N/A: Muchas gracias por leer esta historia! Espero que este nuevo capítulos les guste, y puedan dejar sus comentarios u opiniones, lo cuales siempre se agradecen y son motivantes para seguir escribiendo.

Aclaración: Detective Conan no me pertenece, solo los personajes creados por mí.


Capítulo 2

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De pronto, como si hubiese sido golpeado por un balón, Shinichi se recompuso del impacto inicial y atinó a recibirla en la puerta e invitarla a pasar como se debía. De manera amable, pero con un tono crispado en su voz, como si estuviera haciendo esfuerzos para no verse nervioso, le recibió su abrigo para colgarlo sobre el perchero. Ella entró sigilosamente a aquella casa a la que no entraba hacía décadas, se puso las pantuflas que se encontraban ubicadas a los pies de la puerta principal, y dejó el pastel sobre la mesa de la cocina, la cual seguía tan grande y lujosamente amoblada como siempre había sido.

Ran pensaba que era como viajar en el tiempo, y eso la fascinaba. A pesar de que la casa lucía bastante más descuidada en comparación a cómo la recordaba, aun podía ver en ella esa grandeza y aire lujoso que siempre había tenido. Espacios amplios, muebles elegantes de estilo occidental, y con buen gusto, que pese al tiempo habían envejecido bien, siendo evidente que la madre de Shinichi había sido quien hubiese comprado los muebles y decorado este lugar. Era una verdadera lástima que no volviesen a menudo para mantenerla.

Pese a todo, estaba bastante inquieta y nerviosa. Después de todo, no todos los días se iba de sorpresa a la casa de un antiguo amigo, quien le había roto el corazón, y a quien no veía hace décadas. Y no ayudaba en absoluto la actitud taciturna de Shinichi. Estaba claro que estaba nervioso y confundido con su presencia en esta casa, y aunque era torpemente amable, éste evitaba su mirada, y, en medio de la oscuridad, el desorden y miles de polvorosos libros apilados apretadamente uno al lado del otro, le hacía sentir en él un aura lúgubre y cansada.

Él caminó detrás de ella con las manos en los bolsillos, y cerró la puerta tras de él. Mientras Ran observaba absorta cada de detalle de la casa, como si se tratara de un bello y cuantioso museo lleno de su propia historia, no pudo evitar notar cómo la mirada penetrante y fija de él se posaba seguidamente sobre ella por leves de segundos, para luego voltearse con cierta indiferencia y darle la espalda.

—E-estás igual ¿sabes?—le comentó Shinichi mientras cerraba unos libros que estaban esparcidos por todas partes, y los guardó en la estantería. Ran se preguntó porqué razón no hizo eso cuando vinieron los reporteros a entrevistarlo. —Aunque más vieja.

Ella se ofendió un poco por aquella ofensa gratuita. Después de todo, se había tomado la molestia de hornearle un pastel y venir hasta aquí para visitarlo en su propia casa, incluso con todo lo que había pasado. Creía que debería haberse encontrado con un hombre extremadamente agradecido. El pastel debía ser el único alimento casero que tenía en casa, teniendo en cuenta la cantidad de cajas de fideos instantáneos que veía por doquier. Pero luego recordó que él nunca había sido bueno con los cumplidos, y que ella ya no era una adolescente como para ofenderse. En el fondo, sabía que era su manera de decirle que se acordaba perfectamente de ella.

—Y tú estás bastante cambiado—indicó en Ran elevando la barbilla con cierto orgullo, mientras le indicaba su barba de dos días. —¿Desde cuando no recibes bien a tus invitados, señor detective? Aunque olvidaba que siempre fuiste un poco malo conmigo.

Shinichi se mostró avergonzado por su actitud, como si no hubiese sido consiente de que su forma de abordarla y recibirla pudiese estar siendo descortés.

—L-lo siento—tartamudeó éste, mientras se rascaba la barbilla, y fijaba su mirada sobre las cortinas de la cocina. —Debo admitir que tu visita me ha tomado por sorpresa.

