DE PROFESIÓN: VOYEUR
2ª parte
El espionaje no le estaba surtiendo efecto, aunque tampoco debía desesperar y darse por vencida, sólo llevaba dos días… Aunque tampoco los daba por perdidos esos días, cada noche Hashirama le hacía el amor cuando llegaba de sus funciones de Hokage. Y la verdad es que se mostraba muy apasionado, incluso el segundo día la acorraló contra la pared sólo entrar por la puerta, le hizo levantarse el kimono y sin desnudarse pues sólo se bajó un poco el pantalón, la penetró por detrás… No por su entrada trasera, que seguía teniendo curiosidad respecto a esto, sino de forma vaginal pero desde su espalda. Disfrutó en demasía de la urgencia de su marido.
A la mañana siguiente supo porque, Madara había salido de misión y tardaría un día más en volver mínimo. Comprendió entonces porque su espionaje no estaba dando fruto, se llevó la mano a la cara pensando que había sido algo estúpida por no ver que… Aunque veía a su marido, en la aldea paseando y en la Torre trabajando codo a codo con su hermano, nunca aparecía Madara. Bueno, por suerte nadie descubriría su fallo y su orgullo permanecería intacto.
Esa noche no fue distinta a la anterior, Hashirama la asaltó en la mesa después de cenar, cuando estaba recogiendo los platos. Oh, por favor que bueno fue.
Y sería mejor, porque mañana llegaba el Uchiha y si el arrogante azabache sufría de la misma necesidad carnal que su marido, seguro que se encontrarían en cuanto Hashirama lo sintiera y seguramente el encuentro sería apasionado. Tenía que estar muy atenta…
(…)
Estuvo siguiendo a su marido por la aldea en cuanto salió de la Torre Hokage, seguro que se había escaqueado. Y pondría la mano en el fuego de que iba camino a recibir al Uchiha, pues la sonrisa boba en sus labios era muy delatora. Haciendo gala de su dominio de las técnicas ninja se convirtió en su sombra, aunque algo distanciada y si, se dirigía a las afueras de la aldea. El bosque en esa parte era frondoso, con árboles gruesos y antiguos, era un lugar precioso. Se escondió cuando el moreno se detuvo y ahí estaba Madara Uchiha.
Los vio intercambiar cuatro palabras antes de que Hashirama se acercara al otro con una gran sonrisa, Madara le dice algo que le hace bajar la cabeza algo decaído, antes de que sea el mismo Uchiha quien asalta de forma apasionada al Senju. Le habría gustado saber que se han dicho… Pero esta demasiado lejos.
Aprieta el tronco del árbol en el cual está escondida, notando la rugosa corteza contra sus palmas. Puede verlos, pero no con tanta definición como cuando los observó en el despacho, pero le es imposible acercarse más.
Igualmente aprecia como la ropa va quedando floja en sus cuerpos, el haori queda en sus codos y a media espalda y los pantalones de Hashirama acaban en sus rodillas, Madara sólo se baja los suyos un poco antes de apretarse contra la espalda del Senju, al cual ha dejado retenido contra un árbol y con un fluido movimiento de cadera ve como penetra a su marido. Abre la boca asombrada… Eso no se lo esperaba y menos cuando en esos últimos dos días Hashirama ha demostrado que puede ser tan lujurioso y posesivo.
Gime contra su mano por ver como el azabache mueve su cadera dándole duro al moreno y como este parece apretar la madera entre sus dedos mientras apoya la cabeza contra el tronco, sus piernas algo flexionadas para salvar la diferencia de medida entre uno y el otro. O kami-sama que caliente siente todo el cuerpo, es como si miles de hormigas le recorrieran bajo la piel. Aprieta uno de sus pechos con deseo. "Ojala estuviera más cerca para poderlos oír, y poder ver con todo lujo de detalles ese encuentro". Se da cuenta de que terminan al quedarse estáticos, con Madara apoyado en la espalda del más alto y se queda esperando unos segundos más, por si van a hacer algo más. La decepción la invade cuando los ve separarse y como recolocan su ropa, un pensamiento excitante la invade "a su marido le bajara el semen de Madara por las piernas como le sucede a ella con el suyo…" Lo puede comprobar esa noche, pero tiene que ser disimulada.
