prendió las alarmas de la chica de anteojos.
—Sucy-
—No pasará nada, de hecho, me vas a agradecer.
Las risas que le siguieron a aquellas palabras solo hizo que Lotte se levantara a entrar rápido al baño y alistarse.
Un piso debajo de ellas, Jasminka Antonenko se levantaba con igual energía. La ausencia de su compañera Constanze Amalie y los ruidos provenientes del sótano del edificio, le hacían saber que la pequeña ya estaba lista de hace tiempo, caso diferente, la chica pelirroja que dormía en la parte baja de la litera.
—Amanda ¿Sabes que en una hora es la ceremonia de bienvenida?
—¿Hay que ir en traje?
—Pues no.
—Entonces no me demoro mucho preparándome, déjame dormir.
—Ni que se necesitará mucho tiempo te levanta-
A eso, la puerta sonó con tres toques en la madera que la componía.
—No hay nadie
—Muy graciosa, Amanda ¡Abre la puerta!
Esa voz era reconocible por las dos presentes en la habitación. A paso lento y cojeante, recibió la visita una Amanda que parecía más una muerta viviente que una joven estudiante.
—¿Sabes que en una hora empieza la orientación?
—¿Qué quieres, Hannah?
—¡Presta atención a lo que te digo!
Hannah England, vestida y preparada con su uniforme, hizo entrega de un pergamino que portaba en sus manos, algo que le hizo ganar varias miradas desde que se le había sido entregado por la directora hasta llevarlo al dormitorio del equipo de las problemáticas.
—En serio ¿Qué sucede? ¿Y por qué tienes un pergamino tan viejo?
—Es un plano, Constanze está ayudando a preparar el evento. Tal vez deberías tomar un poco de ejemplo de tu amiga.
—Si necesitan a una acróbata especialista en los vuelos de escoba, pues estaré presente, mientras, seguiré dando mi siesta.
—¡Este evento es importante! Además que Diana nos necesita para terminar todo y eso te incluye.
—¡¿Qué?! ¿En qué momento me metieron en eso?
—¡Desde esta mañana! Así que es mejor que te alistes.
—¿Que Diana no tiene suficiente con los refuerzos que dicta como para haberse metido en la organización del evento?
—Solo lo dicta a Akko.
—Ella cuenta como un salón completo.
—Incluso Akko no es problema para Diana, con su inteligencia y gran talento es capaz de poder dictar clases a una horda de dragones si quisiera, incluso- —el estruendo de la puerta al cerrarse en su cara fue lo que detuvo su discurso—. ¡Esa tipa!
—¡AAAHHH!
A sus espaldas, escuchó un grito que la hizo girar a ella y a varias estudiantes de pisos superiores e inferiores. Los gnomos, con sus carruajes cargados de madera y clavos por los alrededores del campus, alcanza a oír aquel sonido,
—¡¿Akko?!
Grande fue la sorpresa de Hannah al ver a la castaña en pijamas, el color rojo hasta su cabeza y con su lengua echando fuego del vapor que salía, en frente de ella dando pequeños saltos de afán.
—¡Agua! ¡Agua!
—M-mas al fondo —tan rápido escuchó esto, su presencia se la llevó el viento mismo que la trajo—. ¿Cómo Diana hace para controlarla?
Una pregunta curiosa, teniendo en cuenta a Sucy quien, un piso arriba, estaba anotando detenidamente las notas de las reacciones mientras que su compañera de anteojos la reñía. Las estudiantes testigos de la escena simplemente hicieron como no haber visto nada, pero con graves risas desde sus adentros.
No demoró mucho hasta que por fin la castaña pudo encontrar una fuente de la cual degustar y calmar esa sensación que tenía en la garganta. Pero la dicha no duró mucho, solo hasta que una voz sonó a sus espaldas.
—¿Akko?
Un escalofrío recorrió su espalda, y con lentitud volteó para encontrarse a quien temía que estaba allí.
—¡Hola, D-diana! ¿Qué tal? —respondió con risa nerviosa.
—Preparando la orientación ¿Qué estás haciendo tú, Akko?
—Yo pues... —buscando a tientas una excusa, no consiguió nada—. ¡Lo siento! Solo sé que me levanté con un agrio sabor en mi garganta ¡Sé que fue obra de Sucy! Por favor no lo cuentes en tu reporte mensual.