—Te vi televisión el otro día, y me acordé de ti—le dijo Ran con un sonrojo, mientras buscaba un cuchillo en la cocina para cortar el pastel, dejando pasar el comentario acerca de su vieja apariencia. Se sorprendió gratamente al encontrar los cuchillos en el mismo cajón de siempre. —Por eso vine.

Él sonrió, recordándole increíblemente a su antiguo yo adolescente. —¿En serio? ¿Me viste? Si, han venido por lo menos 10 reporteros a hacerme entrevistas—dijo con una mezcla de orgullo y sorpresa en su voz. —Supongo que soy muy popular en Japón.

—Sigues tan humilde como siempre—se burló con una media sonrisa, entrecerrado los ojos.

—No lo creas, no es como tú piensas—respondió seriamente, siendo imposible para Ran evitar notar que su mirada se había oscurecido, como si se tratase de una persona diferente, no aquel inocente nerd amante de los misterios. Se acordó cuando ella era una adolescente inocente y enamorada, confundida por estar teniendo sentimientos por su mejor amigo desaparecido, que cuidaba a un niño llamado Conan a quien nunca más volvió a ver luego que se fuera a vivir con sus padres al extranjero, y temía que la distancia y tiempo pudiesen cambiar a Shinichi. Meditó en silencio acerca de ello, y cómo, claramente, el tiempo definitivamente puede cambiar a las personas. Bueno, suponía que ella misma también debía haber cambiado.

—Por cierto, cómo están con ellos—dijo Shinichi de pronto, con voz ronca y tono casual, mientras se encargaba por su parte de preparar el té. Ran extendió los ojos, dejándole entender qué no sabía a qué se estaba refiriendo. —M-me refiero a tu familia, ¿no?—dijo desviando casualmente la mirada. Ella percibió que su vista se dirigía casualmente hacia su desnudo dedo anular, lo que la hizo incomodarse.

—No seas tonta—replicó rápidamente, viéndose también contagiado de la incomodidad de ella. —Solo estoy haciendo las preguntas de rutina, ¿no?.

Por supuesto, Ran se sintió avergonzada y ridícula por su actitud sobre exagerada.

Con una linda sonrisa, la misma que surge en ella cuando piensa en sus dos hijos, comenzó a trasmitir sin parar acerca de Harumi y Dai, ambos ya fuera de casa, con mucho entusiasmo. Contó, por supuesto, de la boda próxima de Harumi y cómo ella la ha estado ayudando con los preparativos. Por cierto, la emoción en su tono de voz debía ser suficiente cómo para contagiar a cualquiera, pero él no parecía tan entusiasta o interesado en lo que ella le contaba, y solo se limitó esbozar, en un par de veces, una sonrisa sin humor, más como para complacerla que por él mismo. Ella no entendió porqué él se tomó la molestia de preguntarle acerca de ellos.

Finalmente le dijo, de la forma más escueta y casual, que ya no estaba con su marido Hiroaiki. Eso fue lo único que pareció llamar su atención.

—Lo siento escuchar eso—se limitó a responder, aunque extrañamente a ella no le pareció que éste fuera sincero.

—Y cuéntame Shinichi, ¿Qué hay de ti? ¿te casaste, tienes hijos?—preguntó Ran con genuino interés. A ella siempre le han gustado estos temas, aunque no estaba segura de querer escuchar la respuesta.

Él se rio sin humor.

—Si, estoy casado—le dijo esbozando una sonrisa encantadora, mientras tomaba una novela de misterio que se posaba sobre la mesa raída del comedor, y se lo mostraba haciendo un pequeño juegueteo con sus dedos. Ran sintió un incómodo vacío en el estómago. —Con los misterios—confesó finalmente.

Ella se sorprendió. Si bien ella lo recordaba como un nerd de los misterios, siempre creyó que él era un especie de galán, quien se casaría por lo menos tres veces, todas ellas super modelos tan lindas como su madre Yukiko. —¿En serio nunca te casaste? ¿Por qué?