Esa noche Hashirama la abraza con cariño y se recuesta a su lado no parece dispuesto a iniciar nada carnal con ella, así que le toca incitarle para hacer el amor, su plan funciona cuando consigue que su pene se ponga duro. Mientras lo hacen le agarra el trasero y con cuidado, busca palparle el lugar, Hashirama se queda quieto asombrado, pero la acaba dejando explorar. Sabe que es algo que no le desagrada, pues eso hace que jadee con mayor intensidad y se mueva con mayor pasión. Para su consternación no hay humedad cercana a la rosada entrada trasera de su marido, eso la decepciona mucho. Le habría encantado notar la blanquecida sustancia ajena al Senju, salir desde ese escondido lugar; ver como poco a poco va saliendo del prieto trasero moreno de su marido. Esos pensamientos la excitan y haciendo girar a Hashirama, se monta encima suyo, le retiene las manos contra el colchón y le cabalga hasta que siente el semen llenándola y ella misma llega a su propio placer. Se deja caer contra su pecho con una sonrisa satisfecha, si le tuviera más confianza se levantaría para que viera como su esperma le cae de dentro, mientras le pide que la limpie. Pero no se atreve, tiene una reputación y una educación inculcada desde niña que mantener, ella es la princesa Uzumaki, esa fantasía quedará para si misma, bien resguardada en su mente.
(…)
Por la mañana va paseando por la aldea, disfruta de ese tranquilo y bonito lugar, hasta que una presencia la agarra por un brazo con violencia y su espalda choca contra una pared, no le dará la satisfacción a ese hombre de escucharla quejarse.
–Madara Uchiha-san – Saluda con la educación inculcada desde niña, aunque en realidad tiene ganas de gritarle cuatro verdades sobre su pésimo carácter y trato hacia ella.
Esa maldita bruja lo encara sin temor, frunce los párpados molesto. Sabía que le iba a dar problemas, por ese motivo la ha encarado y la tiene arrinconada, parece que sus anteriores acciones hacia Hashirama Senju no se lo dejaron lo suficientemente claro, pues ayer en el bosque volvió a sentir a la molesta mujer observándoles.
–¿Quieres jodernos, princesita? – El gesto de ella le da a entender que no le capta –Nos observaste ayer de nuevo.
Mito enrojece, el Uchiha se dio cuenta. Lo mira con un poco de temor, pensaba que había sido cuidadosa, Hashirama no le ha dicho nada.
–¡Te he hecho una pregunta! ¿Quieres ir diciendo lo que hay entre Hashirama y yo para crearnos problemas? Antes de que lo consigas te mataré, no permitiré que dañes la imagen del atontado ese…
El hombre delante suyo la mira amenazante, sharingan activado y mano en un kunai, además de que parece creer que busca delatarles o, especialmente hacer daño a Hashirama. Le sonríe enternecida, Madara si ama al moreno y busca protegerlo, a su manera claro. Pero parece que su sonrisa aun molesta más al azabache. Tiene que hablar y ser sincera, no quiere mal para ninguno de los dos, ella es la tercera pata en esa relación, ellos dos estaban y se amaban de antes y su padre y el consejo obligaron a Hashirama a aceptarla en su vida. Ella es la que sobra allí. Le mira de forma directa a esos ojos con el doujutsu activado, no se dejaría amilanar.
–Si que os vi Madara-san, y es la segunda vez que lo hago – Su voz sale calmada, buscando relajar a ese tenso hombre.
–¿Y te gustó, princesita Uzumaki? ¿Es que querías reunir pruebas para jodernos?