—Mira, Akko... —Cavendish tomó una bocanada de aire y luego exhaló—. Ahora estoy muy ocupada y necesito que todo esté correctamente, y quiero que te comportes. Por favor, solo ve a tu habitación y alístate que en una hora todo iniciará.
—¡Como ordene mi comandante!
Y con ese gesto burlesco, Akko se alejó a toda marcha.
—¿Qué se supone haré con ella?
Diana tomó por su lado caminando a través del pasillo. La actividad de los pasillos con alumnas y criaturas mágicas preparando todo, era de poca normalidad. Pero el inicio del primer semestre del año ameritaba el movimiento, además de las nuevas estudiantes que entrarían consigo.
Ese día era su primer paso al segundo año de su proceso en la academia (sin contar los días anteriores en donde todas recién volvieron y Akko ya no se puso a buscar una para de autobús inexistente). Con sabor melancólico, Diana se ponía a repasar todo lo que habían vivido, desde la llegada de la castaña a la academia y cuando liberaron el Grand Triskellion, tantas cosas en tan poco tiempo.
«Me pregunto si estos dos años que nos quedan serán igual de bulliciosos» Pensaba la joven ingenua, caminando en los movidos pasillos, con estudiantes pasando y saludando, y distintas hadas cargando desde altas escaleras hasta panfletos de todos los tamaños.
A pocos pasos, llegó al corredor que daba con la fila de habitaciones donde se encontraba la suya. Más le valía apurarse a buscar los libros que Chariot le pidió para organizar sus primeras semanas de clases, no tanto por la pelirroja cuya amabilidad y ligera torpeza no se perdió con la revelación de su identidad, sino con la que se volvió entonces supervisora de las maestras: la profesora Finnelan (que ganas no le faltaban de reprocharle a Chariot con todo el alboroto que había en el gimnasio).
Abriendo la puerta, Diana se encontró a Barbara Parker vistiendo su uniforme.
—Pensé que ya estabas lista y ayudando a Hannah.
—¡Diana! —exclamó la chica sobresaltada—. ¡Te pido perdón! Con el trabajo que Finnelan me encomendó ayer de organizar la lista de quehaceres, no dormí sino hasta muy pasada la media noche... Admito que me quedé dormida.
—Bueno, más vale que remedies eso apurandote. Necesito que me des una mano más.
—¡Claro! —dijo para terminar de prepararse—. No puedo creer que este año se haya retrasado tanto la orientación, llegamos y recién la van a hacer a los cinco días.
—Hubo un gran alboroto con todo lo que pasó el año pasado... La academia tuvo que dar muchas explicaciones. Lo que importa ahora es que debemos colaborar con la institución para que todo salga correcto y volver a clases lo antes posible.
—Sí... Aún recuerdo verlas en las noticias persiguiendo aquel misil que lanzó Croix. Lo bonito de todo es que al menos la magia volvió a estar en boca de todos.
—Es algo que podemos rescatar —comentó Diana mientras terminaba de buscar los libros por los que Chariot la envió (esperaba organizar pronto aquel revoltillo en su estantería luego de la limpieza apresurada que un hada había hecho)—. Bien, aquí los tengo. Al menos con esto agilizaremos el trabajo de organización con las profesoras y la directora.
—¡Ah! Eso me recuerda —comentó Barbara al terminar de ajustarse su corbata—. La profesora Badcock vino a buscarte. Dijo que la directora te solicita de inmediato.
—Bueno, iré a penas entregue estos libros.
—¡Yo te ayudo! —exclamó la chica mientras se acercaba para tomar los libros en sus brazos—. Permíteme compensar lo de hoy, ves donde la directora y yo me encargo de esto.
Con una sonrisa en sus labios, Diana dio las indicaciones a donde había de llevarlos. Así, ambas salieron de su habitación, y del corredor que daba de las habitaciones al pasillo, se despidieron para ambas tomar rumbos distintos.
En el camino, Diana divagaba sobre los posibles motivos por la que la directora la llamó. Estaba consciente de sus constantes visitas a la directora Holbrook y esta no sería la última, no obstante, pensó ya haber cuadrado todo en aquella larga charla que habían tenido hace dos noches (entre organización y eventos, Diana comenzó a soñar todas estas cosas, organizando un festival que al final terminó mal).