Shinichi le dio la espalda, y mientras volvía el libro a su lugar. —Holmes jamás se casó.

Ran asintió con una sonrisa. Suponía que eso estaba muy acorde con su héroe. Era genial saber que aun le gustaba Holmes.

Aun así, ella agachó su cabeza pensativamente, y observó con mirada fija su trozo de pastel. Hablando del tema amoroso de Shinichi, recordaba que hace un tiempo Sonoko le contó que espía a Shinichi por redes sociales. Claro, él no tiene cuenta personal, nunca ha sido su estilo, pero si tiene páginas de fans quienes publican todo lo relacionado con el famoso detective, y, según Sonoko, mostraban a menudo fotos de él con una novia, que según Sonoko, era igual a Ran. Por supuesto, Ran se rio y lo desecho como exageraciones de su vieja amiga Sonoko. Por lo visto esa relación no había funcionado.

Se sacudió la cabeza, intentado sacar de su mente estúpidas ideas de que él aun pensaba en ella. Es una idea tonta, pues él mismo la abandonó y le dijo que no la amaba, e irreal porque han pasado más de 20 años desde la última vez que se vieron, y ella había aprendido en estos años que esas cosas no pasan. Los dos ya eran pasado, eran una de esas realidades de esas lejanas de las que casi nunca se piensa, y solo quedan los lindos lejanos recuerdos de una amistad de juventud.

Más bien supuso que su trabajo como detective siempre ha sido su verdadera pasión, y que cualquier mujer habría sido un estorbo en sus planes. Lo bueno de esto es que ya estaba demasiado vieja como para que le apenara. Incluso se alegró de haber tenido la suerte de escaparse de todo eso y haber tenido a sus amados hijos.

Ran miró a su alrededor, y le impresionó el desorden y las grandes capas de polvo que habían en todos los muebles. Entendía que él no estaba casi nunca en esta casa, pero creía que esa no era excusa suficiente como para tenerla en este estado. Con todo el dinero que debe ganar, podría perfectamente pagarle a alguien para que arreglara todo este lugar, aunque fuera por sus padres. O por último, mientras estuviera aquí, tomar un plumero y sacar el polvo era lo mínimo que podía hacer si no quería enfermarse entre todas estas partículas en suspensión.

Como a ella nunca le ha gustado el desorden y la mugre, como tampoco que las personas se enfermen frente a sus propias narices, se arremangó su suéter, y se puso manos a la obra.

—Oi, oi ¿Qué estás haciendo? ¡No es necesario!—dijo Shinichi al darse cuanta que Ran se encontraba absorta en la búsqueda de artículos de limpieza.

Ella, quien ya tenía puesto un delantal de limpieza, lo miró por sobre el hombro orgullosamente.

—Oh, claro que es necesario—respondió ella, mientras le entrega un escobillón. —Y tú también vas a limpiar. Este lugar es un desastre. ¿Cómo puedes dormir aquí?

Él recibió el escobillón sin pensarlo, y sonrió con cariño. Probablemente creía que Ran no había cambiado tanto a pesar de todos estos años.

Y de este modo, ambos se dispusieron codo a codo, a refregar cada piso, y limpiar cada mueble, y a ordenar y desempolvar todo libro de la inmensa estantería. Era mucho trabajo, pero a decir verdad se le estaba haciendo muy entretenido, pues Shinichi no paraba de parlotear acerca de los casos más emocionantes que había resulto en Estados Unidos, tal como antes le hablaba sin parar de Holmes.

Si alguien hubiese visitado el interior de esta casa hace un par de horas atrás y volviese de pronto, no podría creer como esta puede cambiar en tan poco tiempo. La vieja y cálida Ran seguía siendo un ángel, quien jamás estaría tranquila hasta mejorar las condiciones de la casa en donde vive de su viejo amigo.