–Si, si que me gustó– Baja la mirada algo avergonzada antes de mirarle y negar – No, no es mi intención buscaros ningún mal… Yo, yo sólo…
Madara se sorprende por el valor de esa mujer, le esta plantando cara, cosa que muchos shinobis avezados en batalla no se atreven a hacer.
–¿No te cabrea que tu marido sea mío? ¿Qué desate su pasión conmigo?
Mito se queda callada unos segundos, mientras rememora las dos veces que les ha visto y los dos días que Hashirama encontró a faltar al Uchiha y desató sus instintos con ella. Se lame el labio inferior lentamente y Madara levanta una ceja, empieza a comprender el actuar de esa mujer. Igualmente quiere una respuesta ya, así que la exige.
– No… Yo – Se frota las manos entre si. Quiere decirlo, pero su esmerada educación a veces la domina. Quiere decirle que eso la excita mucho más.
Madara sonríe arrogante, así que no se equivoca. Su último pensamiento era acertado.
–¿Te pones cachonda, verdad? La elegante Mito mojándose por ver a dos hombres haciéndolo.
–¡Lo hago, pero no hace falta que seas tan soez! –Le mira con las cejas fruncidas en molestia.
–¡Jajajajaja! ¿O sea, te gusta ver follar duro dos hombres, pero quieres un lenguaje educado?
Esta a punto de decirle a Madara que cuando se ríe parece desquiciado, pero eso sería faltarle al respeto. Lo deja correr y se queda pensando en las palabras dichas por ese shinobi. Y es cierto, le gusta verlos por eso mismo, por la rudeza del acto y el salvajismo que desprende. Cierra los ojos un segundo antes de mirarle de nuevo.
–Tienes razón, pero es como he sido educada, Uchiha.
Madara se le separa un poco, sintiéndose más cómoda… La verdad es que el azabache es algo intimidante, también ve que ahora sus ojos son negros, una lástima le gustaba mirar esos ojos rojos y brillantes. Nota admiración en la mirada del varón.
–Esta noche, Hashirama vendrá a mi hogar a las 9:30, si vienes antes… – Admira a esa mujer que creía débil, sumisa y caprichosa. Que equivocado estaba… Mito puede resultarles muy divertida y un soplo de aire fresco a sus juegos. Él por lo menos ha disfrutado de saberse observado. Se aleja de la mujer sin siquiera despedirse, queda en su mano aparecer o no.
(…)
A las 9:17 Madara oye la puerta de su hogar y sonríe travieso antes de abrirle a la pelirroja mujer, la nota nerviosa, azorada, pero a la vez decidida. La hace pasar y la guía a un armario.
–No hagas ruido y esconde tu chakra. Hay una buena rendija para mirar desde tu lado –Le señala por donde podrá observar todo lo que ocurra sin ser descubierta, eso si sabe ser cuidadosa.
Y pocos minutos después, llega su marido a visitar a su pareja o amante… No sabe como se consideran entre ellos.
Los ve entrar en ese cuarto donde se encuentra ella y como se besan de forma ruda y apasionada, parece más una lucha de bocas, aunque realmente la lucha empieza poco después. Se pone la mano en la boca asombrada y porque no reconocerlo, cachonda, viéndoles agarrarse y empujarse. Las ropas acaban rasgadas y regadas por cualquier lugar, los dos hombres desnudos y ella se maravilla del magnifico cuerpo que poseen ambos, hasta que Hashirama le hace una especie de llave a Madara y lo tumba en el suelo con él encima. Ve como su marido agarra las manos del azabache y lo inmoviliza contra las tablas de madera, mientras frota su erección entre esas nalgas. Recuerda que en el encuentro en el bosque fue el Uchiha quien tuvo el papel dominante, en cambio ahora es su marido quien penetra al otro hombre, Madara suelta un gruñido bajo y profundo.
Los movimientos inician por parte de Hashirama, la bestialidad que usa con el otro la fascina y comprende que con ella se contiene mucho, lo cual lo considera una pena, le gustaría que con ella también fuera así pues no se iba a romper.