Al final, llegó a esa gran puerta de madera, a la cual dio ligeros dos golpes:
—¿Puedo pasar?
—¡Adelante, Diana!
Con el permiso de la directora, la estudiante abrió con delicadeza aquella puerta.
—¡Oh! Disculpo interrumpo una reunión, directora, ministra Lua... y...
Ante Diana, dos invitadas se levantaban de sus sillas. Reconocible al instante la primera ministra del ministerio mágico. La segunda aunque la reconoció, su cerebro tardó en procesar las palabras de su boca. No podía creer tal presencia, era como haber visto un fantasma.
—Incluso la representante de los Cavendish ya me olvidó, he estado mucho tiempo por fuera.
—N-no es eso... No podría nunca pasar por alto su presencia, Kira Tsubasa.
Ante ella, se levantaba aquella mujer de delicadas facciones. Piel blanca y cabellos cortos por encima del hombro. Sus 41 años pasaban desapercibidos en su piel completamente lisa. Vestida como si fuese una visitante ajena a ese mundo, engañaría a cualquiera cuyas conocimientos en magia sean pocos. Aunque mucha relación entre aquella mujer y la academia no había en estos años, y sus vestiduras confirmaban que continuaba así.
—Me reconforta eso —le respondió Tsubasa con una sonrisa a aquella joven.
—Bien, yo me retiro. Me gustaría quedarme para la orientación, pero entenderán que tengo cosas pendientes.
—No se preocupe, ministra Lua. Hace muy bien su visita por aquí. Si quiere llamo a una profesora para que le ayude con la salida.
—No hace falta, directora. Sé por dónde es.
—Además que estará conmigo para evitar cualquier extraviada —indicó Tsubasa, levantándose también de su silla—. Pude haberme ausentado unos años, pero aún recuerdo esta escuela como la palma de mi mano.
—Ya lo creo, y sabe que en cualquier momento es bienvenida aquí, señorita Tsubasa.
Con una mirada amable, aquellas palabras fueron acompañadas por un aire que a Diana no le pasó desapercibido. Y no habría de qué extrañarse, tener a alguien como aquella mujer dictando clases en la escuela, sería una idea que Diana no dudaba ya se habría discutido en aquella sala.
—Fue un gusto hablar con usted, directora. Y usted, señorita Cavendish.
—Es un honor conocerla —comentó la estudiante haciendo una pequeña reverencia que fue detenida por la mayor al instante.
—No es necesario tanta formalidad —dijo ella—. Viendo tus ojos, resultas ser idéntica a tu madre. Habría querido hablar un poco más contigo, pero me tengo que retirar. Es un placer conocerla también, señorita Cavendish.
—Bien, nos retiramos —interrumpió la ministra—. Nos mantiene al tanto de cualquier movimiento, directora.
—De eso no se deberán de preocupar, saben que las puertas de Luna Nova siempre estarán abiertas.
Y así, ambas mujeres se retiraron de la sala.
—Bien, ahora que quedamos las dos, puedo proceder a informarte acerca de todo. Toma asiento, Diana.
Así como indicó la directora, Diana se sentó en aquella silla al frente del escritorio.
—Bien ¿Para qué me llamaba, directora?
—Como sabrás ya, Diana, gracias a Margarette ya este segundo año han comenzado a entrar nuevas alumnas a la institución y hemos ganado un poco de nombre gracias a lo sucedido el año pasado.
—Nombre un poco cuestionable. Ya no es tanto que la magia ya no sea ignorada, sino que haya pasado a ser temida por algunos.
—Era algo inevitable. Después del alboroto ocasionado por Croix y de que casi terminamos en una guerra, el miedo a la magia ha comenzado a surgir un poco... Sabrás que esos sentimientos no tienen un buen antecedentes para nuestra historia.
—Para eso está Luna Nova, directora. Nos encargamos de dar a relucir el verdadero rostro de la magia.
Una risa cálida se posó en los labios de la directora.
—Sé que es así, y parte de ese trabajo es poder dirigir todo correctamente, manteniendo todo bajo control y por eso te he llamado.