—Este, Ran...—dijo de pronto Shinichi mientras sacaba el polvo de una de las estanterías de la biblioteca. Ella se limitó a hacer un movimiento de cabeza. Él entendió que podía proseguir. —Hay algo que siempre quise decirte...—prosiguió. Ella notó que estaba nervioso, y que quería decirle algo importante. Eso hizo que en esta ocasión le pusiera más atención. Dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia él, mirándolo atentamente.

—¿Si?

—...Hay algo que siempre he querido decirte—dijo el famoso detective, aclarándose la garganta. —Se que esto ya no debe ser muy importante, y te suene extraño que lo diga, pero creo es bueno que lo sepas. Yo...te mentí. Esa tarde, cuando te dije lo que te dije, era mentira. Yo estaba metido en un gran problema, y si te involucraba te habría puesto en un grave peligro y además, no podía seguir pidiendo que me esperaras cuando no sabía cuando podría volver. Espero poder algún día contarte todo.

Ran lo quedó mirando atentamente con el semblante serio, aún con el paño sucio con el que estaba limpiando el escritorio sobre su mano. ¿Por qué le estaba diciendo esto ahora, después de todo este tiempo? Ella estuvo años esperando una explicación, sufriendo por sentirse engañada y estúpida. No se podía imaginar lo mucho que le habría encantado escuchar esa historia hace un par de décadas atrás. ¿Pero ahora para qué? ¿De qué servía?

Ya habían pasado muchos años, y ese tema ya no importaba.

Pero al mismo tiempo tenía que admitir que era reconfortante pensar que su querido amigo de la infancia nunca jugó con ella, y agradeció que se lo dijera. Quizás esto era lo que necesitaba para cerrar este capítulo para siempre.

Ran sonrió, y siguió limpiando el escritorio. —Tranquilo, eso ya fue hace mucho tiempo. Ni me acordaba.

De pronto, la mujer se sobresaltó al ver la hora. Tenía que irse. Ran le había prometido a Harumi que la acompañaría a ver su vestido y no podía fallarle. La mataría si no llegaba.

—Fue agradable volver a verte, Shinichi —le dijo con un sonrisa, mientras ponía una mano sobre su hombro. El hombre siguió la trayectoria de su mano femenina sobre él, y luego volvió su rostro hacia ella. Él aún la encontraba bella y dulce a pesar de que ya no tenía su rostro juvenil. Bueno, después de todo, ella seguía teniendo esa misma mirada a través de sus ojos violáceos.

—También me gustó verte, Ran —respondió el detective a su vez, también con una sonrisa.

Ella se puso el abrigo sobre su suéter, colgó sobre su hombro su pequeño bolso, le pidió que disfrutara de su pastel y se despidió. Y mientras caminaba de vuelta por esa misma calle conocida desde la cual había llegado, pensaba acerca de lo acontecido esta tarde. Fue un poco extraño, debía decirlo, pero suponía que debía ser normal después de tantos años. Pero definitivamente había sido una agradable tarde.

Si, se alegraba de haber venido, y creía firmemente que toda esta visita era lo que necesitaba para cerrar definitivamente esta historia.

Pasada media hora de trayecto, por fin se encontró con Harumi en el centro comercial, dedicándose el resto de la tarde en ver vestidos sin hablarle de su pequeña visita a Shinichi, a quien la chica solo ha oído hablar en los noticieros.

Y cuando por fin se pudo acostar a descansar en la pequeña cama del cuarto de invitados, el sonido de tu teléfono celular la interrumpió en su intento de dormir. Rascándose los ojos, se sentó sobre la cama para tomar el teléfono y ver de que se trataba. Un mensaje.

"11:06 pm. Hola Ran, se que es tarde, pero he estado pensando que debo compensarte por el pastel que trajiste y por haberme ayudado a limpiar mi casa, ¿qué tal si te invito a comer mañana?, Shinichi"

Ran sonrió.

"11:08 pm. Sí, ¿por qué no, señor gran detective de Japón?, Ran"

Durmió con una tonta risita adolescente.