Madara gime de forma gutural y de tanto en tanto mira hacia su dirección con una sonrisa torcida, ella por su parte muerde un pedazo de tela con fuerza, siente sus pezones erectos y la humedad entre sus muslos. Eso es mejor de lo que había imaginado. Lleva su mano a su vagina y aprieta la zona, sin tocarse, no puede arriesgarse a que la descubran.
Madara no puede evitar sentirse muy excitado sabiendo que la mujer en el armario les esta observando, así que gime y tiene que contenerse para no correrse, eso no puede terminar aun, quiere mostrarle a la princesita Uzumaki como gime con necesidad su Hashirama cuando le penetra. Así que aprieta sus músculos anales buscando hacer llegar a Hashirama antes al orgasmo.
– Maddy si sigues así me vas a hacer correr–Jadea con voz ronca, el Uchiha se la estruja delicioso y poco más va a durar, sobretodo con el potente ritmo que llevan.
–No me llames así –Se queja el azabache con voz demasiado ronca y sexi, mientras aprieta de nuevo y mueve su cadera para que el Senju aumente el ritmo.
Hashirama se corre con un jadeo gutural y se deja caer encima de la espalda de Madara, saciado, relajado, plenamente satisfecho y algo agotado, mantener a alguien tan fuerte como el Uchiha sometido es desgastante, eso si muy caliente, pero teme que su resistencia a aguantarlo se ha terminado así que afloja un poco el agarre.
Ve como Madara aprovecha para moverse de pronto y le hace una llave a su marido, dejándolo de espaldas contra el suelo y tumbándose encima. Aprecia que el Uchiha no se ha corrido pues su pene apunta orgulloso hacía el techo, y no puede evitar pensar que también es un pene bonito, más grueso que el de su marido y más rosado al tener el Uchiha la piel más blanca. Le levanta una pierna del moreno llevándosela al hombro y le penetra con fuerza. Hashirama gime y lleva su otra pierna al otro hombro del Uchiha, y ahí casi siente que la asalta un orgasmo sólo de poder ver eso. Como esos dos pueden ser tan sensuales, siente que tendrá que estarle agradeciendo al arrogante Uchiha durante toda la vida por permitirle estar de mirona en ese armario. Y su marido gime tan bonito, realmente es bastante escandaloso comparado con el azabache, mientras que los gemidos de Madara eran guturales y roncos, casi meros jadeos muy masculinos, su marido no se esconde tanto de lo que le provoca el grueso miembro del otro en sus profundas penetraciones, gime sin pudor y sus dedos arañan la piel de brazos y espalda del que esta encima cada vez que éste clava con fuerza en su interior.
Y Madara aumenta el ritmo, mientras lleva sus manos a levantarle la cadera al Senju, dejando sus dedos marcados al apretarle con fuerza. Y suelta un seductor gruñido cuando llega al orgasmo, su marido también llega a un nuevo clímax y ve como esa sustancia blanquecina le salpica el pecho. "Lámelo" le gustaría ordenarle a Madara, sería tan erótico ver como el Uchiha agacha su cabeza sin salir aun del interior de su marido y pasa su lengua recogiendo la semilla del moreno con lentitud. Su mano presiona con mayor fuerza en su vagina y se mueve un poco para darse algo de placer y calmarse.
Ve a Madara agacharse, pero no para lamer la sustancia, sino para besar apasionadamente al otro, antes de separarse llevándose un poco de su semen del interior del Senju con él y levantarse, camina hacía la puerta con su arrogancia característica.
– Maddy, no me seas borde –Hashirama hace un adorable puchero, que a ella le gustaría morder traviesa – Me podrías abrazar.
Pero el azabache no se detiene, sólo hace un gesto obsceno con un dedo mientras sigue andando en su gloriosa desnudez. Y Mito no se pierde como ese trasero prieto y firme se contonea y tensa a cada paso, menudo cuerpo tiene el líder del clan del abanico.