—No entiendo, directora.
—Diana, ¿Qué evento astrológico está cerca?
—La luna gigante.
—Exacto... Una vez cada diez años, la luna está más cerca de la tierra, y la conexión que tenemos con el mundo de los espíritus y el más allá es más fuerte que en cualquier momento. Este evento puede ser aprovechado por las brujas y magos dedicados a hablar con espíritus... Pero también puede ser usado para otros fines.
Con estas últimas palabras, la sonrisa de la directora desapareció un poco y un semblante se posó sobre ella. No pasó desapercibido para Diana, ella reconoció aquel sentimiento.
—¿Qué insinúa, directora?
—Que necesito de tus dotes, Diana, para que guíes a cierta estudiante que va a empezar con nosotros.
—¿De quién se trata?
—Puedes imaginarte de quien, tomando en cuenta a la mujer que te encontraste aquí hace unos minutos.
Su pensamiento y conjetura, se manifestó en palabras.
—La hija de la familia Kousaka...
—Kousaka Chika.
Mientras tanto, en la habitación del equipo Kagari, ya estaban las tres estudiantes casi listas, con Sucy preparando el cuello de su uniforme, Lotte terminando de arreglar la corbata de Akko y esta última sentada en su cama mientras luchaba con un malestar que estaba tocando las paredes de su cráneo.
—¡Ya no aguanto este dolor de cabeza! Tus venenos ahora son más letales, Sucy —Dijo la castaña entre lágrimas exageradas.
—Me hubieses dicho eso, ya guardé el cuaderno de notas para escribir ese efecto.
—¡¿Solo soy un conejillo de indias para ti?!
—¡Akko! Por favor, deja de moverte tanto, solo tengo que apretar un poco... ¡Y está listo!
Lotte se levantó con una sonrisa para luego comenzar a también guardar las cosas que se llevaría.
—¡Gracias, Lotte!
—De nada, Akko —Respondió la chica de anteojos con una sonrisa—. Y, Sucy, creo que debes reconsiderar eso de estar probando venenos con Akko. Haberle dejado una migraña no es algo normal.
—Lo que le dí actúa como picante. No debería por qué dar dolores de cabeza, pero tomaré en cuenta eso, ahora vamos —La chica de pálida comenzó a partir por aquella puerta.
—¡Gracias, Lotte!
—Agradeceme alistándote, Akko. Se nos está haciendo tarde —Le dijo la chica con cara preocupada.
—No te preocupes, todavía faltan veinte minutos para la orientación.
Con gesto relajado, la castaña posó una mano en su cama y la otra en su almohada. El tacto de su palma sobre su almohada sintió algo que llamó su atención. Estaba húmeda, bastante húmeda. Le recordó a cuando se enfermaba de pequeña y sudaba mucho, la funda de su almohada quedaba muy mojada y su madre siempre la cambiaba ¿Será eso? Se sentía bien, no estaba enferma ¿No era sudor entonces? O acaso...
«Estaba... ¿Llorando dormida?» Pensó la castaña.
—Akko, ya es hora de irnos.
—Lotte —antes de que la chica de anteojos saliera, Akko la llamó, deteniéndose en la entrada de la habitación—. ¿Te quedaste despierta anoche cuando estaba durmiendo?
—No mucho, me fui a dormir poco tiempo luego de que tú lo hicieras ¿Por qué?
—¿Viste algo extraño en mí?
—Bueno, no exactamente —dijo la chica de anteojos mientras giraba hacia su compañera—. Sí recuerdo que estabas murmurando varias cosas, pero no alcancé a entender qué era ¿Tuviste una pesadilla?
—Realmente no recuerdo nada de lo que soñé —la castaña bajó la mirada, un poco perdida, tratando de hacer memoria—. Solo recuerdo haber visto al triskell.
—¿A qué te refieres, Akko? ¿El Grand Triskellion?
—...No, nada. Tuvo que ser una pesadilla cualquiera, mejor vámonos antes de que se nos haga más tarde.
Así, ambas chicas salieron de la habitación para seguir a Sucy quien se había adelantado. Dejaron la puerta cerrada, con aquella habitación vacía, solo con las camas, sus objetos, y la almohada de Akko llena de sus lágrimas derramadas la noche anterior.