Su marido aun con el puchero en la boca se levanta veloz y abraza al azabache por la espalda, le besa el cuello mientras los dos caminan unidos de esa extraña forma hacia fuera de ese cuarto, imagina que deben ir a comer algo o a beber después de esa extenuante sesión de sexo tan bestial.
Y sintiéndose sola y sintiéndolos a ellos lo suficientemente lejos de su persona, mueves sus dedos con más velocidad en su clítoris y con su otra mano busca penetrarse, durante algunos minutos esta de esa forma, la humedad en su interior es mucha y finalmente explota en un intenso orgasmo, pero no se permite soltar ningún sonido para no alarmar al Senju. El clímax la golpea con fuerza y el cosquilleo orgásmico la recorre mientras se retuerce y se hace bolita en el suelo del armario.
Poco después, la puerta de abre, es el Uchiha que va a por ella y para su mala suerte se ha puesto unos pantalones, aunque su educación agradece la decencia que muestra el hombre.
Madara piensa que encontraría afectada a la mujer por lo que ha visto desde ese armario, que las palabras que le dijo el día anterior sólo fueron dichas por orgullo cuando la encaró y al abrir el armario y verla encogida sobre si misma y dándole la espalda a la puerta, le demuestran que no estaba equivocado, sonríe cínico.
Pero al oírle se gira y la ve mirándole desde abajo, recorriéndole con una mirada llena de fuego, para sonreírle satisfecha y traviesa.
–Gracias... Ha sido... No tengo palabras.–Está… Satisfecha es poco, eufórica de alegría y llena de pasión, eso que ha visto es oro puro.
Mira a la mujer con una nueva admiración. Es totalmente diferente a como la creía, es lista, es atractiva (no lo va a negar), y es tremendamente lujuriosa. Sonríe y la ayuda a levantarse.
–Princesita Uzumaki eres toda una caja de sorpresas.–Le dice con un nuevo respeto a esa fémina, no ha conocido nunca a una mujer que le agreden ese tipo de actividades, ni que las disfruten tanto.–Pero me temo que tienes que marcharte, Hashirama se esta duchando y al acabar irá a vuestro hogar.
La acompaña a la puerta y antes de salir, la agarra del brazo y la besa en un acto que no puede contener, le gustaría incluir a la mujer de cabello de fuego en sus revolcadas con su Senju, después de todo ahora Hashirama es de los dos.
Ella le devuelve el beso, con la misma pasión y agarrándole del pelo tira con fuerza antes de morderle el labio con suavidad. Sabe que al Uchiha le gusta la rudeza y el dominio en el sexo, en ese sentido parece que tienen los mismo gustos. Y su mirada brillante y desafiante le dice que lo disfruta y que le excita ese trato rudo.
–Uchiha, me gusta demasiado veros tener sexo y me gusta hacerlo con mi marido. Que tu seas su amante o la otra pareja de Hashirama… No significa que me vaya a acostar contigo sin que él este de acuerdo. No le voy a engañar.– Ese no era su estilo, ni estaría bien con su moral si hiciera eso.
Y es cierto, ella no considera que Hashirama le engañe con Madara porque es evidente que entre ellos había ya algo mucho antes de que llegara y se casaran, es ella la que llegó para inmiscuirse por culpa de terceros Y por eso lo acepta, además de que disfruta demasiado de mirarlos.
Le guiña un ojo y con su elegancia característica, disfrutando del fresco aire nocturno se dirige hacía su hogar, esperara a su marido en el lecho, suponiendo que esa noche el Senju sólo buscara abrazarla, pero después de lo visto no le importa.
Madara la ve irse con una sonrisa caprichosa bailándole en los labios… Tiene que hablar con Hashi muy seriamente, Mito tiene que formar parte en sus juegos si o si, los tres van a disfrutar más de los placeres carnales así. Esta seguro que al moreno también le gustara sentirse observado por la pelirroja y luego... ¿Quizás realizar un trío? Después de todo, si él ya comparte a Hashirama con Mito, porque no puede el Senju compartirle a su esposa. Esos dos tienen que ser suyos...
